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Apuestas En La Casa De Leo por ghylainne

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Notas del capitulo:

Buenas, les dejo los dos últimos capis del fic. Espero que les guste el final.

Besotes

— Arriba, perezoso — gritó Aioria desde la puerta de Ikki.

El Fénix se incorporó sin muchas ganas. Aioria ya había entrado, vestido con sus ropas de entrenamiento, y ahora abría el armario buscando las de Ikki, para lanzárselas mientras seguía insistiendo en que se levantara.

— Te dije que había que madrugar — tiró de él hasta conseguir que se levantara— . Y otra cosa, habla con Shaka antes de que se entere Shion.

— Sí, papá — bromeó el Fénix mientras se vestía— . ¿Sigues enfadado?

Aioria se encogió de hombros.

— ¿Por qué lo hiciste? — preguntó mirándolo sin disimulo.

Aquella era una buena pregunta. Le habían molestado los reproches de Shaka a Aioria, pero ¿eso significaba algo? Tenía la sensación de que sí, porque no dejaba de comparar al rubio con el león, y el segundo salía ganando. Imitó el gesto de Aioria.

— ¿Vamos a entrenar? — preguntó para cambiar de tema.

— Para eso estás aquí, ¿no? — le guiñó un ojo. A pesar de todo, no podía estar mucho tiempo enfadado con él.

Salieron del Templo, aparentemente camino del Coliseo, pero Aioria se limitó a saludar con un gesto a su hermano y a Seiya, y siguió andando. Ikki no tenía la menor idea de a dónde lo llevaba, hasta que llegaron a un lugar donde sólo había una gran pared de piedra con un enorme agujero.

— Mi hermano solía entrenarme aquí — explicó el león con expresión nostálgica— . Ese agujero lo hizo él cuando me explicaba cómo utilizar mi cosmos.

Ikki notó el orgullo en la voz de su amigo, pero aquello no explicaba lo que hacían allí. O sea, no lo explicaba para Ikki, porque Aioria quería hablar con él (lo de entrenar era una excusa), y de paso, sacarlo de Leo por si Shaka volvía de malas. Mejor que esperara un poco antes de ir a pedirle disculpas. Y allí no los iba a molestar nadie.

— Bueno — dijo Aioria cruzando los brazos— , llevamos mucho tiempo sin entrenar, y...

Fue interrumpido por Ikki, o mejor dicho, por los labios de Ikki. Y es que el Fénix no había podido evitarlo. No le había pasado desapercibida la mirada de Aioria mientras se vestía, y la noche anterior había descubierto cuánto le gustaba besarlo. Además, después de lo sucedido con Shaka no hacía más que pensar en lo que le hubiera gustado estar en la misma situación, pero sin confusiones, con aquel castaño de ojos verdes. Pero necesitaba saber si estaba enamorado o sólo era un capricho, y, de paso, saber qué quería el león de él. Y no se le había ocurrido otra forma de comprobarlo.

Por otro lado, Aioria se sorprendió de la actitud del Fénix, pero ni se le ocurrió apartarlo. De hecho, lo había llevado allí para confesarle sus sentimientos, así que no lo dudó y correspondió al beso, pillando a Ikki por sorpresa, pero agradecido por la respuesta del león. Y ya se podía declarar una guerra santa que ninguno de los dos se movía de allí.

 

 

Mientras, en Acuario sí que estaba a punto de desatarse una guerra de los mil demonios. La razón: un furioso Shaka que había subido hasta Capricornio para contarle a Shura todo sobre la apuesta (claro que no tenía ni idea de que lo sabía todo), pero se había encontrado una nota del guardián:

 

“Estoy en Piscis”.

 

Así que había seguido hasta Acuario, donde se había encontrado con Afro y Shura, que bajaban. Y ahí se había enterado de que tanto Capri como Piscis lo sabían todo, y claro, no le había hecho ninguna gracia que no le hubieran dicho nada, dejándolo a merced de Ikki. Eso era lo que él decía, porque Afro le replicaba no falto de razón.

— ¿Y no podías negarte?

— ¡No se trata de eso! — gritó— . Es humillante hacer una apuesta así para acostarse con alguien.

— ¿Que has hecho qué? — gritó Milo antes de que Camus le pudiese tapar la boca.

A su lado, Hyoga y Shun contemplaban la escena como si fuese un partido de tenis; la apuesta no había sido una buena idea.

— ¡Ay, madre! — se quejó Afro al recordar su conversación con Aioria.

— ¡Por todos los Santos! (los de Atenea o los de siempre, los que prefieran XD)— dijo Shura llevándose las manos a la cara— , Aioria te va a matar.

— ¿Por perder una apuesta? — quiso saber el escorpión soltándose del agarre de Camus.

— No, pero a él le gusta Ikki — soltó la cabra, que se ganó un codazo de un furioso Afro.

A Hyoga y Shun se les heló la sangre.

— ¡Ay, madre! — se quejó ahora el ruso. Nop, definitivamente no había sido una buena idea.

 

 

Ikki y Aioria seguían repasando anatomía, aparentemente sin dudas, porque ropa, lo que se dice ropa, mucha no tenían encima. Aunque tampoco parecía preocuparles demasiado, hasta que Aioria intentó apartar a un insistente Ikki.

— Espera.

— No quiero — respondió sin dejar de besar el cuello del león.

— Ya, pero ni de broma me quedo aquí — dijo apartando a Ikki pero sin soltar su mano y recogiendo sus camisas del suelo— . ¿No te apetece un baño? — le guiñó un ojo y el Fénix lo atrajo para besarlo de nuevo.

— Sólo si me frotas la espalda.

— Trato hecho.

Y salieron rumbo a Leo a seguir con sus clases de anatomía.

 

 

— ¿Pero por qué no te importa? — gritaba Shaka sacudiendo a Shura por la camisa.

— Es que me lo contó todo, y se veía tan triste que no pude negarme — explicó Shura, un tanto asustado por aquella actitud tan poco digna de Buda.

— ¿No te importa lo que hizo Aioria? — siguió el rubio.

— Pues... Me ayudó con el rugby, no voy a enfadarme por eso.

— ¿Pero tú eres tonto?

Allí nadie se atrevía a decirle nada a Virgo, que ya bastante tenían con la escenita que estaba montando como para que la tomase con el resto. Afro se había acercado disimuladamente a Camus y compañía, Shun se escondía detrás de Hyoga y Milo intentaba soltarse de Camus, que lo había agarrado otra vez, para evitar su suicidio.

— ¿A qué tanta insistencia con lo que me pase? — protestó Shura apartando a Shaka a una distancia prudencial para su seguridad.

— Por esto.

Y le plantó tremendo beso a la cabra, que lo miraba con los ojos abiertos de par en par. Shaka soltó a Shura y se marchó camino de su Templo, mientras Shura se tomaba su tiempo para aterrizar desde su propio mundo mundial y correr detrás del rubio, dejando al grupito de invitados de piedra plantados en medio de Acuario preguntándose qué se habían perdido para semejante declaración.


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