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El Hijo de Jafar por LILITH_HIWATARI

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Notas del capitulo:

Notas:  Y bien este capítulo va dedicado a mi hermanita quien me animo, o mejor dicho amenazo para que esto terminara diferente, espero te agrade y ya no me patees. 

Capítulo 17: El chico que quiso ver arder al mundo.

 

“I know you, I walked with you once upon a dream
I know you, that gleam in your eyes is so familiar a gleam
And I know it's true that visions are seldom all they seem
But if I know you, I know what you'll do
You'll love me at once, the way you did once upon a dream”

 

 

Las calles estaban en silencio, no había celebración para recibir a aquel invitado.

Un hombre encapuchado entro a la habitación, el lugar donde el trono en forma de elefante se levantaba, había sido cambiado en cuanto el nuevo regente se corono como rey.

Dos feroces tigres se lazaron de inmediato al intruso, olfateando y gruñendo antes de reconocer el aroma familiar, una cobra se deslizo desde el cuello del hombre para hacer frente a la posible amenaza, mas ningún ataque ocurrió, al reconocer a su visitante aquellos tigres ronronearon frotándose en los brazos y pecho del hombre que ahora reía acariciando sus cabezas.

-          ¿Jayden? – la voz de aquella mujer le saco de sus pensamientos obligándole a levantar la vista, a levantarse del lugar donde era mimado por las feroces bestias – por Alá eres tu Jayden realmente eres tu… mírate estas enorme – aquella mujer no pudo contener sus lagrimas corriendo de inmediato para caer a sus brazos y envolverlo en un abrazo.

-          Estoy de vuelta madre – susurro el hombre fundiéndose en aquel  recibimiento resistiendo el impulso de llorar una costumbre de aquella isla.

-          Oh querido ¿estás bien? – de inmediato aquella reina tomo el rostro de su hijo para examinarlo a fondo, pasando los dedos por aquella cicatriz en el pómulo izquierdo   del joven con su pulgar.

-          Estoy bien madre  - intento calmarle cubriendo sus manos  con las de él y acunándoles con suavidad- ahora estoy bien.

-          Déjalo respirar Jazmín – una tercera voz se acecho a ambos seguidos muy de cerca de un pequeño aferrado a sus piernas – es bueno conocerte al fin Jayden.

-          Jay – el  chico levanto la vista de los ojos de su madre para mirar el rostro del enemigo de su padre, el que ahora portaba la corona de su reino – llámame Jay o me veré obligado a llamarle Sultán – inclino suavemente su cabeza, mientras su madre se alejaba y dando pie a  que ambos hombres se miraran de frente.

-          Solo si tú me llamas Aladdin… Jay – extendió su mano para saludarle.

-          Gracias por cuidar de mi madre Aladdin – tomo aquella oferta de paz  y sacudió suavemente su mano de aquel quien por mucho tiempo odio y resintió, de aquel hombre cuyo único deseo en la isla era poder destruirle al imaginar que ahora podría tener a su niño en brazos, de aquel que tras años de encierro  al igual que Jay  aprendió a olvidar estúpidos rencores contra terceros, Jay miro a Aladdin y cualquier indicio de odio para este desapareció hace años.

-          Mamá- el susurro del pequeño niño llamaba la atención de la reina que sonriente miraba la interacción de ambos hombres.

-          Jayden quiero presentarte a Azis tu hermano – introdujo la reina al pequeño niño que ante la mención de su nombre corrió a ocultarse tras su madre – Azis es tu hermano Jayden – y Jay miro sorprendió a aquel niño, aquella sorpresa bien disimulada, y observo atento como su madre le miraba como la suavidad en sus ojos era notoria como aquel nuevo Sultán miraba de aquella manera tan peculiar al pequeño, Azis el pequeño niño que tenía todo lo que Jay nunca tuvo, amor.

-          Salam – murmuro el pequeño luego de ser empujado suavemente por su madre para salir de su escondite – soy el príncipe Azis de Agrabah – hablo con firmeza enderezándose  de inmediato  levantando la barbilla en un intento de porte real.

-          Un placer conocerle su majestad – Jay suspiro suavemente en un intento de calmarse, sonrió entonces suavemente lo mejor que pudo tratando de ser lo más natural aun cuando por dentro  aquella tormenta se desataba, porque su madre no había desperdiciado su vida esperándole, no ella al fin había tenido lo que siempre deseo, un hijo y no un heredero del reino – es idéntico a ti madre – trato que su voz no sonara forzada, que el dolor no se filtrara por sus poros, la suave fricción de Azim en su cuello le devolvió las fuerzas para seguir enfrentándose a aquella familia, una de la que no era parte - tiene tus ojos – susurro mirándole con tristeza uno que fue mal interpretado por aquella mujer.

-          Oh mi pequeño – la reina no pudo resistirse mas  al ver aquel dolor en su hijo y volvió a caer en sus brazos  sollozante por su regreso, apretándole con fuerza temiendo que fuera apartado de su lado nuevamente – 10 años… por Alá creí que no volvería a verte- y Jay quiso creerle, quiso confiar que realmente aquellas palabras eran verdad y que su madre realmente le había extrañado, mas al ver a su nueva familia él no podía hacer.

-          Ahora estoy aquí – susurro aferrándose de igual manera a la mujer que amo desde siempre, a la única que jamás debió dar la espalda, a aquella que aun cuando no lo supiera y le amaba tanto como aquel pequeño niño que miraba con ojos abiertos lo sucedido.

Aladdin se limito a mirar desde su lugar cargado a pequeño príncipe, admirando aquel reencuentro tan estremecedor, ahí estaba el hijo de su enemigo, aquel que le había mandado a la isla como cualquier otro villano y sin embargo Aladdín dio gracias a Alá por tenerle de vuelta, porque aquel chico que fue desterrado hace diez años había sobrevivido a lo que era prácticamente una sentencia de muerte.

El no puede evitar pensar que si ese joven hacia tan feliz a la mujer que amaba entonces no podía ser tan despreciable como Jafar, entendió entonces que todos aquellos susurros maliciosos que envolvían a Jay y su pasado estaban exagerados y mal enfundados después de todo nadie que fuera tan ruin lo daría  todo por amor, sin embargo había algo más que evitaba que Al se sintiera completamente a gusto con ese chico, un pequeño detalle que en realidad era el más importante, Carlos de Vil.

Jay estaban ahora en su habitación, descansando de su largo viaje, entre almohadas y lujos que jamás creyó volver a ver a su lado su fiel amiga descansaba en el almohadón más suave de todos y otro del lado aquellos dos tigres que no se habían separado de su lado ronroneaba de felicidad al tener a su amo de vuelta, mas allá en la parte más caliente de toda la habitación sobre otro mullido cojín un perezoso gato ronroneaba felizmente al estar completamente mimado, era una fortuna que la magia de Jay pudiera darle tanta vitalidad como tantos años lo hizo con Azim, así que quien podía culpar a Belcebú si él prefería dormir la siesta en aquella comodidad a estar vigilante del joven que le había cuidado tan bien estos años.

La puerta crujió con suavidad, llamado su atención un pequeño susurro más suave que el caminar de un ratón, mas su experiencia en la isla le hizo reconocerlo al instante, su postura estaba relajada mas su mano se había aferrado al cuchillo escondido en su bota listo para atacar al intruso.

-          ¿De verdad vienes de la isla? – la pequeña voz le hizo soltar de inmediato su arma girándose con asombro para ver a un pequeño aun cerca de la puerta mirándole con ojos curiosos – papá dice que solo la gente mala es enviada ahí – el niño continuo ante su silencio – pero eres un príncipe y los príncipes no hacen cosas malas- Jay quería reír ante esto, burlarse y espantar a ese crio que solo con su simple presencia le recordaba que ya no pertenecía a ese lugar, pero como explicarle a un niño nacido del  verdadero amor, lo que intentar ganar el amor de un padre, lo que es cometer error tras error, como podría decirle a Azis  lo que era ser el recordatorio de tu madre de su verdugo.

-          Tu padre viene de la isla y el no hizo nada malo – respondió para dejar de mirarle y acariciar la cabeza de una de sus tigres, el realmente no tenía ganas de responderle, ni siquiera de hablar con él pero había prometido cambiar, ser mejor persona no solo para Carlos, o para su madre, si no para él también, quería  demostrarse a si mismo que no era  su padre, por lo que trato de ser cortes.

-          ¿Tú también eres inocente, por eso regrésate? – el pequeño seguía todos sus movimientos ignorante de su profundo rechazo, Jay no entendía la fascinación de ese niño con él.

-          No… yo si merecía ir a la isla – respondió sin mirarle y de reojo pudo observar como aquel chiquillo sorprendido retrocedió un par de pasos, una extraña y familiar pizca de placer recorrió su cuerpo al notar como aquel niño le temía, como se alejaba, eso tenía que ser, Azis no podía ser su amigo, el chiquillo no le agradaba, el era hijo de Aladdin, el era un niño amado y Jay no quería tener que lidiar con el recordatorio constante de ser un intruso en aquella familia.

-          ¿es verdad que puedes hacer magia? – había pensado que el chico iba a dejarle asustado  luego de escuchar su respuesta y luego de aquellos minutos de silencio volvió a cuestionarle lleno de curiosidad – mamá dijo que tu podías hacer magia como Genie.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios ante la mención de la magia, aquella que había olvidado luego de su larga estadía en esa prisión, mas de inmediato al salir de la barrera pudo observar como la magia dentro de el burbujeaba por salir, era tuene al principio mas al alejarse de aquella que la mantenía bloqueada esta energía dentro había empezado a desbordarse, tomo cada pizca de auto control para que esta no explotara en su camino a Agrabah y ahora ese chiquillo le pidiera verla, le pedía ser testigo de aquella que por tanto tiempo permaneció reprimida en su interior, Jay no pudo evitar aquella enorme sonrisa que se formo entre sus labios al escucharle ante esa petición si ese niño le pedía magia el demostraría de lo que era capaz, tal vez así de una vez por todas se libraría de él.  

Tronando sus dedos entonces para emerger una llama entre ellos capturaron la atención de inmediato del niño quien se acerco para ver mejor aquel espectáculo pues ahora la flama crecía a cada segundo hasta envolver toda la mano de Jay fue entonces que lanzándola con gran precisión aquella llamarada golpeo contra una mesa alejada hasta convertirla en cenizas al instante

-          ¡Ma sha allah! – jadeo el pequeño embelesado por aquel truco suyo confundiéndole al instante, pues aquel niño que debía temer ante aquella demostración de destrucción, le mira con ojos enormes llenos de emoción, de anhelo por ver y de algo que no podía clasificar muy bien… o si admiración, ese pequeño no te odiaba, aquel niño probablemente había escuchado historias sobre Jay, sobre el príncipe asesino, sobre aquel que tomo la corona a la fuerza y casi ocasiona una guerra y aun así Azis le miraba con verdadera admiración.

Otra flama nació entre sus dedos nuevamente, aquella que volvió a crecer lo suficiente para quemar otra mesa mas esta vez  esta se elevaba para explotar en el techo como un pequeño fuego artificial y bañarles en  miles de diminutas estrellas de colores.

La suave risa de ese pequeño le estremeció  causándole aun mas confusión  tras notar aquella felicidad en el pequeño, levanto entonces ambas manos al techo para soltar mas chispas que  explotarían igualmente en miles de colores para hacer sonreír  a su pequeño  hermano, Jay tuvo un choque muy grande en ese momento, pues ahí mientras miles de chispas de colores iluminaban la habitación, mientras unos enormes ojos miraban llenos de asombro la magia que causado tanto dolor la última vez que la uso se encontraba su hermano, su familia y el corazón de Jay se estrujo al entender el significado, al comprender que aun cuando antes se encontró tan solo ahora podía tenerlo todo, porque Jay siempre deseo esto, una familia, y ahora que finalmente la obtenía no volvería a cometer los mismo errores y la risa de Azis invadió de felicidad su pecho, para recordarle que ahora tenía algo mas por que seguir adelante, y   que esta vez no sería tan estúpido como para destruir esa facilidad.

Así fue como los encontró el ahora sultán entre risas del pequeño niño, mientras el joven formaba figuras de humo en el aire para diversión del niño, el cual ahora estaba sentado en su regazo abrazando a la cobra que parecía resignada a ser el oso de peluche de aquel príncipe  rodeado de aquello tigres.

-          Azis deja a tu hermano descansar – la reina reprendió al chiquillo que comenzó a hacer pucheros.

-          Pero mamá Jay hace magia…  quiero hacer magia también – en aquel momento la serpiente aprovecho para escapar del regazo del niño e ir a dormir en los cojines.

-          Vamos es hora de cenar – dijo Aladdin aun algo cauteloso con el joven con el que su hijo había pasado toda la tarde, mirando al pequeño como si buscara algún tipo de daño.

-          Bien - rodo los ojos el niño levantando para abrazar a Jay con fuerza – no creo que merezcas ir a la isla Jay… pero ahora estas aquí y eso es bueno… Aji – susurro lo ultimo aquel pequeño causando que el corazón del joven se estremeciera a un mas y si Jay no estuviera tan acostumbrado a guardarse las emociones gracias a la isla hubiera soltado a llorar en ese momento, porque ese pequeño, el hijo del enemigo de su padre le aceptaba dentro de su perfecta familia, aquel niño amado le reconocía como parte de su mundo perfecto a alguien tan roto como él.

Cuando Jay llego a la isla supo  que las cosas ya no serian las mismas, que había causado mucho dolor en tanta gente que no sería perdonado tan fácilmente, que su madre ahora más que nunca vería en el al hombre que la violo sin compasión pues sus facciones y  altura  eran cada vez más parecidas a su padre, cuando Jay siguió cortando su cabello para dejar de intentar parecer a su madre supo que todos verían en él la sombra del antiguo dictador, que Aladdin recordaría al bastardo que destruyo su felicidad, cuando Jay vio al verdadero hijo de su madre, porque para él nunca se sintió lo suficientemente digno para ser llamado por ella su hijo  sintió que su mundo se desmoronaba, cuando el observo aquella familia feliz se sintió tan pequeño eh insignificante que había planeado desaparecer de su camino, cuando Jay se había quedado a solas en su habitación había planeado escapar tan lejos que no vería aquella felicidad ni la de Carlos nunca, entonces llego este niño tan lleno de amor, tan brillante y alejo toda aquella soledad con una simple palabra, por que cuando Azis le llamo hermano por primera vez Jay se sintió realmente amado.

-          Vamos Jayden hay cosas que arreglar- la voz de su madre le trajo de vuelta a la realidad, pues de inmediato toda su atención cayó en la mujer que acariciaba la cabeza de un pequeño que miraba a su padre.

-          ¿Cosas madre? – la reina Jazmín noto la mirada confundida en el rostro de su hijo, puede que su rostro no emitiera emoción alguna pero por Alá ese era su pequeño y podía leer cada mirada en ese joven por lo que sonriente miro a su esposo para buscar su ayuda.

-          Tu coronación Jay – dijo Aladdín cargando al pequeño en brazos, luego de entender aquel mensaje de su reina – es hora que el sultán  legitimo tome el trono – termino aun dudoso, no es que Aladdin fuera un hombre hambriento de poder, de hecho el hubiera preferido no tener que cargar con aquella responsabilidad, mas había leyes en Agrabah, leyes muy estrictas que eran difíciles de ignorar o cambiar y una de estas era que solo un hombre podía ser sultán y el cómo esposo de la reina aun regente tuvo que ascender al trono tras su boda con la mujer que amaba, mas el temía, aun dudaba si era buena idea entregar el trono a ese joven que una vez enloqueció en el poder.

-          Me temo que tendrá que cargar con el peso de esa corona más tiempo Aladdin – y todas las preocupaciones de aquel Sultán se detuvieron, el realmente no se esperaba una negativa, no cuando ese joven tenía el derecho por sangre - al menos hasta que Azis sea mayor para portar la corona.

-          ¿Jayden? – su madre le miro dudosa, temerosa de que ese fuera su despedida a la familia real, pues si algo temía Jazmín es que Jay se alejara ahora que esta tenía una nueva familia, temió que su hijo se sintiera excluido y   que decidiera abandonarles.

-          Lo siento madre, pero creo que Azis será mejor sultán de lo que yo nunca seré – Así fue como con aquellas palabras todas las dudas de Aladdin se despejaron - después de todo tiene una excelente madre y un padre bondadoso – y la sonrisa del Sultán se hizo enorme, pues aquel joven no solo había renunciado a la corona con humildad, si no que había reconocido a su hermano como el heredero, Al sintió tanta vergüenza por dudar de alguien que jamás había conocido en persona, debió haber tenido más fe en su amada, aquella que nunca dudo de su hijo. 

-          Si ese es tu deseo, pero aun eres el príncipe de Agrabah – accedió su madre aun temerosa, entregando aquel titulo con la esperanza de que su niño no intentara dejarle.

-          Si no se puede evitar – y la sonrisa de su hijo le hizo volver a respirar aliviada, pues aquello era una promesa, una que especificaba que nunca más se apartaría de su lado y Jazmín nunca debió dudar, pues ahora que Jay se reunió con ellos no pensaba abandonarlos, ahora solo le faltaba una cosa más para que su felicidad estuviera completa.

-          Vamos a cenar – volvió a repetir aquel monarca caminado hacia la puerta con un entusiasma niño en sus brazos.

-          Si vamos… Jay puede venir  al cumpleaños  de Damien el es un príncipe también – pidió el niño mientras dejaban la habitación – quiero que Jay vaya, no me gusta Jordán  ella es…- mas las palabras se perdieron en el aire pues aquellos dos ya habían avanzado demasiado.

-          ¿Quién? – pregunto confuso Jay al escuchar aquel nombre, bueno aquellos dos nombres de personas que no significaban nada para él, mas su madre sonrió afable para tomarle del brazo y guiarle hasta donde cenarían.

-          El hijo de Ben y Mal  cumple siete años – explico ella ante la mirada de asombro de su hijo, porque si habían pasado diez largos años, aquel tiempo que fue robado de el por su propia estupidez y puede que eso le diera un mal sabor de boca, puesto si Ben ya tenía un pequeño, que podía esperar de su amado Carlos.

-          Maravilloso un cumpleaños – murmuro sarcástico, a sentir finalmente el peso de aquellos años perdidos, de aquel amor que tal vez ya no estuviera esperándole.   

-          El estará ahí cariño – le animo su madre, aquella buena mujer que siempre trato de consolarle lo mejor que pudo.

-          Entonces será mejor que no me lo pierda madre   - respondió el con una sonrisa - Ben estará muy molesto si no asisto a alabar a su hijo - y  ambos soltaron a reír, una risa suave y armoniosa que tanto tiempo se  echo de menos en aquel palacio. 

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Aquel genio se escabullo entre aquellas paredes, entrando a la habitación que por tanto tiempo había sido reservada, sus suaves pasos  no emitieron ningún sonido más aquella esa hermosa mujer que ahora dormitaba entre suaves almohadones le escucharon perfectamente. 

-          Detente ahí extraño – sentencio ella sin necesidad de mirarle, siguiendo recostada con comodidad mas alertando al intruso y aquel gato que dormía a su alrededor se levanto confuso al notar como su escurridiza amiga había desaparecido, alejándose de aquella mujer extraña.

-          Me lástima que sea un extraño para ti – murmuro aquel hombre hincándose para quedar a la misma altura de la mujer, pero negándose a acercarse hasta su lecho, aquella mujer se limito a mirar al confuso gato con tanta intensidad que este finalmente le reconoció, aun confundido por la transformación Belcebú volvió a dormitar justo aquella que ahora le acariciaba suavemente.

-          Si te escabulles como un ladrón, una simple rata no tengo por qué reconocerte Genie – respondió ahora ella levantándose de su lecho ignorando al gato que soltó un gemido de protesta y sentándose frente al hombre que la miraba como si fuera el tesoro más hermoso del universo.

-          Sigues tan hermosa como la última vez que te vi… Azim – y aquel hombre intento acunar su mejilla mas esta se aparto de inmediato causándole tanto dolor en su corazón.

-          ¿Qué haces aquí? – aquella mujer volvió a mirarle con aquellos profundos ojos color carmín, esos que expresaban peligro puro.

-          Quise venir a verte y darte la bienvenida – sonrió el hombre ante la mirada de descontento de la mujer.

-          ¿Y esto era necesario? – pregunto señalando su cuerpo, aquella figura humana que tanto despreciaba – sabes cuánto lo detesto.

-          Azim yo… - y aquel hombre decidió hablar, le había tomado diez largos años tomar el valor suficiente para hacerlo, diez largos años de arrepentimiento.

-          No – mas antes de poder hablar ella le interrumpió – no quiero saberlo y no me interesa – aquella mujer se acerco a rostro del hombre para mirarle fijamente a los ojos – mi lugar esta con Jay, el es todo para mi… no hay espacio para ti…

-          Pero yo… - y aquel hombre no pudo mas, el genio le tomo de los brazos acercándole a su pecho para tener más cerca, para que esta pudiera escuchar el latido de su corazón y entender aquellos sentimientos.

-          No lo digas – volvió a callarle – porque esto no es real – ella se soltó de su agarre para levantarse en sus pies y volver a señalarse – no soy  una mujer, no soy humana, soy lo que soy y nada mas – y ella volvió a sentarse frente a él  - debes entenderlo Genie y por favor no mas magia.

Y aquel hombre asintió suavemente, sintiendo como su corazón se rompía en mil pedazos, puede que el haya cedido en un momento de soledad y conocido a alguien, que ahora formara una familia pero para él, para ese hombre que tardo tanto en reconocerlo aquella mujer siempre fue todo su universo.

Así que accedió, acaricio el rostro por primera y última vez de aquella que al fin se dejaba tocar  y libero la magia, rompió aquel encantamiento que le permitió verla hecha mujer nuevamente para tenerla de regreso en aquella hermosa cobra, Genie se alejo de la habitación con gran pesar en su corazón sin darse cuenta como aquellos ojos color rubí le siguieron todo el camino y si hubiera prestado más atención hubiera podido ver como una simple lagrima era soltada por aquella que no ponía darse el lujo de amar a alguien que no fuera su hermoso niño Jay.

Azim volvió a acurrucarse contra Belcebú aquel que parecía dormir comenzó a ronronear suavemente  en un intento de consuelo para aquella con la que nunca se llevo bien en la isla, y ella lo agradeció en silencio pues aquello borro aquella lagrima, una que jamás debió soltar.

*******************

Calor, ardiente y abrazador calor, fuego rodeando su cuerpo, llamas incesantes que hacen arder su piel, unos brazos fuertes le tomaban, apagaban aquel incesante calor con tanta devoción que le confundía y aquella sonrisa tan resplandeciente le lleno de paz, el fuego se extinguió entonces y el dolor de su piel encendida se esfumo de inmediato.

Aquellos labios que enmarcaban una enorme sonrisa se juntaron para pronunciar unas palabras mas como era costumbre no podía escucharlas, Carlos despertó aquella mañana suspirando por una persona que ni siquiera conocía, no recordaba mas allá de esa sonrisa de sus sueños y jamás podía escuchar lo que le decía pero por alguna razón sentía que esa persona era importante para él.

Se levanto de su cama como cualquier otro día para arreglarse en aquella habitación del enorme castillo lugar en donde ahora vivía desde que Ben había regresado su titulo a Evie como princesa luego de su graduación como regalo y sorpresa.

Carlos obtuvo en su lugar una enorme mansión que había pertenecido a su madre la gran mujer de negocios la cual fue transformada de inmediato en un enorme refugio para  perros.

Entonces Evie con su nuevo  título y en un nuevo castillo invito a Carlos a vivir con ella y ya que la universidad quedaba cerca el acepto.

Evie se convirtió en la primera princesa en incursionar en el mundo del diseñase de moda y Carlos como buen amante de ello se convirtió en su socio, ambos fundaron “The apple Evil” la marca mas reconocida de  moda de todo el reino, incluso reinos vecinos se maravillaban de sus diseños.

Obviamente las cosas no fueron fáciles para llegar ahí y cumplir sus sueños, durante años Carlos se dedicó a la tecnología ignorando su pasión por la moda para evitar ser visto como una copia de su madre, mas luego de tener una larga charla con Aladdin una de varias ya que solía visitarle a menudo acepto lo que deseaba y siguió su pasión.

Y cada vez que alguien señalaba su parecido con su madre, que las inseguridades se hacían cargo de él, Carlos simplemente tomaba el pequeño collar que traía colgando de su cuello entre los dedos para calmarse, aquella lámpara negra que nunca se quitaba, aquel objeto que no recordaba conseguir y sin embargo le llenaba de tanta paz con tan solo sentirlo entre las yemas de sus dedos.

Aquella que le recordaba esa cálida sonrisa en sus sueños.

Parecía tonto pensar en un hombre cuyo rostro no recordaba, mas aquello le llevo a darse cuenta que  su tonto enamoramiento con Aladdin no iba a ningún lado, Carlos  intento llenar aquel vacio que por alguna extraña razón se formaba en su interior, vacío que se hacía más grande al pasar de los años.

Pero  por más que lo intentaba no podía, cuando salía con algún otro chico se sentía enfermo, cuando otros labios le tocaban no podía soportarlo, cuando otras manos tocaban su piel el simplemente se alejaba como si quemase, Carlos no comprendía por que al intentar salir con otras personas se sentía tan mal para él, así que después de un tiempo dejo de intentarlo, limitándose a la presencia de su pequeño Dude, al menos cuando Evie aceptara casarse con Ethan el pobre sí que la tenía difícil , él tendría una mansión llena de perros para hacerle compañía.

A veces en las noches solitarias cuando paseaba por las calles y miles de parejas a su alrededor le hacían sentir la soledad de su vida Carlos se preguntaba si de alguna manera estaba roto, tal vez había algo mal en el como para que no pudiera soportar el tacto de alguien más aun cuando lo anhelaba, pero era en la mañana luego de tener esos sueños extraños con un hombre que no reconocía que se daba cuenta que definitivamente  sufría de la misma locura que su madre, después de todo quien se enamora de un hombre cuyo rostro no conoce  y que solo existe en sus sueños.

Evie solía ver a su pequeño hermano suspirar todo el tiempo últimamente, le veía sentarse en los jardines del castillo y jugar con esa cadena de oro para perderse en sus pensamientos, le veía dibujar sonrisas soñadoras y serpientes negras entre los bocetos de su última colección, en fin ella sabia que la vida de Carlos se había vuelto vacía desde hace ya 10 años.

Pero la vida de Evie no fue perfecta tampoco o fácil como parecía, aun cuando fue nombrada princesa oficialmente por Ben luego de su graduación y que sorprendentemente Blanca nieves la invitara a vivir con ella en su castillo lo cual acepto porque convenientemente estaba cerca de la universidad que tenía el mejor programa sobre moda y diseño de todo Auradon, ella acepto con la condición que su hermanito Carlos fuera con ella.

Luego de elegir el bien y que empezara a salir con Doug ella se dio cuenta que no quería pasar la vida con un chico que la había elegido por su belleza y mucho menos que la trataba como una frágil  figura de cristal, era agradable  querer ser mimada y adorada, pero Doug siempre la trato como una princesa y aun que no debía ser malo, para ella lo era, Evie no era una de esas princesas presumidas y pomposas que solo soñaban con casarse con un príncipe  y ser felices, no, esa había sido idea de su madre y aun que le costó mucho tiempo darse cuenta de ello ella podía valerse por si misma muchas gracias,  claro que agradeció su titulo como princesa ya que  lo portaba con orgullo pero se negaba caer en el estereotipo que su  madre había formado para ella.

Así que ella y Carlos con un poco de ayuda de Mal tal vez y Ben firmaron su propio impero de moda casi de la nada y ahora era la orgullosa co-propietaria de la marca de ropa mas impórtate de Auradon y por si no fuera posible tenia al más maravilloso novio que ella se merecía y puede que fuera un príncipe pero Ethan era no era nada como esos príncipes primorosos.

Ethan era el hijo menor de Ariel si la sirena que se caso con el príncipe humano en fin su encuentro fue para nada romántico   y su primer beso mucho menos majestuoso.

De hecho sucedió que el príncipe estudiaba en el extranjero por lo que nunca se había topado con él y eso que tenía que asistir a todas esas reuniones sociales que demandaban su título de princesa y porque obviamente Mal le arrastraba a ellos ya que si ella estaba obligada por Ben ella debían sufrir también, sus palabras no las de Evie.

El hecho fue que se conocieron gracias a un concurso de ciencias de la universidad donde ambos competían por sus escuelas y bueno digamos que no fue el mejor  de los encuentros amistoso.

Luego de eso Ethan fue trasladado a su escuela que solo parecía seguir teniendo topes con Evie, encuentros que con circunstancias nada favorables terminaban en gritos porque ella era una princesa engreída en palabras de él y él un príncipe mimado en las de ella pero el clímax de la historia fue cuando unos chicos, porque siempre hay gente estúpida que cree en rumores estúpidos y hace cosas estúpidas, agredieron a la princesa verbalmente.

Así que Ethan se encontró defendiendo a la princesa engreída de esos idiotas solo para recibir cero agradecimientos.

-          No necesito que un príncipe engreído me defienda – respondió molesta luego de que aquel chico se pusiera frente a ella para defender su honor.

-          Claro porque lo haces bien tu sola – se bufo el cruzándose de brazos y mirándole con gracia.

-          Solo déjame tranquila yo no soy como esas princesas cabezas huecas que seduces – Evie estaba realmente molesta, odiaba a ese príncipe que creía que la galantería funcionaria con ella, pero gracias ella había aprendido su lección hace años con Chad.

-          Pues yo no quiero salir con una frívola princesita cuya apariencia es tan importante – y tal vez nadie menciono algo sobre salir, mas aquel joven grito una negativa a todo pulmón antes de darle la oportunidad.

-          Ni yo  con un príncipe idiota que cree saber el secreto del universo – y tal vez Evie decidió ignorar el claro coqueteo de ese idiota príncipe que realmente creía que ella era muy hermosa y deseaba salir con ella.

-          Bien – respondió el acercándose mas a la joven con el ceño aun fruncido.

-          Bien – repitió ella mirándole con ira mal disfrazada mas antes de que otra cosa pasara, la hermosa princesita giro en sus talones y desapareció del lugar, no sin antes golpear con sus hermosos rizos el rostro de aquel príncipe que no pudo sacarse el aroma de su perfume de la mente por días. 

Y desde ahí solo fue cuesta abajo, su rivalidad solo se hizo más grande y aun que ambos formaban careras diferentes, ambos accedieron a clases de ciencias solo para demostrar su superioridad contra el otro.

Esta competencia se extendió por semanas, meses incluso un año de tirar de sus coletas mutuamente, hasta que un día sin esperarse y en medio de un argumento aquella tensión exploto.

Si le preguntan a Ethan él les dirá que Evie exigía a gritos ser besada por él, si le preguntan a Evie ella les dirá que el idiota de su ahora novio fue el que se aprovecho para besarle solo por que ella iba ganando esa discusión.

La verdad fue que sorprendieron todos como frente al patio de la escuela ellos terminaron besándose como si no hubiera mañana, tal vez Carlos fue el que los separo o uno de los amigos de él, pero desde ese día y luego de hablarlo una relación nació entre ellos.

Y ella estaba feliz, porque Ethan no le trataba como una frágil princesa, no él la respetaba y aun que no estaba siempre de acuerdo con ella sabía que Evie era una mujer independiente y ella solo podía enfrentar al mundo sin ser rescatada, lamentablemente eso significaba que ella no deseaba casarse todavía aun cuando sus padres le había aceptado tan bien y su hermana le había dejado en claro nunca dejarla o perdería esa gran oportunidad.

Pero bueno Ethan era paciente y podía esperar a que su amada princesa independiente estuviera lista para enfrentar el reto que sería  tener sus vidas juntos.

Mal ella si había sido una sorpresa, la chica no me van los cuentos de hadas con finales felices acepto casarse con Ben justo al graduarse de la prepa su pretexto fue que el Rey lucia mejor políticamente hablado con una reina que una novia, claro que nade le creyó ni una palabra pero todos aceptaron su torpe excusa si eso la hacía feliz.

No paso ni un año cuando su primer hijo nació un pequeño niño de cabellos morados y mirada tan penetrante como su madre y si aquella nariz era idéntica a  la de Ben este se pavoneaba de ello en cada oportunidad que tenía.

Y el nacimiento de ese niño trajo como consecuencia muchas cosas, primero Evie se convirtió en la tía mas consentidora del mundo, Carlos lanzo una línea  completa de ropa para niños en honor a su sobrino y Mal ella se convertiría en la madre más amenazante del reino, ya que ella aun cuando siguió en la universidad estudiando arte parte de sus estudios se basaron en la magia por lo que se decía que si intentabas algo contra del reino de Auradon la reina, aquella que era hija del hada malvada más poderosa de todas te demostraría porque un doble dragón era su escudo.

Mas en privado cuando solo se encontraba con su familia, Mal era la madre mas amorosa de todas, Había costado mucho trabajo y esfuerzo aprender a amar y más aun demostrarlo, mas solo basto tener a su hijo en brazos  por un segundo para jurarse que ese pequeño recibía todo el amor que ella nunca obtuvo.

Si la vida no fue sencilla para esos chicos que se acoplaban poco a poco a Auradon, pero se puede decir hasta ahora que vale la pena, al menos para esas dos chicas, para Carlos, para el que alguna vez fue el más débil de ese grupo de villanos que piso Auradon con la intensión de destruirlo, aun tenía que encontrar lo que le hacía falta.

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Aladdin entro a aquella habitación donde un joven  se preparaba para  dormir, en su cama un pequeño niño dormía plácidamente abrazando a aquella cobra que vigilante observaba su sueño, en su espalda aquel viejo gato que Jay trajo consigo se acurrucaba contra el calor del niño,  aquellas dos tigres levantaron sus cabeza en un reconocimiento ante aquel intruso que se colaba a la habitación, mas  decidieron ignorarle al notar como su joven amo que parecía no tener problema por aquél extraño, Jay había sentido su presencia, le sintió desde el pasillo que conducía a su alcoba, aun alerta costumbre de años ante cualquier peligro, mas aquel no le haría daño.

Los collares de oro, aquellas adornos, pulseras y demás que su madre tanto insistía en obligarle a usar, al igual que aquel turbante que lo legitimaba con un príncipe, su derecho había mencionado  fueron colocadas sobre la pequeña mesa dejando su piel desnuda de adornos, a su espalda Al  se acerco lentamente a su niño apenas si dando una mirada al joven que se cambiaba de ropas.

-          Cayo exhausto, pensaba levarlo a su cama mas tarde – hablo Jay mientras miraba como aquel tomaba con suavidad al niño , quitándose aquel turbante aquel ahora tenía fijo aquel zafiro que lo coronaba  dejando libre aquellos cabellos no tan largos como la última vez que uso una corona.

-          Estaba muy emocionado de tenerte aquí, de tener al fin un hermano – hablo el hombre  mientras aquélla cobra retrocedía  deslizándose de sus brazos para dejarle tomar al niño y se acurrucaba junto al perezoso gato que no parecía querer levantarse.

-          Es igual para mí – sonrió Jay mirando la durmiente cara de Azis – jamás antes eh tenido un hermanito – susurro ahora pues noto como aquel rostro se contraía en un gesto molesto  ante aquel movimiento tentándole a despertar.

-          Parece que eres bueno en eso… causar una buena impresión, ganarte la confianza de los demás – y aquel hombre levanto su mirada oscura, aquella que le observaba con severidad y reclamo silencioso.

-          No voy a disculparme… no a ti – la voz firme pero baja de Jay no dio pie a tabulaciones mientras miraba con severidad a aquel Sultán, pues no creí que merecía ser juzgado por alguien que apenas si le conocía.

-          Solo no vayas a arruinarlo esta vez – le dio entonces la espalda para salir de ahí y evitar algún otro percance del cual pudiera arrepentirse después.

-          No voy a justificarme – continuo el, sabiendo que no necesitaba hacerlo pero deseándolo, queriendo que alguien pudiera entenderle, que aun que fuera aquel hombre tan importante para su niño – el debería ser feliz ahora que no me recuerda – hablo pues  Jay no había escuchado palabra alguna de Carlos desde su llegada de la isla, pues no busco saber sobre él, como un cobarde Jay decidió permanecer ignorante a la vida del niño aun cuando eso significaba aislarse de el mundo y permanecer en Agrabah para siempre.

-          No lo es, no sé como lo has logrado pero incluso sin recordarte – se detuvo justo frente  la puerta aferrándose a su hijo en un intento desesperado por calmar aquella rabia que emanaba de el - el esta aferrado  a ti – Jay le miro entonces con sorpresa, la esperanza floreció en su pecho ante aquella revelación, al descubrir que tal vez tenía una oportunidad con su amado niño.

-          Aladdin – llamo el joven deteniéndole justo cuando el hombre empezaba a caminar nuevamente – gracias por cuidar de mi madre… de Carlos  - y aquel hombre simplemente asintió con la cabeza saliendo de la habitación para ir a acostar a su pequeño hijo.

Le había costado cada fibra de su ser no golpear al joven nada más entrar por aquéllas puertas, cada gramo de fuerza el no matarle por atreverse a dañar a su amado Carlos, mas una promesa era una promesa y sabía muy bien que tanto jazmín como Carlos aún cuando no le recordara nunca lo aprobarían, así que Aladdin tomo a su niño y le recostó en la cama, notando como aquel chiquillo se parecía tanto a Jay pues aquél joven se parecía tanto a su madre como lo hacía Azis.

Pronto los suaves pasos de alguien acercándose a la habitación le hicieron alejarse de la cama, en la puerta mirándole con algo de lo que parecía ser nerviosismo Jay se encontraba parado.

-          Azis olvido esto  - murmuro el joven entregándole aquella diadema muy parecida a la que el uso de niño, con la diferencia de ser un brillante rubí aquel que le coronaba como un príncipe del reino.

-          Gracias – respondió el hombre  tomándolo de las manos del joven mirando como aquel simplemente se giraba para marcharse, el realmente no iba a empezar una pelea, era un adulto santo cielo no un crio infantil – Jay –  o tal vez no, le llamo haciendo que este volteara fue entonces que un firme puño se estrello contra su labio partiéndole al instante haciéndole retroceder unos pasos – si vuelves a hacerle daño – termino aquel como advertencia mirándole con verdadero odio, con aquella mirada que tanto había utilizado en sus días durante su vida en la isla, puede que Jay estuviera ahí diez años pero Al había tenido que soportar mucho mas, toda una vida de penurias entre ladrones y asesinos  ­ - te matare   con mis propias manos – termino  dándole la espalda a aquel que aun sostenía su rostro dolido, dispuesto a entrar a la habitación de su hijo.

-          Espero que te sientas mejor – murmuro Jay limpiando aquella sangre en su labio con su lengua  sabiendo aun sin verle que aquel hombre sonreía ante sus palabras.

-          De hecho si – termino Aladdin apenas si mirándole de reojo dispuesto a cerrar la puerta de la habitación.

-          Aladdin – llamo ahora Jay enderezándose completamente haciendo una última mueca para acomodar su mandíbula, aquel corte poco a poco se fue cerrando gracias a su magia – si vuelves a golpearme seré yo quien te mate – hablo con firmeza y sin miedo alguno mientras aquel apenas si se detuvo para entrar en la habitación de su hijo.

Puede que haya accedido a tener ahí en el palacio, que dejara que Jazmín tuviera de nuevo junto a ella a su pequeño  hijo, incluso que  Azis tuviera contacto con él para que conociera lo que era un hermano, sin embargo Al no bromeaba cuando decía que Carlos era lo más valioso que poseyó en la isla, el había sido su ancla, aquel que le mantenía luchando cada día, cuando el recuerdo de su princesa se desvanecía por momentos y si ese chico que tanto daño le había hecho era su felicidad, Aladdin le aceptaría también, pero si Jay se atrevía a cometer la misma estupidez, esta vez no jugaría como con su padre.  

Sin embargo tenía que reconocer algo, Jay podía ser el hijo de su enemigo pero Jazmín tenía razón Jay no era Jafar.

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Luces y música engolaron aquel castillo el cumpleaños del hijo del Rey Ben el príncipe heredero sonreía feliz al ver a su familia llegar, a aquellos tíos que tanto amaba y le colmaban de regalos simplemente únicos.

 

-          Tía Evie, tío Carlos – corrió el pequeño a recibir a aquellos singulares invitados dando un abrazo a cada uno de ellos - ¡Dude! – grito con gozo al  descubrir al pequeño perro en los brazos del joven que de inmediato lo entrego a él para que el pequeño le abrazara con fuerza.

-          Hey manzanita de azúcar – saludo con dulzura Evie mientras recibía aquel entusiasta abrazo – he traído algo fabuloso solo para ti – sonrió la mujer mostrándola la enorme bolsa carmesí que el niño había ignorado causando que sus ojos se abrieran con emoción ya acostumbrado a los fantásticos regalos de su tía.

-          ¿Como estas amigo? – fue el saludo de Carlos aquel chico que pronto se vio arrebatado de su mascota tras recibir su abrazo - ¿Por qué no cuidas de Dude por un rato por mi eh? – a lo que el chiquillo chillo de gozo pues era su deseo tener una mascota, mascota que  le había sido negada por Mal alegando que el pequeño era muy joven para ser responsable de una por lo que de inmediato salió corriendo con el pequeño perro.

-          Y no creo que lo vayas a ver de vuelta Carlos –Bromeo Evie  observando como el chiquillo pasaba entre sus padres con el perrito en brazos y perdiéndose entre la multitud ante la mirada  de desaprobación de Mal.

-          Genial Carlos ahora no va a dejar de hablar de lo fantástico que es tener un perro – la Reina se dirijo a ellos mirando amenazadoramente a su querido hermano tras ver lo que causaba.

-          Déjale tener un perro Mal todos los niños deben tener uno –se defendió el joven sonriente.

-          Y es por eso que iremos al refugio mañana Carlos – Ben de inmediato se acerco a su esposa pasando un brazo por su cintura para mirarla con amor – no es así Mal.

-          Bien pero yo no voy a cuidarle – respondió malhumorada aquella mujer quien se limito a fruncir su nariz ante las suaves risas de los presentes.

-          Estoy seguro que alguno de mis chicos será bueno para el – acepto con orgullo el mientras Ben asentía y Mal tenía una conversación de miradas al parecer con Evie.

-          Oh es verdad Ben estoy pensando en una nueva línea totalmente exclusiva para la familia real y necesito un poco de inspiración ¿podrías mostrarme las joyas de la corona y eso? – aquella chica de inmediato tomo el brazo libre del Rey para jalarle de su esposa, lanzando aquella mirada a la reina que de mala gana accedía a todo aquello.

-           Claro Evie aun que podría ser en otro momento es la fiesta de Damien, eso sin contar que no sé nada de moda y… - el joven le daba aquella sonrisa tan característica de el intentando hacerle entrar en razón e ignorando la mirada de su esposa que al ver lo distraído que podía ser su esposo retiro ella misma el brazo que la rodeaba y le empujo a su casi hermana.

-           Ve con ella Benny Booo – llamo con dulzura mas aquel Rey al igual que los presentes conocían el significado de aquel tono y ese apodo tan especifico, Ben entendió aquel mensaje no tan sutil   y tras despedirse de Carlos y besar la mano Mal se dejo llevar por la hermosa mujer que colgaba de su brazo -  Quiero que conozcas a alguien Carlos – Mal hablo de inmediato antes de que el niño empezara a cuestionarle por que había corrido a su esposo tan “cortésmente”.

-           Ahora  no Mal   iré a buscar a Aladdin – el chiquillo trato de zafarse de aquel intento de emparejamiento pues realmente sospechaba de ella y no era para menos la última vez que Mal le presento a alguien bueno solo diremos que después de que Carlos termino con él, el tipo era un patán, Mal lo envió tan lejos que la isla de los perdidos sonaba mucho mejor destino y es que hubo un tiempo en que esas chicas intentaron hacerle salir de su auto proclamado celibato y encontrarle pareja y no es que no lo agradeciera pero realmente Carlos no podía, simplemente no ahora y no estaba seguro si algún día lo estaría.

-          Precisamente es sobre el – aquello si sorprendió al Joven que mirándole curioso miro como ella  asentía detrás de el donde al parecer aquellas personas aguardaban para entrar en su círculo. 

Mal  mentiría si no dijera que  realmente quería esto, ella esperaba este encuentro, había costado mucho trabajo por parte de Evie para convencerla de no maldecir al Jay una vez que él salió de la isla, de hecho Ben personalmente iría a buscar y traerle con su madre, pero aquella chica aun molesta por todo el dolor que le causo a su Carlos le negó aquello, así que la reina quería prohibir por un decreto la entrada de aquel a su reino, entonces Evie le empujo y se lo mostro, le mostro aquel espejo y le pidió que le enseñara aquello que a ella le hizo cambiar de opinión.

La reina entonces fue testigo de todo el dolor y sufrimiento de Jay, de los intentos de asesinatos contra su persona, de aquella vez que se libro de Cruella, de cómo mantenía a ese gato viejo y se aferraba a aquella camisa vieja de su hermano como una manta de seguridad, como ella se aferro al pañuelo de Al cuando llegaron, pero lo que realmente convenció a Mal fue aquel detalle,  fue ver como cada día sin falta, sin importar que tan difícil fuera su día  Jay oraba, el pedía a su dios o a cualquier otra deidad que estuviera dispuesta a escucharle por que Carlos encontrara la felicidad, porque ese niño estuviera bien y viviera en armonía, Mal nunca le escucho pedir por él, solo por Carlos por él y aquel perdón a su madre, uno que seguramente obtuvo.

Así que por eso ella acepto, dejo que aquel inevitable encuentro se diera, bajo su supervisión claramente por si ocurría un percance, pero dejo que aquellas almas rotas se reencontraran, si eso ayudaba a su hermanito que así fuera entonces, sin importar que tuviera que soportar a Jay.

-          ¿Eh? – y si eso fue lo más brillante que salió de sus labios cuando una firma mano en su hombro le sobresalto y aquellos ojos marrones le sonrieron con gusto – ¡Al! – Carlos se recupero de inmediato para abrazar con  fuerza al hombre, aquel que portaba la corona real de Agrabah  le regresaba el abrazo con fuerza.

-          Su  majestad – saludo cortésmente la reina Jazmín a Mal, al notar como aquellos dos se perdían en aquel abrazo como si no se hubieran visto en años – es bueno verte también Carlos.

-            Jazmín… lo siento – susurro avergonzado el chico al separarse de aquel fuerte abrazo  aun renuente de dejar el lado del Sultán.

-           Esta bien Carlos – sonrió tranquilizante de aquella afable manera que la caracterizaba aquella de la cual aun no se acostumbraba del todo el chico. 

-          Hey Azis tengo a Dude vamos a jugar – mas antes de que alguien más dijera algo el pequeño príncipe cumpleañero salió de la nada con el perro en brazos para llamar la atención del otro joven príncipe.

-          Claro Damien – sonrió gustoso soltando la mano de aquel hombre que le llevaba, fue en ese momento que la atención de Carlos se poso en aquel extraño joven que había traído al pequeño Azis de la mano, algo realmente raro dado que el niño no confiaba en otros. 

-          Carlos quiero presentarte  al príncipe  Jayden, imagino yo heredero al trono – Mal debió notar la atención que su hermano le prestaba al joven extraño pues de inmediato la aprovecho para presentarles con todo y formalidades.

-          Príncipe Jayden es un gusto conocerlo – asintió el al notar como todas las miradas eran recaídas sobre su persona.

-          El gusto es mío – sonrió aquel joven alto de tez morena, aquella piel que era incluso mucho más oscura que la de Aladdín sus ropas eran completamente diferentes al estilo que aquella familia real solía portar, pues aquel príncipe parecía portar el cuero con gusto a diferencia de las suaves telas con las que los demás vestían y si sintió que antes estaba completamente incomodo por la situación al momento en el que ese joven se inclinó para tomar su mano extendida y colocar un beso en ella le dejo sin aliento sobre todo cuando este levanto la mirada y aquello profundos ojos chocolate le abrumaron, Carlos entonces pudo notar aquella cicatriz que se  dibujaba por toda su mejilla izquierda.   

-          Si me disculpan – la ansiedad se había hecho presente en el chico y por alguna razón que el desconocía el tacto de aquel joven le quemo, soltó su agarre sin darle tiempo a detenerle y tras disculparse con aquellos monarcas se alejó lo más rápido que pudo, con el corazón latiéndole a mil y dejando a un joven destrozado por aquella acción.    

Jay no pudo evitar sentir emoción, aquella ansia por estar frente a Carlos, por verlo nuevamente y aun que tuvo algo de temor al regresar, al creer que su amado niño ya estaría felizmente en brazos de alguien mas no pudo evitar negar la felicidad que le envolvió cuando descubrió que su niño estaba libre de cualquier compromiso, se sintió un poco mal por eso pero los ánimos regresaron a él en cuanto vio una fotografía suya, una de muchas que al parecer adornaban las paredes de aquel palacio y aun que en todas ellas salía con Aladdin Jay había aprendido hace mucho a olvidar esos tontos rencores, por eso cuando entro a aquella habitación de la mano de su pequeño hermanito, aquel niño que no se le había despegado desde que llego y división aquella cabellera  blanca no pudo evitar correr a su encuentro, entonces Mal les había hecho señas y tras esperar pacientemente a ser presentado  su corazón vibro de emoción al poder tocarle, beso entonces su mano y le miro fijamente a los ojos para revertir aquel hechizo, aquel que ya había durado diez largos años.

 

Pero entonces nada paso, su piel toco la de él, sus ojos hicieron contacto y aquel muro en los recuerdos de Carlos que debió caer permaneció en pie para dejarlo en la oscuridad, Jay observo como su amado se excuso pobremente y alejo de ellos incomodo, escucho las dudas de Mal a lo lejos, la preocupación de Al y las palabras de apoyo de su madre solo como un susurro, pues para él, para aquel que había sido un gran genio no podía explicarse por que el hechizo no se rompió.

 

Lo que Jay no sabía era que Carlos se había aferrado a él como un salvavidas, que la lámpara negra, aquel colgante que aun lucia en su cuello estaba llena de magia  y esta le seguía protegiendo, y la magia del hechizo de Jay se convino con la de aquella lámpara que debía protegerle y aquel niño se aferro al hechizo que le causaba aquel vacio, pues en su anhelo de poder recordar al hombre, el rostro de aquel que tanto soñaba, aquel por el  que suspiraba a todas horas no permitía que Jay rompiera la magia por miedo a perder aquello tan importante que según él debía encontrar.

 

Carlos camino hasta salir de la fiesta conociendo el castillo ya como si fuera propio, busco entonces el balcón  más cercano para tomar un poco de aire pues aquel sentimiento de miedo tras tocar al príncipe, de pánico no parecía querer desaparecer y se asusto por que temió que ese nuevo joven podría hacerle olvidar aquello que su subconsciente le intentaba recordar, se alejo así para evitar volver  a verle, para no tener que  tratar con él y regresar a su burbuja personal. 

 

-          Pareces abrumado por la fiesta – pero al parecer aquel príncipe no aceptaría abandonar tan pronto ya que le había seguido hasta aquel solitario balcón - yo  tampoco soy muy sociable – sonrió el acercándose solo unos pasos a él.

-          Príncipe Jayden – saludo con sorpresa, porque realmente no se esperaba ser seguido, de hecho el esperaba que entendiera la indirecta o al menos Mal lo comprendería e inventaría una excusa para no tener que tratar con el joven.

-          Jay – y la respuesta de aquel príncipe lo sorprendió aún más.

-          ¿Qué? – le miro confundido, frunciendo aquella nariz, de esa forma que Jay tanto había amado y tanto se había perdido en la isla.

-          Solo mi madre me llama Jayden – sonrió al notar como el joven intentaba disimuladamente rodar los ojos pero fallando miserablemente.

-          Entiendo… Jay…  Creía que Azis sería el futuro Sultán y bueno – aquel niño a sus ojos empezó a  hablar sin temor a ser grosero o causar algún disgusto a un príncipe - Aladdín   no menciono  a ningún otro hijo, no creo haber escuchado de ti – puso énfasis en la última palabra como para hacerle ver que el podría dejar de ser cortes como se lo pido y la sonrisa de Jay se hizo mucho más grande al recordar esa actitud en su niño.

-          Obviamente el no es mi padre, Jazmín es mi madre y  mi padre fue Jafar – explico con tranquilidad, pareciendo totalmente sereno, reprimiendo aquella sonrisa al notar la sorpresa en los ojos de Carlos ante la mención de su padre y más aún el miedo que por un segundo cruzo por estos.

-          ¿Jafar? – repitió el mas como una pregunta que una afirmación mientras el joven árabe asentía con la cabeza con su rostro libre de emoción alguna -  ¿Así que estudiabas lejos? – Carlos de inmediato indago preguntándose ¿Dónde había estado este príncipe? Aquel que era heredero a la corona legítimamente y si el miedo de que intentara tomarlo de Aladdin estaba presente intento no demostrarlo.

-          Estuve en la isla en realidad – comento causal como si aquello se tratara de unas vacaciones en lugar de una prisión escalofriante.

-          Ok –  Carlos retrocedió inteligentemente unos pasos de aquel joven que más ahora que antes le daba desconfianza.

-          ¿Me concedes un baile? – Jay noto las intenciones de escape de su niño por lo que en un intento de desesperación se acerco mas a él para levantar su mano e invitarle a bailar.

-          ¿Eso es una cobra en tu cuello? – y bueno tal vez esas no eran las palabras que Carlos quería decir tras aquella invitación mas al tener tan cerca al príncipe aquello que creyó todo ese tiempo como un collar se movió para revelar ser una hermosa cobra negra que le miraba con aquellos brillantes ojos carmesí y si cúlpenlo si el asunto del baile paso a segundo plano en cuanto contemplo a tan majestuoso animal.

-          Se trata de Azim es una vieja amiga – la respuesta de Carlos le había confundido pero tras notar la mirada fija en su amiga decidió presentarla, acaricio entonces su cabeza con dulzura y dejo que esta se envolviera en su brazo para dejarla sobre los arbustos donde se enrollo nuevamente en sí y volvió a ignorar a aquellos jóvenes, Azim realmente esperaba que ese chico aceptara a su pequeño o ella le mataría.

-          Creo que debo irme – aquel chico miro la interacción de aquel príncipe, la suavidad con la que depositaba a la cobra, el cariño de sus palabras al referirse a ella como una amiga y bueno tal vez eso no le gusto un poco, quizás volvió a sentir como ese vacío en su interior se agrandaba ante aquella escena por lo que pensó en escapar.

-          Solo un baile – la voz de aquel príncipe le detuvo - y desapareceré de tu vista  si te  es molesto – y había tanta desesperación en esa voz, tanto anhelo que Carlos  no pudo negarse, tomo entonces la mano que era ofrecida para él y siguió al príncipe hasta la pista de baile.

Y bailo con el ante el compas de la suave música, y se dejo envolver por aquel momento, y se perdió en los profundos ojos que le miraban con ternura y amor profundo haciéndole sentir nuevamente incomodo. 

 

-          ¿Por qué estuviste  en la isla?  - pregunto sin querer, aun cuando su curiosidad era grande el realmente no debió hacerlo – Lo siento no debí…

-          Cometí una estupidez – el príncipe respondió aun así con franqueza -  lastime lo que más amaba en el mundo – y la intensidad de aquellas palabras volvieron a engrandecer el agujero en su interior, causándole dolor, ira, celos irracionales para una persona que no conocía -   era joven y  no pensaba – y como aquellas palabras terminaron lo hizo la música, y aquellas parejas a su alrededor se detuvieron al igual que ellos.

-          Ya debería irme – Carlos no entendía que era todo aquello que le causaba ese joven por lo que de inmediato retrocedió unos pasos para alejarse de él, y aquel príncipe le soltó devastado observando como todos sus intentos por hacerle recordar no funcionaban y si sus dedos tardaron más de lo necesario en separarse Carlos no puede explicarlo.

Carlos se alejo nuevamente  mas confundido que hace unos minutos, mucho más confundido de lo que había estado en años, el se sentía como aquella vez hace diez años, aquel tiempo en el que se despertó en una cama tras desmallarse  y con aquel vacio en su alma y lo odio, odio cada segundo de ese momento, porque   aun cuando intentaba superarlo no podía, por que en aquel momento Carlos se sentía tan perdido como la primera vez que tomo esa lámpara entre sus dedos, aquel colgante que aun ahora jugueteaba con sus dedos para tranquilizarse sin resultado alguno, fue en ese momento de desesperación cuando  la escucho.

    

Jay se encontraba desesperado, empezaba a dudar de que su hechizo algún día pudiera romperse, incluso dudo de que Carlos volviera a amarle tras notar sus reacciones en la noche, aquella evasión por parte del niño le rompía el corazón, por lo que tomo su último recurso, empezó suavemente como una melodía en su cabeza, aquella que alguna vez intento cantarle  a su niño como una declaración de amor, tonada que pronto escapo de su cabeza y se hizo presente en el aire gracias a su magia, y aquellas tonadas se hicieron más suaves, tomaron más armonía y pronto el preludio a su canción podía ser escuchado hasta donde el pequeño jugueteaba confundido con aquella pequeña lámpara, así que Jay lo hizo, cumplió con aquella promesa hecha hace años, Jay el príncipe de Agrabah canto por primera vez desde su corazón.

 

No puedo apartar mis ojos de ti

Carlos giro su mirada, aquella que se hallaba pérdida entre los jardines de aquel castillo al reconocer al instante aquella letra de la canción, aquella melodía que por años estuvo grabada en su cabeza.

Eres demasiado bueno para ser de verdad
No puedo apartar mis ojos de tí
Tocarte es tocar el cielo

Quiero abrazarte tanto

Y sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir como aquella venda en sus ojos caía lentamente, recordó entonces una banda escolar tocando esa melodía frente a un estacionamiento, el de la preparatoria, recordó también a un chico sonriente intentando cantarle y ser detenido por él.

 

Por fin el amor ha llegado
Y doy gracias a Dios por estar vivo
Eres demasiado bueno para ser de verdad
No puedo apartar mis ojos de ti

 

Recordó aquella cita en el lago, cuando miles de luciérnagas iluminaron la noche y aquella lámpara llego a sus manos junto a aquella primera declaración de amor.

 

Te quiero, baby
Y si te parece bien
Te necesito, baby
Para calentar las noches solitarias

Recordó cuando condujo por primera vez su amado Porche aquel que no había querido dejar en estos diez años, recordó la velocidad y el viento en su rostro cuando piso el acelerador, recordó el amor en los ojos de aquel chico que le miraba sonriente y el dolor en su interior al recordar el engaño.

Te quiero, baby
Confía en mí cuando digo
Oh, precioso
Rezo para que no me hagas infeliz

Recordó también las galletas y el plan para lastimar al heredero de Jafar, el engaño que le causo más dolor que satisfacción, a aquellas manos que una vez acunaron su rostro  con dulzura, le golpearon aquella vez con odio y rencor tras descubrirlo.

 

Oh, precioso
Ahora que te he encontrado, quédate
Y déjame amarte, baby
Déjame amarte

 

Y le recordó también, aquel chico, aquella sonrisa, Carlos recordó entonces el rostro de aquel que tanto extrañaba y sus sueños al fin tuvieron sentido, y aquel que seguía enamorado aun sin saberlo ahora tenía un rostro y aquellas lagrimas que rodaron por sus mejillas fueron imposibles de detener. 

 

-          Jay… oh por dios Jay – jadeo el joven al poder al fin recordar todo, mientras aquel chico se acercaba lentamente a él dejando de cantar con suavidad – ¡¡¡eres un idiota… tu maldito imbécil!!! – y el puño de Carlos se estrelló con fuerza contra la nariz perfecta del príncipe que cayó de espaldas contra el suelo ante el repentino ataque - ¿cómo pudiste hacerme eso?  -  grito furioso el joven, lagrimas de rabia y dolor puro aun se derramaban por sus mejillas, aquella frustración que al fin se dejaba caer. 

-          Carlos lo siento – murmuro el príncipe limpiando su sangre con la mano, dejando brotar su magia para curarse de aquél atentado.

-           ¡Vete a la mierda Jay! – grito el chico nuevamente con ira y al instante se vio siendo atacado por aquella cobra, Azim que al olfatear la sangre de su niño salió de su escondite para protegerle. 

-          Azim basta – mas la voz de su niño la detuvo y aquella mano la alejo del joven deteniendo su intento de intimidación – lo merezco – trato de tranquilizar a la cobra que aun estaba recia en dejarle ir, mas Jay se levanto del suelo y se acerco nuevamente al joven su nariz aun curándose lentamente de aquel golpe – solo quería protegerte – suspiro al ver como el chico esperaba una explicación – no quería que sufrieras por alguien que vez no iba a regresar. 

-          Eres un cobarde… no ibas a morir en ese lugar, no es el puto infierno yo sobreviví…. – el chico seguía gritando molesto empujándole cuando el príncipe intento acercar más.

-           Tenia enemigos Carlos, los enemigos de mi padre, todos ellos buscaron mi cabeza  nada mas pise la isla…- y el joven le obligo a mirarle sosteniendo su rostro y encontrándose con su mirada – casi muero en varias ocasiones… yo no podía causarte ese dolor.

-          ¿Dolor?... ¿tienes idea de lo mucho que sufrí por no recordarte? – volvió a rehuir a su mirada empujándole nuevamente mas siendo inútil, pues el príncipe lo tenía firmemente sostenido frente a si – diez años Jay… diez malditos años extrañando a alguien que no recordaba – susurro volviendo a soltar lagrimas – diez años de sentirme vacio por dentro.

-          Yo no sabía que eso pasaría… quería que fueras feliz con alguien más – y al fin aquel príncipe le soltó, cedió a aquellos sollozos que suavemente eran desprendidos por su niño.

-          Me quitaste eso Jay, tomaste esa elección de mi… el esperarte – pero Carlos no huyo se quedo ahí mirando el suelo dejando caer aquellas lagrimas lavando su dolor.  

-             Te he causado mucho dolor Habibi – susurro con miedo aquella ultima palabra – yo solo quería tu felicidad – y ahora era el quien evitaba su mirada, aquel príncipe  cerró los ojos listo para recibir cualquier golpe o grito de su amado.

-          Igual lo hice yo… y tal vez esto sea un jodido error… quizás no deberíamos estar juntos… solo míranos… nos hacemos tanto daño… no dejamos de herirnos mutuamente -  Carlos levanto al fin la mirada para observar a aquel príncipe, no a aquel joven que se veía totalmente arrepentido, aquel que tuvo que sobrevivir en un agujero infernal donde a diferencia de él le cazaban sin cesar, Carlos tenia a Aladdin, el tuvo a Mal y  a Evie para sobrevivir y mantener la cordura en la isla pero Jay, aquel joven que había nacido entre lujos  y comodidad no tenía a nadie que le ayudara en aquel frio lugar y por primera vez Carlos observo a alguien mucho más vulnerable que el – te odio tanto Jay – y aun cuando Jay se había preparado para esto, para su rechazo no pudo evitar sentir aquel gran dolor en su alma al escuchar esas palabras –   te he estado esperando estos diez años… y te amo tanto que no me importa si nos dañamos – termino en un susurro causando que el príncipe levantara la mirada asombrado por sus palabras.

-          ¿Eso quiere decir que me perdonas? – sonrió suavemente intentando bromear.

-          Solo si terminas la canción – y aquel joven nuevamente le sonreirá y su amor le abrazo con fuerza  temiendo perderle nuevamente.

-           Siempre Habibi… toda la vida de ser necesario – susurro Jay antes de atrapar sus labios en aquel beso, aquel contacto tan deseado y necesitado por ellos, esa dulce promesa de permanecer solo para él.  

Más tarde puede que Carlos le reclamara a aquellos jóvenes por mantener el secreto, o entendiera el por qué varias cosas, puede que también Mal amenazara suavemente con arrancar la magia de un tirón de Jay, algo muy doloroso para seres como ellos y lanzarlo a los lobos, literalmente, además de Evie y si Jay dejo de comer cualquier alimento ofrecido por ella por un tiempo solo por precaución Carlos se encargo de señalarlo siempre, Ben, el buen rey se  limito simplemente a asegurar que si Mal o Evie no cumplían con su promesa él se los recordaría, Jay sonrió riendo ante aquello después de verse en un gran abrazo de su viejo amigo, puede que por parte de ambos empezara como un engaño aquella amistad pero ahora entendía que aquello se convirtió en algo real cuando Jafar murió, una amistad que quizás tardaría un poco más para volver a ser lo que era más como ambos estaban dispuesto no había de que preocuparse y bueno al menos ahora tenía lo que más amaba en la vida a Carlos.

 

Y puede que las cosas no fueran fáciles a partir de ahora, que Carlos se negara a mudarse a Agrabah por los malos recuerdos que el palacio le traían, y que tal vez Jay se negó al principio al regresar a la escuela alegando que era un príncipe y que diez años en la isla de los perdidos ya era suficiente tortura como para estudiar, puede que a regañadientes y obligado por el amor de su vida Jay se decidiera a regresar a Auradon a vivir en ella, tal vez compro un gran y espacioso departamento convenientemente ubicado cerca de la universidad y la mansión refugio de Carlos donde tras llegar a un acuerdo y Jay entrar a la tortura de los estudios este se vio beneficiado con  despertar cada mañana con el lindo rostro de su amor todas las mañanas, y si tal vez aun cuando Carlos se mudó con él y entre la universidad y el trabajo de diseñador de Carlos tenían sus peleas, tal vez algunos bocetos eran arrojados accidentalmente a la basura cuando Jay intentaba levantar el desorden o aquella pelea donde una cobra se escondió entre la ropa sucia y Carlos casi la ahoga en la lavadora, eso sin contar su negativa por llevar el hogar con aquellas tigres que aun miraban a Carlos con cierto rencor cada que  lo veían por tomar a su “amo” de ellas, después de todo Carlos había dejado claro que el único felino en la casa era Belcebú, no hace falta mencionar lo alegre que el chiquillo se puso al descubrir que Jay le había traído desde la isla y más aun cuando descubrió que era la magia de Jay quien le regreso toda la vitalidad a este.

 

Y todos aquellos mal entendidos o accidentes que la magia de Jay causaba, sobre todo ahora que tras estar reprimida por tantos años solía tener ciertas “fugas”, como aquella vez en la mansión refugio, donde tras un estallido de magia accidental Jay transformo a todos esos lindos perros en personas y bueno, Carlos no vio con buenos ojos como un montón de chicas se aventaban contra su novio en busca de mimos y atención, porque si Jay parecía atraer a las chicas sin importar si eran humanas o no, tardaron varias horas y un Genio mal humorado llamado ya muy tarde para ayudarle a Jay a revertirlo.

 

O aquella vez en donde Carlos salió con Evie de viaje en busca de “inspiración” cosa que desagrado completamente a Jay y regreso para encontrar a tres mujeres viviendo en su casa, bueno tal vez exagero su reacción después de todo solo eran aquellas tigres y Azim en forma humana, pero bueno Ethan no lo sabía por lo que cuando Evie le mando a buscar ciertos bocetos  al departamento de Carlos y una despampanante morena le abrió la puerta para ser recibido por un Jay abrazado por dos gemelas despampanantes  cuando su novio estaba lejos, el no pudo evitar entrar en pánico y avisar a Carlos que regreso de vuelta lleno de celos solo para descubrir que Genie tuvo la grandiosa idea de llevar a esas dos que no dejaban de masticar sus cosas por extrañar tanto a Jay.

 

Entonces, veces como despertar ciertas mañanas con una mujer durmiendo a la espalda de Carlos o abrazada de Jay, ya que al parecer las serpientes buscan el calor corporal Carlos y la magia de Jay tenía más fugas de noche se volvieron rutinarias, al menos era útil, sobre todo si alguno de ellos olvidaba algo en casa y no había quien se los llevara, que por lo regular era Carlos y aun que ver a una hermosa mujer vestida con la ropa de su novio no le gustaba nada, tener sus bocetos o a Dude paseado todos los días lo valía, aun que Carlos termino confeccionándole ropa y si el tanto como Evie la usaban de modelo en ocasiones Azim sabia disimular lo mucho que lo odiaba muy bien.

 

Por suerte todos aquellos accidentes comenzaron a parar cuando Jay entreno su magia enserio, y bueno pude que aquel incidente donde Dude termino siendo humano, un joven muy apuesto completamente atento y amoroso con Carlos haya tenido algo que ver, incluso Belcebú ayudo un poco pues aun cuando era un hombre totalmente maduro en su forma humana ser recibido por este completamente desnudo y recostado en el sofá de su departamento no era muy agradable,  pero Jay no lo admitirá nunca.

 

 Así que las cosas no eran perfectas, ni todos los días llenos de júbilo y emoción, pero para Jay eso era la felicidad, en cuanto a Carlos el pequeño De Vil, aquel que había logrado salir de la sombra de su madre y al fin era amado como se debía si le dieran a elegir volver a tomar aquella decisión de engañar a un príncipe cuando tenía 14 años él definitivamente lo volvería a hacer, porque a pesar de todo el dolor que pudo causarle, si aquel camino tan empinado le llevaba a donde estuviera ahora él no lo dejaría pasar por alto, Carlos de Vil había encontrando su final de cuentos de hadas y bueno Jay nunca agradeció tanto a su padre su vida como ahora. 

 

Jay termino repitiendo la misma historia de amor que su madre, ambos eran de distintas clases  sociales, el amor floreció a primera vista aun cuando le ignoro, una mentira les unió, la verdad les separo y al igual que a ella lo suyo paso por un doloroso momento pero al final el obtuvo lo que cualquier persona desea, felicidad, lo único que lamento aquel chico lleno de magia fue que su padre no llegara a ver en lo que se había convertido, aquel que debió ser tan ruin como el, el heredero de Jafar.

 

Fin

Notas finales:

Primero realmente aun no me creo que llegara tan lejos, segundo gracias por esto, por acompañarme en este viaje de locura y de palabras aburridas que me hicieron soltar lágrimas cuando las escribí, por soportar mis faltas de ortografía y mi mal argumento, gracias por leer y animarme a seguir, gracias por seguir leyendo hasta aquí.

Y bien este si es el final, nada mas saldrá de este cerebro, ni una idea más para esta historia y espero pronto tener otra nueva lista y verlos por aquí para compartirla con ustedes, creo que ya lo mencione pero mi hermana me pateo literalmente porque ella quería un final feliz y cursi, sip, así que si quieren agradecer a alguien que sea a ella, por que definitivamente yo iba a terminarlo en el otro capítulo como dije.

Y si Jay se quedo con el pelo corto a Carlos no le agrado mucho porque tenía menos agarre para la cabeza de Jay pero lo dejo pasar por que él le trajo a Belcebú.

Claro que Jay iba a odiar  a Azis en un principio y fantasear con matarle  solo para que tuviera monólogos internos de auto odio pero  eso sería alargar el fic un montón así que lo acorte, Jay aun se siente un intruso en esa familia pero con ayuda de azis lo superara, el se ha convertido en su defensor número uno, lo siento Azim pero Azis ama a su hermano mayor.

Obviamente Al iba a golpear a Jay, todos querían golpear a Jay pero la violencia solo engendra violencia, así que solo Al le golpea y Carlos pero el tenia todo el derecho, sería estúpido si no lo hacía.

Casi, casi olvido a Belcebú jajaja, lo iba a dejar morir en la isla de vejes pero me dije, joder ya todos son felices que mal hace un poco de felicidad mas.

Antes de que pregunten si Azim pudo llegar a sentir afecto por Genie, tal vez su hubiera enamorado de él si no fuera porque ella sabía que Genie le quería pero solo en su forma humana, ella sabía que él jamás renunciaría a su humanidad para estar con ella.

Belcebú y Azim no se llevan bien porque el primero se cree el centro del universo y la segunda cree que Jay es el centro del universo y sin embargo ambos protegerían a Jay con su vida y se consuelan  mutuamente.

En la película de Aladdin note que Jafar es muy alto y por obvias razones decidí que su hijo igualmente lo seria pero a diferencia de su debilucho cuerpo el de Jay estaría más constituido por todo el ejercicio que hizo en la isla, ya saben escapar, correr, saltar por las paredes todo eso.

Así que gracias nuevamente por apoyarme con sus comentarios, esos que son el alimento para nosotros que humildemente subimos nuestras historias para compartirlas con ustedes queridos lectores… por ultimo diré… galletas y chocolate para todos WIIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!

Ma sha allah: sería algo así como “Que guay”

Aji: Mi hermano.

Damien es una variante de Damián pero en francés debido a que el cuento original de la Bella y la Bestia  es de origen francés decidí conservarlos así, significa aquel que doma o somete.

La canción es  Once upon a dream, de Lana del Rey si la de la bella durmiente, en lo personal me gusta más la versión de Maléfica  que la de la peli de animación, aquí el link. https://www.youtube.com/watch?v=Il5daOh4dQ4

La canción que canta  Jay  es Cant Take my eyes of you si de Frank Sinatra, solo que en español para que puedan apreciar lo que dice la letra, efectivamente la de 10 cosas que odio de ti, como dije no me pude resistir y ya que va a acabar así me di un pequeño gusto, además de que aun que tome en cuenta sus peticiones fueron muy pocas y ninguna parecía cuadrar.  https://www.youtube.com/watch?v=w3LZQLkGsSY

 

Dudas?

 

Comentarios?


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