Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

En sus manos por Celat Black

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Si... también me gusta el Yuri...

Notas del capitulo:

Bienvenidos a una pequeña historia, es cortita pero ojala les guste

En sus manos


De ella me gustaban sus manos, más expresivas que las palabras en su boca. Era callada para otros pero no para mí. Decía todo con la fluidez con que movía sus dedos, nerviosa o alegre. Cariñosa y siempre dulce. También sus ojos, cuando miraban al cielo, se iluminaban.

Bendito el que le enseñó a tocar guitarra, las melodías más solemnes y bellas se convertían en sus manos en alegres tonadas. Quizás su carácter amable le hizo tocar en la plaza, porque sólo puedo ver como un acto de generosidad que quisiera compartir la música de sus manos con la gente que corría de un lado a otro sin detenerse a escucharla. Menos se detenían a poner dinero en el estuche de su guitarra.

La miraba de lejos porque yo no tenía oportunidad; llevaba siempre las uñas mordidas, el cabello revuelto y la ropa vieja que heredé de papá. Estudiaba por el afán de ganar dinero, no porque quisiera realizarme o cumplir mis sueños. Quería vivir sin preocuparme ni preocupar a mis difuntos, los únicos que para esas alturas podrían preocuparse por mí. 

No sé si a eso se le pueda llamar ilusión, pero por aquel entonces creía que sí.

Antes de ella, viajaba adolorida por la ciudad en el diario ir y venir de la escuela a un trabajillo de medio tiempo y de regreso a la casa, un refugio de cosas viejas que no podía tirar, donde dormía y comía a ciertas horas solo porque sabía que debía hacerlo, no porque de verdad tuviera hambre... aunque el sueño si era real, siempre tenía sueño, nunca quería despertar...


Y entonces un día era una de esas personas corriendo con prisa a pesar de que regresaba a casa. Bajé del autobús de un salto y me enredé con mis propios pies. Como si no fuera suficiente vergüenza caer, algunas cosas se me escaparon de los bolsillos y las monedas tintinearon alegremente mientras yo suspiraba al levantarme. Nadie me ayudó... quizás no me vieron.

Cuando contaba el dinero que había recuperado la escuché, era un par de cuerdas vibrando un poquito más lejos, un poquito más fuerte... como si notara algo que siempre había estado allí. Estaba de espaldas, tocaba una canción y marcaba el tiempo con su pie. Y esas manos, delicadas, morenas. Me acerqué despacito, como si mi lentitud me diera una especie de camuflaje y cuando la canción terminó, las pocas personas que se habían quedado a terminar de escucharla se retiraron sin más. Ella no habló, no pidió dinero, pero el estuche al frente era una muda petición. Yo di un paso adelante y le dejé el cambio que acababa de recoger del suelo. Su “Muchas gracias” me sacó del ensimismamiento y me fui deprisa. 

Y algo en el mundo pareció despertar. Como que ahora el parque tenía flores que nunca había notado, como que las risas de los niños lo volvían más bonito... como que ahora quería pasar más tiempo allí... 

Cada día al regresar, la veía tocando. Entonces me sentaba en una banca que estaba al lado contrario de una fuente y me escondía allí, disfrutando del concierto. Cuando se hacía tarde, un poquitito antes de que ella se fuera, pasaba como si nada y dejaba dinero en su estuche.

Eso sí, sin verla porque, la única vez que me atreví, sus ojos negros me quitaron el aliento. Eran bonitos, grandes, de pestañas tupidas y color negro. Toda ella era muy bonita, con su sonrisa de dientes blancos y piel morena. Era como si con solo esa sonrisa pudiera borrar el cansancio y la tristeza. Y yo, más acostumbrada a eso que a ser feliz, temía volverme adicta. 

Además... ¿Qué pensaría ella de mí? Con la ropa fea, con la cara lavada y el cabello descuidado. Lo único a mi favor eran los ojos que herede de mi madre, verdes pero pequeños, casi sin pestañas. Toda yo parecía deslavada y sin color.

Por primera vez pensé que quería tener una mejor apariencia. Aunque no tuviera el valor para hablarle, no quería que pensara que era yo una vagabunda o algo por el estilo. Aquella noche busqué en mi armario algo decente pero no lo encontré, y quise peinarme pero tampoco lo logré. Y cuando me fui a la cama noté algo; en vez de sentirme frustrada o triste, como era lo lógico, sentía una leve expectativa por empeñarme en mejorar. Era como el inicio de un proyecto, y hacia tanto que no sentía esa emoción que me costó trabajo dormir.




Al día siguiente me vestí con la ropa menos fea que tenía y me maquillé un poco. No estaba peleada con esas cosas, solo que no me nacía hacerlo. Algunos en la escuela y el trabajo lo notaron, hubo un par de halagos y sonrisitas cómplice y también bufidos y muecas burlonas, un discreto “a quién querrá conquistar en esas fachas...” fue el comentario más mordaz del día, pero para mí no fue más que una buena señal. Había un cambio... empezaba a avanzar...

Fuera del trabajo había un puesto de flores. Allí compre una rosa roja. Cuando pague mis manos temblaban. Suspiré, era tan lejano ese sentimiento, estar así de nerviosa.

Me bajé con calma del autobús y con todo el valor que había logrado reunir me senté en una banca del parque, casi frente a ella. Justo ese día un montón de niños se habían acercado a oírla, algunos hasta se habían sentado en el suelo. Con motivo de su nuevo público, la balada era alegre, como una ronda infantil. De esas que se pueden cantar cuando uno tiene miedo, cuando uno se siente solo.

De esas que te enseñan a cantar tus maestros de la escuela y si tienes suerte, también tus padres. La que te hereda tu abuelo y te recuerda que aunque creas que no, alguna vez hubo una familia en tu pasado.

Horrible maquillaje que me hacía picar los ojos... 

Yo no venía a llorar mi pasado, yo quería decirle lo maravillosa que me parecía, lo que su música y su sonrisa hacían en mí. Declararme fanática suya porque decirle que la amaba requeriría muchísimo más valor del que había juntado aquellos días después de conocerla.

Me llevaría meses, quizás años, ser la persona que deseaba ser. Convertirme en alguien digno de ofrecer amor, y no solo de pedirlo. 

Pero de todos modos las lágrimas salieron. Me reí avergonzada. La canción se acabó y los niños, mucho más considerados que su público de siempre, aplaudieron risueños. Respiré profundo porque no podía ir así a hablarle, me vería como loca, una persona demasiado intensa. Si lo era... pero no tenía que saberlo.

Apreté la rosa entre mis dedos, decidida a actuar pero no me moví.

Vi a un niño ofrecerle una paleta de colores, él era más hábil que yo. Ella la tomó con una sonrisa y guardó sus cosas. Yo me alarmé un poco, siempre se iba más tarde, aún faltaba al menos una canción... y todo el valor se me escapó. Bueno tendría que intentarlo de nuevo maña...

- ¿Quieres hacer un cambio? - su voz, tan inquieta y bonita, me hizo levantar la cabeza, se refería a la rosa que llevaba, la que había estado estrujando todo el rato. Me extendió la paleta de colores.

Yo sonreí apenada y asentí.

Se sentó a mi lado y me miró inquisitiva.

- ¿Estás llorando por alguien? - su voz me pareció un tanto estridente y aun así no era desagradable.

- Ah, lo siento es que...

- Lo lamento - dijo con rapidez y moviendo las manos, quizás creyó que la veía como una entrometida - es que... quien te dejó plantada no merece que le llores.

- Ah, pero no, yo en realidad...

- Ya sé - sacó su guitarra y se la acomodó en una pierna - mejor una canción... es que hablar... no se me da... - y noté rubor en sus mejillas morenas. 



Con el tiempo me enteraría que hablaba estridente cuando estaba nerviosa, que también hablaba rápido y se reía con muy pocas personas. Que no comía dulces y que amaba las rosas rojas.

Un día... no tan lejano, me diría que ya me había visto, que me conocía con solo verme. Que esperaba oír mis pasos cerca de la fuente para tocar la mejor canción de su repertorio. Que ensayaba para no defraudarme y que, mientras yo evitaba mirarla para no ser descubierta queriéndola, ella buscaba mis ojos para que la quisiera.

Cuando me lo dijera, yo lloraría y reiría al mismo tiempo, orgullosa de mis ojos verdes pequeños, casi sin pestañas. Y ella sonreiría, escudada tras su guitarra. Ambas un manojo de nervios y emoción ante la perspectiva de una nueva alegría.

Emocionadas frente a un camino que nos llevaría a avanzar.

Pero no sería ese día. Sería muchos días después. Ese día sólo tocó para mí una canción y bastó eso para hacerme vivir otra vez...


Fin 
:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:

Notas finales:

Hola! Sigo viva, aunque muy lenta, y ahora me ha dado por escribir un one-shot yuri, de géneros mi favorito es el yaoi pero no podía sacar esta idea de mi cabeza y espero que haya sido de su agrado. 

No sé por qué se me revolvieron tantos versos en esta historia. No ha sido intencional y espero que no resulte chocante. 

No se olviden de dejarme su opinión, un saludo, sus quejas, cuéntenme un chiste *u* 

Nos leemos pronto en alguna otra de mis historias. Besitos de Celat Black


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).