Jung Hoseok caminaba con las manos en sus bolsillos por el largo pasillo que lo llevaba fuera de su ahora vacío cuarto hasta el salón. Los dos grandes sofás rojos que estaban antes allí habían sido llevados dentro del gran camión de carga que esperaba fuera de su casa a que terminaran de sacar todo del lugar para llevarlo a la nueva casa en la que vivirían.
Sus padres habían decidido mudarse a Seúl después de que a su papá le ofrecieran una mejor oportunidad de trabajo en aquella gran ciudad. El pelinegro se sentía algo nervioso, después de todo tendría que comenzar una vida completamente nueva, desde cero. El día anterior se había despedido de sus amigos y les había prohibido a todos ir a su casa a despedirlo cuando partieran, el chico sentía que si los veía mientras se alejaba de ellos sabiendo que no los volvería a ver por un largo tiempo, no podría evitar llorar, y eso no era algo que Hoseok quisiera hacer.
Salió de su casa al jardín delantero en donde sus padres lo esperaban con las maletas listas y dos comprensivas sonrisas en sus rostros. Hoseok tomó su equipaje y ayudó a guardarlo en el maletero del carro negro de su padre.
Luego entró al auto sin mucho ánimo, comenzando así el viaje a su nueva vida en un lugar completamente distinto a su querida ciudad natal, Gwangju.
Como siempre solía hacer en cualquier viaje, colocó sus audífonos en sus oídos y prendió la música mientras miraba a través de la ventana del auto, le encantaba ver los diversos paisajes de fuera. Con la música aún encendida y su cabeza apoyada en la ventana del carro, Hoseok se comenzó a quedar dormido lentamente hasta caer en un sueño profundo en el que descanso sin problemas.
Despertó después de 2 horas cuando su madre lo movió tomando su hombro y susurrando un "Cariño, ya llegamos, despierta". Abrió sus ojos aún adormecidos y se acomodó en el asiento trasero del auto estirando sus brazos, con cuidado salió del carro y después de frotar sus ojos comenzó a mirar a su alrededor. Frente a él un gran edificio blanco se extendía dándole la bienvenida, la ciudad era como se la imaginaba antes de llegar.
Hoseok entró en el edificio con sus maletas en ambas manos, la parte baja podría verse como la sala común en la que los vecinos de los departamentos se podían juntar y conversar o simplemente bajar a comer algo, también logró ver que más atrás habían dos puertas de vidrio que llevaban a un amplio patio en el que en ese momento dos niñas jugaban y corrían. Su mirada pasó por cada rincón del lugar, éste estaba completamente limpio y adornado de forma bella y simple. Cuando dio término su inspección, Hoseok subió por el ascensor con su padre y madre a los lados. Los tres bajaron en el quinto piso y caminaron hasta la puerta con una placa con el número 391 inscrita en ella.
Entró y corrió a ver cuál de los dos cuartos que habían le gustaba más, se decidió por el que tenía un balcón con vistas hacía el lindo patio del edificio, era bastante bonito, cubierto de un muy cuidado césped, rodeado de cerezos que esparcían sus rosadas hojas en el pasto, habían juegos como columpios y toboganes, también había un pequeño río que daba un toque al lugar.
Mientras seguía observando por la ventana se encontró con que un lindo chico de unos 19 años que se columpiaba lentamente y con suavidad. Tenía un lindo cabello castaño brillante y fino que encajaba por completo con sus finas y bellas facciones, los ojos color chocolate del joven no parecían mirar un punto específico y parecían perdidos, casi vacíos y sin brillo, pero extrañamente atrayentes para Hoseok.
El pelinegro pensó que el chico podría transformarse en su primer amigo aquí, no quería perder la oportunidad de conocer a una persona nueva, de esa forma podría sentirse más cómodo al tener un amigo.
Hoseok salió del departamento algo apresurado, quería hablar con el chico y obviamente hacer su primer amigo en Seúl. Cuando el pelinegro llegó al último piso, salió por las puertas de vidrio y para su suerte el castaño aún se encontraba en el columpio. Se acercó al otro colocándose frente a él, éste reaccionó mirando a Hoseok con algo parecido a ¿esperanza o sorpresa? Pero eso desapareció al instante y se levantó del columpio caminando hacia un lugar lejos de Hoseok, pero el pelinegro lo detuvo tomando su muñeca sin aplicar mucha fuerza.
—Hey, no te vayas —Le habló Hoseok.
El castaño lo miró sorprendido y con los ojos muy abiertos, mas no le dedicó ninguna palabra a Hoseok, éste no logro entender su reacción, pero lo atribuyó a que quizás había aparecido de la nada, lo había tomado del brazo y ni siquiera se había presentado correctamente.
—Disculpa, no quería ser descortés —Se disculpó el pelinegro—. Mi nombre es Hoseok un gusto —Se presentó soltando al otro muchacho y estirando su mano hacia él en forma de saludo. El castaño dudó un momento y pasó su mirada de Hoseok a la mano de éste, pero de igual forma tomó la mano del pelinegro que sonrió ante la acción.
—Kim Taehyung —Habló por primera vez el lindo chico, presentándose.
Hoseok pensó que la voz de Taehyung era dulce y profunda, sintió que con sólo esas dos palabras sus oídos eran completamente deleitados.
—Entonces, Kim Taehyung, ¿Qué hacías tan solo en aquel columpio?
—Yo... Pensaba.
—Ok —Hoseok quería preguntar en que pensaba el chico, pero para no parecer tan entrometido decidió no preguntarle—. Entonces ¿Vives aquí?
—Sí.
«Oh, un chico de pocas palabras» Pensó Hoseok entretenido.
—¿Cuántos años tienes, Taehyung?
—Tengo... —El castaño dudó, por alguna extraña razón, antes de decir su respuesta—. Tengo 19 años.
—Así que eres menor que yo, tengo 21 años —Comentó Hoseok, con una gran sonrisa en el rostro.
El castaño asintió levemente y se fue del lugar con algo de incomodidad. Hoseok no lo detuvó esta vez al no tener nada más que decir y Taehyung no parecía querer ayudarle a tener una conversación más larga.
Cuando Taehyung entró a los departamentos, Hoseok lo siguió y entró justo después de él, pero cuando sus ojos buscaron al castaño él ya no se encontraba en el edificio.
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