Sleepless night.
Parado ahí frente a la ventana observando quizá nieve imaginaría. Tom reía sin gracia dejando consumir el cigarrillo entre sus dedos.
No había espíritu festivo, ni chimenea crepitando al fondo. No luces de colores ni regalos sorpresa, olvidadas hace mucho estaban las ganas, todo ahora era tan triste, tan gris. Odiaba saberse tan poco entusiasta. Ellos desde hace mucho no tenían una navidad, una decente.
Las festividades navideñas ya no eran nada especiales, ni motivo de júbilo. Dolían las hojas marcadas en el calendario, no por el árbol ausente, ni por los villancicos silentes; dolía porque no era más que una fecha cualquiera.
Y hoy en la víspera añoraba tantas cosas…
Las galletas que la abuela horneaba, la premura con la que su madre preparaba todo. Extrañaba todo, incluidas las ganas con las que él ayudaba a Bill a decorar la casa…
Bill…
Bill, no era ni la sombra de aquel mocoso que lo hostigaba meses antes con el tema. Aquel que le preparaba una sorpresa aunque él no le pidiera nada. Los presentes que ambos desearan y que les costaran no sólo algunos euros habían cambiado, ya no había “Lo que cuenta es la intención.”
Esa noche, él tenía esos caros brazaletes Cartier en la cómoda junto a su cama, pero eran eso; simples trozos de metal fundido sin significado alguno. Tal vez había cedido a la tentación de comprarle algo, pero era eso o definitivamente perder toda esperanza y lazo que lo uniera a sus “yo” del pasado.
Pronto manos frías se colaron bajo su delgada camisa, un susurro erizó su piel y sus ojos escocieron al reconocer el significado de las palabras.
“Feliz navidad Tom.”
Girando sobre su eje, encontró a su hermano menor, con un simple gorro rojo en la cabeza, tiritando de frío, con la sonrisa congelada y un moño dorado en el pecho, ahí justo arriba donde está el corazón. Notó también que la habitación estaba fría, su gemelo habría ajustado el termostato del aire acondicionado para esto (lo que fuera) que tenía en mente.
-Gasté mucho dinero en esas estúpidas joyas como para que mi único regalo seas tú con un moño.
-Creo que podría hacer que cambies de opinión.- Paseando las manos por su cuerpo, le tomó desprevenido dando un fuerte pellizco a su nalga derecha, poniendo esa cara inocente que era todo menos eso.-
-¿Quieres pasar navidad entre mis piernas no?- Era eso, Bill deseando sexo, sexo navideño que no le disgustaba, pero que no le compensaba la nostalgia de la fecha.-
-Podrá no haber una decoración en casa, faltar la nieve y la cena familiar. Pero para mí, estar contigo a diario convierte mis días en eso, en una navidad eterna donde decir “Te amo” es el mejor regalo que puedo recibir de ti.
Las palabras sonaban coherentes para su corazón de algún modo…
Porque navidad era estar con tus seres amados y compartir momentos juntos, él estaba con Bill compartiendo su vida y algo más, algo que ni la nieve, ni la fecha podrían cambiar.