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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, Lunes de actualizacion, espero la disfruten.

 

Lau-Nith, Nina, Melyoan,gracias por su constancia es lindo verlas en cada uno de mis trabajos y me llenan mucho con sus mensajes.

 

A las demas personas que me dejan sus mensajes, tambien muchas, muchas gracias, son mi inspiracion, porque me alegra saber que gusta lo que mi mente loca escribe, jejejejejejeje.

Gracias mil a todos por leer.

15-Frente a frente

 

El escándalo que creyó iba a formarse entre toda la gente, no fue tal. Las personas a su alrededor seguían hablando, riendo, despidiéndose.

 

Aún apuntaba con la pistola hacia su objetivo, pero este seguía allí, de pie, conversando tranquilamente con su hija. No había sangre, ni gritos, nada había pasado.

 

 La pistola que sostenía temblaba junto con sus manos. En medio de todo aquel caos que había en su mente, consiguió reaccionar cuando una voz suave y amorosa pronunció su nombre.

 

—Hiroki.

 

Él pareció volver a su cuerpo, como si el que llegó hasta aquel lugar lleno de odio, de dolor, de tristeza, no hubiese sido él.

 

—Le disparé. — murmuró quedito.

 

—No mi amor, no has hecho nada. Mírame, mírame y veras que no te miento.

 

Hiroki giró sus ojos turbios y desencajados, la mirada de Shinoda estaba serena. Aquella mirada hermosa y apacible le dio tanta paz.

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas y apenas sintió cuando Shinoda le quitó el arma de las manos y la guardó entre su chaqueta.

 

—Quería matarlo. —susurró abrazándolo. —Quería ver la sangre en su cuerpo, verlo muerto a mis pies, pero no puede…no pude.

 

Shinoda lo abrazó con fuerza, la verdad Hiroki había estado a punto de disparar. Nadie se había percatado de su intención, en medio de aquel tumulto de personas a solo unos metros de Nowaki y su hija, Hiroki había apuntado su arma sin que nadie lo notara.

 

Por un momento Shinoda temió lo peor. El sí que lo había visto, había corrido desesperado con el corazón latiendo a mil por hora. Afortunadamente llegó a tiempo y Hiroki con aquel corazón tan puro no había sido capaz de accionar el gatillo.

 

Tal vez por la turbación que había en su rostro, el temblor en su cuerpo y el terror que había en su turbia mirada, en su mente si había disparado. Quizás por un momento se permitió recrear el asesinar a aquel que había matado sus sueños, su amor, sus esperanzas y lo había condenado a un castigo peor que la muerte.

 

—Se la va a llevar Shinoda. —murmuró entonces Hiroki, aferrándose con violencia a la gruesa chaqueta, como si se estuviera ahogando y aquel hombre fuera su único salvavidas. —Va a llevársela y yo no puedo hacer nada para detenerlo.

 

Hiroki lloró desgarradoramente y antes de que Shinoda lo pudiera sacar de su error, un alboroto se formó a su alrededor.

 

—Nowaki Usami tiene que acompañarnos, está usted bajo arresto.

 

Hiroki escuchó sin creerlo las palabras altisonantes del que debía ser el jefe del comando policial que ahora rodeaba a Nowaki.

 

Miró a Shinoda sin entender y este suspiró mirándolo con amor.

 

—Yo no le voy a permitir alejarla nunca más de ti. Ahora salgamos de aquí, él ira a la comisaria por unas horas y nosotros tenemos que prepararnos porque mañana iremos a la casa Usami a buscar a tu hija.

 

Hiroki apenas pudo ver como esposaban a Nowaki. Shinoda lo aferró a su pecho no permitiéndole ver más. Temía que se conmoviera por el miedo que aquello podría estarle causando a la pequeña niña. Lamentablemente aquello era necesario y también era indispensable sacar a Hiroki de aquel lugar.

 

—Shinoda, Allegra ¿Qué va a pasar con ella? Mirala, está llorando. Yo no quería esto, no lo quería.

 

Shinoda tenía que sacarlo de allí así que se puso frente a él y lo agarró por lo brazos mirándolo con firmeza.

 

—Tienes que entender que esto es necesario. —Le dijo con brusquedad. —Él la puso en este predicamento al intentar llevársela del país, no fuiste tú, Hiroki. Entiende que no podía ser de otra forma. Cuando la tengas contigo y cuando sea el momento de contarle la verdad, estoy seguro que ella entenderá porque hicimos todo esto.

 

Hiroki muy a su pesar asintió, le dio una última mirada a la pequeña niña que iba acompañada por una oficial de policía, con su carita llorosa y asustada. Rogó porque su hija algún día entendiera sus razones y lo perdonara.

 

Misaki caminaba frenético por todo el salón de la mansión. Una y otra vez se movía por la lujosa estancia.

 

—Misaki siéntate, me tienes mareado. —Se quejó Ryu, quien había llegado hacía un buen rato, después de que Misaki lo llamara desesperado. —Ya Shinoda te dijo que Hiroki está bien, que no pasó nada y que vienen en camino.

 

— ¡Cállate! —le espetó Misaki mirándolo con ira. —Si te molesta entonces lárgate.

 

Ryu se sorprendió tremendamente por la ira impresa en aquel ataque, pero decidió ignorarlo. Sabía que Misaki estaba alterado por la situación.

 

Muy pronto escucharon voces en la entrada, Misaki salió en carrera del salón, con Ryu pisándole los talones.

 

Hiroki se separó de los brazos de Shinoda y caminó hacia su hermano.

 

—Misaki, yo… lo siento, no sé qué me paso…

 

Hiroki no pudo terminar su disculpa pues una poderosa bofetada surcó su pálido rostro.

 

—Eso es por ser un imbécil y ponerte en peligro. —Le gritó Misaki y antes de que cualquiera de los presentes pudiera reaccionar, el hermoso rostro de su hermano fue vapuleado por otra estruendosa bofetada. —Y esto es porque eres un maldito idiota, por no confiar en mí, por no creer que siempre…siempre hare lo que sea para evitar que sufras.

 

—Misaki…

 

—No…déjalo. — acalló Hiroki la protesta de Shinoda.

 

— ¿Tienes idea de lo que habría pasado si matas a esa mierda? Allí, en pleno aeropuerto, delante de cientos de personas. Ni todo el dinero ni el poder que te legó Makoto habrían podido salvarte. —Misaki estaba fuera de sí y sus ojos hermosos estaban llenos de lágrimas. —Ibas a pudrirte en la cárcel y ¿para qué? Por una basura que no vale nada, por eso ibas a perder tu vida y a tu hija.

 

Misaki se dio cuenta entonces que estaba llorando y eso lo llenó aún más de rabia. Se limpió los ojos con violencia y le gritó a su hermano lleno de dolor.

 

—Eres un idiota, un maldito idiota.

 

Misaki le dio la espalda y corrió hacia las escaleras.

 

El silencio duró unos segundos. Ryu se acercó y tomó las manos de Hiroki con cariño.

 

—Estaba muy asustado. No ha parado de caminar, él temía que te pasara algo terrible.

 

Hiroki asintió mirando a Ryu con sorna.

 

—Tiene razón, Ryu, me comporté estúpidamente. Debí confiar en él, en todos los que me rodean.

 

La mirada de Hiroki buscó la Shinoda, que acarició sus mejillas enrojecidas con suavidad.

 

—Debí saber que no dejarían que Nowaki sacara a mi hija del país. Lo siento, lo siento mucho.

 

En la mirada de Hiroki había vergüenza y tristeza.

 

Shinoda le sonrió dulcemente y lo besó con suavidad.

 

— ¿Por qué no subes y te recuestas un rato? Yo me encargaré de hablar con Miyagi para ver cómo va lo de la bodega y también llamaré a nuestro informarte en la policía para que me diga cuándo dejarán a Nowaki en libertad provisional.

 

Hiroki asintió silencioso y Ryu también se despidió.

 

—Yo iré a la empresa, para no levantar sospechas.

 

Hiroki subió las escaleras, pero no fue hasta su cuarto. Tocó despacio la puerta de Misaki y cuando este no respondió, Hiroki abrió la puerta lentamente.

 

Oyó movimiento en el baño y de inmediato corrió hacia allí, cuando escuchó a Misaki vomitar.

 

—V-vete. —murmuró Misaki entre arcadas, estaba de rodillas y vomitaba violentamente todo lo que su estómago contenía.

 

Hiroki humedeció una toalla y la pasó por su rostro, mientras lo sostenía dándole apoyo.

 

Luego de unos minutos el malestar cedió y Hiroki ayudó a su hermano débil y aletargado a llegar hasta su cama.

 

—Lo siento, esto es culpa mía, no debí hacer esta locura, no debí asustarte así. Lo siento Misaki, lo siento mucho.

 

Misaki suspiró y cerró los ojos tratando de que la habitación dejara de dar vueltas.

 Cuando recobró un poco el equilibrio, besó el cabello de su hermano que estaba acurrucado en su pecho.

 

—Me sentí como cuando tenía trece años y fui a buscarte a ese horrible galpón. Te oí llorar, te oí suplicar por ver al bebé. Se lo llevaron y yo tuve que seguir escondido sin poder hacer nada más que esperar. Tenía tanto miedo de no poder salvarte, de que no pudiera matar a esos tipos, de que finalmente lograran matarte y yo te perdería para siempre.

 

Misaki sintió de nuevo su rostro lleno de lágrimas.

 

—Malditas lágrimas. — murmuró entre sollozos.

 

Hiroki levantó su cabeza y besó las mejillas de su hermano con ternura.

 

Este acarició las sonrojadas mejillas.

 

—Perdóname por pegarte, no debí reaccionar así. Pero es que tenía tanto miedo. No te podía proteger Hiroki y me sentí de nuevo como aquel niño desvalido que tuvo que ver y escuchar cómo te violaban tantas veces.

 

Hiroki lo abrazó y lloró con él, por aquella pena que los unía tan íntimamente, tan fuerte como el lazo sanguíneo que los unía, tan férrea como el amor que se profesaban. Esa pena que había marcado sus vidas y que no habían podido olvidar.

 

Después de un rato, ya calmados y desahogados. Hiroki fue el primero en hablar.

 

—Voy a llamar al médico, me preocupan esas nauseas.

 

Misaki sonrió, esta vez sin malicia, quizás sí con un poco de recelo. Se sentó en la cama y tomó la mano de Hiroki poniéndola en su vientre.

 

—Se supone que todo este suplicio es normal, tengo un Shinojara en el vientre y ya sabes lo que decía Makoto, todos los Shinojara son revoltosos.

 

Hiroki al principio se mostró impactado.

 

—Misaki tu…tu estas…de ese…de ese hombre.

 

Misaki negó sonriéndole esta vez sí, con un brillo maligno en la mirada.

 

—Mío, Hiroki, nuestro, de esta hermosa, feliz y unida familia. Ese hombre nunca será nada para este niño y cuando destruya a toda su maldita familia él también desaparecerá. —Misaki tomó la mano de su hermano y la besó dulcemente. —Este bebé es mi cómplice y mi mejor arma para tener a Akihiko Usami a mis pies. Con un Usami de nuestro lado será más fácil acabarlos.

 

Hiroki no estaba para nada de acuerdo con aquel plan y mucho menos con usar a un bebé inocente para llevarlo a cabo. Pero su hermano había pasado por un mal momento por su culpa y aun se notada alterado, ya entendía Hiroki por qué.

 

Decidió no discutir sobre aquello por ahora, ya más adelante encontraría la forma de ayudar a su hermano a ver su embarazo de otra forma. Le sonrió y besó su mejilla, pues era una linda noticia a pesar de todo, saber que iba a ser tío. Pensó en Makoto y supo que eso lo habría hecho muy feliz.

 

No importaba quien era el padre de aquel bebe, ni las circunstancias en las que había sido concebido, era un alma inocente. Además como decía Misaki, era un pequeño Shinojara y vendría el mundo en una familia llena de amor para darle.

 

—Me declaro oficialmente un tío muy feliz. —le dijo sonriendo. —Y cuando Allegra esté con nosotros estoy seguro de que también será feliz de tener un primito o primita para jugar y consentirle.

 

—Eso será mañana. —le dijo Misaki con una gran sonrisa. —Mañana por fin la tendremos aquí.

 

Misaki lo abrazó y se recostó de nuevo en la cama junto con él.

 

—Ven, acurrúcate conmigo, tengo que contarte mis planes y luego me marcho a mi departamento, tengo que estar allí para cuando Akihiko llegue.

 

******

 

—Tio Akihiko. —gimió Hana al ver llegar a su tío a la comisaria donde había llegado hace dos horas.

 

—Ya paso cariño, todo está bien. Yo estoy aquí contigo y vamos a resolver todo este mal entendido.

 

Akihiko abrazó a la asustada niña, besando su frente amorosamente. Shinobu que había venido con él, se quedó con Hana metiéndola en sus brazos y consolándola, mientras Akihiko se iba para hablar con el comisario.

 

Una hora después, su mirada incrédula estaba perdida en un montón de papeles que le había dado el comisario.

 

—Robo, secuestro, tráfico de droga, trata de blancas. —Leía con voz pastosa todo el cumulo de acusaciones que recaían sobre su familia, en ese momento no sabía cómo no le habían dejado preso a él también o como no habían ido a buscar a su padre para encarcelarlo.

 

—Creo que será mejor que llame a su abogado señor Usami, todos estos cargos son muy graves.

 

Akihiko levantó la mirada de los papeles que leía prestando atención a la advertencia del Comisario.

 

Estaban en problemas, en serios y graves problemas.

 

— ¿Podré sacar a mi hermano de aquí, hoy?

 

—Él intentó salir del país cuando una orden de captura pesaba sobre él. Traiga a su abogado señor Usami, es todo lo que le puedo sugerir.

 

El Comisario fue inflexible y a Akihiko no le quedó más que salir de la oficina del hombre y marcar rápidamente un número en su celular.

 

—¿Dónde está papi, tío Aki? ¿Por qué nos trajeron a este lugar tan feo? —preguntó Hanari lloriqueando asustada. Cuando Akihiko se reunió con ella —Quiero ir a casa, quiero ir a casa con mi papi. Sácanos de aquí tío Aki por favor.

 

Akihiko abrazó a la pequeña niña que temblaba llorando entre sus brazos.

 

—Iras a casa con Shinobu mi princesa. Te prometo que yo llevaré a tu papá más tarde.

 

—No, no quiero, tio Aki, quiero irme con mi papi, quiero ir a Londres, no quiero estar más aquí. Por esto estaba asustado mi papi, por esto quería huir de este horrible lugar.

 

Akihiko la sentó en sus piernas y la meció dulcemente tratando de calmarla, pero también pensaba en las palabras de su sobrina ¿estaba Nowaki huyendo? Cerró los ojos preocupado ¿podría ser que todas aquellas acusaciones fueran ciertas?

 

Después de mucho rato por fin logró convencer a Hana de que se fuera con Shinobu. Le prometió solemnemente que llevaría a su padre a casa, pero cuando la niña se fue no estaba seguro de poder cumplir esa promesa.

 

Estaba esperando que su abogado llegara cuando su celular sonó. A pesar de estar en medio de todo aquel caos, sonrió al ver quien llamaba.

 

—Hola mi amor ¿Cómo te has sentido?

 

Misaki sonrió maliciosamente.

 

—Akihiko, no sabes, estoy feliz, no podría estar más feliz ¿puedes venir al departamento esta noche? Muero por contarte todo lo que ha pasado.

 

Akihiko hizo una mueca de disgusto, nada hubiese querido más que irse en ese mismo instante al departamento, besar a su novio y hacerle amor. Olvidar aquellas horribles acusaciones que pesaban sobre su familia, pero no podía, por mucho que lo deseara, tenía que afrontar aquella situación y confiar que todo fuera un error.

 

—Tengo un problema familiar un poco complicado, mi amor, pero te prometo que si logro resolverlo iré al departamento ¿no me quieres adelantar que te tiene tan feliz?

 

“¿Un problema familiar? ¡Jah! Pobre infeliz y lo que te espera”

 

— ¡Oh Akihiko! Lo siento, espero que no sea nada grave, si puedo ayudarte en algo cuenta conmigo.

 

Akihiko se conmovió por la solidaridad de su novio.

 

—Gracias, pequeño, pero con saber que estas bien y que estas feliz es suficiente para mí.

 

Misaki rio alegremente.

 

—Sí, estoy muy feliz, mi hermano me llamó hace un rato. Aun no lo creo, encontró a su hijo, Akihiko. Descubrió el paradero del infeliz que tanto daño le hizo y mañana ira a su casa para recuperar a su hijo. —Misaki hizo una pausa y se mordió los labios riendo. —Aún no se todo los detalles, ni siquiera sé quién es esa persona. Mi hermano es muy misterioso con sus cosas y no me ha querido decir nada, pero estoy feliz por él, era hora de que se le hiciera justicia.

 

Akihiko noto con preocupación que en aquella última frase, Misaki había perdido el brillo en su voz, de pronto esta se había vuelto pesada, dura.

 

Cuando iba a decir algo vio que alguien le saludaba.

 

—Pequeño, tengo que dejarte, me alegro por tu hermano y si como tú dices ese hombre le hizo tanto daño, se merece el peor de los castigos. Un monstruo como ese que fue capaz de hacer tanto mal, no merece piedad.

 

Misaki rio triunfante en su interior.

 

“Ese monstruo tendrá el final que merece Akihiko, todos ustedes lo tendrán”

 

—Gracias Akihiko, estoy feliz por poder confiarte esto, porque estés apoyándome. Ojala puedas venir esta noche, quisiera que celebráramos.

 

Akihiko colgó y le tendió la mano al hombre que le sonreía suavemente.

 

—Akihiko, teníamos tiempo sin hablar, me sorprendió tu llamada. Dime en que puedo ayudarte.

 

 Akihiko suspiró antes de conminarlo a sentarse a su lado.

 

—Sumi, lamento haberte hecho venir así, pero necesito tu ayuda. En este momento solo confío en ti.

 

El joven asintió, preocupado.

 

—Sabes que puedes confiar en mí Akihiko, cuéntame que paso.

 

Unos minutos después estaban de nuevo frente al comisario y una hora después, Sumi Keiichi seguía revisando los papeles en una oficina, mientras esperaban que trajeran a Nowaki.

 

Akihiko lo miraba expectante mientras este pasaba y pasaba las hojas, leyéndolas con preocupación.

 

—Esto es grave Akihiko, muy grave. Hay pruebas demasiado contundentes. —Le dijo levantando la mirada con inquietud.

 

Akihiko ocultó el rostro entre sus manos y suspiró pesadamente. En ese instante la puerta se abrió trayendo a Nowaki escoltado por un policía y con sus manos esposadas.

 

El policía lo hizo sentar y quitó las esposas de sus manos, luego salió silencioso.

 

Nowaki tenía el rostro pálido, estaba visiblemente afectado por toda aquella situación.

 

—Nowaki…

 

—¿Dónde está mi hija? —preguntó cuándo puedo decir algo, sin querer escuchar preguntas de su hermano, para las que no tenía respuesta.

 

—La envié a casa con Shinobu, ella está bien. Me preocupas tu ¿Qué demonios está pasando, Nowaki? Drogas, comercio ilegal, prostitución, los cargos que nos imputan son muy severos.

 

—Aquí dice que estas bajo arresto por haber intentado escapar. —dijo Keiichi tomando la palabra. —Dice que toda la familia está bajo investigación y cuando en el aeropuerto registraron tu pasaporte sonaron las alarmas de fuga. Podemos establecer una fianza y quizás sacarte hoy mismo, pero esto no ha hecho sino empezar y todos, todos ustedes están implicados.

 

Nowaki miro a Keiichi y frunció el ceño, conocía al joven abogado, era amigo de Akihiko desde hace muchos años. Él como abogado sabía que las palabras del joven eran certeras, pero estaba tan alterado que apenas podía procesar aquella conversación.

 

—Has lo que puedas para sacarme de aquí, Sumi. Tengo que ir a casa para estar con mi hija y también… también tengo que hablar con mi padre.

 

Akihiko notó el estado ambiguo de su hermano, parecía adormecido, pero también estaba tan tenso que parecía a punto de estallar.

 

—Nowaki tienes que decirme que está pasando ¿es todo esto real? — Akihiko soltó los papeles dejándolos en frente de su hermano —¿Papá sabe de esto? ¿Tu sabias que esto estaba pasando?

 

—No me preguntes nada ahora, Akihiko.

 

— ¿Qué no te pregunte? ¿Acaso te volviste loco? Todos estamos involucrados en esto, Nowaki. Yo necesito saber que está pasando.

 

—Ahora no Akihiko, sácame de aquí y luego hablaremos.

 

Akihiko no soportó más y gritó lleno de ira, golpeando la mesa violentamente.

 

— ¡Hablaremos ahora mismo, maldición!

 

— ¡Sácame de aquí de una jodida vez, Akihiko! —gritó Nowaki a su vez.

 

Sumi se puso de pie e intervino para evitar una pelea que solo empeoraría las cosas.

 

—Ya basta, cálmense los dos. Akihiko déjame arreglar esto, por favor. Ya tendrás tiempo para hablar con Nowaki cuando lo lleves a casa.

 

Akihiko miró a Nowaki con furia y salió de la pequeña oficina dando un portazo.

 

Casi dos horas después, coincidiendo con el anochecer, Nowaki salió con Keiichi y Akihiko de la Comisaria.

 

Cuando cruzaron el umbral de su casa, Nowaki corrió a las escaleras.

 

—Nowaki tenemos que hablar. — le recordó Akihiko.

 

El aludido se detuvo en medio de la escalera.

 

—Déjame ir a ver a mi hija Akihiko, quiero saber que está bien y que ella vea que yo también lo estoy.

 

Akihiko asintió y cuando se dirigía al estudio se encontró con su padre.

 

—¿Dónde está Nowaki?

 

—Subió a ver a Hana. —Akihiko respondió despacio, buscando con su mirada cualquier vestigio de culpabilidad en el rostro de su padre, pero no encontró más que enfado, cólera, odio.

 

—Dile que lo espero en el estudio y luego márchate, vete con el amante ese tuyo y no regreses hasta mañana.

 

Akihiko apretó los puños furioso.

 

—Padre lo que está pasando es grave, yo también estoy involucrado y quiero…

 

—Lo resolveré con mi hijo, con mi verdadero hijo. —Le espeto Fuyuhiko con desdén. — Tú no eres nadie así que lárgate.

 

Akihiko palideció ante el ataque, pero se recompuso y dándose la vuelta salió con paso firme de aquella casa, se dijo a si mismo que no iba a volver a poner un pie allí y que limpiaría su nombre a como diera lugar.

 

Misaki estaba conversando por teléfono cuando escuchó la puerta de la entrada abrirse.

 

—Te llamo mañana a primera hora Miyagi, mientras encárgate de todo.

 

Compuso una sonrisa feliz cuando vio entrar a Akihiko a la sala.

 

— ¡Hola! —le saludo con efusividad. —Por la hora pensé que ya no venias.

 

Akihiko lo atrajo a sus brazos y le dio un beso largo y demandante. Misaki se entregó a la caricia, como siempre lo hacía, fingiendo que aquel hombre no era quien era en realidad y disfrutando de la sensualidad que emanaba.

 

 —Ummm, eso se sintió muy bien ¿Qué tal si continuamos esto en la habitación? —le dijo sonriéndole y tomándolo de la mano para guiarlo hasta su cuarto.

 

Akihiko se dejó llevar silencioso, la verdad lo que más deseaba era estar allí, con Misaki, con la vida que realmente le pertenecía.

 

—Te amo. —le repitió mil veces mientras lo desnudaba y le hacia el amor plácidamente, sin prisas, con un insondable deseo.

 

Después del ardoroso encuentro, Akihiko abrazó a Misaki, besó su frente y le habló con suavidad.

 

—Misaki, cásate conmigo. Tengo unos ahorros de lo que me legó mi madre antes de morir. Podríamos comprar una pequeña casa y hacer allí un hogar para nuestra pequeña familia.

 

Misaki sintió tensión en la mano que acariciaba su desnudo vientre.

 

—Estas actuando extraño Akihiko ¿Qué te pasa?

 

Misaki hizo su jugada, buscando que Akihiko le contara lo que había sucedido esa tarde.

 

Este se puso tenso y se sentó en la cama suspirando con cansancio. Se puso de pie y caminó hasta donde había dejado su ropa para sacar una caja de cigarros. Metódicamente sacó un cigarro y lo puso en su boca.

 

—¿Akihiko?

 

Cuando este volteo a mirar a Misaki, lo encontró sentado en la cama mirándolo interrogante.

 

Akihiko no llegó a encender el cigarrillo.

 

—Creo que tengo que dejar de fumar. —dijo con un dejo de resignación. —Eso no es bueno para el bebé.

 

—¿Estas evitando contarme que te pasa?

 

Akihiko chistó con molestia. Claro que lo estaba evitando, le daba vergüenza.

 

“¿estas inventándote una historia, alimaña? ¿Crees que con ese teatro me vas a convencer que no eres una basura, al igual que toda tu familia?”

 

—¿Hoy pusieron preso a mi hermano? —le conto por fin Akihiko. —Lo acusan a él y a toda mi familia de un montón de cosas que me avergüenza mencionar.

 

Akihiko suspiró cansado y se sentó al lado de Misaki, con la cabeza baja mirando el suelo, derrotado, triste, preocupado.

 

—Por eso te dije que no sabía si podría venir hoy, pase toda la tarde tratando de que dejaran en libertad a mi hermano.

 

—¿Tu hermano no se iba de viaje hoy?

 

Akihiko asintió.

 

—Por eso lo aprendieron, pensaron que estaba huyendo.

 

Misaki sonrió para sí y preguntó inocentemente.

 

—¿Y estaba huyendo, Akihiko? ¿Tu hermano estaba huyendo de algo?

 

Akihiko ocultó el rostro entre sus manos, quería tener esa respuesta, de verdad quería saber lo que estaba ocurriendo en su familia. Desde la perdida de la empresa todo había sido un espiral de problemas. La desaparición de Haruhiko y ahora esto. Akihiko ya no entendía nada de lo que estaba ocurriendo.

 

Cuando levantó el rostro, miró a Misaki sintiéndose miserable. Tomó su mano y la besó dulcemente.

 

—Lo único que sé, es que yo no he hecho nada malo. Créeme Misaki, no sé lo que está pasando en mi familia, pero lo voy a descubrir y voy a dejar limpio mi nombre. Espero, mi amor, que puedas confiar en mí.

 

Misaki le sonrió y lo besó amorosamente.

 

—Confío en ti, Akihiko. Confío plenamente en ti.

 

Misaki lo atrajo a su regazo y acarició delicadamente su cabello. Mientras Akihiko disfrutaba la caricia y cerraba los ojos para descansar, Misaki sonreía, la última puerta se había cerrado para Akihiko, ahora estaba completamente a su merced.

 

—Quiero casarme contigo Akihiko, mañana mismo si es posible. Tengo un amigo que puede ayudarnos.

 

Akihiko se separó de su regazo y lo besó intensamente.

 

—Entonces llámalo.

 

*****

 

— ¿Estás seguro de que quieres hacerlo así? —preguntó Shinoda a Misaki que le hablaba por teléfono. —No, iremos a buscar a Allegra en la tarde cuando Miyagi nos diga que ya la policía tiene el último embarque de droga… Bien, le diré a Hiroki…Cuenta con eso, Yashiro san es el indicado, le llamaré para que arme toda la trama… Bien, hasta mañana.

 

Hiroki estaba sentado en su escritorio revisando unos papeles que le había enviado su abogado, dejó a un lado los documentos y escuchó pacientemente la conversación de Shinoda. Cuando este colgó, Hiroki lo miró preocupado.

 

— ¿Qué nueva locura se le ocurrió ahora?

 

Shinoda sonrió y se sentó frente a él.

 

—He de reconocer que tu hermano tiene una mente maquiavélica. Va a hacer una boda de mentira. Parece que el hombre ese le pidió que se casaran y Misaki le habló de un amigo suyo que puede hacerlo mañana mismo.

 

—Yashiro.

 

—Sí, mañana en la mañana irán donde Yashiro san, tengo que llamarle y pedirle que falsifique todos los documentos necesarios.

 

Shinoda tomó su celular y Hiroki suspiró, recostándose cansadamente del sillón donde tenía horas sentado.

 

—Misaki sabe lo que hace. — le dijo Shinoda mirándolo con cariño. —Mañana ese hombre será oficialmente nuestro cuñado y nuestro aliado conveniente.

 

—Ya quiero que esto se termine. Me preocupa mi hija, pasó un susto terrible hoy. Yo solo quiero tenerla conmigo, hacerla feliz, recuperar todo el tiempo que esa familia nos robó.

 

Shinoda dejo el teléfono y se acercó a Hiroki despacio. Arrodillándose a sus pies tomó sus manos besándolas con amor.

 

—Mañana es el principio de todo lo que has soñado mi amor. Solo ten paciencia un poco más y conseguirás eso por lo que has luchado tanto.

 

******

 

La mañana no comenzó bien en la casa Usami. Nowaki se había negado a hablar con su padre la noche anterior y comenzando la mañana se había ido para reunirse con Keiichi y otro abogado de su bufete.

 

La reunión duró hasta el comienzo de la tarde y cuando volvió a la casa, su padre estaba hecho una furia.

 

— ¿Dónde demonios estabas? Las cosas están empeorando y tu…

 

—Papiiii, que bueno que regresaste, estaba tan preocupada.

 

Fuyuhiko estallo de ira al ser interrumpido por Hanari, que bajo las escaleras corriendo para abrazar a su papi con amor.

 

—Maldita mocosa, en mala hora te…

 

—Padre… tu vida depende de que no termines esa frase. —gritó Nowaki furioso, mirando a su padre con advertencia.

 

Fuyuhiko abrió los ojos con sorpresa, pero antes de que nadie pudiera reaccionar, una sirvienta entro al salón donde se llevaba a cabo la discusión.

 

—U-usami sama, tiene visitas.

 

— ¿Es que todo el mundo en esta casa es un inútil? No te dije que no quería ver a nadie ¿Quién demonios vino?

 

—Shinohara Hiroki. —pronunció su nombre con total serenidad, mientras entraba al salón caminando lentamente hacia las dos personas que lo miraban como si estuvieran viendo un fantasma. —O si lo prefieren, Kamijou Hiroki, así me conocieron alguna vez.

 

Después de muchos años esperando aquello, finalmente allí estaba y las dos personas que habían destrozado su vida estaban frente a él, solo que esta vez era él quien traería el infierno a sus vidas y los destrozaría lentamente.


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