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Bajo la luz de la luna por Deka2min

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Notas del fanfic:

;)

Notas del capitulo:

Hola! aqui DeKa con mi primer Fic ~*.*~ 

Espero les guste y le den mucho amor. Esta historia se me ocurrio una noche y la comence a escribir sin parar ajaja

Bueno linda lecura y espero le den una oportunidad... Pliss~

¡Nos leemos abajo!

 

 

[Editado: 17]

¿Qué es vivir? Simple, un estilo de vida que cada quien le da su propio significado. Cada persona decide cómo vivirlo y con quien. En conclusión, el éxito o fracaso de tu vida depende plenamente de ti.

O eso era lo que yo creía.

“Si tu vida es un mar de dudas, avanza paso a paso. El primero es el que más cuesta, pero no te olvides de dar el siguiente. Poco a poco, pero siempre avanzando”

Aquellas palabras las había grabado por siempre, haciéndome imposible de olvidarlas debido a que fueron las que me envió la primera vez que nos conocimos. Cuando no teníamos un pasado ni un futuro; ese momento donde solo nos importaba el presente. 

Aún conservaba en mi memoria el nítido recuerdo cuando éramos dos extraños compartiendo en una mesa, inundándonos de una conversación banal en ese efímero momento, y sonriendo como si la compañía del otro fuera lo que estábamos esperando de esa selecta noche; incubando un sentimiento que en ese momento no tenía ni pies ni cabeza, pero que con el tiempo se iba a volver indispensable para nosotros sin que pudiéramos detenerlo.

Aquel sentimiento que iba más allá del simple placer y que no buscábamos pero llego y, por defecto, no me ha dejado tranquilo desde que nos separamos, e inclusive, se ha hecho más fuerte con la distancia. Sin embargo, la soledad que es tan generosa, —nótese el sarcasmo— me recuerda asiduamente que ya no debo extrañarle ni amarlo, y con mi conciencia me recuerdan que el que nos lastimo y separo, fui solamente yo. Por eso es comprensible que nunca me haya buscado, y si me ha llegado a odiar… lo acepto.

A quien engañas, nunca has sido bueno mintiendo.

Me arrepiento de haber sido un cobarde y no haber luchado por lo que tuvimos. Pero ¿qué más podía hacer? En aquel entonces era una marioneta de mi padre que no tenía voz ni opinión para oponerse a sus caprichosas y egoístas decisiones. Una de esas era casarme con el hijo de una prestigiosa cadena de hoteles que iba en ascenso con un futuro prometedor; eso demostraba cuan avaro podía llegar a ser. No le importaba mi felicidad, siempre pensando en él y sus hoteles y lo frustrante es que yo acepte, ese fue mi error. Dejando a la persona que amaba solo para satisfacer los deseos de mi padre. Sin embargo, todo cambio cuando me entere de la mejor noticia que podía obtener, pero ya era muy tarde. Ya habíamos desaparecido de la vida del otro.

Pero, ¿Cómo olvidar cuando veo al fruto de nuestro amor?

Tres de la mañana y yo me encontraba apoyado en el marco de la ventana mirando hacia la desolada calle. Observando a aquellos escasos autos que aun circulaban ajenos a que alguien los observaba, alguien que por culpa del insomnio no ha podido dormir tranquilo desde que dejo ir su felicidad creyendo que era la decisión correcta.

El vaho de mi respiración hace reflejarme en la ventana, mostrándome cuan demacrado me he vuelto, recordándome lo solo que estoy. Las oscuras manchas bajo mis ojos se han vuelto más espesas y la fatiga del trabajo me atormenta sin piedad.

Pero la vida continua, una vida que yo no elegí; pero tuve que aceptar.

Volví a suspirar, con la intención de quedarme un rato más pero un imperceptible sollozo me hizo girarme en dirección a la cama, sacándome una sonrisa, recordando que tengo algo más importante por lo que pensar y una razón para vivir.

— ¿SunHee? —la tome en mis brazos, observando aquellos somnolientos ojitos que no dejaban de mirarme, como si me estuvieran reprochando por haberla dejado sola— ¿Tampoco puedes dormir? —el brillo de la luna le daba un extravagante resplandor a sus hermosos ojos que eran la copia perfecta de él.

Acurrucándola en mi pecho, le tararee una canción; a los minutos se quedó profundamente dormida. La contemple en un lapso de tiempo, reaccionando cuando una silenciosa lágrima surco de la comisura de mi ojo, deslizándose por mi mejilla, pero la borre rápidamente con el dorso de mi mano antes que cayera en las abultadas mejillas ajenas.

— Bien, papá igual debe dormir —levantando las sabanas, me acosté cuidadosamente teniéndola aún en mis brazos, posicionándola al lado mío— Buenas noches amor — acariciándole su rosada mejilla, le di un beso en su pequeña frente, atrayéndola hacia mi pecho sin ejercer mayor presión, embriagándome de la calidez de su pequeño cuerpo.

SunHee es mi pequeña hija de siete meses. Su piel blanca y suave, y cabello castaño, podría decir que fue lo único que heredo de mí, lo demás es idéntico a su otro padre, o así lo veía yo; nadie podría negar que fuera de nosotros. Me ha traído miles de momentos y experiencias únicas, volviéndose mi pilar para seguir y no desmoronarme.

Si retrocedo un poco en el pasado, lo primero que recuerdo es cuando me entere que se estaba formando una vida dentro de mí, no lo pude creer. Me puse demasiado feliz que las lágrimas no dudaron en escaparse de mis ojos. Pero mi felicidad no duro demasiado cuando la realidad de mi embarazo me golpeo el pecho, y mis lágrimas cambiaron de significado; me encontraba solo disfrutando de esa bendición. Sin embargo, eso no era lo peor, sino, llevarles la noticia a mis padres, decirles que su único hijo estaba embarazado.

“¡No quiero que mi único heredero tenga a un bastardo! Si tienes a ese hijo, escúchame bien TaeMin, ¡te desheredo! Y olvídate que tienes mi sangre corriendo por tus venas. ¡No voy a permitir que denigres a la familia por un momento de calentura con ese tipejo!”

Si, esas fueron las palabras que salieron de su boca acompañadas de una cachetada ¿Cómo un padre podría decirle eso a su único hijo? Bueno, del mío se podría esperar cualquier cosa, pero eso no impidió que aquellas palabras me hirieran más de lo que ya estaba; pero yo no iba a permitir que le hiciera daño a mi bebé. En la madrugada, me fui  con la mentalidad de nunca volver a pisar esa casa, y gracias a la ayuda de mi amigo, pude comprar mi actual apartamento después de un tiempo. Gracias a mi pequeña obtuve el valor de enfrentar a mi padre y demostrarle que ya no era su marioneta y su herencia poco me importaba.

Esa fue la primera decisión que tome por mí mismo, la primera decisión que me hizo sentir orgulloso de mi y todo gracias al pequeño ser que se estaba formando dentro de mí, que me dio el valor de enfrentar a mi padre y terminar con esa marioneta que él creía podía utilizar a su antojo. El dinero no me importaba, solo quería un lugar donde poder ser feliz junto a mi bebé, un lugar donde poder darle un hogar.

Mi hija es y será el motor de mi vida, lo mejor que pude —pudimos— crear, mi razón de vivir. Y los rasgos iguales a los de su otro padre me recuerdan el mal que le estoy haciendo por negarle el derecho de conocerlo. Haciéndome sentir un egoísta al no hacer nada para que ocurra el tan necesario encuentro, y sobre todo, por nunca haberlo buscado y dicho de su existencia, no porque no quiera, sino por ser un cobarde. Pero… no he sabido nada de él en casi dos años, quizás ya debió haber formado una familia y me ha olvidado.

Dios, mis propios pensamientos duelen tanto.

***

En estos momento tenía un gran ajetreo en el departamento, estresante pero inevitable. Hoy iba a dar comienzo a una asociación con la cadena de Hoteles Kwon y me sentía un poco nervioso. Recuerdo que hace un año aproximadamente, tuvo mucho que decirse de esta debido al repentino cambio de nombre y CEO, pero toda información se mantuvo completamente en discreción. Nadie quiso decir que había ocurrido o como y porque se cambiaban de nombre. Lo único que se supo, o supe, fue que hubo un divorcio y la mujer se quedó con todo, posteriormente cambiándolo al nombre actual: “Hoteles Kwon” quizás apellido de dicha mujer. Pero yo no le tome demasiada importancia, después de todo, es habitual que ocurran ese tipo de cosas. Además, en aquel entonces, mi embarazo era mi prioridad.

SunHee jugaba en la cama con su sonajero, observándome atentamente y sonriendo con cada tropezón que daba por la habitación. Sí, soy muy descuidado, por eso cuando aún la tenía en mi vientre, mi madre y mi mejor amigo casi no me dejaban salir a menos que vaya acompañado, ¡ni siquiera podía entrar a la cocina! “es un campo minado para ti” me decía mi madre impidiéndome cocinar. Ella no entendía que solo estaba embarazado, no enfermo o discapacitado.

—Hija —ya estando arreglado, me acerque y me senté frente a ella, tomando un mechón castaño y poniéndolo detrás de su pequeña oreja—, hoy, papá debe ir un par de horas al hotel a firmar un contrato de asociación —le expliqué— y después, pasaremos toda la tarde juntos. Que me dices ¿Te agrada la idea? —La tome, sentándola sobre mis piernas y recibiendo una cándida sonrisa de su parte— tomare eso como un sí, bebé. —Bese su pomposa mejilla.

El sonido del timbre hizo que dejara de abrazar a SunHee y, con ella en mis brazos fuimos a ver quién era; aunque ya sabía. Abrí la puerta y apareció él, la persona a quien le estaré siempre agradecido, que me ha apoyado todo este tiempo sin prejuicios ni reproches: mi mejor amigo.

— ¡SunHee! Hermosa ¿Cómo amaneciste? —sus manos fueron rápidas al quitármela y abrazarla como si no la viese visto en días, siendo que solo ayer estuvo aquí.

—Buenos días, KiBum —dije cuando el silencio apareció, tratando de fingir enojo al ser ignorado, pero estaba sonriendo, sin embargo.

—Buenas, Tae —respondió sin quitar su mirada de SunHee— ¿estás listo? —me dio una rápida mirada antes de volver a ignorarme.

Arquee una ceja, cruzando mis brazos ¿Qué le sucede?

—Sí, desde hace algunos minutos —hice un mohín señalándome, aunque volví a ser ignorado. Bufe—voy por el bolso de SunHee, el folder y nos vamos. Hija, espérame con el tío KiBum –el casto beso que le di a su nariz, provoco que su risa se escuchara por el pasillo, haciéndome sonreír mientras caminaba hacia la habitación.

***

Luego de algunos minutos, nos encontrábamos en el auto rumbo a uno de los Hoteles Lee. SunHee iba atrás en su asiento para bebés mirando por la ventana, y captando mi atención cuando el sonajero de su mano se agitaba cuando se emocionaba por algo que veía; Kibum se encontraba manejando en un silencio insólito en él, y yo en el asiento del copiloto perdido en el paisaje de afuera.

La mañana estaba cálida, y el aire fresco daba indicio que hoy sería un buen día, sin embargo me estaba impacientando y frustrando, algo me estaba incomodando desde esta mañana y juro que trate de mantener la calma e ignorarlo, pero al salir del apartamento y luego de unos diez minutos de estar en el auto, no podía seguir fingiendo demencia.

—Kibum, ¿Qué ocurrió? –Corte el extenso silencio, sobresaltando a KiBum, mirándome unos segundos antes de volver su mirada hacia la calle— eres demasiado predecible, KiBum.

—Tae… –hizo una pausa, el nerviosismo notándose en su voz—esta mañana recibí una llamada –suspiró, frunciendo su entrecejo, debatiéndose internamente—de los Hoteles Kwon.

— ¿Qué ocurrió? ¿Salió algo mal?

— ¡No! Todo resulto bien, mejor de lo que esperábamos. Hice todo como me lo pediste —me dio una rápida mirada y volvió a suspirar, yo estaba que cuestionaba para que me dijera porque lo habían llamado, hasta que hablo— hoy me llamo el secretario de los Kwon, me comento que el presidente fue cambiado hace una semana y que ayer fue completamente oficial o “Legal” y por eso no nos pudieron avisar con anterioridad.

— ¿Y? sabes que eso no es relevante… espera ¡¿no me digas que cancelaste la asociación?! —Sentí como mis ojos se expandían, él no sería capaz de algo así—Ki…

—Dios, Tae, no ¿podrías calmarte y dejarme terminar? —asentí, no muy seguro, pero le permití seguir hablando—primero; no ocurrió ni salió algo mal de acuerdo a nuestros planes, segundo; la asociación va muy avanzada como para que yo, el “vice”, pudiera cancelar tan importante negocio, y tercero; –su ceño se frunció levemente, deteniéndose por el semáforo en rojo, girándose para mirarme—Tae, antes que lleguemos creo que es mejor que lo sepas. Sobre el nuevo presidente, él es…

La bocina de un auto nos sobresaltó, haciendo fruncir el ceño de KiBum y tirar una maldición cuando nos dimos cuenta que el semáforo ya había cambiado. Aun refunfuñando, KiBum volvió a poner en marcha el auto, y cuando quería preguntarle sobre que me quería decir, mi celular sonó.

—Habla TaeMin… –una pausa mientras escuchaba a mi secretaria decirme que ya habían llegado— Esta bien, en dos minutos estaré ahí. Dayan, llévelos a la sala de conferencias y dígales que voy en camino. –una respuesta afirmativa de su parte y colgué.

— ¿Alguna novedad? –aunque trato de ocultarlo, pude notar ese leve nerviosismo en su voz, y aunque el auto ya estaba estacionado frente al hotel, seguía mirando hacia la calle y con las manos en el volante.

—Dayan, me dijo que ya habían llegado. —respondí mientras me observaba en el retrovisor, acomodando mi corbata. Por ahora decidí ignorar lo que tendría por decirme KiBum y enfocarme en la reunión—Te espero arriba, puedes llevar a SunHee ¿cierto? —Asintió—gracias.

Estaba saliendo del auto cuando su mano tomo mi brazo, deteniéndome y haciéndome girar en su dirección.

—Tae, creo que es necesario que sepas que…

—KiBum, voy atrasado ¿hablamos después, si? —su mano me soltó y salí del auto. Tome el folder de la guantera y le di una rápida mirada, después mire a SunHee—hija, nos vemos en unos minutos, el tío KiBum te llevara arriba —una sonrisa curvo sus labios, balbuceando algo que por ahora era ininteligible para mí.

—Tae…

–Hey, ya me dijiste que no había ocurrido nada y que todo iba mejor de lo esperado. Confió en que hiciste un buen trabajo —le mostré el folder—no te desvalores, por algo eres el “Vice” —le sonreí, esperando calmar su nerviosismo.

—P-pero…

— ¡Voy primero! —me gire, dando por terminada la conversación y entrando en el hotel.

Confiaba en él y en el buen trabajo que hacia reemplazándome cuando yo salía del país por negocios, por algo era el segundo a cargo y sabía perfectamente el buen trabajo que realizaba, y este trabajo que tuvo a su cargo no iba a ser la excepción.

El que hayan cambiado al presidente no afectaba en nada, después de todo el negocio ya se encontraba en su última fase y supongo que el nuevo CEO ya debe estar al tanto de cómo va este contrato y el motivo de esta reunión.

Nada malo podría suceder, o eso creía.

Al caminar por el Hall principal, la recepcionista me saludo con una venia y un cordial saludo que respondí con un sutil asentimiento para después dirigirme hacia los ascensores. Mientras esperaba a que las puertas se abrieran, un extraño sentimiento de intranquilidad hizo estremecer mi cuerpo, poniéndome nervioso. No era mi primera vez cerrando un negocio de este tipo, pero al momento de entrar en la cabina del elevador sentí como un nudo en mi estómago se formaba, pero decidí ignorarlo cuando presione el botón con el N°15, piso donde se encontraba la sala de conferencias. Antes de que las puertas se cerraran completamente, creí haber escuchado una voz, o quizás solo fue mi imaginación.

Me mire en uno de los espejos y arregle mi corbata —aunque no era necesario—con mi mano cepille mis cabellos hacia atrás y repase mentalmente mi monologo; todo tenía que ser perfecto. La primera impresión es la más importante.

Las puertas se abrieron con aquel característico sonido avisando que había llegado al piso, y me baje. Camine por el pasillo cubierto de alfombra roja, recibiendo el saludo de algunos empleados hasta que me detuve fuera de la puerta grisácea. Escuchando voces inentendibles que eran amortiguadas por la puerta pero que se callaron cuando abrí esta. Ante mi aparecieron dos hombres en traje que me miraron unos segundos y después hicieron una leve inclinación, y supuse que uno debía ser el nuevo presidente que me comento KiBum.

—Buenos días, presidente Lee TaeMin —dijeron acorde al momento de terminar su venia.

—Buenos días –me limite a responder, dándoles un asentimiento— Bien, ¿comenzamos?

Hice el ademan de indicarles tomar posición en la mesa que se encontraba en el centro de la sala, pero fui interrumpido con una respuesta que no esperaba.

—Lo siento, pero… —ambos se dieron una mirada y el joven de cabello azabache dio un suspiro antes de continuar—nuestro presidente se ha retrasado, sin embargo viene en camino.

¿Aún no ha llegado?

— ¿Y sabe cuánto se va a demorar? —Pregunte, mirando el reloj de mi muñeca—no podemos espe…

— ¡Lo siento por el atraso!  

Una voz ajena resonó por el lugar, captando la atención de todos y aliviando los tensos rostros de los dos jóvenes frente a mí, sin embargo no me pude girar y el nudo de mi estómago que había estado ignorando, creció increíblemente porque yo…

Yo conocía esa voz.

Sentí como mi sangre se disparaba por mis arterias, provocando que los latidos de mi corazón retumbaran en mi pecho como pequeños golpes de calor, el nudo de mi corbata se sentía asfixiante, sofocándome; y un gran estremecimiento sacudió todo mi cuerpo cuando pasos ajenos a nosotros tres hicieron eco sobre el suelo y se detuvieron a escasos centímetros de mí. Todo mi control de no girarme y seguir como una maldita estatua, se fue a la mierda cuando sentí su acompasada y conocida respiración llegar hasta mis oídos.

 Y me gire. Encontrándome con el rostro ajeno, haciéndoseme imposible no grabar en mi retina cada facción y rasgo nuevo que pudo haber adquirido en todo este tiempo que no nos habíamos visto. No podía salir de mi asombro, y él se veía tan sereno que me sentí por un momento estúpido al darme cuenta que era el único sorprendido con este reencuentro.

—Mi-MinHo —dije cuando logre tomar el control de mi cuerpo— P-pero como, tú, ¿Qué haces aquí?

—TaeMin —sus comisuras se curvaron en una sonrisa, y sus ojos no se apartaron de los míos haciéndome sentir nervioso— ¿No lo sabes? Creí que mi secretario te había llamado hoy en la mañana avisando que soy el presidente de los hoteles Kwon. —su mirada se apartó de la mía, observando por sobre mi hombro— Lo hiciste, cierto ¿DaeHyun?

—Por supuesto, señor.

Y solo eso hizo funcionar los engranajes de mi cerebro. Ahora comprendía la extraña actitud que tenía esta mañana, sus silencios y por qué evitaba mi mirada. Solo recién pude adivinar qué era eso que lo tenía tan nervioso y aquello que me quería decir, y que solo termine ignorando creyendo que era algo relacionado con la asociación y a esa repentina inseguridad que KiBum nunca ha poseído. Pero cuan ajeno me encontraba al verdadero motivo. Ahora todo estaba en su lugar, lo que KiBum quería advertirme era que MinHo era el presidente del hotel con el cual se cerraría la última fase del contrato de asociación.

¡Maldición!  

— ¡Tae!

Una nueva voz sonó por el lugar, haciéndonos voltear hacia la puerta donde un agitado KiBum se encontraba con SunHee entre sus brazos; la preocupación era palpable en su rostro y su estupefacta mirada no dejaba de pasarla de MinHo hacia mí. Logrando captar la atención de MinHo, y yo rogué porque este no se gire pero ocurrió todo lo contrario.

—¿KiBum? ¡Oh, KiBum! —Su sonrisa apareció, acercándose hacia él—tanto tiempo ¿cómo has estado? –boqueo dándome una rápida mirada, y antes que pudiera responder, algo más capto la atención de MinHo—Oh ¿Quién es la pequeña? ¿Tu hija?

Todo se acabó.

—Min-MinHo… H-Hola, tanto tiempo —una titubeante y nerviosa sonrisa apareció en los labios de mi amigo—Yo, si… sí, he estoy bien. ¿Ella? Pues, —sus ojos volvieron a mí, buscando una respuesta, y yo negué discretamente dándole a entender que si decía algo, le arruinaba ese rostro del cual estaba tan orgulloso— ¡No!

Me golpee mentalmente en la frente. Casi podía ver las gotitas de sudor correr por su frente cuando MinHo volvió a hablar.

— ¿No? entonces ella no es…

—Si lo es —lo interrumpió, soltando un suspiro— Ella… si es mi hija.

Sentí una pequeña punzada en mi pecho al oírle decir eso; había negado a mi propia hija y metido a mi amigo en una situación que no le correspondía llevar. Pero simplemente no me encontraba preparado para afrontar este momento: que MinHo haya vuelto a aparecer tan abruptamente en mi vida. No podía decirle: “Hola, te presento a SunHee, nuestra hija” ¡No!

—Hola pequeña —se inclinó hasta su altura, logrando así que ambos pares de ojos se encontraran por primera vez. Mirándose fijamente por unos segundos hasta que luego de acariciarle su cabello, volvió a hablar—eres preciosa…

— ¡Bien! —Exclamé, atrayendo la atención de todos— Min… Señor Choi Minho, debemos comenzar la reunión, estamos atrasados.

—Tienes razón, —volvió a mirar a SunHee y le acaricio su cabello—cuídate pequeña, fue un gusto conocerte —se incorporó, dirigiéndose ahora a KiBum— Felicidades, tienes una hermosa hija.

Concluyo con una sonrisa y se giró hacia mi dirección, caminando, y cuando paso al lado mío entrando a la sala, la leve estela de su perfume inundo mis fosas nasales, alojando un leve cosquilleo en mi estómago. Su perfume era el mismo de siempre; suave y varonil, como él.

Sacudiendo mis pensamientos mire hacia KiBum y note el desconcierto en su rostro y como su mirada vagaba en algún punto del suelo. Lo comprendía, hasta yo me había quedado así por la incómoda situación que tuve que pasar hace algunos momentos, pero sabía que el motivo de ambos era diferente; el mío por MinHo y el de él, por su repentina paternidad.

Decidí acercarme pero me detuve cuando mi pequeña hija arrugo su pequeña frente y comenzó a gimotear, poniendo alerta a mis sentidos porque sabía que cuando estiro sus pequeños brazos como si intentara alcanzar a algo o alguien, ese claramente no era yo, porque sus ojos no estaban enfocados en mí, sino en algo ubicado detrás de mí. Cuando sintió que KiBum no la soltaba, sus sollozos se volvieron en llanto, atrayendo la atención de algunas personas que nos miraron desaprobatoriamente y, sin prénsalo mas, tome a KiBum del brazo y lo atraje hasta entrar en la sala, cerrando la puerta detrás de nosotros; posicionándonos en una esquina.

—SunHee, —susurre, llamando su atención—hija, ¿qué ocurre? —estiro sus bracitos hacia mí y la tome, escondiéndose en la curvatura de mi cuello sin dejar de llorar—amor, no llores, papá debe trabajar.

Intentaba mantener mi tono bajo y suave para lograr calmarla y para que las tres personas que ya tenía instaladas en la mesa, especialmente MinHo, no me oyeran; pero SunHee no me haría las cosas tan fáciles.

—Joven Lee, —interrumpió una voz ajena, sobresaltándome, cuando me gire vi que era el joven de cabello azabache— disculpe. En un par de horas, nuestro presidente tiene programada otra asociación. —Explico— ¿Podríamos comenzar?

—Y-Yo, lo siento. Enseguida voy —asintió leve y luego de una venia, volvió a la mesa, inclinándose para susurrándole a Minho mi respuesta— KiBum, ¿puedes quedarte con SunHee? Necesito ir. KiBum…

— ¿Eh? ¡Ah, sí, claro! Ve, yo me encargo de ella —sin embargo el fuerte agarre de mi hija en mi camisa me impidió entregársela y aquello no pasó desapercibido para él—Tae, no quiere.

El cándido mohín de sus labios y el tono melancólico de sus palabras me hizo suspirar y mirar a ese par de ojos que me miraban fijamente, como si me estuvieran reprochando sobre algo que no lograba comprender. En sus espesas pestañas aun pendían pequeñas gotas de sus lágrimas, que limpie suavemente con mis dedos, acariciando su suave mejilla antes de volver a hablar.

—Solo por esta vez voy a tener que hacerlo como la señorita quiere —y al parecer ella comprendió, porque se acurruco más en mi pecho y en sus labios apareció la pequeña sombra de una sonrisa.

Sonreí para mí. Aquellas rabietas me recordaban lo terca que se ponía a sus cortos meses. Una característica que había heredado del hombre que se encontraba a pocos metros de nosotros, sentado en aquella mesa a la que me dirigía para comenzar la reunión.

Sosteniendo a SunHee con un brazo, abrí la silla y me senté. Me quedaron mirando por unos segundos, pero ninguno dijo nada por la presencia de la pequeña bebé que había dejado de llorar, quedando solo los vestigios de sus lágrimas en sus sonrosadas mejillas. Cuando KiBum llego a mi lado, dimos por entendido que podríamos comenzar; y así fue.

Podría decir que la reunión ocurrió sin ningún problema y pude sobrellevarla las horas que duro, pero estaría mintiendo. Mi mirada más de una vez se posó en MinHo, quien no me hacía nada fácil la terea de no mirarlo si se encontraba frente a mí y me hablaba de cosas que en ese momento no podía comprender, no porque no supiera, sino porque me encontraba nervioso. Sentí un poco de envidia que él se viera tan sereno, como si nunca nos viésemos conocido y solo fuéramos unos desconocidos que estaban asociando sus hoteles, aunque en realidad era así, excepto la parte de que éramos ajenos al otro. Pero al parecer, para MinHo, eso era en lo que nos habíamos convertido.

Sin embargo, a pesar del revuelto de emociones que se habían alojado en mi estómago, recordé mis responsabilidades, y este momento no se trataba de mi vida personal, sino de un negocio que beneficiaría a los hoteles… calle mis pensamientos, estaba pensando igual que ese hombre. Decidí no involucrar mis sentimientos manteniéndoles cayados, y así logre sobrellevar las horas que duró la asociación.

Cuando habíamos llegado al final, y yo me encontraba por firmar el contrato, la vigorosa risa de SunHee me interrumpió, haciéndome poner tenso ya que en todo momento se había mantenido en silencio. Le di una rápida mirada a KiBum quien solo se encogió de hombros y, después de soltar un suspiro, rodo los ojos indicándome que vea algo, y lo hice.

MinHo.

Mi corazón se aceleró y mi cuerpo se estremeció provocando que las emociones que había mantenido contenidas en mi estómago, explotaran por todo mi sistema. Las morisquetas de su rostro y los mohines que hacía con sus manos, me entibiaron el pecho y este aumento cuando eran respondidas con la hermosa risa de mi hija que volvió a hacer presencia, inundado el lugar de ella. No pude evitar sonreír, por supuesto, sin que él se diera cuenta.

—Señor Choi —hable una vez que había terminado de firmar mi parte del contrato, él carraspeo, dejando de jugar con SunHee, dándome a entender que tenía toda su atención—hemos dando por finalizado el consenso de ambas partes. Yo he acabado con la mía, ahora solo falta la de usted. —le pase el folder con el contrato que yo ya había firmado. Ante la atenta mirada de él, me levante de la silla—Ahora, si me disculpan, me retiro. Si al leer nuevamente el contrato, tiene alguna duda, KiBum puede responderlas –lo señale—Un gusto comenzar con esta asociación Sr. Choi, estoy seguro que nos traerá más de un beneficio. Buenos días.

Una leve venia de mi parte, y me aleje de la mesa con camino hacia la puerta. Sentí que con cada paso que queda, las piernas se me volvían más inestables y mi corazón no disminuía su pulso, enviando sangre directo a mis mejillas, porque las sentía hirviendo, recordándome a antaño cuando me sonrojaba por cualquier cosa, especialmente cuando él era el involucrado. Al parecer mi cuerpo aun recordaba lo que se sentía el estar cerca de él.

Sin embargo, esto me superaba. Me sentía sofocado. Necesitaba aire.

Cuando cerré la puerta detrás de mí, y apenas había dado unos dos pasos, esta se volvió a abrir, haciéndome girar y siendo su rostro lo primero que mis ojos enfocaron.

— ¡Taemin! Oh dios, creí que ya te habías ido. Te acompaño.

—Y-Yo… Pero, el contrato…

—Ya lo he firmado. Igual debo salir así que, salgamos juntos.

Y parece que aun recordaba la manera de persuadirme, porque su sonrisa apareció y yo ¿Cómo podría negarme ante tan potente arma? Pero no podía permitirlo, no podía comenzar a albergar falsas esperanzas. Para ninguno.

—Lo siento, creo que no es buena idea —hice un nuevo asentimiento, y sin esperar respuesta salí de ahí tan rápido como mis pies y el peso de SunHee entre mis brazos me lo permitían.

Mientras menos contacto tuviéramos, era lo mejor para ambos, ya que no habría cuestionamientos ni respuestas vacías sin fundamentos tangibles. Sin embargo, no puedo negar que el volverlo a ver me había extasiado. Y pensar que hace no mucho me preguntaba donde se encontraría y que estaba haciendo, ahora tenía mi respuesta: era el presidente de los hoteles Kwon pero, ¿Por qué? Los hoteles que le pertenecían a sus padres no llevaban ese nombre y menos recordaba algún asociado con ese apellido, a menos que… Y en ese momento mi cerebro me dio la respuesta, una que me hizo estremecer por las emociones que hace tiempo no sentía.

Celos. Arrepentimiento. Envidia. Soledad.   

Pero no duraron mucho cuando recordé que quien soy yo para interponerme en su vida. Quien era yo para interponerme en su familia. Nada. Éramos absolutamente nada. Yo era nada.

No me había dado cuenta que ya me encontraba esperando el elevador hasta que las palabras de alguien me hicieron volver de mis pensamientos. Me gire en su dirección, observándonos, sentía que podía leer lo que pensaba.

— ¿Es tu hija, cierto? –mis ojos se abrieron desmesuradamente, aquello no me lo esperaba y por eso boquee algunos segundo antes de responder pero ¿Qué le diría? definitivamente no podía mentir y menos involucrar a KiBum en algo que a mí me correspondía. Teniendo eso en mente, respondí.

—Sí —suspire mirando a SunHee— es mi hija.

Mi voz sonó tan débil que temí que no haya escuchado, porque no sabía si me sentía capaz de volver a repetirlo porque, bueno, él igual era su padre. Además no podría volver a negar a mi hija, ya lo hice una vez y no se sintió bien.

—Lo supuse —su sonrisa volvió a parecer, mirando a SunHee para después verme a mí —adquirió tus delicados rasgos, tu cabello, el color de tu piel, —el tono de su voz fue disminuyendo junto con su sonrisa—Tae, y-yo…

Si pudieras ver más allá, te darías cuenta que heredo más rasgos tuyos que míos. Y aquellos fueron los que me hicieron difícil la tarea de olvidarte en todo este tiempo.

—SunHee, —hable cuando el silencio incomodo había aparecido, ella solo me miraba, su labio inferior apresado entre sus dientes—papá ya ha terminado por hoy, así que tendremos toda la tarde para nosotros.

Su sonrisa volvió a parecer, al parecer había comprendido mis palabras o quizás solo se guiaba por el tono de mi voz, lo que sea que haya sido, me había ayudado para dejar atrás la incómoda conversación con MinHo. No quería hablar. Eso solo significaría abrir viejas heridas que aun, para mí, se encontraban intactas, y yo ya no quería seguir sintiéndolas. Sabía que estaba siendo un cobarde por estar desaprovechando esta oportunidad de decirle que esta niña era también su hija, era lo que más deseaba, pero ¿Cómo comenzar? ¿Simplemente decirle y ya? ¿Seriamos felices para toda la vida y olvidaríamos todo el daño que nos habíamos hecho? Claramente no sería así. Aquello solo ocurriría en los cuentos que cada noche le contaba a SunHee cuando no quería dormirse. Todo esto me tenía bloqueado. Había imaginado tantas veces como seria cuando lo volviera a ver y en esa fantasía podía hablarle con todo la verdad, pero nada era más difícil cuando esta se volvía realidad. Por ahora, no quería hablar de lo que alguna vez tuvimos.

No quiero que sufras de nuevo, si es que lo hiciste cuando nos separamos.

Él solo suspiro, como si quisiera hacer notar que igual se encontraba ahí.

—TaeMin —su voz sonó como antaño, cuando yo lo ignoraba porque me había enojado con él, pero esta vez no era por ese motivo—Tú ¿Eres feliz?

El rápido pestañeo de mis ojos apareció, como si solo así pudiera comprender aquella pregunta que me tomo por sorpresa. ¿Qué significaba aquello? ¿Sería correcto responder que sí? Aunque aquello no sería completamente cierto; o no, que ciertamente era lo más cerca de la verdad. Pero ¿Qué pasaría con la respuesta que le dijera? Quizás el me hablaría de cómo le había ido en su vida, de lo feliz que era actualmente y que había podido avanzar y comenzar a tener una familia, mientras yo, seguía estancado en el pasado, lamentándome por mis acciones sin poder volver a enamorarme porque el único hombre que había amado era él.

—N-no… no digas tonterías.

—No son tonterías —y por su tono de voz, era obvio que no lo eran, y yo me perdí en sus osciles negros—Quiero, no, necesito saberlo, TaeMin.

— ¿Por qué?

—Solo, respóndeme.

— ¿Cómo no serlo? —Al mirar a mi hija, había obtenido mi respuesta—ella me ha dado toda la felicidad que necesito, es… —o eso creía.

Mi voz tembló en las últimas palabras, apagándose, y no había comprendido por qué hasta que sentí tibio en una de mis mejillas; una lagrima había dejado su huella, recorriendo mi titubeante mandíbula hasta desaparecer, dándole paso a las siguientes.

¿Porque mi hija no había sido suficiente para darme felicidad? ¿Por qué a pesar que era el regalo más valioso que tenía aun sentía que algo estaba incompleto en nuestras vidas? Claro, la verdadera respuesta está frente a mí, mirándome desconcertado.

Dios, MinHo, me faltas tú para que pueda ser completamente feliz, pero cómo decírtelo cuando lo único que hice fue hacerte sufrir. Desaparecí de tu vida solo dejándote un papel como excusa, con las palabras más vacías que alguna vez hube escrito “Lo siento, debemos terminar. Gracias por estos cuatro años. Cuídate”

— ¿T-TaeMin? —Su mano acercándose a mi rostro— ¿Estas bien…?

Quería sentir su mano, recordar su cálido tacto, dejarme consolar por sus brazos como en aquel tiempo, pero los balbuceos de SunHee aparecieron, interrumpiéndonos, avisando que ella igual se encontraba ahí y que no la ignoráramos. Si, algo más que había adquirido del hombre frente a nosotros.

—Lo siento —con el dorso de mi mano arrastre las ultimas lagrimas que habían caído— yo… no es nada, solo es alergia —estaba seguro que mi respuesta no lo había convencido, sin embargo agradecí que no siguiera insistiendo.

— ¿Aún no puede hablar? —hablo cuando supo que yo no lo haría, cambiando el tema.

—Aun no, pero pronto debería comenzar a decir silabas. Aunque ya ha comenzado a hacer fonemas, como hace unos momentos.

Justo en ese momento el sonido del elevador apareció, abriendo sus puertas. Dios ¿Por qué se había demorado tanto? Pareció como si viese sido una hora. Nos miramos pero yo no sabía que más decir.

—Creo que, aquí nos despedimos. —Asentí—No quiero incomodarte subiendo en el mismo ascensor.

—E-eso…

—Fue bueno volver a verte y saber que eres feliz. Cuídate Taemin, y también a tu hermosa hija.

Retrocedió un paso y se dio la vuelta pero, SunHee lo tomo con su escasa fuerza haciendo que MinHo se detuviera al instante y yo me sorprendiera por la osadía de mi hija.

— ¿Qué ocurre? –Pregunto, mirando por encima de su hombro.

–P…brrrPa… —balbuceo—P…

— ¿SunHee? —La mire atónito—hija, suelta a MinHo o si no el ascensor nos va a dejar —aunque eso era de lo que menos estaba preocupado en estos momentos. Le tome su pequeña muñeca y frunció sus finas cejas, apretando su agarre—SunHee, hija suelta a…

—Pab…Pa…Papa

Papá.

*

*

*

 

Notas finales:

Ohh! SunHee asi se hace, es mas valiente que Taemin n.n

¿Y que les parecio? D: si no les gusto diganme y lo cierro (aunque no quiero T.T) todo depende de ustedes.

¡Besos y abrazos apretados!


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