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Incondicionalmente por Kurenai_no_Angel

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí ando, con una nueva actualización. No esperé que el fic fuera a tener tan buena acogida, por eso tardo tanto en subirlo. Pero parece que os está gustando y eso me alegra mucho, gracias :')


 


Gracias a todos aquellos que me habéis comentado y habéis pedido que siga escribiendo, ¡esto está aquí gracias a vosotros! Espero que os guste este nuevo capítulo <3


 

Su figura se erguía imponente. Conservaba el uniforme blanco característico de los vampiros. Sus ojos alternaban entre el azul más intenso y el rojo fuego. Su mirada destilaba desprecio y un odio tan profundo que le sorprendió. Jamás imaginó que una persona tan dulce y atenta como él podía realizar semejante expresión de desprecio. Y lo peor, lo que más le dolía y le estaba matando por dentro, es que él era el destinatario. El vacío les envolvía, la nada más absoluta. Por mucho que buscara a su alrededor, no encontraba escapatoria. Estaban ellos dos, solos, en la inmensidad de aquel lugar. Su corazón pinchaba y le fallaba la respiración. El sentimiento de culpa le consumía y le asfixiaba.

 

-Me abandonaste. –No esperaba semejante repulsa en dos palabras-. Me dejaste tirado en Sanguinem cuando más te necesitaba, sin miramientos. Seguiste adelante sin mí. Sin tu familia.

 

NO. NO. NO ES ASÍ. Su garganta no emitía ningún sonido. Era como si tuviera un pedazo de tela obstruyéndole la tráquea. Se ahogaba. No te dejé. Quiere gritar. No huí. Quiere avanzar. No te vayas. Quédate.

Registró las inmediaciones, por si esto era una treta nueva de Ashuramaru para castigarle. Sabía que eso era improbable porque consiguieron llegar a un acuerdo hace años y ella no tiene problemas para manifestarse a su voluntad. Por lo que era imposible que estos sueños fueran provocados por el demonio. ¿Acaso era  una pesadilla suya?

 

-Pero no te preocupes, -continuó, oculto en su capucha- porque esto pronto acabará. Tú seguirás avanzando. Yo me quedaré estancado, atrapado en una eterna adolescencia. ¿Verdad, Yuu-chan?

 

-¡MIKA!

 

Enfocó la vista en el techo. De su habitación. Tenía los nudillos blancos debido a la fuerza con la que estrujaba las sábanas entre sus dedos. Su cara estaba húmeda y la sensación de angustia le oprimía.

 

-¡Yuu-chan! –La puerta de su cuarto se abrió de golpe.

 

Mika entró a empellones, muy asustado por el grito. Sin pensárselo dos veces, prácticamente se lanzó encima de Yuu, tocándole la cara y el pelo, como si estuviera asegurándose de que no le habían rajado la garganta mientras dormía o algo similar. Se sintió tan aliviado de verle allí, tan preocupado y acongojado, que se incorporó y se refugió en sus brazos. Recostó la frente en su pecho y sollozó, soltando el miedo que había experimentado. Mika acariciaba su espalda, consolándole en silencio. Yuu se aferraba al pijama del otro. Quería retenerle, como si ese simple gesto pudiera atarle a su lado el resto de sus días. Temblaba por el llanto que no era capaz de controlar. Ese sueño había sido tan real, tan vívido que se preguntaba cuándo ocurriría. Cuándo perdería a Mika.

 

-No me dejes –hipó, entre espasmos-. M-Mika…

 

Percibió su aliento cálido en su coronilla, donde depositó un suave beso, sin descuidar los mimos que esparcía por sus omóplatos y la línea de su columna.

 

-Nunca, Yuu-chan. No pienso separarme de ti.

 

El nudo de su garganta se deshizo un poco. No quería hablar abiertamente acerca de su sueño, ya que imaginaba el efecto que tendría en Mika. En general, no debatían sobre las cuestiones complejas que implicaba su nuevo estado, pues solo conseguirían amargarse e inducirse un sufrimiento innecesario. Se limpió las lágrimas con la manga y le abrazó con fuerza. Mika le correspondió con el mismo entusiasmo, entregando besos por su frente, orejas y cualquier lugar que encontrara por el camino. Yuu se relajó. La tibieza que emanaba le embriagaba.

 

-Quédate a dormir esta noche –suplicó, su voz ahogada por la tela.

-Sí –susurró, adormilado y más sosegado.

 

Yuu se retiró y le dejó espacio en su cama. Mika se acomodó y se acurrucó junto a él. El vampiro le cogió por la cadera y le acercó. Eran tan acogedor que deseó quedarse allí y no tener que moverse más. Estaba agotado. Primero la pelea de nieve, luego la pelea real y ahora las pesadillas. Se sentía abotargado y quería dormir. Con Mika a su lado fue fácil. Se hallaba protegido, a salvo del mundo exterior y de los monstruos que amenazaban con volverle loco. Solo estaba su Mika. No necesitaba más. Enseguida, el sueño le invadió.

 

 

La luz que atravesaba las ventanas, estalló en sus párpados, incomodándole. Se revolvió, molesto. La somnolencia le pesaba. Al final, había dormido pocas horas y su cuerpo se negaba a reaccionar y a salir del letargo. El sopor le invadía. Gruñó. Despegó los párpados, irritado. El aire dejó de fluir por sus pulmones debido al espectáculo que tenía ante sí. Mika dormía plácidamente. Las ondas dorabas formando un halo celestial alrededor de su cabeza. Su respiración acompasada. Su mano izquierda descansando en la cadera de Yuu. La paz que le rodeaba. Yuu se fijó en cada detalle, dispuesto a recordarlo para la posteridad.

Desde lo más profundo de su ser, las ganas de besarle se manifestaron. Volver a probar los labios de Mika. Repetir el beso de la enfermería. Ir más allá. Cruzar los límites. El hecho de que estuviera prohibido en cierto modo, le atraía más. No obstante, ese anhelo le angustiaba e inquietaba a partes iguales. Esos no son los lazos que se mantienen con tu familia. El interés por Mika tendría que ser diferente. Paseó la yema del índice por el contorno de su boca, deleitándose en la suavidad, rindiéndose a la evidencia durante unos minutos. Tendría que fingir pesadillas. ¿Cómo iba a continuar durmiendo sin Mika ahora que sabía lo que era dormir con él? A lo mejor debería prenderle fuego a su cama. Como no reciben mucha subvención del Ejército, no podría comprar otra. Ups.

 

-Yuu-chan –rezongó, adormilado.

 

Se desplazó, juntando la frente con la del mencionado. Aún dormía, más Yuu estaba convencido de que los fuertes latidos de su corazón le despertarían. Si alzaba unos milímetros la barbilla… No, no, no, en qué demonios estaba pensando, en primer lugar. En serio, ellos no tenían ese tipo de relación. Es más, eran hombres. Independientemente de lo que eso supusiera en el caso del idiota de Guren y Shinya. Aquel beso fue un juego, una broma inocente fruto de la curiosidad. Querer hacerlo de nuevo era muy diferente. Porque era intencionado e implicaba sentimientos y pretensiones que no estaba dispuesto a plantearse. En cambio…

Mika se arrastró, quedando tumbado de cualquier manera encima del pecho de Yuu.

 

-¡Buenos días, Yuu-chan! –exclamó, animado.

 

¿Cómo podía tener tanta energía nada más despuntar el día aun siendo un vampiro? Yuu tosió, medio estrangulado por el pelo de Mika que se expandía por todas las direcciones y le hacía cosquillas. El moreno resopló y se quejó. Mika reía, agitando la cabeza para que sus mechones hicieran de las suyas y molestar a Yuu. Rodó, quedándose sobre Yuu y apoyando su peso en los codos, hundidos en el colchón y anclados cerca de sus costillas.

 

-Malhumorado –replicó, burlón.

 

Yuu pellizcó la punta de su nariz. Aunque el contacto era mínimo, estaba siendo terriblemente consciente de la posición de sus cuerpos y del problemilla que soportaban los hombres por las mañanas, problemilla que Mika parecía ignorar. Ese idiota.

 

-Si me despierto contigo intentando asfixiarme, no me embarga la felicidad –bufó.

-Eres un quejica y un pesado. Mmmm, puedo darte algo que mejore tu despertar –dijo, pensativo.

-¿Algo mejor que una enorme ración de tortitas? –preguntó, abrumado. Mika se deslizó. Yuu apreciaba dolorosamente los movimientos y dónde se tocaban. Joder.

-Más dulce que una ración enorme de tortitas –sonrió. Se relamió el labio inferior. Los ojos de Yuu se centraron en la saliva brillando en la comisura.

 

A la mierda con la moralidad y el bien y el mal. A. La. Mierda. Tiró de su pijama. Mika perdió el equilibro y golpeó el esternón y el estómago de Yuu. Bien. Este buscó su boca, a tientas. El vampiro enseguida se recuperó y se desplazó, quedando ambos a la misma altura. Yuu besaba a la desesperada, lamiendo, mordiendo, succionando. Sin esperar permiso, derribó las defensas de Mika, abriéndose paso con la lengua. Sabía a sangre pero hasta eso era delicioso. Gruñó de placer al sentir la misma desesperación en Mika. Las ganas que tenía de devorarle. Si apenas rozar sus labios ya había supuesto para Yuu una experiencia excitante, lo que estaba percibiendo ahora sobrepasaba lo sensorial. Pensó qué se sentiría ir más allá. Eso provocó que se calentara más. Por sus venas corrían torrentes de lava.

Hasta que el timbre los alarmó. Alguien llamaba a la puerta. Yuu expresó todo tipo de palabras desagradables, sin separarse ni un centímetro de la cara de Mika.

 

-Hay que responder –dijo.

-No, no hay por qué hacerlo. –Abrió la boca, ansioso, dispuesto a tragárselo y comérselo. El timbre sonó otra vez. ¿Pero qué cojones le pasaba al mundo hoy? La única puta vez que tiene un mínimo de iniciativa y los hados se encargan de jodérsela. Mika rodó de nuevo a su posición inicial, protestando. Yuu se levantó, pateando el suelo con furia.

 

-Es probable que sea el bastardo de Guren. Ayer durante la guardia le dije a Shinoa que aquí hacía frío y si podía hablar con él para solucionarlo –comentó, calzándose las zapatillas de estar por casa-. Te juro que si es él lo voy a despedazar en trozos muy pequeños.

 

Bajó por las escaleras, recolocándose la ropa en su sitio. Demonios. Por qué su mente y su cuerpo eran tan contradictorios. Segundos atrás se cuestionaba si desear a otro hombre estaba bien y luego de repente le besaba. Definitivamente, había algo mal en él. Seguía convencido de que estaba cometiendo un error, pero ese error le provocaba mariposas en el estómago. No podía aceptar que una sensación tan placentera fuese una equivocación.

 

-¡Si es el imbécil de Guren voy a meterle la espalda por el-!

-¡Yuu!

 

Tras la puerta, había un mensajero del Ejército Imperial. Sostenía un paquete. Preguntó si era Hyakuya Yuichiro. Asintió de mala gana y firmó el recibo, despachando con cajas templadas al hombre y cerrándole la puerta en las narices. Él no tenía la culpa de haber interrumpido el desaparecer de su frustración sexual, pero necesitaba pagar el cabreo monumental con alguien y le había tocado a él.

Se dejó caer en el sofá, retirando el papel del envoltorio sin miramientos. Era un paquete de tamaño medio que apenas pesaba. Si resultaba ser una estufa, dudaba de que fuera suficiente para combatir el frío invernal. Bueno, menos es nada. Contempló impertérrito el contenido. Respiró hondo. Uno. Dos. Tres…

 

-GUREN ERES UN CABRÓN MALNACIDO.

 

Mika apareció trotando, restregándose los ojos. Era improbable que siguiera adormilado, teniendo en cuenta que los berridos de Yuu se estaban escuchando posiblemente en medio Japón. El vampiro miró el paquete y extrajo lo que venía dentro. Era una manta. Y fea. Tremendamente fea. Era verde moho con renos dibujados. Tenía una nota adjunta. Yuu estaba demasiado concentrado en usar su amplio vocabulario de insultos contra Guren, por lo que Mika la leyó. En voz alta.

 

Querido y molesto mocoso.

Me ha comentado Shinoa que andas quejándote de que en tu casa hace frío. Como imagino que el consejo “pues abraza a Mika” no será de tu agrado (¡já!), te mando esta preciosa manta. No hay presupuesto para más así que confórmate. Me hubiera gustado coserla yo mismo, demostrando así el bonito amor que siento por mi hijo. Perdóname, pero los papeles me están saturando y no tengo tiempo para el ganchillo. ¡Disfrútala!

PD: espero que termines de una maldita vez el informe de Mika y lo traigas a lo largo del día de hoy. No sé cuántas veces tengo que repetírtelo.

Con cariño, el teniente coronel (y tu superior, no lo olvides) Guren Ichinose.

 

Mika tenía el ceño fruncido. Yuu no sabría decir si su expresión era de irritación o en realidad le divertía. Le quitó la nota, hizo una bola con el papel y lo lanzó lo más lejos que pudo. Encima se cachondeaba. Le daba una puta manta y se cachondeaba. Y para colmo debía escribir el jodido informe. AH.

 

-Deberías escribir el-

-Sal de mi cabeza –gruñó.

-Te haré el desayuno mientras –sonrió y fue hasta la cocina.

 

Yuu le siguió. Cogió un impreso de esos estándar que daban en el cuartel y un bolígrafo. Se dejó caer en una silla. Con el sonido de cubiertos y platos de fondo, se concentró. Tampoco es como si tuviera un montón de cosas que contar. Ni ganas de inventarse nada. La paciencia se le agotaba a marchas forzadas. Mordisqueó la capucha del bolígrafo, mirando las líneas blancas que tenía frente a él.

 

-¿Qué narices le explico?

-Lo que hemos hecho las últimas semanas, imagino. –Pudo verle encogerse de hombros.

-Oh, sí. Ayer nos dedicamos a rebozarnos en la nieve como niños pequeños. Luego me fui de patrulla y un grupo de vampiros tocapelotas nos atacó. Tú fuiste herido porque yo soy idiota así que fuimos al cuartel para que se recuperara y… -Se calló.

-¿Sí? –Percibía los ojos de Mika en su nuca. Le recorrió un escalofrío.

-El caso es que no tengo nada apto que reportarle –aclaró, sintiendo las orejas arder.

 

Mika abandonó lo que estaba haciendo y se colocó delante de él, portando una mirada crítica.

 

-En realidad, el problema es que eres un vago y no quieres hacer los deberes.

-No me hables como si fuera un niño –resopló.

 

Mika tamborileó los dedos en la madera, aproximándose.

 

-Siempre podemos completar lo que empezó en la enfermería, o antes en tu habitación; así tendrías algo de lo que informar. –Su sonrisa era decididamente malvada. Yuu se estremeció.

-E-eso fue un juego, de todas formas. –Fijó su atención en la hoja vacía. Sí, eso era. Solo tenía que abstraerse. Y ya.

-¿Lo fue?

 

A pesar del tono neutro, Yuu entrevió un matiz de decepción que no le pasó desapercibido. Ignoró el informe, centrando su campo de visión en Mika. En su pelo rubio brillando gracias a la luz que entraba por la ventana. En sus ojos, que por mucho que cambiaran de color seguían siendo los mismos. La anchura de sus hombros, los fibrosos músculos que se adivinaban bajo el pijama. Sus manos finas y delicadas. El atisbo de los colmillos entre sus labios. No, no lo fue. Claro que no lo fue. Yuu lo sabía pero admitirlo en voz alta sería excesivo. ¿Qué clase de emociones estaban surgiendo? ¿O despertando? ¿Qué era Mika para él? ¿Qué eran ellos? Demasiadas preguntas sin respuesta. O tal vez sí que la tenían.

 

-M-Mika, yo…

 

¿Qué podía decir? ¿Quiero tocarte? ¿Quiero sentirte? ¿Quiero que estemos juntos pase lo que pase? ¿Quiero la certeza de que no me dejarás? ¿Te necesito? Y aun así sentía que esto no estaba bien. Que tener esta clase de pensamientos acerca de su familia era incorrecto. Es difícil expresarlo. Muy difícil. Experimentaba miedo, rechazo y deseo a la vez. ¿Cómo se suponía que debía lidiar con eso? Es más, ¿qué significaba para Mika, acaso se lo tomaba como una broma o él no dudaba de sus actos? Mika dio una zancada larga. Arrastró la silla, dejándole cara a cara. Y le besó. Y Yuu se lo permitió porque a pesar de sus sentimientos ilógicos, de creer que esto estaba fuera de lugar, no había nada que deseara más en ese momento que el ser besado por Mika. Porque de un tiempo a esta parte, Mika se había convertido en su todo y él era un completo imbécil que no había sido capaz de verlo. Su beso era suave, sentido. ¿Se conformaría con eso, con besos robados de vez en cuando sin definir nada, sin saber qué son? ¿Esto entraba dentro del concepto “familia” o se escabullía por los límites, indefinidos y borrosos? Pronto la unión se volvió más urgente, más salvaje. Mika se posicionó a horcajadas en las piernas de Yuu, enterrando los dedos en su nuca y raspándole con pasión. El moreno quiso apartarle, empujarle lejos de él. Qué narices estaban haciendo. Sin embargo, su cuerpo actuaba por libre, aceptando un contacto que su mente no conseguía asimilar por completo. Guiándose por instinto, hundió los suyos en su cintura, atrayéndole. Mierda, si no le apartaba enseguida él notaría…

Se dejaba llevar y en el fondo le encantaba la sensación. Mika restregó sus caderas. Yuu gimió en sus labios. ¿Eso había sido a propósito? Daba igual. El caso era que con toda seguridad Mika había percibido la erección que crecía descontrolada en sus pantalones. ¿Cómo no hacerlo si el dichoso vampiro no se estaba quieto? Joder. Bajó hasta sus nalgas, apretándolas y, a su vez, arrimándole más a él, inconscientemente. En serio, debía dominar sus instintos sexuales adolescentes porque le estaban destrozando. Mika jadeó. Joder, ¿los jadeos sonaban tan sexys? Porque si era así, quería hacerle jadear por la eternidad.

El olor a quemado llegó a sus fosas nasales.

 

-¡Mierda! –Era la primera vez que escuchaba un taco de boca de Mika.

 

Se despegó de un salto y fue raudo hacia los fogones. Yuu se alivió e inquietó. Lidiar con emociones incoherentes le agotaba. Al parecer, las rebanadas de pan que había dejado friendo ahora estaban carbonizadas. Desde luego, esto sí que eran tostadas. En el sentido amplio. Quitó la sartén del fuego con una disculpa. Yuu no estaba seguro de si se refería al hecho de incendiar su desayuno o cierta parte de su anatomía. Esperó que fuera por ambas. Respiró hondo un par de veces para relajarse y regresó a su informe. Mika le sirvió un vaso de leche y el paquete de galletas que solían guardar para ocasiones especiales. Los dulces eran todavía un bien muy preciado, por eso procuraban conservarlo. Más su único desayuno yacía en la papelera, por lo que las galletas eran bienvenidas. Mika le regañó un par de veces por manchar el papel, al tiempo que le ayudaba a hacer el puñetero informe y concluirlo.

Yuu golpeó la mesa con la frente.

 

-Ni que estuvieras exhausto por escribir un párrafo –bromeó.

-Es solo que me aburre la burocracia –bostezó-. Se suponía que Guren nos iba a dejar en paz durante estas fechas. A estas alturas debería haber aprendido a no confiar en él.

-¿Estas fechas? –repitió. Yuu apoyó el codo en la madera y su cabeza en la mano.

-En dos días es Navidad. Nos dijo que nos daría vacaciones, pero aún sigue incordiando.

 

Mika se sorprendió y frunció el ceño.

 

-Oye, Mika… ¿Recuerdas alguna Navidad? –preguntó, de repente.

-Bueno… -Se rascó la barbilla, pensativo-. Recuerdo que en el orfanato montaban un abeto decorado y rodeado de luces y los niños se ponían como locos –sonrió, regresando a días más felices-. Y la directora solía cocinar dulces. Era agradable. ¿Y tú, Yuu-chan?

-No recuerdo ninguna. –Desvió la vista hacia la ventana, mirando sin ver el exterior-. Hace tiempo que la Navidad perdió su sentido. Sin embargo -se giró nuevamente, alzando el dedo índice-, este año Guren nos dará vacaciones.

-Oh, ¿y qué planeas hacer? –interrogó, curioso.

-¿No es obvio? Pasarme el día en la cama durmiendo –respondió, orgulloso. Mika enarcó una ceja.

-¿En serio?

-En serio.

 

Su risa sonó cristalina. Yuu debería sentirse triste o nostálgico respecto a la Navidad. Pero lo cierto era que le resultaba indiferente. Hacía años que no celebraba. Tan solo Guren se acordaba de su cumpleaños y hacía algo al respecto. Tonterías pequeñas pero que Yuu apreciaba. Aun así, la perspectiva de que estas fiestas fueran diferentes le emocionaba. Serían sus primeras Navidades con Mika, aunque no tuviera ninguna idea en mente que las hiciera interesantes. Le encantaría poder reunirse con sus amigos, más sabía que sería imposible con Mika de por medio. Por eso prefería disfrutarlas con él.

 

-En fin, me voy al cuartel a entregar el informe antes de que la pereza me invada y sea incapaz de levantarme del sofá –dijo incorporándose. Mika le atravesó con sus ojos rojizos, como si se tratara de una máquina de rayos x que escanea sus reflexiones. En instantes como ese odiaba ser un libro abierto.

-Te acompañaré –dijo.

-¿Qué? –Yuu le observó, entre sorprendido y dubitativo-. Puede que odies a Guren por la broma de mal gusto de la manta, pero ya te he dicho que el placer de rebanarle el pescuezo será mío. –Mika negó.

-Déjame ir contigo –insistió.

-Venga ya, odias ese sitio y a mis compañeros. ¿Por qué querrías hacerlo?

-Me aburre estar encerrado en casa y me apetece salir.

-¿Y el cuartel general es el mejor lugar que se te ocurre para entretenerte? –Recogió el desayuno. No entendía en qué estaba pensando Mika-. ¿Lleno de gente?

-Podemos entrar por la puerta trasera y yo puedo esperarte en algún lugar oculto del edificio. No tengo por qué ver a nadie. –Se excusó.

 

Yuu suspiró. No entendía ese repentino interés, pero conocía a Mika lo suficiente: iría sin importar lo que Yuu dijese. Subieron a sus respectivos cuartos a cambiarse de ropa. Yuu recogió el informe de la cocina y salieron al frío polar. El camino a los cuarteles era infinitamente más corto y agradable con Mika. En realidad, todo era más agradable con Mika. Se escabulleron por la entrada menos concurrida. Una vez allí, Mika desapareció, advirtiéndole de que se encontrarían en la salida. ¿Qué mosca le había picado?

Se dirigió al despacho de Guren. Que, por supuesto, estaba vacío. El muy imbécil nunca estaba en su puesto de trabajo, daba igual la hora, el día. Chasqueó la lengua, molesto. Se dispuso a abandonarlo cuando se topó con Shinya. Imágenes embarazosas acudieron a su memoria y se ocultó la cara con disimulo tras el informe.

 

-Ah, el pequeño Yuu –sonrió, amable.

-Señor Shinya. –Saludó, respetuoso.

-Puedes llamarme Shinya –aseguró, quitándole importancia-. ¿Buscabas a Guren?

 

Mamá Shinya. Mika, bastardo.

 

-Sí, pero como viene siendo habitual no hay forma de localizarle –se quejó. Shinya soltó una risita.

-¿Es el informe sobre Mikaela? Puedo entregárselo yo. –Yuu se lo dio sin preguntar. Así no tenía que buscarle-. Y bien, ¿qué tal con Mikaela? –Era el único que se refería a él como Mikaela. Yuu se encogió de hombros.

-Bien, todo bien.

-Guren me contó lo de la sangre –le dedicó una mirada decididamente maternal-. Debe ser difícil.

 

Por algún motivo le irritaba que Shinya lo mencionara. Él no tenía ni puñetera idea del sufrimiento de Mika y del suyo propio, de lo que habían pasado y del camino que todavía les quedaba por recorrer. Y del dolor que ello supondría. Rechinó los dientes. Le molestaba que se lo tomaran tan a la ligera.

 

-Sí, lo es –contestó, reprimiendo la furia-. Es complicado mirar a tu mejor amigo a los ojos y ver que, a pesar de todo, las cosas han cambiado. Y seguirán cambiando. Bueno, al menos para mí ya que Mika se mantendrá invariable. –No esperaba que sus palabras estuvieran teñidas con tanta amargura. Sin embargo, Shinya no demostraba sorpresa.

-Yo también sé lo que es pasarlo mal a causa de una persona a la que amas –respondió, manteniendo el semblante amable.

 

“Persona a la que amas”. No lo dijo refiriéndose exclusivamente a mantener una relación amorosa. Lo dijo en el amplio sentido de la definición. Le gustaba cómo sonaba. Le parecía que a Mika le quedaba bien.

 

-La vida es complicada, Yuu. –Presionó su antebrazo, cariñoso-. Pero en ocasiones nos topamos con motivos que la hacen más bonita. Sé que tú has recuperado el tuyo. Por muy dañino que sea. –El flequillo blanco cubrió su frente pálida. Yuu comprendió por qué Guren se había fijado en él. Era justo lo contrario que el teniente coronel. Guren era el cielo nocturno y Shinya su luna. Un alivio le invadió al saberse comprendido y alentado por aquel hombre.

-Lamento lo que dije antes –se disculpó, avergonzado. Shinya cabeceó.

-Imagino que estás sometido a una gran presión aunque no seas consciente del todo. Es normal si te supera y explota. Por cierto –añadió-, puede que no lo parezca, pero Guren está realmente preocupado por ti. Se muestra sarcástico contigo, pero en realidad te aprecia mucho y quiere lo mejor para ti. Eres un hijo para él, por muy cliché que suene. –Sus palabras le llenaron de calidez y le regocijaron. Le emocionaba que Guren le apreciara de esa forma. No obstante, seguía queriendo matarle, el muy capullo. Ese era otro tema.

 

Se despidieron. Regresó en pos de Mika, esperando que no hubiera hecho de las suyas y se hubiera mantenido quietecito en un rincón sin incordiar a nadie ni gritar “estúpidos humanos, me dais asco”. O algo así. Lo encontró recostado en la pared exterior. Aparentemente no se había movido de allí. Genial. Le recibió con una amplia sonrisa y no tardó mucho en darle un estrangulador abrazo made in Mika. Lo que daría por perderse en esos brazos. Una larga temporada.

Notas finales:

Pobre fea manta de Guren. Él hace lo mejor por su hijo y así se lo agradece (?) Y Yuu, deja de pensar con el **** y piensa con la cabeza! Espero que os haya gustado, cualquier comentario será bien recibido <3


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