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All I Need por karan

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Notas del fanfic:

¿Qué puedo decir? Una pequeña idea que se me acurrió hace poco más de un año. Planeaba postearla para el cumpleaños de Naruto 2014, pero se me hizo tarde y no la pude publicar. Y este año, aunque ya la tenía preparada no pude encontrar el momento para subirla y me dije: bueno, un mes más, un mes menos, qué más da. Así que decidí puiblicarla de todas maneras. 

Es algo tonto, aún siendo asi, ojalá puedan disfrutarla.

 

Disclaimer: Personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

 

Contemplando el cielo al despuntar el alba, el reflejo tiñó sus retinas de colores cálidos mientras el viento acariciaba sus largos mechones negros, desordenándolos. Cerró los ojos un segundo ante el leve calor en su rostro iluminado por los primeros rayos de sol. No fue plenamente consciente del tiempo transcurrido; quizás había ido demasiado lejos con el capricho de obtener un instante para sí mismo y sus pensamientos, sabía que no estaba exagerando en su búsqueda por soledad por mera frivolidad, creía sus acciones necesarias. Hacía tanto que no podía conseguir un momento como aquel. Una sonrisa irónica surcó su rostro, pues en el pasado su única compañía había sido su consciencia — ésa que ahora había adquirido voz y un cuerpo físico que no le dejaba ni a sol ni a sombra—. Ante esa idea se sintió un poco malagradecido, tal vez tener aquel lapso de aislamiento rayaba en lo egoísta. Sin embargo, las razones que lo habían orillado hasta aquel lugar, el punto más alto de la montaña, no arrastraban consigo ni un ápice de egoísmo. Nunca antes imaginó que podría encontrarse preocupado por algo tan insignificante, o al menos eso hubiese pensado su antiguo ser, porque en la actualidad aquello había adquirido un tinte muy significativo.

El sonido de la grama y pisadas fue lo segundo que captaron sus agudos sentidos, lo primero que logró reconocer fue el chakra. Hizo un mohín de disgusto, no tuvo que volverse para reconocer a la persona que se acercaba y tampoco planeaba hacerlo; sobre todo porque sabía que lo que hallaría en el individuo no se le antojaría placentero. Irritado por aquella repentina interrupción al importante debate que sostenía consigo mismo, olvidó por completo el objetivo inicial que lo había llevado al sitio. Su cuerpo se tensó. Podía escuchar al sujeto y sus movimientos, casi pudo verlo acomodando sus porquerías con la osadez de compartir el mismo espacio que él. Pudo escuchar la madera crujir sobre la suave grama cuando pasó a ser soporte del peso ajeno, pudo escuchar el papel siendo desdoblado y el sonido húmedo de la tinta. Sus labios se fruncieron aún más y sus ojos se obstinaron en continuar su escrutinio hacia el horizonte. La pose de su cuerpo no era muy cómoda: permanecer en cuclillas sobre la superficie de roca no era una opción muy viable. Y justamente había escogido los mechones rebeldes tallados en la dura superficie que representaban al Sétimo gobernante de la aldea. Maldijo de nueva cuenta y con renovada intensidad. ¿Es que ése idiota no había podido escoger otro día y otro sitio para ir a hacer sus manualidades? Con rabia dejó salir el aire que había estado conteniendo de manera inconsciente. Porque tarde o temprano a dicho intruso se le iba a ocurrir...

—Bueno días, Sasuke-kun. —Sí, tal y como predijo se le había tenido que ocurrir la brillante idea de abrir la boca. El saludo llegó con aquel tono carente de emoción, casi podía imaginar la sonrisa falsa en sus palabras—. Lindo día —Hizo una corta pausa—, veo que has madrugado.

¿Madrugado? Sonrió con amargura. En realidad, la última vez que había contemplado el panorama, era de noche.

—Y además, has escogido un buen punto. La vista es muy bonita. Siempre vengo cuando quiero pintar.

Sasuke rodó los ojos, aquel hombre sabía que sus conversaciones siempre serían unilaterales, de él no obtendría una respuesta, sería reconocer su presencia y darle el gusto, cosa que él no contemplaba hacer. Tenía serios problemas con ese sujeto, y no era el hecho de que lo hubiese reemplazado en su antiguo equipo —un reemplazo muy cutre, debía decir—. La raíz se debía a algo incluso más... delicado.

—¿Has saltado de la cama? —Un suspiro se oyó a sus espaldas—, debe ser que finalmente te has dado cuenta que  “pene pequeño” no puede complacerte —Otra pausa—. He leído que la frustración sexual puede tener repercusiones en el estado anímico. ¿Es por eso que vives amargado, Sasuke-kun?

Sí, un asunto más delicado. El ardor que provocaban sus uñas en sus palmas, le contuvieron de acciones homicidas. Y todo porque el Hokage le tenía terminantemente prohibido llevar a cabo actos de venganza y derramamiento de sangre. ¿Dónde había quedado lo divertido de la vida? Jodido Sétimo, si no se tratase de la única persona en esa aldea que en realidad le importaba, habría mandado sus prohibiciones al caño desde hace muchísimo tiempo.

—Siempre puedes buscar a alguien con un pene grande. O comprar uno de esos juguetes de gran tamaño para complacerte. —Sasuke comenzaba a considerar la posibilidad de ignorar las palabras del dobe, podría aparentar un accidente y conseguir una coartada. Y eso tipo que no se callaba—: Debe estar ansioso por la fiesta. ¿Has comenzado los preparativos ya? Todos están muy emocionados. Sakura no ha dejado de hablar sobre eso. Ha comprado el regalo hace una semana. ¿Tú ya has comprado el tuyo, Sasuke-kun?

Sasuke presionó los labios y frunció el ceño. La preocupación retomando lugar en su mente. La cháchara continuó por horas, pero en su cabeza no era más que estática. Tenía algo importante en qué pensar y aún no había llegado a una solución. Cuando el sol comenzó a ocultarse, se dio cuenta que, no sólo se hallaba solo en el claro, sino que se le hacía tarde y Naruto estaría despotricando muy, muy alto.

***

Al poner un pie en el porche de su casa, poniendo en prácticas sus habilidades ninjas de entrar a un lugar sin ser detectado, pudo percatarse de un par de cosas: Los ruidos que provenían de adentro, le indicaban que no estaban solos; por los decibeles proferidos por los invitados terminaría con una terrible jaqueca; la fiesta había comenzado y llegaba tarde, y por último pero no menos importante, debía reemplazar la madera que crujía bajo sus pies.

La puerta se abrió de golpe, rebelando nada más que la figura del hombre que estaba evitando alertar, luchó por mantener su rostro inexpresivo antes de enfrentarlo y se dio cuenta que no parecía nada complacido con su tardanza.

—Ni siquiera voy a molestarme en preguntar —bramó él antes de hacerse a un lado, dejando la puerta abierta para que todos se enterasen de su bochornosa aparición. Aparentemente era el objetivo del rubio y ninguno de los presentes falló en demostrar su desapruebo. Si Sasuke hubiese tenido el poder de leer mentes, estaba seguro que podría escuchar opiniones sobre lo ingrato e incomprensivo que era; así también ser catalogado como el peor novio sobre la faz de la tierra. Porque sí, el rubio y él eran pareja desde hacía mucho tiempo, vivían bajo el mismo techo y todos los años Sasuke no fallaba en dar traspiés durante la infaltable festejación de su cumpleaños.

Sasuke sabía muy bien todo aquello, no necesitaba confirmaciones al respecto.

Irguiéndose todo lo alto, avanzó por su casa ignorando a los demás. La puerta fue cerrada y, como por arte de magia, la multitud continuó la celebración. Sasuke agradeció internamente y fue a acomodarse en el lugar designado a los aguafiestas: la mesa del comedor cercana al mini bar. Sacó una silla y se dejó caer, eso sí, con suma elegancia. A su lado se encontraba su eterno compañero Shikamaru, en cada evento no faltaban en prestarse silenciosa compañía. Con gesto hastiado se sirvió una bebida garantizando un alto grado de alcohol en su sangre, si iba a tener que observar como esos idiotas destrozaban su casa, necesitaría anestesiar su cerebro. Un bufido entre las líneas de "problemático" abandonó los labios de Nara, y Sasuke no pudo estar más de acuerdo. Toda la generación de “La Academia” había asistido a la fiesta, exceptuando aquellos que años atrás habían muerto durante la guerra, como Neji a quien siempre recordarían como un gran héroe y amigo. También allí se encontraban Kakashi e Iruka, al igual que Tsunade, quien prefería disfrutar de su sake en un cómodo sillón, siendo vigilada de cerca por Shizune. Sasuke advirtió con disgusto que los muebles se encontraban apilados en las paredes, con el objetivo de dejar el amplio espacio de la sala de estar libre para que los invitados pudiesen utilizarlo como pista de baile. No podía creer que cada año Naruto se pusiese más ingenioso. Y hablando del rubio, se le veía muy contento siendo el centro de atención mientras bailaba con Ino, siempre portando su inigualable sonrisa. Sasuke apuró su bebida para servirse otra. ¿A qué hora se acababa ese sacrilegio?

 La noche transcurrió de igual manera. No hubo un cuerpo con féminas curvas que escapase de las habilidosas manos del Uzumaki y sus sensuales movimientos de cadera. Sasuke no podía culparlas; los demás chicos apenas y podían seguir el paso. Además, a sus ahora veinticinco años, Naruto se había puesto tan bueno que era casi imposible resistirse a sus encantos. Por fortuna, Sakura, a voz de grito, mandó a callar la música para dar paso al pastel de cumpleaños. Sasuke abandonó la estancia rumbo al dormitorio y pronto volvió con una cámara fotográfica, porque a Naruto le gustaba documentar cada evento. El cumpleañero se posicionó detrás de la mesa, en tanto la kunoichi le colocaba el gorro de festejado. Las luces fueron apagadas y las voces comenzaron a corear la típica canción de felicitaciones. Los flashes volaron y no había nada más reluciente en la habitación que la sonrisa del rubio. Sasuke se sorprendió cuando la cámara le fue arrebatada de las manos, Sakura lo empujaba y le ordenaba que se pusiera a un lado del Uzumaki; a regañadientes obedeció, a él no le gustaban las fotos. Sintió el brazo de Naruto rodearle los hombros y luego la voz de Sakura diciéndole que sonriera. No lo hizo y el flash lo dejó momentáneamente aturdido. La sesión de fotos de alargó con los demás invitados junto al cumpleañero, hasta que todos se hallaron sentados atiborrándose de pastel (en especial Choji).

Sasuke disfrutó de un breve momento de tranquilidad, hasta que a alguien se le ocurrió la brillante idea de abrir los regalos; fue entonces que se vio en un grave aprieto. Naruto parecía reticente al principio, pero finalmente acabó cediendo. Lo vio ubicarse en el sofá, en tanto Sakura le alcanzaba los obsequios y Kiba tomaba las fotografías. Algunos habían resultado ser regalos bastantes convencionales: desde el típico portaretratos, hasta camisetas con el logo de ramen. Uno en particular llamó la atención de todos, sobre todo porque el rostro de Naruto se transformó en un farolillo. Kiba se soltó a carcajadas, aparentemente se trataba de su obsequio. Cuando el Uzumaki sacó el objeto, supieron el porqué. Un par de oscuros bóxers saltaron a la vista, pero lo que en realidad destacaba eran las enormes letras rojas en la parte de atrás que decían: “Muérdeme". Sasuke hizo un esfuerzo por no sonreír, pero no lo logró, así como tampoco lo hicieron los presentes, quienes acompañaron a Kiba en su mofa. Naruto dirigió una mirada malhumorada, principalmente a Sasuke que sonreía sin poder evitarlo.

 —Gracias por el regalo, Kiba. Muy considerado.

—A ver vas dejando de usar esos interiores naranja tan insípidos —dijo entre risas—. ¿A que Sasuke también va a agradecerme, eh?

Naruto esbozó una sonrisa maliciosa.

—A ver si la próxima vez me consigues unos interiores comestibles, seguro que esos los disfrutaría mucho más.

 La expresión divertida en el rostro del Uchiha se borró por completo. Observó que todos le miraban con burla y Naruto le guiñaba un ojo. Gruñó echando maldiciones. El siguiente envoltorio descubrió una nueva capa de Hokage, en ella estaban bordados unos espirales del remolino, un pequeño Kurama en la espalda y el nombre del rubio junto a las letras de Sétimo. Naruto, maravillado, agradeció con un abrazo a una abochornada Hinata. Sasuke rodó los ojos. Cuando la sesión de regalos estaba por terminar, notaron que se estaba haciendo demasiado tarde. La mayoría de invitados comenzaron a despedirse de Naruto, excusándose que debían levantarse al día siguiente para cumplir con sus obligaciones. Tsunade fue llevada casi a rastras por Kakashi y Lee, estaba tan ebria que no podía ponerse en pie. Shizune les siguió muy de cerca, bastante avergonzada. Iruka se acercó a Naruto para darle su obsequio. Sasuke pudo ver que el rubio le abrazaba con fuerza y agradecía por los cupones de ramen. Sasuke pensó que ojalá se le hubiese ocurrido eso a él; aunque, en realidad, no le parecía algo tan extraordinario.

En el instante que terminaba de recoger los desperdicios y volvía de la cocina, se dio cuenta que en la estancia solo quedaban Sakura y Sai, éste último permanecía muy cómodo en uno de sus sillones.

—¿Qué haces tú todavía aquí? —preguntó sin esconder la hostilidad que siempre sentía hacia el pintor.

—Espero a Naruto —esbozó su sonrisa falsa—. Aún no entrego mi obsequio.

Sasuke bufó y decidió que sería mejor si volvía a lo suyo. No creía que Naruto apreciara encontrar a su amigo carbonizado, menos el día de su cumpleaños. Antes de desaparecer por el pasillo, avistó que Naruto regresaba de despedir a Nara. Al volver, se sorprendió al hallar a los tres integrantes del equipo siete bien instalados. Sai y Sakura observaban a Naruto que sostenía un enorme cuadrado entre sus manos envuelto en papel marrón. «Qué mal gusto», pensó de mala gana. Sakura se mostraba expectante, al parecer no tenía ni la remota idea de lo que su compañero había preparado para el rubio, quizás temía que se hubiese pasado de la raya pintando algo subido de tono y fuera de lugar. A Sasuke no le pareció improbable. Cuando Naruto comenzó a rasgar con cuidado el papel, Sasuke se ubicó estratégicamente detrás de un mueble. No quería parecer interesado en el regalo del pintorcillo de cuarta. Sin embargo, su rostro se llenó de asombro cuando Naruto descubrió que se trataba de una pintura y no saltaba por los aires con las intenciones de estrangular al joven. Desde ahí, Sasuke no era capaz de ver más allá que la parte trasera del cuadro, pero por la expresión facial de Naruto tendría que ser algo bastante especial. El rubio no parecía caber en su sorpresa, contemplaba el objeto casi con adoración. Aquello sí que había logrado picar la curiosidad del Uchiha, sobre todo porque cuando Naruto alzó el rostro, notó que sus ojos estaban aguados y fijos en Sai.

 —Quise plasmar lo más importante para ti en una pintura —le escuchó decir con naturalidad. Sakura fue incapaz de resistirse y fue a echar una ojeada al cuadro.

—¡Sai! —exclamó ella llevándose las manos a la boca.

 Naruto se puso de pie e hizo algo que Sasuke jamás pensó llegar a atestiguar, rodeó con su brazo libre al pintor y lo estrujó, recitando una y otra vez cuanto le agradecía. Ahora sí que Sasuke estaba muy intrigado. Luego vio al rubio retomar asiento y continuar su admiración al obsequio. Tan absorto se encontraba en la escena, que no se dio por enterado en qué momento Sakura se había acercado a él para despedirse. Sasuke la siguió hasta la entrada, donde la pareja agradeció por la inolvidable velada. Una vez los vio desaparecer por la desolada calle, cerró la puerta y volvió a la sala con el objetivo de averiguar de qué iba todo aquello. No tardó en ubicar a Naruto, lo vislumbró de pie frente a la chimenea con las manos en la cintura y la mirada fija en un punto elevado de la pared.

—¿Naruto, qué...?

No pudo continuar, pues sus ojos se toparon con la misteriosa pintura colgada arriba de la chimenea. El cuadro tenía un buen tamaño y resaltaba. Pero lo que en realidad le dejó perplejo era la pintura en sí. Se trataba de una réplica exacta de vista desde la montaña hokage hacia la aldea. Por los ligeros tonos rosáceos en el cielo, dedujo que estaba inspirada en el amanecer. Por muy hermosa que la obra se mostrase, lo que lo descolocó por completo fue la figura de un hombre que reposaba sobre el monumento de piedra de Naruto. Fue el observar el rostro refractado por los mismos tonos del cielo, fue reconocer la mirada, la postura y la vestimenta. No podía creerlo, ¡ese bartardo de Sai lo había estado pintando a él!

 —Es maravilloso, ¿no? Sai ha captado cada mínimo detalle. Esa pequeña arruga en tu frente cuando te encuentras pensativo. Esa pequeña línea en tus labios cuando algo te molesta. Esa mirara penetrante cuando estás concentrado. Todo, lo ha capturado todo. Hasta la pose de vigilante.

—Es desconcertante —concordó Sasuke sin poder apartar la mirada.

—¿Así que es ahí donde has desaparecido? —Sasuke alzó una ceja, sin comprender a qué se refería.

 —Sai sólo ha podido pintarte tan detalladamente si te ha observado.

 —Hn. Pues vaya que ha observado. —Sabía que Sai había estado pintando, lo que no se imaginaba era que lo pintaba a él, y menos que era para regalárselo a Naruto. ¿Es que a todos se les ocurrían mejores regalos que a él?

—Es el mejor regalo que he recibido en mucho tiempo —reconoció Naruto.

 —Es sólo un cuadro, dobe.

—No —objetó con seriedad—. No es sólo un cuadro, Sasuke. Son las cosas más importantes para mí: La aldea y tú. Este cuadro es un recordatorio de lo afortunado que soy —Sonrió con ensueño. Sasuke se sintió insignificante. ¿Ahora cómo competiría contra eso?

—¿Naruto...? —El rubio se volteó para mirarlo de frente—. Yo... tu regalo... —El Uchiha sintió que una mano le rozaba la mejilla.

—Sasuke, no debes preocuparte por hacerme un regalo. ¿No te das cuenta que el mayor regalo  me lo has dado tú? —Bien, ahora sí que no entendía nada y como si captara el mensaje, Naruto continuó—: El mejor regalo que has podido darme es quedarte conmigo, depertar cada día y saber que estás a mi lado, los momentos que compartimos, los buenos y los no tan buenos. Sí, la aldea es importante, mi puesto también lo es y el que la gente me reconozca por lo que valgo también. Pero todo lo que necesito eres tú.

Sasuke se mentiría al decir que aquellas palabras no habían tocado una fibra sensible en su interior. ¿Por qué ese dobe tenía que ser tan sentimental y decir las palabras correctas en el momento adecuado disipando todas sus inseguridades? Se dejó aprisionar por los fuertes brazos y el envolvente calor de Naruto, y esos labios capturaron los suyos en un beso suave, profundo y cargado de sentimientos. Sasuke sacó un moño que había estado guardando en el bolsito y se lo colocó en el cuello.

—Feliz cumpleaños, dobe.

 Observó que Naruto admiraba el lazo rojo y luego buscaba su mirada. La chispa en aquellos iris azules no pasó inadvertida. Sasuke suspiró y se descubrió siendo cargado como un costal de papas.

—¿Sabes, teme? Eres el único regalo que recibo todos los años, que me emociona como si fuese la primera vez.

Y fue así que Naruto avanzó canturreando por el pasillo rumbo a la habitación que compartía con Sasuke, quien soltó un gruñido indignado cuando sintió una palmada en el trasero, no podía creer que, a pesar de devanarse los sesos ideando un obsequio adecuado para el dobe, terminase siempre en la misma situación. Su único consuelo era que no tendría que pasar por esa humillación hasta el próximo año.

Notas finales:

Aclarando un par de cosas. Sasuke disfruta del sexo, lo único humillante vendría siendo ser cargado como un costal de papas con un moño de regalo rojo en el cuello, cuyo significado sería que Naruto tiene el derecho de hacer lo que quiera con él ese día por ser su cumpleaños. Pero es nada más un acto de sumisión de alguna manera. No quiero dar a enterder que Sasuke lo hace como un castigo o un sacrificio u obligación.

Los demás días, podríamos decir que hacen lo que quieren en la cama, pero ambos tienen derecho a intervenir en el asunto.

Espero no haya sido aún más enrredada mi explicación que el fanfic en sí. LOL

Saludos, se les quiere,

Karan.

 

PD: No puedo creer que finalmente haya posteado esto. 


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