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Ancient Egipt por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Yukito propuso esto a su faraón—Yo entrenaré a su esclavo para que le sirva con propiedad—

 

¡Has lo que quieras pero que no moleste!—dijo el Faraón de mal talante comiendo unas uvas que alguien mantenía sobre su cabeza mientras dormitaba en un diván.

 

¡Atragántate!—le gritó de pronto el rubio que estaba con el ceño fruncido al lado del sacerdote pues hablaban de él como si fuera un perro maleducado.

Yukito propuso esto a su faraón—Yo entrenaré a su esclavo para que le sirva con propiedad—

 

¡Has lo que quieras pero que no moleste!—dijo el Faraón de mal talante comiendo unas uvas que alguien mantenía sobre su cabeza mientras dormitaba en un diván.

 

¡Atragántate!—le gritó de pronto el rubio que estaba con el ceño fruncido al lado del sacerdote pues hablaban de él como si fuera un perro maleducado.

 

Seto se sorprendió tanto que aspiró por la boca en el momento justo en el momento en que una de las gotas violetas entraban por su boca abierta por lo que casi se atraganta.

 

Mal encarado miró a su regalo y le gritó--¡Has intentado matarme con un embrujo!—lo acusó.

 

¿Eres alguna clase de idiota o algo?—preguntó el melado totalmente serio. No se podía creer que el otro estuviera hablando en serio.

 

Los ojos azules centellearon.

 

Me lo llevaré enseguida para empezar su entrenamiento—dijo Yukito y los dos partieron.

 

¡Ojala se hubiera…!—dijo el rubio de mal humor.

 

Entonces algo golpeó su cabeza y pudo ver al beatífico sumo sacerdote de Isis mirándolo—Si sigues comportándote así ni yo podré salvarte de problemas—le dijo.

 

¿Y tú por que te ofreciste a esto? Si se puede saber.

 

El otro lo miró unos segundos antes de responder—Sé que no lo entiendes. En esta tierra mirar de frente al faraón está penado con la muerte… sin embargo tú lo has hecho en más de una ocasión y sin embargo aquí sigues—

 

Por tu intervención porque sino…--dijo el ojos mieles enseguida.

 

Creo que de alguna manera a nuestro faraón le agradas—dijo el peligris.

 

Y yo que los chanchos criarán alas y volarán—dijo con sorna el esclavo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al otro día el ama conciliadora del Faraón hizo que otros esclavos le despertaran rudamente. Ella se encargaba de que las tareas domésticas se llevaran a cabo en lo que concernía al hijo de Ra.

 

Pero yo estoy bajo la tutela de…--trató de explicar el esclavo.

 

¡Sí, pero el sumo sacerdote de Isis no ha llegado y mientras él no esté aquí realizaras tus tareas como todos!—dijo la vieja con cara de sopapa en opinión del rubio.

 

Todos fueron hacia una gran habitación donde había una piscina, le dieron un cazo y siguió a los otros a una pequeña habitación al lado donde otros dos esclavos lo esperaban.

 

Al ver que no hacía nada, que parecía esperar que le instruyeran de que hacer lo empujaron contra el gran cazo de metal y entonces, de rodillas, el melado entendió que debía encender fuego. Había dos piedras allí y aceite en una pequeña cazuela de barro. Después de varios intentos y miradas anodinas el esclavo encendió el fuego y lo mantuvieron allí avivándolo.

 

Después la vieja o ama conciliadora lo obligó a acarrear el agua hirviendo con los otros a la gran piscina donde ya había agua de manantial. El agua se fue calentando hasta que el ama dio el visto bueno para que pararan y un esclavo entró con una cesta llena de pétalos que empezó a esparcir de inmediato.

 

El aroma de las flores empezó a ascender ni bien la cálida agua extrajo su esencia. El lugar estaba adornado con oro y unos frisos de jardines paradisíacos y fuentes de agua llenas de vida. Mirando la majestuosidad de ese lugar el rubio se preguntó cuantos irían a bañarse ahí.

 

De pronto sintió pasos acercarse y entonces él entró.

 

Tenía una túnica holgada en blanco hilo de Egipto, con finas líneas doradas y azules en los bordes. Su cara aún no había sido tocada con la pintura de los ojos que le había visto en la fiesta pero aun así el esclavo pudo admirar que sus rasgos eran dignos de un rey con toques casi divinos.

 

Se sonrojó. ¿En que diablos estaba pensando?

 

Kaiba no traía puesto ni el tocado dorado de la noche anterior que le servía como una enorme corona, ni la barba dorada que era como un cono y que descendía de su barbilla sostenida de un barbijo. Tampoco tenía el collar que le cubría el pecho. Los otros esclavos descubrieron su figura como debía ser habitualmente y descubrieron su desnuda figura.

 

El rubio quizás prestó más atención esta vez y vio entonces las marcas que el joven emperador del alto y bajo Egipto. Vio las cicatrices en su torax y la de su pierna que parecía muy honda, pero al ver su espalda mientras se metía al agua por la escalera frente a él su mirada se deslizó sigilosa hacia abajo aunque no pudo llegar a su trasero porque este ya estaba bajo el agua pero algo muy dentro suyo se avivó y también un poco abajo.

 

Lo observó sentarse y beber en una dorada copa con los ojos cerrados disfrutando de la música de los instrumentos que algunos esclavos tocaban y que daban un tono paradisíaco a la escena.

 

De pronto los ojos del Faraón se abrieron y lo miraron directo a la cara. La mirada llegó tan de improviso que el esclavo puso cara de susto y su majestad levantó una ceja. El otro puso cara roja y miró a un lado porque no podía salir de ahí.

Notas finales:

Espero les agrade

lo siento

pronto tendre mas tiempo para escribir

atte Desire

ja ne

n.n


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