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La única carta por Hon no inku to tsuki no hana

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Notas del capitulo:

hiiiiiii

bueno, primero de todo, Feliz año nuevo!!!!

siento no haber actualizado desde hace mucho tiempo!!!

pero aquí va un one-shot de una pareja no muy conocida como disculpas!!

espero que os guste.

aquí mi pagina de facebook:

https://www.facebook.com/Hon-no-inku-to-tsuki-no-hana-420147944835116/?ref=hl

 

 

 

Se escuchaban los pasos desde las escaleras, acercándose en dirección de esa habitación para luego entrar, sentarse delante del escritorio y leer la última y única carta de la persona que mas ama:

< Seguramente lo siguiente que leerás no lo vayas a creértelo, pero antes de irme, deseaba contarte la verdad.

Hoy era el día en el que al fin, me iba a confesar mis sentimientos por ti, pero eso tú ya lo sabías. 

Como una mañana cualquiera, me levanté y me vestí, para luego desayunar y marcharme a la escuela con mi moto –aunque dudo que eso te interese- y cuando llegué, como siempre, saludé a Luce y a ti mientras íbamos de camino a la clase, llegando tarde Colonello. El tiempo transcurrió tranquilo y a medida que pasaba yo estaba más y más nervioso, es decir, no todos los días uno se declara a uno de sus amigos de la infancia.

Llegó la hora del almuerzo y nos fuimos a la azotea a comer junto los demás; Fon y Mammon se pusieron a discutir, por lo menos eso intentaba Mammon, tú estuviste conversando todo el rato con Luce, Colonello y Lal peleaban por cosas banales y Verde intentaba que fuera su conejillo de indias.

Las clases terminaron y cada uno se fue en dirección de su casa;  al ser ambos vecinos, caminamos mientras conversábamos animadamente-en realidad te pasabas el mayor tiempo insultándome-hasta que me obligaste a saltar una verja e ir a un acantilado. Nos quedamos en silencio por un largo tiempo y tú te impacientabas cada vez más, por lo que intentastes comenzar una conversación en vano. Harto, estabas a punto de ahorcarme por no ser capaz de decir mis sentimientos, hasta que yo por fin los dije. Me sorprendió el hecho que no te burlaras de mí o te metieras conmigo, simplemente me sonreíste cínicamente y te diste la vuelta, en dirección de la carretera para llegar a la acera, mientras decías “Vamos a mi casa”. Estaba a punto de alcanzarte cuando me di cuenta que un camión iba en tu dirección. A partir de ahí mi cabeza no pudo pensar bien. Solo podía ver cómo tu cuerpo perdía el poco calor que generaba entre mis brazos.

Como si el tiempo quisiera llorar conmigo, empezó una gran tormenta, cosa que poco me importó, ya que de todas maneras fui al acantilado donde todo comenzó y todo terminó. Donde nos conocimos y donde nos despedimos. Al parecer ese no era mi gran día, ya que, el terreno se corrompió y caí del acantilado, ahogándome y con el único deseo de que pudiera evitar tu muerte.

Para  mi sorpresa, me desperté en la misma mañana del accidente, como si todo hubiera sido un odioso sueño; pero no era nada más y nada menos que el comienzo del peor día de mi vida. Esta vez intenté evitar ir allí, fallando ante tu genio. Y volviste a morir ante mis ojos.

Quise intentar tirarme otra vez; no estaba seguro de que volvería a retroceder en el tiempo, ¿pero qué más iba a perder?

Fue la opción correcta; volví a despertarme en mi cama, sano y salvo, igual que tú.

Innumerables veces intenté evitar tu muerte; todas en vano.

Ya cansado de todo eso, se me ocurrió la idea definitiva; si en ese día debería morir alguien, si cambiaba esa vida por algo del mismo valor, si me sacrificaba, eso quería decir que tu sobrevivirías, porque, - 1 vida – 1 vida = + 1 vida.

Decidido lo que iba a hacer, me levanté, me vestí y me dirigí a las clases, saludando a todos mis amigos de la infancia y mis kouhais, no siendo bien recibido por algunos, como Gokudera o Mammon-aunque no era mi kouhai, me sigue tratando mal-. Me dejé ser el conejillo de indias de Verde-cuanto me arrepiento de ello- y le agradecí por todo a cada uno, también le di varios consejos a Tsuna y Enma antes de irme contigo en dirección del acantilado. En ese momento tú sospechabas que realmente no era yo.

Cuando llegamos –aunque me confesé más de mil veces, seguía nervioso y no hablaba- empezó nuevamente el silencio incómodo, hasta que fui yo quien comenzó la conversación:

“-¿Te acuerdas cuando nos conocimos?”

“- ¿Para que me preguntas eso?”

“- Para que me contestes”

En ese momento te cabreaste y me golpeaste en la nuca. Dolió mucho, pero era mejor que cuando me apuntaste con una pistola.

“-Me acuerdo. Cierto idiota se había caído al acantilado y ni siquiera sabía nadar, así que se estaba ahogando y empezó a reunirse gente, pero yo me lancé y salvé a ese idiota. No se ni para qué hice algo tan estúpido.”

“-y entonces yo siempre estuve a tu lado, mientras que gradualmente íbamos conociendo a los que hoy en día son nuestros mejores amigos.”

“- Yo no os considero mis amigos. Puedo vivir incluso mejor sin vuestra presencia.”

“- Eres un arrogante y un egocéntrico, como siempre.”

“- por lo menos soy mucho mejor que tú en todos los aspectos, idiota”

“- ¡No soy un idiota y no eres mejor que yo!”

“-yo no estaría tan seguro de eso. Según tú, ¿en qué eres mejor que yo?”

“-¡yo por lo menos puedo declararme ante la persona que me gusta!”

“- ni siquiera eres capaz de eso. Además, yo nunca me voy a declarar ante nadie”

“-¡Soy capaz!”

“- Pruébalo.”

“-me gustas”

Esas dos palabras hicieron que me tiraras al suelo y te pusieras encima de mía, para comer de una manera imparable mis  labios.

Y volviste a decir esas palabras. Esas las que serían tus últimas palabras dirigidas a mí.

“-vallamos a mi casa.”

Cuando estabas a punto de pasar por la carretera, te tiré del brazo y cambié nuestras posiciones, siendo atropellado yo.

Me hubiera gustado darte las gracias por todo, por haberme salvado en ese momento, por aguantar mis tonterías y mis venganzas, por darme tu opinión sincera cuando me hice los piercings o cuando conseguí mi moto, por haberme aceptado tal y como soy, aunque algunas veces te pasabas pegándome o metiéndote conmigo, pero sobre todas las cosas, gracias por existir.

Te amo.”

En la oscuridad de la noche, un chico alto, vestido de traje, no  dejaba caer ni una sola lágrima mientras dejaba su befora encima de la mesa, arrugando la carta de entre sus manos.

-¿no pudiste ser más imbécil? Aunque no voy a pedir mucho de ti, siendo quien eres.

- Eso es muy cruel, ¿no deberías alegrarte de que siga vivo?- Replicó un muchacho algo más bajo, también vestido de traje, aunque un poco desacomodado y con un casco de moto bajo su brazo.

- Supongo que las malas hierbas nunca mueren.- Dicho eso, le tiró de la corbata y lo besó profundamente, para luego morderle el labio inferior.

Skull se guardó un pequeño gemido, mientras miraba con intensidad la lujuria que vislumbraba los ojos de Reborn.

-No estoy seguro si eso es un insulto o un cumplido.

- es por eso y por más que digo que eres un imbécil.

Mientras que ambos chicos se alejaban del cuarto, la arrugada carta escrita a mano volaba en el cielo gracias al viento, llevándose consigo los momentos amargos de la nueva pareja.

Notas finales:

gracias por leer y por ser parte de mi 2015, también espero que formeis  parte de mi 2016 y de más años.

ciao!!!


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