Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

[Reviews - 63]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la tardanza :)

Espero el capítulo sea de su agrado.

El olor a hospital ya lo estaba cansando. No tenía más de tres días allí, pero ya no aguantaba las ganas de salir corriendo de esa cama y volver a la escuela. Aunque sabía bien que tardaría al menos un par de semanas para eso, descansar en casa de su tía y ser visitado por Dante no le parecía una mala idea. Debía ser cerca del mediodía. Su tía había salido a caminar hace rato. Sólo unas horas más para dejar esa aburrida y blanca habitación.

No dejaba de pensar en Dante. El día anterior no supo nada de él. Sabía que estaría ocupado con la escuela, pero ni siquiera había llamado a su madre. Seguramente el señor Jordán ya le había contado todo.

-¿En qué tanto piensas, sobrino?- dijo Teresa al entrar a la habitación.

-Nada- suspiró pesadamente. –en que quiero salir de aquí lo antes posible. Me muero de aburrimiento.

-Sólo faltan un par de horas, tranquilo. Eso sí, no creas que en casa estarás saltando por allí como de costumbre. Tendrás que quedarte en cama unos días más.

-Ni me lo digas. Tan pronto mi herida sane, saltaré la barda y correré de vuelta al instituto.

-Mmm, querrás decir que correrás de vuelta con Dante, ¿no?- Las palabras de Teresa hicieron que su sobrino se sonrojase.

-A todo eso, ¿dónde está Amelia hoy? ¿Se quedó en la casa?

-No, ella fue a conversar sobre algo con tu tutor.

-Ya veo-  “Así que fue con Ben", pensó. – ¿Y sobre Dante no han sabido nada?

-No te preocupes, tu tutor dijo que está en el instituto. Seguramente está muy ocupado con los exámenes finales y por eso no ha llamado.

Eso no era cierto, Vincent lo conocía bien. Si no había llamado es porque no quería hacerlo.

-Disculpen- dijo la enfermera al entrar a la habitación. –Señora, hay un hombre afuera que quiere ver a Vincent.

-¿Un hombre?

-Sí, no es ninguno de los que habían venido antes.

-¿Será tu padre?- dijo viendo a Vincent.

El rostro del chico se iluminó de pronto ¿Podría ser posible? ¿Su padre por fin fue a verlo?

-¡Hágalo pasar, por favor!- pidió Vincent con voz enérgica. La enfermera obedeció y fue a traerlo.

-Pero es muy extraño que no se presentara como tu padre en la recepción- Teresa revisó su teléfono. –Tampoco tengo llamadas de él.

-¿Quién más podría ser? Seguramente está tan avergonzado por no haberse presentado antes que no pensó en llamar para disculparse. Es un viejo orgulloso después de todo- dijo Vincent, y aunque parecía un reproche en realidad estaba emocionado.

Cuando la puerta se abrió su corazón se aceleró. Pero pronto decayó todo su ánimo cuando entró quien menos esperaba.

-¿Cuánto tiempo, Arlequín?- le saludó aquel hombre de ojos sombríos y sonrisa sínica. De alta y delgada figura, vestido de traje y gabardina negra. Detrás de tanta elegancia podía reconocer las facciones de Damián.  -¿Qué ocurre? ¿El gato te comió la lengua?- dijo entre risas.

-Vincent… ¿quién es este hombre?- le preguntó nerviosa su tía.

-Es el padre de Damián- dijo viendo con desagrado al hombre frente a ellos.

-No dejas de tener esa actitud tan insolente, ¿verdad? Yo sólo vine a hacer las paces contigo y tus amigos.

-¡Con ellos no se meta! Ya tenemos bastante con lo que nos hizo su hijo, no queremos nada de usted- Vincent estaba por levantarse de la cama y sacar él mismo al padre de Damián, pero su tía se puso a su lado para calmarlo.

-Señor, le pido que se retire. No lo conozco, pero si es como su hijo no quiero que se nos acerque. Llamaré a la policía si se niega.

-Es justo de ese bastardo de quien les quiero hablar- dijo sentándose en una silla frente a la cama. Sacó de su bolsillo un cigarrillo y lo encendió. –Ah, ese niño no ha hecho más que causarme problemas- dijo soltando una bocanada de humo. –Estuve a punto de dejarlo en prisión esta vez.

-Lo sabía- dijo Vincent furioso. –Usted lo sacó de inmediato.

-Oh no, de inmediato no. Apenas pagué la fianza esta mañana. Quise darle una lección al no ir a sacarlo en unos días.

-En todo caso ya está libre. Vaya castigo que le ha dado, ¿eh? Ahora ya está suelto en las calles.

-No exactamente- soltó otra bocanada de humo. –Deja de preocuparte, Arlequín, si vine hasta aquí fue para darte buenas noticias. A diferencia de los otros inútiles, tú eres el único amigo de Damián que me agrada.

-Pues lástima, porque ya no soy su amigo.

-Hahaha, justo por eso, eres tan insolente. No tienes miedo a decir lo que piensas. Eres sincero- su mirada se perdió un momento. –Voy a llevar a ese chico a un reformatorio, en el extranjero. Esta es en definitiva su última oportunidad.

-¿Habla en serio? Lo llevará lejos, ¿y luego qué? No creerá que en serio se va a dejar “reformar”.

-No tiene opción. Como ya es mayor de edad, no es mi obligación cuidar de él. Si quiere que siga apoyándolo como hasta ahora, tendrá que obedecerme. Además, no voy a arriesgar mi reputación y la de mi familia por un bastardo como él.

-Sigue llamándolo bastardo, pero a fin de cuentas sigue consintiéndolo como siempre. Encubriendo todo lo que hace- le reprocha Vincent.

El hombre cambia su expresión, vuelve a fumar de su cigarrillo, pensando, luego suelta el humo con una sonrisa ligeramente triste.

-Sí, puede que tengas razón. En todo caso, sólo venía a decirte eso. Es muy probable que nunca más vuelvas a ver a Damián por aquí- una última bocanada de humo, sonriendo, justamente como lo hacía su hijo.

-Pues no estoy satisfecho con eso. Si él se vuelve a cruzar por mi camino, o por el de alguno de mis amigos, será su culpa.

El hombre sonríe de oreja a oreja. –Así será muchacho, y me comprometo a que nunca pasará. Bueno, es momento de irme- el hombre se levanta. –Sobre el otro chico, ¿crees que deba ir a verlo también? Podría darle un pago por los daños causados.

-¡Ni se le ocurra! ¡Manténgase lejos de todos nosotros!- le ordenó el rubio con una mirada firme. –Y me llamo Vincent, no “Arlequín”.

El hombre no dijo nada más, tampoco dejó de sonreír. Salió de la habitación en silencio. La tía de Vincent respiró aliviada al ver que ese hombre ya se había ido.

-¿Con qué clase de gente estabas metido, Vincent? De ahora en adelante debes ser más cuidadoso con elegir tus amistades. Ese hombre daba miedo de sólo verlo.

-Tranquila, como él dijo, no creo que nos volvamos a ver.

No sabía si estar aliviado o molesto. Aunque Damián sería llevado lejos, lo que él esperaba es que pasara muchos años en la cárcel. Pero bueno, era obvio que se zafaría de una forma u otra. Al menos estaría lejos de Dante, mientras a él no se le acercaran más estaría satisfecho.

Necesitaba hablar con él cuanto antes. Quería saber cómo estaba, y también contarle lo que acababa de ocurrir. Extrañaba a su ángel, pero sabía que debía estar molesto ahora mismo. No pensaba otra razón para que no le hubiese hablado a su madre.

-Vincent- dijo su tía, sacándolo de sus pensamientos. –Yo…lamento haberte ilusionado al sugerir que podría ser tu padre quien venía a verte. Sé que tienes muchas ganas de verlo.

-No te preocupes por eso- dijo tirándose en la cama y hablando como si le restase importancia. –Fue tonto creer que vendría a verme. No lo hizo cuando nadie sabía si sobreviviría, es obvio que no vendrá ahora.

-¡No diga eso! Sé que lo que está haciendo está mal, y créeme que yo también estoy muy molesta con él, pero también sé que no es porque no le importes. Tu padre es un hombre orgulloso como dijiste, es normal que se le dificulte el venir a disculparse contigo.

-Lo que digas, tía. Igual yo no pienso llamarlo ni buscarlo cuando mejore. Por mí se puede ir olvidando de que tiene un hijo. Además, te tengo a ti y a Dante. Con ustedes me vasta.

Teresa se conmovió de las palabras de su sobrino. Lo abrazó cariñosamente y besó su frente. –Estoy segura que pronto Dante vendrá a verte a la casa. Esperemos a que se desocupe un poco de las cosas de la escuela.

 

 

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad. Benjamín esperaba sentado en una mesita de una cafetería. Miraba con insistencia el reloj, dando pequeños sorbos a su taza sin despegar la vista. El día estaba fresco, hacía frío pero el sol había salido.

-Lamento la tardanza- dijo Amelia, quien llegó apresurada hasta la mesa y se sentó. –Había algo de tránsito ¿Me esperaste mucho tiempo?

-No te preocupes- le dijo Benjamín con una sonrisa amable. –Yo soy el que llegó muy temprano.

Amelia llamó a la mesera y pidió que le sirvieran un café también. Benjamín la observó en silencio. No había cambiado, a pesar del tiempo le parecía la misma. Llegando tarde a todos lados. La mesera le trajo el café, Amelia sopló delicadamente y luego dio un sorbo.

-Dime, ¿cómo está Dante?- preguntó.

-Lamento decirte que ni yo lo sé- dijo Benjamín bajando su taza. -Se le ve tranquilo, y sus amigos no se separan de él, pero se nota que está decaído. Me temo que la charla con mi hermano realmente le afectó.

-Era de esperarse- dijo Amelia. –A pesar de que siempre dijo que no pensaba en su padre y que estaba bien sin saber de él, yo sabía que no era verdad.

-Es normal que esté enojado. Más aún porque ahora siente que todos lo engañamos. Jordán, Vincent y yo fuimos cómplices en todo este plan para hacer que se conocieran.

-También está molesto conmigo- aseguró Amelia. –No me ha llamado desde que se enteró.

-No tiene por qué. Tú no mentiste en nada.

-Pero tampoco dije nada aquél día en el hospital- su mirada se entristeció ligeramente, perdida en la taza.

-¿Cómo te sentiste al verlo de nuevo?- se atrevió a preguntarle.

-Fue difícil- dijo de inmediato, pero luego tardó en continuar su respuesta. –Temía que Jordán pronunciara mi nombre, si lo hubiese hecho me hubiera congelado.

-Tú… ¿aún sientes algo por él?- preguntó Benjamín.

-Haha, para nada. No se trata de eso. Temía que Dante descubriera allí mismo que nos conocíamos. No era el momento de tratar ese tema, y honestamente tampoco estaba lista para lidiar con ello.

Benjamín se quedó más tranquilo. Volvió a mirar a Amelia a la vez que bebía de su café. Recordaba claramente aquél día en que ella y su sobrino se despidieron de él. Ahora que por fin los tenía de vuelta, temía más que nunca perderlos.

-Hablaré con Dante. Debo explicarle de por qué quise que su padre y él se conocieran. Es un buen chico, sé que lo entenderá bien.

-Sí, tienes razón, es un buen chico, pero creo que nos costará más que una pequeña charla. Debe sentirse muy dolido por todo lo que ocurrió.

-Pero por lo mismo debemos comenzar ahora. No quiero que crea que está solo en todo esto. Es un asunto que nos involucra a todos nosotros, algo que debemos solucionar juntos- de pronto Benjamín sintió la mirada de Amelia. -¿Ocurre algo?

-Nada es sólo que… Dante tiene mucha suerte de tenerte como tío. Aún en la distancia siempre has estado al pendiente de él, y de mí.

Benjamín sonrió y dio el último sorbo a su café. Recordó también que desde niño le prometió a Amelia, y a sí mismo, que iba a cuidar de su sobrino. No iba a faltar a esa promesa.  

 

 

 

Atardecía ya. Los chicos estaban juntos en la biblioteca, repasando los temas de historia y de matemáticas. Llevaban allí ya un par de horas y se notaba que estaban cansados. Jeff incluso se había quedado dormido sobre sus notas.

-Despierta, Jeff, estás babeando tu cuaderno- le decía Cris dándole empujoncitos en el hombro.

-Creo que esa es la señal de que debemos parar- dijo Stan estirándose. –Si continúo leyendo una línea más, se me van a secar los ojos.

-Bueno, es cierto que llevamos ya un buen rato aquí. ¿Nos vamos entonces?- preguntó Cris.

-Sí, pero no a las habitaciones. Aprovechemos la luz que nos queda y vayamos a caminar al patio- propuso Stan. -¿Tú qué dices, Dan?

-Creo que paso. Sólo quiero ir a descansar- el azabache aún se notaba muy decaído. Comenzó a guardar sus cosas en la mochila.

-Vamos, Dan- insistió Cris. –Te hará bien respirar aire fresco y estirar las piernas. Además es muy temprano para ir a la cama.

-Serán sólo unos minutos- insistió Stan.

Dante no se sentía de buen humor, aunque tampoco le gustaba la idea de esconderse en la cama lo que restaba del día. Quizá sus amigos tenían razón.

-Está bien, pero sólo unos minutos.

Todos guardaron sus cosas, bueno… Cris guardó las cosas de Jeff, y después de mucho insistir por fin el pelirrojo se despertó. Salieron al patio, con los tonos rojizos del cielo y el viento frío alrededor. Anduvieron en silencio, demasiado cansados para siquiera ponerse a charlar. Dante lo aprovechó para pensar.

Hace dos días que había hablado con el señor Jordán, desde entonces no se había comunicado con su madre, y tampoco había hablado con su tutor. Admitía que se estaba escondiendo de ellos, ¿quién no lo haría?, tenía mucho miedo de enfrentar las charlas que seguro muy pronto tendrían.

Llegaron hasta un espacio abierto, con un gran árbol y mucho pasto. Jeff no lo pensó y se dejó caer en él.

-¡Jeff! No te vayas a quedar dormido aquí también- le regaño Cris, quien de reojo vio como Stan hacía lo mismos. -¿Tú también?

-Tranquilo, sólo quiero relajarme un momento aquí.

Cris se rindió y se sentó al lado de Jeff. Dante lo hizo igual, al lado de Stan. El castaño lo observó desde su lugar, notando su semblante triste.

-Dante, ¿qué fue lo que pasó la otra noche?- le preguntó directamente.

-¿De qué hablas?

-Hablo de ese hombre que charló contigo. El hermano del profesor Ben. Desde esa noche estás actuando muy raro.

Dante realmente no quería hablar de eso aún, pero tampoco quería pelear con sus amigos. Incluso para eso estaba muy cansado.

-Te lo diré después de que vaya a ver a Vincent mañana. Ahora mismo no quiero hablar del tema.

-¿Cómo está?, por cierto, llevamos un tiempo sin saber de él- preguntó Cris.

-Creo que bien- respondió Dante a secas.

-¿Crees que bien?- le cuestionó Cris. –Amigo, es tu novio, ¿no deberías saberlo?, ¿tu madre no te ha llamado para decirte?

-No he hablado con ella tampoco. Pero tranquilos, si algo hubiera pasado me habrían llamado. Mañana iré a verlo.

Los tres chicos se vieron entre ellos. A todos les pareció raro que Dante no hablase ni con su madre.

-Es buena idea, vayamos los cuatro- propuso Stan.

-Sí, podemos aprovechar y llevarle algo- dijo Cris.

- ¡Dulces¡- gritó Jeff. – ¡Y pastel!

-Podemos ir primero a la plaza para comprarlos- dijo Stan. Él y los chicos estaban bastante animados con la idea.

-Lo lamento, chicos, pero quisiera ir y yo solo a verlo mañana- dijo Dante, aún en ese tono decaído.

-¿Qué? ¿P-por qué?- se quejó Jeff.

-Sí, ¿por qué no quieres que vayamos? También tenemos ganas de verlo- dijo Cris.

Stan miró a Dante, podía leerle la mirada. Sabía que Dante hablaría primero con Vincent de lo que sea que ocurrió aquella noche. No entendía el por qué su amigo actuaba así, pero respetaba su decisión.

-Está bien si mañana quieres ir tú solo, pero pasado mañana iremos todos. Con o sin tu “autorización”- dijo Stan con cierta autoridad.

Dante lo vio y sonrió asintiendo en aprobación.

-Y comeremos pastel- concluyó Jeff.  

Notas finales:

Gracias a quienes siguen al pendiente de esta historia. Trataré de ser más constante. Los leo en los comentarios ;)

Att. Alphonse Zero


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).