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Ganándose la libertad por CharlieSvarti

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Notas del fanfic:

DISCLAIMER: Kuroko no basket pertenece Tadatoshi Fujimaki. Este fanfic no tiene ningún fin de lucro, tan sólo entrener al lector.

Notas del capitulo:

Bieeen he vuelto con más Midotaka. Bueno vale sé que no me echábais de menos pero me hacía ilusión volver. Este es mi primer longfic oficial, espero que os guste porque le estoy poniendo mucho empeño a esta historia.

-Declaro que el caso quede pendiente de revisión, hasta entonces, el acusado será enviado a prisión de forma provisional.

Con esa sentencia y un golpe de mazo, su futuro quedó sellado. Dos agentes lo sacaron de la estancia sin que él opusiese resistencia.

-Takao Kazunari, a partir de ahora preso 3062. Por favor, deje aquí sus pertenencias personales y pase a la sala de la derecha.

Takao hizo lo que le mandaba la señorita a través de la ventanilla. Dejó todo cuanto llevaba consigo en ese momento, que fue anotado y empaquetado en pequeñas bolsas de plástico para después ser llevado al almacén. Le preguntaron todos sus datos, tomaron sus huellas dactilares y una foto frontal junto a otras dos de perfil, una de cada lado. Pasó a la sala de la derecha, dónde le ordenaron desnudarse. Después de una exhaustiva revisión médica y una ducha, le entregaron la ropa que debía vestir a partir de ahora: un mono naranja con su número cosido, zapatillas negras simples y sin cordones, más la ropa interior, que incluía calcetines, calzoncillos y una camiseta de tiras, todo blanco. También diversos artículos de higiene personal como una toalla y un cepillo de dientes, un juego de sábanas, una manta y cubiertos de plástico. Recogió las prendas con la misma cara con la que había entrado: desesperanzado, la mirada apagada y la boca torcida en un gesto desganado. Se vistió y le colocaron unas esposas mientras lo trasladaban a su nuevo hogar.

Caminó lento por el amplio pasillo de suelo gris bordeado por las rejas de cada celda. Había algunos presos gritando, otros leyendo, otros sin hacer nada. Una gran parte tan sólo observaba como él caminaba cabizbajo flanqueado por dos guardias de uniformes negros. Después del pasillo, unos peldaños y otro pasillo más corto, le condujeron a una celda individual.

Uno de los guardias, el más alto y de piel morena, pasó una tarjeta por una ranura en el cerrojo, que también contaba con cierre manual por si se producía un corte de luz.

-Adelante, número 3062. – le dijo el otro guardia según le quitaba las esposas y le empujaba levemente por la espalda.

Takao entró frotándose las muñecas mientras ellos cerraban la puerta tras de sí, para después irse por dónde habían venido.

Estuvo allí, sin hacer nada, hasta la una, hora a la que se acercó un funcionario y le trajo una bandeja con su comida. Con él apareció un trabajador social y le informó de que al no tener familia, su hogar había pasado a manos del banco en compensación por la deuda que tenía. Después de un rato charlando, se acercó uno de los guardias y le abrió. Media hora después entró un educador y le explicó que, aunque fuese un preso, tenía derecho a cursar estudios dentro del penal. Le dijo que si lo deseaba podía pedir más información. Después de eso también se marchó. A la hora de la cena, otro guardia le trajo otra bandeja y dejó entrar a un psicólogo. Éste le hizo varias preguntas, a las que fue respondiendo. Anotó todo en su cuaderno, le dio las gracias y se fue, llevándose la bandeja.

Pasaron un par de días así, le llevaban el desayuno, comida y cena, y todos los días aparecía el psicólogo para evaluarle. Después de ese corto período de tiempo de adaptación, el juez todavía no se había pronunciado, así que pasaron a considerarlo un preso normal y corriente. El guardia que le traía la comida ese día no apareció, si no que llegó otro, de cejas más pobladas, con unas esposas. Se las colocó y lo trasladó a otro pasillo, junto a su nueva celda doble, como la mayoría de allí. Las individuales se reservaban para los primeros días de un reo o para los peligrosos.

Le quitó las esposas y le hizo entrar, cerrando detrás de sí y marchándose.

-Hola. – saludó Kazunari, seco, al ver a su compañero sentado en la cama. Éste se levantó y se acercó un poco: era más alto que él, bastante fuerte y pelo corto negro. Extendió su mano y Takao dudó. Él sonrió y mantuvo la mano en el aire:

-Vamos, no creo que sea un compañero tan malo. Kimura, número 3053, robo, sin heridos. – según hablaba señaló su número al mencionarlo y levantó ambas manos afablemente al constatar que no hecho daño a nadie. Después volvió a tender su mano.

-Takao, número…30…62…falsa acusación, sin heridos. Al menos por mi culpa. – apretó la mano de su compañero de celda.

-¿Falsa acusación? – preguntó alzando las cejas, perplejo. Takao chasqueó la lengua.

-Estoy aquí "provisionalmente", trámites burocráticos y esas cosas hasta que dicten la sentencia de que soy inocente. – remarcó el "provisionalmente" haciendo comillas con sus dedos.

-Bueno, aquí hay varios que dicen estar por "falsa acusación" y ser "inocentes"– Kimura hizo lo mismo – y aquí siguen. Así que yo no mencionaría mucho. Todos tenemos una razón de estar aquí.

-Yo no. – contestó desviando la vista. Kimura se encogió de hombros.

En apenas un cuarto de hora, Takao sabía lo básico para sobrevivir en el penal, aunque debía aprenderse los horarios. Agradeció su ayuda a su compañero que -por el momento- no parecía que fuese a tener malas intenciones. No sabía con quién podría encontrarse allí y mucho menos quién le tocaría en la celda.

Se escuchó algo similar a una bocina, y las puertas de las celdas se abrieron automáticamente.

-Hora de comer. – dijo Kimura saliendo e indicándole a Takao que le siguiese. Éste suspiró y rezó por pasar el menor tiempo posible allí confinado.

El comedor era un lugar amplio y exactamente como en las películas: cada banda se repartía en sus mesas formando grupos. Kimura le contó que era libre de elegir si quería pertenecer a alguno o ser un preso libre. Si quería unirse a alguno primero debía ser aceptado por el jefe de ese mismo. También podía quedarse sin grupo (siendo preso libre) y sentarse junto a otros presos. Le ofreció irse con él, diciéndole que si quería ir a una banda tendría tiempo. Kazunari aceptó y le siguió hasta una mesa rectangular con bancos a cada lado anclados al suelo.

-Nada de sillas, podría provocar un altercando y esas cosas, ya sabes. – Kimura se acercó a los que estaban allí sentados. – Chicos, éste es Takao, mi nuevo compañero, robo. Espero que no os importe, al fin y al cabo debo convivir con él.

Kazunari realmente esperó que no les importase, porque según Kimura, si le rechazaban, él no podía hacer nada. Habían decidido anteriormente cambiar su condena debido a que con una falsa acusación no se iba a ninguna parte en aquella cárcel.

El resto del grupo, después de haberlo discutido en voz baja, asintió, por lo que los dos pudieron sentarse con ellos. Mientras comían continuaron explicándole el funcionamiento del penal:

-Jamás debes meterte con alguien que pertenezca a una banda, eso es bastante obvio. Las bandas con muy protectoras con sus integrantes, ese es su pro. El contra es que no se llevan bien con las otras y suelen enzarzarse en peleas. – el que hablaba era un tal Miyaji[PM1] , rubio, número 3045. Le explicó todo señalando discretamente las diferentes bandas y los métodos para reconocerlos.

-No te acerques a los condenados. Son aquellos que tienen cadena perpetua o condenas tan grandes que se pasarán aquí toda su vida, incluso después de que tú te marches libre. – esta vez hablaba un chico de pelo negro, Otsubo, creía que había dicho. Apuntaba con su mentón hacia un chico enorme, acompañado de otro que parecía enano a su lado. Ambos estaban saliendo por la puerta seguidos de otros chicos, por lo que no le dio mucho tiempo a verlos.

-Y que no se te pase, jamás de los jamases te metas con un protegido. – apuntó Kimura[PM2] a la conversación.

-¿Un qué?

-Un protegido. Uno de esos. – señaló con mucho cuidado a un chico bajito, de cabello azulado en el que no había reparado antes. Estaba comiendo sólo. En su cuello se veía una gran marca amoratada.

-Nunca los toques. – siguió Miyaji - ¿Ves eso? – dijo señalándose su propio cuello con una mano y al chico con la cabeza – Es una marca. Es propiedad. El chico puede parecer un debilucho pero tiene a un poli de metro noventa a su favor. Es sólo para él.

-¿Para él? – Takao seguía sin entender muy bien a qué se referían, pero comenzaba a comprender por dónde iban los tiros.

-Es su zorra. Y por muy despectivo que suene, es muy común en este penal y muy importante. Te convierte en privilegiado, ya que cuentas con protección, si eres la zorra de uno de los polis nadie te toca. Aunque no es fácil lograrlo, son ellos quienes eligen.

-Si me tocase uno de los oficiales no me importaría ser una zorra. – Otsubo suspiró y se estiró, ya había terminado de comer.

-¿Serías muerde-almohadas[PM3] ?

-¿Por un oficial? Te digo yo que sí. Es aún mejor que un guardia, y ya con esos tienes media vida resuelta.

-¿Por qué está él aquí? – Takao ignoró las tendencias homosexuales de sus nuevos amigos y fijó su vista en el chico de cabello azul.

-Si mal no recuerdo – le contó Kimura – es el 3042[PM4] y robó en una tienda para poder alimentar a su familia. Uno de esos casos que salen en la televisión y el pueblo pide su excarcelación, ya me entiendes. Al final el juez le rebajó la pena, no creo que se quede mucho aquí. Tampoco le pasará nada malo, en el primer mes ya se convirtió en zorra. Supongo que por su caso. Tiene un buen poli, que no suele pegar a los presos ni nada por el estilo.

Todos habían terminado ya de comer y hablaban sobre más normas que Takao debía conocer y las cosas que debía evitar. Sonó aquella bocina que indicaba el final de la hora de comer. Recogieron sus bandejas y las dejaron en el sitio, todos conscientes de una de las reglas más importantes allí: orden y disciplina. Sin peleas, sin altercados, dejar la bandeja, no tirarla, irse. Takao pensó que la vida no sería tan mala. Sólo debía seguir todo ese montón de normas que le habían contado sus nuevos amigos.

Después de eso Kimura le dijo que disponían de siesta hasta las 4:30, y era obligatoria, o al menos quedarse en las celdas. Hasta esa hora Takao estuvo en su cama, meditando, no era capaz de dormir.

A las cuatro y media salieron al patio, bastante grande, ya que al fin y al cabo, la cárcel era una de las más grandes del país. Ya sólo esa zona era grande, siendo la oeste, todavía quedaba el este, aunque era la zona de mujeres.

El patio era pues, grande, con el suelo de asfalto. Kimura mencionó que había una zona de hierba en algún sitio, ya que se le permitía a los presos cultivar plantas. Dijo que eso lo hacían los condenados, porque estarían allí toda la vida. Mencionó también una biblioteca.

-Aunque estés en la cárcel hay muchas cosas que hacer. Hay turno de lavandería, para todos, y diferentes trabajos, como cocina. Aún así, en el tiempo libre, te dejan salir al patio, a la biblioteca o a una sala de ordenadores. Pero ya te digo que el internet está muy restringido y te tienes que portar muy bien para que no te miren mal. Si quieres puedes emplear tu tiempo en sacarte estudios, en la biblioteca puedes pedir información sobre eso.

-Mira, los condenados, 2021[PM5] y 2022[PM6] . – dijo pasándole un cigarrillo a Miyaji y encendiéndose otro para él.

El que habló había sido Otsubo. Se habían sentado en una grada enorme y larga que cubría la pared que daba al comedor por completo. Tenía doce escalones en total, todos ellos anchos. Ellos estaban en el primero de todos, y el gigante y el enano estaban subiendo una de las escaleras centrales hasta el último de todos, seguidos de otros chicos.

-Están por asesinato múltiple y cómplice de asesinato. Los de atrás cargos menores que esos, creo, pero tampoco te puedo asegurar. Aún así no son delitos pequeños, ya estaban aquí cuando llegamos. A los primeros, mucho respeto, y los segundos, son casi protegidos, están bajo el mando de 2021 y 2022. – Miyaji había aceptado gustoso y fumaba con tranquilidad, paseando la vista por el patio, pensando en lo que debía advertir a un nuevo preso.

-¡Eh, atento! 2061 y 2070, agresiones, allanamiento y robo. Bastantes heridos. – Miyaji señalaba a un preso que estaba atravesando el patio en dirección a una vieja cancha de baloncesto, o un intento de ella. Contaba con las canastas pero no las redes, y las líneas del suelo eran casi inexistentes. El 2061[PM7] , creyó Takao, era el de pelo negro, más largo que el suyo, y tenía unas cejas tremendamente pobladas. El 2070[PM8] tenía el pelo gris y cubría la mitad de su rostro, así que no pudo ver más de sus facciones. Torcieron antes de llegar a la cancha y entraron el pequeño recinto que constituía el gimnasio exterior. En ese momento, Takao se sentía dentro de una película. Se revolvió el pelo, un poco angustiado. Quería volver a su casa, aunque ya no tenía. La vida era una mierda, se dijo.

El día pasó bastante rápido entre explicaciones y más explicaciones, en un abrir y cerrar de ojos volvía a estar en el comedor, ésta vez cenando. Eran las 8:30. La comida era pastosa y de sabor casi inexistente, pero sus tripas rugían con ganas. Se había vuelto a sentar con su nueva pandilla de amigos y comía mientras ellos hablaban, observando al resto de presos discretamente.

El 2061 y el 2070 estaban sentados en una misma mesa junto a otros compañeros, todos hablando animadamente. Un par de mesas después estaba el gigante y el enano junto a sus amigos, aunque si estaban a servicio de ellos más bien deberían ser subordinados. Menudas cosas se hacían por protección, pensó casi con sorna. Decidió que no le interesaba seguir viendo la fauna con la que debía convivir ahora. Cambió su vista a las paredes, dónde estaban apostados los guardias de uniformes negros a cada lado de las puertas. Sólo reconoció al rubio y al moreno que le habían llevado hasta allí, aunque estaban en puertas diferentes. El rubio estaba junto al chico de grandes cejas en la puerta que daba a la biblioteca, en la que aún no había estado, pero un gran cartel encima de dicha puerta lo dejaba claro. Un alto y corpulento chico de pelo color fuego estaba apostado en la de los dormitorios. Era enorme, quizás era el de la zorra, aunque no podía estar seguro. A su lado se erguía otro enorme chico, más alto y menos corpulento pero con los hombros bien anchos. Tenía el pelo verde y portaba gafas. Pensó que si intentaba huir y esos dos se le tirasen encima, moriría asfixiado.

-¿Qué miras, Takao? – le preguntó Kimura.

-Oh, nada. Los polis. – respondió sincero volviendo a la realidad.

-Dan miedo, ¿verdad? Son grandes. El que no lleva las gafas en la puerta de los dormitorios es el de 3042.

-¿Y el otro?

-Es un oficial, muy estricto, no hagas nada descuidado delante de él. – Takao volvió a observarlos, comprobando que era verdad. El oficial estaba serio, revisando la sala concentrado. El otro hacía lo propio, pero lanzaba varias miradas indiscretas al chico de cabello azulado.

-El rubio es bastante simpático, pero tampoco te pases de confiado. Su compañero es muy malhumorado. Y el moreno que anda dando vueltas también es oficial y suele separar las peleas, tiene bastante fuerza, aunque tampoco es que tenga muy mal carácter. En general debes respetarlos y hacer lo que te ordenen.

Takao asintió y terminó de comer. Después los cuatro recogieron las bandejas y salieron por la puerta de los dormitorios, pero ninguno de los policías les dirigió una mirada.

Notas finales:

[N. de la A.]: la palabra "muerde-almohadas" está en cursiva debido que no está aceptada por la RAE.

Vaaaale pues este ha sido el primer capítulo. Dudas, sugerencias, cuestiones, gritos, ya sabéis.

Espero que os guste, voy a continuarlo (el Midoataka siempre se continúa) e intentaré subir capítulo todos y cada uno de los viernes, SIEMPRE Y CUANDO disponga de internet. Puedo estar muriendo que si tengo internet os lo subo, tranquilos.

Nos leemos en el siguiente Midotaka.


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