La fría mañana de navidad se sentía extraña. En la casa de los Jaeger nadie celebraba. No hasta saber dónde se encontraba el hijo varón.
Nadie se había atrevido a darle un abrazo a cierto pelinegro que estaba cumpliendo años. Él no lo permitía, ellos sabían que estaba esperando a su amado. Ni siquiera un "feliz cumpleaños" o "feliz navidad" se escuchaba.
El suave sonido de su zapato chocando contra el piso ponía nerviosos a los demás. Su piel pálida estaba ligeramente húmeda por las calientes lágrimas que habían escapado de sus ojos después de que Eren desapareciera. Él nunca lloraba. Él nunca se mostraba débil. Él se veía vulnerable, tan frágil como una pieza de cristal.
– ¡Creo que ya sé dónde está! –Levi se levantó al instante, corriendo hacia cierto rubio inteligente, mejor amigo de Eren. Le miró desesperado, ansioso por escuchar sus palabras. –Mikasa invitó a Marco, un ex compañero de la escuela. Con él venía Jean, estoy seguro de ello.
– ¡Maldición! Ese bastardo... –Su semblante oscureció, dándole un toque peligroso, provocando miedo. – ¡Lo voy a matar! –Armin lo tomó de los hombros. –Basta, debo de encontrarlo. Debo... –Sollozó. –Debo salvarlo.
–Tendremos que esperar, ¿Vale? Aunque... No creo que Jean tenga malas intenciones.
– ¿Qué estás diciendo, Armin? ¡Ese imbécil casi lo mata! ¡Él es el culpable de que Eren cambiara! –Levi nunca había visto a Mikasa furiosa. La comprendía, él también se sentía enojado por las palabras de Alert. –Debemos encontrarlo antes que a ese maldito caballo antes de que sea tarde. –El sonido del timbre sorprendió a todos.
Armin corrió a la puerta, abriendo con rapidez. Se quedó sin aire cuando vio a su mejor amigo dormido en los brazos de Jean. Tembló un poco, ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué lo había traído de vuelta? –Hola, Armin, ¿Puedo pasar? –El rubio asintió, desconcertado. –Gracias. –El más alto entró a la casa, analizó lo que lo rodeaba, sonrió antes de caminar hacia la sala.
–Jean, ¿Qué demonios haces? –Alert lo persiguió. Pronto las miradas curiosas recayeron sobre los dos chicos. Un par de ojos, en particular, vieron con ira al de cabello bicolor.
–Tú, maldito. ¿Qué le has hecho a Eren? –El chico depositó al castaño en sus brazos. Le acarició el rostro y sonrió con amor. Levi no supo que decir.
–Lo siento si ayer los asusté. Sólo llevé a Eren a descansar, no planeaba hacerle algo. –Suspiró. –También he curado su mano y he hablado con él. –Apartó la vista del castaño, mirando directamente al azabache. –No tienes que preocuparte, le he dicho que fue Erwin quien te besó a la fuerza, él lo ha entendido.
–Jean…
–Sólo… Sólo te pido que lo cuides y que nunca lo lastimes. N-no… –Una lágrima resbaló por su mejilla. –No cometas los mismos errores que yo. No con él. –Se agachó un poco, depositando un beso en la frente de su primer amor. –Ámalo, hazlo feliz. Si me llego a enterar que no lo has hecho… Te mataré.
¿Quién diría que tu peor pesadilla se convirtió en un buen sueño, Eren?
…
Unas horas antes.
Parecía que esta navidad iba a ser más dura de lo normal. Ahogó un grito en su garganta cuando Jean sacó un pedazo de vidrio de su mano. Jadeó cuando pasó algo de alcohol en ella. –Lo siento. Prometo que el dolor pasará pronto. –Besó las heridas con dulzura, provocando un fuerte sonrojo por parte del castaño.
–N-no hay problema. –Desvió su mirada, mordió su labio inferior. Jean vendó su mano. –G-gracias…
–No agradezcas. –Se alzó a su altura y revolvió sus cabellos. –Tengo que decirte algo, Eren. Realmente me gustaría que escucharas y que comprendieras todo. Mi mente podrá tener paz si obtengo una respuesta positiva de tu parte.
– ¿Qué sucede? Me estás asustando.
–Es sobre Levi. –Eren frunció su ceño, ¿Por qué querría hablar de él? –Sé que es un poco extraño, pero, por favor, escúchame. –El castaño asintió. –Quiero… Quiero que perdones a Levi. –Sus manos temblaron, Eren lo miró bastante sorprendido. –No era su intención besarse con Erwin, fue obligado a hacerlo.
–Jean…
–Yo sé que él te ama y que tú correspondes sus sentimientos. Lo supe desde que te conocí, desde que sufriste por su partida. Yo también te amo, Eren, pero también quiero que seas feliz. Si tú estás bien, yo lo estaré. Por favor, perdónalo.
–S-sí. –El más alto lo abrazó. Había extrañado su calor corporal, la manera que ese delicado cuerpo encajaba con el suyo. Había extrañado su aroma, sus delgados brazos correspondiendo. Lo había extrañado tanto…
–Creo que ésta será la última vez que podré hacer esto. –Susurró. – ¿Puedo besarte y dormir contigo por última vez? –Eren asintió, aunque estaba inseguro. –No te preocupes, no estarás engañando a Levi con esto. –Tomó una de sus mejillas, dejando su otra mano en su cintura. Acercó su rostro al suyo y junto sus labios. Había extrañado ese dulce sabor.
Jean cargó al chico sin dejar de besarlo. Caminó por los pasillos de su apartamento, abrió una de las puertas y entró a una habitación perfectamente limpia y ordenada. A Eren le agradó eso. El más alto dejó al castaño en el suelo y se dispuso a arreglar su cama para que los dos pudieran dormir. Se acercó al armario, de allí sacó una camiseta holgada suya y ropa interior nueva, se la entregó a Eren. –Ponte esto para que puedas dormir. Dame tu ropa para lavarla y mañana no tengas que ponerte algo sucio. Puedes cambiarte en el baño mientras yo lo hago aquí.
Eren se sonrojó. –V-vale. –Tomo las prendas y se metió al sanitario. Se cambió con rapidez, quería descansar. Necesitaba hacerlo. Cuando salió, le dio la ropa a Jean y después se recostó, quedando dormido al instante.
Quizá nunca fue mala persona. Quizá sólo ese día enloqueció.
…
Parecía que la mañana de navidad iba a ser bastante fría. Se dio cuanta cuando sacó un brazo para estirarse. Tuvo que abrazar al de cabello bicolor para no congelarse. Se sentía raro, quería abrazar a Levi. Quería besar a Levi. Quería desearle un feliz cumpleaños a Levi.
Lo siento…