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Incondicionalmente por Kurenai_no_Angel

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Notas del capitulo:

Sí, actualizo muy pronto, pero todo tiene su explicación. Este fic lo comencé a publicar en Fanfiction y, al ver que era bien recibido allí, me decidí a subirlo aquí. Por lo que ya había publicando anteriormente varios capítulos en Fanfiction mientras que aquí subía el primero. Sin embargo, al ver la buena acogida que estaba teniendo en esta web, aceleré la subida de los capítulos por lo que me he puesto al día en ambas páginas. Pensaba subir este capítulo más tarde para continuar con el ritmo de publicación que venía teniendo en Amor Yaoi, pero como al final he ido actualizando en ambas páginas casi a la vez, he querido subirlo hoy y, así, a partir de ahora el fanfic estará al día en ambos sitios por igual.


Más o menos, la frecuencia de actualización es de una semana y unos días, más o menos lo que tardo en escribir un nuevo capítulo. La trama se me está complicando un poco por lo que probablemente tarde semana y media. Espero no llegar a las dos semanas, ¡prometo esforzarme!


Y ahora sí, os dejo con el fanfic, no si antes agradecer vuestros comentarios <3


Nota: la letra pertenece a la canción Somehow (Kokoronashi) de Vocaloid. La conocí gracias a un video de MikaYuu titulado igual que la canción que os recomiendo que veáis. A mi me parte el corazón.

Oye, si abandono todo,


¿sería más fácil reír y vivir?


Mi pecho está empezando a doler de nuevo.


No digas nada más.


 


Dolía. Todo su cuerpo dolía. Cada fibra, cada célula, cada poro, cada centímetro de piel. Ardía. Su ser entero se quemaba prendido por una potente antorcha que no le dejaba posibilidad de escapatoria. Su cabeza daba vueltas, repitiendo la frase que le había quebrado en finos pedazos irreconstruibles en el presente. Las manos presionaban sus orejas, en un intento vano de acallar los lamentos que peleaban en su mente. Se balanceaba sobre sus rodillas, adelante y atrás, como un loco recluido en el manicomio por observar el mundo con unos ojos que el resto de personas no compartían. El aturdimiento le paralizaba y el papel arrugado que tenía frente a sus narices chillaba la verdad que deseaba negar, sin opción al silencio.


Las paredes le aplastaron; el techo le cayó encima; el desamparo le mordía por dentro y por fuera; los gemidos patéticos estrujaban su tráquea sin piedad. Juró que los latidos ya no se escuchaban. La misión había fallado. Habían secuestrado a Mika. Los vampiros tenían a Mika. Pero Mika era un vampiro. Así que no era tan horrible como la primera vez. ¿Verdad?


MENTIRA. Se lo habían vuelto a arrebatar. Le habían vuelto a quitar a su Mika. Esos sucios y repugnantes vampiros le habían despojado de su razón principal para vivir. Del motivo que se afanaba por empujarle hacia el mañana. Gritó, gritó sin cesar hasta que se quedó ronco, hasta que su garganta escocía y suplicaba compasión. Hasta que la voz se rompió ante su nombre.


 


¿Por qué no tengo el poder? ¿Por qué sigo sin poder proteger?


Por qué soy tan débil


 


Su yo racional se esforzaba en hacerle comprender que esto no era culpa suya. Que no tenía nada que ver en lo ocurrido. Obviamente, él no estaba asignado a esa misión. Ni siquiera tenía una panorámica completa de ella. Guren se había negado en rotundo a compartir información. Sin embargo, cualquier perjuicio referente a Mika, era un perjuicio que le pegaba un puñetazo directo en la boca del estómago. Él era responsable indirectamente de la seguridad y el bienestar de Mika, así como sucedía a la inversa. En realidad, se sentía responsable de la seguridad y el bienestar de todos aquellos que le importaban, pero Mika era su prioridad. Tenía una espina clavada que le susurraba maliciosamente “podrías haberlo evitado”, a pesar de saber que le hablaba desde la sinrazón.


La discusión que ambos habían mantenido y la tensión que emanó como consecuencia, le mantenían en vilo y los tentáculos pegajosos del remordimiento se instalaban en su pecho, cortando su respiración. Las lágrimas no pudieron aflorar pues se había secado de ellas tiempo atrás. Sus músculos estaban entumecidos por mantenerse en esa posición horas indefinidas, pero la poca cordura lo ataba en esa postura, congelado en su aislamiento.


Los monstruos le acechaban, impasibles, alimentándose de su sufrimiento. Tanto, que parecía estar en una de las múltiples y crueles ensoñaciones de Ashuramaru.


Mika le tendió una mano, vistiendo su sonrisa impasible y que invitaba al sosiego. Yuu la cogió y apretó sus pálidos dedos con los suyos, obligándose a creer que aquello era real. Que su rubio estaba de vuelta. En casa.


 


-¿Qué harás cuando te fallen las fuerzas? –preguntó la falsedad de ojos rubíes, sin zafarse del agarre-. No puedes defenderlos eternamente. –Canturreó, mostrando unos colmillos afilados. La imagen parpadeó y ante él; saludó al Mika de doce años, con su uniforme de ganado-. Es una guerra que no puedes ganar. ¿A cuántos más estás dispuesto a perder?


 


Se soltó y colocó sus manos sobre los hombros temblorosos del moreno, zarandeándole.


 


-¡BASTA! –No quería escuchar, no quería oír, no quería enfrentarse a eso. Trató de apartarle con empujones.


-Tu familia agoniza a tu alrededor y tú te quedas sin energías –Una risita macabra murió entre sus dientes mientras su ropa se teñía de sangre y continuaba sacudiéndolo.


 


Oye, si me olvido de todo,


¿sería más fácil vivir sin lágrimas?


Pero yo no puedo hacer eso.


No me muestres más.


 


El gusano oscuro y gordo de los errores cometidos se enroscaba por su columna, aprisionándole y aumentando el pánico creciente. Chillaba y pataleaba, como si así pudiera disipar los fantasmas de sus inseguridades. No era ni más ni menos que el reflejo de sus miedos, expuestos a la luz. Y aunque lo sabía, el rostro mofletudo de Mika no se desvanecía y proseguía escupiendo palabras atroces e implacables, que minaban su juicio y le arrastraban como un muñeco de trapo al abismo más profundo.


 


-¡Yuu-chan, Yuu-chan! –Reía la copia barata.


 


Sin embargo, por más que me acerque a ti


sigo teniendo un solo corazón.


 


Yuu…


Yuu…


Regresa…


 


Despegó los párpados, con un respingo. La figura imponente de Guren se hallaba acuclillada a su lado, tomándole por los hombros y agitándole suavemente, con una evidente cara de angustia. Sintió una punzada en sus antebrazos al ver cómo se había clavado las uñas en ellos y unos puntos de sangre surgían de su piel. En un acto reflejo propio de un niño pequeño, se abalanzó a los brazos de Guren, buscando consuelo de su padre sustituto. No. De su padre. Este le pegó leves palmaditas en la espalda, reconfortándole torpemente, enviando a su cerebro idiota palabras de consuelo. Cuando su respiración se normalizó, se preguntó cómo narices había entrado en su casa. Supuso que, al ser su tutor legal (por decir algo), tendría una copia de las llaves. Y más teniendo en cuenta que la casa había sido cedida por el Ejército. Secó los restos de lágrimas rebeldes que al final se habían salido con la suya.


 


-En cuanto me he enterado de que Shinya te ha enviado la nota, he venido hasta aquí –justificó su presencia, sin asomo del tono sarcástico habitual. Parecía cansado y Yuu lo evidenció al vislumbrar sus ojeras-. Quería comprobar cómo estabas y evitar que cometieras una locura –sonrió de lado, pero esa sonrisa no llegó a sus ojos violetas. Yuu le imitó.


-Me encuentro genial, gracias –dijo irónico-. Mi familia ha sido secuestrada, ¿qué puede ir mal? –Se incorporó tambaleante. Guren le sujetó por el codo.


-Estoy aquí para ayudarte, así que no te comportes como un mocoso –le reprendió. Yuu se abrazó así mismo, temblando aún por las alucinaciones que no se iban de su cabeza-. Vamos al cuartel, allí te lo explicaré.


 


El chico tan solo asintió, agotado física y emocionalmente. Un coche en marcha esperaba fuera. Yuu lo agradeció, pues su tobillo seguía resentido y no le apetecía caminar. Se ovilló en el asiento del copiloto, encendiendo la calefacción mientras Guren se acomodaba. El trayecto transcurrió en silencio. El teniente coronel le miraba de vez en cuando por el rabillo del ojo, como si temiera que fuera a derrumbarse de un momento a otro, algo que probablemente sucedería si no se ponía en marcha pronto y recuperaba a Mika.


Se arrastró hacia el despacho de Guren. Se arrebujó en el sofá, sintiendo el agotamiento cerniéndose sobre él. Guren le tapó de cualquier manera con una manta fina y le pidió a Shinya que preparara algo caliente. Yuu no hacía caso a lo que ocurría a su alrededor. Su mente vagaba de un lado a otro, recogiendo fragmentos entrecortados de información, recordando las últimas y crueles horas vividas. Quería desaparecer, agitar la mano delante de sus ojos y borrar los acontecimientos. Pero ahora solo podía esperar noticias.


 


-Esta mañana, a las seis y media, un equipo compuesto por Mika, Mito, Shigure, Sayuri, Goshi y Narumi partió hacia Sanguinem bajo mi mando y el de Shinya. Ambos nos encargamos de perfilar la estrategia y la actuación, aunque supervisamos la acción directa desde la distancia, en un puesto discreto desde el cual observar y ayudar en el caso de que algo fallara. –La silla crujió bajo su peso. Yuu le contemplaba con mirada vidriosa-. La misión consistía en averiguar cuántos nobles permanecían vivos y el tamaño del ejército que supuestamente están reuniendo. Contábamos con la información proporcionada por Mika, por lo que conocíamos los recovecos de la ciudad y él iba al frente, guiando al resto de compañeros. –Su expresión tornó seria y triste. Yuu tragó saliva-. Estábamos a punto de lograrlo cuando nos sorprendió una emboscada. Aproximadamente una veintena de vampiros se abalanzó sobre nosotros, por lo que tuvimos que abortar la misión y replegarnos. Creíamos que lo conseguiríamos hasta que Ferid apareció en escena. Atrapó a Mika –Agachó la cabeza, odiando tener que explicarle esto a Yuu-. Mi escuadrón y yo tratamos de detenerle mientras los demás despejaban la zona de vampiros. Pero nos superaban en número y no tuvimos oportunidad. –Clavó su atención en el iris verdoso del moreno, que le estudiaba, atónito.


-¡Abandonasteis a Mika! –estalló-. ¡Huisteis como unos cobardes y le dejasteis con el perturbado de Ferid!


-¡Compórtate con el debido respeto! –le amonestó-. ¡No podía poner en peligro la vida de mis compañeros por él! Ya te he dicho que intentamos rescatarle pero fue inútil. Ferid le hirió para que no pudiera moverse ni escapar y nosotros estábamos rodeados. ¿Qué pretendías que hiciéramos? –Tiró de un mechón de pelo, aplacando su enfado. Respiró hondo antes de continuar-. Me conoces lo suficiente para saber que las personas a mi cargo son mi prioridad y que hago todo lo posible por garantizar su seguridad.


 


Las (escasas) neuronas de Yuu despertaron de su letargo y se pusieron en funcionamiento. El aturdimiento y desesperación de horas atrás fue sustituido por la rabia y las ganas de patear culos vampíricos y traer a su jodido Mika de vuelta. A ese idiota posesivo y celoso que le obligaba a limpiar la casa y que se quejaba cuando Yuu-chan dejaba la ropa sucia en el suelo del baño.


 


-Bien, ¿y cuál es el próximo paso? –preguntó, mientras Shinya aparecía con una taza humeante y cerraba la puerta tras él.


-Me temo que tendrás que esperar el consentimiento apropiado, pequeño soldado~ -le entregó un mejunje marrón oscuro, que Yuu identificó como chocolate.


-¿Consentimiento? –Comenzó a soplar.


-Los jefes deben supervisar el plan y darnos permiso para seguir adelante –aclaró Guren, lanzándole una mirada molesta a Shinya que se sentó en el borde de la mesa, con total naturalidad-. Hasta que los Hiragi no den el visto bueno, estamos atados de pies y manos.


-¡Es que acaso no se dan cuenta del riesgo que corre Mika en Sanguinem! Estúpidos y malnacidos Hiragi –Gruñó, apretando su taza-. Sin ofender –Se dirigió a Shinya.


-Tranquilo, a estas alturas ya no me ofende nada ~-Le restó importancia con su perenne sonrisa-. Además, comparado con los insultos que recibo de Guren, esto es suave –Le guiñó el ojo a su camarada. Este los entrecerró, amenazándole en su gesto.


-A lo que se refiere el idiota de Shinya –le señaló con el pulgar. El peligris hizo un puchero que Guren ignoró-, es que cualquier misión debe ser previamente aceptada por los Hiragi, pues dependemos de su ejército y sus fuerzas. No podemos actuar por nuestra cuenta, por mucho que queramos. En realidad sí podemos hacerlo –rectificó-, pero lo último que me apetece es enfrentarme a la ira de Kureto.


-No te preocupes, yo también pertenezco a la aristocracia militar. Ya me he encargado de agilizar el proceso. –Shinya les dedicó una sonrisa traviesa, similar a un niño que ha hecho algo mal y no quiere le que pillen-. No debería tardar mucho en tener una confirmación. –Se cruzó de piernas.


-Mientras tanto, deberías descansar Yuu –Le aconsejó Guren. Este seguía bebiendo de su chocolate, reconfortado por el calorcito que le invadía. Era una sensación agradable después de los disgustos que había recibido las últimas veinticuatro horas. A pesar de que durmió en casa (hasta que los golpes en la puerta con la funesta noticia le desvelaron), el sueño bullía bajo sus párpados. Sin embargo, tenía miedo de cerrar los ojos y perder a Mika. Que el tiempo pasara rápido y él no hiciera nada por evitarlo. Guren vio la inquietud en su rostro-. Hasta que no nos den permiso, vamos a estar de brazos cruzados –le aseguró-. Lo mejor es que estés en pleno rendimiento para cuando nos pongamos en marcha. –Yuu frunció el ceño; terminó por ceder.


 


Se acurrucó en el sofá. El chocolate produjo un efecto calmante que le ayudó a dejarse acunar por Morfeo. Guren le acompañó, pues escuchaba su voz amortiguada de fondo. Fragmentos distorsionados acudían a su mundo onírico, plagándole de escenas por una vez agradables. Las pisadas de Mika atenuadas por la capa de nieve; sus ondas doradas goteando al salir de la ducha; sus manos cortando con maestría las verduras para la cena; sus colmillos sobresaliendo cuando reía sin restricciones. Detalles en los que probablemente cualquier otra persona no se fijaría, que pasarían desapercibidos. Más él los retenía. Todos. Aunque fuera de manera inconsciente.


 


-¿Crees que estarán bien?


-Guren, ya hemos tenido esta conversación, no es un crío…


-Sé lo que es sufrir por amor, no quiero que él pase por lo mismo –dijo, cortante.


-Tiene un corazón de acero. Soportara lo que tenga que soportar. Sé que tienes miedo porque tú has sobrevivido al dolor en primera persona. Pero si en algo os parecéis, es en vuestra fortaleza. Lo conseguirá.


 


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Unos toquecitos rítmicos en su frente le despertaron. Se desperezó, bostezando, enfocando la vista mientras se estiraba como un gato. Guren estaba inclinado delante de él, con expresión preocupada. Eso alarmó al moreno, que saltó como un muelle y se incorporó en el sofá.


 


-¿Qué sucede? –inquirió, con voz pastosa-. ¿Han rechazado la misión?


-Oh, no, Shinya ha conseguido el consentimiento. Es muy… persuasivo si quiere –compuso una expresión ceñuda, como rememorando-. El caso es que he estado repasando los datos que me proporcionaron mis compañeros, y hay ciertos elementos que no concuerdan. –Se acercó hasta su mesa y le lanzó a Yuu una lata de provisiones y una botella de agua. Lo recogió al vuelo, alzando las cejas en expresión interrogante-. Necesito atar algunos cabos sueltos antes de preparar el rescate, espero que tu cabeza hueca lo comprenda y no te pongas histérico y a meternos prisa –Se sentó en una silla, cruzado de brazos.


-Puedo ser razonable. Por  mucho que te cueste entenderlo –respondió, aunque por dentro bullía al saber que estaban un poco más cerca de Mika y que no tardarían en ponerse en marcha. Además, su tobillo ya ni dolía. Era una buena señal, ¿no?


-Eso es discutible –sonrió, irónico-. Bien, veamos. Según Goshi, los vampiros que les interceptaron estaban bien preparados, lo cual no es usual si no sabes que te van a atacar. Y en palabras de Narumi, se sintieron acechados desde el instante en que pusieron un pie en Sanguinem, a pesar de que Mika les condujo por el camino menos concurridos. Eso me plantea dos cuestiones –Las numeró con los dedos-: o bien los chupasangres estaban al corriente de lo que pretendíamos o bien ese camino no era tan solitario como creíamos. Lo cual nos lleva al mismo punto –Señaló a Yuu-. Que pudimos ser traicionados por Mika.


-¿¡Qué!? –Se puso en pie, indignado, con la lata a medio abrir temblando en sus manos y la botella de agua rodando por el suelo-. ¿¡Cómo te atreves siquiera a plantear eso!? ¡Mika jamás haría algo así! –Las aletas de su nariz se agitaban, introduciendo y expulsando el aire de sus pulmones.


-Conocían nuestra ubicación y el instante preciso en el que nos adentraríamos en Sanguinem –razonó Guren, tragándose las ganas de golpearle-. La información tuvo que filtrarse de alguna manera.


-¿Y por qué tuvo que ser Mika? –gritó. Ahora que por fin creía que las cosas iban a ir bien, que se iba a solucionar, Guren soltaba esa mierda por la boca, acusando a Mika de un acto de deslealtad injustificado e improbable-. ¿En qué te basas para afirmar esa porquería? –La botella rodó hasta los pies de Guren. Este se agachó, recogiéndola.


-Digamos que he trasteado en los dossieres. Según he leído, tu escuadrón fue el asignado para asesinar a Ferid. Mika estaba en él. Así que le he preguntado Shinoa al respecto y me ha resultado curioso enterarme de que fue nuestro querido vampiro el que terminó con la vida del noble. Esto no se puede confirmar, claro, ya que cuando se mata a un chupasangre con un arma demoniaca su cuerpo se desvanece sin dejar rastro. Bueno, aunque eso no es exacto. Porque sí dejan rastro –Clavó su mirada feroz y astuta en Yuu-. Por ejemplo, su ropa o cualquier objeto que lleven encima no se desintegra. Sin embargo, según los papeles en el lugar no había nada. Y cuando digo nada, me refiero a nada de nada. En ese momento nadie le dio importancia. ¿Cómo sospechar de la fidelidad de Mika, después de meses con nosotros?


-Y qué te hace vacilar ahora –El contorno filoso del metal se hincaba en la carne de su palma-. Por qué has rescatado esos dossieres.


-Porque me fijé en la expresión de Mika cuando Ferid apareció. Todos nos sorprendimos, claro, le dábamos por muerto. Pero su rostro delataba más que sorpresa. Revelaba horror. Miedo. Y, sobre todo, desasosiego. ¿Por qué iba a titubear y mostrar ese temor si él mismo le había matado? –Jugó con el tapón de la botella.


-¿Quién no tendría miedo si un noble regresa de entre los muertos? –replicó.


-¿Un fantasma del que no quedó ni el sudario? No lo creo. Te diré lo que opino. Mika se arrepintió en el último instante y le dejó escapar. Pero oh, no pienses que lo hizo para perjudicarnos. Simplemente, le dio una advertencia. Vivir a cambio de que nos deje en paz. Después de todo, por mucho que le odiara se crio con Ferid desde pequeño. Esos sentimientos no desaparecen con facilidad. Si aprecias a alguien, esa huella tarda en borrarse –dijo con un poso de amargura.


-¿Y haces esa conjetura justificándolo con que no había ropa, con que no quedó rastro de Ferid? Tú no conoces a Mika lo suficiente como para-


-Pero tú sí –le cortó-. Tú sí le conoces y quiero que me digas si lo que te he contado te parece descabellado. Si no le crees capaz de hacer algo así –demandó con la autoridad propia de su cargo, comportándose como el jefe que era.


 


Yuu vaciló, recapacitando. Pensado como pensaría Mika. Sintiendo como sentiría Mika.


 


-Es cierto que su vínculo con Ferid pudo ser fuerte, pero no le dejaría vivo si eso implicara que en un futuro pudiera hacernos daño. Pudiera hacerme daño –rectificó, sonrojándose ligeramente-. Además, si ese fuera el caso me lo habría dicho. Habría sido sincero conmigo-. No estaba seguro de sus palabras, pues él también le había notado especialmente inquieto con la presencia de Ferid. No le había dado importancia, claro, pero si Guren lo mencionaba… No. No era posible. Simplemente, Mika no haría eso.


 


Me temo que vuestra bonita relación no durará mucho, necesito a Mikaela de vuelta al redil.


 


A Yuu le recorrió un escalofrío al recordar la amenaza de Ferid. ¿Qué pretendía? Guren y Shinya (que había entrado en el despacho silencioso como un gato) intercambiaron una mirada de comprensión.


-El caso es que es una trampa –sentenció Shinya, pensativo-. Es obvio que su objetivo es que vayamos allí, si no, no tendría sentido que secuestrara a Mika. Una trampa en la que vamos a caer porque no hay alternativa. Lo que me extraña es que mi hermano no haya puesto impedimentos, dispuesto a sacrificar parte de su ejército.


-Mika debe ser un sujeto de experimentos interesante para él –reflexionó Guren. Yuu se tensó.


-Mika no es uno de vuestros sucios chupasangres con los que podéis jugar a los investigadores –chirrió sus dientes.


-A estas alturas, deberías haber aprendido que nadie es imprescindible. Si alguien debe ser sacrificado por el bien común, se sacrifica. –Una gota de pesar cruzó rápidamente sus irises violetas. –Por lo que si Kureto nos apoya, debe de tener unos motivos poderosos.


-Mika conoce bien a los vampiros y su ubicación. Quizá le interese como mapa –comentó, deseando que fuera cierto. Que solo fuera un mapa.


 


Shinya y Guren desviaron sus ojos a la vez; a Yuu le dio malas vibraciones, pero prefirió no preguntar.


 


-Bien, ahora te vas a comer eso –indicó Guren, cabeceando hacia las provisiones envasadas que yacían olvidadas-, y te vas a portar como un buen chico mientras te explicamos en qué consiste la misión.


 


Yuu obedeció y con fastidio (y hambre), se introdujo una cucharada, esperando impaciente y expectante el instante en que por fin irían a por Mika. No sufras, ya casi estoy allí.


 


-Vamos a ser honestos contigo, esto no es un rescate exactamente. Déjame explicarme antes de que te pongas a gritar –comenzó Guren, sintiendo el apoyo sutil de Shinya a su lado-. El objetivo anterior consistía, como ya te dije, en averiguar si más nobles habían escapado ilesos o Bathory era la única rata de cloaca inmortal, así como comprobar las dimensiones del ejército que está formando y saber si suponen un peligro real y eliminarlos, evitando así una posible gran amenaza en el futuro. Pero como ves, no salió lo esperado –resopló-. Así que seguimos igual. Sin conocer los números. Por lo que esta vez se nos ha asignado un pelotón más grande para obtener esa información.


-Y de paso rescatar a Mika –insistió Yuu con un brillo implícito de amenaza en sus esmeraldas.


-Y rescatar a Mika en la medida de lo posible –corrigió-. Esa no es la prioridad de esta misión aunque esto no significa que no sea la nuestra. Sin embargo, no podemos poner en riesgo la vida de nuestros camaradas en pos de Mika. Si no te mentalizas de ello, voy a negarme a que participes –le advirtió Guren.


-¿Me estás diciendo que voy a ir a Sanguinem sin saber si puedo salvar a Mika? –La indignación crecía por momentos. Ese capullo de Guren tenía que estar de broma.


-Yuu, no sabemos cuántos vampiros o nobles hay. Nos estamos metiendo en el epicentro de su poder sin la información necesaria. Se mire por donde se mire, es una completa locura. Y aun así te estamos diciendo que hay una mínima posibilidad de ayudar a Mika –dijo Shinya, sonando conciliador, tratando de hacerle entender su punto de vista-. Pero no podemos centrarnos en él e ignorar lo demás. Si existe una mínima situación de alarma, abortamos.


-Sabemos cómo te sientes, Yuu –Se acercó hasta él y apretó su hombro, en un intento comprensivo- Hay mucho en juego. Necesitas entender eso o no podrás acompañarnos.


 


Yuu apartó la lata a un lado. El apetito había desaparecido, repentino. El nudo en su estómago le impedía continuar, apretándole con saña. Tan cerca de Mika pero sin poder tocarle directamente. En muchas ocasiones se había sentido así, más creía que después de reencontrarse y compartir sus vidas, esa sensación disminuiría hasta borrarse. El destino siempre terminaba jugándole malas pasadas y estaba hasta las narices. Sí, él mismo se había quejado de la poca acción que tenía su día a día últimamente, pero no había pedido que su familia fuera secuestrada. No quería una dosis de adrenalina con semejante grado de crueldad. Reflexionó acerca de lo que habían dicho. A regañadientes, admitía que llevaban la razón. Era egoísta pretender que un puñado de personas se sacrificaran por un deseo que solo le pertenecía a él.


 


-¿Los Hiragi saben lo de… bueno, tus sospechas? –cuestionó, curioso y asustado.


-Tranquilo, es una cuestión que hemos debatido entre Shinya y yo –Negó con la cabeza.


-Honestamente, ninguno de los dos creemos que Mika haya podido vendernos de esa manera. Es solo que nos angustia que esto se escape de nuestro control y recelar de que alguien esté filtrando al enemigo –Shinya masajeó sus sienes. Yuu supuso que no debía de ser fácil para él pertenecer a la familia Hiragi y al mismo tiempo contemplar los intereses de Guren, desafiando en cierta medida los intereses de los de arriba. Supuso que el amor lo podía todo. Aunque seguía sin entender qué demonios veía en ese imbécil-. La respuesta más factible es que él esté relacionado, a pesar de que a su vez sea la más improbable…


-Cálmate, no vamos a tomar reprimendas contra Mika. Especialmente porque no tenemos pruebas incriminatorias que apunten hacia él. Nuestro objetivo principal es colarnos en la ciudad de los vampiros, obtener lo que buscamos y salvarle en la medida de lo posible. ¿Contamos con tu palabra de que no cometerás ninguna estupidez? –Guren se dirigió a Yuu, presionándolo. Quería asegurarse de que no sería imprudente. Yuu se mordió el labio. ¿Sería capaz de mantener su promesa?


-Me comportaré –confirmó, mentalizándose así mismo de que lo lograría. De alguna forma. Sí, seguiría las órdenes.


-De acuerdo pues. Es hora de llamar a Shinoa –Guren sonrió satisfecho.


 


Shinya se marchó en su busca. Yuu aprovechó y se terminó la comida, bebiendo generosos tragos de agua. Se pasó los dedos por su pelo negro imposible, intentando colocarlo en su sitio y librarse del “peinado almohada” del que solía reírse Kimizuki. Esperaba tener un aspecto presentable. No porque le importara lo más mínimo (iba a salvar a Mika de las garras de unos repugnantes vampiros, no a tener una cita en el cine), sino porque no quería que el estúpido de Kimizuki tuviera cancha para burlarse de él. A los diez minutos, sus amigos aparecieron por la puerta. Sus rostros reflejaban vacilación, pues no parecían saber cómo tratar a Yuu después de lo ocurrido. Desde luego, él no quería sus condolencias y mucho menos su compasión. Solo quería saber que contaba con manos aliadas que le apoyarían llegado el momento. Fue Mitsuba la que cortó el incómodo duelo de miradas.


 


-Estamos dispuestos a seguirte, Yuu. No te preocupes, traeremos a Mika con nosotros –aseveró, con una mueca decidida. El resto asintió, acompañados por expresiones de determinación.


-Mika forma parte de nuestra familia. Y no podemos abandonarle –Shinoa esbozó una sutil sonrisa. Yuu sonrió a su vez. A pesar de las duras acusaciones que se intercambiaron, ella seguía de su lado.


-Está bien, chicos –palmeó Guren, llamando al orden-. Vamos a patear unos cuantos culos.

Notas finales:

¡Yei! ¡Vamos a patear el culo de diva de Ferid! En realidad, Ferid es un personaje que me gusta, pero es un *inserte cualquier insulto* por lo que mantengo una relación amor-odio con él.


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