Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Hijo de Jafar por LILITH_HIWATARI

[Reviews - 79]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este capítulo está dedicado a todos aquellos que pidieron saber qué onda con Aladdin, espero que aclare sus dudas, para aquellos que  querían ver sufrir a Jay , esto debe satisfacer sus ansias de sangre y para aquellos que entendieron la motivación de Jay para hacer lo que hizo, no lo justifico pero deberían entender que el también fue una víctima a diferencia de Ben que creció rodeado de amor, Jay lo hizo rodeado de intrigas, asesinatos y presión para ser Jafar, su madre siempre lo vio como el recordatorio de una violación, su padre como su copia y el pueblo como un futuro tirano, la traición de un ser amado ósea Carlos le enloqueció.

Capítulo 16: La prisión de mi padre.

“I'm out on the edge and I'm screaming my name
like a fool at the top of my lungs
sometimes when I close my eyes I pretend I'm alright

but it's never enough
cause my echo, echo
is the only voice coming back
my shadow, shadow
is the only friend that I have”

 

 “Existen 3 reglas que todo genio debe seguir, tres clausulas importantísimas.

La primera no  podemos matar a nadie con nuestra magia, respetamos mucho la vida y eso no está a discusión.

Segunda no podemos traer a los muertos del mas allá, esta tiene relación con la primera respetamos la vida así como cuando esta acaba, además es horroroso.

Y tercera no podemos hacer que nadie se enamore de otro alguien, nuestra magia no funciona ahí, ya que este tipo de magia no funciona con nosotros.”

Y con esas tres reglas comenzó el entrenamiento del genio y con aquellas advertencias y tras hacerle  prometer cumplirlas le ayudo a manejar su magia, a hacerla más poderosa pero sobre todo a controlarla, porque puede que Jay utilizara su magia en primer lugar para asesinar a su padre, pude que el haya roto con todas las leyes de los genios mas al ser inexperto y al reconocer aquella magia como lo que era no pudo culparle, pues su magia se había transformado en una magia muy peculiar una que lo mantendría a salvo, que protegería a su dueño como aquellos a los que amaba y en aquel momento Jafar se convirtió en una amenaza que el joven no pudo evitar combatir.

 Así que le mostro como era, le enseño a controlar su magia y manejarla, a crear cosas fantásticas y también a destruir, pues para poder evitarlo tenia que poder conocer las consecuencias de esta y el joven fue un gran aprendiz y pronto podía usarla a su antojo, causar bromas sobre todos a aquellos en el palacio, traer armonía su reino, causar lluvias en momentos de sequias, curar plagas cuando alguna azoto su mundo, sanarse a si mismo tras algún golpe, pero fue  tras aquel accidente que Jay jamás estuvo tan agradecido de tener su magia.

En realidad debió ser por aquel otro  accidente que debieron sospechar que Jay no era un chico normal, su padre tal vez lo atribuyo a algún mágico poder de aquella cobra, su madre a un milagro de Alá, mas quien fuera a pensar que aquello era simplemente  la propia magia de Jay protegiéndole.

Azim tenía poco tiempo de estar junto a su niño, le vio sufrir de aquel abuso por parte de aquel sirviente estúpido y en innumerables ocasiones trato de hacerle pagar por tocar a su pequeño con aquellas sucias intenciones, pero la mirada de suplica de él, la sonrisa tan enorme  llena de emoción cuando Jay  le abrazaba por las noches susurrando lo bien que se sentía ser amado le detuvo.

Debe agradecerle a esa alimaña voladora, sin su ayuda aquel bastardo humano nunca hubiera tenido su merecido, y puede que su pequeño niño llorara por un par de días por la ausencia de aquel sirviente, que se sintiera traicionado nuevamente, abandonado por el ser que le “amaba” de aquella forma tan peculiar, ni siquiera traer el cuerpo de aquella ave sin vida para su niño sirvió para hacerle volver a sonreír.

Claro que Azim se metió en problemas,  en cuanto Jafar descubrió exactamente lo que había pasado con su volador amigo casi le desolló viva, por suerte para ella Jay se aferro mucho más a ella desde aquel día.

Y las noches de soledad se hicieron mucho más largas y los peligros aun mayores, pues el pequeño príncipe buscaba sin saberlo un peligroso contacto, el deseo por sentirse amado nuevamente, la ansia de estar tan cerca de un ser que pudiera rodearle con sus brazos y hacerle sentir amado.

Cuando Jay  despertó aquella mañana junto a él, entre las sedas que conformaban su cama una hermosa mujer descansaba totalmente dormida, puede que se asustara al principio, pues aquella morena de exuberantes caderas era cubierta simplemente por sus largos cabellos negros, entonces aquella desconocida abrió sus ojos igual que sorprendida que él, igual de asustada le miro a los ojos, y Jay pudo perderse en aquellos rubís.

-          ¿Azim? – susurro cuestionando lo obvio acercando sus manos a aquel rostro que con miedo y confusión miraba su ahora nuevo cuerpo – Azim – volvió a llamarle lleno de felicidad, de júbilo por tener a su amiga en una forma tan perfecta, porque al fin Jay tenía lo que siempre había deseado alguien para amar.

Y el antiguo Sultán Jafar, miro sorprendió aquel cambio ignorando las señales de donde emanaba aquella magia, y la reina se mostro renuente a que aquella mujer se comportara de aquella manera tan intima con su hijo y Azim se resigno a convertirse en un ser tan despreciable como lo era el humano si solo así podría abrazar y consolar a su hermoso niño.

Así fue como Azim paso de ser su mejor amiga a convertirse en su compañera, donde quiera que el joven príncipe fuera, era seguido por aquella hermosa mujer, así fue como los rumores de la futura reina comenzaron, así fue como varios atentados contra el príncipe fueron frustrados y como esa mujer se convirtió en la más peligrosa de todo el reino, así fue como el lecho de Jay no volvió a estar  solo nunca más, pues todas las noches dormido entre los brazos de Azim aquel joven cuyas presiones aumentaban a cada segundo desaparecían y solo era un niño entre brazos de un ser amado.

Un par de años después se enterarían que la transformación de Azim no se debió a ningún deseo divino, que aun cuando estos eran inseparables el deseo de Jay por ser amado les separo hasta límites insospechables y que la magia no era algo para jugar.   

La próxima vez que había hecho algo parecido fue más consciente de ello, había escuchado muchos rumores y visto la magia de Genie en acción, el transformarse totalmente en algún otro ser, en ocultar su identidad tras otra apariencia era realmente impresionante, por lo que luego de rogar por días, tras prometer nunca usarla con algún fin maligno Jay pronto aprendió a controlarlo, transformarse en otros seres era difícil pero divertido, sin embargo hacer aquellos cambios pronto perdió la novedad y aquel joven perdió el interés de inmediato, incluso en aprender mas sobre su magia.

Genie le había explicado que mientras fuera creciendo mas tendría que explicarle, enseñarle a manejarla para evitar futuros accidentes y demás, por lo que el chico no se preocupo demasiado por seguir con sus lecciones, fue ahí cuando sucedió, su madre nuevamente había negado su petición, aun cuando él era el sultán, para tener un grandioso Harem para él solo, no es que el necesitara a alguien dispuesto a acostarse por él, pero realmente la fantasía de estar rodeado de hermosos seres era totalmente abrumadora.

Así que en su egoísta deseo, totalmente infantil cabe destacar el ideo otra manera para conceder su deseo, entonces aquellas dos tigres gemelas que le acompañaban en sus juegos se transformaron en bellas jovencitas totalmente dispuestas a cumplir con la voluntad del joven Sultán.

Como era de esperarse aquello no acabo nada bien, pues esas dos jovencitas eran demasiado entusiastas sobre el tener forma humana, su agilidad y rasgos felinos solo las convirtieron en un peligro más que un divertido acontecimiento, entonces tras una larga charla por parte de Azim, una aun más larga por parte de Genie y del lloriqueo incesante de aquellas que habían destruido medio palacio con sus juegos, lastimado a la mitad de los sirvientes y guardias porque era divertido y tras regresar a la normalidad, aquel incidente quedo olvidado.

Jay  recordaba este incidente cada que pensaba hacer algo estúpido de nuevo, pues si el conseguía volver a causar otro desastre como el anterior, su cama se encontraría fría ya que aquella hermosa mujer no dormiría con él como castigo.

Algo que siempre fue tentador para Jay fueron aquellas reglas, sabia por su padre que era totalmente posible traer de la muerte a alguien y por su propia mano que podrían quitar la vida, pero hacer que otro alguien se enamore, bueno el no lo necesitaba, pero siempre se pregunto cómo sería tener a alguien a sus pies por simple capricho, ¿Cómo se sentiría ser amado incondicionalmente a pesar de todo?, el siempre creyó que nunca lo sabría, después de todo el había prometido nunca romper una promesa.

Sin embargo al encontrarse en aquella isla, mientras era dejado por aquel barco en medio de la oscuridad de la noche, al observar como aquella mujer le seguía incluso a una prisión, se dio cuenta de la razón por la que nunca se debe obligar a alguien a amarte.

Pues ahí mientras aquella mujer se desvanecía en el aire y  aquella hermosa cobra aparecía entre el humo resultante, el rostro de angustia de aquella que le amaba más que a su propia vida le partió el alma, pues así debe sentirse cuando esclavizas a alguien a amarte sin ser consciente de todo ese amor.  

Porque lo que tenían ellos dos era mucho más especial que Jay nunca tuvo la necesidad de utilizar su cuerpo para mostrarle todo ese amor.

**************************

Caros despertó nuevamente en aquella vacía habitación, vacía por que precisamente aquella cama sin dueño permanecía intacta desde su llegada a Auradon.

Una cama que no tenía dueño, ni siquiera sabía porque era el único que no tenía compañero de habitación, además de los príncipes y princesas que estos solían tener una habitación para ellos solo pero Carlos él no lo entendía, Ben le dijo una vez que simplemente no había nuevos estudiante que la necesitaran así que él había tenido una habitación sola, una habitación que aun cuando debió hacerle feliz por completo le entristecía a cada segundo, pues aquella fría cama, aquellas paredes desnudas de decoración extra le hacían sentir que algo faltaba.

O tal vez alguien.

No tuvo tiempo para deprimirse mas, o perderse en sus pensamientos autodestructivos, como solía llamarlos Mal cada que intentaba recordar la razón de su enorme vacío, porque aquel día era importante, Carlos no sabía por qué, de hecho ninguno de ellos sabía nada, solo Ben, el cual les había convencido para salir ese fin de semana a su castillo y bueno puede que aquel lugar no estuviera lejos pero Carlos de Vil tenía que arreglarse.

Así que sin perder más tiempo el chico se levanto para prepararse para su ajetreado día, ropas nuevas fueron escogidas, más que nada para prepararse Ben tenía ideas tontas sobre sorpresas como fiestas de cumpleaños secretas o elegantes eventos donde todos parecían mirarles al no encajar, así que esa ves Carlos estaría preparado, sus ropas nuevas obviamente diseño de él y confeccionadas por Evie claro está con su toque de elegancia para no perder ese Glamur que tanto mencionaba Evie.

Cuando salió completamente vestido con el pequeño Dude en brazos corrió a buscar a sus hermanas, que se quejaban sobre ser demasiado temprano, bueno más bien Evie correteaba por toda la habitación porque su maquillaje no era perfecto o alguna tontería en palabras de Mal mientras estas molesta ojeaba su libro de magia, no es que fuera a utilizarlo pero nunca se podía estar de más preparada.

El caso es que aproximadamente una 45 minutos después y si Mal les conto con precisión aquellos jóvenes entraron a una limosina en dirección al palacio, aquello les trajo recuerdos amargos sobre su llegada a Auradon, Evie parloteaba sobre la falta de dulces de cortesía como la ultima vez, Mal se preguntaba dónde diablos estaba su novio que no se a dignaba a llevarles el mismo, y Carlos bueno el solo se limito a observar por la ventana ansioso acariciando a su perro.

Al bajar de la limosina aquello sucedió, Mal fue la primera en bajar para encontrar a un sonriente Ben que les daba la bienvenida a las puertas de su castillo, junto a él se alzaba una hermosa mujer que reconoció casi con algo de miedo, Evie casi suelta un grito de asombro al ver a la mujer que acompañaba a Ben al bajar de la limosina, pero fue Carlos quien al bajar de esta y observar a aquella se congelo al instante.

Carlos levanto la mirada para evitar tropezar al bajar de la limosina, cuando sus ojos quedaron atrapados por los de ella, esa mujer, aquella de piel canela y facciones finas, aquella que le miraba con unos enormes y profundos ojos chocolate, el pequeño niño casi pierde el aliento cuando ella les sonrió tan brillante y honesto, desatando memorias  confusas en su cabeza, pues él podría decir que conocía aquellos ojos, que reconocía esa sonrisa y peor aún podía asegurar que aquel hermosos cabello era mucho más sedoso de lo que parecía.

-          ¿Carlos? – el llamado de Ben le trajo de vuelta a la realidad pues de inmediato noto como todos aquellos presentes le miraban preocupados.

-          Lo siento… ¿ya nos conocemos? – cuestiono confundido a aquella mujer quien volviendo a sonreír nuevamente asintió.

-          No en persona, pero debiste verme en la coronación – mintió ella tranquilizando a Carlos un poco o al menos lo hizo hasta que menciono su nombre – Soy Jazmín, la reina Jazmín de Agrabah – y toda la cortesía para aquella se evaporo en aquel instante al descubrí que se trataba de aquélla que le robo el corazón de Aladdin.

Pero aquel odio hacia ella no se sentía igual, el deseo de jamás encontrarla se había esfumado y todo el resentimiento que alguna vez tuvo por ella se había evaporado de inmediato, y aquello solo le confundió a un mas.

-          ¿Esta era la sorpresa? – pregunto incrédula Mal sacando nuevamente a todos aquellos de sus pensamientos – sin ofender – se refirió a la reina con una pequeña sonrisa – pero no era lo que esperábamos.

-           Entonces porque no vemos que hay detrás de la cortina número uno – hablo Genie, aquel hombre que no había sido notado en aquel momento puesto que se apareció de la nada para abrir una cortina que flotaba en el aire con gran dramatismo.

-          Hola chicos – hablo con suavidad el hombre cuya presencia fue la razón de su llamado, hablo aquel con voz suave y tranquila para no asustarles, saludo lo que para ellos era un fantasma – es bueno verles de nuevo.

-          Al – susurro apenas audible la hija del dragón, aquella que fue cogida con la guardia baja y de inmediato se quedo sin palabras ante la figura humana frente a él, a su lado su hermana ahogo un gemido con sus manos ante el asombro de ver nuevamente a lo más cercano a un padre que tuvo.

-          ¿Mal? – llamo aquel pues el rostro de asombro de la chica fue transformado nuevamente en uno ceño completamente fruncido.

-          ¿Cómo?.... ¿Ben? – ella no sabía como explicarse, como poner en palabras todas aquellas dudas.

-          Lo he traído de vuelta Mal – suspiro el joven buscando sus palabras para evitar llamar la atención de Carlos – en cuanto Jazmín supo que seguía con vida decidió buscarlo y traerlo – claro que Ben no menciono como aquella reina había llegado llorando a él en busca de ayuda justo al día siguiente del destierro de Jay de cómo esta observo ser atacado a Al en la isla y de cómo tras una larga búsqueda secreta obviamente, más que nada por parte de Genie dieron con un hombre casi al borde de la muerte pero vivo y como este paso los siguientes días en recuperación, Ben no quería ni Al que aquellos chicos le observaran así  - otros vendrán también, gente inocente, chicos que necesiten una segunda oportunidad…

-          Eso no me importa – gruño la joven – ellos no me importan – y entonces la sonrisa de aquél hombre se hizo enorme pues era la primera vez que aquella chica aceptaba en voz alta lo mucho que le importaba.

-          También te extrañe Mal – susurro él a lo que la chica se cruzo de brazos molesta totalmente sonrojada, fue entonces que Evie salió de su shock para correr literalmente a los brazos del hombre y abrazarle con fuerza – y a ti mi hermosa princesa – aquel de inmediato le rodeo con sus brazos apretándole con fuerza, besando su frente mientras aquélla princesa trataba con todas sus fuerzas  no llorar - ¿Carlos? – llamo el hombre por primera vez al pecoso que aun se aferraba a su perro con fuerza, negándose a dejarle ir por miedo a desvanecerse – ¿Habibi? – extendió su mano libre, aquella que no sostenía a Evie con fuerza para ofrecerla al menor.

Mas aquel llamado, esa palabra llena de amor desato  una reacción diferente a la esperada en Carlos, el retrocedió,  se alejo unos pasos al escucharle llamarlo así, pues en su mente  miles de imágenes se juntaron con fuerza, aquellas que mostraban esos brillantes ojos, aquella dulce sonrisa, esos fuertes brazos que le amaban con desenfreno y causaban dolor.

Y todos los presentes lo notaron, tanto sus hermanas como Ben supieron lo que aquella palabra causo en Carlos, le vieron levantar su mano para tomar aquella pequeña lámpara en su cuello, vieron el pánico en sus ojos y se prepararon para lo peor.

-          Carlos…- le llamo Evie aun en aferrada al pecho de aquel hombre, pues temía que si se separaba este desapareciera – es Al – y los brillantes ojos de Evie se enfrentaron a los brumosos de Carlos quien de inmediato reconoció a aquel hombre que le miraba con amor y sin esperar un minuto más y tras soltar a su pequeño amigo Carlos corrió sollozante a sus brazos.

Y a aquel abrazo se unió una Mal totalmente malhumorada, luego de que Aladdin le jalara suavemente, y aquel abrazo se prolongo más de lo necesario pues tres niños se aferraban con fuerza a aquel hombre que tanto había significado para ellos, y aquel llanto por parte de Carlos se ahogo en la fina camisa que ahora vestía Al.

Esa tarde Evie no soltó a Al ningún segundo, se aferro a su brazo y conto durante toda la comida sobre su vida en Auradon, Mal por otro lado rosaba suavemente sus dedos contra la muñeca de aquel hombre en cualquier oportunidad causando una sonrisa en Aladdin pues esa era su forma de mostrar aquel afecto, pero fue Carlos quien sorprendió a todos pues aun cuando fue él quien era el más unido a Aladdin, ahora guardaba cierta distancia del árabe.

-          Evie no quería devolverme mi brazo, Mal me mira como si fuera a desaparecer a cada segundo pero tu – suspiro el hombre cuando al fin se encontró a solas con el pequeño niño, aquel que jugaba con el pequeño collar en su cuello sentado en los jardines del castillo – tu solo me ignoras.

-          Lo siento – susurro el chico, soltando el colgante y prestando toda su atención al hombre – es solo que, no quisiera molestar ahora que la has encontrado – murmuro el chico mirándole fijamente a los ojos – a tu princesa – sonrió un poco, aquella sonrisa vacía y llena de dolor.

-          Tu igual eres especial para mi Habibi – murmuro el hombre tomando la mejilla del niño para acariciar con su pulgar aquel pómulo lleno de pecas, mas al escuchar aquélla palabra aquel chico se alejo de inmediato - ¿Carlos? – pregunto confundido el hombre, pues en toda su vida aquel chico nunca rehuyó a un contacto suyo.

-          Lo siento… es solo que esa palabra-  le miro confundido el niño – no se siente bien – murmuro  tomando nuevamente su colgante llamando la atención del hombre al observar aquélla pequeña lámpara tan parecida a la de Jafar – y no sé por qué.

-          Jay – llamo su nombre como un susurro causando que aquel chico abriera los ojos con sorpresa ante aquel nombre, mas de inmediato sus ojos volvieron a ponerse brumosos y todo atavismo de reconociendo en ellos desapareció.

-          ¿Quién? – pregunto totalmente confundido, sin entender sus palabras.

-          No es nada Carlos… - sonrió aquél hombre abrazando al pequeño  - te extrañe mucho… habibi – y nuevamente aquel pequeño niño volvió a aferrarse con fuerza a su camisa y soltó nuevamente en llanto tras ser llamando así por aquel hombre.

Aladdin nunca más volvió a llamarle de aquélla forma, aquella fue la última vez, había escuchado que su niño fue hechizado para olvidar al hijo de su enemigo y si aquella palabra era un detonante no sería él quien lo impulsara, claro que no conocía toda la historia y aun cuando Evie se la explica y tras que Mal le detuviera de maldecir a aquel joven, Al nunca permitirá que el dolor atormentara a su niño, pero aquello era completamente imposible, si era precisamente en la ignorancia lo que le hacía tan infeliz.

Porque  Jay borro de la memoria de Carlos cualquier indicio de su presencia, no hubo recuerdo alguno de él, de su historia, del sufrimiento que le causo, de todo aquel amor, pero aun que aquel chico despertó sin recuerdo alguno de ese Sultán y aun que para él, el nombre Jay no significaba nada, Jay debía entender que no había magia en el mundo que pudiera engañar al corazón.

Así que había dejado a un chico totalmente destrozado sin querer, ignorante de la razón de toda su soledad, de aquel gran dolor en su corazón, un chico que pasaba las noches llorando a mares aferrado a un colgante sin saber la razón, pero para Jay aquello era preferible a esperar una vida entera a alguien que probablemente nunca regresaría. 

**************************

La oscuridad de la noche no logro ocultar su presencia de aquellos enemigos de su padre, de los seres que condeno a vivir penurias en aquel lugar, sin conocer bien aquel lugar había logrado sobrevivir el tiempo suficiente con vida hasta ahora, la pequeña esperanza de poder regresar a los brazos de su hermoso niño le mantenían luchando, el fuerte agarre de aquella que se deslizaba por su cuello, su única compañía le mantenía cuerdo y el dolor en su corazón le mantenía alerta todo el tiempo.

Pero como cualquier otro ser humano Jay se cansaba, él como todos alguna vez presas del agotamiento caía rendido bajando sus defensas, fue así como consiguió estar en esa situación, su actual escondite no era lo suficientemente bueno para mantenerlo seguro y pronto fue encontrado.

Corrió entre las calles, aquellas que aun no conocía muy bien, salto entre rejas, evitando cualquier obstáculo para escapar de sus captores, pero aquellos aventajados por conocer aquel terreno pronto le acorralaron.

En el pasado Jay sabia librarse de aquellos problemas, al principio escapo para buscar el placer de la  carne entre las bellas jovencitas del reino, así que huir entre las calles, trepar paredes y deslizarse con facilidad entre ventanas de casas extrañas no era algo nuevo para él, sobre todo si tenias a los hermanos o padres de tales chicas pisándole los talones, otro problema eran los guardias o cualquier otro que quisiera atrapar a un “ladrón” que era lo que el parecía por ir escabulléndose y totalmente cubierto de pies a cabeza.

Así que el sabia escapar, pero también defenderse, la guardia real habían sido sus maestros en la defensa, había estudiado muchas clases de luchar y derribados a grandes peleadores de su pueblo simplemente por diversión o para  impresionar, pero si algo realmente iba mal, la tenía a ella a Azim, aquella amada cobra que se abalanzaba al enemigo sin dudar para clavar su veneno.

El también tuvo magia, aquella que le ayudo de muchas maneras, que lo convirtió en alguien mucho más poderoso, que le dio el poder para convertir a Azim en una de las mujeres más letales de Agrabrah pero sobre todo que le hicieron volverse dependiente de ella y lo volvieron inútil.

Así que Jay al principio, desorientado y confundido ante la pérdida de magia tardo más de lo esperado para poder ponerse al día y recordar su entrenamiento con sus queridos maestros.

Cuando aquellos que le perseguían lograron hacerse con el todo paso demasiado rápido, en un segundo dos de ellos sujetaban al joven contra la pared amenazándole con un enorme cuchillo y al segundo siguiente uno de estos era atacado por aquella cobra, los colmillos de Azim se hundieron en la carne del hombre que se atrevía a tacar a su niño, mientras el segundo atacaba a Jay ignorando a su compañero que aullaba de dolor.

Y un segundo ataque de arma blanca fue evitado por Jay que de inmérito busco como defenderse, pateo al hombre entonces mientras él desde el suelo buscaba algo que le pudiera servir de arma, una tabla suelta algo húmeda y mohosa fue su única opción y de inmediato ataco al hombre, pero un tercero se alzo desde las sombras para golpearle con un gran tubo de metal, el segundo hombre aprovecho entonces para intentar volver a hundir su cuchillo en la carne del ex Sultán, quien aun dolido por el golpe en su espalda se agacho justo a tiempo para evitar aquel ataque.

La filosa chuchilla se lleno de sangre aquella noche, la sangre real fue derramada en aquel ataque, pues aun que Jay intento apartarse demasiado lento el chichillo paso a cortar parte de su hombro, el tercer hombre aprovecho para intentar golpearle otra vez, por suerte Azim había soltado a su víctima aquella que yacía muerta entre la peste del callejón, se deslizo con rapidez alcanzado la pierna del agresor y volviendo a enterrar sus afilados colmillos inyecto nuevamente su veneno.

Jay toco la herida en su hombro aquella que dolía horrores, recodándole lo que tendría que afrontar desde ahora, el cuidado que tenia tener si no quería morir, debió prestar mas atención pues ente sus pensamientos perdidos aquel hombre volvió a abalanzarse contra él para intentar matarle, nuevamente aquella cuchilla se lleno de sangre de Jay, pero esta vez el corte poco profundo de su pómulo era el resultado, Jay empujo al hombre haciéndole caer y tras tener ventaja procedió a golpear con fuerza la cabeza a aquel hombre hasta matarle.

El se dejo caer rendido en la pared de aquel sucio callejón, rodeado de aquéllos cuerpos ahora sin vida de sus agresores su mejilla sangrante  ardía ante el contacto con el aire nocturno, su hombro no parecía estar en mejores condiciones y toda la espalda la tenia llena de golpes, aquello dolía y demasiado, la desesperación se hizo presente entonces en aquel chico.

3 semanas, 4 días y 7 hrs desde su llegada a la isla y ya había tenido que evitar más atentados contra su vida que todos aquellos años en Agrabah, 3 semanas, 4 días y 10 hrs desde que vio por última vez a su amado Carlos, Jay no creí que podría sobrevivir en aquel infierno, no cuando media isla quería verle muerto.

Dejo caer la cabeza contra la fría pared a su espalda, cerró los ojos tragándose la desesperación, la ira, el miedo de permanecer más tiempo en ese lugar, 3 semanas, tres largas semanas que para el parecían ya una eternidad que no llegaba a su fin, Jay no podía, realmente no podía seguir con eso, no cuando  recordaba todo el mal que le causo a su amor, no cuando vio la cara de dolor en su madre, no cuando ataco al único amigo que alguna vez tuvo y le obligo a condenarle a esta prisión.

Lagrimas de desesperación se deslizaron por su mejillas, la sal ardía al entrar en contacto con aquél corte en su mejilla, pero el dolor era nada comparado a la soledad que sentía en aquél momento, sintió algo frío deslizándose entre su pierna,  pero aquel chico estaba tan cansado de aquella mierda que  ya no le importaba, el no quería seguir luchando.

Azim se alzo orgullosa sobre el regazo de su niño, notando como la desesperación  el llenaba, como todo el dolor  y soledad golpeaban directamente a Jay derrotándole, mas ella no iba a dejarle caer, no ahora que mas necesitaba ser valiente, no cuando aun tenía una vida por delante, no cuando un pequeño niño le esperaba de vuelta de aquella prisión.

Jay sonrió al notar aquel gesto, como su  amada amiga frotaba su cabeza contra su mentón, como aquélla lengua daba suaves toques a la herida en su mejilla, como aquellos ojos llenos de preocupación le animaban a seguir, Azim tenía razón, el no podía rendirse, no sin antes darlo todo, no sin dar pelea, el era un príncipe, no él era el Sultán de Agrabah, aquel que mato a Jafar y reclamo la corona, aquel gran genio que casi logra matar a el rey de Auradon, el no se dejaría vencer por unos simples ladrones resentidos.

Tomando nuevamente fuerzas Jay se levanto del inmundo piso, Azim se enrosco nuevamente alrededor de su cuello alerta ante cualquier peligro mientras su niño se acercaba a los cuerpos de sus atacantes y les revisaba para tomar cualquier cosa que le pudiera servir, el chuchillo que le causo heridas fue lo mejor que encontró y sin esperar ni mirar atrás aquel joven se perdió entre la oscuridad de la noche para buscar otro nuevo escondite donde intentar sobrevivir.

Evie suspiro mirando su espejo mágico, aquel enorme regalo del Genie después que el suyo había sido quebrado, y bueno era el espejo de su madre después de todo, era la legítima dueña, además la reina Jazmín no deseaba tenerlo en su castillo.

Así que Evie observo aquel atentado, observo la desesperación en el rostro de Jay así como también sus renovadas fuerzas, ella ya tenía a su madre en la isla la cual había prometido mantener sus oídos en alto ante la mención de Jay, pero poder observar con sus propios ojos como aquel que tanto daño causo a su hermanito no podía perdérselo, y aun así aquello no le causo placer, pues aún cuando debía sentirse feliz de que aquel bastardo tuviera su merecido ella no pudo evitar sentir pena, y tal vez un poco de empatía por el joven que sufría tanto o más como su pequeño hermanito que no podía recordar  nada.

Ella secretamente rogaba cada noche por que Jay permaneciera un día mas con vida, rezaba para que aquel joven sobreviviera y regresara, pero sobre todo ella pedía por la felicidad de Carlos de Vil.

**************************

16 años, Carlos de Vil cumplía 16 años de edad y lo que debió ser una celebración en grande porque enserio Ben estaba completamente empeñado en compensar todas las fiestas de cumpleaños faltantes por los chicos que en cada cumpleaños lanzaba una fiesta “sorpresa” espectacular para cada uno de ellos, y esta vez era el turno de Carlos, y no es que su cumpleaños 15 no fuera espectacular, fue fantástico, con todos los de la escuela, si incluso Chad mirándole con pena, con Jane negándose a salir con él, por alguna extraña razón, con Aladdin alejándose una respetable distancia debió a los cuchicheos de media escuela, con Ben caminando de puntitas a su alrededor y con el equipo de Tourney ignorándole por alguna clase de resentimiento hacia él.

No es que Carlos tuviera la culpa realmente, pero gracias  a Ben cualquier mención de Jay y su relación con Carlos quedo prohibida cerca de él, más que nada porque de cualquier forma Carlos lo olvidaría en minutos después de su mención y no tenia caso intentar molestarle con eso, cuando Jane fue invitada por el niño esta de inmediato rechazo la invitación y salió corriendo negándose a dar más detalles y bueno Aladdin simplemente mantenía su distancia por qué no sabía cómo decirle aquella noticia y el equipo de Tourney, bueno ellos le culpaban por el cambio tan drástico de Jay y su desgracia.

Meses más tarde de su cumpleaños decimo quinto, el nuevo Sultán de Agrabah anuncio el nacimiento de  su primogénito, un pequeño adorable, que Carlos adoro en un instante, meses más tarde nuevos niños villanos llegaron a Auradon y se incorporaron lentamente a una vida segura ahí, meses más tarde incluso aquellos gemelos que lo intimidaban en la isla sabían que Carlos de Vil fue tan ruin como para hacer caer a un príncipe en la locura sin ningún castigo, en la cúspide de su dieciseisavo cumpleaños ningún otro niño villano se atrevía a meterse con él, no solo por sus dos intimidantes hermanas, o por aquel rey tan protector con él, todos los que alguna vez vivieron en la isla conocían aquel rumor que le daba su respeto.

Cruella de Vil puede que no consiguiera su abrigo de pieles, pero aquel chico había logrado algo, inicio una guerra, destruyo la cordura de un buen joven y lo culpo por sus crímenes, para varios de esos chicos, Carlos era una leyenda entre ellos, una erróneamente venerada.

Al menos ahora no tenía que sufrir intimidaciones o abusos, nadie quería acercarse a él.

Así que ahí estaba en el estacionamiento de la escuela mirando incrédulo a Ben mientras este le ofrecía unas llaves, las llaves de un automóvil, uno que parecía nuevo, de su jodido automóvil nuevo.

-          ¿Me estás dando un porche por mi cumpleaños? – Carlos miraba al joven rey que le extendía las llaves, miro el automóvil rojo y negro que brillaba en el sol, aquello si había sido una sorpresa, se esperaba una ridícula e innecesaria fiesta pero esto era algo nuevo.

-          No… bueno es tuyo – trato de explicarse el rey, pero como decirle que tras  el incidente con su memoria todos decidieron mantener las cosas en calma para él, por lo que de inmediato Ben mando a guardar a su catillo aquel automóvil y tras discutirlo mucho tanto las chicas como el creyeron que  ahora era el momento justo para dárselo, después de todo no podían mantenerlo en secreto por siempre - pero yo no te lo estoy dando, yo lo mantuve guardado hasta que fueras legal para conducir.

-          No vi que le dieras uno a Evie o a Mal – mas aquel chico aun desconfiaba, el no se creía merecedor de un porche, el no se creía merecedor de nada realmente y la actitud de aquel rey solo le confundía mas.

-          Joder Carlos  solo toma las llaves – y Mal al fin estallo ordenándole aceptar el costoso regalo que su novio le entregaba, cuando era obvio que estaba incomodo con él.

-          Es un regalo, uno que era tuyo – volvió a mirarle el rey, suplicante con la mirada para hacerle aceptar aquello.

Y Carlos les miro incrédulo por un minuto antes de tomar las llaves de las manos del rey y subir al automóvil, aquello fue extraño, nada mas tocar el cuero que cubría al volante y sentarse  dentro trajo a él un enorme dolor de cabeza, el conocía ese auto, el aroma le era familiar, la risa aun podía escucharse atrapada entre los asientos, y como si una señal se tratara giro su mirada al asiento vacío del copiloto para encontrarlo vacio, sus ojos nuevamente se llenaron de lagrimas sin entender la razón, al momento que aquella tristeza le lleno.

-          ¿Carlos? – Evie llamo mientras a su espalda aquella pareja seguía discutiendo aquella idea - lo siento no creí que esto pasara – se disculpo acercándose al la ventanilla del auto para intentar consolarle.

-          Sabía que era mala idea – de inmediato Mal dio un par de pasos hasta acercarse a ellos dispuesta a sacarle de ahí y alejarle - debemos destruir ese auto y…

-          No – murmuro Carlos mirando a su hermana con suplica – por favor no… me gusta, este porche, realmente me gusta.

Carlos se aferro a ese automóvil como un peluche favorito, tratándole con cuidado y manteniéndole seguro y cuando se graduaron y mudaron el auto fue con él, incluso cuando Ben ofreció cambiarlo por otro como regalo él se negó.

Ese auto significaba tanto saber porque.

-          ¿Hey bebé estas bien? – llamo aquel chico que le abrazaba por los hombros, Farid el chico que sin él saberlo era el reemplazo de Jay, de aquel sueño que nunca lograba recordar, de aquel ser que anhelaba con todo el corazón, aquel  que al igual que Jay venía de aquel reino entre las arenas del desierto, cabe mencionar que en cuanto ellos comenzaron aquella relación y sus hermanas lo descubrieron estas casi tienen un infarto, pues Carlos aun sin saberlo había elegido como nuevo flamante novio a la copia de Jay, ambos tenia aquella piel bronceada, los mismo profundo ojos color marrón, y aquellos cabellos tan largos como para atarse en una coleta baja, incluso su cuerpo y altura eran parecidos, sin embargo tenían sus diferencias, pues aquellas facciones en el rostro de Farid lo hacían diferir mucho del apacible rostro de Jay, cuando estaba de buen humor, además la forma en la que el chico le miraba no era ni la sombra de todo el amor con el que Jay alguna vez le miro, pero si eso era necesario para que Carlos saliera de su dolor, las chicas lo aceptarían, después de todo ese era el objetivo de Jay con aquel hechizo, que Carlos pudiera hacer una vida normal.

-          Si… lo siento solo, nos vamos – murmuro Carlos saliendo de sus pensamientos, pues se había perdido mientras su novio hablaba de algún aburrido tema sobre el que no tenía interés, mas Carlos siempre lo escuchaba, aguantaba por que eso era lo que hacían las parejas, aun cuando Farid estuviera en contra de que el diseñara o paseara perros todas las tardes arruinando su tiempo juntos.

-          ¿Quieres que yo conduzca? – pregunto tentativo, al ver al joven aun distraído, importándole poco realmente si estaba bien.

-          ¡NO! – aquello le alerto de inmediato, nadie, pero absolutamente nadie conducía su porche, al principio lo atribuyó a que aquello era  lo primero que realmente le pertenecía, mas después se dio cuenta que simplemente no quería que nadie aparte de el se sentara tras el volante, no, eso se sentía mal  como si traicionara a su porche por dejar que otras manos le tocaran, joder ni siquiera Evie lograba conducirle.

-          Oh vamos Carlos somos novios no voy a chocarlo o algo, estas paranoico – aquel joven le soltó de inmediato burlándose de la posesividad de  su novio.

-          Lo siento… tienes razón – suspiro el joven aun, notando lo ridículo que era, lo torpe que parecía por aferrarse a algo material así, fue entonces que aun lleno de dudas entrego las llaves a su novio y por primera vez dejo que alguien más le llevara a casa, Carlos se aferro todo el viaje a la pequeña que colgaba de su pecho en un intento de tranquilizarse, mientras su sonriente novio disfrutaba por manejar aquel automóvil.

Pero aquella primera relación o lo más cercano a una que tuvo el pequeño Carlos pronto se quebró en mil pedazos.

-          Espera... – susurro aquel chico empujando a su novio que seguía besando su cuello – no, Farid para…  - empujo mas fuerte cuando el enorme cuerpo del joven le aprisiono contra el asiento del pasajero, pues desde aquel día aquel era quien conducía a cualquier lugar que iban, incluyendo aquella colina alejada de la ciudad - dije que no – Carlos molesto ante la insistencia de su novio empujo con fuerza, con todas aquellas  usando sus piernas como palanca para lanzarlo hasta el otro lado del vehículo, muchos creían  erróneamente que él era el más débil y todos ellos fueron sacados de su error cuando el realmente e enfadaba y se sacaba de encima a aquellas molestias, como su insistente novio.

-          Vamos Bebé no me dejas tocarte ni un poco – suspiro fastidiado el joven, ya acostumbrado a las evasiones del menor - estamos saliendo, el sexo debería estar pasando ahora.

-          No puedo… simplemente no puedo ahora – se excuso Carlos, desviando la mirada, cubriendo con una mano la parte de su cuello donde aquel otro joven había posado sus labios con mucha insistencia, sintiendo aquel toque demasiado desagradable.

-          No quieres tener sexo, no puedo tocar tu auto, mantienes ese perro a todos lados incluso a las citas y tienes una mansión llena de perros… que no puedes ser normal, incluso besarte es toda una faena – exploto al fin aquel joven, golpeando el volante del auto con su puño.

-          ¿Disculpa? – Carlos miraba asombrado el arrebato de ira de su novio, aquel que le recriminaba por ser simplemente el.

-          Sé que eres de la isla Carlos, los chicos igual aquí se aburren si no les das un poco de sexo – fue su argumento, aquello que se suponía debía convencer a Carlos, un ultimátum, y bueno eso le molesto, Carlos de Vil vio rojo cuando aquel chico le recriminaba por no ser como los demás.

-          Fuera – ordeno sentándose completamente firme en su asiento pero evitando mirarle.

-          Oh vamos nene… estaba bromeando – rodo los ojos el joven creyendo que aquello era una broma, volviendo a acercar nuevamente al chico para intentar besarle.

-          ¡¡¡Bájate ahora!!! – mas aquel le empujo nuevamente mirándole furioso.

-          Bien… estas igual de desquiciado que tu madre – gruño él mientras se bajaba del automóvil, ignorando mirar a Carlos y caminado unos pasos para alejarse, no vaya  hacer que el joven lo arrollara - seguramente haces abrigos de sus pieles también – mas Carlos ya no le miro, el de inmediato tomo asiento en el conductor y condujo ignorando aquella ultima parte.

Mas aquello había desatado una horrible memoria en Carlos, su madre, aquella que tanto tiempo le grito, le menciono lo roto e inútil que era regresaba nuevamente, aquél chico condujo su automóvil a gran velocidad ignorando las reglas de transito, su propia seguridad, tragándose aquellas lagrimas que amenazaban con caer por sus ojos, condujo lo más rápido que pudo hasta aquel lugar que él llamaba hogar, el único donde se sentía seguro.

Carlos se sentó en aquel espacioso balcón sobre cojines manchados de blanco y negro que le recordaban a los dálmatas, un tributo a su madre, después de todo se encontraba ahí, en esa mansión donde ahora cientos de perros vivían tranquilamente, claro que aquello no era fácil, criar a tantos animales, cuidarles y darles todo lo necesario era demasiado trabajo para él, por eso para el trabajo era importante, necesitaría mucho dinero si quería seguir manteniéndoles, contratar más personal y garantizar el buen cuidado de ellos.

Dude, su gran amigo lamio suavemente su mano llamando su atención, de inmediato se encargo de subirle junto a él, de poder contemplar con desde donde él podía todo aquel basto patio, aquellos animales que corrían libremente por la propiedad.

Aun cuando casi toda la mansión se había remodelado para albergar a esto animales existían unas cuantas que aun se podían usar por humanos, esta era una de ellas, la suya, el lugar donde huía cuando las presiones de la escuela eran demasiadas, cuando no quería preocupar de mas a sus hermanas, cuando simplemente algo no salía bien, como ahora que no entendía por qué le pasaba aquello.

-          Tal vez hay algo mal conmigo Dude – suspiro el chico dejando de acariciar al pequeño animal y volvió a recargarse contra  el barandal – tal vez no estoy hecho para las citas – hablo recibiendo un pequeño gruñido por parte del pequeño can – claro que lo eh intentado… todo… pero – ignoro aquel gemido procedente de su amigo peludo, entendiéndole perfectamente – es solo que no se siente bien, cuando me tocan – susurro bajito llevando sin notar su mano para sujetar aquel brillante colgante en su cuello – es incomodo… como si no estuviera bien – el chico dejo de mirar al pequeño perro ahora que le miraba reprobatoriamente – tu no entiendes Dude… es como si – poso su vista mas allá del jardín, mas allá de los árboles frondosos que ocultaban la mansión de los curioso, mas allá de la nada – como si hubiera olvidado algo realmente importante – y el pequeño perro  se limito  a acurrucarse con el niño, negándose a decirle la verdad, manteniendo guardado aquel secreto que todos a su alrededor parecían ocultar.

Pues qué bien le haría a él, un chico contarle una historia fantástica sobre el amor si a las pocas horas, cuando volviera a despertar lo olvidaría y se volvería a sentir más vacio que nunca.

-          Creo que estoy enloqueciendo  - suspiro nuevamente el niño -  igual a mi madre – y entonces una suave melodía emano de su garganta un simple murmullo que entonaba cada que buscaba consuelo, y se aferro nuevamente a la pequeña lámpara negra, susurrando aquella melodía al viento, dejando que fuera este que se llevara todos su miedos y tristezas ansioso por poder llenar aquel vacio.

Carlos no lo sabía, pero en una isla, a kilómetros de ahí mas allá de la barrera que impedía el escape para cualquier un joven miraba de igual manera el horizonte y de sus labios brotaban la canción más hermosa que alguna vez alguien ha entonado, aquella que encajaba a la perfección con su melodía.

**************************

Aquel joven era persistente, su padre había sido enviado injustamente a aquella isla después de todo, había  nacido por un simple descuido de este, por que el dolor de ser alejado de su verdadera familia le llevo a caer en manos de una mala mujer, aquella que le abandono con un niño recién nacido, así que aquel pobre niño sin culpa alguna creció para convertirse en un joven alimentado por el resentimiento, por la ira y la venganza, por el único deseo de su vida vengar a su padre aquel que murió hace un año exactamente, así que él  en memoria de su padre se vengaría por él, tomaría la vida del hijo de aquél que lo aprisiono y condeno a esa miseria, ese chico mataría al hijo del Sultán.

Jay era su objetivo, muy pocos realmente lo habían visto, incluso aquellos que eran condenados a la isla y tenían la fortuna de conocer al joven Sultán solo recordaban aquella mirada de desdén, aquella que apenas si les daba demostrándoles que para él ellos no valían nada, pero los rumores se esparcían, muchos de ellos sabían dos cosas de aquel príncipe, la primera de ellas era que durante el reinado del Jafar el joven príncipe siempre iba acompañado de una hermosa cobra aferrada a su cuello, aquella que seguramente aun le serviría, aun cuando los nuevos rumores decían que era una hermosa mujer quien le acompañaba ahora y dos, el más importante de todos aquel príncipe era poseedor de una magia inimaginable, aquella que le protegía mas en aquella prisión, un lugar sin magia se encontraba vulnerable.

Así que el chico lo busco, sumido en la desesperación y tristeza, en el dolor y ansias de venganza vacía lo siguió incluso hasta el otro lado de la isla con el único objetivo en mente de matarle, el sería fácil de reconocer ¿qué otro joven árabe traería con él una cobra negra alrededor de su cuello?

Fue gracias a él que Jay descubrió como es que lo reconocían tan fácilmente, debió darle las gracias a aquel chico confundido que no tendría un poco más de su edad que supiera ahora como esconderse mejor, como su largo cabello, sus facciones y su amiga le delataban como el enemigo más buscado de la isla, ahora él sabía lo que debía cambiar para dejar de ser perseguido con tanta persistencia.

Jay miro entonces el cuerpo inerte de aquel chico que tras darle aquella información, aquel que le escupió todo su dolor en palabras y la razón por aquel ataque que se le ocurrió un brillante plan, o al menos lo sería si no fuera porque tenía un detalle erróneo, aquel joven venia del otro lado de la isla, nadie le conocía en esta parte y su muerte innecesaria, el realmente no quería matarle pero el joven era muy insistente, no sería desperdiciada, después de todo aquel chico tenia rasgos árabes al igual que el.

Arrastro entonces el cuerpo de aquel  chico hasta un lugar seguro donde no sería encontrado, buscando la manera de completar su engaño, si ellos esperaban encontrar a un joven con una cobra enroscado en su cuello él se los daría, el problema sería encontrar otra serpiente, cualquiera pudiera servir, dudaba seriamente que quien encontrara el cuerpo pudiera ver la diferencia, además matar a Azim estaba fuera de discusión, aun cuando ella sumisamente acaricio su mejilla dándole el permiso para hacerlo.

Había otra opción, escucho el rumor de una mujer que coleccionaba pieles de exóticos animales, alguien que amara tanto las pieles así debía tener al menos una piel de alguna serpiente, cualquier cosa podría servir solo necesitaba los restos para que estos fueran encontrados y dejaran de perseguirle, el problema, era que esa mujer era uno de los villanos más temidos del lugar, aquella que controlaba junto con la Reina Malvada  el lugar luego de la fuga de Maléfica, aquella que corría el rumor haría un abrigo de tu piel si intentabas robarle.

Cruella de Vil

La madre de Carlos, él sabía que no debía ir, su plan era estúpido después de todo, nadie creería que aquel joven fuera él, y aun cuando encontrara la piel de serpiente alguien podría reconocerle y echar abajo su coartada, además del hecho que intentar robarle a la madre del chico cuyo corazón rompiste no era una buena idea.

Y sin embargo Jay quería golpearse la cabeza en cuanto entro a aquella vieja casa, el crujir de los pisos  a cada paso le hacían helar la sangre de inmediato, mas ya estaba adentro no podía echarse para atrás, no ahora que estaba cerca de librarse de aquellos que lo perseguían, así que entro a hurtadillas, tratando de hacer el menor ruido posible, el había leído las historias  de aquella loca mujer desquiciada y aun que no le tuviera miedo él era precavido, pronto encontró un armario uno en el cual miles de  pieles se acomodaban con gran precisión y esmero, pensó que tal vez si buscaba mejor dentro tendría suerte y encontraría la piel que buscaba, apenas si dio un paso dentro de aquel enorme armario cuando el siseo de Azim le detuvo, eso solo significaba una cosa, peligro.

Trampas de osos, la jodida vieja loca tenia trampas de osos en el suelo de su armario, Jay pronto lo descubrió tras agacharse, con todo el cuidado que pudo procedió a adentrarse cada vez más en aquel enorme armario que parecía no tener fin, ni una piel de víbora al parecer, justo cuando creyó que no encontraría nada mas, una pequeña puerta al otro lado le recibió, con mucho cuidado, a saber que otra case de trampa la vieja desquiciada pondría la abrió lentamente, aquello era un pequeño cuarto, uno demasiado chico que parecía totalmente inútil, iba a dar media vuelta cuando algo le llamo la atención, en una esquina sobre lo que parecía ser un colchón viejo lleno de bultos una almohada con la insignia real de Auradon estaba colocada, la curiosidad fue más grande por lo que de inmediato se acerco a ver qué era eso.

No era un secreto que todo lo desechado de Auradon llegaba a la isla pero le pareció curiosos que Cruella tuviera esa almohada justamente en un lugar así y no en su cama, pronto el siseo nuevamente de Azim le ayudo a responder a su pregunta, pues  aquella amiga se había deslizado suavemente para acercarse a una bolsa de plástico totalmente negra, nuevamente y esta vez alentado por Azim Jay reviso el contenido de esta, casi tropieza con los pedazos de metal y cables rotos que ahí se encontraban, basura seguramente, con mucho cuidado miro dentro de la bolsa para sacar lo que parecía ser una playera, estaba vieja, rota pero muy limpia, de hecho todo parecía estar muy limpio dentro de esa bolsa, un par de camisas mas fueron sacadas y botadas a aquella cama, cuando encontró un par de short negros aquello hizo clic en su mente.

Jay miro nuevamente el pequeño espacio a su alrededor, los cables y metales esparcidos, la ropa ahora tirada en colores blanco, negro y rojo, el colchón viejo, el burro de planchar que se acomodaba en una esquina, eso parecía la habitación de algún sirviente, un esclavo tal vez.  

“No parece que vayas a extrañar tu cama eh.

No… no tengo una.”

Estaba en la habitación de Carlos, el recuerdo de aquella vez en la que su niño se dejo caer con emoción en el firme colchón de su habitación aquella primera noche le golpeo de inmediato, aquello era a lo que se refería, su hermoso niño vivía ahí, Cruella ni siquiera le daba una habitación, de las cuales se veía tenia demasiadas, esa maldita perra que abusaba de su niño lo encerró en ese pequeño cuarto junto a esas trampas de oso, ¿para qué?

¿Para que cuidara de sus pieles?

Aquello fue el detonante, Jay hirvió nuevamente en ira ante la imagen mental de Carlos acurrucado en ese lugar con frio luego de ser golpeado por su madre, Cruella debía agradecer que su magia estaba bloqueada de los contrario esta hubiera estallado y quemado todas sus pieles en un segundo, Jay puede que le causara mucho dolor, el rompió su corazón de la forma más vil de todas, pero él incluso le ama, le amaba más que a su propia vida y ahora se encargaría de hacerle saber a esa maldita  todo el dolor que le causo a su amor.

Jay salió nuevamente ahora con más sigilo que antes cerrando la puerta con cuidado y tras revisar la casa tras percatarse que estaba vacía, espero, se sentó en uno de los sillones de aquella mujer reviso cada uno de sus instrumentos, tomo aquello que necesitaba y espero paciente.

Cuando el sonido de neumáticos chillando al derrapar en la puerta se hicieron presentes Jay sonrió con anticipación, ver la mirada confundida de aquélla mujer al ser recibida por un extraño en su propia casa le lleno de satisfacción, mas antes de que Cruella pudiera hacer algo más un golpe la dejo inconsciente.

Cuando despertó el humo de un cigarro era soplado en su nariz, atada en medio de su sala de estar en una de sus sillas viejas, frente a ella y fumando aquel valioso cigarro se encontraba el joven que irrumpió su casa, ella grito, soltó insultos a diestra y siniestra, amenazas para ser liberada, mas el chico simplemente sonrió y lentamente hundió el cigarro en su piel.

Un chillido nuevamente salió de su garganta causando una sonrisa por el joven que nuevamente hundió la punta caliente de este en su piel, y la hundió una y otra vez, desgarro la ropa que esta vestía, su amada chaqueta para poder quemarla con la punta en otros lugares, en sus hombros, en su pecho, en todos aquellos  puntos específicos que él podía recordar, aquellos en los que vio la sombra de una cicatriz en la piel de su amado Carlos.

Jay soltó el humo en su rostro nuevamente burlándose de aquélla mujer mientras esta le gritaba e insultaba y cuando los cigarrillos se acabaron, tomo una fusta entre sus manos, aquélla que dejo marcas rojas sobre la piel morena de la mujer y nuevamente desgarro sus ropas para dejar mas piel expuesta y aquella fusta se impacto contra sus piernas desnudas, contra sus mejillas magulladas, golpeo con fuerza hasta hacerla sangrar, hasta hacerle saber lo mucho que sufrió aquel pequeño niño.

Cuando él le menciono, cuando el nombre de Carlos salió de sus labios como la razón de aquella tortura, los ojos hinchados de ira volvieron a insultarle, cuando Cruella se atrevió a llamar a su precioso niño “perro bastardo” Jay azoto con tanta fuerza aquella fusta contra el rostro de la mujer que incluso Azim siseo de dolor.

Pero el no la mato, no, eso sería muy fácil, Jay le haría sentir el sufrimiento, le haría pagar por cada lagrima de Carlos, el la dejaría ahí morir de hambre, le haría desear su muerte mientras la torturaba suavemente, y cada uno de sus abrigos fueron destrozados frente a ella, quemados o simplemente raidos y cada que aquella mujer volvía a mencionar el nombre de Carlos el frio metal de su cuchillo se clavaba en su piel para hacerla chillar como un cerdo.

El perdió la noción del tiempo, no supo cuanto realmente había pasado desde que llego al lugar, en algún momento dos hombres intentaron entrar a la casa y el simplemente tuvo que matarles, aun no se sentía bien hacer eso, sus manos temblaban cada que tomaba una vida, pero aquí, donde solo el más fuerte sobrevivía no tenía mucha opción al respecto, así que un nuevo día llego, la poca comida en aquella casa se termino la noche anterior y aquella mujer apenas si podía respirar.

Jay decidió terminar con aquello, esa mañana se levanto del sofá que había tomado para sí, tomo un baño entre los jabones “lujosos” de aquella mujer, y tras mirarse frente a un espejo tomo una decidió, tomo entonces unas tijeras cercanas y lo corto, mechones de cabellos cayeron a sus pies, el no pensaba realmente seguir con el plan de fingir su muerte, eso se había arruinado hace tiempo, el cuerpo seguramente no serviría mas y no estaba interesado en esconderse, no así, el prometió sobrevivir, el vivirá, no se iba a dejar rendir, Jay dejaría a el príncipe mimado atrás, aquel que debió quedarse en Auradon y se enfrentaría a las consecuencias, ya era hora de creer y madurar para él.

 

Por eso corto su cabello, el ya no se parecía más a su madre después de todo, la enorme cicatriz en su pómulo había alejado todo parentesco con ella, el no tenia mas necesidad de dejar creer su cabello para sentirse merecedor de su amor, el ya no era un príncipe, no, aquí el simplemente era Jay, el chico que intento tomar un reino, aquel que intento asesinar a la familia real, el era simplemente un villano, había sido completamente irónico, la única razón por la que todos esos años Jay mantuvo su cabello largo, la necesidad incesante en parecerse mas y mas a su madre y alejar toda su apariencia de Jafar, de su padre de aquel que tanto daño le causo a Jazmín y ahora mirarlo aquí entre la escoria, entre criminales, aquí se hallaría su padre si hubiera sido derrotado por Aladdin.  Jay ya no tenía que temer que su madre viera en su rostro el recuerdo de Jafar, del hombre que le obligo a tenerle, no ahora que el mismo se había hecho de un crimen peor.

Azim miro sorprendida como su amado niño salía del baño completamente cambiado, sus largos cabellos ahora estaban completamente cortos, su mirada distanciaba mucho de aquella asustada con la que llego a la isla y su determinación parecía otra, tal vez aquello no le gustaba, pero esto era la decisión de su Jay y ella siempre le seguiría, el ruido en la cocina llamo pronto su atención, alerta en todo momento Jay se adentro con cuidado a esta, su sorpresa fue grande al encontrar a un pequeño y esponjoso gato rebuscar entre los armarios.

-          ¿Belcebú? – llamo a la pequeña bola de pelos que de inmediato y ante la mención de su nombre a sus pies se frotaba con ansias contra él, en su hombro aquella hermosa cobra se alzo molesta por la presencia de aquel animal – creo que tenemos un nuevo amigo – suspiro el chico inclinándose al fin a recoger a tan insistente animal para acercar a la altura de sus rostros - ¿Qué te parece Azim? – mas aquella se limito a mirarle con reprobación a la vez de que sacaba su larga y bifurcada lengua para sisear molesta volviéndose a enroscar en su cuello.

Y la suave  risa del joven árabe inundo la habitación mientras se marchaba de ella tomando para si aquel animal, adentrándose nuevamente a la sala donde el cuerpo ya sin vida de aquella mujer se enfriaba lentamente, Jay empujo aquel cuerpo con su  bota, asegurándose de que estuviera muerta, y tras esto salió por la puerta principal con aquella hermosa cobra en su cuello, bajo el brazo un peludo animal y sobre su hombro una pequeña bolsa, nadie tenia por que saber que esta podía o no contener cierta camisa de cierto niño pecoso, pero no es como si la fuera a necesitar ahora.

Semanas más tarde y debió a que un par de ladrones entraron para robar cualquier cosa de valor el cuerpo sin vida de Cruella de Vil fue encontrado totalmente mutilado en la sala de estar, rodeado de pieles destrozadas y trampas para osos.

Nadie lloro su muerte,  tan solo un pequeño pecoso de hermosos rizos bicolores que tras recibir la noticia gracias a la reina Malvada, Evie se había enterado mucho antes, de hecho ella había presenciado toda la tortura que Jay había causado a aquella mujer sintiéndose agradecida con aquel joven, que con aquel acto de brutalidad había ganado algo de la aprobación y simpatía de la joven princesa, mas decidió esperar a que su madre diera la noticia oficial, después de todo la reina Malvada era la informante oficial de Ben sobre lo sucedió en la isla según el pequeño acuerdo al que llegaron, así que Carlos  se encerró en su habitación por días a llorar por una madre que nunca lo amo, a guardar luto por aquella que jamás le vería como algo más que un sirviente, aquellos días Carlos lloro porque al fin era totalmente libre.

Semanas más tarde y gracias a que alguien había logrado observar salir al chico de la cobra en su cuello el rumor de aquella verdad se esparció por la isla, el hijo de Jafar era tan ruin y despreciable mucho más que su propio padre, mucho más que aquellas mujeres que controlaban la isla como para atreverse a torturar hasta la muerte a una de ella, ese fue el primer escalón para que Jay pudiera garantizar su sobrevivencia en la isla y aquello parecía funcionar. 

Notas finales:

Sé que dije que este sería el final pero quería poner parte de la vida de Jay en la isla.

El personaje de Azim  no fue contemplado hasta el capitulo 4 ella no existía, de hecho las tigres serian sus mascotas oficiales pero luego de pensarlo mucho y de buscar una criatura que representara más a su padre me pareció que la cobra sería buena idea, si Jay fuera hijo de Aladdin el tendría tigres pero como es de Jafar una cobra es mejor. La idea de que Jay la convirtiera en humana desde antes de ser genio oficialmente fue para explicar porque Azim no aparece enroscada en su cuello desde el capitulo 1 cuando se supone que es su guardiana, así que me dije ella no estaba con el por que como es humana Jay se les escapa a todos, incluso a ella y se va en busca de sexo.

Solo quería decir que Carlos no es débil, se que le he dado este aspecto en el fic, sobre todo al dejarse violar por Jay, pero tiene que recordar que aun  cuando el lucho Carlos sentía que se lo merecía, el podía someter o al menos evitar que Jay le atrapara tan fácil, pero no lo hizo porque Carlos se sentía merecedor de ello.

Aclaración ¿Jay se acostó con Azim?, deben recordar que para este el sexo es una forma de sentirse amado, de conectarse con una persona y apagar su soledad, sin embargo también está el hecho de que Azim odia completamente su forma humana, ella la mantiene por Jay porque lo ama, así que la cosa esta así, Azim no se acostó con Jay, nope entre ellos hay una conexión mas grande, algo que Jay apreciaba tanto que no necesito del sexo para sentirse amado por ella.

Recordemos que Carlos según la serie de Disney puede hablar con los perros, así que es correcto suponer que Dude guarda el secreto de Jay, el se lo conto una noche cuando Carlos no paraba de llorar en sueños y aun que Carlos no recordó algo eso le tranquilizo sin embargo al día siguiente lo olvido todo y se sintió mucho peor, así que Dude nunca lo volvió a comentar.

Realmente creo que Carlos si amaba a Cruella, ella era una maldita desgraciada que no se merecía amor, pero a Carlos le importaba saber que su madre le amaba, el quería tanto esto que siempre tenía la esperanza que su madre se refiriera a él con amor, como se prueba en el libro y en la peli cuando Carlos es manipulado y realmente cree que Cruella le quiere un poco, Carlos ama a su madre aun cuando ella no lo ame.

Pero por su pollo que Jay iba a matar a la perra desgraciada de Cruella, el es después de todo el príncipe azul de Carlos… diablos creo que amo a Jay solo por esto TT-TT, gracias por matar a la vieja loca.

Espero que este capítulo aclarara muchas dudas de ustedes, nos vemos en el próximo ahora si el final.

La canción es Echo  de Jason Walker  https://www.youtube.com/watch?v=sFrZZhnyXbw

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).