Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El repartidor por Deidara Sempaii

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen a mi sino a Kishimoto  ;)

Notas del capitulo: Este fic lo tenia guardado hace, ehem... desde marzo (espero no ser la unica que hace eso =.=)
En fin, espero les guste. :D
Como dije antes, es un itadei y en otras parte tambien habra sasunaru.
 
 

Kurotsuchi, una joven de cabello corto oscuro abrió la pequeña puerta que dividía el mesón del lado de las mesas.

-¡Deidara! Me voy ¿puedes empaquetar las pizzas? – Dejo un pequeño tubito- Aquí está el hilo.

-¿Por qué debo hacerlo yo? – Se quejó, rascándose la cabeza, pero como lo esperaba la otra ya se había ido. - Ya voy… -Murmuro, encaminándose hacia el mesón y tomando el hilo para comenzar a empaquetar.

Se supone que soy un simple repartidor, sin embargo me mandan a envolver los pedidos, solo falta que me hagan cocinar. Aunque debo decir que una vez lo hicieron. Y de vez en cuando ayudo a limpiar.

Eso no me molesta, pues es mi trabajo, lo que me fastidia es que luego mis padres digan que no hago nada.

El rubio termino de apilar las tres cajas de pizzas. Reviso que sobre ellas estaba la dirección a la cual debía ir. Luego de leerla la estrujo, y la lanzo al cesto de basura.

-No la necesito. Sé dónde queda. – Salió de la rotisería y sujeto las apiladas cajas en la bicicleta.

No le llevo más de tres minutos recorrer esas… 5 cuadras. Al llegar bajo y suspiro los más pesadamente que pudo y con desgano toco la puerta. Revoleo los ojos al ver que se tardaba.

Golpeo la puerta con la punta de su zapato, y de pronto vio como la perilla se movió, dejando ver al sujeto delante de él. A ese sujeto.

-Deidara… - Esbozo una sonrisa. El rubio lo miro con desagrado.

-Toma.- Se limitó a mover su brazo.

-¿Cuánto es?

-$100, como todos los días.

-¿Otra vez de mal humor, Deidara?

-Ver tu cara me pone de mal humor, Itachi.

El Uchiha suspiro resignado y busco dinero en su billetera. Deidara impaciente, chisto la lengua.

-Ni siquiera sé porque pagas.- Se cruzó de brazos.

-El que mi padre sea el dueño no quiere decir que deba tenerlo gratis. No me gusta esa idea.

-¡Solo quieres llamar la atención!

-Como digas... – Contesto.

Deidara recibió el dinero y se marchó.

 

 

El negocio habitualmente cerraba 23:30hs. Pero esta vez, lo harían un poco más temprano, a las 20:00hs. Sin saber el porqué, Deidara aliviado, tomo su bolso y fue directo a su casa. Llego y se recostó, más bien se lanzó, sobre el sofá.

-¿Dónde está Naruto?- Pregunto a su madre que entraba por la puerta.

-Está en casa de Sasuke.

-¿Quieres que valla a buscarlo?-Echo la cabeza hacia atrás- Es de noche y puede ser peligroso.

-No te preocupes.- Sonrió.- Viene junto con  Sasuke

-¿Sasuke?- Arqueo una ceja.-Pero luego habrá que llevarlo a él ¿no?

La mujer rio, mientras dejaba las bolsas sobre la mesada.- Me refiero que viene con los Uchiha. A cenar.

-¿Cenar?- Pregunto, luego se levantó de golpe.- ¡¿Cenar?! ¿Por qué, mama?, vendrá ese… ese…- Hizo gestos con las manos.

-Vendrá Itachi. Ese niño es un encanto.- Rio.

-¡Pf… encanto! Claro… ¡y no es un niño, mama! - Se cruzó de brazos.

-¿Dijiste algo, amor?- Se asomó la mujer desde la cocina. El rubio bufo.

-Nada…

-Hm, bueno.- Miro el reloj de pared.- Vendrán en un rato… asi que ve a bañarte ¡rápido! - Le lanzo una toalla.

Sin protestar, se metió a duchar en agua muy fría.

 

 

 

Mientras esperaba que llegaran los “invitados”, aprovecho para recostarse otro pequeño rato, en el sofá. Al cabo de un rato, el timbre sonó y Deidara se levantó, no sin antes refunfuñar.

-Buenas noches.- Sonrió cálidamente Mikoto.

Madre de ambos niños engreídos, y esposa de otro amargado más. Es la única que cae bien.- Pensó.

Detrás de ella estaban los dos hermanos y a su lado su esposo, Fugaku.

-¡Deidara, cariño! Ve a poner la mesa. Ya está lista la cena.- Sonrió Kushina con su más típica sonrisa.

Deidara estaba poniendo las cosas sobre la mesa para cenar. Cuando con el rabillo del ojo vio como Itachi se acercaba a Kushina.

-Ahora quiere robarse a mi madre.- Pensó. – Simulo recoger la sal solo para oír que le decía.

-Traje algo para usted, señora Kushina.

-¿Eh..? ¿De veras?- Sonrió la pelirroja.

Itachi saco una bolsa, con un moño.

-Este es para usted.

La mujer saco una pequeña cadenita dorada con la inicial “k”, la cual estaba llena de pequeñas y delicadas piedritas.

-¡Es precioso, Itachi! – La inspecciono con cuidado.- ¡No te hubieras molestado!

-No es nada.- Sonrió. Luego, saco otra bolsita.- Y esta es para Deidara.

-¿Hm? ¿Deidara?- Husmeo en la bolsa.

El rubio engrandeció sus ojos, y volteo rápidamente, ocasionando que, accidentalmente, cayera el tarro de sal, el cual se desparramo por el piso sin problema.

Tanto Itachi  como Kushina giraron en torno a ese ruido.

De inmediato Deidara se agacho a recogerlo. Y sin querer sus mejillas se sonrojaron.

-Deidara, ¿quieres que te ayude? – el pelinegro se acercó y se puso a la altura del ojiazul.

-No, está bien.- Se levantó torpemente y echo lo que restaba en el cesto de basura. Luego de dejar la mesa lista (tan rápido como pudo) se dirigió al balcón, el cual daba la vista a la calle. Dejando que la puerta se cerrara detrás de él.

Cerró sus ojos e inspiro el aire fresco de la noche. Estaba cansado, lo único que quería hacer era echarse en la cama. Ahora. Así como estaba, con ropa y todo.

De pronto se oyó el sonido de la puerta abrirse, escuchándose unos pasos acercarse a él. Deidara lo miro por encima del hombro.

-Dijo tu madre que no seas mañoso y que entres.- Pareció haber una pequeña burla en su sonrisa.

El rubio lo ignoro.

Son sigilo Itachi se acercó hasta él y apoyo sus brazos cruzados sobre el balcón. Deidara lo miro con desdén y se dirigió hacia la puerta. A los pocos pasos el pelinegro lo sujeto del brazo.

-¿A dónde vas?

El otro no lo miro.

-Mi mama me llama ¿no?

-No te hagas.

-¿Hacer, que? – frunció el entrecejo.

-Te molesto.

-¿Y? ¿Eso no es novedad, o si? Te lo he dicho todo el tiempo. Me molestas.

Itachi lo obligo a voltear.

-¿Por qué?- Deidara no respondió, simplemente atino a soltarse del agarre, pero el moreno lo atrajo bruscamente, provocando que sus rostros estuvieran lo suficientemente cerca como para sentir la respiración del otro.- ¿Por qué?- volvió a preguntar.

-¿Q-que haces? ¡Suéltame idiota! - Se zafó. Y por alguna extraña razón sus mejillas y su cuerpo entero, se acaloraron.

Notas finales:

¡Nos vemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).