—¿Este es el día, no es así? —cuestiona mi −autoproclamada− mejor amiga, curiosa. Un toque de picardía impregnado en su chillona e irritante voz—. ¡No has parado de mirarle desde que llegamos! Hasta lo has puesto incómodo y todo. ¡El pobre casi que sale corriendo! —ríe, golpeando la mesa con su mano (cual foca con retraso). Con todo el respecto del mundo hacia las focas, por supuesto.
—¿Quieres callarte ya, zanahoria con patas? La gente nos está mirando raro.
—Vale, vale —se encoge de hombros. «Quisiera arrancarle esa estúpida sonrisa de su rostro»—. Pero yo quiero estar cuando le digas que te mueres por él y que quieres que sea el primero en desvirgar tu mojigato trasero, ¿eh?
—¿Quién dice que él será el primero? Quizás alguien ya lo desvirgó —insinúo—. «Vamos, ¿a quién intentas engañar, Sasuke?» —bebo mi malteada de fresa con desgano, sintiendo pena por mi, al parecer, eterna soltería.
—Claro que sí, campeón —me palmea el hombro con ironía. «Zorra»—. ¡Qué eres más puro y virgen que monja de convento!
—Y tú eres la más zorra de toda la maldita cuadra —murmuró, mordisqueado lo que queda del maltratado popote.
—¡Eh! ¡Que jamás he engañado a mi novia!
—Por supuesto que no lo has hecho, cariño —«Oh, genial. Reunión de zorras»—. Sí me entero que lo haces, puedes decirle adiós a tu lindo cabello pelirrojo.
—Oh, vamos. ¿Y a qué te aferrarás cuando te esté dando una mano −y quizás algo más− allá abajo? —apuntó. Tan astuta como siempre, Karin.
—Touché —Sakura sonríe, besando los labios de su novia con cariño.
—Oh, ¡por el amor de Dios! ¿Podrían dejar de presumir su fructífera vida amorosa y sexual en mi presencia? Lo apreciaría mucho.
—Creo que alguien está de muy mal humor hoy...
—Sólo está frustrado sexualmente.
—Sasuke, cariño. Deberías considerar la compra de juguetes sexuales por Internet; son muy útiles de vez en cuando...
—Tranquila, en cuanto le follen el culo todo será miel sobre hojuelas.
«Dios, por favor, dime que no estoy escuchando esta conversación»
—Yo puedo prestarte un vibrador de alta potencia que compré hace unos meses; Karin y yo lo usamos muy a menudo. ¡Si quieres puedo pasarte el sitio web en dónde lo comp−!
—No usaré algo que estuvo en la vagina de Karin.
—Oye, ¡eso es ofensivo! —chilló—. ¡Discúlpate con mi vagina!
—O si no tienes dinero puedes usar algo casero, tal vez. O una verdura, quizás...
—¡Discúlpate!
—Una vez vi un vídeo muy extraño en donde una chica metía un pepinillo en su−
—Sakura.
—¿Sí?
—No meteré nada en mi trasero.
—Pero...
—¡NO!
—Está bien, pero cuando te sientas solo no te pasaré la dirección web de esa Sex Shop.
—Descuida, no la necesitaré —contesto de mala gana, intentando creer un mis propias palabras. Porque, por favor, era un apuesto chico homosexual y soltero de diecisiete años. ¡Los hombres deberían caer a mis pies! ¡Naruto Uzumaki debería caer a mis pies! Debería amarme y follarme de una vez por todas. ¡Que mi culo no le iba a esperar toda la vida, joder!
«A este paso acabaré en un convento o, peor aún, moriré con un pepinillo atascado en mi trasero»
Ah, el amor es tan complicado.
Nota de la autora: ¡Hey! ¿Qué os a parecido este extraño y tonto prólogo? Cabe destacar que el humor no es mi fuerte. Nada es mi fuerte, en realidad (?) Life sucks. Y, pues eso. Soy nueva por aquí, así que me encantaría conoceros y recibir vuestros reviews ♥ (Críticas constructivas, comentarios, sugerencias, favoritos, etc).