._Prólogo_.
160 A.C. Los últimos pensamientos de Ritsu...
La sangre se acumulaba a mí alrededor, dándome calidez mientras mi cuerpo lentamente se enfriaba. Me reí un poco de mí mismo, ¿Realmente me sentía agradecido por la sangre? Esto debía ser una maldita broma.
Mi corazón latía rápidamente haciendo mis manos temblar, pero me tranquilicé por mi cuenta, sin siquiera preocuparme por estar deseando la muerte, anhelando alejarme de la humillación, el dolor y el odio que me ha acompañado desde el día que mi familia murió frente a mis ojos.
Me recogieron del piso y con brutalidad jalaron mi cabello para ver al hombre que le entregué mi vida. Estos hombres apestaban a sangre, tomaban a las mujeres que tenían encadenadas, mientras éstas gritaban, suplicando ser liberadas. El oro que gané por la libertad del hombre que amaba y que estaba de pie a mi lado burlándose de mí, se pintó por la sangre de las personas que maté. A esos cerdos no les importaba nada y no mostrarían piedad.
Se rieron de mí viéndome desangrar, celebrando cómo derrotaban al hombre que fue temido por todos. El hombre que creí que amaba se moría de la risa mientras sostenía el cuchillo que me atravesó por detrás. Mostró el cuchillo a la enorme multitud, elevándolo por sobre su cabeza como si se tratara de un tesoro. Yo fui destruido por él. Yo era un mounstro creado por esa cosa llamada "amor".
No era más que una herramienta para usar en la guerra.
Mi cuerpo empezó a arder, como si fuese engullido en llamas. Me esforcé por respirar, unas uñas parecían rasgar por dentro mis pulmones. Sentía que el infierno ya estaba saludándome, desgarrándome, arrastrando mi alma profundo en los posos del infierno. Tosí sangre; y supe que no tenía mucho tiempo.
Me compadecí de mí mismo, ¿Era esto todo lo que tenía para la vida? ¿Éste era mi destino? ¿Lavar mis manos con sangre día tras día, para ver cómo alejaba familias al igual que la mía fue alejada de mí? ¿Para ver cómo el hombre al que confiaba y amaba se venía en mi contra? ¡¿Era esto mi destino?!
Vi cómo mi amante bajaba los ojos hacia mí y estancaba el cuchillo directo en mi corazón, matándome.
El odio que tenía me dio la fuerza para sonreírle, diciéndole silenciosamente que esperaría por él. Sería el único que lo encontrara en el infierno y lo tortura. Él alejó el cuchillo, mientras una mirada de malestar acompañaba sus facciones.
Mis últimos pensamientos: El Infierno es sólo mi comienzo.
._Prólogo_.
160 A.C. Los últimos pensamientos de Ritsu...
La sangre se acumulaba a mí alrededor, dándome calidez mientras mi cuerpo lentamente se enfriaba. Me reí un poco de mí mismo, ¿Realmente me sentía agradecido por la sangre? Esto debía ser una maldita broma.
Mi corazón latía rápidamente haciendo mis manos temblar, pero me tranquilicé por mi cuenta, sin siquiera preocuparme por estar deseando la muerte, anhelando alejarme de la humillación, el dolor y el odio que me ha acompañado desde el día que mi familia murió frente a mis ojos.
Me recogieron del piso y con brutalidad jalaron mi cabello para ver al hombre que le entregué mi vida. Estos hombres apestaban a sangre, tomaban a las mujeres que tenían encadenadas, mientras éstas gritaban, suplicando ser liberadas. El oro que gané por la libertad del hombre que amaba y que estaba de pie a mi lado burlándose de mí, se pintó por la sangre de las personas que maté. A esos cerdos no les importaba nada y no mostrarían piedad.
Se rieron de mí viéndome desangrar, celebrando cómo derrotaban al hombre que fue temido por todos. El hombre que creí que amaba se moría de la risa mientras sostenía el cuchillo que me atravesó por detrás. Mostró el cuchillo a la enorme multitud, elevándolo por sobre su cabeza como si se tratara de un tesoro. Yo fui destruido por él. Yo era un mounstro creado por esa cosa llamada "amor".
No era más que una herramienta para usar en la guerra.
Mi cuerpo empezó a arder, como si fuese engullido en llamas. Me esforcé por respirar, unas uñas parecían rasgar por dentro mis pulmones. Sentía que el infierno ya estaba saludándome, desgarrándome, arrastrando mi alma profundo en los posos del infierno. Tosí sangre; y supe que no tenía mucho tiempo.
Me compadecí de mí mismo, ¿Era esto todo lo que tenía para la vida? ¿Éste era mi destino? ¿Lavar mis manos con sangre día tras día, para ver cómo alejaba familias al igual que la mía fue alejada de mí? ¿Para ver cómo el hombre al que confiaba y amaba se venía en mi contra? ¡¿Era esto mi destino?!
Vi cómo mi amante bajaba los ojos hacia mí y estancaba el cuchillo directo en mi corazón, matándome.
El odio que tenía me dio la fuerza para sonreírle, diciéndole silenciosamente que esperaría por él. Sería el único que lo encontrara en el infierno y lo tortura. Él alejó el cuchillo, mientras una mirada de malestar acompañaba sus facciones.
Mis últimos pensamientos: El Infierno es sólo mi comienzo.