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Incondicionalmente por Kurenai_no_Angel

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Navegaba en la inconsciencia, invadido por recuerdos confusos e inconexos de lo ocurrido horas atrás. Sabía que seguía vivo porque notaba la hinchazón de su tobillo y el escozor de su hombro. Quería abrir los ojos pero el cuerpo le pesaba demasiado y le pedía a voces seguir descansando. Cinco minutos más, solo eso. Murmullos amortiguados llegaron a sus oídos. Hablaban en susurros, aunque pronto se alzaron en gritos. Yuu puso atención, tratando de esclarecer las palabras que habían derivado en una fuerte discusión.


 


-¡Tus disculpas no me sirven! ¡Estamos en esta situación porque actuaste de forma egoísta!


-¡Tenía que elegir la mejor opción dadas las circunstancias! ¡No había muchas alternativas! –farfulló Shinoa. Nunca la había escuchado tan alterada.


-¡Yuu-chan no estaba en condiciones para luchar y tú lo sabías!


-Mika, si tan solo me dejaras explicarme yo…


-¡Basta! –La cortó, su voz sonaba fría y distante-. No volveré a confiar en los humanos. Estoy harto de que le uséis a vuestro antojo sin tener nada en cuenta.


-¿Acaso no le utilizas tú también como suministro de sangre? –El pecho de Yuu se contrajo. Puedo sentir el dolor de Mika como propio ante lo hiriente de la afirmación de Shinoa. Entendía que pudiera estar cabreada, pero había sido excesivamente ofensiva y ese era un tema que a ninguno de los dos les gustaba tocar. No se amedrentó ante el silencio de Mika y prosiguió-. Yuu quería luchar y sabes tan bien como yo que ni tú ni nadie se lo impediría porque siempre hace lo que le da la gana. Ódiame si te sientes mejor, pero haré lo que sea por proteger a mi familia. Y esa familia incluye a Yuu. No era mi intención que las cosas salieran de esta manera pero no seré yo quien te haga cambiar de opinión. –Sus pasos se perdieron a lo lejos. Yuu se mantuvo expectante.


 


Estaba dividido en dos y notaba cómo esa armonía que había surgido apenas un par de días atrás se desmoronaba sin remedio. Comprendía a la perfección el razonamiento de su capitana y él habría actuado de la misma forma en su lugar. La prioridad era salvar el máximo de vidas posible y los sacrificios en ocasiones eran inevitables. Sin embargo, también entendía que Mika se comportara así, regresando a su odio arraigado y acusando a Shinoa de lo ocurrido, aunque en el fondo no fuera culpa suya. Ella tenía razón al afirmar que Yuu habría entrado a combatir igual, estuviera herido o no. Él mismo admitía que era demasiado impulsivo e incontrolable. De vez en cuando echaba de menos su sed de sangre y la adrenalina de la acción. A sabiendas de que era imposible compaginarlo con su vida de paz.


La puerta se abrió de par en par con estrépito. Yuu se sobresaltó al ver a Mika entrar como un torbellino a la habitación. Al abrir los ojos, pudo comprobar sin asombro que se encontraba en la enfermería del cuartel, un lugar familiar. Mika mostraba unas enormes ojeras y el rostro demacrado por el cansancio. Se dejó caer sin elegancia sobre la silla de plástico que había al lado de la cama donde Yuu reposaba.


 


-Yuu-chan, lamento haberte despertado. –Se disculpó, observándole de arriba abajo con ojo crítico-. ¿Te duele?


 


Yuu negó. La tensión entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Retazos de la conversación que mantuvo con Mika en la que le dedicó sentencias crueles se colaron en su mente. El vampiro había tratado de detenerle por todos los medios, más Yuu le ignoró en pos de sus compañeros y su anhelo de acción. Era lógico que Mika se mostrara distante y a la defensiva. Especialmente después de lo que ocurrió con Shinoa.


 


-Tu aspecto es horrible –dijo, intentando quitarle hierro al asunto.


-Llevas dos días inconsciente y no me he movido de aquí ni un segundo. Muy buena cara no puedo tener –Su tono indicó que no era el momento idóneo para bromas.


 


El pecho de Yuu se oprimió. Apretó las sábanas entre sus puños, mirando al techo. Jamás en sus años de amistad habían estado así. Cualquier pequeña pelea la resolvían enseguida porque solía ser bastante tonta, de críos. Esto era diferente. Yuu se había comportado como un imbécil hiriendo sus sentimientos. La frustración ante la negativa y sobreprotección de Mika le habían llevado al límite y a decir cosas que no pensaba en realidad y que ahora no sabía cómo solventar, pues intuía que un lo siento no iba a ser suficiente.


 


-¿Qué sucedió al final? -Cambió de tema.


-Entre Guren y yo logramos espantar a Ferid y a su tropa y sacarte de allí. –Contemplaba el puño de su camisa como si fuera lo más interesante en aquella habitación-. No somos idiotas, sabemos que se retiró porque ya había cumplido con su cometido, no porque le intimidáramos lo más mínimo. Sus intereses van más allá de matar a un par de humanos.


-¿Qué puede tramar? –Dirigió sus ojos verdes a su compañero. La distancia era tangible.


-Por lo que hablé con Guren, creemos que simplemente quería demostrarnos que seguía vivo y más poderoso. Una muestra de vanidad por su parte.


 


Yuu escrutó su expresión, ceñudo. Le estaba ocultando información. En otra circunstancia, le habría presionado, pero no quería caldear más el ambiente. Se incorporó, apoyándose en la almohada. En ese mismo lugar, semanas atrás, se habían dado su primer beso. En cambio ahora, apenas se miraban. No quería estar así con Mika, no era natural. Se armó de valor y respiró hondo.


 


-Mika, yo…


-No quiero tus disculpas –Le encaró-. Ya dejaste muy clara tu postura, Yuu-chan.


-Deja de ser tan testarudo y escucha lo que tengo que decirte…


-¿Testarudo? ¿Yo? –Chasqueó la lengua-. Me he pasado meses procurando que estuvieras a salvo, luchando día y noche para regresar a tu lado y regalarte la vida a la que aspirabas. ¿Acaso no es suficiente? –Sus mejillas estaban rojas-. ¿Qué tengo que hacer, dime, qué es lo que quieres? Me obligaste a ser un vampiro por puro egoísmo porque querías que estuviera contigo y a la mínima te lanzas al riesgo sin pensar en las consecuencias. Y yo, yo… -Su frialdad se quebró. Se limpiaba las lágrimas con las manos en un vano conato de hacerlas desaparecer.


 


Yuu se arrastró hasta el borde, cuidando de no tocar sus extremidades maltrechas, y le abrazó con su brazo sano.


 


-Mika, necesito proteger este mundo porque no hay nada que desee más que ser feliz contigo en él –susurró en su oído, acariciando su nuca-. Lo sé, soy un egoísta irreflexivo que solo te hace daño y a veces me pregunto qué viste en mí por aguantar todo lo que aguantas-. El joven sollozaba en su pecho-. Pero tenemos que luchar juntos, Mika. Hay que preservar nuestra pequeña burbuja de paz y si hay que aniquilar a los vampiros que nos amenazan con arrebatárnoslo, lo haré. ¿Me ayudarás?


-Poco importa lo que yo diga al respecto, ¿verdad? Vas a hacer lo que quieras.


 


Unos golpes tímidos sonaron en la puerta. Mika le apartó con brusquedad y eliminó los restos de lágrimas usando las palmas de las manos. Yuu ahogó un quejido. La figura de Yoichi se asomó, titubeante.


 


-¿Molesto? –preguntó, inquieto. Mika y Yuu se dedicaron una mirada que duró apenas unos segundos. El primero se levantó.


-No te preocupes Yoichi. Iba a comprarle algo a Yuu para comer –esbozó una tenue sonrisa en su dirección, disimulando cuanto pudo. Este cabeceó, agradecido. Mika le dio una palmadita en el hombro antes de salir. Yuu contuvo un suspiro de alivio. Le alegraba que al menos no tuviera nada en contra de Yoichi. Supuso que su rabia estaba destinada a Shinoa principalmente. Bueno, y a él puesto que no habían solucionado lo más mínimo. El corazón del moreno parecía agujereado.


-¡Yuu! ¿Cómo estás? –Ocupó el mismo sitio que Mika, desbordante de alivio y energía. No sabía si podría soportar la alegría de los demás cuando él se desmoronaba-. Estábamos muy intranquilos. No despertabas y Mika casi no nos dejaba acercarnos… -dijo esto en voz baja, avergonzado-. ¡Aunque lo entiendo! –Se apresuró a rectificar, temiendo haber molestado a Yuu con su comentario-. Es decir, entiendo que pueda estar tan enfadado… -Se rascó la mejilla.


-Es demasiado estricto en lo que a mi salud se refiere –respondió, restándole importancia, sintiendo las punzadas del remordimiento-. No se lo tengáis en cuenta. Todavía tiene que asimilar vuestra forma de ser. Es difícil cuando llevas años siendo un asocial rodeado de chupasangres, ¿no crees? –Yoichi dejó escapar  una risita.


-¿Sabes? A mí me gusta Mika –confesó con naturalidad-. Me parece una buena persona que se preocupa mucho por los que son importantes para él. En realidad le admiro. –Su rostro se iluminó-. Es tan fuerte y tan guay, siempre dispuesto a salvarte si estás en apuros, siempre manteniendo la cabeza fría durante el riesgo. Justo lo contrario a ti –bromeó. Yuu fingió ofenderse-. También te admiro a ti. –Agachó la cabeza-. Tú también eres fuerte y guay, puedes proteger a todo el mundo y te esfuerzas.


-Cada uno tiene sus fortalezas. Incluso tú, así que no te agobies por eso –le aconsejó-. Eres genial con el arco, ¡y nos has salvado un montón de veces! –exclamó, transmitiéndole su entusiasmo. Yoichi se sonrojó y decidió creerle.


 


Tras unos minutos charlando, Mitsuba, Kimizuki y Shinoa se unieron a la visita. Básicamente le preguntaron acerca de su estado y comentaron el siguiente paso a dar. Shinoa se mostraba distante y con un aire apenado y afligido. Yuu conocía el por qué y le gustaría hablarlo con ella, reconfortarla de algún modo y disculparse por Mika. No era de su incumbencia, pero después de todo se hallaban en esa situación por su causa y era lo menos que podía hacer. Estuvieron un rato de cháchara en el que llegaron a la conclusión de que no podían avanzar hasta que Guren no les enviara los informes correspondientes. Desconocían las intenciones de los vampiros, sus nuevas fortalezas y el alcance de su poder, pues el hecho de que emplearan armas de primer nivel indicaba que existía algún tipo de evolución o entrenamiento por parte de un noble. Evidentemente Ferid. Por mucho que Yuu cavilara sobre la respuesta, esta se escurría entre sus dedos. De los presentes, él y Mika eran los únicos que estaban al tanto de las excentricidades de aquel vampiro. En especial Mika, que, por desgracia, había compartido muchos momentos al lado de Bathory.


Los conocimientos de Yuu sobre Sanguinem y su sociedad no servían de mucho. En boca de Shinoa, Guren le había pedido a Mika que colaborara en la investigación para resolver aquel asunto en la medida de lo posible y solventar la posible crisis que se avecinaba. Al parecer, había escuchado decir a Shinya que Kureto estaba extremadamente irritado, pues su impecable victoria un año atrás ahora se veía mancillada por la presencia de un noble supuestamente erradicado y muerto. No estaba nada contento y ese malhumor se reflejaba en su trato con los demás lo que, a su vez, provocaba que Shinya y el propio Guren no estuvieran muy accesibles y satisfechos. A Yuu le extrañaba que Mika estuviera tan participativo en una cuestión que no le concernía y más teniendo que trabajar mano a mano con alguien tan poco amigable como Guren. Sin embargo, agradecía infinitamente la molestia que se estaba tomando pues estaba seguro de que su información sería de gran ayuda. Por mucho que dijera odiar a los humanos.


A pesar de su enfado y el desprecio que había sufrido por parte de Yuu, Mika seguía colaborando sin recibir nada a cambio.


Poco tardó el moreno en echarles de la habitación, escudándose en un cansancio que realmente sentía. En susurros, le pidió a Shinoa que se quedara la última. Esta accedió. Cerró la puerta y se posicionó frente a la cama de Yuu, expectante.  Su semblante no denotaba ningún tipo de reacción.


 


-Quería disculparme por lo de Mika –comenzó, un poco aturdido-. Yo soy su prioridad y muchas veces no ve más allá de eso. Está obsesionado con mi seguridad y eso le lleva a ser extremista. Así que… -se rascó la nuca, indeciso-… bueno, yo… lo siento –Inclinó la cabeza en un gesto respetuoso.


 


Shinoa suspiró. Parecía agotada mientras se masajeaba las sienes. Su cabello púrpura estaba desordenado, escapando de la pulcra trenza que lo recogía habitualmente.


 


-No pasa nada, Yuu. Estoy al tanto de su postura y la respeto. Como bien dices, eres su prioridad. He sido demasiado dura con él, pero esto me está superando. Ha sido un shock para todos saber que aún quedan nobles vivos dispuestos a quebrar la frágil paz que hemos creado y a eso se une –frunció los labios en una línea-, que tratar con Mika no es fácil y su actitud tampoco mejora las cosas. No debería ser tan estricta con una persona que ha sufrido de esa manera. También debería disculparme yo. –Llevó sus manos cruzadas a la espalda-. Y más teniendo en cuenta que está trabajando codo con codo con el teniente coronel. Otro vampiro en su lugar no se mostraría tan cooperativo.


-Hablando de eso, -Yuu vio la oportunidad para presionar- ¿qué se traen esos dos entre manos? Aunque Mika ha tratado antes con él, ha sido por pura supervivencia. Se muestra cortés y educado en su presencia pero dudo que lo soporte. –Unas arruguitas se formaron en su frente, provocadas por la extrañeza de aquella situación.


-No sé mucho al respecto –Shinoa se apoyó en el hierro que finalizaba la cama-, pero al parecer Guren está interesado en Mika por su relación directa con los vampiros, concretamente con Ferid. No estoy al tanto del por qué, ya que solo escuché fragmentos aislados por pura casualidad. –Perfiló una sonrisa pícara-. Imagino que cuando exista algo claro, Guren nos lo dirá. Hasta entonces, solo nos queda esperar. Y en tu caso, recuperarte.


-Estoy genial, listo para asesinar a un par de chupasangres. –Movió enérgico el hombro como demostración. Soltó un pequeño quejido de dolor. Shinoa suspiró.


-Normal que Mika esté tan pendiente de ti, tú solito apenas puedes cuidarte, cherry boy. –Se burló.


 


Shinoa se marchó un rato después. Yuu se quedó a solas con sus pensamientos, pensamientos que no dejaban de acecharle y asolarle, lúgubres y malintencionados. Las lágrimas de Mika desfilaban por su memoria una y otra vez, así como su rostro delatando la traición que había sentido por parte del moreno. Su reacción era inevitable y no le reprochaba sus comentarios afilados y su frialdad. Yuu se habría comportado de la misma forma si estuviera en su lugar. Pero dolía, claro que dolía. Notaba el agujero de su pecho crecer. La ansiedad pudo con él. Apartó las sábanas de un manotazo y se dispuso a recorrer los pasillos, por desgracia familiares, en busca de Mika. No era muy prudente teniendo en cuenta que este podría regresar a la enfermería, más las ganas de verle y pedirle perdón eran más grandes que la lógica. En realidad, en Yuu la cosa más ínfima superaba la lógica.


Su pie hinchado le molestaba mientras caminaba, orientándose pésimamente y utilizando las paredes de apoyo ante sus torpes pasos desiguales. Se cruzó con varios oficiales, que le lanzaban miradas nada disimuladas al verle andando malogrado. No le preguntaron ni reprocharon nada, así que siguió avanzando. Él siempre avanzaba. En el amplio sentido del término. En el doloroso sentido del término. Se topó con unos ojos azules que se alzaron de los papeles que tenía en la mano para observarle, inquisitivo. Shinya le hizo un gesto a la persona con la que charlaba, que Yuu recordaba vagamente haber visto con anterioridad, y se acercó a él, decidido, su habitual sonrisa pícara adornando su rostro.


 


-Vaya, vaya, qué valiente por tu parte salir de la cama con este aspecto. Con un soplo de aire caerías derribado –comentó, echándole un vistazo rápido de pies a cabeza-. ¿Qué haces fuera de la enfermería? Deberías estar reposando.


-Busco a Mika. –Su actitud desafiante escapó y no se arrepintió pese a estar conversando con un superior. Incluso superior a Guren, por lo que tenía entendido. Se perdía con los rangos.


-Oh, ya veo~ -Su sonrisa se extendió y Yuu creyó leer entre líneas un significado. Lo ignoró-. Está reunido con Guren, no puedes verle ahora.


-¿Por qué todo el mundo me dice solo eso, que está con Guren? ¿Qué ocurre? –Exigió saber, molesto.


-Eso te lo explicaran en su debido momento. –Palmeó su espalda y le giró, en la dirección opuesta a la que se dirigía-. El médico pasará enseguida a revisar tus vendajes, te acompaño al cuarto –sentenció, sin la menor oportunidad de rechista.


 


Deshicieron el camino de vuelta en completo silencio. Casi se podían escuchar los engranajes de Yuu hacer click, intentando unir las piezas del rompecabezas. Estaba expectante, deseando conocer al detalle la conversación tan larga que estaban teniendo y en la que Yuu no podía involucrarse. En la enfermería, un hombre que rondaba la treintena y con gafas les saludó. Shinya se sentó en un rincón, como adulto responsable a cargo del moreno. El médico le hizo un par de chequeos y pruebas. La herida del hombro cicatrizaba correctamente y no era necesario que continuara en cabestrillo, por lo cual lo retiró y cubrió la zona con unos apósitos y esparadrapos. La hinchazón del tobillo había disminuido. No podía realizar movimientos bruscos todavía, tenía que proseguir con el reposo un día más. Ni siquiera había alcanzado la categoría de esguince, era una torcedura sin importancia. Eran buenas noticias, pues eso significaba que Yuu podría incorporarse al escuadrón sin mucha demora y quizá participar en la siguiente misión.


Al tiempo que el médico salía por la puerta, entraba Guren. Exudaba cansancio por todos sus poros. Hizo un gesto que le indicó a Shinya que se marchara, y este obedeció sin mediar palabra. Guren se inclinó sobre Yuu y observó con detenimiento su clavícula medio descubierta y el bulto de su pie.


 


-El médico me ha puesto al corriente, parece que no ha sido grave y enseguida estarás en marcha. –Arrastró la silla, colocándola frente a Yuu. Se acomodó cruzándose de piernas, un gesto familiar que el azabache asociaba a esas noches en las que no podía dormir, asediado por pesadillas, y Guren se quedaba con él hasta que se calmaba y lograba conciliar el sueño-. Por tu expresión ansiosa, imagino que estás a punto de preguntarme qué sucede con Mika, ¿me equivoco? –Sus pupilas violetas se cerraron en dos rendijas-. Siempre has sido demasiado curioso.


-Tengo derecho a saberlo –le retó. No tenía tiempo para tonterías o rodeos.


-No, en realidad no lo tienes. –Se aflojó el cuello de la chaqueta. Los galones repiquetearon con el movimiento-. Solo los superiores asignados y los propios participantes de la misión obtienen esa información. Y hasta donde yo sé, tú no estás en ninguna de esas categorías.


-¡Pero estamos hablando de Mika! –Arrugó las sábanas en sus puños.


-Pero sigues sin formar parte de ello. Por tanto, no puedo darte los datos que buscas –explicó, paciente.


-¿Ni siquiera si va a regresar pronto, si es peligroso? –La desesperación hacía mella en su espíritu. La culpabilidad se acrecentaba junto a la sensación de no saber cuándo iba a volver a verle.


-Miembros de mi escuadrón y Narumi irán con él. Su deber es protegerle y abortar en el caso de que se divise el mínimo peligro. Shinya y yo los supervisaremos. No hay qué temer –respondió, seguro de sí mismo. Aun así, Yuu apreció un atisbo de inquietud en sus facciones, que provocó que su corazón temblara, turbado-. Por ahora –continuó-, te acompañaré a casa. Mika debe quedarse lo que queda de noche aquí, afinando la estrategia. Partirán mañana por lo que regresaran pasado el mediodía si todo va bien.


 


Yuu se mordió la réplica que guardaba en su lengua. Obediente, se deshizo de su bata de hospital y recuperó su ropa, mientras Guren finiquitaba ciertos asuntos con el médico que le atendió. Una vez listo, salieron al frío exterior. Yuu se arrebujó en la capa del uniforme que le habían prestado. Guren metió sus manos enguantadas en los bolsillos. Hicieron el recorrido en silencio, sin prestarse atención. Solo se escuchaba el sonido de sus pasos sobre el asfalto húmedo. Yuu rumiaba un montón de frases ingeniosas que deseaba decir, maneras para convencer a Guren y obtener la información que quería, pero todo se quedó en nada cuando llegaron al umbral de su casa. El teniente coronel se despidió, dedicándole una sonrisa que pretendía ser alentadora antes de que la oscuridad engullera su figura.


Un vestíbulo vacío lo recibió. En el salón, las luces de colores del árbol titilaban, proyectando girones de luz en la espesa penumbra que insistía en cubrirlo todo. La soledad lo abofeteó y aprisionó su corazón como un guante de hierro. Estaba acostumbrado a que la presencia de Mika viviera en cada rincón, inundándolo todo con la luminosidad que solo su existencia transmitía. Dejó la capa en el sofá y se tiró en este, obnubilado por los pequeños cristales coloreados, parpadeantes incansables. Unas inmensas ganas de llorar lo abrumaron, pegándole contra el respaldo y hundiéndole en los cojines. Sus ojos verdes ardían, desesperados por desahogarse, enfrentándose a su manía por refrenarse.


Su estómago rugió, expulsándole de la auto-depresión inminente. Resignado, se dirigió a la cocina moviéndose como un zombie, desganado. Escogió un bol de ramen instantáneo del armario; hirvió agua, contemplando las calles solitarias a través de la ventana. Gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer y pronto el cielo despejado se encapotó de grises nubarrones. Justo acorde con su estado de ánimo, pensó. Vertió el líquido caliente en el recipiente de plástico y regresó al sofá. La manta de Guren descansaba pulcramente doblada sobre el reposabrazos. Tan horrible como recordaba. Se cubrió con ella. A pesar del calor que le proporcionaba, seguía teniendo espasmos y escalofríos. Sorbió su insulsa cena, desviando su escasa atención de vez en cuando al cristal, observando cómo las gotas resbalaban por él.


Joder, esto estaba mal, muy mal. ¿Dónde estaba Mika reprochándole su porquería de comida? ¿Dónde estaba Mika quejándose de que Yuu no se cuidaba? ¿Dónde estaba Mika recargado contra el alféizar, disfrutando de la lluvia? ¿Dónde estaba Mika, gritando y alborotando con sus “Yuu-chan” solo como él sabía hacerlo? ¿Dónde estaba Mika?


Un agujero negro se tragó su pecho. Y el torrente se desbordó.


 


¿De verdad eres capaz de proteger a aquellos que te importan, Yuu-chan? ¿Tienes ese poder?


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Unos golpes insistentes le perturbaron. Abrió los ojos con lentitud, como si un enorme peso se hubiera apoderado de él y apenas pudiera moverse. Parpadeó inquieto, tomándose unos segundos para ubicarse. El tic tac del reloj le llamó. Eran las doce de la mañana. Vaya, se había quedado dormido. Los golpes cesaron. No podía ser Mika porque él entraría directamente y no había otra persona tan importante como para que él saltara del sofá y corriera hacia la puerta. Con parsimonia, arrastró sus pisadas al exterior. Una carta yacía en el suelo empapado por la lluvia que se negaba a cesar. No había nadie. La recogió, cerró con un portazo y rasgó el sobre. Estaba sellado por el Ejército Imperial Demoniaco. Vaya, eso sí era una sorpresa. Extrajo el papel fino del interior y lo desdobló. Solo había una frase escrita con una pulcra letra desconocida.


“Mika ha sido secuestrado”.


Su grito resonó por encima del rugido de la tormenta que comenzaba a azotar la ciudad.

Notas finales:

¿Alguien ha dicho dolor? Porque yo misma he sentido dolor al escribir esto. Gracias a todos los que me dejáis comentarios, me encanta saber lo que opináis del fic. Y me decís unas cosas tan bonitas que me llegan al alma ;_;

Tenéis toda la libertad del mundo para enfadaros conmigo por ese final, la verdad (?) Cualquier review será bienvenido <3

Nos vemos en el siguiente~


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