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Noche de Amor por sexy mind love

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Notas del capitulo:

Hola!!

Este es mi primer fic, así que por favor no sean tan duros conmigo.

 

Un silencio sepulcral reinaba en la habitación. La luz de la lun alumbraba el lecho mientras que un sonrojado muchacho bajaba la cabeza apenado, fijando su vista en el piso sin atreverse a mirar a la persona que tenía delante, justo a unos pocos centímetros de su cuerpo, sintiendo poco a poco el calor de ese cuerpo tan perfecto, tan bien formado, tan marcado por los constantes ejercicios que siempre realizaba… Estaba tan sonrojado que no se atrevía ni siquiera a moverse o hacer notar su respiración; mucho menos a pronunciar palabra alguna por temor a lo que el otro dijera.

-Yo también te quiero, Moyashi…-finalmente pronunció, rompiendo aquel incómodo y tenebroso silencio.

La verdad era que las inesperadas y sorpresivas palabras de Allen lo habían sorprendido sobremanera, confundiéndolo, atontándolo y dejándolo sin habla por unos segundos que se le hicieron eternos.

Su cerebro no procesaba tan rápido la información que recibía; eso y sumando el hecho de que a quién menos esperaba ver apareciera a esas horas de la noche, interrumpiendo su sueño, irrumpiendo en su habitación y para colmo vistiendo un pijama algo grande para su pequeño cuerpo, pero que lo hacía ver muy lindo, puro, dulce e inocente, como un ángel tentador caído del cielo.

-K-Kanda, yo…-susurró mientras se acercaba aún más al mayor, apegando su cuerpo al de él, sintiéndose realmente bien, pues se sentía seguro al lado de ese japonés de carácter terco como la mula, pero que en el fondo, pero muy en el fondo tenía un gran y cálido corazón que para su sorpresa correspondía sus sentimientos con la misma intensidad. Tan sumido en sus pensamientos estaba que ni cuenta se dio cuando unos fuertes brazos rodearon su cintura, tomándolo con suavidad y delicadeza en un tierno y dulce abrazo.

-Allen, quiero hacerte el amor…-susurró en su oído, sorprendiéndolo, sacándolo de sus pensamientos.

-Kanda…-sonrojándose- yo también quiero ser tuyo y pertenecerte para siempre, pero… tengo miedo-terminó de hablar aún más rojo que un tomate maduro y apetecible.

-No temas, Allen. Yo nunca te lastimaría. Confía en mí, por favor.-Le dijo, logrando darle confianza.

-Está bien…-respondía apenas mientras sentía los labios del mayor sobre los suyos, rozándolos ligeramente, como pidiéndole permiso para continuar, tratando de tranquilizarlo y transmitiéndole el gran amor que crecía en su corazón.

Lentamente fueron dirigiéndose a la cama, al mismo tiempo que intensificaban el beso y lo hacían más apasionado, más sensual, uniendo sus lenguas en una danza de erotismo inocente, intercambiando saliva, aumentando el placer y deseo que comenzaba a adueñarse de sus cuerpos, recorriéndolos de pies a cabeza, ocasionando un pequeño y ligero temblor en el puro y virginal Allen que hizo que se separara asustado, nervioso, con el rostro rojo y la mirada escondida tras un blando mechón de cabello. Esa reacción le causó cierta gracia al pelilargo, pues aquella era la clarísima muestra de que su amado Moyashi era totalmente inexperto en el ámbito sexual, cosa que aprovecharía al máximo para borrar de su mente la casi violación que sufrió hace años, cuando aún era un niño pequeño e inocente que trabajaba en las calles tras haber sido abandonado por sus padres biológicos; si no hubiese sido por ese hombre llamado Mana Walker, no quería ni pensar en lo que hubiera pasado con su amado niño; por eso ahora se esforzaría al máximo para hacer gozar a su amado.

Aunque no lo demostraba, él también estaba nervioso, temía lastimar a Allen. Era cierto que él tenía experiencia, pero nunca había estado con un chico; además, el menor no era cualquier persona, era a quien más amaba en el mundo, lo único que le importaba y su gran razón para vivir. Iría con cuidado, esperando poder entregarse en cuerpo y alma a ese ser tan delgado, fino, hermoso y delicado que le había robado el corazón sin siquiera notarlo.

-Moyashi, ¿Qué sucede? ¿Sigues nervioso?

-No es eso… es que… siento que mi cuerpo se estremece…

-Ja, ja… Eso es completamente normal!!-exclamó tranquilo.

Sin perder el tiempo, se acercó de nueva cuenta, quedando a escasos centímetros del cuerpo del menor. Rápidamente lo tomó entre sus brazos y lo cargó al estilo princesa tan solo para depositarlo  delicadamente sobre la cama, observándolo detenidamente, deleitándose con los gestos de vergüenza y timidez de su amado. Considerando que ya era suficiente, pasó a colocarse sobre aquel delicado cuerpo, besando de nueva cuenta aquellos labios tan adictivos, hundiendo su lengua, bajando lentamente hacia el expuesto cuello, besándolo, lamiéndolo, chupándolo al mismo tiempo que sus desesperadas manos desabotonaban la camisa blanca del Moyashi, dejándolo con el torso desnudo.

Dirigió sus labios a esa zona, deleitándose con la dulce fragancia de esa piel, con la suavidad y lo sensible de esta.

-ahhh…- pequeños suspiros de placer escapaban de la garganta del menor.

Siguiendo su camino hacia el sur, su experta boca encontró unos pequeños botones rosados sobresalientes en el blanco pecho de Allencito y sin aguardar comenzó a lamerlos, a chuparlos, a morderlos, pasando su lengua con exasperante parsimonia, causándole al menor un inmenso placer y un sinfín de sensaciones nuevas. En un claro arrebato de pasión, Allen pasó sus manos alrededor del cuello de Kanda, acercándolo más a su pecho y susurrando con una voz muy excitada:

-K-Kanda…sigue…no te detengas…

Aquello sí que fue música para los oídos de Kanda, que sonriendo internamente continuó aún más apasionado, con más fuerza y lujuria; dispuesto a dar todo de sí con tal de hacer gozar a su amado hasta el delirio.

-Kanda…ya… deja de jugar…-susurró entrecortadamente, avergonzado de sí mismo por no ser capaz de controlar los corrientazos de placer que su cuerpo sufría.

-Sí-dijo mientras bajaba aún más, llegando a la zona que más clamaba atención.

Sin hacerse de rogar, lo introdujo de golpe en su boca, saboreándolo como si fuera la cosa más rica del mundo, pasando su lengua de una forma curvilínea y muy sensual, mordiendo delicadamente el glande, arrancando mil y un gritos, alaridos de placer de la garganta de su amado Moyashi que se retorcía en la cama al mismo tiempo que agarraba con fuerza las sábanas, como queriendo romperlas, curvando su espalda y mordiendo sus labios en un vano intento de acallar sus gemidos. No pasó mucho tiempo hasta que el pelilargo sintió en su boca el dulce manjar que su niño le ofrecía.

Se separó un rato, degustando aún el sabor de Allen, sintiendo el extraño sabor mezcla de dulce y agrio; dándole tiempo a Allencito para que regulase su agitada respiración.

-Moyashi, sabes muy bien…-dijo con una voz sumamente sexy; provocando que el peliblanco se sonrojara aún más.

Rápidamente se acercó de nueva cuenta a ese delicado cuerpo, colocándose encima tan solo para darle un último beso antes de acostarse a su lado. Esto sorprendió al menor, por lo que preguntó:

-Kanda, tú… no… vas a…- ni siquiera terminó de decir la frase cuando un potente sonrojo apareció en su rostro, a lo que Kanda solo sonrió y dijo:

-Creo que esto es suficiente para ti, mi amor. Además, no quiero que te sientas presionado ni nada por el estilo. No te preocupes que yo te voy a esperar todo el tiempo que necesites.

-Mi amor, yo…-sonrojado- quiero hacerlo ahora…

-¿Estás seguro?-interrogó algo ansioso.

-Sí- respondió seguro, pero con un poco de temor; después de todo siempre dicen que la primera vez siempre duele, ¿no?

Reanudando con la sesión amorosa, se colocó de nuevo sobre el Moyashi, separando sus piernas con delicadeza, colocándose entre ellas, quitándose el pantalón en el proceso, dejando su turgente y erecto sexo en posición, a unos pocos centímetros de la estrecha y virginal entradita del peliblanco.

Se acercó aún más, rozando el glande con la estrecha abertura, jugando, asustando un poco a Allen quien se contrajo por reflejo, ocultando su rostro con una almohada.

-No temas. Yo nunca te haría daño.-le dijo, dándole confianza y seguridad para seguir.

-…-No contestó, simplemente acercó su rostro al del mayo, besándolo apasionadamente, acallando el enorme grito de dolor que estaba a punto de salir de su garganta mientras sentía el miembro de su amado entrando en su interior despacio, lentamente, sacándole lágrimas de dolor que nublaron momentáneamente la dicha de estarse entregando al amor de su vida.

-¿Estás bien?-interrogó preocupado tras sentirse por completo y totalmente apretado entre esas estrechas y calientes paredes.

-Hai, solo dame un momento…-pidió, aguantando el intenso dolor, intentando relajarse para hacer mucho más fáciles las penetraciones y movimientos que pronto iniciarían.

Uno, dos, tres… algunos segundos pasaron hasta que por fin el dolor cedió, sus músculos se relajaron, su cuerpo fue azotado por una inmensa oleada de placer, lo que provocó que moviera sus caderas de forma insistente, iniciando él la danza erótica, dándole al pelilargo la señal que necesitaba para comenzar a moverse, aumentando paulatinamente la fuerza y la profundidad, entrando y saliendo de él con fuerza, pasión y decisión. Sus caderas se movían incontrolables, sus gemidos se hacían más intensos y audibles, la lujuria, el éxtasis y el deseo estaban a flor de piel, llevándolos al cielo y al infierno al mismo tiempo.

-ahhh…más… Kanda… TE AMO!!-gritaba entrecortadamente.

-Tus deseos son órdenes….-habló con esfuerzo en medio de sus ahora salvajes envestidas.

Continuaron así hasta casi el amanecer, amándose una y otra vez sin descanso, entregándose mutuamente en cuerpo y alma, fundiéndose en un solo ser y convirtiéndose en uno para siempre.

-ah…Kanda…¿Por… Por qué hiciste eso?...-preguntó quejándose por la repentina decisión del mayor.-Q-Quiero seguir… sintiéndote… den-tro…de mí …-jadeó con cara de súplica y sufrimiento.

-Fue porque quería hacer esto-contestó levantando una de las piernas del menor, colocándola por encima de su hombro y penetrándolo de golpe, entrando aún más profundo en él, haciéndolo gritar peor que un condenado adicto al sexo.

-Da-me… otra vez ahí…ah…ah…

-¿Aquí?-preguntó con tono pícaro al mismo tiempo que volvía a envestir y tocaba ese sensible punto en el interior de su amado.

-Sí...ah…ahí…DALE!!-gritó presa del más exquisito placer que un ser humano puede sentir.

Sonrió para sus adentros, contento de que SU Moyashi estuviera disfrutando tanto como él. Sin detenerse, continuó con su salvaje y erótica danza, tomándolo de las , jalándolo hacia sí; sintiendo que pronto llegaría al orgasmo, tomó con una de sus manos el turgente miembro de Allen, masturbándolo al mismo ritmo con el que se introducía en su interior, llevándolo al séptimo cielo hasta casi hacerle morder las nubes.

Unos cuantos movimientos más y les fue imposible contenerse; llegaron al orgasmo al mismo tiempo, uno manchando el abdomen del mayor, y el otro marcando con su esencia las entrañas del menor, haciéndolo suyo para toda la eternidad.

-Kanda, te amo-dijo abrazándolo, acomodándose en su regazo, recuperando el ritmo normal de su respiración y relajando su cuerpo.

-Yo también, Moyashi…-susurró pasando su brazo alrededor de la cintura de su novio, brindándole protección, cerrando los ojos por el cansancio.

Aquella noche la luna fue testigo del inmenso y sincero amor que esos dos guapos y atractivos chicos se profesaban… Una noche que nunca olvidarían… Su primera: Noche de Amor…

 

Fin


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