Las mañana eran aburridas y tediosas para Jongin, era una rutina que por más que intentara modificar esta permanecía burlándose de él. A sus ojos los matices habían desaparecido, la rutina había absorbido los colores brillantes y alegres. Negro y blanco, en algunas ocasiones gris. Jongin no veía los colores, Jongin no sabía de colores. Monocromático.
Como toda mañana, despierta con la esperanza de modificar, aunque sea un milímetro su rutina. Se baña, viste, acomoda sus cosas de trabajo y continúa con la tediosa rutina. No hay tiempo para el café mañanero. Después de todo, su rutina si cambio. Sin embargo sigue yendo a la misma cafetería, siendo atendido por el mismo chico de nombre Luhan y sigue haciendo el mismo recorrido de siempre.
Se detiene frente a una florería y suspira. Desea poder ser capaz, de algún día ver los hermosos colores de las flores, el color de las montañas, el cielo, las nubes, el mar. Espera poder apreciar los hermosos matices, dejarse embriagar por ellos y colorear sus mañanas, tardes y noches. Un poco de color es lo único que pide.
Cansino, el maestro continúa su camino de vez en cuando sonríe a los niños, saluda a las madres y algunos padres. Como siempre entra la sala de maestros, saluda a sus compañeros de trabajo, revisa su programa de actividades. Hay un motivo por el cual deseo ser maestro de preescolar, un motivo simple que ustedes han de imaginar. Colores. Los niños pequeños siempre son alegres, sus dibujos son coloridos y chispeantes, llenos de energía. Energía que el maestro de veinticuatro años necesita, mas no consigue.
Una vez terminada su jornada laboral, Jongin se dispone a regresar a su departamento gris y triste. Su vida es tan opaca. Hace una parada en la panadería y otra en el miniMarket, se detiene abruptamente. Su rutina da un cambio.
Colores.
Jongin ve colores.
Un chico, muchos pasos delante de él colorea su mundo. El chico carga una mochila y en la mano sostiene un libro blanco, sus dedos rozan la pared a su derecha coloreándola de un rojo vino. Jongin observa ese color un tanto opaco pero a la vez alegre, tan lleno de energía y buena vibra. Sin pena y sin importarle parecer un acosador el maestro sigue al pintor adolescente, se deleita con cada color, desde el verde hasta el morado, inclusive el negro parece tan alegre y vivo. Tan brillante.
El adolescente se detiene frente a la florería en la que Jongin se detuvo por la mañana, el chico entra. Jongin se petrifica, miles de colores inundan la florería. Rosa, rojo, verde, café, celestes, varias combinaciones que dejan al maestro extasiado. Simplemente hermoso piensa Jongin, tan absorto estaba en la belleza de los colores que no se da cuenta del chico a su lado.
— ¿Se encuentra bien?—con lentitud Jongin gira su cara, si los colores eran hermosos, el chico lo es aún más. Un poco más bajo y con matices tan brillantes y únicos, que Jongin piensa que no hay color perfecto para él.
—Es hermoso ¿c-como lo has hecho?—señala la florecía recién coloreada.
— ¿Hecho que?—el chico ladea su cabeza un tanto confundido por la pregunta.
—Los colores, ¿Cómo lo has hecho?
Una sonrisa aparece en el rostro del adolescente—Es un secreto.
—Soy Kim Jongin.
—Un placer, Do Kyungsoo—en el momento en que estrechan sus manos, Jongin se colorea, el mayor sorprendido fija su vista en su mano, asombrandose por el color que Kyungsoo le ha regalado, para después ver a Kyungsoo, quien sonríe tan ampliamente.
A partir de ese momento el mundo de Jongin es de colores, miles y miles de colores, desde los tonos fríos hasta los cálidos. Cada día aprende uno nuevo con ayuda de Kyungsoo. Jongin piensa que Kyungsoo es un pintor, uno que no sabe de su talento, que sin querer alegra los días del mayor y que de apoco pinta el corazón de Jongin.
Pero llega ese momento en que descubre su color favorito. Uno carmesí, entre rojo y rosa, más rosa que rojo. El mismo color que aprecio en el rostro de Kyungsoo cuando Jongin lo beso por primera vez.
El mismo que aparece cuando el maestro le declaro su amor al adolescente y el mismo que pareció cuando acaricia la mejilla para despues depositar un beso tiermo.
Kyungsoo es un mundo de lápices de colores, pintándolo todo lo que toca, aunque Jongin no sepa como lo hace, disfruta de ver las transformaciones, de ver como los grises desaparecen siendo remplazados por colores brillantes y alegres. Como la sonrisa de Kyungsoo.