En el laboratorio subterráneo de una casa verde, después de un horrible día de clases…
-¿así que no encontraron algún caso similar en sus investigaciones paranormales?...entiendo, gracias de todos modos-apagó su mini computador, seguro se comunicó con uno de los agentes de los Ojos hinchados.
-¿a quién llamaste, a ese intento de sociedad secreta “albóndiga hinchada”?
-sí, lo que tú digas, es súper secreta, no le digas a nadie… ¡espera, ¿cómo lo supiste?!
-oh, se toda clase de cosas sobre ti-dijo sin pensarlo pero al ver la mirada confusa de Dib cambió de tema-¡o-oye, dijiste que sabias quien nos ayudaría en esto, yo pensé que…!
-por favor, Zim, es obvio que la segunda opción está descartada y no sé cómo podemos odiarnos más de lo que nos odiamos, además recuerda que por culpa de “alguien” es que perdimos el resto día tratando de romper estas cosas con armas alienígenas.
-¡fueron ideas brillantes, es solo que no sabes valorar el esfuerzo que el grandioso Zim pone en solucionar tu problema!
-¡oye, también es tu problema!
-¡como sea, ni siquiera me explicaste de que se trata todo esto todavía y aún tengo muchas dudas!-se quejó.
-¡no necesito explicártelo si pronto nos separaremos, además ese estúpido instructivo lo dijo y si aún tienes dudas pues pregúntale a tu computador!-se levantó y trató de salir del laboratorio, pero recordó algo-eh, ¿crees que sea una distancia considerable de aquí a mi casa?
-no lo sé, ese también es tu problema, no el mío-recalcó despreocupado.
-¡es el problema de ambos porque si lo es moriremos!
-¡está bien!-replicó-¡Computador, ¿crees que la casa del Dib está muy lejos?!
-pues…relativamente sí-sentenció el equipo.
-bueno, ya lo oíste, “relativamente”-aclaró-¡así que vete que apestas mi base!
-¡no voy a arriesgarme!
-¿y qué vas a hacer?
-pues en tu base no puedo quedarme porque intentarías matarme, así que camina que se nos hace tarde-le ordenó.
-¡espera, no vas a decirle a Zim que hacer!
-¡quieras o no nos vamos a mi casa donde podré estar a salvo!
-¡intentarás exponerme cuando llegue, ¿no es cierto?!-cuestionó con desconfianza y cierto temor.
-¡Por Venus, claro que no, yo sí quiero vivir y si algo te pasa igual a mí!
-¡JA, ¿y crees que te seguiré, gusano?!-lo retó sonriendo con arrogancia.
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Minutos más tarde…
Dib estaba cargando sobre su hombro a Zim contra su voluntad, éste se veía algo… ¿quemado?, seguramente ocurrió por las descargas eléctricas que fueron causadas en sus vanos intentos por dañar al humano. Por suerte, dejó de intentarlo hace unos minutos atrás. Todo para que sus heridas sanaran de una vez.
-me alegra que al fin dejaras de intentarlo, estabas comenzando a darme lástima-se burló el humano.
-¡Zim no le da lástima a nadie, es más tú me das lástima porque no sabes lo que te espera en cuanto esta cosa ya no me impida lastimarte!-amenazó, pero no hizo nada más que fulminarlo con la mirada.
-lo que tú digas-sonrió triunfal-ahora solo tenemos que encargarnos de que…
-hijo, mira que tarde llegas-regañó Membrana, pero luego en su semblante se vio extrañez-y veo que trajiste a tu amigo extranjero.
-¡papá, no es lo que parece!-lo soltó rápidamente haciendo que el irken cayera al suelo.
-claro que lo es, Dib, no quieras ocultarlo… ¡al fin hiciste un amigo y no lo llamas extraterrestre, que grandiosa noticia, hijo!
-¡¿Qué?, yo no…!-replicó el irken, una vez parado, mas fue acallado por un codazo en su brazo.
-¡sí, eso es Zim, mi amigo!-sonrió tratando de simular alegría-¡se quedará por hoy en la casa!
-¡qué bien!, aunque no podré quedarme porque tengo un proyecto que hacer y Gaz también salió.
-¡nosotros haremos la tarea, no te preocupes, no vaya a ser que llegues tarde!-insistió, no quería que su padre cambiara de opinión y se quedase.
-¡oh, tienes razón, la ciencia real es primero, me alegra que lo estés comprendiendo, nos vemos mañana!-se despidió y salió, dejándolos totalmente solos.
Un silencio horrible llenó el lugar…
Hasta que...
-¡oye, ¿a qué te referías con eso de que “esto no es lo que parece”?!
-bueno…-se rasca la nuca con nerviosismo.
-¡¿y porque te pusiste tan nervioso cuando…?!
-¡realmente tengo que explicarte algunas cosas pero no ahora!-suspiró para calmarse-veré qué más puedo investigar, seguramente a alguien más le pasó esto en otra parte.
-lo dudo, seguramente sabían que éramos superiores y por eso alguien nos echó esta maldición-vio la sortija.
-espera un segundo, ¿desde cuando dices que alguien es superior además de ti?-miró sospechosamente al irken y éste se puso nervioso.
-n-no es que seas igual de superior, e-es solo que digo que no eres tan inferior.
-eh, ¿gracias?
-¿Por qué dije eso?-se reprochó mentalmente.
Ambos entonces, fingiendo que nada pasó, fueron a la habitación del humano. Dib encendió su computador para seguir investigando cosas.
-solo quédate sentado allí, no toques nada y si lo que buscas son las evidencias de tu existencia es obvio que no las encontrarás a plena vista, no soy tan estúpido como antes.
-¡tonterías, para mí sigues siendo el mismo humano idiota de siempre!-dijo para seguir observando todo con detenimiento, tratando de olvidar lo que pasó hace instantes.
Pasaron horas investigando, Dib en su computador y Zim con unos libros. Aún no conseguían hallar otras soluciones viables.
-espera aquí, voy por un café-se levantó para salir de la habitación.
Al poco rato se oyó un pequeño ruido proveniente de la máquina que el humano usaba. Por una curiosidad tremenda, y con obvio instinto de desobediencia, Zim se acercó y vio detenidamente la pantalla de la computadora, se trataba de un amigo que estaba en una ciudad que él desconocía, nada de qué preocuparse… ¡¡¡esperen, ¿el humano tenía un amigo?!!!
-¿Quién es esa horrible persona?-se preguntó mentalmente, mas al oír pasos que entrarían a la alcoba, volvió a sentarse en la cama fingiendo inocencia.
-por Júpiter, que efectivo fue-dijo mientras volvió a sentarse frente a su escritorio y tecleaba otra vez unas cosas.
-¿Quién rayos es él?-cuestionó celosamente, pero rápidamente se tapó la boca al notar que lo había dicho en voz alta y no en su mente.
-sabía que no harías caso, Zim-dijo desaprobatoriamente-…bueno, él y su hermana son compañeros de mi padre en su laboratorio y como son de mi edad pues me obligó a relacionarme con ellos, especialmente con su hermana, aunque ni siquiera me interesa.
-¿entonces no hablas con la fémina?
-no, ella sólo me hablaba de ciencia real, es muy aburrida.
-bien-dijo quedamente, pero por extraña razón no pudo evitar sonreír con arrogancia, quizás porque la ciencia real no le volvería a quitar a su némesis.
Las horas volvieron a pasar. Zim luego notó que Dib se había quedado dormido y se acercó a él.
En ese instante tomó una de las peores decisiones de su vida…
-¡Dib-humano!-lo zarandeó, pero este no despertó, al parecer tenía el sueño pesado.
Entonces se le ocurrió el intentar levantarlo para llevarlo a su lecho terrícola y así poder seguir viendo sus secretos en la computadora…pero como Dib le ganaba en altura y peso, y obviamente Zim era muy flaco y bajito, acabó cayendo el terrícola sobre él, haciendo que el irken entrará en pánico al instante.
-¡Dib-cosa, despierta!-gritó, tratando inútilmente quitárselo de encima-¡Humano apestoso, Zim te ordena que te levantes de su increíble persona!-esta vez, intentó sacar sus extremidades biónicas, pero al parecer no podía controlarlas con regularidad…
Algo no iba bien…
Esperen un momento… ¿Por qué sintió sus mejillas calentarse al tener tan cerca al adolescente?
-¡seguramente es por la ira de que este mono apestoso se durmió sobre mí!
¿Quién lo libraría de esta?
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Continuará…