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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

Hola a todos! 

Me alegra volver después de tanto tiempo. Espero que disfruten del capítulo. 

Después de desahogar su llanto, comió un poco y se recostó para tomar una siesta. Vincent se quedó con él hasta que se durmió. Solo entonces el rubio se levantó. Caminó a la puerta y desde allí vio a Dante. Aun dormido le parecía que tenía un semblante triste. No lo soportaba. Salió y comenzó a andar por los pasillos. En el camino se encontró con Stan.

-¿Ya se durmió?- preguntó el castaño.

-Sí- le respondió en un tono serio. Caminaba sin detenerse hasta que Stan lo sostuvo del hombro.

-Tú también deberías descansar. No dormiste nada anoche.

-No podría aunque lo intentara- se suelta.

-¿A dónde vas?

-A mi habitación.

-No me mientas- lo detiene de nuevo. –Se ve todo en tu mirada. Piensas ir tras él, ¿no?

-¿Me detendrás?- le pregunta. -¿A caso puedes entender lo que siento? Esta rabia no se irá con nada- se suelta. - Ellos no harán nada para ayudar. No lo hicieron antes, tampoco lo harán ahora. Solo yo puedo hacer algo.

-Creí que dijiste que no sabías dónde estaba el Diablo- le reclama Stan.

-No lo sé, pero sí sé por dónde comenzar a buscar- vuelve a avanzar.

-Estás castigado, te detendrán tan pronto te vean salir. Además que ya quitaron el paso a la “salida del gimnasio”.

-Alexander y Dante salieron por allí. Yo no. Deja de tratar de detenerme. Necesito que cuides de Dante mientras no estoy.

Stan lo detiene con firmeza, lo sostiene del brazo tirando de él.

-No puedes hacerle esto. Dan te necesita, ahora más que nunca, ¿y piensas irte?

-¡Suéltame! No estorbes- forcejeando.

-La última vez te dejé ir, y mira lo que pasó ¡Si te hubiese detenido desde ese momento, nada hubiera pasado!- forcejea también.

Vincent logra ver el arrepentimiento en los ojos de Stan. También había culpa en ellos. Ambos pararon y se soltaron de forma lenta.

-Debí convencerte para que te quedaras. Debí convencer a Dante para que se quedara. Debí quedarme con él… o incluso, debí hablar con el profesor a tiempo. Lo que sea, pero…debí hacer algo- Stan estaba al borde de las lágrimas. –No creas que eres el único con culpa, ni el único con rabia. No lo eres.

-Entonces lo entiendes. No podemos quedarnos sin hacer nada. Al menos yo no puedo.

Stan y Vincent se quedan en silencio un momento. Ya estaba atardeciendo afuera. No quedaba mucho tiempo.

-Escucha, Stan, puedes ir y acusarme con el profesor…o puedes ir conmigo- le propone el rubio.

-¿Ir contigo?, ¿a dónde?- pregunta Stan.

 

 

Despertó de mañana. La luz entraba por la ventana de su habitación, iluminando todo. Dio un largo bostezo y se incorporó en la cama. Era sábado, pudo haber dormido más tiempo pero no. Cuando te despierta el Sol ya no puedes volver a dormir.

-¿Mamá se habrá despertado ya?- se preguntaba el pequeño niño de seis años.

Se levantó y salió de su habitación. Afuera todo estaba en silencio. El pasillo era iluminado por el Sol también. Lo cruzó y fue a la habitación de su madre.

-Mamá, ¿estás despierta?- dio tres toques a la puerta. No hubo respuesta. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. -¿Mamá?

El pequeño niño comenzaba a preocuparse. Escuchó un ruido abajo en el primer piso. Bajó las escaleras apresurado. Era la puerta, alguien tocaba.

-¡Mamá, tocan a la puerta!- avisó a su madre. Él sabía que no debía abrir a desconocidos.

-¡Dante, soy yo, abre!- dijo la voz tras la puerta.

-Lo siento…no puedo- decía tímido. –No debo abrirle a desconocidos.

-¿Ni siquiera a tu padre?- preguntó la voz tras la puerta.

Dante se congeló al instante. Retrocedió tres pasos, mirando alrededor. Su madre no aparecía.

-No…yo no tengo…

-Sabes que sí ¡Ábreme!, ¿no quieres conocerme?- insistía.

El pequeño no podía resistirse. Se acercó a la puerta y tomó la perilla.

-¡Dante! ¿Qué estás haciendo? ¡Aléjate de la puerta!- dijo la voz de su madre escaleras arriba.

-¿Mamá?

-¡No la escuches, Dante! ¿No quieres conocerme?- insistía la voz tras la puerta.

-¡Ven aquí, Dante! ¡No es tu padre! ¡Tú no tienes papá!- gritaba la voz de su madre.

El niño retrocedió a la puerta, pero estaba muy asustado como para subir las escaleras. Se puso a llorar en el centro de la sala, tapando sus oídos.

 

 

Despertó de forma súbita. Miró alrededor, estaba en su dormitorio. Ya era de noche. Se incorporó en la cama y se quedó pensando en ese sueño. No lo había tenido desde hace tanto tiempo. No sabía por qué había soñado eso.

Alguien tocó a su puerta tres veces. Sintió que se le erizaba la piel.

-¿Quién es?- preguntó.

-Dan, somos nosotros- era la voz de Cris.

-Pasen- Dante respiró tranquilo.

Cris y Jeff entraron. Parecían nerviosos.

-Dan, ¿sabes a dónde se fueron?- preguntó Cris.

-¿Qué? ¿Quiénes?

-Vincent y Stan.

-N-no…ellos no me dijeron nada. Deben estar por allí- decía Dante sin creerlo del todo.

-Stan le mandó un mensaje a Jeff- dice Cris.

Jeff se acerca y le muestra el mensaje a Dante:

“Lo siento chicos, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Tampoco puedo dejar que Vincent se vaya solo. Si tardamos en volver, llamen a la policía”.

-No…no pueden. Esto no puede ser- Dante se altera.

-Esto es malo- dice Cris.

-Tengo que ir a buscarlos- Dante se levanta.

-¡No!- Jeff lo detiene.

-Jeff tiene razón. Tú a penas volviste, no puedes irte.

-¿No ves lo que está pasando?- le grita. –Ese tipo está loco, y lo sé mejor que ustedes. No pienso dejar que los lastime.

-Pero Dante…-comenzó a decir Cris.

-¡No queremos que todo se repita!- grita Jeff, llamando la atención de los dos. –No quiero…que vuelva a pasar- dice casi a modo de súplica.

Cris y Dante se miraron entre sí.

-Jeff tiene razón, no podemos repetir los mismos errores- dice Cris. –Lo primero que haremos será hablar con el tutor. Luego llamaremos a la policía.

Dante no tenía opción. Además de que sabía que los chicos tenían razón. Así que hicieron las cosas como ellos decían.

 

Se apresuraron y fueron con el profesor Benjamín. Le contaron todo lo que pasó y le mostraron el mensaje.

-No puedo creerlo. Menos de Stan ¿A caso saben el peligro en el que se metieron? Les dijimos que nosotros nos haríamos cargo- el profesor daba vueltas en su oficina. –Debo llamar al director.

-¿Estarán en problemas?- pregunta Cris.

-Obviamente. Pero no tanto como lo están ahora. Lo primero es encontrarlos- el profesor hace una llamada al director para avisarle de lo ocurrido. Luego se queda un rato en silencio escuchando. –Muy bien, eso haremos- cuelga el teléfono.

-¿Y bien?- pregunta Dante.

-El director llamará a la policía personalmente. Comenzarán a buscarlos de inmediato. En cuanto a ti, Dante, ni se te ocurra salir de la escuela.

-No puede pedirme eso. Sabe que no me quedaré tranquilo aquí.

-Lo sé, y yo mismo te llevaría conmigo, pero no estás bien. Ya pasaste por mucho. Debes descansar- acaricia su hombro. –Confía en mí. Los encontraremos antes de que nada pase.

Hubiera deseado creerle, pero no podía. Tenía miedo de lo que pudiese ocurrirles a Vincent y Stan. Tenía miedo de lo que Damián, el Diablo, pudiese hacerles.


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