Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Definitivamente suyo por Chiru Less

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno...esto está escrito hace mucho tiempo, pero no me animaba a publicarlo!! Gracias a Mircea que me dio el aliento para hacerlo, te dedico éste prologo a ti :3

Ni el manga Magi! The labyrinth of Magic ni sus personajes son míos, sino que son obra de Shinobu Ohtaka, la persona que está logrando que ultimamente nos arranquemos los pelos.

Lo que había comenzado como una simple llovizna luego de que el cielo se nublara completamente, ahora se había convertido en un auténtico diluvio. Hakuryuu odiaba admitir que su hermana mayor había tenido razón cuando le había insistido una y otra vez aquella mañana en que se llevara un paraguas al colegio, pero no. Con tal de llevarle la contraria no sólo no lo había llevado, sino que tampoco se había puesto ningún abrigo, y había asistido a la escuela sólo con su uniforme – una camisa de mangas cortas y su corbata y pantalón azul oscuro.

 

Resopló frustrado y ansioso porque aquello terminara de una vez; se había mojado horrores, pero aún le quedaban a pie unas 4 o 5 cuadras hasta su casa desde la parada del autobús, y si no se ahogaba en el proceso de llegada se iba a tropezar y ensuciar todo, con lo torpe que era a veces, por lo que decidió refugiarse en el techo de lona de un local de ropa, esperando a que menguara un poco la tormenta. Un trueno se dejó oír a lo lejos.

 

Revolvió en su mochila, sacando su celular. Hakuei lo había llamado no una, ni dos, sino 6 veces. Su hermana sí que podía ser pesada…

 

Decidió llamarla al notar que ya comenzaban a formarse pequeñas lagunas en la acera. Luego de marcar el número y llevarse el aparato a la oreja, no tardó ni dos tonadas en contestar.

 

-          Hakuryuu, dónde estás? Mira la tormenta que ha caído, te he dicho mil veces que…

 

-          Sí, ya lo sé, no me retes. Estoy cerca de casa, pero me detuve antes para no mojarme tanto. Te llamaba para que supieras que nadie me secuestró ni abusó de mí.

 

-          No bromees con eso. Mamá también está preocupada.- su voz se dulcificó, producto de la preocupación. Quedaron unos segundos en silencio.- Si llega a parar, puedes pasar por la tienda y comprar un paquete de fideos y un poco de carne, por favor? Te queda de paso…

 

-          Claro, lo haré. Si no me ahogo.

 

-          Hakuryuu, deja de decir esas cosas!

 

-          Lo sé, lo siento. Bueno, te aviso.

 

Colgó, mirando la pantalla del celular hasta que ésta se apagó.

 

No podía culpar a su hermana; su padre y hermanos habían muerto en un incendio, y él había tenido que presenciarlo en primera persona, quedando en su cuerpo las marcas de las llamas; ellos dos habían quedado solos, y Hakuei, pese a ser pequeña, ayudó a su madre a afrontar la difícil situación. Se habían quedado de la noche a la mañana sin hogar, sin ingresos, sin gran parte de la familia. Su madre había tenido que dejar de ser la ama de casa amorosa que él había conocido, y había tenido que trabajar casi todo el día, todos los días, para que ellos dos pudiesen seguir estudiando.

 

Se tocó el rostro inconscientemente, acariciando la cicatriz que cubría la mitad izquierda de su cara. La odiaba. Los demás niños siempre lo habían visto de manera extraña, como si fuese una especie de bicho raro, y eso le había llevado a ser bastante inseguro y retraído.

 

Recordando todo aquello, notó que ya no oía tanto alboroto, y se percató de que ahora lloviznaba otra vez. Era ahora o nunca.

 

Salió a paso ligero, evitando correr para no caerse de bruces contra algún charco; rápidamente llegó a la tienda, y compró lo que su hermana le había pedido, aprovechando y comprando también algunas golosinas y gaseosa.

 

Cargado como estaba y preocupado por que la lluvia comenzara a arreciar otra vez, luego de pagar por sus compras y salir del local, le costó varios pasos el lograr detenerse cuando se dio cuenta que algo no estaba bien.

 

No podía verlo, pero sí oírlo. Cuando se detuvo pareció detenerse también aquel ruidito extraño que había oído, como si algo cerca de él rasgara un papel o un pedazo de cartón. Cuando iba a dar un paso más, volvió a oírlo un poco más fuerte y ésta vez, se le había sumado algo que…acaso aquello había sido el llanto amortiguado de un niño?

 

Alarmado comenzó a mirar a su alrededor, intentando encontrar al niño. No había nada. La calle estaba vacía, no había ni un solo auto estacionado, y por las veredas tampoco transitaba nadie, seguramente por la lluvia. Miró a su lado, y se dio la vuelta, pensando que quizás había pasado de largo algo y no le había prestado atención. Nada.

 

Frunció el ceño, seguro de lo que había oído; le molestaba la llovizna persistente sobre su rostro y su cabello, y ya estaba comenzando a sentir frío por sus ropas húmedas; los dedos comenzaban a dolerle por el peso de las bolsas, y se dijo a sí mismo que quizás aquel sonido provenía de alguna casa. Si, eso debía de ser, porque allí no había nada ni nadie.

 

Con ese pensamiento – intentando no caer en la culpa o el remordimiento – comenzó a caminar de vuelta, ésta vez un poco más rápido. No había hecho ni 3 metros cuando, al pasar al lado de un callejón oscuro, volvió a oír el mismo ruido, y el mismo lloriqueo. Se giró a su izquierda y volvió dos pasos hacia el callejón, seguro de que el ruido venía de ahí. El lugar estaba lleno de cajas sucias, algunas apiladas, y varios cestos de basura completamente rebosantes, lo que le daba al lugar un olor bastante asqueroso.

 

Haciendo una mueca y sin animarse a entrar por la oscuridad que allí había, estiró el cuello a ver si distinguía algo; los ojos se le desviaron instintivamente hacia abajo, a unos 4 o 5 metros del inicio del callejón, donde volvió a oír el rasqueteo. Sin pensarlo dos veces, llevado quizás por la curiosidad, se metió dentro del lugar en dirección al ruido, y dio a dar con una caja de cartón cerrada, sucia, y completamente mojada. La tapa se estaba deformando debido al agua, y con horror, Hakuryuu notó que aquella caja se movía, y el sonido venía de allí.

 

Con el corazón estrujado, dejó las bolsas en el suelo y se agachó delante de la caja, un poco temeroso de lo que podría encontrar, porque tenía que abrirla, eso era seguro. Con manos temblorosas, tomó delicadamente las puntas de las tapas de aquella sucia cosa y la abrió despacio, intentando espiar el contenido sin mucho éxito, porque todo allí estaba oscuro.

 

Al abrirla por completo, algo negro surgió de allí, sobresaltando en un primer momento al muchacho.

 

Era un niño. Un niño muy pequeño, tal vez tendría unos 2 o 3 años, más no. Tenía el cabello negro, revuelto y sucio, y dos enormes y brillantes ojos carmesí que eran inhumanos, que lo observaban con miedo y ansiedad. Le temblaba levemente el labio inferior, y Hakuryuu notó enseguida que no era sólo su labio, sino todo su cuerpo el que era presa de los espasmos que, aunque sutiles, le daban a entender que estaba completamente congelado, allí sólo, mojado y dentro de esa sucia caja.

 

Estaba hecho una bolita, sentado; Hakuryuu se acercó a él, y notó con indignación el terror reflejado en esos enormes ojos antes de acurrucarse aún más. Seguro lo habían golpeado y temía que volviera a suceder…

 

Sin pensarlo, estiró una mano y acarició su cabecita. Su cabello, pese a estar mojado y sucio, era suave, y pronto enterró sus dedos, intentando peinarlo. Qué demonios…

 

Tenía orejas. Claro que sí, que las tenía, pero no en la forma y en el lugar correcto; aquel niño tenía orejas de gato, negras como su cabello, pegadas a su pelo, agachadas por el miedo. Sólo las había notado porque las había tocado.

 

Era un gatito.

 

Sonriendo, dejó de acariciar su cabeza y lo tomó en brazos, agarrándolo por debajo de sus pequeños brazos y alzándolo, sacándolo de esa caja inmunda. Mientras lo levantaba, encogió sus cortas piernas e intentó hacerse otra vez una bolita en el aire, sin mucho éxito. Seguía asustado y con las orejas agachadas, pero por lo menos no intentaba huir.

 

Con gracia, Hakuryuu notó que también tenía una colita negra larga metida entre las piernas.

 

No supo qué fue lo que hizo que lo abrazara contra sí, pero lo hizo, y no se arrepintió cuando notó como aquella cosita buscaba su calor, apretándose contra su camisa. Enterró la cara en su pecho, y al cabo de unos segundos, Hakuryuu sintió una vibración en sus manos. Estaba ronroneando.

 

Sí.

 

Definitivamente iba a llevárselo a casa. Qué iba a hacer, dejarlo en aquella caja, abandonado, sólo y en manos de un destino terrible?

 

Con eso en mente y con el gatito aún pegado contra su pecho, tomó las bolsas como pudo, ahora con el peso extra, y caminó bajo la llovizna, camino a casa.

 

Ya escuchaba en su mente los gritos de su madre y hermana.

 

Notas finales:

Bueno, sí. Judal es pequeño, tiene orejas y cola de gato. La cosa más tierna que puedo imaginarme xD

Espero que la idea haya gustado...por lo menos a mi en el momento en el que lo escribí me encantó Dx

Nos leemos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).