Apuestas En La Casa De Leo por ghylainne

El estómago de Aioria rugió mientras entraba con Ikki en su Templo.

— ¿No puedes ser un poco más romántico? — se burló el Fénix.

— Es que no he desayunado — se disculpó.

— Excusas.

Tiró a Aioria sobre la cama y se desnudó, imitado por su ahora algo más que maestro. Gateó hasta él, deslizando sus dedos por aquel cuerpo que se le ofrecía en bandeja, hasta atrapar sus labios con los suyos, disfrutando sorprendido de la docilidad del león. Claro que Aioria no tenía la menor intención de ser dócil. Agarró a Ikki por la cintura y se giró buscando quedar sobre él.

— Aioria, no — protestó el Fénix.

— Claro que sí.

— Te digo que no.

Pero el león no le hizo caso y se dio la vuelta, sin notar que estaban al borde de la cama, y fueron a dar al suelo.

— ¡Ay! — se quejó Ikki, medio asfixiado por el peso de Aioria— . Te avisé.

— Quejica.

Lo ayudó a levantarse y lo tumbó de nuevo, quedando sobre él.

— Esta es una lección que no dan todos los maestros — bromeó el león.

— Estoy ansioso por aprender.

El peliazul no pudo evitar reírse. El flequillo de Aioria le estaba haciendo cosquillas a medida que recorría su abdomen. El león estaba haciendo honor a su signo, porque parecía estar devorando cada centímetro de su presa, sobre todo al llegar a esa zona un palmo más abajo del ombligo. Ikki presionó pidiendo más, desde luego aquella lección era digna de ser recordada.

— Te mereces un sobresaliente — rió Ikki.

— Eso tendría que decirlo yo — fingió ofenderse, mientras lamía el líquido que se escapa por su barbilla, aunque el Fénix entendió la idea y lo hizo por él.

— ¿Y si quiero matrícula de honor? — preguntó mientras le rodeaba la cintura con las piernas.

Aioria respondió con un beso ardiente y profundo, intentando distraer al pajarito del dolor, aunque no pudo evitar recibir un pequeño mordisco en el labio. Las caderas de Ikki se movieron metiéndole prisa al castaño, que no tardó en responder, en lo que, definitivamente, fue la mejor lección que ambos habían dado en toda su vida. Aioria se dejó caer a su lado e Ikki lo tapó con las sábanas y se acurrucó a su lado sin dejar de besar una y otra vez su rostro, mientras el castaño ronroneaba como un gatito.

—Te quiero — susurró el Fénix.

—Y yo a ti, pero tengo hambre —dijo riéndose al ver la cara de decepción de Ikki, que esperaba continuar con aquello—. Y tú tienes que disculparte con Shaka —se levantó, pero los fuertes brazos de Ikki lo agarraron por la cintura y lo hicieron sentarse en la cama.

—Aún me debes un baño —protestó, y fue a llenar la bañera mientras Aioria lo abrazaba por la espalda y lo besaba mientras esperaban a que se llenase.

En el Templo de Capricornio las cosas estaban más tranquilas. Shura había parado a Shaka en medio de su Templo, dispuesto a aclarar lo que había pasado en Acuario.

— ¿Lo del beso iba en serio? — preguntó la cabra.

Shaka asintió.

— Completamente.

— ¿Y qué pasa con Ikki?

— Nada — a esas alturas se vio obligado a confesarlo todo— . Siempre me has gustado tú, y lo de Ikki fue sólo una ilusión. Me dejé llevar, pero te quiero a ti.

— ¿LO DICES EN SERIO? — gritó como un poseso con los ojitos brillantes— . ¿De verdad? ¿Lo dices de verdad?

— Claro que hablo en serio — fingió enfadarse, porque Shura resultaba absolutamente transparente y aquello era un “yo también”. Y al momento se vio abrazado por un sonriente Shura que no dejaba de repetir lo mucho que adoraba a su rubio.

Pero no pudieron decir nada más porque Ikki apareció en la entrada del Templo (después de su baño ^-^) llamando a su guardián.

— Shura, ¿puedo pasar?

— Claro, pasa — dijo una cabra de lo más feliz.

— ¿Está Shaka? Milo dijo que...

Pero no hizo falta que terminara la frase porque allí de pie estaba el Caballero de Virgo, que cambió su sonrisa por una expresión seria.

— Quería pedirte disculpas — dijo Ikki sin ningún rastro de burla en su tono— . Siento mucho lo que hice.

— Yo también lo siento — dijo el rubio, sorprendiendo a Ikki, que no esperaba una disculpa por parte de Shaka— . Podría haberme negado y no lo hice.

— ¿Amigos?

— Claro — respondió con una sonrisa— . Ikki, Aioria está enamorado...

— ¿De mí? — terminó la frase con una sonrisa burlona, dejando a Shaka y Shura con un palmo de narices— . Lo sé, hemos “hablado” esta mañana y estamos juntos.

— Vaya — dijo Virgo saliendo del shock— , me alegro por vosotros. Yo también me he confesado con Shura — dijo sin hacer caso del doble sentido de la frase de Ikki, que lo miraba esperando la respuesta que le había dado Shura.

— También somos pareja — dijo Shura acercándose todo lo que podía a su rubio.

— Bien — rió Ikki— , los dejo por si quieren “hablar” — y les guiñó un ojo antes de salir dejando a un sonrojado Shaka al que Shura le preguntaba inocentemente de qué tenían que hablar.

— Al final todo ha salido bien — dijo Saga sirviéndose una copa de vino— . Brindo por ello.

Esa misma noche se habían reunido en el Templo de Géminis a celebrar las dos nuevas parejas. Estaban presentes todos los Caballeros. Incluso Shion había olvidado su enfado y brindaba a la salud de los cuatro tortolitos.

— No se habría montado ningún lío si no los hubieses animado con la apuesta — lo regañó Aiolos tirándole de la oreja.

— ¡Ay! Pero si no lo hubiesen hecho ahora no estarían juntos — trató de razonar el gemelo.

— Tampoco se habrían liado a golpes — insistió el centauro, aunque se vio obligado a ceder al ver la carita de felicidad de Aioria, abrazado por Ikki— . Bueno, supongo que no fue malo del todo.

— Ja ja ja — rió Masky— , ese es el espíritu, Aiolos.

— ¿Entonces qué? — preguntó Afrodita— . ¿Brindamos?

— Claro — dijo Shion poniéndose en pie y aclarándose la garganta— . Bien, a pesar de todos mis consejos...

— Deprimentes — interrumpió Dohko en voz baja, consiguiendo un murmullo de risas y una mirada asesina del patriarca.

— A pesar de mis consejos — continuó— , habéis buscado una forma bien rara de conseguir pareja. Tenéis mi bendición, pero pobres de vosotros como me entere que vuelve a pasar lo mismo de anoche — amenazó mirando a Ikki y Shaka, en alusión clara y llana a su pelea. Los dos se apresuraron a afirmar que no volverían a hacerlo— . Por el amor.

— Por el amor — gritaron a coro.

— Bien dicho, carnerito — aprobó Dohko abrazando a Shion.

Mientras, en una esquina, dos gemelos de mirada traviesa se lanzaban miradas cómplices, y a un gesto de Saga, Kanon golpeó la mesa con el puño, sobresaltando a todos.

— Te digo que no — gritó.

— ¿Quieres apostar? — replicó Saga.

— ¡Ja! Yo gano, nuestro bebé nacerá antes que el vuestro — dijo acercando a un Mu que no sabía de qué hablaban y señalando a Aiolos, pálido como un muerto, abrazado teatralmente por Saga.

— ¡¡¡¡¿¿¿¿¿QUÉEEEEEEEE???????????!!!!!!!!!! — gritó Shion antes de caer desmayado, mientras todos los miraban con la boca abierta.

— ¡Maestro! — gritó Mu yendo hacia él.

— ¡Carnerito! — Dohko también se agachó.

— Creo que nos hemos pasado con la broma — dijo Saga.

— Yo no bromeaba — continuó Kanon guiñándole un ojo— . ¿Hacemos una apuesta?