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El Hijo de Jafar por LILITH_HIWATARI

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Notas del capitulo:

He decidido actualizar hoy por que ni yo me aguantaba la emoción de este capítulo, disfruten y quédense para las notas finales y comentarios. 

Capítulo 15: Adiós mi amado.

 

“Did I disappoint you or let you down?

Should I So I took what's mine by eternal right.

Took your soul out into the night.

be feeling guilty or let the judges frown?

 

'Cause I saw the end before we'd begun,

Yes I saw you were blinded and I knew I had won.

 

Goodbye my lover.

Goodbye my friend.

You have been the one.

You have been the one for me.”

 

El silencio reinaba en aquella gran escuela, como una sombra se deslizo entre las paredes, silencioso, desapercibido, con gran facilidad dio con aquella habitación, para el aquello era una gran oportunidad, si  cumplía con éxito su misión seria recompensado por el gran Sultán, si fallaba la muerte no podía limpiar la vergüenza de su deshonra,  el fracaso no era una opción, las voces susurrantes de dos chicos le trajeron nuevamente de vuelta de sus pensamientos, alerta para reclamar su a víctima.

 

-          ¡No hay tiempo para avisarle al hada madrina tenemos que ir por Carlos ahora! – grito la joven molesta siguiendo a su novio a la habitación, a aquel que se negaba a dejarle salir del campus.

-          ¿Por qué Mal? ¿Qué es tan importante que no puede esperar un día más? – el joven Rey ignorante del peligro que le esperaba detrás de aquellas puertas atravesó sin saber la entrada hacia su posible muerte.

-          Porque Jay comió accidentalmente unas galletas hechizadas – explico lo más rápido que pudo – Carlos se entero después de la coronación y el no había dicho nada – fue entonces que su novio le di la mirada aquella que decía que no estaba de acuerdo con aquello en absoluto – no importa la razón, pero ahora que Jay lo sabe podría dañar a Carlos – insistió ella tensándose de inmediato ante aquel cambio en el ambiente de la habitación, parecía tenso y eso disparaba todas sus alarmas de inmediato.

-          El jamás haría algo así yo le conozco el no dañaría  a nadie – mas sus palabras fueron refutadas cuando de la nada un hombre se lanzo contra el con una gran espada, el asesino que debería matarle, vio su oportunidad mientras aquellos dos amantes discutían, el no quería esperar y arriesgarse a ser descubierto, además la presión de terminar pronto con el trabajo le obligo a apresurar aquel ataque.

-          ¡¡¡Ben!!!  - grito demasiado tarde la chica mientras la espada del atacante pasaba  casi rozando el cuello del chico que por fortuna para él recibió clases de esgrima desde pequeño logrando así que lo esquivara, mas aquel enemigo de inmediato envistió contra el joven que aun torpemente se alejaba del nuevo ataque del que seguramente no saldría vivo - ¡mágica amiga, llego la hora que mi víctima se duerma ahora! – grito la chica causando que al fin ese hombre callera inconsciente.

-          ¿Qué demonios paso aquí? – Evie entro en ese preciso momento a la habitación, después de ser entretenida en el camino por Doug  – solo les deje 5 minutos y… ¿Quién es ese? – pregunto confundida de inmediato al notar como un hombre celebrando una enorme y curvada espada descansaba inconsciente en medio de la habitación del Rey.

-          ¿Ben? – mas aquel monarca ignoro el llamado de aquéllas chicas pues de inmediato se apresuro a girar al inconsciente hombre sorprendiéndose de inmediato al reconocer lo que había sospechado cuando fue atacado por aquella espada, descubriendo el pecho de aquel hombre ante la mirada confundida de aquellas que solamente observaron como ese joven retrocedía con horror al encontrar el tatuaje de aquella cobra sobre su pecho izquierdo.

-          Esto está mal… - murmuro aun sin poder aceptar aquel hecho, recordando la última vez que había visto a uno de esos hombres tan de cerca - Jay no podría – Ben se horrorizo cuando sus memorias retrocedieron a aquel tiempo donde fue atacado por uno de ellos al tratar de sorprender a Jay en su palacio y ser salvado justo a tiempo por el Sultán, porque esos hombres solo podían seguir la  orden directa del Sultán como ley.

-          ¿Ben quién diablos es él? – volvió a cuestionar su novia trayéndole de vuelta, notando como aquel joven se perdía entre recuerdos no muy gratos del pasado.

-          Un asesino… -  recordó cada palabra de los labios de su amigo -un asesino entrenado de Agrabah para servir al Sultán – acepto consciente de lo que aquello significaba, que lo que decía Lonnie empezaba a tener sentido, que la ausencia de Jay no podía ser coincidencia, no si ese asesino había venido a reclamar su cabeza.

-          Pues no es muy bueno si vino solo y no logro – murmuro Mal mientras con su bota  pateaba suavemente la mejilla de aquel caído, reprimiendo las ganas de realmente lastimarle por intentar tomar la vida de su Ben, mas entonces la razón se hizo presente, Jay no mandaría un inexperto, no si la mirada de miedo en el rostro de Ben decía algo -  tú no eres el objetivo – sus ojos se abrieron cómicamente al descubrí el malvado plan de aquel chico, no Ben no tenia por que morir, Jay conocía demasiado a Ben, sabía que este había tomado clases de esgrima,  sabía que Ben no estaría solo desde ahora, no después de que Carlos desapareciera, no, Jay mando a aquel joven inexperto para llamar la atención de Ben, para distraerle del verdadero objetivo

-          ¿Qué? – Ben aun estaba confundido, no podía entender por Jay hacia eso, porque de la nada su mejor amigo parecía quererlo muerto y ahora su novia decía cosas raras realmente no entendía.

-          Espejito, espejito en mis dedos, el verdadero objetivo de Jay quiero – Evie no comprendió nada tampoco, mas sin embargo ella tenía una forma de informarse, por lo que sacando su espejo de inmediato pidió a este las respuestas, casi deja caer aquel objeto al observar la imagen que se formaba en ella, aquella pareja tan dulce que se disponía a ir a la cama.

-          Mal espera… - mas Mal salió corriendo de la habitación, corrió lo más rápido que pudo mientras buscaba en su libro algún hechizo que le transportara lejos de esa escuela, ignorando el llamado de Ben - ¿A dónde va? – pregunto a la única acompañante de la habitación, aquella que aun sostenía el espejo con fuerza.

-          Ben – Evie murmuro mostrándole de inmediato el espejo y aquel rostro lleno de confusión se deformo de inmediato al notar como la imagen de sus padres era reflejada en esta, Jay no quería matarle a él, no, Mal tenía razón ese hombre era demasiado inexperto, Jay sabía que él podría detenerlo y esperaba que eso lo confundiera, el quería matar a sus padres y si no se daba prisa el llegaría muy  tarde.

-          ¡Espera Mal! – grito el joven saliendo detrás de la chica seguido de inmediato por la otra sin importarles que aquel atacante aun estuviera inconsciente en su habitación, salió a alcanzarle para detener aquel atentado contra su familia.

-          Tenemos que detenerlos antes de que lleguen a ellos – hablo la joven sin dejar de hojear el libro deteniendo únicamente cuando aquel chico logro atraparle y tomarle por el brazo.

-          Lo sé… iremos en mi moto no hay otra forma – le guio de inmediato para el estacionamiento luego de llegar a la entrada.

-          No cabemos los tres ahí – respondió frustrada la joven volviendo a enterar su nariz dentro del libro, buscando algo que les ayudara en aquel momento.

-          Ustedes vayan deténganlos iré por el hada madrina – mas Evie rápidamente analizo la situación, ellos necesitarían apoyo, mas el hada madrina sin su varita no será tan útil, pero alguien debía ayudarles, así que aceptando esto aquellos amantes se dispusieron a llegar lo más pronto posible al castillo del Rey.

El ex Rey y Reina de Auradon se dirigían a dormir luego de un gran agitado día, mas aun para aquel hombre, uno que aun después de pasar la corona a su hijo tomo para sí aun ciertas responsabilidades, aquellas que le permitían a su joven hijo disfrutar un poco más de su juventud antes de verse inmerso en las dificultades de gobernar un reino.

Confundido, cansado además de estresado en su mayoría por el hecho de  que extrañamente el último de los  embajadores que envió a Agrabah regreso con la noticia de aquel  gran reino había decidido romper todo tratado con ellos, tratos comerciales que aseguran paz y sobre todo buena convivencia entre ambos se evaporaban de la noche a la mañana, eso no sería nada bueno, pues ambos se necesitaban, principalmente Auradon quien sin el valioso y más importante producto que Agrabah podría ofrecerle podrían estar en problemas.

Con gran pesar aquel hombre cansado, mantuvo todo esa gran preocupación para sí, ya mañana buscaría nuevas manera de reinsertar esos tratados, de hablar con Jay, el mañana encontrar la forma de mantener por la paz, pero por ahora besaría a su esposa en la frente y se dispondría a dormir plácidamente.

Una extraña sombra llamo la atención de aquel que se disponía a cerrar los ojos, el moviendo de una segunda le hizo despertar de inmediato, pero fue aquella tercera que casi imperceptible y por pura casualidad observo moverse a un costado de su cama y el brillo inconfundible de una espada le hizo reaccionar de inmediato, justo cuando aquella espada caería sobre su cabeza, aquel hombre se levanto de golpe embistiendo a su atacante, en la cama su esposa grito asustada al ver como aquellas sombras se revelaban, mas ningún guardia paria auxiliarles, pues estos dormían inconscientes gracias a aquellos perpetradores.

Mas antes de que cualquier daño pudiera llegar a aquella pareja la puerta se abrió con un fuerte estruendo revelando la figura de una joven chica que de inmediato conjuro un hechizo mandando a dormir a dos de los hombres que atacaban, pues el tercero aun dentro de las sombras no era descubierto.

Y cuando aquella chica se dispuso a auxiliar a la reina madre él se rebeló atacándole, por suerte para ella su novio apareció de detrás de ella deteniendo al hombre para forcejear con él, por suerte para sí, la maldición de su padre dejo vestigios en su sangre por lo que su fuerza  fue la suficiente para someter al hombre bajo de él y dejarle inconsciente.

El antiguo rey corrió a abrazar a su esposa, aquella que aun asustada observaba a aquellos que intentaron lastimarle, la mirada de aquellos padres se posaron en su hijo confundidos con lo sucedido.

-          Tenemos que ir por Carlos – rompió el silencio al fin Mal mirando fijamente a Ben, dejándole en claro que aquello no era una sugerencia.

-          Bien – Ben se limito a asentir luego de ver el miedo en el rostro de su madre, la confusión en el de su padre y aquellos asesinos cuyo objetivo real eran causarle el mayor dolor al matar a su familia - ¿Jay qué diablos está pasando? – susurro a la nada en cuanto la chica volvió a salir de la habitación, seguida por él, ignorando las preguntas de su padre, ordenando a aquellos guardias que despertaban al fin llamar su guardia personal y preparar su Jet privado lo más pronto posible.

Ben aun quería creer que todo se trataba de un error, que llegarían a Agrabah y encontrarían a un Carlos sonriente en los brazos de Jay, Ben aun quería aferrarse a la idea de que su mejor amigo no estaba detrás de este atentado, de esta declaración de guerra, el iba a tener un duro despertar.

*****************

Carlos despertó de aquel sueño cuando unas  frías pero suaves manos limpiaban su frágil piel con paños mojados, se había quedado dormido luego de llorar durante horas tras ver partir a Jay de la habitación, le había costado mucho dolor aceptar que ahora esta sería su nueva prisión, por eso cuando aquel toque le despertó de su ensueño era de esperarse que el reaccionara de aquella forma, de inmediato se aparto, su dolido cuerpo protesto ante el brusco movimiento mas aquel niño ya acostumbrado a este se retiro de inmediato de aquel que le tocaba.

 

Una hermosa mujer morena le miro sorprendida ante su reacción, pues en un instante aquel pecoso que se hallaba cómodamente dormido se había precipitado tan lejos de ella en un intento de escapar, mas aquella mujer no iba a lastimarle la mirada de tranquilidad, aquellos hermosos rubís parecieron demostrar  aquella gentileza pues Carlos le dejo acercase nuevamente a continuar con su labor.

 

Azim limpio con extremo cuidado aquel magullado cuerpo, tomando firmemente aquella decisión, pues aquella frágil criatura le miraba con esos enormes ojos marrones totalmente vacios, totalmente roto, resignado a ser el blanco de la ira y venganza de aquel muchacho confundido, ella podría verse como un humano pero a diferencia de ellos ella no podía parecer indiferente ante aquel herido niño, pronto las ropas destrozadas del chico fueron reemplazadas, nuevamente aquellas sedas rojas cubrieron su cuerpo, Carlos fue obligado nuevamente a vestir aquellas prendas que le recordaban esa amarga experiencia pero sin nada mas disponible las acepto sin resistirse.

 

Aquella habitación en silencio casi es perturbada cuando la mujer trato de tomar de el aquella lámpara negra que aun colgaba en su cuello, mas él con un fuerte agarre detuvo la mano de aquella que pensaba en retirarle aquella carga, pero Carlos no quería dársela, el no podía darle lo mas preciado que le dio Jay, aun cuando este estuviera decidido a romper su alma, la sorpresa de Azim fue mayúscula aquello solo reforzó su decisión, ella ayudaría a ese niño, aquel pequeño que al igual que Jay solo necesitaba amor.

 

-          Es hora de que regreses a Auradon Carlos – hablo la mujer levantándose de entre aquellos cojines para guiar al pequeño niño hasta el enorme balcón al otro lado de la habitación, mas antes de que el chiquillo pudiera confundirse mas aquellos dos enormes tigres que cuidaban la puertas, que entraron junto con la mujer corrieron a bloquear la única salida segura del lugar, se colocaron entonces frente a la mujer gruñendo con fuerza – Ahora no niñas… saben tan bien como yo que esto es lo correcto – hablo con ellas la mujer ante la mirada sorprendida y aun algo confundida de Carlos, causando solo otro gruñido de  una de ellas – sé lo que Jay ordeno…  pero no voy a dejarlo aquí… apártense – y si Carlos hubiera estado frente a la mirada de aquella mujer también se hubiera apartado con miedo como aquellas dos feroces bestias que con sumisión bajaron su cabeza para dejarle pasar.

 

Carlos se vio siento guiado nuevamente por la mano de esa mujer en su espalda hasta llegar a las afueras del balcón donde con un suave silbido  llamo a esa hermosa alfombra mágica que no había visto en varios días, así que Carlos fue levantado por aquella mujer misteriosa que podía domar dos feroces tigres con una simple orden, por aquella que hablaba tan familiarmente de Jay, el fue rescatado por una misteriosa mujer a la cual no conocía para nada.

 

-          ¿Quién eres? – pregunto al fin dudoso mientras esa mujer se aseguraba de colocarle en el centro de dicho medio de transporte, mientras era evaluado nuevamente por ella y aquel hermoso chal de oscuros colores que era traído en el hocico de unos de los tigres era colocado con suavidad sobre sus hombros.

 

-          Alfombra te llevara a Auradon… pero debes ir mas allá donde Jay no pueda encontrarte – explico ella ignorando su pregunta, la pequeña mano de Carlos se cerró contra la tela aquella cálida que le protegía del frío de esa noche – no mires atrás Carlos, no te preocupes por nadie, solo vete, aléjate lo mas que puedas.

 

-          ¿Por qué haces esto? – volvió a cuestionarla ahora mas confundido que antes, pues ella nuevamente  le decía que hacer.

 

-          Porque aún cuando le debo  lealtad a Jay  no puedo ignorar a una cría cuando me necesita – respondió aquella pregunta mirándole directamente a los ojos con tanta calidez que tranquilizo a Carlos al fin.

 

-          Gracias… - calló al no saber cómo terminar la frase, limitándose a sostener con más fuerza la manta sobre él.

 

-          Azim – susurro débilmente, sorprendiendo a Carlos porque si no mal recordaba aquel era el nombre de la cobra mascota de Jay, regreso los ojos de nuevo a aquella mujer que le miro fijamente causando un repentino entendimiento, era ella, la amiga de Jay, aquella hermosa mujer debió ser transformada por la magia de Jay, Carlos no tuvo tiempo de decir nada mas pues en aquel momento la alfombra despego de inmediatito llevándose a su valioso pasajero lo más lejos del palacio, en dirección al desierto.

 

Jay tenía razón, los millones de granos de arena  parecían un mar de diamantes al ser iluminados por los rayos lunares, aquello era simplemente majestuoso, una lagrima rodo por su mejilla al recordar aquellas palabras, el día en que su amado Jay aun le amaba, no, Jay nunca le amo de verdad, todo fue una cruel ilusión, un hechizo del cual él se aprovecho, Azim tenía razón debía alejarse, mucho mas allá de Auradon tan lejos que jamás volviera a escuchar el nombre de Jay, el debía irse sin mirar atrás, sin preocuparse por nadie, las palabras cayeron al fin razonadas por la mente de Carlos, ¿el no debía mirar atrás?, ¿Alejarse de Auradon?, ¿ no preocuparse por nadie?, Azim, la mejor amiga de Jay sabía que algo andaba muy mal y le advertía alejarse cuanto antes, algo que pasaría a traer consecuencias a Auradon, a Ben, a Mal, a Evie, algo que pondría en riesgo la vida de Jay.

 

-          Tenemos que regresar – ordeno aferrándose a los bordes de la alfombra ignorando como aquél chal era llevado por el viento – por favor – suplico ante la negativa de esta – llévame con Jay… tengo que ayudarle – suplico nuevamente logrando su cometido, pues aquella alfombra cambio de curso para complacer al dulce niño que había llegado a estimar, porque puede que la alfombra no fuera tomada mucho en cuenta, y que Jay solo la utilizara como medio de transporte, pero ella también había llegado a apreciar a aquel chico que ahora era dominado por el dolor, y si ese niño podía salvarle ella ayudaría lo mejor posible.

 

*****************

-          Deben irse ahora – ordeno aquella mujer, esa hermosa morena de ojos rubí que les miraba fijamente  delante de la guardia del Sultán, cortándoles el paso antes de llegar a su objetivo.

-          No sin Carlos – replico aquélla chica de cabellos morados, la hija del dragón cuya mirada verdosa no intimidaba ni un segundo a aquella mujer que simplemente se limito a suspirar.

-          Sera su muerte entonces – la mano de aquella mujer se dirigió lentamente a aquella espada que colgaba a un costado de su cadera sin dejar de mirar como aquellos chicos se tensaban de inmediato, como el miedo les invadía pero también el valor, listos para luchar hasta la muerte.

-          No vinimos a hacer la guerra – tomo la palabra aquel Rey – venimos a ayudar a Carlos… a Jay – y la mano de la mujer de inmediato se detuvo en el mango de su espada al escuchar el nombre de su niño – sabes que esto no está bien Azim – y aquella hermosa mujer cedió, dejo caer su mano sin tomar su espada, se dio la vuelta en ese instante ordeno dejarles pasar y cuando aquellos guardias se negaron confundidos, fue ella quien les dejo fuera de combate.

Llegar al palacio fue sencillo, un tortuoso viaje en Jet hasta Agrabah  aun en contra de los antiguos reyes, aun en contra de la Hada madrina que insistía en no dejarles ir, mas para aquellos tres jóvenes no hubo impedimento, llevaron a la guardia real, los soldados más fieles y capaces solo para tranquilizar un poco a los padres de Ben y la magia de Mal confiados en poder detener a Jay en poder hacerle entrar en razón y  salvar a Carlos.

 

Así que entrar al palacio fue relativamente fácil, lo cual se resumía a que todo aquello era una trampa, cosa que quedo confirmado cuando tras pasar por varias puertas aquellos guardias que debían seguirles fueron dejados atrás por la repentina aparición de una pared secreta, por lo tanto aquellos tres chicos quedaron a merced de varios guardias y esa mujer.

 

La asesina personal del Sultán, Ben les había explicado un poco mientras viajaban para allá, les hablo de la magia inestable de Jay de cómo este aprendió a controlarle con ayuda de Genie, de lo importante  que era la pequeña lámpara que colgaba del cuello de Carlos pero sobre todo de Azim, del ser más leal a Jay en todo el mundo, les hablo de cómo accidentalmente Jay la convirtió en humana y como decidió dejarle así para aprovechar mejor sus virtudes, de cómo esa mujer se convirtió en su guardaespaldas personal y como el hada madrina tuvo que prohibirle la entrada  a la escuela tras  luego de que ella apareciera en las habitaciones que  Jay y que el compartían.

 

Les conto de cómo aquella mujer casi asesina a un grupo de chicos que susurraban a espaldas de Jay por haber asesinado a su padre, les hablo de los rumores que se podían escuchar en Agrabah sobre todo de cómo aquella mujer era conocida no solo como su asesina personal si no como la amante favorita del Sultán, pues ella poseía mucho más poder que la reina, ya que sus órdenes eran acatadas sin dudas por todos en el palacio, les explico que incluso se decía que ella era mucho más peligrosa que los asesinos entrenados de la familia real y que ella seria la próxima reina.

 

Por lo que cuando esa mujer les dejo pasar, luego de vencer a aquellos guardias sin ayuda y en cuestión de minutos aquellos chicos agradecieron porque ella aun tenía algo de cordura y sabia que debían ayudar a Jay.

 

Tras entrar a aquella sala fueron recibidos por una escena bastante abrumadora, sobre un enorme trono, aquel con el que Ben ya estaba  familiarizado se encontraban sentado el Sultán, Jay sonreía feliz de verles con su mirada burlona y satisfecho consigo mismo a sus pies dos hermosas gemelas adolecentes de  dorados cabellos  se postraban con deleite mirando con reprobación a aquella mujer que les acompañaba, a su alrededor mesas se exhibían con deliciosos platillos un banquete digno de una fiesta.

                                              

-          Oh chicos empezaba a preocuparme que no  vinieran a la fiesta – hablo burlón aquel joven levantándose lentamente de su trono ignorando el lloriqueo de aquellas chicas que se veían despojadas de su señor – ¿Cómo está la familia Ben? – Jay extendió aquella mano que de inmediato fue llenada con una copa que mágicamente fue conjurada con vino, el cual bebió ignorando a los presentes.

-          Con vida si eso es lo que preguntas maldito – pero fue Mal quien respondió hecha una fiera mirándole con ira y desprecio.

-          Es una pena – respondió el joven a sus palabras  lanzando su copa lejos para estrellarse contra el suelo, mas antes de que algo mas saliera de sus labios las puertas nuevamente se abrieron para revelar al Genio.

-          Jay tienes que detener esta locura de una vez – Genie detuvo sus palabras al observar a todos los presentes en la habitación, cuando este escucho marchar a varios hombres dentro del palacio y tras después encontrarles inconscientes se preocupo, sobre todo cuando reconoció la insignia real de estos, así que sin perder tiempo aquel hombre corrió para evitar que Jay siguiera cavando su propia fosa al intentar empezar una guerra con  Auradon.

-          Otra vez tu – suspiro con fastidio – Azim – mas aquella mujer no se movió, ella retrocediendo unos pasos en una postura clara, negándose a  atacar a aquel hombre – lo olvidaba – rodo los ojos el chico al recordar una de las pocas debilidades que tenía su fiel amiga.

-          Olvida eso… ¿Dónde está Carlos? – Mal volvió a llamar la atención a ellos nuevamente, exigiendo de inmediato a su pequeño hermano, su mano apretaba con fuerza su libro de hechizos, no es que no se hubiera preparado, tuvo mucho tiempo en aquel largo viaje para memorizar los hechizos más poderosos para detener al chico pero tocar el libro de su madre con los dedos le daba mucha más estabilidad para actuar – no lo repetiré otra vez – la mirada verdosa en sus ojos volvió a aparecer pero para aquel joven le fue indiferente.

-          Se ha ido – murmuro Azim, aquella mujer al fin rompió el silencio, causando que la sonrisa de aquel chico callera de inmediato – era lo correcto Habibi – su mirada se poso firmemente en el joven Sultán quien le mira con odio tras verse traicionado por ella, ignorando a todos los presentes aquella mujer dio un par de pasos en dirección al joven, fue entonces que aquellas chicas que aun se encontraban a los pies del trono se levantaron en contra de la mujer lanzándose con fuerza.

Dos enormes tigres cayeron clavando sus garras en la piel de aquella morena, gruñendo con ferocidad asombrando a los presentes o al menos a aquellos chicos que no tenían ni idea de la verdadera naturaleza de esas  gemelas, Ben reconoció de inmediato a aquellos majestuosos animales, mas al notar como Azim no luchaba  contra ellas ni estas atacaban mas allá de someterle detuvo rápidamente a las dos chicas que se disponían a ir en su auxilio.

-          No tenias derecho de tomarle de mi Azim…– hablo con furia liquida en sus palabras aquel chico, causando que el ambiente se tornara más pesado, que las alarmas dentro de Mal se activaran con fuerza y que todos sintieran la necesidad de respirar más rápido ante la pesadez del aire- el me pertenece.

-          Es solo un niño – hablo ella aun desde donde era sometida, aun sintiendo el aliento de aquellos feroces tigres contra su garganta – al igual que tu – mas antes de que otra cosa pasara pequeños pasos en la habitación resonaron desde uno de los balcones de aquella habitación.

-          ¡Jay! –jadeo el pequeño bicolor que entraba corriendo tras bajar de una alfombra voladora, ignorando a todos los de la habitación y corriendo de inmediato a los brazos del Sultán – tienes que parar…

-          Pero miren la pequeña perra regreso – Aquel chico no le dejo terminar sus palabras pues de inmediato le tomo por el brazo jalándole hacia el – gracias querida alfombra – y tras esas palabras trono los dedos ocasionando que esta de inmediato se rasgara en mil pedazos, jadeos de los presentes pronto se hicieron esperan, aquellos que llamaron la atención de Carlos que con asombro observo cómo sus amigos  estaban ahí para enfrentar a Jay.

-          Carlos – susurro su nombre Evie quien intento dar un paso adelante, por inercia Carlos también dio uno para llegar a ella lo que causo que su opresor se molestara mas y apretara con fuerza su agarre jalándole más a su cuerpo y tomándole por la cintura con fuerza ocasionando que el niño hiciera una mueca de dolor.

-          ¿Qué demonios? Jay lo estas lastimando – Ben había tenido suficiente, el estaba completamente confundido por la actitud de Jay, no podía entender como el simple hecho de ser hechizado por unas galletas podía llevarle hasta tal extremo, el no comprendía el gran dolor de Jay por ser traicionado, el miedo de jamás poder confiar en nadie - ¿Por qué haces esto?

-          ¿Por qué? – sonrió aquel joven apretando mas el agarre de su premio - ¿Por qué todos ustedes me han mentido?... me han utilizado, tú y tu padre Ben… - soltó entonces el agarre de su brazo para poder tomar a Carlos de sus cabellos y  obligarle a levantar su barbilla en lo alto -  él, esta maldita perra que me hechizo para tenerme a sus pies – escupió las palabras aferrándose mas a sus cabellos causando un suave gemido de dolor del chico.

-          Eso fue un accidente – hablo Evie quien fue detenida esta vez por Mal - él iba a romperlo – siguió explicándose, mirando a su hermana que trataban de controlar todo aquel odio que sentía por ver como ese joven trataba a su hermanito.

-          Tal vez te hechizaron igual  Ben pero eres tan estúpido para verlo – se burlo él.

-          Lo hizo… Mal me hechizo pero aun sin el yo la amo y ella me ama – Ben no dudo ni un segundo en responder a los ataques que Jay causándole mayor confusión.

-          ¿Cómo puedes decir eso? – Mas el Sultán no se iba a dejar convencer tan fácilmente, el no podía entender como Ben, como aquel chico podía perdonar una traición tan grande, como era capaz de confiar en aquella que le uso.

-          Porque ya no estoy bajo ninguna poción y sigo amándola con locura… porque…  - explico el Rey, tratando de encontrar las palabras que traerían a su amigo de vuelta - sería capaz de cualquier cosa por ella como ella lo seria por mi… porque simplemente lo sé…  - suspiro aun sin entender cómo es que las cosas se habían salido de control - así como también se que tú no eres esto… esto que te has empeñado en construir no eres tu… Jay tú no eres un villano – Ben se adelanto por encima de su novia, por delante de todos los presentes para mirar fijamente a aquel chico que aun con Carlos en sus brazos parecía flaquear por un segundo – tú no eres Jafar – y aquellas palabras tuvieron el efecto contrario de lo que él esperaba.

-          Asesine a mi padre por una corona Ben – todo avance que pudo tener aquel joven rey con su discurso fue destruido nuevamente por el odio y rencor que aumentaba su interior -no sabes de lo que puedo llegar a ser capaz.

-          Eso es mentira y lo sabes, tú la defendiste – Ben sorprendió nuevamente a todos con aquella declaración, al revelar el secreto que alguna vez la reina Jazmín le confesó para librarlo de todos aquellos argumentos negativos en contra de Jay, porque aquella madre intento limpiar su buen nombre con el heredero de aquella corona hace algún tiempo - A tu madre, la salvaste de él. 

-          ¿Qué sabes tú de esto? – Jay estaba furioso, nadie en el reino conocía la verdad, nadie fuera de la familia real, nadie fuera de Azim, de Genie, nadie tenía permitido divulgar la razón de la verdadera muerte del Sultán, no, para todos debía ser Jay quien tomo la corona matando a su padre, para todo el mundo la historia de aquel Sultán tan cruel como matar a su propio padre debía alejarles para mantener a su pueblo seguro y ahí estaba ese chico, ese supuesto amigo que sabia la verdad y ahora lo divulgaba.

-          Nada… pero te conozco y sé que – Ben tal vez se dio cuenta de su error demasiado tarde.

-          ¡¡¡ Tú no me conoces ni un poco!!! – grito molesto tronando los dedos para causar que aquel rey callera a sus pies de dolor, pronto la piel de aquel joven se fue  desgarrando, gritos de dolor salieron de sus labios, alaridos casi inhumanos causando conmoción entre los presentes pues aquellas manos ahora convertidas en garras destrozaron su piel para dejar que una enorme bestia peluda se transformara frente a ellos - nadie lo hace…

-          ¡Ben! – aquella joven trato de auxiliarle mas el Sultán se limito a mirarla con odio puro y en cuanto aquellas miradas se cruzaron ella noto como sus pies quedaron totalmente clavados al piso, al bajar su mirada pudo observar como estos se iban transformando en roca.

-          ¡Mal! – gimió angustiada la princesita sin corona, la cual de inmediato levanto su pequeño espejo para poder atacar a Jay, pero este ya conocía ese recurso, por lo que nuevamente trono los dedos y aquel pequeño espejo se congelo a tal grado que la chica tuvo que soltarle, aquel frágil espejo ahora de hielo se quebró en millones de piezas al tocar el piso ante la conmoción de la chica - ¡Aaaaah! – el grito de horror de la joven fue causado por algo mucho más horrible, sus manos pronto comenzaron a envejecer, su piel se marchitaba ante cada segundo, su cabello canoso comenzó a caerse en pedazos.

-          ¡Jay para! – grito el joven en sus brazos removiendo inquieto, empujándole con fuerza causando la ira del sultán, quien lo arrojo con fuerza contra aquel trono de oro y de la nada apareció un par de enormes dóbermans, perros sacados del mismísimo infierno que ladraron e intentaron morder los pies del chico, que trepo lo mas que pudo sobre el trono – Jay… por favor no – suplicaba el joven esquivando a las feroces bestias que lo atacaban, notando como Ben se perdía transformado en aquella enorme bestia  y atacaba a Genie – detente…¡¡¡Vas a matarles!!!– volvió a llamarle entre lagrimas al notar como Mal quedaba casi convertida en piedra, como esta perdía la movilidad de uno de sus brazos, como Evie gritaba sollozante al ver como su piel se desprendía convirtiéndose en polvo – ¡¡Jay!!

-           ¡¡¡Cállate de una maldita vez!!!  - grito el joven sosteniendo sus manos en su cabeza, aullando de dolor ante toda aquélla magia que se acumulaba en su interior.

Y la ira de Jay alcanzo un punto culmínate alimentando su magia, la magia que debía ser alimentada por amor, aquella que se debía ocupar  para sanar y proteger ahora servía simplemente para destruir y Jay grito con todas sus fuerzas, soltó improperios indignos de cualquier realeza, grito maldiciones hacia aquellos jóvenes que aun dentro de sus propias maldiciones personales intentaban hacerle entrar en razón.

 Y el antiguo genio logro liberarse de aquella bestia que lo atacaba el tiempo suficiente, para  conjurar el espejo de la joven princesa que retomando fuerzas, e ignorando su reflejo lo tomo y coloco frente a ellos para protegerles, las ahora casi polvorientas manos de Evie se cerraron en torno al marco de aquel deslucido espejo para realizar una última protección.

-           Espejito, espejito en mis manos revierte el mal, hazlo de frente a mi enemigo que miente.

Y la magia de Jay, aquella que había sido liberada con odio puro golpeo de inmediato contra el cristal en un intento de destruirles, mas Evie resistió con fuerza, se mantuvo en pie aun cuando ya no le quedaba energía y aquel gran poder fue reflejado a su fuente.

 Jay observo furioso como el ataque le era regresado, mas aun cuando se preparo para el impacto, para su posible final este nunca llego.

-          ¡¡ Carlos no!!- El grito de Mal, aquellas últimas palabras salidas de sus labios pues la maldición había alcanzado su cabeza al fin, resonó por aquel palacio, aquel pequeño había enfrentado su más mortal miedo, se abrió paso entre aquellos enormes dóbermans que mordisqueaban sus tobillos y logro correr lo suficiente para empujar lejos al Sultán que ignorante de el no pudo hacer nada para detenerle.

 Y el tiempo se detuvo para Jay un segundo duro toda una eternidad, pues mientras él era lanzado lejos el impacto de su magia recaía sobre el pequeño que intentaba destruir segundos antes, porque aun después de destrozar aquella alma Carlos le protegió, Jay observo como las llamas se elevaban envolviendo  al pequeño cuerpo de su amor para consumirlo por completo.

Un grito ensordecedor rompió el silencio en aquella noche oscura, un gemido de dolor, una plegaria de arrepentimiento emano de los labios de aquel joven que observaba con horror como las llamas crecían cada vez más, y todos sus hechizos se desvanecieron, una alfombra volvió a regenerarse,  la hermosa piel de Evie volvió a ser lo que era, y Ben  cayó al suelo para poco a poco transformarse nuevamente en hombre mientras Mal corría a su lado libre al fin pues todo su cuerpo había dejado de ser de piedra.

Cuando las llamas se consumieron dejaron tras de sí un pequeño cuerpo  encorvado sobre sí mismo, Jay corrió de inmediato a tomar a aquel chico que para su sorpresa se encontraba ileso y confundido se preguntó qué era lo que había sucedió, mas la respuesta pronto surgió,  pues aquella lámpara aun colgaba de su cuello, aquella que guardaba toda la magia del Sultán, aquella magia que le había protegido de ese gran mal, y Jay le abrazo, acuno con fuerza el cuerpo inconsciente de su amado, aquel que aun respiraba con dificultan y dejo brotar la magia de él, dejo que esta sangrara por sus poros sin importarle dejarse vacio, la dejo salir para curar sus heridas, aquellos tobillos sangrantes causados por su estupidez, la dejo esparcirse para calmar su agonía, la libero como un acto de perdón.

Y cuando su niño se despertó, cuando ese hermoso ser abrió sus brillantes ojos para sonreírle nuevamente  con dulzura  Jay se permitió llorar, suplico perdón por sus pecados, beso con miedo las manos del niño que ahora se sentaba arrodillado a su lado, sea aferro a su regazo sollozante por la misericordia de aquel pequeño que se limito a acariciar sus cabellos con suavidad con la mirada aun perdida y dolor en su corazón.

Entonces aquellas caricias se detuvieron y su hermoso niño fue alejado de su cuerpo, y las voces acusatorias de Evie y Mal no se hicieron esperar, así como las disculpas  susurrantes de aquel rey cuando su guardia personal al fin entro a la habitación, así que se dejo llevar, se dejo guiar por aquellos hombres sin oponer resistencia, se alejo guiado hasta a algún calabozo sin apartar la mirada de aquel chico que no devolvió sus miradas, sin dejar de pensar en cómo aquel niño al acariciar sus cabellos temblaba de miedo ante su cercanía, se dejo empujar contra la fría celda junto a aquella mujer morena que exigió quedarse con él aun en su miseria, se permitió nuevamente llorar en el regazo de aquella que le amaba incluso tal vez mas de lo que merecía ser amado.

Jay no supo cuanto tiempo estuvo ahí, las horas pasaban convertidas en una eternidad pues en su mente un único recuerdo se repetía una y otra vez, la mirada de su amado, aquella que le dio justo después de creerlo perdido, aquella que le hizo darse cuenta de su error.

-           ¡Voy a matarle! – el grito de aquella chica resonó por las paredes llegando incluso hasta aquellos calabozos, tras enterarse de lo que aquel sultán le hizo a Carlos, pronto la fría puerta de metal se abrió para darle paso a un muy furiosa Mal seguida de inmediato por un rey que intentaba contenerla – suelta Ben… voy a convertirle en sapo y luego te aplastare maldito – amenazo nuevamente, mas de inmediato aquella mujer que acuno su cuerpo se interpuso entre su niño y la posible amenaza.

-          No, Jay será llevado a juicio – intento calmar las cosas el rey parándose de inmediato frente a  su novia, realmente protegiéndole de aquella mujer, de Azim.

-          Una mierda el juicio voy a destrozarlos con mis manos – volvió a amenazar empujando a su novio pero al verse desprovista de su libro, aquel que fue confiscado por Evie momentos antes le era difícil.

-          Suficiente – hablo al fin el joven, levantándose con aquel porte real, despidiendo a aquella mujer con un simple ademan que aun dudosa se coloco junto a él para dejar que le hiciera frente a esos chicos – ¿quieres vengarte?… esta es tu oportunidad – Jay miro fijamente a la chica que se limito a mirarle con odio pues sabía que no le tocaría, no con Ben ahí.

-          Cuando acabe contigo vas a desear que mi madre te comiera en la coronación – murmuro ella con aquella característica mirada verdosa, mas antes de que Ben pudiera interferir aquella chica llego a salvar el día.

-          Nadie va a vengarse de nadie – hablo al fin la voz de la razón, Evie entro entonces al calabozo con un pequeño plato en sus manos – creo que ya hemos tenido suficiente de eso – empujo entonces el plato hacia el joven que la miro confuso pues en él se encontraba un pequeño panquesito – Carlos me dijo que aun estas bajo los efectos de la poción – continuo para sorpresa de Jay quien de inmediato miro aquel postre con verdadero horror – es el antídoto, cómelo y se libre de tu amor por él.

Mas el joven no lo tomo, el se quedo ahí observando aquello ofrecido como si fuera la misma muerte, confundiendo mas a Azim y Ben que creían que eso lo aliviaría, asustando a Evie tras entender lo que pasaba y enfureciendo mas a Mal por entender el miedo del Sultán.

-          Eres un jodido cobarde Jay – al fin aquella chica rompió el silencio de la habitación sorprendiendo a los presentes – Ben dice que eres valiente pero la verdad estas aterrorizado – y toda la atención fue para Mal aquella que ahora miraba al joven con lastima - ¿a que le temes Jay?... a descubrir que realmente no estabas bajo los  efectos de la poción como Genie afirmo – mas Jay no se movió, el plato al fin fue tomado por Azim quien agradeciéndoles sostuvo el postre entre sus manos en un intento de hacerles marchar – realmente me das mucha pena… su majestad – se bufo la joven antes de salir, antes de dejarlos solos nuevamente.

-          Lo entendiste mal – murmuro aquella princesa de cabellos azules – Carlos  realmente se enamoro de ti… por eso no quería dártelo… temía perderte – susurro aquellas últimas palabras justo antes de partir por aquella puerta, causando un gran estremecimiento en aquel joven que aun no quería creer la verdad ante sus ojos.

-          No tienes que hacerlo Jay… podría estar envenenado – trato de tranquilizarle ella, de darle una salida para que él no lo comiera.

Pero Jay sabía que eso no era posible, no cuando ellos ya habían ganado, no cuando la verdad había sido revelada y ya no tenían por qué temer de él, no ahora que el bien triunfaba sobre el mal. Jay no quería comerle porque lo que Mal decía era verdad, el era un cobarde, el no quería comerlo por la misma razón por la que rompió el vial que Azim le había dado antes, el no quería un antídoto porque temía.

El estaba aterrorizado por la verdad, el no solo temía a que Genie tuviera razón,  que su parte mágica desvaneciera aquel hechizo dejando aquel amor puro y sincero, no el temía también porque aquello fuera falso, porque si su amor no existía, si toda aquella felicidad que sintió cuando amo a Carlos con todo el corazón se desvanecía el volvería a sentirse vacio, y Jay tenía tanto miedo a esa soledad, que prefería sentir aquel doloroso amor a ver a Carlos como un simple chico y no amarle.

Jay era un cobarde, uno que se oculto bajo la ira todo ese tiempo, uno que había dañado a aquello que le había dado tanta felicidad, un cobarde que debía poner fin a todo aquello, así que en un gesto de valor él lo comió, rezo a Alá por el mejor resultado posible, porque aquello fuera amor de verdad, porque aun cuando parecía tan falso el quería aferrarse a él.

Y lo comió esperando, y los minutos pasaron sin cambio alguno, y las horas trajeron consigo una nueva agonía, el no estaba hechizado, Genie tenía razón su parte mágica le libro del hechizo, fue por eso que la euforia de amar a Carlos se fue desvaneciendo al pasar de los días, fue por eso que aquel intenso deseo se convirtió en amor puro, fue por eso que  su corazón se rompía nuevamente al darse cuenta que daño lo que más amaba en el mundo sin siquiera una “justificación”.

Jay, el hijo del genio malvado más poderoso de la tierra nunca odio tanto su existencia como aquel momento en el que destruyo lo más preciado para él, cuando comprendió finalmente que el mismo miedo que lo orilló a evitar beber el antídoto desde antes fue aquel que orillo a Carlos a no decirle nada, porque aquel pequeño pecoso le ama tan intensamente como Jay lo hacía y ahora, luego de esa absurda muestra de estupidez el había destrozado todo aquel amor.

El finalmente se había transformado en su padre.

******************

La sentencia había sido dictada 10 años, diez largos años en aquella isla, en la prisión que su padre había construido, las voces de los inconformes no se habían hecho esperar aquello había sido un castigo demasiado suave en sus palabras para alguien como él, ser desterrado completamente de por vida era lo justo, pero el rey Ben en su infinita misericordia y por los años de amistad además de por la forma tan honesta en que aquel sultán había gobernado el poco tiempo su reino había dándole la sentencia mínima, 10 años.

Más él sabía bien que aquello era una condena a muerte disfrazada.

Ben pudo tratar de ser misericordioso pero durante años Jay había conseguido un sinnúmero de enemigos, enemigos de su padre, gente inocente que fue enviada a la isla, bandidos que odiaban su sangre y el moriría nada más la voz de su estadía en la isla se presentara, 10 años en resumen una condena de muerte y aquello no pudo importarle menos, pues aun cuando la sentencia era dictada, cuando las voces de los inconformes se alzaban y toda aquella sala entraba en revuelo su atención estaba únicamente en ese  chico, en su amado Carlos.

Carlos de Vil no lo  había mirado ni un solo segundo desde aquel día, no le había visitado desde que fue apresado, no escucho de el mas lo que su madre le susurro brevemente, su amado chico le despreciaba, le aborrecía y él no podía culparle, no después de lo que le había hecho.

La sala había quedado en silencio al fin, pronto los guardias comenzaron a guiarle lejos de ella, detrás de aquellas puertas directo a su prisión donde esperaría para ser enviado a la isla. Carlos levanto entonces la mirada, aquella que evito mirar al joven durante todo aquel juicio, juicio al que fue llevado casi a rastras por Evie, y aunque la odio por  empujarle ese lugar, a escuchar como todos despreciaban a ese joven, a ser partícipe de aquella sentencia su corazón no puedo evitar romperse aún más cuando vio la mirada de resignación de Jay, el hombre que le había marcado de por vida.  

Evie había roto aquel hechizo, su querida hermana le había entregado aquel pastelillo con el antídoto de la poción a Jay y Carlos había sido tan cobarde como para ir a verle, para estar de frente a aquel chico que posiblemente no le amaba más.

Y si, él le había destrozado el alma, había destruido  su confianza había tomado aquello que por primera vez en su vida realmente quería entregar a alguien sin ser obligado y aun que le dolía con toda el alma la mirada sin esperanza de aquel joven cuando los guardias le llevaban fuera le hizo entender una cosa, el amaba a Jay, lo amaba a pesar de todo aquel dolor que le causo y aunque posiblemente no podría perdonarle ahora él le amaba lo suficiente como para intentar una última estupidez, pero ahora el seria desterrado a la isla donde sufriría y seguramente él le olvidaría para siempre, perdería la oportunidad de verle de nuevo, de hacerle saber que el realmente le amaba, de saber si solo tal vez Jay podría amarle tanto como él lo hacía,  y Carlos no podría soportarlo, así que corrió, salto la barrera que les separaba empujo a las personas que le impedían llegar a él y grito su nombre a todo pulmón

-          ¡Jay!... ¡Jay! – llamo para ver como el joven golpeaba empujando con su hombro a uno de los guardias para liberarse y esquivando al otro para llegar al chico, los murmullos estallaron nuevamente en aquel lugar más para esos dos jóvenes todo fue ignorado, Carlos se limitó a observar como aquel chico corría hasta llegar a él, como acariciaba sus mejillas con aquellas manos abrazadas por el frio metal de las esposas – Jay te esperare, espere por ti, dios te amo Jay por favor tienes que volver – murmuraba sollozante el chico pecoso, su cara llena de lágrimas seguían repitiendo su nombre, pidiendo por él, dándole una razón para sobrevivir, sintiéndose completamente dichoso al notar la aceptación de Jay, al mirar la esperanza, el amor en sus ojos, la ilusión por algún futuro juntos, Carlos no podía ser más feliz al verse completamente correspondido en aquel amor.

Y Jay no pudo ser más feliz en su vida, su amado niño aun le quería y deseaba tenerle devuelta, él le esperaría, el seria su razón para sobrevivir para regresar durante esos diez años y… y entonces volvería a hacer miserable su vida, diez años fue la sentencia  para él, más el no duraría un mes en esa isla llena de enemigos de su padre, recordó entonces que aquello era una sentencia de muerte y no podía herir así a su pequeño nuevamente.

-            Te amo habibi – murmuro entre sus labios antes de besarlo suavemente, de hacerle sentir seguro de tranquilizarlo falsamente, entonces antes de que Carlos pudiera reaccionar un murmullo salió de los labios de Jay justo antes de despegar sus labios, un susurro que apenas si alcanzo a escuchar pero tuvo su efecto de inmediato.

La sala volvió a rugir nuevamente entre gritos  alterados , Evie corrió a sostener al chico que ahora se derrumbaba a los en los brazos del mayor, los guardias llegaron a tiempo para empujar al ex Sultán del chico que ahora estaba inconsciente en los brazos de su amiga,  Jay fue llevado lejos de la habitación está vez por mas guardias, mirando fijamente al chico durmiente en los brazos de la joven que pedía ayuda al no poder despertarlo, en la sala se formó un gran alboroto, murmullos sobre lo sucedido de cómo aquel sultán tirano cobro una última víctima antes de partir.  

Jay fue enviado a la isla esa misma tarde, para la anochecer todo malhechor que alguna vez piso Agrabah o simplemente todo habitante de la isla estaba al tanto de que el hijo de Jafar  ahora se encontraba lo suficientemente cerca para una venganza.

*****************

Carlos se levantó como de costumbre aquella mañana solo para ser sorprendido por Mal llamándole insistentemente desde la puerta de su dormitorio y si tal vez algunas amenazas vinieron desde el otro lado bueno eso era normal, cosas como “Carlos no pienso llegar tarde por tu culpa a clases”  o “de Vil juro que si no abres la puerta teñiré tu cabello de rosa” eran cosas de todos los días, al parecer el ser buenos ahora ponía de mal humor a su buena amiga Mal, pero bueno no era su culpa desde que hace una semana cuando se despertó en una cama rodeado del hada madrina y todos sus amigos porque al parecer se desmayó durante una audiencia de lo cual no tiene  ningún recuerdo, todos ellos le trataban como si fuera de cristal, como si se fuera a derrumbar en cualquier momento y aun que era bueno tener atención sobre él  no podía evitar sentirse incomodo, además de eso y las miradas llenas de lo que parecía ser compasión por todos aquellos estudiantes le volvían loco.

 Salió del baño ya arreglado para su día de escuela cuando de pronto y como solía hacer a veces se quedó mirando la parte vacía de la habitación, bueno ahora estaba vacía pero anteriormente estaba ocupada por una cama, aquella que fue retirada un día sin explicación teniendo para el solo el cuarto.

Su propia habitación desde que llego de la isla y sin embargo un vacío se expandió en su interior, el ladrido de Dude y los insistentes gritos de Mal lo sacaron de sus pensamientos para tomar su bolsa, a su amigo y salir de ahí a toda prisa, las clases pasaron normales aburridas y sin ánimos, el Tourney lo fue a un mas, incluso parecía que el cielo se ponía de su lado pues la suave lluvia pronto llego.

Cuando llegó a su habitación y busco algo de ropa limpia para cambiarse encontró algo que creyó perdido, en uno de sus cajones un guante negro de cuero apareció de la nada, con una sonrisa en el rostro lo tomo para ponérselo, le sorprendió un poco que el cuero gastado estuviera tan flojo, el guante parecía no pertenecer a él, sus manos eran pequeñas en comparación a aquella  a la que se moldeo la tela, confundido busco en su cajón por el otro y para su sorpresa encontró una delgada cadena de oro la alzo suavemente para verla mejor, afuera la suave lluvia comenzó a arremolinarse aún más convirtiéndose en una tormenta, de aquella cadena un pequeño dije colgaba con gracia, una pequeña lámpara negra con un rubí incrustado, él se quedó ahí mirando  aquel colgante por varios minutos sin inmutarse cuando aquel trueno resonó por el cielo.

Evie soltó un suspiro mientras se acercaba aquella habitación, Carlos había estado muy decaído ese día y sabía que le molestaba aquel trato tan especial de ellos, mas no podía evitarlo, cuando su pequeño hermanito despertó en aquella cama sin recuerdo alguno de aquel joven, cuando el nombre de Jay no significo nada para él, supo lo que había pasado la última vez que se vieron, pero ella pensaba que era lo mejor, ella entendió a Jay, comprendió porque lo había hecho y lo que era mucho mejor para su hermano olvidarle a esperar por alguien que jamás volvería, ella reconoció una sentencia de muerte cuando la veía y sabia de todos los enemigos en la isla de Jafar aun cuando se les animaba a sus hijos para ser igual a él. Así fue como lo encontró a su hermano aferrándose al colgante que este le dio como prueba de amor eterno.

-           Carlos olvide decirte… ¿Carlos?... ¿porque estas llorando? – un relámpago ilumino el cielo justo en el momento en el que aquel chico giro para dar la bienvenida a aquella invitada en su habitación revelando así su rostro enmarcado por ríos de lágrimas.

-          ¿Que? – murmuro confundido el joven tocando su mejilla para comprender entonces por qué Evie hablaba de lágrimas, el estaba llorando y ni siquiera sabía por qué, fue entonces que una gran tristeza le abrumo una de la cual no tenía explicación.

-           oh Carlos – murmuro ella acercándose suavemente al chico.

-          ¿Evie que pasa… porque estoy llorando? – sus sollozos se hicieron cada vez más fuertes  y sus lágrimas empezaron a emerger con más fuerza - ¿Evie? – pregunto angustiado el chico mientras la joven le abrazaba con fuerza, le acunaba entre sus brazos y murmuraba palabras de tranquilidad al chico el cual en ningún momento  soltó aquel colgante, es más él lo apretó con fuerza buscando fuerza en un objeto que le hacía lloran, buscando confort para algo que había olvidado completamente.

 Afuera la lluvia no paro y continuo así por tres días y tres noches, como si el cielo estuviera de luto por aquellos amantes separados para siempre.

Evie soltó una lagrima, una solamente en una súplica silenciosa pidiendo fuerza a cualquier deidad que pudiera dárselas para continuar con aquella falsa, pues aquel joven enamorado como último regalo de piedad para su amado, para remendar su error y evitarle todo aquel dolor conjuro un último hechizo de amor.

“Adios mi amor.

Adiós mi amigo.

Has sido el único.

Tú has sido el único para mí.

Estoy vacío, cariño, estoy vacío.

Estoy, estoy, estoy vacío.”

Notas finales:

Este fic comenzó como una idea absurda, una que fue ignorada por más que pedí que alguien la desarrollara, luego de ánimos por parte de cierta persona me amine a escribirla y zaz salido esto, no puedo creer que haya llegado tan lejos, realmente ni yo lo creo aun.

Y bien que les pareció, quiero agradecer a todos ustedes que me siguieron durante estos capítulos, alimentándome a continuar con esta locura de fic y animándome con sus comentarios muchas gracias y espero que esto sea de su agrado.

¿Qué no les gusto?

Vamos  es un gran final trágico donde Jay morirá en la isla y Carlos nunca le recordara de nuevo si está súper genial Yey!!!!

Pffff está bien son unos aburridos el ultimo capitulo estará pronto y ahora si es el final nada de quejarse después de ese, por cierto tiene que agradecerle a mi hermana pues ella me pateo para que este no fuera el final.

Por cierto Ben no lo condenó a muerte a propósito el realmente busco la manera de darle el castigo más leve pero 10 años fue lo mínimo que pudo conseguir para él.

Hasta ahora este es el capítulo más largo de todo el fic, creo y el que más trabajo me costó hacer, enserio fue difícil, pero espero que les haya gustado tanto como a mí, claro este no es el final porque me patean pero tienen que admitir que  sería muy buen final ¬¬

Siguiendo con las preguntas y ya que al parecer este fic continuara que piensan de Azim y su relación con Jay?  Por que realmente creo que no esta muy clara, me gustaría saberlo.

Tienen alguna otra duda hablen ahora o nunca será contestada, esta es su ultima oportunidad… por cierto solo una persona me dio ideas para la canción de Jay que malos no quieres que jay le cante a Carlos u.u

La canción es GOODBYE MY LOVER - James Blunt  que dio nombre al capítulo e inspiro varias partes de este, creo que queda bien no? Aquí el link https://www.youtube.com/watch?v=unjs7AhDTTw

 


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