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Niji no paradox. por Akudo

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Notas del capitulo:

Sé que a algunas les prometí que actualizaría ayer y eso me hace ver que no debo volver a prometer nada xD al menos podrán disfrutar de un capítulo más largo.

Agradezco a todos los que leen y comentan.

— ¿Alto riesgo? Creí que ese sujeto tenía la misma edad que yo.

— Así es, 30 años. No obstante, te sorprendería saber que todavía con uno o dos años menos seguiría estando dentro de las probabilidades de una placenta previa, y si incluimos sus antecedentes como fumador es más común de lo que muchos piensan.

— Tsk.

Resultaba complicado saber si Nash se preocupaba por el bebé, por el peligro que podría pasar el paciente o por la jaqueca que le provocaba todo esto, pero sin dudas el que peor debía estarla pasando era Nijimura que ya había sido avisado de esto.

Podría ser parecido a esas novelas de la chica virgen que es médicamente inseminada por error y que mientras pasa por todo el mágico proceso se gana el amor del futuro y apuesto padre. Nash era ese futuro guapo padre, pero en este caso tan drástico y con su poca personalidad de príncipe azul se veía muy remoto un desenlace feliz; ni siquiera el milagro que suponía el bebé parecía haber logrado echar raíces, ni en el corazón del blondo ni en el del otro protagonista, fue lo que pensó el doctor Keller al entrar a la habitación vacía durante otra de las caminatas de Nijimura y encontrar sobre la cama los papeles firmados.

Le había aconsejado que meditara mejor lo que quería hacer, que todavía podía seguir manteniendo un lazo con el bebé luego del nacimiento aún si la lucha legal era dura, pero al parecer dos semanas no fueron suficientes para que Shuuzou dejara de pensar en darse por vencido.

A veces los milagros no podían suceder si las personas no se abrían a ellos.

 

 

La paradoja del arcoíris, capítulo tres.

“Sálvenlo.”

 

Ya cargaba el peso de ocho meses contra solo dos desde que despertó ya embarazado, y todavía así ese poco tiempo calaba en sus huesos y cada músculo como si hubiesen sido años ahí encerrado. Agradecía que lo trataran tan bien, tomaba baños calientes y veía tv, comía mucho y le daban masajes en la espalda, costados y piernas cada día para aliviar los achaques.

Suponía que tantas atenciones se debían al padre del bebé y que el hospital temiera ser maldecido con la catástrofe de una demanda si le llegaba a pasar algo que pusiera en riesgo al niño, aparte del montón de disculpas que le dieron por lo que ocurrió con él dentro del hospital. Sin embargo Carol y Lauren, sus enfermeras asignadas, se veían muy contentas atendiéndolo, probablemente por su estado ya que al parecer a cualquiera le hacía feliz ayudar a alguien con un feto agarrando a patadas su vejiga.

Aun así era una jaula apretada y ya ni lo dejaban pasear por su cuenta, debía hacerlo en silla de ruedas siempre vigilado.

No lo volvió a ver desde la ocasión en la que le dijo que sólo debía parir a su hijo y desaparecer, pero si Nash había tirado de los hilos para que el embarazo tuviese los mejores cuidados debía estar muy pendiente y querer tener al niño a toda costa. Eso hacía disminuir su culpa, a pesar de que no debiera sentirse así puesto que ese pequeño ni siquiera tenía relación de sangre con él, no era nada suyo y sólo le estaba sirviendo de incubadora hasta que fuera su momento de salir.

Luego de que le checaran la presión y el peso se recostó como el médico le dijo, doblando los brazos por encima de su cabeza mientras éste le levantaba la bata hasta el pecho y lo tapaba abajo con la cobija. Seguía sintiéndose raro después de la revisión de la ginecóloga que simplemente entró como si nada, palmeándole las piernas para que las abriera y así meterle cosas buscando la posibilidad de que hubiese algo malo que no apareciera en un ultrasonido, mientras le hablaba de lo terrible que había estado el tráfico, el cambio de dólar y el partido de rugby en el que apostó un cuarto de su salario mensual. No sabía si lo hizo para ponerlo cómodo o así era su personalidad, pero agradeció la distracción.

Fue como un encuentro de una noche, con una desconocida que miraba y toqueteaba sus partes sabiendo apenas el nombre del otro, y a la que eventualmente no volvería a ver.

Su diagnóstico fue un “sin problemas” mientras ella hacía un círculo con su índice y pulgar, y fue el momento de la maquinaria. La primera ecografía se la hicieron mientras seguía en coma, cuando apenas descubrieron su estado, tuvo dos más antes de recobrar la consciencia y otra luego de despertar, pero esta vez estaría completamente consciente y acompañado.

Fue sorpresivo tanto para él como para Keller y ambos pensaron que aquel hombre que acababa de hacer aparición se habría equivocado de sala, pero cuando dio su nombre supieron que no.

— Soy Aaron Blake-Gold. —le dio un apretón de manos al doctor, pero con Nijimura no supo qué hacer y a éste le hizo un poco de gracia la cara nerviosa de ese hombre castaño.

Tenía el cabello oscuro y peinado hacia atrás, alto y de ojos aguamarina con leves líneas de expresión rodeándolos. Estaba vestido de traje, con el saco colgando de su brazo y la camisa un poco abierta y sin corbata, como quien ya no está en horario de guardar las apariencias; también parecía amable, muy diferente del otro Gold que conocía, no obstante, a juzgar por el doble apellido debía ser un familiar político.

— Qué bueno que llegamos a tiempo. El vuelo se retrasó y hubo problemas en el hotel y no había taxis, y… no han empezado todavía, ¿o sí? ¿cómo salió? ¿está bien?

A ese sujeto debían tomarle la presión o algo.

— Tranquilo, te estábamos esperando.

Aaron captó el chiste del doctor de buena manera tomando un respiro, y a pesar de que éste le ofreció tomar asiento le dijo que estaba bien así.

— ¿Y Nash?

— Supongo que está ocupado.

Un sutil eufemismo para dejar en claro que su ausencia brillaba más que un puñado de escarcha. Al castaño no pareció sorprenderle, y cuando Keller quiso preguntar por el “llegamos” que el otro mencionó al principio el paso de unos tacones resonó por el pasillo, dando entrada a otra persona. De inmediato saltó el parecido de esa mujer con Nash; el mismo cabello dorado, largo y peinado elegantemente en una cola alta, de penetrantes ojos azules. También vestía un traje de corte femenino y lucía madura pero no tanto como para ser la madre, así que debía tratarse de la hermana mayor.

El castaño usó un apelativo cariñoso hacia su esposa invitándola a sentarse a un lado cerca de la camilla, sin embargo ella estaba más interesada en los tonos de espera del celular sujeto contra su oreja y arrastró la silla hasta la pared contraria donde se posó de piernas cruzadas, ignorándolos hábilmente.

— Elisa, ¿no quieres mirar? Ya van a hacer la eco.

— No me interrumpas con menudencias, Aaron. Madre me pidió encarecidamente que estuviera pendiente de Nash y ese estúpido no contesta.

Aaron les ofreció una expresión de disculpas, fue incómodo para todos. El médico preguntó si podía empezar y los otros dos asintieron mientras la rubia recibía un seco mensaje de texto que dejaba en evidencia las pocas ganas de su hermano de hablarle directamente. Se apresuró en escribirle de vuelta.

— Muy bien. Veremos cómo ha ido avanzando este pequeñín.

Embarró el frío gel con el mando al moverlo en algunas direcciones hasta conseguir una vista clara, luego presionó un botón de la máquina y un constante latido empezó a escucharse en la habitación. Los dejó encantados con aquel sonido mientras revisaba que todo siguiera en orden dentro de Shuuzou y les dio la positiva respuesta.

— ¿Es varón, o una niña?

Fue la pregunta de Aaron, a lo que el doctor hizo varias maniobras recorriendo todas las áreas, sin embargo la criatura mantenía las piernas bien cerradas y no se dejaba ver.

— Parece que quiere que sea sorpresa. Las veces anteriores tampoco pude verle el sexo.

La imagen en la pantalla permaneció estable, manchones que estratégicamente formaban la silueta de la criatura. En la ecografía pasada Nijimura no estaba con todas sus luces todavía así que no se enteró demasiado, pero esta vez podía verlo y comprenderlo.

Keller presionó otro botón y la plana imagen pasó a ser 3D, revelando a la perfección la apariencia de ese ser acompañada del susurrante ritmo de su corazón. Era una hermosa pequeña personita que todavía así parecía tan grande, creando la ilusión de que podría tocarlo si estiraba la mano; incluso parpadeó por un momento, haciéndoles saber que estaba despierto mientras lo observaban.

Había visto esta misma escena muchas veces en televisión, la emoción y lágrimas de alegría que siempre saltaban en los padres, aunque ahora era muy diferente a eso, más real, demasiado personal, y el pelinegro apretó la funda de la almohada entre sus dedos sin dejar de observarlo, a sabiendas de que estaba auto obligándose a no dejarse superar por esto, que no llegara tan adentro de él. Sólo dejó salir una sonrisa con el agradable sabor de la noticia del bienestar del pequeño.

— Es… sorprendente.

Vio al hombre a su lado y no supo cómo no reír, su mirada era de pura fascinación e incluso estiró la mano hacia el monitor antes de detenerse al darse cuenta de su acto inconsciente. Sin embargo no podía tener las manos quietas, posándolas en el estómago de Shuuzou; no tardó en dar un salto alejándolas, disculpándose con él por su atrevimiento mientras se limpiaba los rastros de gel que se le pegaron a los dedos.

— De verdad lo lamento, no me di cuenta. Es decir… ¿cómo se lo digo en chino?

— Es japonés, y puede entenderte.

Nijimura tuvo que apretar los labios contra su hombro para no reír más, mirando luego al castaño que no sabía dónde meterse. Fue imposible no tenerle piedad.

— Está bien, puedes tocar.

No se lo pidió dos veces y el otro sonrió con la boca abierta palpando suavemente, encantado cuando notó el movimiento de la criatura.

— No lo toques.

Miró a su esposa y tuvo que obedecerla cuando ésta estuvo de pie, viéndolo duramente como si estuviera jugando con un perro sarnoso en la calle.

— Tranquila, no lo voy a contagiar de nada.

Los iris azules apuntaron a Shuuzou sin pronunciar palabra, manteniendo la misma altivez con la que recordaba a Nash.

— ¿Quiénes son las otras personas que tienen conocimiento de esta situación? —se dirigió a Keller esta vez.

— Sólo dos enfermeras, los directivos del hospital y mi persona, y por supuesto, la mujer que hizo la inseminación y el paciente.

— Bien, de ella ya nos encargamos, y espero que ustedes tengan muy claro que esto no debe salir. —la advertencia también fue para Nijimura, bastante explícita por la mirada que le mandó la fémina— Es todo. Vámonos, Aaron.

Elisa Gold era la abogada de su padre y de la imagen de su familia, la más intensa de los tres hermanos y realmente nadie se buscaría problemas con ella por puro gusto.

Las pruebas de esa tarde terminaron, sin embargo en los días subsecuentes continuó siendo visitado por Aaron para su sorpresa. Éste le contó que se estarían hospedando en la ciudad hasta después del parto, que era el ayudante de su esposa y que realmente ella no era mala sino estricta y le preocupaba mucho la situación de su hermano, porque afectaba directamente a toda la familia.

— Lo entiendo, son personas importantes a las que no les gustan los escándalos.

Aaron le hizo un resumen de los Gold; Kateryn y Nash, los padres, y Oliver, el hijo menor que al parecer no tenía nada que envidiarle en carácter a los dos mayores.

— Veo por tu cara que ya conociste la “dulzura” de Nash. —Shuu sonrió levemente al ser descubierto— Pero sabes, él no siempre fue así. Tuvo mucha presión desde pequeño al ser el primer hijo varón y crecer en un ambiente político, así que tuvo una educación un tanto inflexible. Tenía que comportarse frente a todos y saber hablar para engrandecer su apellido y aspirar a un puesto junto a su padre, sin embargo hace unos diez años cambió de repente. —el menor no sabía si debía estar oyendo esto, pero no pudo negar que le daba curiosidad— Yo todavía no estaba casado con Elisa así que no me involucraron en eso y nunca supe qué pasó, y aunque no era tan amigo de Nash la distancia entre nosotros… no, más bien su distancia con todos se volvió abismal y empezó a ser como es ahora. Fue tan repentino que no sé si su personalidad se transformó o es una faceta que mantuvo bien guardada todo el tiempo.

Eso de alejarse de todos le sonó muy familiar a Shuuzou, pues es lo mismo que él hizo cuando se fue de Japón.

— Bueno, no puede ser tan malo si quiere hacerse cargo de su hijo.

Aaron no dijo nada a eso y tuvo que irse, pero siguió visitándolo a diario por al menos una hora. Nijimura pensó que se sentiría ahogado con ese hombre queriendo hacer el trabajo de las enfermeras por lo que parecía, pero Aaron resultó una agradable compañía y era lindo que se preocupara por el bebé, tanto que en realidad parecía el verdadero padre. Luego de tantos días el miedo del parto se asentaba cada vez más y pasaba lo mismo con Aaron, que la verdad era malo para esconder su nerviosismo, así que lo ponía peor.

El castaño quiso relajarse tocando su barriga como hacía siempre, e incluso se inclinó posando su oreja encima, lo que incomodó un poco a Shuuzou, pero lo dejó hacerlo.

— Ya no aguanto las ganas de llevar a casa a mi hijo. Sólo un poco más.

El cuerpo de Shuu se contrajo por reflejo tratando de crear una distancia, mirándolo confundido cuando Aaron se incorporó.

— ¿Tu hijo?

— Nash no es mala persona pero… fíjate, ¿cuántas veces lo has visto aquí? ¿cuántas ha preguntado por el niño? Es obvio que no desea tomar más responsabilidad, y cuando nazca nos dará la custodia a Elisa y a mí. —en un movimiento involuntario el pelinegro de sobó el vientre y pensó, contrariado, que todos parecían estar jugando con el futuro de esa criatura, incluyéndose a sí mismo— Pero eso está bien, quiero decir, no le faltará nada de nuestra parte y seguirá estando con su familia.

Aaron le sonrió tomando su mano libre.

— Tú y él, ambos están haciendo lo correcto. Gracias.

Siguió pensando en ello hasta el día siguiente pero trató de estar tranquilo, el bebé andaba inquieto y ya faltaba muy poco. Le llevó casi un minuto poder sentarse al borde de la cama, sólo para mover un poco las piernas y estirarlas. Miró hacia abajo y tenía la panza tan grande que no alcanzaba a verse los pies.

— Eres enorme.

No había sido tan malo disfrutarlo aunque fuese un poco, después de todo tal vez sería la única ocasión que pasaría por un embarazo. Al menos tuvo suerte de salvarse de los vómitos y esas cosas.

Carol entró un momento para verlo y advertirle por millonésima vez que no fuera a hacer esfuerzo. También le preguntó si su aparato auditivo había estado funcionando bien desde que se lo pusieron y le dijo que sí, pidiéndole por favor si podía traerle un agua saborizada.

— ¿Y eso? —señaló lo que estaba tirado en el suelo y Carol lo tomó desdoblándolo.

— Estoy segura de que es el folleto que le di al señor Gold, pero yo lo vi romperlo y tirarlo en la basura.

Era un folleto con información de recién nacidos, todo arrugado y casi completamente roto a la mitad. ¿Gold? ¿Se refería a Nash? Le preguntó si él había venido y la pelirroja contestó que estuvo en la entrada del hospital muy temprano, pero que no lo vio acercarse o entrar a la habitación. Sin embargo, si ese papel estaba allí debió haber sido traído por alguien. ¿Acaso Nash había venido mientras él dormía?

Luego de tanto líquido le entraron muchas ganas de orinar; el baño estaba ahí mismo así que no le iban a reclamar por dar algunos pasos pero se quedó tieso cuando la puerta se abrió, pensando que era alguna de las chicas que iba a regañarlo. Sin embargo, cuál fue su sorpresa al encontrarse frente a frente con la futura madre.

No creía que hubiese ido a ver cómo estaba su sobrino/hijo adoptivo, con esa expresión soberbia en su cara.

— Quiero advertirte algo, asqueroso mono. —Nijimura levantó la ceja al tiempo en que su tolerancia cayó a un nivel crítico— Deja de tontear con Aaron. Parece que al no poder enganchar a mi hermano estás tratando de hacerlo con mi marido, así que termínalo antes de que te encuentres con algo que no vas a poder manejar.

— ¿Como tú?

No iba a mostrarse asustado ni rendido ante esa mujer, ni tampoco a disculparse por cosas tan fantaseosas que él no estaba haciendo. Ella lo miró desde arriba, con los pocos centímetros con los que lo superaba gracias a su tacón alto.

— No quieras darle lástima. Eres patético.

Soltó una leve risa, no perdería los estribos.

— La lastimosa y patética eres tú, con un esposo que desesperadamente se aferra a un hijo que no es suyo para aspirar a la felicidad que tal vez no ha tenido ni un solo día de su vida, con una víbora como tú enroscada en su cuello ordenándole cuándo es que merece respirar.

Vio claramente como las venas se marcaron por todo el cuello de la mujer, y si no fuera por el maquillaje que tenía encima la habría visto ponerse roja de cólera. Ante su silencio dio por zanjada la agradable conversación, girándose para continuar su camino al baño.

— Ese crío puede nacer ahora, ya no te necesita.

♦♦♦

Nash venía por el pasillo cuando vio a varios del personal corriendo hacia la conocida habitación. Trotó hasta la puerta, sin poder entrar cuando lo retiraron para que diera espacio.

Adentro estaba Elisa algo apartada y Aaron hincado en el suelo pidiendo ayuda mientras sujetaba a Nijimura que daba gritos de dolor, sobre un charco de agua gelatinosa mezclada con sangre. Keller y los asistentes se movieron rápido acomodando la cama que estaba corrida como si hubiesen tropezado con ella, tomando a Shuuzou para subirlo y el cual había comenzado a sangrar mucho, tanto por la nariz como entre sus piernas.

Empujaron la cama para llevarla a la sala de operaciones mientras Keller les daba instrucciones a todos.

— Adminístrenle tocolíticos para detener las contracciones o se desangrará más rápido.

— ¡¿Qué rayos está pasando?!

El médico se tomó apenas un segundo para responderle antes de desaparecer con Nijimura.

— No sé todavía qué tan grave sea la hemorragia interna pero hay que sacar al niño ahora, antes de que ambos mueran.

Nash no tardó nada en girarse hacia su hermana, tomándola del brazo con mucha fuerza para sacudirla como si fuera un pedazo de papel y le gritó qué había hecho.

— ¡No hice nada! ¡Ese estúpido se cayó solo!

Aaron hizo que la soltara, tomando a su esposa por los hombros para llevarla más lejos.

— No vayas a encubrirla, Aaron. ¡Dime qué mierda hizo!

— Yo… no sé, ¡no lo sé! Cuando entré él ya estaba en el suelo, y si ella dice que no lo hizo le creo.

Maldijo pasándose las manos por el cabello cuando una de las asistentes se acercó por su lado. Tuvo miedo del semblante enfadado del rubio pero era una emergencia y necesitaba saber a cuál vida deseaba darle prioridad.

Dentro de la sala Shuuzou sufría pero no dejó que lo durmieran aún, sacándose la mascarilla para rogarle a Keller a pesar de que estaba casi sin aliento.

— Por favor… no importa lo que… pase. Sálvelo… salve al bebé.

El hombre mayor le acomodó de vuelta la mascarilla, pidiendo que le trajeran los instrumentos para la cirugía. En ese momento entró la asistente faltante ya preparada con toda la indumentaria y Keller preguntó por la respuesta de Nash.

— ¿El bebé?

— No… dijo que lo salváramos a él.

Nijimura cayó en la inconsciencia cuando la anestesia hizo efecto.


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