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It's a Promise {VKook} por Ookami Hyun

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Notas del capitulo:

Este shot lo tenía de hace un tiempo, aunque en aquel entonces era un fic hetero(?) pero que ahora que me llama el yaoi lo adapté para que fuera de BTS.

 

Aviso, es muy... ¿cursi, infantil, ghei? Si, eso. Leer bajo sus riesgos.

 

Yo solo uso a los personajes para entretenimiento, por y para Army's. ¡Disfruten!

Quizás no era mucho tiempo el que tenían de conocerse, para cualquier otra persona tendrían que pasar años de conocer a la persona que consideraban “mejor amigo”, pero para ellos no era necesario que hubiera de por medio años y tiempo, porque tenían más memorias que esas otras personas, porque tenían más de lo que ellos pudieran querer en toda una vida.

 

Kim Tae Hyun y Jeon Jeong Guk eran apenas unos niños de once y diez años en una edad aproximada, siendo mayor Tae.

 

Se habían conocido hacia cinco años, casi seis, debido a sus padres y aún así se habían vuelto grandes amigos, confidentes incluso cómplices de travesuras a su corta edad, ambos atesoraban cada momento como si fuera lo último que pudieran ver en sus vidas. La ilusión e inocencia de dos par de infantes que era prueba de una bella amistad.

 

Tae Hyun y Kook compartían muchas cosas en común, tanto físicas como en gustos y amigos.

 

Sin embargo, como toda historia tiene un comienzo, antes de ser amigos habían sido completos desconocidos.

 

Hasta que el destino se ocupo de organizar su primer encuentro.

 

Una conexión que estaba por dar inicio…

 

Los padres de Tae Hyun viajaban constantemente por cuestiones de trabajo por parte de su padre, había tenido que acudir por lo menos a cinco escuelas diferentes en un lapso de siete meses ese año, y aquella pequeña ciudad parecía ser el nuevo destino de llegada. Ahora le habían dado ya una planta fija a su padre, lo que significaba que no tendrían que mudarse en un lapso de siete u ocho años, o por lo menos eso era lo que le habían dicho.

 

Tuvo que desempacar sus cosas por su cuenta, ya que había muchas cosas por sacar de las cajas para poder decir que ya estaban instalados en una casa de forma correcta.

 

Era la primera vez que podría hacer amigos sin tener ese sentimiento de nostalgia cuando tuviera que mudarse, muchas veces nunca lograba conocer por completo a aquellos que deseaba llamar sus “amigos”, a decir verdad, no creía que alguno de ellos hubiera pasado el tiempo necesario como para ser considerado un verdadero amigo o por lo menos un amigo singular.

 

Nunca.

 

Todos habían sido simples conocidos con los que había compartido algunos días o meses como máximo.

 

Ahora era totalmente diferente.

 

Estaba organizando un par de juguetes dentro de un baúl que tenía para ellos cuando escuchó a su padre acercándose a su habitación. Era más común que se acercara para ver que tal iba con su trabajo de ordenar su habitación, pero esta vez llevaba en sus manos una pelota de básquet que no estaba muy usada todavía.

 

— Tae… Vayamos al parque un rato, quizás conozcas a algunos de los chicos que estudian en tu nueva escuela. —Habló su padre mientras comenzaba a caminar hacia el interior del cuarto.

 

La cama estaba al fondo junto a la ventana, al lado había un buro con su lámpara y a los pies de la cama estaba el baúl, justo enfrente de la cama se encontraba un escritorio con libros de cuentos, de colorear, revistas de fútbol, cómics y libros escolares. Al lado izquierdo de la puerta se encontraba el armario así como un mueble donde podía vislumbrarse un televisor.

 

Todos los muebles los había llevado su padre con anterioridad, pero Tae Hyun había elegido el orden en que irían, tan solo tuvo que desempacar sus cosas: ropa, libros, juguetes, lámparas, entre otras cosas.

 

El menor dejó los juguetes restantes en la cama mientras se paraba a toda prisa llegando al lado de su progenitor. — ¿De verdad iremos? ¿Jugaras básquet conmigo? —Le preguntó entusiasmado, la idea le apetecía, pocas ocasiones su padre tenía tiempo para poder jugar con él fuera de la casa así que hoy tenía que aprovecharlo en todo momento, no sabía aún cuanto tiempo le robaría el trabajo a su padre.

 

El hombre asintió con una sonrisa a sus dos preguntas.

 

— Solo esperaremos a tu madre, ella preparara el almuerzo para llevarlo al parque. —Le explicó mientras ambos salían de la habitación. En el pasillo todavía se podían observar algunas cuantas cajas sin abrir y otras tantas medio desempacadas, no eran muchas, tal vez solo tomaría un par de horas sacar y acomodar en su sitio las cosas que se encontraran en su interior.

 

— ¿Cómo un picnic en el parque? —Preguntó mientras corría hacia el barandal de las escaleras para ser el primero en bajar, quería llegar lo más pronto hasta el parque.

 

— Si, Tae. Como un picnic en el parque. —Dijo éste bajando detrás del menor que irradiaba una alegría tan vista en los infantes al emocionarse con algo. Podía jurar que su hijo parecía tan animado como si lo hubiesen llevado a la juguetería más grande del mundo, era algo entendible teniendo en cuenta que por entonces solo contaba con siete años y medio.

 

La mujer que se encontraba en la cocina estaba guardando las cosas en unas bolsas de plástico para poder llevárselo todo al parque, su esposo se acercó para ayudarle, entregándole la pelota al menor de hebras claras para que él se hiciera cargo del éste mientras ayudaba a llevar todo al auto.

 

Dos circunstancias diferentes que los llevaron a un mismo punto…

 

Kook vivía en esa ciudad desde que había nacido, sus padres contaban con una casa propia lo que les daba cierta ventaja, ya que no debían pagar renta por la casa como muchas otras personas. Estaba tan familiarizado con la zona de su vecindario que cualquiera podría decir que se había aprendido cada calle e intersección de memoria.

 

Cuando se está mucho tiempo en una misma zona o lugar era de esperarse que conociera la colonia como si se tratara de la palma de su mano.

 

Aquella tarde había escuchado de sus padres que tenían nuevos vecinos, era algo que de cierta forma le alegraba.

 

Sus anteriores vecinos tenían hijos mayores que él y siempre se la pasaban molestándolo, por eso era un alivio que ellos ya no estuvieran pero, ahora le llevaba la duda, ¿sus nuevos vecinos tendrían hijos? Y si los tenían ¿serían de su edad? ¿Serían buenas personas? ¿Sería un niño como él?

 

Se asomó por la ventana de la sala hacia la calle, miró hacia el lado derecho justo a la casa de al lado. No veía a nadie dentro o eso mismo parecía, quizás apenas iban a llegar o habían salido a conocer la ciudad.

 

— Mami… ¿Cómo son los nuevos vecinos? —Preguntó el pelinegro mientras jalaba de la falda de su madre.

 

La mujer se giró a mirarlo, era pequeño en estatura, un poco más que los niños de su edad. — Aún no lo sabemos hijo, pero iremos a visitarlos apenas regresen del lugar al que hayan ido. —Le respondió ella, de esa manera se comprobaba que habían salido a conocer la ciudad.

 

— ¿Y podré ir yo? —Volvió a preguntar, sus orbes mostraban la ilusión e inocencia de un infante, pero en Kook era aún más claro y brillante que en otros niños, en especial en sus ojos oscuros.

 

— Si, Kook. Podrás conocer a los vecinos, me pareció que tenían un hijo de tu edad. —Dijo sonriéndole, esperando que con eso se animara más para visitar a los nuevos vecinos.

 

Así que era un niño y de su edad.

 

Ya solo le quedaba saber si no sería como los niños que le habían molestado tanto, no quería tener un vecino como los anteriores, era algo que no le agradaba y, para ser sinceros, hasta le atemorizaba.

 

— ¿Puedo ir mientras al parque? —Preguntó mirándole con una sonrisa y una mirada suplicante que utilizaba cuando deseaba obtener algo. Fácilmente podría compararse con la mirada de un cachorro al pedir algo de comida.

 

Su madre asintió, no sin antes advertirle que tuviera cuidado y volviera temprano para hacer la visita.

 

El menor solo tomó un pequeño peluche de lobo antes de salir. Era su juguete preferido, incluso lo había llamado Wolfe.

 

Corrió hasta el parque, había algo que quería hacer en el parque, había un árbol al que le gustaba ir para tomar las manzanas que crecían en él. No era muy alto, pero tenía fuertes ramas, así que no era difícil para Jung Kook subir hasta él y tomar unas cuantas para sus padres y comer algunas, allí mismo, por eso llevaba a Wolfe con él, para estar en compañía mientras las comía.

 

El parque estaba divido, por así decirlo, en algunas secciones.

 

Al norte estaban los juegos para niños, desde columpios hasta resbaladillas; al este se encontraban la unidad deportiva, contaba con aparatos de ejercicio y canchas de diferentes deportes; al oeste se encontraba algo parecido a una pequeña plaza con una fuente, bancas y mesas de picnic; y al sur se encontraban los árboles frutales, estaban ahí para que la gente tomara de ellos para que disfrutaran del sabor de las frutas que allí había.

 

Desde la calle por la que vivía Kook, se llegaba de forma directa a la zona de picnic así que tan solo debía caminar hacia el sur para llegar a los árboles, en específico en ese pequeño árbol de manzanas que se encontraba cercano al área de la cancha de baloncesto.

 

Un encuentro ya destinado…

 

— Bien hecho, Tae. —Habló su padre al atrapar el balón. — Me distraigo un poco y me ganabas seguro. —Dijo riendo de forma suave, al hombre le gustaba ver feliz a su hijo. Aquel deporte les gustaba a ambos, lo emocionaba y mantenía feliz a Tae Hyun.

 

El menor sonreía de lo más entusiasmado.

 

Arrojaba el balón, le hacía pases a su padre, tiraba hacia la canasta. Se divertía como nunca con él, pocas veces tenía esa oportunidad y ahora disfrutaba mucho de esta que se le presentaba.

 

Su padre se paró frente a la canasta, Tae Hyun se preparó frente al él con la pelota. Lo único que tenía que hacer era arrojar el balón e intentar anotar otra canasta, para poder ir a tomar los aperitivos que había preparado su mamá, estaba ansioso por ello, pero no por eso iba a adelantarse tanto.

 

Lanzó, sin embargo lo hizo con una fuerza mayor a la esperada, así que la pelota fue a dar a los árboles frutales que se encontraban detrás de las canchas.

 

— Iré por ella, papá. —Gritó el menor mientras echaba a correr en dirección hacia los árboles. Apenas y había podido oír la voz de su padre diciéndole algo que no entendió. — Cuando tenga la pelota iré con mamá por comida. ¿Sí? —Exclamó para que su padre no le esperara en la cancha.

 

Atrás quedo el asfalto sintético, dándole paso a la tierra y el pasto natural que se extendía delante y por debajo de sus pies. El olor a naturaleza lo invadió de pronto y tuvo la sensación de estar internándose en un bosque inmenso, como aquellos que había en los cuentos. Grandes, con árboles frondosos y extrañas criaturas, duendes y hadas viviendo en su interior.

 

Por lo menos eso era lo que imaginaba.

 

Poco a poco dejo de correr, comenzando a caminar más lento, observando al suelo y a lo alto tratando de encontrarse su pelota, entonces escuchó el sonido de quejidos y algo parecido a sollozos.

 

— ¿Eh? —Parpadeó un par de veces tratando de asegurarse de que no estaba imaginándoselo, se quedo en silencio y quieto, atento a cualquier ruido. De nuevo esos sollozos, lo que quería decir que no estaba imaginando, así que caminó siguiendo el sonido.

 

Al llegar al lugar de procedencia de esos ruidos se encontró con una escena que le causo enojo.

 

Un par de chicos de su edad estaban molestando a un niño menor, al parecer le habían quitado un muñeco y estaban echándole tierra en el cabello además de insultarlo llamándolo “niña” y “bebé”.

 

Se indignó de la actitud de esos niños y no lo dudo ni un momento en ir en defensa del chico que se encontraba allí.

 

— ¡Déjenlo en paz! —Gritó dejándose ir contra uno de los niños, el que tenía el peluche.

 

El niño miró con asombro y miedo aquella acción. Era como un héroe que salía en su rescate, entre ese par de niños que lo habían molestado, había llegado un tercero para ayudarlo a él y no a los chicos. ¿Estaba soñando acaso?

 

El primero de los niños salió corriendo, estaba llorando cuando se había ido.

 

El segundo no quiso terminar de la misma manera así que decidió irse por cuenta propia, dejando el lobo tirado en la tierra. Tae Hyun se talló un poco sus ojos y retiró el polvo que había llenado todo su rostro, por lo menos hizo el intento de no estar tan sucio para no darle un infarto a su madre cuando lo viera, tomó el juguete con una de sus manos y se acercó al niño para entregársela.

 

— Toma. —Dijo suavemente y mostrando su mejor sonrisa para él, lo que menos quería era asustarlo también.

 

El pelinegro alzó la mirada, limpiando las lágrimas de su cara, dejando ver su rostro al chico.

 

Se sorprendió por lo que veía. Ese mismo brillo, como los suyos.

 

— Tus ojos… —Dijo ella, haciendo alusión a sus ojos tan brillantes. — Gracias por recuperar a Wolfe. —Dijo tomando el muñeco de las manos del castaño, acercándolo a él, abrazando al lobo con un cariño que no podía describir con palabras, como si lo hubiera añorado mucho durante el tiempo que los chicos se lo habían arrebatado.

 

Suspiró aliviado de que no le hubiera pasado nada.

 

— No fue nada. —Le respondió él. — Tus ojos también son como los míos… Son diferentes. —Mencionó retomando la frase que había comenzado ella. — No es normal encontrar a alguien más que sea así. —Dijo mirando con curiosidad los orbes del niño.

 

Por extraño que pareciera, a el niño no le parecía extraño que la mirara, de cierta forma estaba acostumbrada debido a su condición. Llamaba la atención de la gente que se encontraba por la calle, muchas veces sus padres eran interrogados por la gente, preguntando si era un brillo natural.

 

— Eres el primero al que conozco. —Dijo él, dejando en claro que era extraño encontrarse con alguien así. — P-Por cierto… Soy Jeon Jeong Guk. Gracias por ayudarme. —Dijo el menor, presentándose a su héroe.

 

Tae Hyun iba a presentarse cuando escuchó a su padre llamándole. — Perdona… tengo que irme, espero vernos de nuevo, Gukkie. —Y antes de que pasara algo más, salió corriendo por donde vino.

 

El comienzo de algo…

 

Llegó hasta su casa, corrió hasta su habitación esperando que sus padres no lo vieran, estaba hecho un desastre en gran parte. Su cabello tenía tierra, sus rodillas estaban algo raspadas y su cara y brazos estaban llenos de polvo y rastros de las lágrimas, sin embargo en su rostro se dibujaba una sonrisa alegre.

 

Ese niño al que había conocido le había agradado, esperaba también verlo de nuevo.

 

Pero entonces cayó en la cuenta de algo, nunca antes lo había visto y tampoco había escuchado su nombre, ¿cómo iba a volver a verlo? ¿Y si era como esos niños que visitaban el parque una vez cada dos o tres meses? No, ojala que no fuera de esa forma.

 

Guardaba la esperanza de verlo pronto, y tenía la impresión de que quizás sería más pronto que tarde, así que estaba animado.

 

Escuchó que llamaban a su puerta, justo cuando comenzaba a quitarse su camiseta. — Me voy a bañar… —Dijo para que no entraran, esperando con eso ganar algo de tiempo para que no vieran lo sucio que había terminado luego de la jugarreta de ese par de niños.

 

— Kook, hijo, iremos a visitar a los vecinos así que arréglate de prisa. Tu madre terminara la comida que les llevará y nos iremos, así que no te tardes mucho. —Le dijo su padre, bajando a la sala, esperando a su mujer y a su hijo, para ir a conocer a aquellas personas que vivirían justo a su lado.

 

Kook se apresuro a dejar sus prendas en la tina destinada para ello, ingresó al baño y abrió la llave para así enjuagarse lo más pronto que pudo. ¿El hijo de sus nuevos vecinos sería como aquel chico que acababa de conocer o como los que le estaban molestando? No lo sabía, así que estaba ansioso por saberlo.

 

Tan pronto como salió del baño, tomó el primer cambio que encontró en su armario y se acomodó su cabello, estaba bastante bien presentable, a decir verdad lucía en verdad tierno, era como un muñeco de esos que cualquiera pondría en un aparador y con facilidad atraería clientes a la tienda por lo lindo que se ve.

 

Tomó unos tenis que combinaban con su vestimenta y se apresuró en ponérselos, finalmente tomando a Wolfe en sus brazos para bajar a la sala.

 

— Ya estoy listo, mamá, papá. —Dijo bajando por las escaleras, sus progenitores ya aguardaban en la puerta de entrada. Su madre con una bandeja en la que se encontraba el platillo que había preparado, aunque Kook no distinguía de qué se trataba.

 

— Entonces, vámonos. —Dijo ella, los tres salieron y la puerta se cerró detrás de ellos.

 

Kook comenzó a caminar hacia la derecha, pegado a la pared como le había enseñado su padre para evitar que fuera a irse por la calle. Una vez llegaron a la casa pudo ver por la ventana junto a la puerta las cajas que aún estaban por ser desempacadas, y cuando su padre tocó el timbre también notó la figura de un hombre que salía a abrir.

 

— Buenas tardes, queremos darles la bienvenida al vecindario. —Habló el padre de Kook cuando la puerta fue abierta.

 

— Nosotros sus vecinos de aquí al lado, la familia Jeon, para servirles. —Habló esta vez su madre. — Les trajimos este platillo, espero les agrade. —Dijo para finalizar.

 

El hombre en la puerta parecía tener casi la misma edad que sus padres y mostraba una sonrisa.

 

Les hizo el ademán y habló acerca de que podían entrar y cosas por el estilo, al observar a Kook dibujo una sonrisa un poco más amplia. — Tengo un hijo de la edad de su pequeño. —Dijo el hombre observando a Kook. — Le hablaré para que se conozcan, mientras tomen asiento, perdonen el desorden ya que aun no terminamos la mudanza. —Se disculpó el hombre antes de subir las escaleras, al tiempo que salía una mujer la cocina.

 

— Ah, no sabía que teníamos visitas. Es un placer conocerlos. —Habló la mujer, tenía el cabello claro y unos brillantes ojos color marrón. — ¿Él es su hijo? —Preguntó mirando al niño que se abrazaba al peluche cada que era visto.

 

— Preséntate, cariño. —Habló la madre de Kook, a lo que asintió.

 

— S-Soy Jeon Jeong Guk. Un gusto conocerla. —Dijo mientras miraba a la mujer que tenía frente a él.

 

— Vaya, no es común ver niños tan educados. —Dijo la mujer al notar los modales del menor. Iba a decir algo más pero entonces regresaba su esposo y detrás de éste le seguía su hijo. — ¡Ah! Qué bueno que fuiste por él, hijo preséntate por favor. —Dijo la mujer acercando al menor a los padres de Kook.

 

El niño no había notado la presencia de Kook aún, pero él al verlo se quedo por completo sorprendido.

 

— Soy Kim Tae Hyun. —Comenzó a decir. — Es un placer conocerlos. —Agregó antes de darse cuenta de que estaba allí el niño, por un momento se quedo mirándolo antes de darse cuenta de quién se trataba. — ¡Ah! Qué bueno verte de nuevo, espero que tu muñeco esté bien. —Dijo con todos los ánimos, se había preocupado por él y ahora tenía la sorpresa de que se encontraba allí.

 

Aquella frase llamó la atención de los adultos, los padres de Kook porque no sabían a qué se refería con lo del muñeco de su hijo, mientras que los padres de Tae Hyun porque él les había dicho que se había peleado con otro niño por devolverle un muñeco a un niño y no le habían creído hasta ese momento.

 

— S-Si… Muchas gracias por eso. —Dijo esperando no tener que hablar aún más.

 

— Vayamos a jugar al patio ¿Quieres? —Propuso Tae Hyun al darse cuenta de que quizás no era buena idea ponerse a hablar sobre lo ocurrido en el parque con sus padres presentes, ya que los adultos normalmente pedían explicaciones para todo y le daba pereza el tener que ponerse a dar explicaciones a una situación que ya había pasado.

 

Kook aceptó una vez que sus padres se lo permitieron, así que lo siguió hacia el patio que había detrás de la cocina de la casa. Dejando a los adultos tener su propia conversación acerca de la bienvenida, el vecindario y todas esas cosas que a los menores les parecían en lo absoluto aburridas, además de que ahora Tae Hyun tenía una razón más para poder presentarse como debería ser.

 

— Perdona que me fuera tan de pronto… se suponía que buscaba mi pelota cuando vi a esos niños. —Dijo mientras veía al niño abrazando a su peluche, para V parecía que no lo soltaría, mucho menos con lo sucedido. — En fin, soy Tae Hyun, pero prefiero que me digan V. Es bueno volver a verte, Jeong Guk. —Mencionó con alegría.

 

Kook estaba sorprendido aún, de entre todas las personas que podrían haber sido sus vecinos, el descubrir que el niño que le había salvado era su vecino era algo sin duda impactante, pero le hacía alegrarse de que fuera él y no otra persona.

 

— Dime Kook… No me gusta que me digan por mi nombre completo. —Mencionó el menor esperando no ser una molestia, pero aquella alegría sin duda era bastante contagiosa así que en cuestión de segundos ya no estaba a la defensiva, si no que esperaba que pudieran hablar o incluso jugar.

 

Cosas de niños.

 

— Ah, disculpa Kook. —Habló de nuevo antes de mirarlo y acercársele. — Oye… ¿Jugamos? —Le miró antes de mirar hacia el patio, tenía algunas cosas para jugar aunque la mayoría eran puros juegos para un jugador. — Este… Si no gustas podemos jugar algo que tú quieras. —Le mencionó esperando que no fuera a sentirse mal.

 

— Esta bien… —Fue su respuesta mientras se acercaba y colocaba a Wolfe recargado en la pared, tomando en sus manos una pistola de esas que disparaban flechas con un una gomita que hacía que se pegaran, eran de lo más inofensivas pero podía jugarse bien con ellas. — ¿Te parece jugar con esto? —Preguntó Kook mostrando una sonrisa que, para V, significaba que sabía jugar con ellas.

 

Y de esa manera, el juego comenzó. De esa forma la amistad comenzó a crecer como la semilla de una flor.

Notas finales:

Estarán ambas partes subidas, ya que me da pereza actualizar luego cuando el fic ya esta listo ouo

 

Dedicado a: 

Mimik; te adoro~, te amo y el rol inspira, todooooo :33

Daoku; Sin ti, hoy no sería una Army, gracias por mostrarme a este sexy... digo, este bello grupo.

A ti;  Por leer. Se aceptan reviews(?) xD


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