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¿El encanto de un Francesco? por elfasilveriana

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Notas del capitulo:

Hola mis calientes y deliciosos panquesitos :3 Lamento no haber aculizado desde hace un mes entero D: Pues es que la presion de la escuela y las tareas de vacaciones me tuvieron atareada, pero su horno no les falla, les traje este capitulo un poc mas largo de lo normal que espero que los complazca :/ Muchas gracias por la espera.

Francesco

Desde que vi la incomodidad del momento, y su rostro, sabía que tenía que sacarlo de ahí.

Solo a un lugar más apartado del set, donde varios nos siguieron con la mirada al pasar, tal vez era porque le tomaba la mano, o por lo ocurrido hace segundos en la entrevista. Realmente no me importaba.

McQueen estaba bastante ido de lo que parecía y eso era decir poca cosa, no reaccionaba ni si quiera para apartarse de mi mano que aun sostenía entre la mía, realmente no tenerlo gritando todo el tiempo hacia mí, me daba de que preocuparme.

-¿McQueen?- lo llame de nuevo, pero no daba señales de responder.

Me acerque para ver alguna expresión suya pero no había nada, chasqueo los dedos frente a su rostro y sigue sin tener resultado.

Lo tome por los hombros y lo sacudí, eso pareció hacer más efecto, puesto que comenzaba a parpadear y su rostro parecía volver a cobrar un poco más de color.

 

-¿Francesco? ¿Qué haces tú aquí?- bueno, parecía que traerlo de vuelta no parecía alegrarlo.

-Por si no te has dado cuenta, parecías como si realmente alguien hubiera muerto y yo fui quien te saco de ahí. Denada-

-¿Por qué debería agradecerte?- Realmente era difícil comprender a los americanos.

-Por nada, en realidad ¿Qué fue lo que paso ahí?- pregunte aunque no con muchas esperanzas, me imaginaba que diría algo como "Eso a ti no te importa"

-Eso a ti no te importa- admito que reí en mi interior por haberlo adivinado. -Fuera de mi vista- dijo con ese tono molesto de siempre. McQueen estaba dispuesto a caminar, lo tome del brazo, esta vez no quería que se fuera sin antes haberme respondido ¿Por qué reacciono de esa manera a la pregunta de sus padres?, cuando lo mire y el hizo lo mismo conmigo observe sus ojos cristalizados ¿Por qué quería llorar?

-¿Estas bien?- fue lo único que logre decir, aparto su mirada de la mía mas no hizo ninguna replica por zafarse de mi agarre.

-Quiero salir de aquí- Dijo McQueen con voz baja, no sabía si realmente me lo decía a mí o a el mismo, pero sin otra mejor idea lo arrastre fuera de ese lugar. Mi representante intento detenerme, preguntándome que era lo que pasaba y que debía ir de regreso al programa, aunque realmente me simpatizara no hice ningún caso a sus preguntas, pronto estuvimos fuera, en este caso mi mejor opción fue llevarlo al hotel, donde tal vez pudiera descansar. Me miro con desconfianza cuando abrí la puerta de mi coche y le ordene que entrara.

-No te preocupes, no pienso aprovecharme de ti para tener sexo- sonrió melancólicamente antes de entrar al coche, aquello ya era un punto para mí –Al menos, no ahora-  dije cerrando su puerta y dirigiéndome al volante, no dijo nada, ni siquiera me miro en todo el trayecto al edificio y eso lo sabía por qué no paraba de mirarlo de reojo.

De todas las veces en que llevaba a alguien a un hotel, sabía bien lo que tenía que hacer, ser Francesco, ya sea con hombre o mujeres, siempre sabía que hacer pues no había razón para que Francesco no supiera que hacer.

Pero esta vez era diferente, en cuanto estacione el automóvil frente al edificio, no sabía qué hacer, McQueen seguía mirando por la ventana como si no cayera en la cuenta que ya habíamos llegado. ¿Qué pasaba conmigo?

-¿Quieres entrar?- el asintió abriendo la puerta del coche y saliendo, pronto me encontré siguiéndolo escaleras arriba, me encontré a mí mismo frente a la puerta de la habitación de McQueen, él ya estaba dentro, no cerró la puerta así que eso me dio la señal de entrar con total libertad, siendo sincero esperaba algún reclamo de su parte por invadir su único espacio libre de Francesco al cerrar la puerta detrás de mí, pero nada de eso que yo esperaba paso, me senté a un lado de el sobre la cama para acabar en un silencio.

-¿Quieres que……?

-Yo no tengo padres-

Tal vez, no me esperaba alguna interrupción como esa.

 

McQueen

 Muchos decían que, no importa la edad que uno hubiera tenido, puesto que los mejores y los malos momentos jamás se olvidan. Bien recuerdo ser un niño, no más ni menos que de cuatro años siendo arropado por su madre, tal y como haría cualquier madre con su hijo, y a mi padre a un lado de ella besándome la frente para después cerrar la puerta y dormir, para al día siguiente sentir la gran cantidad de crema de peinar sobre mi cabello que mi madre me aplicaba para ir a la escuela y en la tarde practicar béisbol junto a mi padre. Nada nos faltaba en ese entonces, una familia normal y feliz como cualquier matrimonio, o bien, casi todos.

En mis cortos años de vida, nunca había escuchado a mis padres discutir y la verdad dudaba que lo hicieran aun cuando no les prestaba atención, mi familia era muy alegre aun siendo hijo único, mi madre no tenía trabajo de más y mi padre tampoco. Cualquiera diría que éramos la definición de la familia “perfecta”.

Pero nunca me sentí afortunado aun sabiendo que había tenido la familia más maravillosa, nuestra mala suerte fue peor de lo que yo pudiera imaginar, en ese entonces, era demasiado pequeño como para entender lo que paso esa vez, y lo que seguiría.

No recuerdo el día con exactitud, sucedió con un portazo de la puerta de la entrada, ese golpe me hizo sobresaltar bien lo recuerdo, nadie abría la puerta así ni la cerraba de esa manera (al menos no mis padres) recuerdo haberme escondido bajo las mantas creyendo que se trataba de un hombre malo que había entrado, pero esas ideas se fueron al oír los llantos de una mujer, no quería creer que se trataba de mi madre, ella no lloraba de esa manera, a excepción al ver esas películas románticas, solo que esta vez su llanto era más fuerte.

-“¡Por dios Adam déjame explicarte, tu realmente estas confundiendo todo!”- escuche gritar a mi madre.

-“¿Qué mierda estoy confundiendo? ¿El hecho de que me has visto la cara de estúpido todo este tiempo?”- tape mis oídos, Papa nunca había dicho malas palabras como esas, sus palabras dejaron de entenderse al cubrir mis oídos con fuerza y con ambas manos, pero podía saber que seguían gritándose el uno al otro, estaba asustado, no entendía por qué se gritaban y por qué mama lloraba. Pareció una eternidad en la cual suplicaba en silencio que se detuvieran, en ese momento esperaba que aquello de gritarse hubiera sido solo un mal sueño, escuche pisadas, levante las mantas enseguida, Mama entro al mi habitación, no lograba ver su rostro debido a que mi cuarto estaba a oscuras, no me atreví a encenderla, seguía asustado, observe sus piernas iluminadas levemente por la luz del pasillo que se movían para acercarse a mí  y hasta ahora sigo preguntándome cuál era su expresión al acercarse. Su mano cálida acaricio mi cabello y tomo asiento junto a mí sobre la cama.

-“Hola cariño…”-me saludo como si fuera a volver a estallar en llanto –“¿Puedo recostarme contigo, solo por esta vez?”- aún recuerdo su petición en mis sueños, acepte, y ella se acomodó detrás de mí para abrazarme mientras que otra mano acariciaba suavemente mi cabello. Estuve a punto de quedarme dormido debido a sus caricias hasta que la escuche sollozar cubriendo su rostro en mi cabello. Estaba preocupado, quería preguntarle por qué lloraba, porque mi padre habría gritado, y por qué ella no paraba de repetir que me quería sobre mi cabello, no pregunte nada, solo observaba la puerta, hasta que sus caricias fueron suficiente para quedarme dormido.

 

Mama ya no estaba cuando yo desperté, cuando mire el reloj de la mesa de noche, vi que era demasiado tarde para asistir a la escuela, tal vez mama o papa se les paso despertarme. Me dirigí a la habitación de mis padres puesto que tal vez mama lloro anoche porque le dolía algo y estaba enferma, al abrir la puerta, me di cuenta que no estaba nadie en la cama y esta estaba desordenada, cuando me dirigí al baño para ver si mama se estaba dando alguna ducha, algo llamo mi atención, el tocador de mama estaba vacío; no había cremas, pinta labios, ni sus joyas, tampoco la foto familiar que siempre destacaba en todas sus cosas raras de mi madre. ¿Por qué ella quitaría todo? La curiosidad me llevo a abrir el ropero que mis padres compartían, no pude evitar sorprenderme al ver que sus bonitos vestidos tampoco colgaban en los ganchos junto a los trajes de mi papa, lo mismo pasaba con sus blusas, pantalones y zapatos, no había nada de mama por ningún lado.

Salí corriendo escaleras abajo, estaba asustado, no creía que mama vendiera su ropa para comprarse otra nueva, pues su blusa azul favorita no estaba en los cajones. Me lleve una sorpresa al encontrar todo un desastre en la sala, todas las decoraciones de mi madre estaban rotas, desde su jarrón favorito hasta los cuadros que antes colgaban de las paredes con fotos de ella y el o con migo, estaba rotos en miles de pedazos en el suelo.

Recuerdo preguntarle a mi padre quien estaba sentado sobre el sofá con la cabeza gacha, donde estaba mama, pero él no me miro ni me respondió nada…

-“¡Largo de aquí!”- Me grito furioso una vez que comencé a llorar preguntando por mama, quería verla pero, él nunca me había gritado de esa manera, corrí asustado encerrándome en mi habitación.

No salí de ahí en ningún momento durante el día, no hasta el anochecer, escuche la voz de mi abuela materna, lo sabía, puesto que hasta ese momento no conocía a mis abuelos paternos. Abrí la puerta en silencio, quería saludarla y preguntarle si ella sabía dónde estaba mama, pero al ver a mi padre frente a ella decidí no bajar, sentándome en uno de los escalones donde no pudieran verme para escuchar.

-“Adam te lo suplico, no me enfadare por el hecho de que corriste a Emily de la casa, pero solo pido ver a mi nieto y saber dónde fue”-

- “No tengo idea donde pudo a ver ido, tal vez con aquel amante, pero ahora que se cómo es en realidad, imagino que pudo a verse ido con cualquiera”- No entendía a que se refiera pero si al hecho de que mi papa había corrido de la casa a mama, no quería creerlo.

-“No puedo permitirte que hables mal de mi hija, yo la eduque y se bien que ella no fue capaz de hacer algo así, pero la razón por la que estoy aquí realmente es porque vengo a ver a mi nieto”-

-“Sera mejor que no vengas a llevártelo, no te lo permitiré”- Me levante, no sabiendo si era correcto o no interrumpir su conversación, pero estaba asustado, ni mi abuela sabía dónde estaba mama, corrí gritando y cubierto en lágrimas para abrazar a mi abuela y ella me recibió en brazos para levantarme y comenzar a llorar. La cosas en ese momento fueron complicadas, mi abuela se quedó a vivir en mi casa (mi abuela dice que mi abuelo ya no está más aquí, por lo cual tampoco logre conocerlo) Papa casi no estaba en casa, y si lo hacía, llegaba extraño, gritaba como loco, y rompía todo a su alrededor.

Aunque hubo uno vez, después de un tiempo ese día durante mi cumpleaños quinto, donde papa no llego y que mama llamo por teléfono, intente rogarle que volviera a casa, le decía que papa se comportaba extraño mientras lloraba puesto ella no me decía dónde estaba, ella comenzó a llorar también al otro lado del teléfono. Me repetía que me quería tal y como la última vez antes de irse, y colgaba, pasaba mucho tiempo para volver a escuchar la voz de mi madre.

Mi abuela siempre me cuidaba, después de que llegaba de la escuela, la vez que llegue de la escuela no vi a mi abuela en todo el día, me había dejado una nota en la sala que decía que visitaría un lugar donde estaba mi abuelo, no lo entendí esa vez pues ella dijo que ya no estaba  más aquí, tal vez se refería que vivía a otro lugar, después de haber almorzado, encontré la libreta de mi abuela que revise curioso, encontrándome con el nombre de “Emily” y varios números abajo ¡Ese era el nombre de mama! Imagine que aquellos números eran de su teléfono, corrí emocionado al teléfono y la libreta en mis piernas, comenzando a marcar con mis pequeños dedos pulsando los botones, aún recuerdo aquella terrible experiencia, cuando termine de marcar la puerta se abrió de golpe. Era papa.

Venia de nuevo extraño, como otras veces, me asuste. Mi abuela siempre me decía, que la ver a mi padre “extraño” debería esconderme en mi habitación y no salir. La mirada de papa llego a mí antes de que pudiera salir corriendo.

-“¡Qué diablos haces con el teléfono! ¿A quién crees que estas llamando?”- Su voz, era tan rara pero daba miedo, no me dio tiempo de gritar tan siquiera, cuando me quito el teléfono de las manos y lo aventó con mucha fuerza, luego me miro. No sabía qué hacer cuando su mano golpeo mi mejilla, muchas emociones malas surgieron en ese momento al ser mi primer golpe que no me prepare cuando me jalo y me tiro al suelo, me siguió pegando, esta vez con el zapato. Me dolía todo el cuerpo que ya ni sabía por dónde me estaba golpeando, me gritaba que mama nunca nos quiso, dijo que si yo no hubiera nacido mama lo seguiría queriendo a él, pero en mi mente quería decirle que se equivocaba, pues esos zapatos con los que ahora me pegaba fue un regalo que mama le hizo en su aniversario, lo sé, porque yo la acompañe y se veía tan feliz viendo la sonrisa de papa al abrir la caja.

Mi abuela tuvo una pelea muy fuerte esa noche con mi papa, después de curarme las heridas y ducharme, bajo bastante enojada, escuche que mi abuela le dijo a mi papa que lo llevaría a la policía. No quería que se lo llevaran, estaba enojado porque mama se fue, eso era todo y no lo culpaba.

 

El tiempo pasó, mama no llamó desde esa vez pero si me envió algunas cartas, mi abuela dijo que mi Papa ahora iba a un lugar donde lo ayudaría a dejar esa bebida amarga que siempre bebía, pero se quedaría a dormir en otro lugar mientras se recuperaba. Mientras mi padre no estaba, mi mama me sorprendió un día al salir de la escuela, me alegre tanto de verla y ese día recuerdo haber hecho muchas cosas con ella. Desde esa vez mama venia casi todos los días para estar conmigo. Cuando cumplí seis años, mama dejo de venir y  Papa volvió, en cuanto abrió la puerta de la casa yo lo esperaba con un pastel que tanto le gustaba junto a mi abuela, y él me sorprendió al cargarme en sus brazos haciendo que el pastel se me cayera en su pecho manchando toda su camisa, creí que se enfadaría pero no lo hizo, lloro mientras me abrazaba y me pedía disculpas, aunque no sabía por qué me las pedía, el no había hecho nada malo.

Todo pareció mejorar poco a poco, mi abuela dijo una ocasión que mi mama y mi papa hablaban por el teléfono sin gritarse y sin llorar, ella dijo que arreglaban las cosas, mi padre me sorprendió esa noche que mama volvería a casa, estaba tan feliz.

 

Mi abuela lloraba y mi padre también, cuando una llamada los sorprendió, no entendía por qué estaban tristes si mama llegaba ese día.

-“Cariño, tu mama, mi hija, ya no vendrá a casa ¿Lo entiendes verdad?”- al principio no lo entendía –“El coche de tu mama fallo, querido, ella ya no está aquí”- Pregunte desesperado si estaba bien, si ella volvería, pero nadie me respondió, los dos se sumergían en lágrimas. Y pronto yo también, algo le había pasado a mama. A mama le gustaba mucho salir, así que no entendí por qué mi papa permitía que ella estuviera dentro de una caja, lloraba intentado parar el que la estuvieran bajando dentro de un agujero.

En aquella reunión sin color, mi papa empezó a golpear a un señor que no había visto hasta ese momento.

-“¡Fuiste tú quien abuso de mi esposa desgraciado!”- Gritaba papa mientras le decía que lo mataría, mucha gente intento separar a mi padre de aquel hombre que ya sangraba por todo el rostro. Mi abuela me saco de ahí.

Desde ese momento, papa volvió a tomar aquella bebida, pero esta vez no se enojaba ni rompía todo a su paso, solo estaba sentando, observando esa fotografía donde estábamos los tres, aquella fotografía que mama se había llevado con ella.

-“Debí creerle a tu mami, cariño. Todo fue mi culpa”- me decía cuando le llevaba comida hasta su lugar de donde no se levantaba casi en dos semanas desde que mama ya no estaba. Nunca toco la comida de la abuela.

Ese día fue el peor de todo después del día en que mama ya no estuvo más con nosotros, mi abuela y yo llegábamos de la obra donde yo participe, papa no había asistido por lo cual tenía varias fotos para mostrarle como estuve.

Pero cuando llegue a donde estaba sentado, me lleve un gran susto, la copa que usaba para beber estaba rota, y una de sus manos sostenía un pedazo de vidrio, en el otro brazo había una gran cortada que estaba cubierta de sangre, mi abuela grito al acercarse y yo solo podía quedarme viéndolo. ¿Papa también se iba a ir? Fue lo que cruzo por mi cabeza al correr a mi cuarto y llorar.

Resulto que fue verdad, esta vez no pedí que se detuvieran, ahora mama ya no estaría sola dentro de su caja y bajo tierra. Ahí no acabo todo, mis abuelos paternos llegaron un día, exigiéndome pero mi abuela se opuso, no quería irme con aquello abuelos, parecían enfadados y daban miedo. Desde ese día, mi abuela siempre estaba con un hombre de traje el cual le decía “abogado”, discutiendo de mí. Aunque un día llegando del colegio, aquellos abuelos paternos estaban sentados en la sala y mi abuela sostenía una maleta.

-“Parece que debes irte con ellos, no te preocupes cariño, ellos te cuidaran mejor que yo”- me negué al principio mientras lloraba aferrándome a la cintura de mi abuela que igual lloraba, pero ninguno me consoló cuando me subí al auto por orden de mi abuela materna. Solo me ordenaron que me callara, y eso hice. Tuve pequeñas visitas con la abuela, muy cortas, pero me gustaba verla, aquellos abuelos eran más exigentes, me cambiaron de colegio y no permitirían que tuviera alguna nota baja, mi abuelo acostumbraba a abofetearme si sacaba alguna mala calificación, o tocaba alguna nota mala del violín, o dejaba comida en el plato.

Mi abuela materna murió a mis doce años de edad, y todo cambio en mí, era difícil hacer amigos, trataba ser mejor que todos, me volví egoísta con aquellas personas inferiores a mí, pues así mi abuela paterna me lo había indicado y así me habían criado, lo mejor que podía hacer era obedecerla. Después de largos años, mi mundo se interesó en las carreras, cosa en la que mis abuelos no estuvieron muy de acuerdo, pero pagaron por el mejor entrenador.

Me convertí poco después como “El novato” de las carreras, ya que mis abuelos se encargaron de encontrar al mejor representante de carreras. A quien nunca conocí de frente y su nombre era Harv.

Y siendo sincero, desde todas las tragedias ocurridas, nunca fui feliz, tan solo esa vez que mis manos tocaban un volante.

Y la vida me volvió a dar otra oportunidad al perderme en aquel pueblo, Radiador Springs, donde conocí a mis amigos y a la chica que amo, y encontré aquellas cosas de la vida que ya había olvidado.

 

Y ahora, no sabía que pasaba, cuando Francesco me envolvió en sus brazos en el momento en que llore por contarle todo lo sucedido en mi vida ¿Por qué aquel tonto tenía la calidad de mi madre y la de mi padre? ¿Qué era lo que él, estaba haciendo?

Notas finales:

Gracias por leer.... Reviews por mi pobre McQueen ;-;


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