Briefcase. [HunHan] [Viñeta] [Halloween].
Caminaba por las calles con su porte perfecto, como siempre, sosteniendo aquel maletín negro que siempre le había encantado; y que en ese momento, ahora lo apreciaba más que nunca.
Se sentía orgulloso por lo que traía ahí dentro; de hecho, esa era la única razón por la cual había salido ese día de Halloween a la calle con su hermoso y carísimo traje formal que usualmente solo vestía para ir a la empresa que administraba. Esquivaba con agilidad a los niños y niñas que corrían en su dirección y que amenazaban con tocar su maletín, riendo un poco cuando ellos reían a su lado.
Aquel día su felicidad estaba por los cielos, nada podría arruinársela. Nada. Ni siquiera su estúpido e infiel esposo Luhan. Pues ahora no podría ni siquiera molestarlo; y estaba feliz por eso, demasiado.
Lo amaba.
Lo amaba demasiado. Pero desgraciadamente, él no lo había amado de la misma manera en la que él, Oh Sehun, amaba a Xi Luhan. Tenía las pruebas suficientes.
Su mundo giraba en torno a Luhan. Su mundo era Luhan. Aunque dejó de serlo cuándo se enteró que él lo engañaba, y no sólo con una persona, sino con tres.
Con ChanYeol.
Con JongIn.
Y con JongDae.
Sus mejores amigos y compañeros de trabajo.
Aquel día que se enteró se enfureció tanto, que simplemente su amor se convirtió en odio.
Lo odiaba.
Lo odiaba demasiado. Pero su rencor sólo salió a la luz el día anterior, cuando lo arrinconó en la pared supuestamente para acostarse con él; y obvio lo hicieron, claro que tuvieron sexo; pero cuando Luhan ya reposaba sin vida en la cama; cuando Sehun, de la manera más horrible y despiadada, le había arrebatado la vida.
Y ahora, con una sonrisa estampada en su rostro, y con la cabeza de su esposo en el maletín, caminaba con dirección a su empresa, donde se encontraría con los que se supone eran sus amigos. Su familia.
Al entrar, notó como la fiesta de Halloween que se tenía planeada para ese día se estaba llevando a cabo. A penas si había personas, y todo estaba bastante oscuro. Todos estaban vistiendo un traje sumamente formal, el cual contrastaba con algún maquillaje en el rostro; ya sea de tigre, ya sea de ratón; ya sea de payaso.
Observó con lentitud todo el lugar, buscando con la mirada a sus amigos. Cuando los encontró, ellos estaban bebiendo un poco de vino rojo italiano mientras hablaban de quién sabe qué cosa en uno de los rincones más apartados, riéndose y asintiendo de vez en cuando con la cabeza.
Se acercó a ellos, aún con su sonrisa en la boca, y los saludó como si nada hubiese pasado. Como si no sabía acerca de las infidelidades de su esposo con ellos. Como si Luhan aún estuviese vivo.
— Oye, Sehun —JongIn se acercó a él y le palmeó la espalda con una sonrisa de ironía en su boca pintada igual que el Guasón. Sehun le miró—. Escuché por ahí que Luhan ha estado engañándote.
Sehun suspiró fuertemente y le retiró la mano con fuerza. ChanYeol y JongDae rieron.
Al igual que Sehun.
Todos le miraron con confusión.
— Oh, mierda. Lo sé —les sonrió con autosuficiencia, dejando el maletín encima de la mesa que estaba bien arrinconada en la esquina, y tomó una copa de vino.
— ¿E-En serio lo sabes? —preguntó impactado el alto, haciendo que su maquillaje de calavera se viera un poco tétrica. Dejó su copa de vino al lado del maletín. Sehun se tragó todo el contenido de la copa y los miró fijamente.
— Sí. Y no se preocupen, ya me encargué de ese asunto… —sonrió ampliamente, dejando ver su blanca y perfecta dentadura. JongDae sintió que algo no iba bien.
— ¿Y dónde está Luhan? —frunció el entrecejo angustiado, ocasionando que su maquillaje de Frankenstein se viera mucho más realista. El menor de todos rió sin gracia.
— ¿Por qué quieres saberlo? —Le cuestionó bruscamente, acercándose a él, usando su estatura de ventaja—. ¿A caso quieres ir a buscarlo y acostarte con él? —escupió, mirándolo a los ojos inquisitivamente; se sentía tan malditamente cabreado que podría partirle la cara a Chen y no le importaría. JongDae retrocedió, intimidado ante Dracula.
— Oye, Sehun —ChanYeol le llamó, y el aludido solo volteó a verlo—. Cálmate.
— No. No me calmo, Park —le dijo, volteando nuevamente a la mesa y bebiéndose otro vino—. Sé que ustedes tres se acostaban con la puta de Luhan —les mira, esbozando una sonrisa que hizo que los demás fruncieran el entrecejo por lo depravada que ésta se veía.
— ¿Dónde está Luhan? —insistió Kai.
Sehun negó con la cabeza.
— Más cerca de lo que ustedes creen —dejó escapar una fuerte carcajada y señaló el maletín—. Disfrútenlo.
Y luego de decir eso, se retiró del lugar.
Quería quedarse para ver la reacción de todos, pero sabía de sobra que aquello no le convenía en lo absoluto.
Así que sólo sonrió, satisfecho y orgulloso. Se aseguraría que nadie lo encontrase, y que mucho menos lo encarcelaran. Pues no creía que lo fueran a encontrar en España.
Aunque quizás le duela dejar el maletín; después de todo, éste era como un trofeo que él mismo había hecho y ganado.
FIN.