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Tres faros se apagan por LordDria

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Notas del fanfic:

 


 


>>2min<<

Notas del capitulo:

La idea nace desde hace mucho, la verdad. Sentía una... amargura sin sentido que se combina con una personalidad muy preciada para mí de uno de mis personajes favoritos.  La idea al principio fue descartada muchas veces, porque aunque tenía varias ideas al final no sabía cómo continuarla y cómo terminaría. Sin embargo, , luego de mucho pensarlo ( y de fastidiar a mi bestfriend), decidí dejarlo en tres partes. No son tan explícitas, pero creo que resumen bien la idea que quería transmitir y, por sobre todo, la perspectiva de cada uno de los personajes a los que me referiré. 

Espero que les agrade cuando lo lean y que traten de entender el porqué del comienzo, de la meta en la vida de cada uno de los personajes aquí presentes y, también, su decisión final acerca de sus vidas. 

¡Gracias por leer!

 

Había un ladronzuelo caminando detrás de un dios bastante cansado y algo gruñón. El chiquillo venía siguiendo sus pasos desde unas cuadras atrás; posiblemente lo había seguido desde principio del mes. Traía la cara pintada de tatuajes amorfos pero aun así bastante atractivos e interesantes; se desenvolvía con aire despreocupado y juvenil por la callejuela, dejando que el viento jugase con sus castaños cabellos.  

El dios había decidido no tomar en cuenta su insignificante presencia y siguió su camino. Era un día caluroso y con bastante humedad, la luz golpeaba contra los grandes escaparates de las tiendas de la costa, dándole un brillo más intenso a los cristales y baratijas exhibidas. Hizo un gesto de asco al sentir el hedor de los tachos traseros de los restaurantes cercanos a la avenida y los tímpanos sangraron por la barahúnda de la celebración anual por Sabiduría, así que giró en la esquina próxima, internándose en el corazón de la pequeña ciudad costera. El chiquillo frunció el ceño y apuró el paso cada vez más hasta hallarse a sí mismo sudando por la frente y respirando torpemente por la boca y nariz y obligando a las delgadas piernas a dar zancadas cada vez más largas, pero el dios se movía a una velocidad increíble y le fue imposible seguirle el paso. Con la respiración entrecortada y apoyándose en una pared, observó cómo desapareció entre las sombras. A donde pertenecía.

—   ¡Pendejo! Te salvé la vida… —Taemin gruñó y dio un fuerte puñetazo contra un basural cercano de metal, lastimando sus frágiles nudillos.

 

No fue sino  hasta la última semana del mes cuando cruzaron miradas casualmente. Taemin disfrazó sus ansias y entusiasmo bajo su intrínseca personalidad despreocupada y poco humilde. Arriesgó su última carta y decidió confiar en su intuición: el dios debía venir por el mercado, subir la escalerilla estrecha  e internarse por entre los inmensos apartamentos antes de esfumarse. Inhaló y exhaló, revisó el contenido de su bolsillo y se preparó para encararlo.

—   Bien, bien —una voz proveniente de alguna parte resonó entre los muros mohosos —. Lo has estudiado bien.

 

—   ¿Eres…tú...Envidia? — la voz salió más temblorosa y aguda de lo que esperaba.

 

—   Me gusta ese nombre —un hombre joven apareció ante él con una risita burlona. Vestía un traje negro y traía su negro cabello hacia atrás. Se acercó al él y con un grácil movimiento extrajo lo que el efebo llevaba consigo —.Sabes, niño, no somos duendes ni nos vendemos por tan poco—dijo mirando analizando con asco el paquete de cigarrillos —. Temo que nuestro amigo ya se encuentra bastante familiarizado con el vicio aunque prefiere una marca algo más apropiada—.Taemin infló las mejillas y le arrebató el paquete, guardándolo de nuevo.

El dios desconocido alzó las cejas, fascinado. Examinó al muchacho y sonrió mientras apoyaba un hombro en la otra pared.

—    Verás, niño, nuestro amigo es un ser rutinario, solitario y malhumorado sobretodo. ¿Por qué un chiquillo como tú querría acercarse a esa bestia asquerosa? Ese tipo no trae buena suerte. Terminará comiéndose tu alma, ya te lo dije.

Taemin se demoró en contestar. Pensó en todo el tiempo desperdiciado en el ingrato ser inmortal; sin embargo, era su única salida y las opciones se iban reduciendo.

—    Necesito algo que me fue robado y él es el único que puede devolvérmelo… Además, mi alma no es tan pura, deberías saberlo. Por eso estás prendado de mí—una mueca de burla bajo una sonrisa tierna. Un semblante frágil bajo  un muro de cinismo y altanería, pensó el otro.

El inmortal aún más fascinado por la personalidad del mortal, acarició una mejilla del efebo y ofreció una sonrisa asquerosa tapada con unos pobres mimos dulces. Sacó de uno de sus bolsillos una moneda de oro brillante, chancada en los bordes y con pequeñas e indescifrables letras, la colocó en la mano contraria y guardó la cajetilla antes de girar a Taemin y ponerse tras él, recostando su firme barbilla en el hombro descubierto.

—   Escúchame con atención, niño —la fría mano apretaba la mano mortal y la otra lo obligaba a ver al frente, causándole una sensación de vértigo y pánico—. Ese rutinario vendrá por acá como lo intuiste, le rogarás que te devuelva el favor y, cuando lo des todo por perdido, dale esa moneda. Te hará caso, te lo aseguro  —pegó la nariz al níveo cuello y se dejó embriagar unos segundos por la esencia natural del chiquillo. Era totalmente delicioso. — ¡Ah! Cuando hayas cumplido tu objetivo, será un placer devorarte, mi pequeño hermoso.

Taemin, empujó al dios y se limpió el cuello con asco. Giró rápido y entre los muros de color medio verdoso en que se hallaba y no había ya nadie. Recostó su peso contra la pared, apretando su “ofrenda” en su mano.

Esta vez no habría errores.

Su venganza podría completarse y haría llegar paz al recuerdo de su ser más querido por aquellos días.

Notas finales:

Si han llegado al final del texto, se agradece enormemente su tiempo de entender una idea loca. 

Por favor, continúen la siguiente parte. 


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