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Eres mio. por Daydream duet

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Joe suspiro quizá por vigésima vez en la ultima hora, desde que Samuel apareciera en el parque nada había ido bien, en cuanto el rubio se les perdió de vista Adair había sentenciado su regreso a casa, todos habían ido en el mismo vehículo por lo que Dan y Joe se limitaron a seguirle siendo él a quien dejaran primero en su casa.

Adair no le había dirigido ni siquiera una mirada, al bajar del auto solo le pidió que se cuidara antes de arrancar el auto y marcharse, Joe supo en ese momento que el pelinegro se encontraba enfadado, ni siquiera cuando volteo por el retrovisor para encontrar la mirada del otro castaño recibió apoyo de este, Dan también se encontraba molesto.

Antes de acostarse ese día había hablado por mas de una hora con el ojiverde, después de mucho insistir este le había confesado que había presenciado todo y que no podía engañar a nadie, cuando el tipo lo acaricio y le abrazo podía notarse que aún había algo ahí, que se sintió hasta cierto punto decepcionado, que no lo juzgaba pero que al no saber que tanto pudo haber presenciado Adair no podía culparlo por encontrarse enojado.

Seis días más tarde nada había cambiado, al menos no con Adair, cuando menos Liz le aconsejaba, Dan era nuevamente el mismo de siempre pero el pelinegro se limitaba a hacerle de chofer y guardián, no más, le recogía cada mañana frente a su casa, le llevaba a la escuela y hasta su clase y al salir le llevaba a algún lugar a comer o a su voluntariado antes de marcharse y nada sabía de él hasta el día siguiente.

Estaba cansado de eso, Adair era el empalagoso en esa relación, era el que buscaba y creaba los momentos de intimidad el que iniciaba el contacto físico, el de las palabras dulces y la actitud desafiante ante la vida, ahora había vuelto a ser casi un desconocido, como si su suerte no fuera tan mala, la nación completa se enteró de su verdad, imágenes de él, Samuel y Adair en el parque se habían colado por los blogs, revistas y programas de chismes hasta llegar a los noticieros y periódicos, ya ni siquiera se molestaron en censurar sus rostros, estaba claro, casi la totalidad de las notas pintaban títulos que giraban en torno a un triangulo amoroso mientras el resto era aprovechado como arma política confirmando la orientación sexual de hijo de uno de los candidatos presidenciales.

Todo era un caos y Adair no decía nada, Dan simplemente le había dicho que no se preocuparan usarían aquello a su favor y efectivamente eso hacían, de un momento a otro la campaña de su padre tenía como punto fuerte la defensa a los derechos de igualdad que en poco tiempo se ondeaba como bandera principal de su campaña y comenzaba a acumular seguidores.

El disgusto en su padre era evidente, no le había puesto ni una mano encima pero el desprecio en su mirada y el hecho de que se mantenía ignorándolo le confirmaban todo, estaba cansado, sentía que tenía que luchar solo y aquello le frustraba, Liz le había dicho que no estaba solo, que tenia que ver las cosas buenas y que sobre todo Adair estaba con él.

Eso era lo que más le frustraba Adair seguía ayudándole pero no le decía nada, podía entender que le molestara a repentina aparición de un ex, tal vez si vio el abrazo o algo pero sentía que el pelinegro estaba siendo injusto, si estaba tan decepcionado podría haber terminado su relación, si ya no le quería por qué seguía ayudándole? Esas preguntas asaltaban constantemente sus pensamientos.

Pero eso tenía que terminar, tenía que enfrentar al pelinegro de una buena vez y si el decidía terminar con todo lo respetaría.

Tomo su mochila guardando todos sus útiles y salió de clases sin ser visto por el profesor, faltaban 15 minutos para que terminara y sabía que Adair le recogería pero no podía esperar mas, atravesó varios salones y subió un par de pisos hasta quedar justo frente al salón donde el de ojos oscuros tenía su ultima clase, cuando este salió y le encontró esperándole, la sorpresa invadió sus facciones pero un segundo después toda expresión desapareció como era costumbre en los últimos días cada vez que le veía.

Adair se detuvo unos segundos en la puerta al notar la presencia de Joe del otro lado del corredor recargado en la pared, se sorprendió tanto que por un segundo creyó que algo malo sucedía pero descarto enseguida esa idea, caminó hasta quedar de frente al castaño escaneándolo con la mirada en busca de algo que no encajara pero todo a excepción del ceño fruncido de su novio estaba bien, no tenía ganadas de hablar, cada vez que le tenía enfrente mil pensamientos venían a su mente y quería decir tanto pero nada salía de sus labios, la afirmación que Samuel le gritara antes de marcharse retumbaba cada vez con más fuerza en su cabeza, Sabes que no te ama.

Su orgullo le gritaba que tuviera seguridad de si mismo pero los hechos le abofeteaban con la gran posibilidad de que el rubio tuviera razón, tal vez Joe solo estaba con él porque sí, por que insistió y presionó demasiado, por gratitud o quien sabe por que, pero ni una sola vez le había dicho que le quería, a excepción de su segundo beso en ninguna ocasión el de ojos almendra había iniciado ningún acercamiento y saber todo eso le carcomía por dentro.

Comenzó a caminar pasa salir del edificio teniendo la certeza de que Joe le seguía, al llegar a su auto desactivo los seguros y entro en el asiento del conductos esperando a que el castaño hiciera lo propio en el de copiloto.

Cuando Joe abrocho si cinturón de seguridad, Adair encendió el motor y puso en marcha el auto para llevar al castaño al albergue donde ese día le tocaba voluntariado, el silencio le resultaba completamente asfixiante pero no tenia ánimos para encender el estéreo ni ánimos de iniciar una conversación.

Estaba por tomar la avenida que les conduciría al albergue cuando Joe exigió casi con un grito que se detuviera.

-Qué sucede?- Preguntó extrañado al tiempo que orillaba el auto y activaba las luces preventivas.

-Para con esto.- Joe habría querido sonar rudo y despreocupado pero en cuanto las palabras abandonaron sus labios la voz se le quebró.

-Ey tranquilo, qué es lo qué sucede?- Joe había cerrado los ojos en un intento de ocultar la humedad que comenzaba a invadirles, al abrirlos se encontró el rostro del pelinegro demasiado cerca del suyo, en algún momento Adair se había deshecho del cinturón de seguridad y se había inclinado para observarle. –Estas bien, te duele algo?

La preocupación estaba escrita en las facciones del pelinegro, estaban tan cerca que Joe podía sentir su aliento rozándole el rostro, había repasado las palabras que le diría una y otra vez en su cabeza –Terminemos- era mas fácil cortar que ser cortado pero no tuvo el valor de pronunciarlas, quería aferrarse a él por algún motivo.

Sin contestar Joe sujeto la nuca del pelinegro y le atrajo para juntar sus labios en un desesperado beso que Adair no tardó en corresponder, la urgencia, el deseo y la desesperación se a galopaban en sus pechos, Joe se aferraba desesperadamente de Adair, enredando sus denos en el cabello azabache y a estrujando con fuerza la camisa del contrario con la otra mano, mientras Adair se apoyaba con un brazo en el respaldo del asiento y con la otra apretaba la cintura de Joe.

Así de súbito como había comenzado, el eso se acabó, Adair cortó el contacto y se acomodo en su sitio con el seño fruncido y una expresión de agonía en su rostro, Joe quería decir algo pero la actitud del pelinegro no se lo permitió, cuando este volvió a poner en marcha el auto no tuvo el valor de cuestionarle cuando pasaron de largo el albergue.

¿Qué había hecho? Probablemente había renunciado al poco orgullo que le quedaba en aquel beso y el pelinegro había reaccionado de la peor manera que pudo esperar.

¿ES que acaso en verdad lo había jodido todo? La idea de ser abandonado una vez mas le calo profundo, se secó las lagrimas y respiro profundo para calmar su mente y su corazón, no tenía sentido torturarse a si mismo, no era nada que no hubiera vivido antes, se afrontaría a ello con dignidad y con la cabeza en alto, ocultando sus sentimientos lo mas profundo posible muy por detrás de sus pensamientos que le servirían una vez mas como escudo y barrera.

 

***

Después de media hora de vagar entre las calles sin rumbo aparente Joe perdió el control que le quedaba, no importaba que tan mal quedaran o si se llegaba a la fuerza, esa personalidad sumisa no era siempre parte de él ni para cualquiera, de hecho una parte de personalidad era todo lo contrario y era justo la que estaba aflorando en ese momento.

-Como una mierda Adair, para el puto coche ahora mismo.- Exigió con un tono duro e incuestionable, pero solo consiguió que Adair le dirigiera una mirada de sorpresa y siguiera a lo suyo, 5 minutos después Joe estaba cayendo en la desesperación.- Que pares de una maldita vez o soy capaz de bajarme aun con el carro en movimiento.

Esta vez la amenaza pareció surtir efecto pues poco después Adair reducía la velocidad hasta entrar en el estacionamiento de un edificio y aparcar en una de las plazas.

Cuando el motor se apagó un asfixiante silencio se instaló entre ellos, Joe habría querido simplemente abrir la puerta y marcharse dando aquello por terminado y mentalizándose para olvidar al pelinegro pero no pudo moverse de su asiento, quería hacer muchas preguntas, armar un berrinche y una parte de él estaba dispuesta a suplicar por perdón de ser necesario pero por otra parte su orgullo le exigía que se fuera.

Clavó la mirada en Adair pero este mantenía la vista al frente, con las manos aferradas fuertemente al volante, una parte en el se sintió muerta, aquello simplemente no tenia sentido, suspiro con pesadez y pronunció un escueto olvídalo antes de abrir la puerta.

Estaba por bajarse cuando fue detenido por el agarre del pelinegro que de un jalón lo volvió a su sitio antes de inclinarse sobre el y cerrar la puerta de un portazo.

-Pero qué…-Cualquier queja de su parte fue callada por los labios del moreno, el beso era voraz y demandante, Joe intentaba corresponder pero el ritmo era tan inconstante que se perdía en él.

Joe no supo en que momento Adair había cruzado a su lado o bajado el asiento dejándoles recostados a ambos pero al separarse por necesidad de oxigeno pudo notar aquellos detalles.

Joe no sabía que ocurría pero poco tiempo pudo para pensar en ello antes de que Adair volviera a besarle de esa forma tan embriagante. Adair se encontraba ido, no pensaba, actuaba simplemente por instinto, uno que nacía de la más profunda desesperación y deseo, estaba completamente recostado contra el cuerpo del castaño mientras le besaba con hambre, sus manos tenían vida propia mientras recorrían los costados y piernas de su pareja, el contacto no parecía ser suficiente y hasta que sus manos no encontraron camino debajo de la camisa del menor y sintieron la piel acalorada no estuvieron satisfechas.

 

Joe tembló ante el contacto de las manos fuertes sobre su piel, un rose brusco y excitante que comenzaba a despertar su propio éxtasis, los labios de Adair no dejaban de besarle en ningún momento, sus labios dolían pero el tampoco quería terminar con eso, aferro sus manos a la espalda del mayor enterrando sus uñas entre la tela de su playera y curvando su cuerpo en busca de mas contacto cada tanto.

Adair abandonó los labios ajenos  comenzó a dejar rastros de besos húmedos sobre el cuello del castaño, una sus manos abandono los suaves costados para enredarse entre las hebras castañas y estirarlas con brusquedad para obtener mas espacio en su cuello.

Ninguno pensaba, solo se dedicaban a sentir, sus entrepiernas despertando de a poco entre sus pantalones y las respiraciones agitadas por la emoción, Adair jaloneo la camisa de Joe hasta que esta quedo abierta dejando a su vista la exquisita piel lechosa que no dudo en atacar y marcar con besos que dejaron huellas rojizas sobre la piel.

Adair podía sentir las uñas de Joe arañando su espalda, el escozor mas que una molestia era un  aliciente a su creciente excitación, los jadeos que se le escapaban a Joe eran música afrodisiaca para sus oídos y su cuerpo se movía solo ante tanta provocación, embriagado por la pasión, no supo que le despertó de aquel transe pero al reaccionar tenia a Joe entre sus brazos respirando forzadamente, completamente pegado a él con los ojos fuertemente cerrados pero a través de sus pestañas pudo percibir el llanto que escondía tras los parpados y se acumulaba en sus pestañas.

Joder.

Se separó del menor sintiéndose profundamente aturdido, la distancia entre sus cuerpos trajo el frio con ella y Joe abrió los ojos ante la ausencia del peso ajeno comprobando la teoría de Adair.

-Estas llorando.- Apoyando todo su peso sobre una mano Adair usó la otra para limpiar una lagrima fugitiva que corría por la mejilla dl de ojos almendra.

Joe no quería decir nada, temia que si el pelinegro se detenía volvería a la actitud fris y distante de los días anteriores pero no podía controlar las lagrimas, no es que fuese virgen ni nada pero la primera vez con Adair nunca la imaginó de esa manera.

No quería pensar, quería dejarse llevar, cruzó sus brazos tras el cuello del moreno y lo atrajo hacia sí con la intención de besarle y hacer que Adair olvidara todo igual que él, pero el pelinegro no le dejo y a base de fuerza permaneció en su lugar.

-Lo siento.- pronunció al tiempo que volvía a su asiento. –No debí haberte obligado, volví a ser un bruto contigo, en verdad no quería lastimarte.- Adair tenia las dos manos sobre el volante y la frente apoyada en ellas ocultando su rostro de la mirada desesperada del mas chico.

-No… no es eso, tu no… tu no me obligaste a nada, yo, yo lo quería.

-Yo te forcé Joe.

-No.-quería decir más pero no encontraba las palabras y ver a Adair hundirse en si mismo le estrujaba el corazón.

-Lo lamento, he estado tan fuera de mi estos últimos días, estoy tan inseguro tan celoso que perdí el control, en verdad lo lamento, no quería hacerte daño, nunca lo he querido, pero si quieres terminar conmigo lo entenderé, yo simplemente no debí…

-Yo, yo creí qué el que quería terminar eras tu.- Adair levanto el rostro extrañado por esa confesión dejándole ver a Joe sus propios ojos enrojecidos.

-No! Eso… yo no… en ningún momento he pensado en ello, cuando me aceptaste fue el día más feliz de mi vida.

-Pero tu actitud de los últimos días..?

Adair rio sin gracia. –Simplemente temo que no sea lo mismo para ti, que estés conmigo por deber o gratitud yo no quiero obligarte pero tampoco quiero dejarte ir.- se sinceró.

-eso, es verdad?

-Estoy siendo completamente transparente contigo en este momento.

-pero… por qué? Por qué piensas eso? Yo no soy la clase de persona que actúa por deber o por gratitud, no a este punto, qué a caso no me conoces.

-Eres tu el que no se conoce bien Joe, eres más noble y sumiso de lo que quieres o dejas ver, además esta ese tipo, no hay que ser genios para notar como se miran y pensando en todo, él tiene razón, tu no me amas, ni siquiera sé si me quieres, nunca lo has dicho y siempre soy yo el que va por ahí presionando por un poco de afecto, justo ahora me he excedido y tu llanto…- No sabía como continuar no tenía excusas, una parte de él no quería tener aquella conversación pero era lo mejor, fuera cual fuera el resultado él no podía hacerle más daño al castaño. -por qué estas conmigo?- Cuestionó con verdadera curiosidad mientras sus orbes oscuros mantenían la mirada fija sobre los almendrados.

Así que eso era lo que sucedía… Adair, el pelinegro definitivamente era todo un personaje, nunca había conocido a alguien como él, la manera en que lograba ser tan agresivo mientras desnudaba su alma lograba conmoverlo de una extraña manera, un atisbo de culpa también se había instalado en su pecho pero mas fuerte que cualquier sentimiento creció el deseo de quedarse así, al lado de aquel testarudo hombre por un largo, largo tiempo.

-Bueno, tu estas siendo completamente sincero conmigo, en ese caso yo lo seré contigo también..- Sentenció mientras se acomodaba mejor en el asiento para encarar la mirada penetrante del mayor y con mas trabajo del que pensó dejaba también su corazón al descubierto. –Tienes razón, yo no te amo.- Las palabras dolieron como un puñal en el pecho del pelinegro y la expresión de sufrimiento aunque rápidamente disimulada no pasó desapercibida para el castaño quien tubo que reprimir una sonrisa en sus labios.

- Ya veo.

-Espera… Yo no te amo, no en este momento, mentiría si dijera lo contrario pero la verdad es que lo que tu crees o has estado pensando es una completa locura, ciertamente tengo mucho por lo que estar agradecido pero no me siento de esa manera, cuando llegaste a mi habitación ese día y me contaste toda la verdad en lugar de embaucarme y mentirme con la excusa de protegerme me di cuenta que eras alguien a quien quería conocer mucho más, desde que desperté en tu departamento, cuando note cuan preocupado estabas por mi, cuando encontré mis dibujos en tu habitación... yo no sé, me interesé por ti y poco a poco te fui prestando atención y fui notando que eres alguien diferente, alguien con una personalidad un poco retorcida, te veía cada vez más y notaba otras cosas, como la manera en que tus playeras parecen ceñirse mucho mas a los músculos de tus brazos, o ese rebelde mechón de cabellos en tu coronilla que parece erguirse orgulloso todo el tiempo, las líneas de un castaño claro que atraviesan tus iris y después, la suavidad de tus labios, ese pequeño y sexy lunar en superior y cosas así y terminé dándome cuenta de que realmente gusto de ti, no te amo, pero me gustaría hacerlo.- Una confeción de tal tamaño no podía ser recibida de otra manera que no fuera estupefacción y asombro, Adair hubiera querido decir algo, o más bien mucho, pero Joe no le dio oportunidad. – Y Samuel, Samuel es un pasado que aún no he podido enterrar del todo pero al que no pienso ni deseo aferrarme, sino que todo lo contrario, fue la primera vez que le veía en 3 años y realmente fue un golpe para mi darme cuenta que no esta tan superado como me gustaría, pero no significa nada, eres tu quien esta frente a mi ahora y quien me tortura con su indiferencia y quien logra que me coma la cabeza con cada extraño cambio de humor y quien me enciende de manera extraña con solo un par de besos.

-Pero tu llanto…

-Es verdad, si sigo siendo sincero no quería continuar, no de la manera en que íbamos, sería nuestra primera vez juntos y la primera vez para ti, no lo quiero de esta forma, tan salvaje, desesperada y pasajera, quiero darte la mejor primera vez y quiero ser yo, y estoy… estaba consumiéndome en pasión por que me gustaba, me gustaba mucho pero no para la primera vez.

Durante la ultima confesión Adair había mantenido la mirada gacha sin atreverse a enfrentar la mirada contraria mientras sus mejillas enrojecían de vergüenza y pudor pero al terminar volvió a mirarle directo a los ojos y lo que encontró en ellos le confirmó una vez más que se encontraba en el lugar correcto justo antes de que sus labios fueran reclamados por los contrarios en un beso completamente diferente a cualquier otro, tranquilo, lento, suave pero cargado de sentimientos que no necesitaban ser expresados en palabras por que estaban plasmados en cada rose de sus labios.

 

 

 


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