¿El encanto de un Francesco? por elfasilveriana

Francesco

La primera vez que vi a McQueen fue en una fotografía por internet, recuerdo haberlo buscado por mi curiosidad puesto que muchos lo habían estado mencionando, en ese entonces, no paraban de hablar de aquel corredor americano que decía que era el mejor en su país, en todas las fotografías que vi, ninguna me pareció que el fuera en realidad simpático.

-No es más que un niñato presumido- dije para mí mismo apagando el celular, ¿Qué podrían verle a aquel corredor que solo quería fama?

Escuche la voz de mí querida madre llamándome desde la cocina, a lo que yo acudí levantándome del sofá, aventando el teléfono sobre la mesa de enfrente, observe como mi madre iba de un lado a otro en la cocina puesto que, hoy era la famosa cena de navidad.

-Hai bisogno di qualcosa madre ?- pregunte llamando su atención, se separó de aquel exagerado y rellenado pavo y me miro.

-Devi andare vino po, ho completamente dimenticato che dovevo andare in- me explico refiriéndose a que tenía que ir por una botella de vino, a lo que yo asentí,  tome mi chaqueta y salí de la casa antes de que mi madre me obligara a llevar bufanda y guantes que ahora no me apetecía llevar, hace horas que había dejado de nevar y ahora la nieve cubría las calles por completo que me prohibía utilizar el coche, el atardecer recién empezaba a desaparecer, no faltaba mucho para que las tiendas comenzaran a cerrar. Llegue a la tienda y tome la botella de vino el cual siempre solemos tomar para estas fechas, la cola para el cajero estaba un poco larga, seguramente que personas hacían compras a última hora para la cena, observe la pequeña televisión que estaba a un lado del cajero, volteado ligeramente para que las personas lograran ver, aunque lo que me había atraído la atención de mirar hacia la pantalla había sido la persona que salía en la televisión. Se trataba de uno de los Reality Show navideños que odiaba ver, pero como siempre, acostumbraban a tener a un invitado, y esta vez se trataba del famoso Rayo McQueen quien era bombardeado por preguntas sobre su desaparición en un pueblito, en la cual yo, no me había enterado de lo absoluto. Algo en el me parecía distinto a lo que había visto en las fotos por internet y estaba seguro que no era por aquel ridículo suéter navideño que llevaba puesto, aun así, no quería pensar que no era lo que aparentaba ser, no hasta que lo conociera por mi cuenta. Pague la botella y me fui, en cuanto llegue a casa observe a mi madre colocando ya los platos sobre la mesa y vaya que eran demasiados, en poco tiempo los familiares de mi madre llegarían. Debí haber traído más de una botella.

Más tarde sucedió lo que me había tomado por sorpresa, me habían ofrecido participar en la  Grand Prix Mundial, oferta que no rechacé y fue el mejor momento para burlarme en la televisora sobre Rayo, y resulto que termine hablando con el mismo, y si soy sincero. Me había dejado encantado la forma en que defendió su amigo, nadie le había contestado así a Francesco Bernoulli, es más, seguramente no había oído hablar de mi hasta ese momento.

Y mis ganas por conocerlo en persona ya habían aumentado.

Lo enfoque enseguida, cuando era la primera fiesta para iniciar la carrera en Tokyo, observaba a lo lejos como McQueen le decía algo a su amigo con quien antes había hablado conmigo defendiéndolo, pero este no parecía prestar atención. No fue necesario que yo me acercara a hablarles, enseguida su amigo arrastro a McQueen hasta a mí. Vaya que tenerlo frente a mí era una cosa muy distinta, a verlo en fotografías y en la televisión. 

Su cabello rubio que iba perfectamente con su pálida y blanca piel, sin ignorar por supuesto sus ojos, azules, azules como el mismo cielo despejado y el mar. Y si en ese momento alguien me hubiera pedido describirle a un americano, McQueen seria mi perfecto modelo. Me saludo con un poco de obligación en su voz, tenía las mejillas ligeramente coloradas. Realmente, él era perfecto, y su apariencia engañaba con su edad.

Todo hubiera ido bien en ese mismo instante, si no fuera porque su amigo quien trabajaba en grúas menciono a una tal Sally, quien era su novia. Y mientras su amigo me decía unas cuantas cosas, yo lo mire de reojo, caí muy tarde en la cuenta que, el no parecía haber estado con un hombre antes, y si eso era cierto, acercarme a el de tal forma que yo quería, sería bastante complicado.

Durante toda la competencia, no logre acercarme a McQueen, puesto que el solo se enfocaba en buscar a su amigo quien descubrí que tenia de nombre “Mate”, ya que este había desaparecido de repente, sucedieron cosas tan extrañas después que ni yo mismo he descubierto aun. Conocí Radiador Springs, aquel pueblo que lo había cambiado y luego conocí a su novia, aun me provoca mal sabor de boca al recordarla.

Había partido a Italia nuevamente, pero no estaba desilusionado, sabía que me encontraría con él, en alguna otra ocasión.

Afortunadamente no me había equivocado en absoluto.

-¿En qué piensas?-  me pregunto de repente Raoul, aquel corredor francés con quien mejor me llevaba mucho antes de la Grand Prix, ahora todos los corredores se dirigirán al siguiente destino que era Francia, McQueen se encontraba leyendo un libro a un lado de donde estábamos sentados Raoul y yo.  

-Nada en realidad- conteste hacia él, muy pronto escuchamos sobre el altavoz que ya nos encontrábamos en nuestro destino y el avión aterrizaría pronto.

Todos los corredores se pusieron de pie en cuanto el avión se detuvo del todo, tomaron sus pertenencias en el pequeño cubículo de arriba, y enseguida todos comenzaron a bajar. Podía observar como McQueen estaba aún disgustado, él había quedado en el tercer lugar durante la carrera de San Francisco, aunque el primer lugar no me lo había ganado yo, sino un nuevo corredor canadiense, aunque yo me había llevado el segundo lugar no me disgustaba del todo. Raoul se desapareció en cuanto bajo, así que tenía la oportunidad en ese instante de acercarme a McQueen, quien también se encaminaba solo hacia el aeropuerto, estaba a punto de abrir la boca para llamar si no fuera por, Carla Veloso, la corredora brasileña apareció de la nada acercándose a McQueen. Se saludaron de manera amistosa y siguieron su camino. Aquel pequeño interés en el americano era totalmente normal para mí, no era la primera vez que me involucraba con un hombre, pero, era difícil y casi imposible que alguien llamara mi atención de tal forma de llegar a contenerme para no arrastrarlo lejos de la corredora.

No entiendo del todo que es lo que siento por el rubio, pero de algo estoy seguro, no estaría mal involucrarse con él una sola vez. Observe como Carla empezó a reír junto con McQueen.

No sabía cuánto tiempo más lograría contenerme.

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McQueen

 De alguna extraña manera, sentía como si una mirada me estuviera siguiendo todo el tiempo, aunque en ningún momento gire la mirada detrás de mí puesto que charlaba con Carla, la simpática y única corredora, quien representaba a Brasil. Hace tiempo que había obtenido buena amistad con ella, juntos tomamos un taxi y nos dirigimos al hotel asignado.

En ningún momento se me había ocurrido que era un hotel demasiado grande, observe ilusionado las letras iluminadas del nombre del hotel “Shangri-La Hotel parís”, al entrar realmente me quede pasmado, no me había hospedado en un hotel tan lujoso como este, me dirigí a la recepción donde un señor nos atendió enseguida. El problema era que, todas las habitaciones ya estaban ocupadas y reservadas, Carla no tenía problema puesto que ya había hecho reservación, mientras por mi lado me di una bofetada mentalmente al olvidar de decirle a Mate que lo reservara, aun así quedaba una habitación para dos el cual ya estaba ocupado un espacio y el otro estaba sobrante, estaba demasiado cansando como para buscar otro hotel, así que acepte el lugar. Me dieron la llave y me separe de Carla para dirigirme a mi habitación. Mañana volverían a comenzar las entrevistas y sesiones de fotos, suspire cuando al fin abrí la puerta de mi habitación y entre para lanzarme en la primera cama que capto mi vista.

Estaba a punto de cerrar los ojos, y no me había dado cuenta que alguien ya había entrado a la habitación hasta que sentí un peso sobre mi espalda, abrí los ojos rapidamente al escuchar su voz cerca de mi odio.