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Taza de café. por Thinkthoughts

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Notas del fanfic:

Trabajé muy duro en este One Shot, no diré mucho acerca de él pues no las/los quiero spoilear.

Espero lo lean y así responda las dudas que puedan llegar a tener mientras lo leen, y las que queden, pues tienen libertad de preguntar. Contestaré todo.

Si encuentran alguna incoherencia que yo no llegue a notar, les agradecería mucho si me dicen en que.

Este One Shot se lo dedico a Galaxy Diamond, una excelente escritora y amiga, que es quien me empujó aquí y me alentó a hacer todo esto. 

Ya sabes que te quiero un montón, así que es todo tuyo. Tiene todo mi esfuerzo y amor, así que espero le quieras tanto como yo.

MUCHAS GRACIAS LECTORA.

Notas del capitulo:

Ya me callo y las dejo leer.

Provecho ^^

"Sunshine", ese lugar es mi restaurante favorito desde hace bastante tiempo.

 

Es un pequeño y viejo lugar a la orilla de la ciudad. Las calles antes de entrar en éste, son estrechas y como un pequeño laberinto te van encerrando en ellas. He de suponer que, esa es la principal razón por la que mi restaurante favorito suele estar solo. Bueno, eso y que a mí me gusta llegar a primera hora, justo cuando abren la puerta y prenden la estufa.

 

Después de haber caminado, atravesado varias calles y esquivado a varios ciclistas, veo a la señora Kim sonreírme desde la entrada del lugar, justo como siempre lo hace. Yo le dedico mi sonrisa más honesta mientras ella me indica mi lugar, siempre al lado de la ventana, en donde el sol me da de lado y puedo ver las calles solitarias y contaminadas de fuera, y de vez en cuando una persona que, caminando apurada, se dirige a hacer sus deberes. 

 

— ¿Lo mismo de siempre? —me pregunta sacándome de mis pensamientos. La miro y paso la lengua por mis labios resecos, un mal hábito que tengo y que con el cambio de clima, empeora. Pienso si debería pedir algo pero me apetece lo mismo de siempre, al final solo asiento con la cabeza, decido que será lo mismo.

— Lo mismo, pero que el café tenga un poco más de crema ¿Se?... ¿Se puede? —ella me mira divertida, sus ojos rasgados casi desaparecen entre las arrugas de su cara cuando se ríe, como lo hace en ese momento, llena de amor y ternura.

— Por ti, si se puede —me dice y se va detrás de la barra, para comenzar a cocinar y a preparar mi café.

 

La veo y me pregunto si yo le recuerdo a alguien, podría haber una posibilidad o puede que simplemente sepa lo que es ser amable. Es la viejecita más amorosa y mejor cocinera que yo he conocido, aunque no es que haya conocido muchas. Tiene una personalidad amable y es de trato afable.

 

De pronto, la ventana de enfrente de mí se roba mi atención, en tan solo un segundo. Mi corazón se detiene por un momento y doy un brinco. Un chico de cabellera negra está asomándose por la ventana y examinándome descaradamente. Su cara se ve aterradora por el pequeño hueco que hace con sus manos para observar mejor dentro del restaurante. Me sonríe y me dan ganas de salir corriendo, su sonrisa se ve apachurrada gracias a sus manos y se ve aterrador, pero al final solo me río, con una sonora carcajada que hace distraer a la señora Kim por un momento, pero no dice nada y solo se limita a sonreír con los ojos y seguir con lo suyo.

Él, finalmente se aleja de la ventana al verme reír y entra al pequeño restaurante. Las campanas suenan y hacen un agradable murmullo en mis oídos.

 

Por fin puedo verle la cara de forma normal y no puedo negar, que es tremendamente guapo. Con la cara ovalada, su corte de pelo le queda perfecto, le tapa la frente pero me deja ver sus gruesas cejas negras que resaltan a la perfección con sus facciones, un marco perfecto que lo hace ver aún más guapo. Sus ojos, si bien se puede ver que son orientales, son más redondos y grandes, casi como los de un cachorrito y su nariz alargada le da una simetría diferente a su cara y fácilmente podría decir que podría ser modelo. Sus labios carnosos y rosados, solo me llevan a pensar en lo esponjosos y suaves que deben ser.

 

En cuanto a su cuerpo, que no se queda atrás, sus hombros son anchos y simétricos, lo que lo hace ver como alguien varonil, su torso es lo suficientemente alargado y sus piernas que aun con pantalón se ven fornidas, hacen el juego perfecto con todo lo demás.

 

De repente se detiene frente a mí, mira la silla sola que está al otro lado de mi mesa favorita y la hace hacia atrás antes de sentarse. Yo lo miro con sorpresa y como un reflejo, mi ceja derecha se eleva interrogante.

— Bueno si, puedes sentarte —farfullo, sarcásticamente.

— Gracias —dice sin más y me regala una muy carismática sonrisa. Sin quererlo, mis mejillas se sienten acaloradas y otras partes de mi cuerpo también.

Suspiro y niego con la cabeza, que chico más confianzudo y que hormonas tan alborotadas las mías.

— Nunca te había visto por aquí —le digo mirando la mesa, después de diez minutos de silencio pues no me gusta estar con una atmósfera tan incómoda. Mi labio sonríe ladinamente, pero no es que me importe, levanto la mirada para verlo a los ojos y me sorprendo un poco cuando noto que sus ojos me estrujan mientras me ven, como si fuera un libro de letras pequeñas, parece realmente interesado en mí, como si me estuviera analizando. Me muerdo el labio de forma nerviosa.

 

Ojalá no lea los pensamientos cochambrosos que de pronto, aparecen en mi mente, haciéndome sentir culpable. Carraspeo mi garganta intentando cubrir mi incomodidad.

 

— Hace mucho que no vengo aquí —me dice de pronto,  y me deja ver de nuevo su perlada sonrisa, una sonrisa muy picara sólo para mí— La comida y el café son deliciosos ¿cierto? —Lo dice con un anhelo casi palpable y alegre, como si lo extrañara— esa “canas blancas”, sabe lo que hace con la comida, la condenada —su forma de describir a la señora Kim me hace reír de nuevo. Éste chico es un misterio para mí pero su forma de expresarse me hace sentir bien, cómodamente, como si lo conociera de años. Y eso me gusta.

 

La señora Kim se dirige a mí con una charola en manos, donde puedo ver mi plato de carne y verduras, con una porción de arroz blanco, junto, también trae un pequeño plato hondo con fruta y miel y  mi taza de café, que siempre, siempre pido y un bollito especial de mantequilla, para acompañar el café. Sonrió, no lo puedo negar; Se ve delicioso.

 

— Parece que estas de muy buen humor hoy —. Me apeno al escucharla, pues he estado riéndome desquiciadamente desde ya hace un rato.

— Conocí a alguien nuevo —le explico y ella solo asiente.

— Entiendo —susurra, mientras acomoda en la mesa mi plato de comida, la fruta y a un lado el delicioso café, que ya alucino— provecho —dice, para luego solo irse de nuevo a la cocina, en donde espera a más ordenes de los clientes.

 

Me doy cuenta que no nota al chico guapo frente a mí, pero no le doy importancia, a lo mejor es solo su edad o es muy despistada. Y al tipo tampoco parece importarle que lo ignoren.

 

Tomo un tenedor y comienzo a devorar la comida sin importarme la mirada asustada y risueña con la que el pelinegro me examina.

— Si no comes más rápido, la comida se te va a escapar —dice de forma cantada, burlándose.

—     Cállate —el no oculta como le divierte mi amargura.

 

Me dan ganas de tirarlo de la silla, por no dejarme comer como yo quiero, pero luego recuerdo que no lo conozco y que ni siquiera es mi amigo, así que lo ignoro.

 

De todos modos, comienzo a comer más lento, masticando mejor la comida y sin peligro a ahogarme. El chico no dice nada más pero sonríe satisfecho. Supongo que es porque entendí su sarcasmo y le he hecho caso casi inconscientemente.

Me frustra y frunzo el ceño. Solo puedo pensar una palabra en ese momento para describirlo: “Idiota”. Por supuesto mi mente no feliz con ella misma, me hace preguntarme quien es más idiota, ¿Yo por obedecerle o él, por meterse en cosas en donde no lo llaman?

 

Después de acabar mi comida, no me extraño al encontrarme viéndolo. ¿No es extraño ir a un restaurante, sentarte con un desconocido y no pedir ni un vaso de agua? La verdad, es que me tiene con mucha intriga, se la ha pasado viendo hacia todos lados y luego viéndome a mí, fijamente, lo que me incomoda un poco y no lo puedo negar, también me halaga.

 

— ¿No vas a pedir nada? —le pregunto cortésmente y con curiosidad. Hay un montón de preguntas en mi cabeza sobre él, pero no me atrevo a preguntarle, consciente de que, posiblemente no lo vuelva a ver.

— ¿Te preocupas por mí, cariño? —me responde con otra pregunta. Sin quererlo, me sonrojo por su forma cariñosa de llamarme. Noto que mi reacción le divierte, se le está haciendo costumbre, y eso por alguna razón me irrita. No es divertido.

— No, no en realidad —contesto a la defensiva. El suelta aire por su boca, en un intento de bufido pero mucho más exagerado, sonaba como un toro.

— Sólo entré porque vi a una persona guapa —dice mirándome de forma coqueta. Bufo y él se ríe suavemente, una risa que es como una brisa suave de verano en la playa, no me está escupiendo, pero su risa es realmente fresca y por muy extraño que sea, me resulta familiar—. Resultó que además de ser una persona atractiva, también es amable y algo gruñona.

— Así que, te gusta acosar a las personas mientras comen —le digo, torciendo el significado de las palabras que él me mencionó—. ¿Es ese tu hobbie? —. Sé que, aunque no era mi intención, mi voz suena más dura de lo que espero. Él levanta las cejas sorprendido, supongo que por la forma en que le hablo de repente.

— Bueno, no es como que me guste estar como mosca tras la comida pero es algo inevitable por ahora, además, tú me agradas, eres agradable para mi vista, lo supe desde que te vi por fuera de la ventana, luego te espantaste, lo que fue muy divertido, por cierto —explica y yo solo lo miro, porque no sé qué contestarle. Así que me levanto de la silla y seguramente con la cara roja como una manzana por sus halagos y sus burlas, le digo:

— Si no te molesta, iré a pagar —le informo, asiente y me hace un movimiento con la mano. El chico guapo está apresurándome o corriéndome... No sé qué es más grosero. Pero decido que no tiene caso que eso arruine mi día. A fin de cuentas no es más que un extraño guapo y confianzudo.

 

Camino a paso lento hasta la caja en donde la ayudante de la señora Kim, Mizu, me espera. Me distraigo un momento cuando la chica me sonríe amablemente.

 

Es muy bonita y tierna, con la piel tan blanca como la leche y los ojos de color chocolate al igual que su pelo, además, que su cuerpo es pequeño y delgado, me da una sensación de ternura y finalmente,  yo también le sonrío. Simplemente porque me gusta hacerlo, porque es una acción que ella me provoca.

 

— ¿Cuánto sería? —Le pregunto e inmediatamente se pone a hacer la cuenta en un pedazo de hoja reciclada. — Que te vaya bien —se despide cuando le pago y guarda lo que le di en la caja, yo le hago un movimiento de cabeza.

Estoy a punto de salir por la puerta, pero antes de salir miro la mesa en la que comí y él chico guapo ya no está ahí.

 

— Que extraño, no lo escuche salir —susurro, dejando que mi pensamiento salga fuera de mi cabeza, no hay razón para alterarme por eso. Tal vez solo no preste demasiada atención—. Pero que grosero, ni siquiera me dijo su nombre —reprocho mientras abro la puerta del lugar pues sea o no guapo, si se sienta frente a mí y me hace plática debería decirme como se llama. Sé que es ridículo pensar eso pero lo hago, no lo puedo evitar.

 

—     "El día sigue y yo debo ir con él" —pienso mientras salgo.

Así que camino fuera del laberinto que son esas calles viejas y descuidadas y regreso a mi apartamento en donde tomo asiento frente a mi escritorio, abro la computadora portátil y comienzo a imaginar, describir, desarrollar y seguir la nueva historia en que trabajo y que se publicara cuando acabe, la entregue a la editorial, la revisen y la lleven a las librerías.

 

Sea como sea, el hecho de que otra de mis historias se publique me hace sentir feliz y me hace querer escribir más. Así qué me concentro en lo que hago y las palabras salen solas, una por una, complementando y haciendo aún más hermoso el mundo que imagino dentro de mi mente y plasmo en letras negras sobre un lienzo blanco.

 

Después de estar escribiendo, verificando, comiendo algo de manera rápida y escribiendo de nuevo durante todo el día. Cuando dan las 11:00 de la noche, mis ojos ya no soportan más y finalmente me voy a duchar, antes de dormirme y descansar después de un largo día.

La cama me sienta de maravilla, me abraza y apapacha mientras mis ojos casi automáticamente se cierran.

 

Pienso en el chico guapo que conocí a medias, en el restaurante y su sonrisa me parece el recuerdo más hermoso del día, sin embargo, de alguna forma, tengo una opresión en el pecho y estómago cuando pienso en él, cosa que no me puedo explicar.

— « ¿qué es ese sentimiento? ¿Mañana lo volveré a ver? » —me pregunto y sin encontrar respuesta, termino durmiéndome, con incertidumbres molestando dentro de mi cabeza, sé que esa noche, soñé con su sonrisa.

 

Al día siguiente, como siempre, a las 8:00 de la mañana me despierto, me aseo y cambio, para ir al restaurante. Camino despreocupadamente hasta allí, tarareando una melodía en piano que había estado escuchando últimamente y que me relajaba demasiado.

 

El día siguiente parece algo nostálgico y con un toque deprimente. El viento es frío, pero no helado como para congelarme, las nubes no dejan ver más que matices de gris, tantos, que me sería difícil contarlos, si es que lo hiciera.

 

A pesar de todo, los días nublados son mis favoritos, el aire no es caliente por lo que me puedo abrigar y no es tan frío como para salir con mil capas de ropa o entumirme hasta el culo, no llueve y por lo tanto no me mojo, me dedico solo a disfrutar el olor a humedad que hay en ese pedacito de la ciudad.

 

Esas calles de alguna forma me resultan tan familiares y conocidas, que me es extraño. Como si las conociera de un vago recuerdo que poco a poco olvidé y que, obviamente no puedo recordar pero sé, que si lo pienso demasiado, podría volverse un sentimiento de frustración y depresión, así que desecho eso de mi atolondrada cabeza y sigo caminando como si no pasaran mil y un pensamientos por ella.

 

Un señor canoso y rechoncho, que vende los periódicos, me saluda y grita mi nombre alegremente. Yo le doy los buenos días igual de feliz. La gente que aparece casualmente por ahí, siempre es tan amable conmigo que me es imposible no responder de la misma manera.

 

Cuando llego al restaurante, la señora Kim me sonríe debidamente, como todos los días, como si me tuviera un enorme aprecio y cariño.

— ¿Le ayudo a bajar las sillas de la mesa? —le pregunto amablemente, al notar que apenas está acomodando el lugar y Mizu aún no llega.

— No quiero que te lastimes, tesoro —le sonrío y niego. La que se lastimaría sería ella, sé que es fuerte y saludable, pero aun así, la edad ya la afecta.

— Solo acepte mi ayuda y ya —le indico y ella ríe, sus arrugas me recuerdan a la descripción del chico guapo hacia la amable señora Kim y eso me da, de alguna manera, alegría.

— Esta bien, no negaré tu ayuda —dice medio cantando y se va detrás de la barra—, ¿lo mismo de siempre? —, sé que me habla de la comida, lo pienso un poco, tengo ganas de comer algo diferente, algo más dulce.

— Que hoy sean los hot cakes especiales Kim —respondo y ella asiente.

— ¡A la orden! —grita y saluda como un soldado lo haría, como siempre con su toque, con una alegría enorme.

— ¡Deliciosos como siempre, por favor! —contesto de la misma forma. Su risa me llena de emoción y termino riendo también.

— ¡Enseguida! —hace un reverencia y se pone "manos a la obra".

 

Mientras espero y me siento en una mesa diferente, al lado de unas macetas que llenan el lugar de un ambiente natural y cómodo, escucho las campanillas sonar  y murmullar. Cuando dirijo mi mirada a la puerta, el chico guapo está de nuevo ahí. Me sonríe con sus carnosos labios y sus dientes blancos, mientras yo solo lo miro detenidamente.

 

Se sienta frente a mí, como el día anterior, tan tranquilamente y como si me conociera de hace mucho, con una confianza que me hace pensar que es un engreído, un tanto antipático, pero aun así no digo nada.

 

Una brisa de aire me permite percibir su fragancia, su aroma es agradable y familiar, tanto que dan ganas de levantarme y abrazarlo, para después enterrar mi nariz en el hueco de entre su cuello y su clavícula, la curva de esa parte de su cuerpo me está tentando. Intento pensar en otra cosa y cuando lo hago, solo puedo pensar en conejos e inmediatamente, el chico pelinegro aparece de nuevo en mi mente.

 

— ¿Estás bien? —me pregunta y parece sinceramente preocupado.

¿Por qué siento tanto frío de repente? ¿Qué mierda es este sentimiento tan triste?

— Oye, tu piel está muy pálida —. Me lo dice como si yo no lo supiera, pero solo sacudo mi cabeza un poco, como lo haría un cachorrito y me acomodo mejor en la silla.

— ¿Te preocupas por mí, cariño? —le pregunto. Él parece pensarlo un poco y antes de siquiera procesar la información de lo que pasa, ya está frente a frente conmigo, su aliento frío, roza mi cara, pero no huele a nada. Ni malo, ni bueno. Imaginaba que su aliento olería a durazno, pero no. Es como si hablara con una sombra. “¿La fragancia que pensé haber notado también la imaginé?”, es una pregunta ridícula y lo sé, pero aun así se mantiene en mi cabeza, haciéndome dudar de la realidad que veo.

— Me preocupa más de lo que crees  —me dice, interrumpiendo mis pensamientos y sonríe en una mueca triste.

— Ni siquiera me has visto más de dos veces —le replico, pero él no dice nada más, se queda callado, serio y con un semblante algo oscuro y deprimente, pero me hace compañía en lo que espero mi comida y después, mientras la como.

 

No me quita la mirada de encima, ve cada movimiento mío como si quisiera guardárselos en su memoria y yo se lo permito, sin darle demasiada importancia. Tal vez, solo debería disfrutar que a alguien le guste mi apariencia, ya sea por extraña o por atractiva. No puedo quejarme, no si, ese tipo hermoso me mira con tanto anhelo. Sé muy bien que yo también lo miro de la misma forma, y mi cara se sonroja.

 

— ¿No vas a pedir nada hoy tampoco? —le pregunto, cuando finalmente logro pasar el último bocado de hot cake que quedaba en mi plato.

— Verte comer es suficiente y ya es hora de irme —se excusa. No parece muy contento por eso.

— ¿Solo viniste a ver a tu presa? —. Quiero ver una reacción, pero solo me da un gesto de "no lo sé" encogiéndose de hombros.

— Algo así —se limita a decir, puedo ver cierta duda en sus ojos, como si no supiera con exactitud lo que pasa o que dirá a continuación.

— Iré a pagar —digo de repente. El ambiente se ponía pesado, me levanto para evitar preguntar más, pero dejando ahí mí abrigo, y me dirijo a la caja, en donde Mizu, que posiblemente llegó en un momento mientras yo desayunaba, me espera con una sonrisa.

 

— ¿Disfrutaste la comida? —asiento, sé que me lo dice porque soy cliente y no tanto porque le interese.

— ¿Cuánto sería? —pienso en la forma seca en que lo pregunte y aun así me dice el precio con una sonrisa, yo pago, tomo un dulce de menta de una canastilla que hay aun lado de la caja y estoy a punto de salir cuando la señora Kim me grita, desde la otra esquina del lugar.

 

— ¡Tu abrigo tesoro, lo olvidas! —ciertamente, me sorprende la fuerza de sus pulmones.

— ¡Oh! ¡Cierto! —exclamo y camino de regreso a la mesa. Recuerdo al chico también, que como ayer, simplemente desapareció, pero esta vez en su lugar había una nota escrita en una servilleta:

"¿Por qué [siento] que te conozco de hace mucho?"

 

Los corchetes en la palabra “siento” me hacen darme cuenta que lo dice con un doble sentido, solo que, no sé a qué se refiere.

 

Sé que pensar mucho en eso, no me hará saber de qué habla y sin más, la tomo y la doblo para meterla en el bolsillo de mi pantalón. Me gustaría poder responderle a la cara con un; "No sé, explícamelo tú, que fue quien se acercó a mí", pero no está frente a mí y, aunque lo estuviera, yo nunca le preguntaría eso en persona. Demasiado vergonzoso.

 

— ¿Pasa algo? —me sorprende Mizu, acercándose a mí por detrás, con una trapo en la mano para limpiar la mesa. Me siento como si hubiera descubierto mi más grande secreto, sin poder esconder mi sorpresa, niego efusivamente.

— Nada en realidad —digo rápidamente y me acomodo el abrigo, para después salir del restaurante Sunshine, que, comienzo a creer, tiene bastante que contarme o que más bien, yo no he visto.

 

Durante la noche, cuando estoy en mi cama viendo al frente, buscando el sueño y con las cobijas hasta el cuello, el techo se llena de las proyecciones de mis pensamientos. No puedo dejar de pensar en el chico guapo, al que pienso que tendré que darle un apodo, pues aun no me dice su nombre.

 

Pienso en sus ojos indecisos y su sonrisa perlada, pienso en los labios rosados y carnosos que me tientan y me hacen pecar. Simplemente se siente como si me enamorara, poco a poco, como si un sentimiento que ya no tenía o había desaparecido, comenzara a llenarme y eso, me hace inmensamente feliz.

 

Me llena el corazón y me complace demasiado. Y al igual que mi sentimiento crece entre más lo pienso y siento, el cansancio me inunda despacio y antes de darme cuenta, el sueño me alcanza. Esa noche, también sueño con él. En un dulce sueño.

 

 

2 MESES DESPUÉS. 

 

El tiempo pasó tan rápido que apenas y lo noté. Aún sigo sin saber el nombre de "Hikari", el chico guapo del restaurante. Un apodo que se me ocurrió después de pensar que siempre aparece y desaparece como la luz, en un cerrar y abrir de ojos aparece y desaparece, de la misma manera.

Siempre llega unos minutos después de mí, se sienta en la silla de enfrente y me usa para distraerse y burlarse, para luego irse y dejar una nota en una servilleta que, yo siempre guardo. Una pequeña carta que yo he comenzado a preciar tanto como mis desayunos, y eso ya es mucho decir.

 

Sus ojos inseguros aun me miran con anhelo, como si yo fuera un tesoro que alguien perdió pero que no se atreve a tocar, aun cuando yo deseo sentir su tacto sobre mi piel. Es como si le estuviera prohibido acercarse más, como si un enorme cartel estuviera sobre mí y dijera en letras rojas "NO TOCAR".

 

Él mismo tiene ese cartel y sé, que si él no quita su cartel, yo no podré romper esa enorme barrera. No quiero presionarlo a nada, sin embargo, entre más lo veo, más preguntas me hago, ¿Por qué se acercó a mí? ¿Por qué no me dice su nombre? ¿Tiene familia? ¿Novia o novio? ¿Por qué no come nada a pesar de ir siempre a un lugar en donde venden comida que él dice saber que es deliciosa? ¿Cómo sabe que es deliciosa si nunca la come? ¿Prefiere los libros o las películas, el chocolate o la fresa, Té o Café, dulce o salado? ¿Quién es realmente y qué es lo que busca? Son tantas preguntas que no me atrevo a hacerle, tanto que me lamento de no conocer.

Me recrimino pues sé que, si tan solo pudiera tener más confianza, le preguntaría mucho más y él sabría también, mucho más acerca de mí, pero no es así.

 

Mi confianza se va arrastrando y desgastando en la suela de mis zapatos, mientras como todos los días, camino por el pequeño laberinto para llegar a "Sunshine".

 

Cuando mi destino está frente a mí, saludo a la señora Kim con alegría, como cualquier otro día. Esta vez ella me dice emocionada que tiene un nuevo platillo que quiere que deguste y yo, acepto probarlo, me siento feliz, al menos le sirvo de algo, le doy mi opinión sobre sus experimentos culinarios.

 

 Aunque la notó un poco diferente conmigo, como si se mantuviera un poco alejada, nunca se comporta grosera o maleducada, sigue siendo genuina. Sus platillos y recetas nuevas siempre son buenas, su comida sabe cómo la comida que te hace tu abuela cuando la visitas después de mucho tiempo de no verla. Le pone tanto amor a sus platillos que, probarlos es como si te abrazara, te hace sentir querido, aceptado y amado.

 

— Espera aquí —dice emocionada, a pesar de ser grande y viejecita, aun puedo ver un poco del alma de un niño. La tiene impregnada y no creo que se deshaga de ella.

 

Me lleva a la mesa especial y yo tomo asiento en la silla, en donde me quedo a esperar la comida, que seguramente me encantara.

 

Las campanillas suenas y yo sé quién entra por la puerta sin tener que mirarlo. Mi corazón se acelera de forma agradable, como si la sangre circulara mejor en mi cuerpo y con ello, la emoción me inunda.

 

— ¿Ya pediste de comer, cariño? —me pregunta, supongo que después de nunca pedirme mi nombre, también me dio una clase de apodo. Niego con la cabeza.

— La Sra. Kim me pidió que probara algo nuevo —respondo y me encojo de hombros.

— Mmm, ya veo.

 

Siempre que lo veo me parece tan tierno y guapo, mis hormonas reaccionan con él, como el bicarbonato con el vinagre sólo que no tan apestoso. Se sienten burbujas en mi estómago pero no es desagradable.

 

Quiero estar más tiempo con él, quiero conocerlo más, hablarle más, quiero que esté siempre a mi lado. Me reconforta tenerlo cerca de mí. Me llena de emoción tenerlo cerca de mí.

 

— ¿Ya terminaste el libro que escribías? —parece curioso.

— No —suspiro y aprieto mis labios mientras hago mi cabeza hacia atrás, pensar en eso me da fatiga— Ni siquiera encuentro como seguirlo. Creo que mi inspiración desapareció —le digo y sé, que me mira con pena. Hay algo seguro, no me gusta esa mirada— ya pasará, en algún momento esto terminará y podré seguir mi historia —murmuro de la manera más feliz, esperando ansiosamente que, en el futuro en donde termine, les guste mi historia a los demás. 

— Lo sé.

Ésta vez soy yo quién lo mira con curiosidad. Presiento que no se refiere a mi o mi bloqueo. Solo que, yo no sé qué pasa por su cabeza en ese momento, me es imposible leer sus señas, si es que me da una.

 

La comida llega interrumpiendo nuestra muy corta charla y el silencio se hace presente. Últimamente noto que hay más personas en el lugar y no solo eso. Las personas cuando me ven hablar con "Hikari" siempre ponen esa cara de compasión. No entiendo porque, no tengo problemas mentales y mis citas con el Doctor lo comprueban.  Hikari es un chico latoso, orgulloso y engreído pero no es para que lo ignoren así. Tal vez los demás solo son unos fisgones, tal vez tienen menos modales que Hikari, lo que yo pensaba imposible pero parece ser que, si hay personas peores.

 

El platillo sabe delicioso. Es una lasaña de espinacas, bañada en una salsa blanca y queso, y cuando tomo un pedazo, el queso hace hilos delgados y el olor caliente que guarda la pasta sale y me hace salivar.

 

Este lugar, está viejo y desgastado, la comida es baratísima y sin embargo, yo le daría cinco estrellas por su sabor y presentación. Mis halagos sobre su comida son honestos y no burdos. Es simplemente deliciosa.

 

— Parece que haces el amor con la comida —me dice Hikari divertido.

 

Es entonces cuando noto que había estado haciendo ruidos que se podrían malinterpretar y que además, tenía los ojos cerrados. Su comentario, como la mitad de las cosas que me dice, me hace sonrojar y casi ahogarme con la comida. Tomo el vaso de agua y le doy un trago, uno grande.

 

— Quisiera ser la comida, es excitante verte jadeando, me pregunto cómo harías si yo fuera el que te d... —escuchar todo lo que dice me hace avergonzar y sin querer escupo el agua en su cara.

— ¡¿Que dices?! —le grito mientras me levanto de la silla, dramatizando más de lo que esperaba y sé, que todos los clientes que han llegado me ven sorprendidos. Ese idiota de Hikari siempre diciéndome cosas que no vienen al caso— Lo siento —me disculpo y reverencio a los demás clientes, me sonrojaría más si se pudiera. Mi cara seguro ya ni siquiera es roja, sino morada.

Hikari ríe a carcajadas. Lo veo mal pero él sigue con lo suyo. Decido sentarme de nuevo.

Cuando miro a la Sra. Kim, también me ve sorprendida. Hice el ridículo enfrente de todos y me quiero ir, pero la señora Kim me preparó un delicioso platillo y yo no quiero dejarlo e irme como sin nada. Sería muy maleducado de mi parte.

 

— Solo tranquilízate —pienso en voz alta para mi mientras arrastro mi mano de mi frente a mi barbilla, el pelinegro sonríe— que bueno que te divierta —refunfuño de mal humor. Tomo un bocado y me lo meto a la boca, lo saboreo y pienso en cómo se desase en mi boca.

 

Cuando termino y mi enojo por fin pasa, miro a Hikari, que está concentrado en la Sra. Kim, la ve con nostalgia lo que parece extraño, este chico cambia de humor como el día, de clima. Tan rápido y sin previo aviso, simplemente así pasa.

 

— Parece que toca una orquesta mientras cocina ¿no crees? —. Me sorprende un poco cuando me habla. Sabía que lo miraba.

— Si —digo y es verdad. Los ingredientes parecen volar y hacer una melodía que es simplemente deliciosa para el paladar. Una cura para el corazón, sin embargo, también noto que es una melodía triste y lenta, hermosa pero que te podría hacer llorar. Como si le faltara algo. Se lo digo a Hikari y el asiente, está de acuerdo conmigo.

— Creo que más que algo, es alguien, como si el violín hubiera faltado al recital.

Sus palabras me dejan pensando, "¿será el Sr. Kim?", me pregunto pero no encuentro respuesta, los ojos de Hikari me distraen y le sonrío. Una idea aparece en mi mente. Dejando de lado el tema de la Sra. Kim.

 

— Acompáñame a casa —le pido y el parece un poco aterrado, aunque no sé porque.

— No creo que sea buena idea —argumenta y niega con la cabeza.

— ¿Hace un momento te me insinuaste y ahora te niegas? —le replico, pues en verdad que no entiendo a este chico, aunque no es que yo me entienda mucho tampoco.

 

El mira el techo por un segundo, dejándome ver su blanco y largo cuello,  la manzana de Adán se acentúa un poco más y la vena yugular también se hace notar. Me dan ganas de pasar mi lengua por su piel. Mis labios se resecan con el pensamiento y necesito pasar mi lengua por ellos, aun saboreo el café que tomé.

 

— ¿Para qué me quieres ahí? —hay angustia en sus ojos. Está preocupado y eso me da ternura.

— Para distraerme —le contesto sencillamente.

— ¿Solo soy una distracción para ti? —. Como un acto confundido, pasa su mano por su negra melena.

— Sí, y una muy bonita, por cierto —le aseguro, y él sonríe complacido. Seguro lo puedo convencer, ahora lo tengo en mis manos. Aunque sé, que es más que solo una distracción.

 

Lo quiero conmigo día y noche, lo quiero besar y saborear cada milímetro de su piel, quiero ver sus ojos a menos de un centímetro de cerca, quiero apreciar su aliento, quiero abrazarlo, acariciar su cabello y llenarme de su olor.

 

En pocas palabras, lo quiero para mí y solo para mí. Lo quiero tanto y se lo quiero de decir, pero al final solo muerdo mi labio y guardo el secreto. No puedo ser imprudente.

 

Me escudriña con la mirada, supongo que, intentando leer mis intenciones.

 

— Puedo asegurarte que tengo intenciones puras —apunto, pues pienso que eso lo tranquilizará, sin embargo, cuando su risa inunda el aire, me doy cuenta que lo que dije, sonó algo estúpido e inocente.

— ¿De verdad? —pasa su lengua por sus labios y yo sigo el movimiento de ésta.

— Bueno, sin daño no hay delito.

— Que lástima —dice provocándome. Entrecierro mis ojos, me está haciendo pecar mentalmente de nuevo.

— ¿Vas a venir o no? —Se dé buena manera, que le divierte sacarme de quicio y provocarme. Al final se levanta y asiente sosegadamente.

— Tengo que pagar —le aviso. Forzando a mis labios a no gritar por su respuesta y a mi corazón a calmarse. Me alegro que no esté cerca de mí o seguro lo escucharía alborotarse.

— Te espero afuera —dice sin más y yo camino hasta Mizu.

— No tienes que pagar hoy —me informa la chica. No sé de qué habla. Ve la duda en mis ojos y me explica que como la dueña me invito a probar un experimento, no debo pagar.

— Me alegro, pero era una comida muy buena podría dar algo p...

— Si quiere dar algo, deja una opinión. Seguro a la señora Kim le hará feliz —me interrumpe, pero me agrada su idea. No es como que me pueda negar a una comida gratis.

— ¿Tienes en donde pueda escribir? —le pregunto impaciente. Ella asiente y mete su mano en el bolsillo del delantal negro que usa de uniforme. Me lo entrega y halago todo lo que puedo el delicioso platillo que probé. Pienso que seguro a la señora Kim le agradara lo que he escrito en ese papel arrugado.

 

Cuando salí Hikari estaba fuera, esperándome. Se veía tan guapo con sus manos en sus bolsillos, sus hombros anchos resaltaban con su ropa y pensé que es tan varonil e imponente, era un ángel frente a mí, vestido de negro. Si acaso no lo era, se veía como uno, la luz le iluminaba, y su piel clara pero no pálida tenía un color perfecto. Fue como si viera una foto que yo guardaba con mucho cariño, un recuerdo que me dio una punzada en la médula, como un bisturí haciendo incisión sin anestesia. Me dolió verlo y tuve que apartar la mirada.

 

Aun no entendía esa sensación ¿era amor? Me sonrió y lo vi tan traslucido, como si no pudiera tocarlo y eso me dio miedo, me entró el pánico y me acerqué, debía asegurarme, pero el dio un paso atrás, esquivando mi agarre. Como si supiera que si lo hacía no habría vuelta atrás. No pude tocarlo.

 

— Vamos —me dijo con su cabeza apuntado a un lado.

— Este bien —contesté, tenía mucho desconcierto.

 

Dirigí el camino y nadie hablo mientras lo hacía, sabía que me seguía por su sombra que aparecía cuando el sol nos iluminaba por detrás.

 

El edificio no pareció sorprenderle, ni mi apartamento lo hizo. Estaba lo suficientemente limpio para que pudiera pasar pero era tan pequeño que por el pasillo solo pasabas si caminabas lateralmente.

 

— Es lindo.

— Gracias.

— ¡Oh! ¡De verdad, sí que escribes! —exclamó en cuanto notó la montaña de hojas de maquina sobre el escritorio y en donde estaba mi computadora, siempre abierta en una hoja en blanco para cualquier idea o momento de inspiración por el que pasara.

 

— Si no lo hago mi cabeza explota —le explique y él sonrió.

— Me gusta que puedas abrir tu mente de esa forma, debe ser genial —susurró.

— ¿Tu no tiene un hobbie? —le pregunté, más por curiosidad que por otra cosa.

— Solía tenerlo, me encantaba hacer música. No soy bueno cantando pero me encantaba tocar las teclas del piano y acariciar las cuerdas de la guitarra, los instrumentos cantaban y me deleitaban con su voz.

Que me lo dijera así me dejó saber que el enserio amaba la música, podía sentir como le llegaba, tanto como a mí me llegaban las palabra—. Ya no puedo hacerlo, lo que es una lástima.

— ¿No?... ¿No puedes? —. De alguna forma mi pregunta le cambio la cara, la ensombreció. Pero se limitó a negar con la cabeza.

 

Caminó para seguir viendo mi apartamento. Pero lo hacía con tanta familiaridad que me pregunté si ya había estado ahí antes. Solo que, no lo podía decir con exactitud. Tal vez si tengo problemas mentales.

 

— ¿Quieres algo de tomar?

— Café, por favor —asentí y fui a poner el agua. No entendía porque, si acabamos de regresar de un lugar donde venden café, él solo me lo pidió a mí. Pero igual lo hice.

 

En cuanto el café estuvo, lo serví en una taza que decía en letras grandes "TÓMAME COMO QUIERAS", no sabía de donde había salido esa taza pero su leyenda me daba gracia.

 

Caminé con la taza en mi mano hasta mi cuarto, en donde encontré a Hikari, viendo mis fotos en los retratos.

 

— Te ves genial en esas fotos —expresó, eran de mi infancia y tenía un gorrito de cartón y una cara muy seria aunque era mi cumpleaños. Luego, miro la taza en mi mano y se río— lo tomaré, gracias —me sonrió apenado, y yo alargué mi mano a él.

 

Mi sorpresa fue cuando en cuanto le di la taza esta cayó al piso. El café se derramó por el suelo y  la leyenda se rompió en dos: En un lado "tómame" y en otro "como quieras".

No lo entendía, le había dado en la mano la taza, la puse en su palma y cuando la solté esta solo se deslizo como si él fuera un holograma. ¿Qué demonios estaba pasando? Mis manos temblaban.

 

Hice una pausa a mis pensamientos y lo miré pero su cara parecía tan frustrada y molesta.

— Creo que esto no fue una buena idea —apuntó, ni siquiera me miro, solo miraba el charco de café  en el suelo y la taza rota.

 

Mi mente está trabajando a cien kilómetros por hora y no se detiene hasta que me doy cuenta y lo acepto, justo cuando escucho el clic de mi cabeza, uniendo neuronas, entonces las imágenes de él comienzan a tomar forma. Todo comenzaba a quedarme claro.

 

Porque la señora Kim me trataba diferente, porque los clientes me miraban como si estuviera mal mentalmente, porque él nunca me dejo tocarlo o me tocó, porque parecía que todos los demás lo ignoraban a pesar de su belleza. Porqué cuando camina no hace ruido. Porque desaparecía tan de repente y sin dar pista.

 

Solo yo puedo verlo, él no existe.

 

Los mareos comienzan y mis órbitas están como locas, es mucha información para mí, no la puedo procesar de un jalón. Camino a la cama y me siento, pues si no lo hago seguramente me desmayaré.

 

— Quiero explicarlo, quiero decirte todo, pero no lo recuerdo y si tú tampoco lo haces no podré unir las piezas —argumenta desesperado, lo puedo ver en su cara. No sabe que hacer— ¡No puede darte un paro aquí! —Grita— No puede... —susurra y se acerca a mí. Veo su mano acariciar mi mano pero solo puedo sentir como si un hielo rozara mi piel. Su tacto no es cálido y aun así, lo amo.

 

Dios mío, ¿cómo puedo amarlo?

 

Me siento tan triste, tan poca cosa, tan enojado conmigo y una lágrima que resbala lo evidencia. Hikari toca mi rostro y aunque es como si pegara mi piel a un lago congelado, no puedo evitar recargar mi cara en su mano y poner mi mano sobre la suya. Solo una pregunta cruza mi mente.

 

— ¿Por qué? —pregunto al aire.

— No lo sé —me contesta la ilusión delante de mí. Cuando se acerca a mí no puedo notar su esencia pero es como si lo hiciera, como si lo recordará, como si lo hubiera conocido antes.

 

Lo puedo imaginar. Todo fue mi imaginación. Su cara esta frente a mí, lo veo claramente, me da miedo, no me puedo alejar de él. Lo añoro. Quiero que me bese sea lo que sea y así lo hace.

Es suave, frío, doloroso pero esta tan lleno de amor, tan lleno de sentimientos, me acercó más a él y cuando lo hago sé que a él también le duele.

— Te amo —dice, su aliento frío acaricia mi cara— ni siquiera recuerdo mi nombre, pero recuerdo el tuyo, te amo tanto. Lo siento tanto cariño, de verdad. Perdóname por dejarte pero necesito que me recuerdes. Necesito despedirme de ti adecuadamente.

 

Yo no entiendo a qué se refiere, pero su "te amo" resuena en mi cabeza, una y otra vez con eco.

 

Después de eso se aleja de mí y se va, lo veo caminar por el pasillo y después esfumarse. No sé si lo vuelva a ver o si se aparezca frente a mí. No lo quiero perder. Quiero recordarlo pero ¿cómo lo hago? Más importante ¿por qué no logro recordarlo?

 

Esa noche no duermo, ni siquiera me recuesto. Me quedo en la orilla de la cama viendo al vacío.

 

Pensaba hablar con él para distraerme, para pasar más tiempo con él, para que me inspirara. Pero en ese momento, mi propia vida se había bloqueado y sentía que había acortado nuestro tiempo junto.

 

Cuando la noche pasó y mi despertador sonó temprano por la mañana, me duché y me vestí lo más rápido que pude. Podía verlo en el restaurante, era la única opción. Ni siquiera me importaban las ojeras que tenía o que tan mal me veía.

 

Corrí por las calles y cuando llegué al lugar la señora Kim me sonrío pero no era la misma sonrisa de siempre, ésta era más pequeña.

 

— Te vez terrible, cariño.

— No pude dormir anoche —le informé y ella asintió. El chico ni siquiera estaba ahí.

— Lo entiendo. ¿Mucho trabajo? —Negué con la cabeza—  iré por tu café, seguramente te hace sentir mejor —la vi cuando comenzó a alejarse.

— ¡Señora Kim! —le llamé en un grito. Ella se sorprendió y se acercó de nuevo a mí. Podía que ella supiera algo y yo debía quitarme la duda. Debía preguntarle pero no sabía cómo empezar— Pue... Puede que piense que enloquecí pero necesito saber, ¿me conocía de antes? —pregunté en una voz tan baja que pensé que ella no escucharía.

 

La vi ponerse delante de mí y tomar asiento en la silla. Solo estábamos nosotros dos y esa era la primera vez que la veía tan seria. Escuche cuando trago su saliva, estaba nerviosa y eso también me dio nervios.

— Te conocí antes —me aseguró— no esperaba que recordaras nada sobre el accidente, los doctores dijeron que no lo harías.

 

Su respuesta me pasmó y mi cuerpo se tensó.

Así que olvidé todo por un accidente.

 

— No lo recuerdo pero necesito saber, por favor. Por lo que más quiera —le supliqué— sáqueme de éste hoyo en el que me he metido, por favor.

— Este bien —me dijo, podía escuchar como su voz se dificultaba— no te puedo negar nada cuando te aprecio tanto —me aseguró, y tan pronto como lo hizo, se levantó y cerró el restaurante y vi que llamó a Mizu, para decirle que ese día no abrirían. Eso solo me preocupo más. ¿Qué tanto había olvidado?

 

Cuando tomó asiento de nuevo, suspiró y comenzó a narrarme lo que ella sabía sobre mí y sobre Hikari. 

 

— Mi nieto trabajaba conmigo, era amable y cálido. Tanto chicos como chicas lo amaban y apreciaban por su forma de ser y por su belleza. Él era como el día y aun así, algunas veces también era algo amargo, como una taza de café, verlo por la mañana siempre me mantenía despierta pero si no tenía mucha azúcar sus palabras me amargaban y aun así, su forma de ser era adictiva para todos. Yo lo amo, lo amé y siempre lo amaré —suspiró y vio el techo, como buscando como seguir su historia— cuando me dijo que alguien le gustaba estaba tan sorprendida, nadie nunca le había gustado o al menos, no me lo había dicho. Ni yo lo había notado —sonrío un poco—, resulto ser alguien que había venido recientemente al restaurante. Tan solo tenía 19 años en ese momento, me dijo que cuando le conoció la reacción de su "cariño" como él le decía, había sido tan diferente de todos. Prácticamente lo había corrido de su mesa y le había pedido que no le coqueteara pues no le interesaba. Mi nieto estaba tan sorprendido por eso que le interesó casi al instante. "Es diferente, por eso me agrada, sé que es especial" me aseguraba y solo podía desearle suerte. Después de acosar y molestar a su Cariño, por fin le hicieron caso y tuvieron una cita, la primera cita. —le sonreí, era una historia linda. Pensé que posiblemente yo le hacía gracia y por eso me molestaba, pero había una atracción—. Me contó mi nieto que la cita fue desastrosa, que no había mesas en el restaurante, así que fueron a comer sopa instantánea en alguna tienda de las 24 horas y que le derramaron un poco de sopa en los pantalones, lo cual lo quemó un poco pero él me aseguró que no había pasado más que a sentir caliente con lo que al parecer bromeó mucho diciendo: "Mira como me calientas, me quemas... y eso que solo es la primera cita" —me reí junto con la señora Kim, no me creía lo que le había hecho, seguramente mis mejillas estaban rojas pero lo podía imaginar levantando las cejas con picardía—. Aunque la cita no fue como esperaban al final creo que eso los hizo más cercanos. Un mes después ya eran novios y tú siempre venias a probar la comida. Yo no te cobraba nada por ser pareja de mi queridos nieto, además que si lo hacia él se enojaba —confesó divertida y luego su ceño se frunció—  la primera vez que discutieron, fue porque una chica le estaba coqueteando a mi nieto descaradamente, yo estaba muy molesta pues tú siempre me agradaste, pero sentí que no podía hacer nada y mi nieto no la detuvo a tiempo. Entonces tú llegaste por la mañana como siempre lo haces y justo en ese momento la cara de la chica estaba casi pegada a la cara de mi nieto, obviamente tú te molestaste mucho. Mi nieto no dijo nada y alejó a la chica lo suficientemente discreto para no ser grosero, pero era tarde, tuvieron una pelea y tú te fuiste del restaurante con mucha cólera dentro de ti. Duró casi una semana el pleito y cuando hablaron en tu departamento las cosas mejoraron. Aunque de eso solo tú puedes acordarte, no me contó nada el condenado —se encogió de hombros y yo me sonroje, mi mente pasó por varios escenarios. Me gustaría recordar la reconciliación—. Estuvieron como novios 2 años y entonces mi nieto te pidió matrimonio, eran una pareja feliz, llena de vida y alegría. Siempre se divertían pero eran serios cuando debían. Sé que se amaban. Estoy segura de ello.

 

Por la pausa que hizo, pude asegurar que seguía algo malo.

 

— El día 10 de octubre hace dos años exactamente, un accidente automovilístico cobró la vida del conductor del taxi, la vida de mi pequeño y tu pérdida de memoria. Al parecer mi nieto notó como sería el impacto y se puso frente a ti. Te abrazo para protegerte del golpe lo más rápido que pudo. El conductor murió prensado por el golpe de frente. A mi nieto lo atravesaron algunos pedazos de metal pero no murió al instante, fue llevado a urgencias junto a ti, pero tú recibiste un golpe en la cabeza y estabas inconsciente. No sé cómo, estaba despierto, el accidente no fue lejos de aquí y yo... —el nudo ya no la dejaba hablar y yo también derramaba lágrimas. ¿Por qué era tan cruel nuestro final?—, cuando lo vi lleno de sangre, pensé que mi vida acababa pero el solo me pidió una cosa. Sabía que no estaría vivo por mucho tiempo, me dijo que te cuidará, que te hiciera sentir como en casa, que te diera mi apoyo y que te recordara cuanto él te amo. Me pidió que te dijera que no fue tu culpa, que él no quería que murieras y por eso sacrificó su cuerpo pero que su alma estaría siempre contigo, protegiéndote. En algún momento se vería de nuevo o los dos descansarían a un lado del otro, que no intentaras nada estúpido, que el momento llegaría y tú no debías apresurarlo, y sonrío débilmente, el momento se acercaba, me dijo que nos amaba tanto a los dos y entonces lo vi morir, cerró los ojos y aun así lo hizo con una sonrisa —sollozó—. Me prometí que le cumpliría, porque eres su tesoro más grande, aun llorando en la ambulancia, con mi nieto falleciendo y tú inconsciente y con un golpe en la cabeza. Llegamos al hospital y tú estabas en estado crítico. El funeral de mi nieto fue el 12 de octubre, muchas personas fueron, lloraron y me dieron sus condolencias. Pero yo solo podía sentir como mi dolor me inundaba y comenzaba a ahogarme. Te indujeron el coma y estuviste así por dos semana, cuando despertaste no conocías a nadie. Solo recordabas que no tenías padres y que tus tíos se habían ido a otro país. —hizo una pausa cuando me vio. Seguro me veía terrible, mi corazón estaba desecho. Había tenido un prometido, no íbamos a casar, pero me lo arrebataron cruelmente—, puedo detenerme aquí —me dijo pero yo quería escuchar todo, quería rellenar los espacios vacíos y solo ella podía ayudarme, negué. Necesitaba saberlo aun si me dolía.

— Siga por favor —pedí y ella asintió.

— El doctor me dijo que posiblemente nunca recordarías nada, pensé que si te ahorraba ese dolor podrías vivir feliz de nuevo o al menos encontrar a alguien que te hiciera feliz. Pero creo que solo te hice sentir un vacío. Perdóname —se disculpó, yo no la culpo de nada, solo me tocó lidiar con un pedazo de mierda que me dio la vida—. Me alejé de ti y te dejé seguir tu vida pero un día, después de un año entraste por la puerta del restaurante —sonrío— no habías cambiado nada, te sentaste en la misma mesa que siempre usabas y pediste el mismo platillo que solía ser tu favorito y el café que siempre pedías, sin falta. Por un momento pensé que recordabas todo pero no era así, era como si alguien te hubiera traído aquí para juntar nuestros destinos de nuevo. Por supuesto, verte me dolía pero también me daba un recuerdo palpable de mi nieto, te cobré casi nada por el platillo por ser el Cariño de mi nieto y por ser mi recuerdo de él, al día siguiente volviste a venir y ahora, todos los días lo haces.

 

— ¿Cómo se llamaba su nieto? —pregunté, apenas audible hasta para mí. Tenía la mirada baja y la cara empapada por las lágrimas. Tenía tanto miedo porque en ese momento, algunas imágenes se hacían presentes en mi mente. Tan borrosas que no podía reconocer mucho pero me estaba esforzando.

— Seok Jin.... Kim Seok Jin.

 

De pronto saber su nombre, fue como si me hubieran dado la llave para un candado que bloqueaba mis recuerdos. Uno a uno. Se hicieron presentes y me dejaron recordar casi todo, incluso el momento en que Jin me miro antes del impacto que nos cobró tanto. Su cara de espanto y su sonrisa al final.

 

Incluso al final me había sonreído.

 

La cabeza me dolía pero en ese momento un dolor físico era lo que menos me importaba.

 

Me levanté tambaleante, ella se levantó rápidamente, y le hice una reverencia enorme. No podía permitir que me detuvieran.

 

Ahora debía encontrar a Jin, mi enorme luz, mi pequeño Hikari. Él me lo había dicho, el tiempo se acababa y yo debía despedirme.

 

— Muchas gracias señora Kim, le agradezco con toda mi vida. Me devolvió las piezas que necesitaba. Ahora si me permite, debo hacer algo. —le sonreí con tristeza. Ambos perdimos algo muy valioso, a ambos nos arrebataron la mitad de nuestro corazón— prometo que regresaré.

 

Cuando salí corriendo hacía el panteón en el que me dijo la señora Kim que habían guardado las cenizas de mi amado, solo podía pensar que Jin me dio muchas pistas antes, cuando me dijo que el violín había faltado al recital y cuando lo que le faltaba a la señora Kim no era algo, sino alguien. Cuando me dijo que la comida era deliciosa pero nunca pidió nada o cuando me hablo en el departamento sobre su antiguo hobbie.

 

El aire me faltaba pero yo debía hablar con Jin antes de nada. Debía verlo y por supuesto, entendí porque aún estaba vagando por el mundo, era yo. Solo yo podía hacerlo descansar y dormir en paz para siempre. No me había despedido de él adecuadamente, y si yo no le recordaba, nunca podría hacerlo.

 

Pregunte en donde estaba y cuando lo encontré, lo primero que noté fueron las flores frescas, sus abuela nunca lo había dejado solo.

 

— ¿Hikari? —susurre pero nadie contesto así que lo volví a intentar. Esta vez pude sentirlo a un lado mí.

— Hola, cariño —sonreí y lo mire. Se veía apenas. Aun me preguntaba si era un ilusión mía o realmente su alma.

— Hola —dije y tomé su mano, estaba helada como esperaba, pero sentí un leve apretón en el agarre, el también sonrío.

— Al parecer la despedida está cerca ¿me equivoco? —apreté mis labios y sentí como el agua salada se acumulaba en mis ojos.

— Debo hacerlo ¿no? —me miro unos segundos y asintió.

— Solo así los dos podremos salir adelante —susurró pero también vi las lágrimas salir de sus ojos. Él también dudaba.

— Siento haberte olvidado —sollocé, no tenía fuerzas, las piernas me temblaban pero aun así, él me sonrío para reconfortarme— aun no quiero despedirme —le confesé.

— Lo sé, pero debes hacerlo, debes seguir con tu vida... —me miro y sonrió— Esta bien porque me dejaste enamorarte de nuevo —dijo— pero ahora que me recuerdas es momento de despedirnos —asentí levemente.

 

Lo sabía, pero no era fácil.

 

— ¿Puedo pedirte un favor?

— El que quieras, amor —trague saliva.

— Bésame —sus ojos se abrieron de par en par. No me importa que sea una ilusión, o un ángel, es Jin, no importa en qué forma esté, sigue siendo Jin y lo amo.

— ¿No es helado, no sientes que te congelo la cara?

— Lo que me importa es la calidez de tu amor. Quiero sentir tus labios en los míos, por favor, por última vez —en cuanto terminé la frase, se movió frente a mí.

Los dos estábamos llorando.

 

Sus labios se unieron a los míos, no hubo ni lengua ni dientes, simplemente fue un rocé. Una tierna e inocente demostración de amor, y me hizo sentir tan bien. Tan especial. El beso estaba lleno de amor y tristeza.

Era el último beso.

Era una despedida.

 

— Siempre te amaré, si me dieran vida de nuevo no dudaría en sacrificarla por ti —me dijo cuándo se separó de mí y me abrazó— por favor, disfruta tu vida, haz lo que desees y lo que debes. Sonríe a todos y se amable. Ignora la envidia y termina ese libro y muchos más —en ese momento su voz apenas se entendía, estaba desapareciendo—. Cásate con quien te demuestre que te amé y divierte con él o ella, ten hijos o adopta. Haz buenas acciones por los demás y... No me olvides, sé que es egotista pero por favor, no me olvides, recuérdame como algo bello en tu vida. Recuérdame como tu primer amor —me miró a los ojos, yo apenas lo veía y no podía asegurar si era porque él se desvanecía o porque mi ojos llenos de lágrimas no me dejaban verle—, dile a mi abuela cuanto la amo y cuanto la extraño, dile que se cuide y que no coma tantas grasas, dile que ella para mí, es más que mi abuela, es mi madre y siempre estará conmigo —asentí y el dio un paso atrás—. Cariño necesito que digas mi nombre —era tan transparente en ese momento— el tiempo se acaba y no podré descansar si no me lo dice la persona que más ame en vida —sentí su mano sobre mi mejilla y luego tomó mi mano. No quería despedirme, no quería que me la arrebataran de nuevo y por eso, debía dejarlo ir. Debía dejarlo ir por las buenas. Me pase el nudo de la garganta como pude y finalmente se lo dije.

 

— Te amo, Kim Seok Jin —claro y alto, vi su sonrisa y sus ojos que me miraban con ternura antes de desaparecer y aun cuando se desvaneció por completo. El aire me susurro un: — “Yo te amo más” —.

 

Esa fue la última vez que vi a Jin frente a mí. Esa fue la última vez que hable con mi amado.

Abrí la palma de mi mano y vi una servilleta que tenía escrito un "Siempre tuyo...". Mis lágrimas salían como ríos fluyendo, levándose con ellas mis más sinceros sentimientos. 

 

 

 

Había pasado un mes desde entonces y aun no me atrevía a leer las frases de las servilletas que siempre me dejaba. Decidí también comenzar a trabajar con la abuela de Jin y escribir el libro de noche.

 

Lloré mucho, estuve en una depresión de la que sentía que no podía salir. Se sentía vacío en mi pecho, era más que un bloqueo. No podía concentrarme. Pero tener el cariño y apoyo de la Sra. Kim me ayudó más que nada.

 

Un miércoles por la noche y yo estaba limpiando y guardando ropa y mientras revisaba los bolsillos de los abrigos saque las servilletas. Las frases aún se podían ver, aún eran legibles. Las coloque sobre la cama, quería leerlas, quería encontrar que quería decirme con ellas pero me daba miedo volver a caer.

 

Tomé la primera y las fui acomodando como Jin me las había dado. Casi día a día.

"¿Por qué [siento] que te conozco de hace mucho?"

"Me haces sentir [tanto] y tan cómodo"

"Quiero que tengas [todo] lo bueno del mundo"

"[Perdón] por sacarte de quicio"

"[Pero] me encanta [verte] sonreír"

"Como [siempre] lo has hecho"

"[Es bueno] que comas también"

"[Verte] disfrutar la vida"

"[Me hace feliz]"

"Sigue disfrutando así"

"Yo [disfruto] de tenerte"

"[La manera] en que se dan las cosas"

"[Tan natural] como el aire"

"[Cuando] ríes, me atraes"

"[Hablamos] de todo y nada, es divertido"

"[Eres] una estrella perdida que cayó del cielo nocturno"

"No soy [especial], sabes"

"Pero [para] todo hay un tiempo ¿no crees?"

"[Mi] sueños no te dejan en paz"

"No puedo negarte nada"

"[No cambiaría nada]"

"De estos breves momentos"

"¿Se me permite estar contigo?"

"Aunque no me lo permitieras"

"Haría lo posible por obtener otra oportunidad"

"[De ti], no me olvidaré"

"La vida cobra mucho"

"[Y] aun así, sobrevivimos"

"Es difícil"

"Debería decirte algo más profundo"

"[Deberías] ver más profundo"

"No te ciegues"

"[Volver a] ver el pasado no es malo"

"Disfruta del presente"

"[Enamorarte] nunca va de más"

"Si te pierdes en la oscuridad"

"Busca una estrella"

"Si es una estrella fugaz, aférrate a el Sol"

"Eres joven, sé que saldrás bien"

"Solo miraré"

"Aunque tu subconsciente te engañe"

"Por favor, recuérdalo"

"Puedo ver tu cabeza sumida en vergüenza"

"¿Te sientes bien?"

"No te consumas"

"Espero tu corazón sea lo suficientemente fuerte"

"¿Ya te diste cuenta?

"[No te quiero] dejar caer"

"Cuando la noche este cerca"

"Encontraras un camino a través de la oscuridad"

"No creas más en ésta fantasía"

"El tiempo acaba"

"Lo sabrás pronto"

"Sé que volverás a tener amor"

"Sé que perdiste algo irremplazable"

"Si pudiera volver, lo haría"

"Soy responsable"

"[T]e congelaré, lo sé"

"Pero no te atrevas a sentir dolor por los recuerdos"

"[E]encontrarás un buen final"

"[A]alguien te salvará"

"Veré[mo]s en donde nos despertamos mañana"

"[SIEMPRE TUYO]..."

 

Leer su carta, me dejo saber que él se había despedido de mí en más de una ocasión y me había dejado verlo en una carta. Se había disculpado por salvarme la vida, no lo entendía pero lloré. Saque todo lo que tenía, me dolió la cabeza y aun así, seguí haciéndolo. Porque ya no tenía a mi querido novio, porque lo había olvidado y él me había hecho recordar, quien era yo antes. Me dio mi felicidad y mi tristeza y aun así, aun así... Lo  extraño, sé que él me amo mucho.

Me lo demostró aun en esa ilusión.

 

Pero la vida es cruel, nos separó y solo me queda esperar, que el tiempo rebaje a cenizas, lo que fue un fuego vivo y llameante.

 

He estado viviendo con el dolor y el vacío en el pecho, pero mis recuerdos con él no dejo que se esfumen y me traen felicidad. Recuerdo muy bien cuando nos entregamos en cuerpo y alma, cuando nos hicimos uno y creamos un lazo. Y es mi recuerdo favorito. Es la reconciliación. Me es inevitable no sonreír mientras lo recuerdo

 

FLASHBACK

Le mire de forma molesta. Si las miradas lanzarán rayos el ya habría sido atravesado. Me sonrió incómodo.

— ¿Celos? —pregunto lo obvio, apreté mis labios y controlé mis puños. Sentía que si no lo hacía mi puño aterrizaría en su cara, y era una bonita cara como para destruirla con un golpe y un feo moretón.

— Cállate y vete a un lado.

Después de mucho discutir, me dijo algo que no me esperaba que dijera tan abiertamente. Que cínico.

— Me gusta causarte celos, aunque no lo hice intencionalmente —, su sonrisa seguro no se la quitaba yo y eso me enfurecía, y mucho.

— ¿Por qué te divierte hacerme sentirme así?

— No me divierte cariño, pero si no me celaras no me querrías. No hay amor si no hay celos y aunque no te guste, los celos vienen en un paquete de doce razones, con el amor.

— ¿Por qué doce?

— Porque yo así lo quiero y son las que recuerdo —exclamó divertido y comenzó a nombrarlos—. Enojo, celos, desilusión, egoísmo, sufrimiento —mi ceño se frunció al no comprender porque había tantos malos, pero entonces él se acercó a mí y a la cama—  paz, felicidad —susurró y acaricio mi cabeza dulcemente—  ilusión, cariño —me sonrío y me miro a los ojos con un brillo de diamante en ellos. Su semblante cambio y se volvió serio, como un tigre apunto de cazar a su presa, yo era la presa—, compromiso —besó mi mano, en donde yacía el anillo de oro que me dio— comprensión —me abrazó y pegó a él. Mientras respira profundamente— sensualidad —su lengua acaricio la piel de mi cuello y ésta reacciono erizándose por completo, mis labios se abrieron y a su vez, soltaron un suspiro silencioso—. Lo único que no me agrada es hacerte sentir triste, me hace sentir como un desgraciado.

— Eres un desgraciado —afirmé— pero yo te amo, desgraciadamente —le dije y lo hice reír.

— Tienes razón —me dio la razón, divertido— pero así me amas.

 

Me recostó con cuidado en la cama y se puso sobre mí, sus labios se dirigieron a los míos y sin rodeos, me beso profundamente. Su amor me llego a lo más profundo de mí ser y despertaron en mí, nuevas sensaciones.

 

Cuando dejó mis labios y siguió en mi cuerpo, su lengua rozó el hueso sobresaliente de mi clavícula, arrastrándola suavemente hasta mi barbilla y luego, al punto sensible del lóbulo. Jadeé y me sentí desfallecer, mi poco sentido común se perdió, justo en ese instante.

 

Esa noche me entregué a él por completo.

 

Lo amaba tanto que en ese momento, no me importaba que pasara en el mundo. Si había una guerra, si los gobiernos no se ponían de acuerdo, si el país tenía una crisis, si había un desastre, no importaba, porque yo lo tenía a él, amándome como se debe y demostrándomelo hasta en el alma. Eso me era suficiente. Eso me era, más que suficiente.

FIN DEL FLASHBACK

 

«Él no va a volver y yo debo seguir»

 

Tomando todo de mí, mis sentimientos, mi dolor, mi tristeza y mi amor, salgo del departamento para ir a mi nuevo trabajo, junto a la abuela de mi amado.

 

Le saludo y ella a mí, y después de dos horas aproximadamente, el lugar comienza a llenarse de gente. Me da gusto ver que su comida, comienza a ser apreciada por lo comensales. Su comida merece ser probada por todos al menos una vez en sus vidas.

 

Me encuentro limpiando las mesas que ya se han desocupado y entonces llega más gente.

 

— Este lugar se ve más alegre ahora —dice un chico de no más de 23 años.

— Si, es verdad —lo secunda una chica.

 

Entre ellos hay un chico muy guapo de pelo castaño claro y peinado de casco que llama mi atención,  todos se dirigen a tomar lugar en la que solía ser mi mesa favorita y yo, con un buen servicio me acerco y les sonrío al grupo de cuatro.

 

— ¿Qué pedirá, joven? —le pregunto amablemente al chico que me pareció más serio de todos, Él mira el menú unos segundos y después, su mirada regresa a mí.

— ¿Qué pedirías tú? —su pregunta me toma por sorpresa, pero le sonrío amablemente mientras una frase muy querida sale de mis labios.

— Lo mismo de siempre —digo, bajito—. Enseguida le traigo su orden, señor.

— Taehyung, me llamo Taehyung.

— Enseguida traigo la orden, Taehyung.

— ¿Te gustaría algo de tomar?

— Si, una taza de café no estaría mal.

— Claro —respondo y me sonríe como agradecimiento.

Después le pregunto a sus compañero y finalmente, me dirijo a la cocina, en donde dejo la orden.

 

Que chico tan agradable.

 

Taehyung ve con curiosidad el lugar, lo examina para luego, dirigirse a sus compañeros para hablar como sólo él sabe hacerlo; Como si las palabras se deslizaran con mantequilla por su boca, suavemente, apenas se escucha dentro del ajetreado lugar lleno de gente, pero sus amigos le prestan atención.

 

— Este lugar se ve más radiante por esa persona —explica y apunta a quien los atendió. Todos lo miran como si estuviera loco, no saben a qué se refiere.

— ¿De qué hablas Taehyung? —le pregunta directamente la chica.

— Dijeron que este lugar se veía más alegre —les recordó— la persona que lo vuelve alegre es quien nos atendió.

Los demás se miraron entre ellos, examinando sus expresiones con cuidado y luego le sonrieron a Taehyung al mismo tiempo. Taehyung sabía perfectamente que no les interesaba en lo absoluto, pero su perspectiva diferente le permitía ver lo especial de lo demás y no podía simplemente ignorarlo.

— "Que gusto encontrar a alguien que luce tan diferente" —pensó y sonrío para sí mismo.

— ¡Vaya! ¡Taehyung está sonriendo! ¡Un milagro! —gritó su escandaloso amigo. Taehyung, que por naturaleza era tímido, tomo una servilleta, la hizo bolita y se la aventó a la cara— ¡Oh! ¡Buena puntería! —le halago su amigo y Taehyung bufó, avergonzado.

— Déjalo en paz —lo defendió el mayor de todos los del grupo para luego agregar— Taehyung se puede enamorar de quien quiera.

 

Con eso, su hyung solo se ganó una mirada aterradora por parte de Taehyung, pero todos sonrieron y Taehyung sabía que les gustaba molestar por lo que no le dio mucha importancia, a fin de cuentas, esos siempre habían sido sus amigos.

Una persona curiosa los miraba recargada en la barra, y mientras los veía, pensó que era bueno ver personas unidas de esa forma, si bien no lograba escuchar toda su plática, sus lazos casi estaban dibujados y sus sonrisas los delataban de sobre manera. Se tenían un gran afecto.

 

La Sra. Kim le llamó y le entregó la orden, la tomó en manos y con cuidado, la llevó a la mesa que la pidió. Precisamente la mesa de Taehyung.

 

— Taehyung, ahí viene —le informaron burlones los demás individuos en la mesa.

 

El pobre chico cargando y aguantando su vergüenza, tenía la mirada baja y las mejillas rosadas. Pero eso no solo lo escucharon quienes estaban en  la mesa, cuando quien los atendió estuvo lo suficientemente cerca, el chico le miró todo apenado, temiendo que tanto había escuchado. Y para su mala suerte, que lo acompañaba ese día, su "preocupación" había escuchado lo suficiente.

 

Pero para ésta persona, aún desconocida para Taehyung, al ver la reacción de éste último. Le fue imposible no regalarle una sonrisa que, pensó todo el mundo, era genuina, y así era.

 

Ninguno de los dos jóvenes que se miraban fue consciente en ese momento, sobre cómo se volverían importantes para el otro en un futuro, uno tal vez, no demasiado cercano pero que al fin y al cabo, pasaría.

 

El destino ya lo había escrito desde que sus miradas se encontraron.

 

— Por cierto —se dirigió a Taehyung— me llamo Jungkook, Jeon Jungkook —y luego sonrió— es un gusto… Taehyung… Hyung.

 

Taehyung le respondió la sonrisa de la misma manera, y los dos hicieron una inclinación al mismo tiempo.

 

Sunshine se convirtió en su restaurante favorito.

 

FIN.

Notas finales:

Muchas gracias a quienes se quedaron a leer hasta el final, espero de todo corazón que les haya gustado y espero subir pronto un fic lo suficientemente largo que las/los deje satisfechas. 

No las/los presiono para que me dejen reviews pero sería bonito si lo hacen, eso me motivaría aún más. 

De nuevo, muchas gracias a quienes lo leyeron y nos vemos pronto. 

Cuídense. 


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