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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, pues aqui estoy un poco triste y les cuento porque. Yo no suelo hacer esto, pero espero que las personas que me lean se pongan un poquito en mi lugar. EScribir es una tarea deliciosa, es algo que estimula y aunque es verdad que todos los que escribimos lo hacemos para nosotros mismos, tambien es cierto que nos gusta que aquellos que os lean nos reconozcan el esfuerzo.

 

Ahora bien, imagina que pasas parte de tu tiempo escirbiendo, les dedicas tus ratos libres, las horas robadas de tu trabajo o universidad o incluso te robas horas de sueño para terminar una historia. En lo personal me gusta no retrazarme mucho con los capitulos y pocas veces dejo de ser puntual al publicar. Y entonces despues de dias de esfuerzo y de emocion porque tambien nos emocionanos con las tramas que creamos en nuestra mente, vas, publicas y esperas, lleno de entusiasmo ¿les gustara el giro que dio la historia? ¿como veran a tal o cual personaje?¿sera que tienen alguna idea de como seguira la historia? En fin son miles de preguntas las que nos hacemos, epsrando que aquellos que nos lean las respondan.

 

Pero y aqui esta el problema, nada pasa, tienes muchas lecturas, si, pero solo tres o cuatro mensajes, de tus lectores mas fieles, de aquellos que son como tus amigos y que agradeces como nada porque de no ser por ellos no tendrias nada, ni el mas minimo feedback de algo que te robo tu tiempo para hacer otras cosas, con gusto es verdad, pero ¿no merece aunque esa el tiempo corto de mandar un mensaje?

En fin, a lo que voy, el capitulo de hoy sera publicado porque se lo debo a mis amigas de siempre, a las que estan alli y me animan con sus lindas palabras MELYOAN, NINA, ATANIH,kAJIKA, SAKURA USAMI, ALE, LAU NITH, MUSUBI CHAN, ANDREW. Gracias por estar alli animando y por sus mensajes, para ustedes este capitulo.

La verdad es que no tengo ganas de continuar la historia, cuando algo no recibe un estimulo deja de ser divertido. Asi que si me dejan sus correos por lo menos las que no tengo en facebook les hare llegar el cpaitulo siguiente que es el final de la primera temporada y luego les seguire enviando por correo el resto de la historia, que ya no publicare mas por aqui.

 

Saludos y gracias por leer.

Cacería 2da. Parte.

 

La mujer lo llevó hasta la habitación que ocupaba su hija. No se sorprendió al ver a un hombre apostado en la puerta de la misma. Aquella gente sabía lo que hacía, no estaban jugando y tampoco corrían ningún riesgo.

 

Hana estaba dormida y Hiroki apreció eso. No estaba preparado para responder preguntas. Estaba hecho un manojo de nervios que se habían incrementado más con la presencia de Nowaki en aquel lugar. Shinoda le había pedido que confiara en él, así que él había sacado a Nowaki de la cárcel y lo había llevado allí con algún propósito, pero ¿Cuál era? ¿Qué iba a hacer Shinoda ahora? ¿Cómo iba a sacarlos de allí?

 

Hiroki comenzó a sentir un severo dolor de cabeza, confiaba en Shinoda, pero no tener respuestas a sus preguntas lo enervaba. Le preocupa la seguridad de Allegra, le preocupaba que la niña viviera un momento terrible cuando los sacaran de allí de forma violenta.

 

— ¿Qué planeas Shinoda? —murmuró bajito para que la mujer que lo vigilaba inocentemente no le escuchara.

 

—La niña no se va a despertar Hiroki sama, estuvo muy entretenida todo el día, debe estar muy casada. No se preocupe y permítame llevarle a su habitación.

 

Hiroki no miró a la mujer que le habló con aparente amabilidad, se acercó a su hija y le dio un beso suave.

 

—Buenas noches princesa.

 

“Perdóname por esto, perdóname por todo”

 

Hiroki hizo un esfuerzo por no llorar, pero cuando se vio fuera de la habitación de su pequeña y miró al guardia que la custodiaba, no pudo evitar sentirse pesimista.

 

“Hubiese sido mejor no haberte buscado nunca mi niña. Hubiese sido mejor dejar que siguieras viviendo tu vida feliz.”

 

Aquellos pensamientos lo hicieron sentirse derrotado, estaba asustado y no le veía salida a su situación. La mujer lo guio hasta una espaciosa suite. Hiroki apenas reparó en la decoración de la misma, caminó lentamente y se sentó en la enorme cama que descansaba en el medio de la habitación, estaba deseoso porque aquella mujer se marchara y su deseo pareció cumplirse, pues ella, tras ofrecerse para lo que necesitara, se marchó silenciosa.

 

Hiroki se recostó en la cama y sollozó en silencio, unos segundos después, sintiéndose más relajado, se puso de pie y caminó hasta una de las ventanas abriéndola despacio. El aire de mar era denso y placentero. Pudo notar que la casa estaba enclavada en una pequeña colina, con unas escaleras que descendían a un embarcadero.

 

Mirando la oscuridad de la noche que rodeaba todo, se preguntó si estarían sus hombres cerca, vigilándolo entre las sombras. Sintió de pronto un atisbo de alivio. Shinoda estaba cerca, lo sabía, podía sentirlo. Shinoda no lo iba a dejar solo, jamás.

 

Suspirando acarició su vientre con amor.

 

—Papá va a venir a buscarnos bebé, él nos va a poner a salvo y a tu hermanita también. —susurró con cariño a su vientre. —Y cuando estemos a salvo en casa le daremos la sorpresa, le vamos pedir que se quede con nosotros para siempre.

 

Hiroki recostó su cabeza de la ventana y se quedó mirando el vasto mar mientras acariciaba su vientre en busca de alivio.

 

Unos minutos después, la puerta de la habitación se abrió y por ella entró Nowaki en compañía de la mujer que había llevado a Hiroki hasta allí.

 

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Hiroki indignado.

 

Pero en vez de ser Nowaki quien aclarara su duda, fue la mujer quien respondió.

 

—Tsumori sama ordenó que los pusiéramos en la misma suite, él dice que ustedes tienen mucho que conversar.

 

Una vez más, Hiroki no se dejó engañar por la aparente amabilidad de la mujer, cuyas palabras parecían más bien órdenes que peticiones.

 

—Espero que descansen, los vendré a buscar temprano para que bajen a desayunar con Tsumori sama.

 

Hiroki la vio salir de la habitación y corrió indignado tras ella.

 

“No voy a dormir con este desgraciado, eso sí que no.”

 

Pensó furioso cuando se abalanzó hacia la puerta para protestar, para exigir que lo cambiaran de acuarto.

 

Nowaki adivinó sus intenciones y lo tomó por el brazo para advertirle, pero Hiroki se zafó y lo abofeteó con fuerza.

 

— ¡No me toques asqueroso infeliz! —le gritó furioso.

 

Cuando abrió la puerta se topó con la corpulenta anatomía de un hombre que lo miraba con displicente indiferencia.

 

—No puede salir de su habitación. —le espetó el hombre con malicia, haciendo énfasis en el arma que sostenía en su mano. —Bajará mañana cuando se le ordene.

 

Nowaki se acercó hasta Hiroki y cerró la puerta sin decirle nada al hombre que lo miró con burla, como si él fuera un títere más en aquella charada.

 

—No podemos hacer nada ahora. —le dijo Nowaki a un conmocionado Hiroki. —Tsumori me informó que va a reunirse con nosotros en la mañana, no me dijo nada de lo que tiene planeado hacer.

 

Nowaki hablaba despacio y serenamente. Sabía que ya Shinoda había escuchado su conversación con Tsumori, así que tendrían que esperar hasta el día siguiente, pues el hombre se había negado a darle mayores detalles a Nowaki de sus planes.

 

— ¡Quita tu cara de inocente! —le gritó Hiroki, golpeando su pecho con el puño cerrado. — ¿Este era tu plan, no? Toda esta porquería también es obra tuya.

 

Hiroki lo golpeaba con toda la fuerza que le quedaba. Lo golpeaba por cada lágrima, por cada año de espera, por cada pérdida, por cada dolor que había marcado su vida.

 

— ¿Hasta cuándo me haces daño? ¿Qué hice para que me odies tanto? Me quitaste mi vida, a mi hija, mi orgullo, mi dignidad. Me quitaste el amor en el cual creía ¿Qué más quieres, Nowaki?

 

Nowaki aguantó los golpes con estoica agonía, se merecía cada golpe, cada insulto, se merecía que Hiroki lo mirara con odio, con cansancio, con dolor.

 

Hiroki dejó de gritarle, pero siguió golpeando su pecho, sus brazos, su rostro, con sus puños cansados, con sus pequeñas manos agarrotadas por el dolor. En su mirada se fue apagando el odio, la furia, dejando paso a un profundo sentimiento de pérdida, de miedo, de confusión.

 

Nowaki lo abrazó, aun sabiendo que Hiroki detestaba aquel contacto. Lo sintió tensarse, pero no se alejó. Hiroki temblaba, su cuerpo, su corazón, su alma, estaban tan cansados, que aun sintiendo el profundo asco que sentía al verse envuelto en aquellos brazos que odiaba tanto, no tenía fuerzas para alejarse.

 

Nowaki aprovechó la momentánea aceptación para susurrarle al oído.

 

—Tus hombres nos están oyendo, todo esto no es más que una trampa para hacer caer a Tsumori. —Nowaki hizo una pausa y suspiró recostando sus cabezas juntas, los hilos de sus cabellos uniéndose, el aliento de Hiroki rozando su cuello. Su aroma lo estaba enloqueciendo, la suavidad de su piel. Por un momento se dio cuenta de cuanto había extrañado aquel contacto. —Prometí que iba a sacarlos de aquí y lo voy a hacer, te lo juro Hiroki, voy a resarcir aunque sea un poco, todo el daño que te hice.

 

Hiroki no podía creer aquellas palabras, intentó salirse de los brazos de Nowaki, quería gritarle que no le creía, pero este no lo dejó moverse.

 

—Shhhhh cálmate Hiroki, pueden estar escuchándonos ahora. Tsumori seguro puso micrófonos en la habitación. —Le susurró con calma y Hiroki se relajó en sus brazos. — Confía en mí, sé que te falle en el pasado, pero por favor confía en mí esta vez, te pondré a ti y a mi niña a salvo, nada malo les va a pasar.

 

Hiroki asintió a regañadientes y se separó con cierta brusquedad de los brazos de Nowaki.

 

—Puedes usar la cama, yo dormiré en el sofá. —Le dijo Nowaki con suavidad.

 

Hiroki sabía que no podría dormir lo que quedaba de noche, pero caminó hasta la cama y se hizo un ovillo en ella, solo para intentar olvidar la presencia de Nowaki en aquella habitación.

 

Un rato después y vencido por el cansancio, se durmió profundamente. Nowaki se acercó hasta él y lo cubrió con una ligera sabana. Lo miró por unos segundos empapándose de su belleza. Hacía mucho que no lo veía tan sereno, sus últimos encuentros habían sido difíciles y tormentosos. Hiroki siempre se veía amargado, perdido, dolido, lleno de odio, pero allí dormido pacíficamente, volvía a parecerse al joven dulce e inocente del que se enamoró.

 

—Perdóname. —susurró acariciando su rostro con suavidad.

 

Se alejó de la hermosa visión, pues perturbaba su mente, haciéndolo desear algo que nunca más tendría, el amor de aquel hermoso ser. Se sentó en el sofá y se quedó mirando el techo, sabiendo que no dormiría y aprovechando para planificar todo lo que haría a la mañana siguiente.

 

La mañana también sorprendió a alguien que no había logrado dormir. Misaki había preferido quedarse en su departamento de la ciudad, no quería oír los reproches de su hermano y estaba además molesto por no haberle podido sacar nada a la escoria a la que había pasado interrogando parte de la noche.

 

El hombre le había dicho que trabajaba para alguien que le había contratado a través de intermediarios, nadie sabía quién era, sólo que había pagado para que le entregara aquel mensaje a Hiroki Shinojara.

 

Misaki suspiró con fastidio y se metió bajo el agua fría de la regadera. Eso lo fastidio un poco más, toda vez que al enjabonar su cuerpo pudo notar los cambios que se obraban en él. Tenía que acabar con aquel embarazo antes de que fuera demasiado tarde.

 

—Haré una cita con el médico esta tarde. — se dijo fríamente, mientras se miraba al espejo.

 

Su mente quiso volar hacia los buenos recuerdos, pero él le cerró la puerta en la cara a las mariposas que querían revolotear en su estómago. Pensar ese día en Kyo Ijuuin no era una opción, pues era inminente su entrevista con el hombre con el que viviría por un tiempo.

 

Ya arreglado y dispuesto, levantó su teléfono para llamar a su hermano. Una mueca de disgusto se pintó en su rostro. Hiroki quizás intentaría hacerlo entrar en razón, quizás le hablaría del bebé, quizás le pediría que renunciara a sus planes. Apretó el celular con violencia y desistió de llamar. Ya hablaría con él esa noche cuando no hubiera nada que Hiroki pudiese hacer para detener sus planes.

 

Misaki le dio un último vistazo al departamento, suspiró, en unas horas estaría de vuelta allí con Usami Akihiko.

 

Recordó las palabras de Ryu.

 

es Akihiko Usami de quien no tenemos pruebas que lo inculpen y… para ser sincero, desde que he estado estudiando todo el movimiento de la importadora siempre he pensado que Akihiko Usami no tiene que ver con los negocios fraudulentos de su padrastro”

 

Misaki se sentó un segundo repasando aquellas palabras, si debía ser justo Akihiko no había dado muestras de ser un ser despiadado, al contrario, siempre había sido un caballero y el amor que le profesaba parecía ser sincero.

 

Misaki se permitió unos segundos para considerar todo aquello. Si Akihiko era inocente ¿Cómo afectaba aquello sus planes? Estaba claro que Akihiko sería una víctima más en aquella venganza y si además era una víctima inocente ¿Cómo quedaría eso en su conciencia?

 

Misaki bufo y sonrió con siniestra malicia.

 

“¿Conciencia? ¿Cuál conciencia?”

 

Se preguntó mirando sus manos que hace unas horas estaban llenas de sangre, recordando el cuerpo desmadejado del hombre que había torturado hasta hacerlo confesar.

 

Se puso de pie y se miró en el espejo del mueble que adornaba el estrecho pasillo de la entrada.

 

—Yo no tengo conciencia. — le dijo a su imagen, que reflejaba un rostro frio y apacible. —Akihiko Usami será una víctima necesaria, sea inocente o no.

 

La autopista estaba atestada de vehículos, lo que le permitió concentrase en los puntos de lo que debía ser una soberbia actuación. Algo lo incomodaba, pero decidió no darle importancia, aunque la sensación era desagradable, una advertencia que no quería escuchar, como si su subconsciente estuviera gritando y alzando banderas rojas de peligro que su consciente se encargó de bloquear.

 

Cuando llegó a la cárcel ya la sensación se había hecho molesta, no solo era algo en su corazón sino que el malestar comenzaba a ser físico. Takahiro salió a recibirle cuando le vio entrar a las oficinas donde lo recibirían el abogado de Akihiko que se veía muy sorprendido por su presencia y el jefe de la prisión con el cual negociarían la salida de Akihiko Usami.

 

—Usami nos espera en la sala de visitas. —le informó Takahiro.

 

Misaki asintió sereno, necesitaba toda la calma que pudiera para representar bien su papel.

 

—Quiero hablar a solas con él, antes de que le informen de su liberación.

 

Nadie se opuso, ni siquiera Sumi que se veía aliviado de que Akihiko saliera de prisión. No le habían dejado ver a su amigo para informarlo de lo que pasaría, tampoco le dejaron ver a Nowaki cuando lo solicitó, y la llegada de Misaki había acallado su molestia por aquella violación a sus derechos como abogado.

 

—Conseguiré una orden para ver a mis defendidos. —le dijo al jefe de la prisión y el hombre lo miró como si viera a un mosquito molesto.

 

—Muy pronto no tendrá que volver aquí.

 

El hombre se marchó dejándolo a solas con el prepotente abogado de los Shinojara, que lo trataba como si no existiera y con la interrogante en la mente.

 

“¿Cómo que no tendrá que volver?”

 

Algo estaba pasando y Sumi se sentó en una salita de espera, sintiendo que muy pronto lo sabría.

 

Akihiko estaba sentado en la sala de visitas, sus manos sin esposas descansaban sobre una mesa. Supuso que la inesperada visita era de Keiichi. El joven abogado se había convertido en su único consuelo en aquel encierro. Keiichi lo visitaba con frecuencia, le traía libros y dulces, le hablaba de mil temas y sobre todo le daba esperanza, le aseguraba que muy pronto saldría de aquel horrible lugar, pues como Keiichi siempre le recordaba “él era inocente”.

 

Cuando la puerta de la sala se abrió, compuso una suave sonrisa que se volvió una expresión de asombro cuando vio quien entraba.

 

—Misaki. —murmuró casi sin aliento.

 

Misaki lo miró y frunció el ceño, se veía demacrado y había perdido mucho peso. Sintió una molestia en su corazón que no supo descifrar ¿Culpa quizás? o miedo de que no pudiera finalmente destruir a aquel que en ese momento le parecía vulnerable y evidentemente inocente.

 

—Hola. —le dijo, acercándose con suavidad.

 

Akihiko temblaba al verlo acercarse, le parecía un sueño, le parecía que si cerraba los ojos y los abría un segundo después, estaría de nuevo en su celda soñando con él. Acosado por aquel temor, cerró los ojos y los abrió rápidamente, pero Misaki no se había ido, seguía allí y lo miraba intensamente.

 

—Hola. —susurró con un nudo en la garganta.

 

Misaki se paró frente a él y lo miró unos segundos.

 

—Te ves cansado. —le dijo al fin.

 

Akihiko sonrió y lo miró dulcemente.

 

—Tú te ves hermoso. —le dijo y un lagrima rodó por su mejilla. Sonrió y señaló el vientre que se veía un poco abultado con la ropa que había escogido Misaki ese día. —Y-ya se nota un poco…el bebé, nuestro bebé.

 

Akihiko no pudo evitar el tumulto de emociones que lo embargaron, estaba cansado, dolido, molesto, asustado. Tenía días aguantando estoicamente aquel encierro. Quería pagar una penitencia por lo que pensaba que debía, por lo que su familia había hecho, por cómo habían destrozado una vida. Hacía días que no salía de su celda, no quería encontrarse con su padre ni con su hermano. Así que se abstraía del mundo en largas lecturas o meditando en el interior de su pequeña celda, evocando los labios de Misaki, su piel, su sonrisa, su dulce mirada.

 

Apoyó los codos en la mesa y ocultó el rostro entre sus manos, llorando silenciosamente.

 

—Lo siento…lo siento tanto. —murmuró entre lágrimas —Desearía no haberte conocido, porque así no tendrías que lamentar que alguien como yo estuviera en tu vida, porque así no tendría que ver el odio en tu mirada. No tendría que pensar en perderte.

 

Misaki suspiró y se acercó hasta aquel hombre roto y dolido que tenía frente a él. Sintió pena por él y eso era mucho para lo poco que se había permitido sentir por aquel hombre.

 

Se sentó en una silla a su lado y le habló suavemente.

 

—Yo no te… odio — se sorprendió sintiendo que lo decía de verdad. No lo odiaba, lo necesitaba, él era una pieza en su juego, pero ya no le odiaba, al momento que comprendió que no era culpable, que solo era una víctima más de los Usami se permitió verlo de otra forma, quizás no con amor, nunca con amor, pero ya sin odio, quizás con un sentimiento de empatía que no llegaría nunca a ser amor, pero que le servía para acallar su conciencia.

 

Akihiko salió de su escondite y sonrió. Con su rostro demacrado, delgado y lleno de lágrimas, sonrió con agradecimiento.

 

—Te he extrañado. —murmuró con fervor. —Siempre soñaba que venias y nos íbamos juntos de aquí, se terminaba esta pesadilla y por fin podíamos ser felices.

 

Akihiko tomó la mano de Misaki con un dejo de temor, sentía que si Misaki lo rechazaba se volvería pedazos.

 

Pero Misaki no lo rechazó, al contrario, apretó su mano y le habló dulcemente.

 

—Aun es difícil para mí, Akihiko, todo lo que ha pasado duele y me tomó mucho tiempo reunir la fuerza para venir aquí. —Misaki suspiró y le regaló una sonrisa tenue. —Vamos a tener un bebé y yo…yo siento que tú eres inocente. Así que, tengo mucho miedo de equivocarme, pero decidí dar un salto de fe. Por eso estoy hoy aquí Akihiko, pague tu fianza y… vine a sacarte de aquí.

 

Akihiko no lo podía creer, había querido oír aquellas palabras desde hacía mucho tiempo y ahora que las escuchaba, no las creía.

 

Misaki aprovechando su momentáneo estupor le pidió suavemente.

 

—Akihiko, antes de que salgamos de aquí, antes de que juntos demos un salto de fe. Necesito, tengo que saber que no estas involucrado en nada de lo que se le acusa a tu familia.

 

Akihiko negó fieramente con la cabeza. Se arrodilló a los pies de Misaki diciéndole con fervor.

 

—Te lo juro. Cuando ese hombre se casó con mi madre yo empezaba la universidad. Mi madre tenía un hijo con otro hombre y era un poco mayor que yo, Haruhiko y yo no tuvimos una buena relación y Fuyuhiko tenía un hijo, Nowaki. —Akihiko suspiró mirándose en sus recuerdos. —Nowaki era un joven muy inteligente, su padre lo mimaba mucho y a veces parecía triste. Él estaba casado y tenía una niña, su esposa era una mujer hermosa pero muy enfermiza. Cuando murió, Nowaki pareció liberarse de un peso. Hana era una niña muy querida y Nowaki y yo hicimos una buena relación de hermanos que juntó el destino.

 

Misaki instó a Akihiko a ponerse de pie y le señaló la silla mientras la preguntaba.

 

— ¿Cuándo regresaron a Japón? ¿No te diste cuenta nunca de los negocios que llevaba Fuyuhiko?

 

—Mi madre murió en Londres y Fuyuhiko en seguida quiso regresar. —Le contó Akihiko. — Nowaki decidió quedarse en Londres un tiempo y yo me vine con el que en aquel momento veía como un padre. Me hice cargo de la importadora y Haruhiko trabajaba con Fuyuhiko en otros negocios. La importadora marchaba bien pero había mucho trabajo así que jamás pregunté o me interesé por lo que hacía Fuyuhiko con Haruhiko en esos “otros negocios”

 

Misaki suspiró, todo aquello era creíble, muy creíble.

 

— ¿Piensas que tu hermano…Nowaki, si sabía de tales negocios?

 

Akihiko suspiró contrariado.

 

—…Nowaki, él siempre fue el talón de Aquiles de Fuyuhiko. Yo…siempre he pensado que este lo manipula a su antojo.

 

Akihiko tomó la mano de Misaki, mirándolo con disculpa.

 

—Nowaki me contó lo que pasó en aquel tiempo. Me… contó lo que él y Fuyuhiko le hicieron a tu hermano. Yo…lo siento Misaki, lo siento mucho, no me imagino como han de haber sufrido.

 

Misaki apartó la mano y se puso de pie, alejándose de aquel hombre, alejándose de sus disculpas sin sentido o de los sentimientos que están provocaban en él.

 

—Tu…hermano le contó esa historia al mío. —murmuró riendo con amargura. —pretende que con una disculpa va a borrar todo lo que sucedió en ese tiempo. El dolor, el horror, la miseria. Cree que todo puede olvidarse con un “Yo no sabía nada”

 

Misaki miró a Akihiko con dolor.

 

—Tengo miedo de que con esa excusa quiera volver a la vida de mi hermano. Tengo miedo de que esté pensando volver a hacerle daño. Temo por mi hermano, por mi sobrina, ellos son lo único que tengo y Hiroki ha sufrido demasiado.

 

Akihiko se puso de pie y abrazó a Misaki con ternura.

 

—Tu hermano tiene el poder de destruir a los que amo, Akihiko, ya lo hizo una vez y me aterra que quiera volver a hacerlo. —susurró Misaki recostado del pecho de Akihiko, esperando que sus palabras obraran el efecto que deseaba.

 

—No voy a permitir que Nowaki, ni nadie les haga más daño. En mi tienes una aliado, un fiel protector. Él jamás volverá a acercarse a tu familia.

 

Misaki sonrió ante aquellas palabras, eso era lo que quería oír, pues a pesar de todas sus aprensiones, confiaba en Akihiko, confiaba en que cumpliría su palabra.

 

—Entonces vámonos de aquí, Akihiko. —Le dijo Misaki separándose de su pecho. —Quiero olvidar todo esto, quiero que tú y yo comencemos de nuevo y confío en ti para que me protejas a mí y a nuestro bebé y también a mi familia que ahora también es la tuya.

 

Akihiko pasó los trámites para su salida como inmerso en el sopor de un sueño. Aunque Sumi le sonreía y lo miraba confiado. Akihiko aún no podía creer que aquello estaba pasando. Ni siquiera cuando la luz del sol le dio en el rostro en la salida de la prisión, ni cuando silencioso subió al auto de Misaki. El aire volvió a sus pulmones y el latir de su corazón se acompasó, cuando cruzó el umbral del departamento que había compartido con Misaki.

 

— ¿Por qué no vas a darte un baño? En el closet hay ropa limpia que dejaste aquí. —le sugirió Misaki cuando entraron al departamento. Necesitaba llamar a su hermano y necesitaba estar a solas para eso. —Pediré al restaurant que está aquí cerca que nos manden algo para almorzar.

 

Misaki no lo vio venir, pero de pronto estaba envuelto entre los brazos de Akihiko y este lo besaba con fervorosa necesidad. Misaki no supo que lo llevó a corresponder el ardor de aquellos besos. Se dejó llevar por la marea y se dijo que ya después culparía a las hormonas, pero de pronto y en medio de aquel calor, pudo ver las banderas rojas de alerta que su subconsciente ondeaba con frenética advertencia.

 

Algo estaba por suceder y estaba ligado con aquel hombre que tenía el poder de hacerlo perder la barrera de sus defensas. Ahora que no lo odiaba era más peligroso que nunca, pues sería muy fácil acostumbrarse a la delicadeza de aquel amor, al calor de aquella pasión, a la belleza de sentirse amado.

 

Misaki evocó el sentimiento del verdadero amor, dibujado con un rostro de ojos negros y cabello oscuro como el ébano. Jamás el sentimiento por Akihiko podría igualar a aquel que llenaba su corazón, que atesoraba fieramente como un recuerdo del que no se desprendería jamás, pero era igualmente peligroso, era algo que Misaki debía evitar a toda costa.

 

Misaki reunió todas sus fuerzas para desprenderse de aquellos suaves besos.

 

—Akihiko por favor. —murmuró inquieto. —Esto… esto no debe pasar, aun no. Dame tiempo por favor.

 

Akihiko suspiró contrariado, no había querido ser tan impulsivo.

 

—Si…lo siento, lo siento de verdad. —murmuró con disculpa. —Llevaba mucho tiempo deseando besarte, pero no lo haré de nuevo. Te prometo que no haré nada que te moleste.

 

Misaki lo miró perderse por el pasillo hacia la habitación y suspiró con alivio, unos minutos más y hubiesen estado revolcándose en la alfombra. Negó con la cabeza sintiéndose contrariado. Tomó su celular y marcó a la mansión.

 

Arrugó el ceño al colgar la tercera llamada. Ni Hiroki, ni Shinoda, ni Miyagi estaban accesibles ¿Dónde estaba todo el mundo? Habló con Ryu unos minutos pero su amigo no tenía idea de donde andaba su hermano.

 

“No hay nada de que preocuparse”

 

Se aseguró en su mente, después de todo, lo malo es lo primero que se sabe. Decidió que trataría de comunicarse más tarde y llamó al restaurant para pedir comida. Akihiko y él comieron en relativa tranquilidad, ninguno se atrevía a tratar temas incomodos. Akihiko estaba preparando un café cuando el celular de Misaki sonó.

 

—Voy a hacerte un té, porque leí que no puedes tomar café con el embarazo. —le dijo Akihiko asomándose por la puerta de la cocina.

 

Misaki se estaba acercando a la mesa donde estaba su celular y lo miró con una media sonrisa. Aquellas palabras le dolieron, le recordaban a alguien de quien había tenido que despedirse dolorosamente.

 

Misaki frunció el ceño al ver quien le llamaba, acababa de hablar con él.

 

—Hola Ryu ¿lograste saber algo de Hiroki?

 

—Misaki voy camino a la clínica. — le habló Ryu frenético. — aun no sé muy bien que pasó, pero Miyagi me llamó, no conseguían ponerse en contacto contigo.

 

—¿Ryu que pasó? ¿Por qué vas a la clínica? —le preguntó Misaki casi a gritos, porque Ryu no terminaba de decirle que ocurría.

 

—E-es Hiroki, Misaki. Está herido, él y Shinoda están heridos.

 

Misaki dejó caer el teléfono y si no fuera porque Akihiko reaccionó rápidamente dejando caer lo que llevaba en las manos para ir a sostenerlo, habría dado en el suelo. Su cabeza daba vueltas, nada tenía sentido, las palabras de Ryu le revolvieron el estómago, tenía ganas de vomitar, de gritar, de… morirse.

 

—Mi… hermano. —murmuró antes de caer laxo en los brazos de Akihiko que lo miraba desesperado.

 


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