Sonrisa de nieve.
Jummyeon sonríe por inercia, el niño se desliza por el almacen con un infantilismo y curiosidad tan única y propia, a la vez, de un niño de diez años.
Los ojos inocentes se distraen fácil, con cada diminuto detalle, tomándo cada segundo para apreciarlos.
Pero, sin duda lo que le llama la atención fue la sección hecha a drede para dar el espiritú navideño de la época. Tornando sus pupilas aún mas brillantes.
Jummyeon bufa por lo bajo, pensando en lo patético qué es; ser obligado (De manera indirecta) por una mini persona, que quizá ni ha mudado todos los dientes de leche.
¿Obligado a qué?
A pasearse discreto por esa sección con la mira aún en el niño, qué es lo suficiente distraido para no ser conciente de ser observado.
El infante queda fascinado con el gran árbol que toma el protagonismo del almácen.
Luces rojas, verdes, amarillas y blancas lo decoran, junto al coro de fondo "Fa la la la", bellos ardonos de variedad yacen en el árbol y la típica estrella en la punta de el.
El niño ingenuo, se coloca de puntillitas y alarga el brazo con la vaga esperanza de alcanzarla, pero apenas y llega a la mitad del árbol, frunce el ceño y abulta su labio inferior haciendo él puchero (Porque para Jummyeon no es un puchero, es él puchero).
Jummyeon se imagina; alargando sólo un poco el brazo para alzanzarle la estrella, qué el pequeño le mire con adoración (Sí, adoración) y ser recíproco de una sonrisa pronunciada con hoyuelos incluidos.
Y... La realidad supera la ficción.
Ya qué al contrario de hoyuelos, recibe la espalda del niño alejandose con un "Hmph" receloso.
Sé bueno con los niños, decían. Son muy lindos, decían. Murmura indignado.
Vuelve colocar en su lugar. Aún con el palpable sentimiento de rechazo.
Rechazado por un niño. Un niño. Qué bajo has caído.
Jummyeon bufa de nuevo, y niega con su cabeza. Eso le ocurría por tratar de hacer su buena acción del año.
Lo intenté y fuiste testigo. Le dice a quién supone que lo juzgará cuando llegué él día.
Se encoge los hombros, disponiendose a irse. Y olvidar a ese insignificante mocoso.
Pero.
Una pequeña melodía (Y daba gracias que no era el Fa la la la que lo tenía harto) le detiene, reojea a lado suyo, y nota al mocoso con una esfera de nieve entre sus dedos y arrescotada a su pecho, cerca de su corazón. Sonriendo emocionado sólo por ella, el paisaje nevado en ella es bizarro por tanta nieve falsa dando vueltas, qué quizás era de lo que gustaba tanto.
La melodía navideña se corta, y al instante se encuentra el niño dandole vueltas a la cuerda, se sienta y apoya su espalda a una de las repisas, moviendo su cabeza al son de la sinfonía con los parpados cerrados.
Jummyeon admira en silencio; al infante abrazando la esfera de nieve, como si ese fuese un preciado regalo. Y a pesar, de estar en invierno, siente absorber su cuerpo la calidez qué emana la dulce escéna.
Y sólo.... Se quedá ahí.
Observando la vaga sonrisa del niño que le rechazó.
Escuchando la canción más trillada de la historia navideña.
Sintiendo su corazón latir pausado y armonioso como el respirar del niño qué se encuentra, ahora, sonriéndole.