Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

[Reviews - 308]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaa viernes de actu por aqui se las dejo deseando de corazon la disfruten.

 

Besos y gracias por leer.

16-Verdades que matan.

 

—¡Makoto kun!

 

El grito de la niña fue el que devolvió a la realidad a su padre y a su muy conmocionado abuelo. Una realidad que ninguno de los dos estaba preparado para admitir.

 

—Hola hermosa princesa. —murmuró Hiroki abrazando a la niña que se había abalanzado a sus brazos, con una alegre sonrisa.

 

— ¿Qué haces en mi casa, Makoto kun? ¿Viniste a visitarme? ¿Y porque dices que tu nombre es Hiroki?

 

Hiroki sonrió ante el torrente de preguntas, estaba claro que su hija era igual de vital que él. Iba a responder cuando la voz de Nowaki llenó la estancia.

 

—Hanari sube con Shinobu a tu habitación.

 

—Pero papi…

 

—Hanari te di una orden.

 

Nowaki no había querido gritarle a su hija y al ver su gesto de dolor y asombro se arrepintió al instante, pero no le quedaba otra alternativa, la situación era extremadamente peligrosa como para tenerla a ella a su alrededor.

 

Hiroki miro a Nowaki con una sonrisa maligna y heladora, luego suavizo su mirada dirigiéndola a la niña que aún tenía entre sus brazos.

 

—Hazle caso a tu papá, más tarde responderé todas tus preguntas. Te lo prometo.

 

Hanari le sonrió con ternura y recibió gustosa el beso que este depósito en su mejilla.

 

Dándole una significativa mirada a su padre, se marchó del salón, subiendo despacio las escaleras con Shinobu que le hablaba animado de juegos y diversión.

 

— ¡Qué demonios haces en mi casa! y ¿Cómo es que estas?...

 

— ¿Vivo? —terminó Hiroki por él, mientras miraba complacido como Shinoda y Miyagi habían desenfundado sus armas y apuntaban a Nowaki que se había atrevido a acercarse demasiado a él.

 

— ¡Esto es un afrenta intolerable, llamare a la policía para que los saquen como los perros que son! —gritó iracundo el padre de Nowaki.

 

La carcajada de Hiroki les heló la sangre a padre e hijo.

 

—Hágalo. —dijo Hiroki entre risas. —Así me ahorra el trabajo de entregarlos a la justicia.

 

Nowaki iba a decir algo, pero Hiroki lo cayó con un gesto de su mano.

 

—No vas a proferir una palabra más, pedazo de basura. No, hasta que yo haya terminado de decir lo que vine a decir.

 

Nowaki estaba lívido, sus ojos turbios se oscurecieron de ira, pero no pudo replicar a la orden de Hiroki pues el cañón frio de un arma se apuntalo en su sien.

 

—El Kumicho te dio una orden, será mejor que la cumplas.

 

Fuyuhiko miro con terror a su hijo y luego puso toda la ira que sentía en su mirada para dirigirla a Hiroki.

 

—Conozco esa mirada de odio. —le dijo Hiroki sentándose tranquilamente en un sofá. —La vi por meses cuando me mantuvo prisionero. Solo que en aquella oportunidad era joven y vulnerable, estaba aterrorizado.

 

Hiroki suspiró y sonrió, miro a Shinoda y este puso un arma sobre su regazo. Hiroki acaricio la fría textura, sería tan fácil matarlos allí mismo. Pero no, no sería así, él iba a hacerlos pagar, él los iba a destruir lentamente.

 

—Lamentablemente para ti, ya no te tengo miedo. Dejé de ser el muchachito asustado y ahora tengo el poder de destruirte a ti y a tu maldita familia, tal cual como ustedes trataron de hacer conmigo.

 

—No vengas a hacerte la victima…

 

Las palabras de Nowaki terminaron con un gemido de dolor, cuando la cacha de la pistola de Miyagi se estrelló contra su cabeza. Cayó de rodillas en el suelo escuchando las palabras roncas del hombre que le había golpeado.

 

—Te dije que te mantuvieras callado.

 

Hiroki lo miró con desdén y luego dirigió su mirada a Shinoda. Este puso entonces una carpeta en sus manos.

 

Hiroki la abrió y comenzó a leer detenidamente mientras pasaba hoja tras hoja.

 

—Robo, tráfico de drogas, trata de blancas, prostitución, evasión de impuestos. —Hiroki sonrió y extendió los papeles y un montón de fotografías sobre la pequeña mesa que estaba frente a él. —podría seguir toda la noche. Su prontuario policial es enorme. La policía solo espera mi orden para allanar esta casa.

 

El viejo lo miró con odio, Hiroki los tenía en sus manos. Solo confiaba en que el ultimo cargamento que se había ocupado de mantener muy bien escondido llegara a su destino, eso le podría salvar. Con ese dinero conseguiría comprar su salida y la de su hijo del país. Dejaría que Akihiko cargara con las culpas.

 

Entonces Hiroki sonrió como si le estuviera leyendo la mente. Esta vez fue Miyagi quien le paso una carpeta. Hiroki la abrió y extendió frente a Fuyuhiko la prueba final de que estaba completamente hundido.

 

—Encontramos el cargamento de Hokaido también. La policía ya lo tiene en su poder, así como a sus hombres que fueron muy colaboradores al momento de confesar.

 

Fuyuhiko cerró las manos en un puño. Estaba acorralado.

 

— ¿Qué quieres? —gruñó entre dientes.

 

—Lo que me quitaron hace diez años. —le respondió Hiroki con ira apenas contenida. —Quiero a mi hija.

 

— ¡No, eso jamás! —gritó Nowaki.

 

Esta vez no fue Miyagi el que lo reprendió por su insolencia, la patada que lo dejo si aliento provino del propio Hiroki. Se había puesto de pie iracundo y sin pensarlo lanzó la patada directo al estómago de Nowaki.

 

Mientras el joven tosía y se sostenía el estómago aguantando el dolor. Hiroki se agachó frente a él y lo agarró del cabello levantando su cabeza violentamente.

 

—Tienes suerte pedazo de mierda, de que no te mate aquí mismo. Me sería muy fácil acabar con tu patética existencia. — Hiroki le hablaba con una frialdad aterradora, su mirada de acero habría sido capaz de congelar cualquier corazón. —Me vas a entregar a mi hija y lo vas a hacer voluntariamente, Nowaki. No tienes otra salida.

 

Nowaki lo miró con odio, aquel no era la persona amable y hermosa que él había conocido ¿Qué había pasado con Hiroki?

 

Hiroki lo soltó con asco, como si de alguna forma hubiese leído sus pensamientos.

 

— ¿No me reconoces verdad? Ahora que no estoy indefenso y a tu mereced, no me parezco en nada al Hiroki que conociste.

 

—No voy a entregarte a mi hija.

 

Hiroki tomó entonces la pistola que Shinoda le había dado y apuntó a la cabeza de Nowaki.

 

—Entonces lo haremos de la manera difícil, Nowaki. Te voy a matar con todo gusto y ella será mía de todas formas.

 

Shinoda miró por un interminable segundo a Miyagi, no dudaban que Hiroki apretaría el gatillo. Pero él no quería que su dulce amor se llenara las manos de sangre y mucho menos de la sangre de aquella basura de hombre que había destruido su vida.

 

— ¡No lo mates! —gritó Fuyuhiko. —La niña, puedes llevarte a la niña.

 

— ¡Papá que dices¡ —gritó entonces Nowaki, molesto con su padre. Prefería morir antes de entregar a su hija voluntariamente a esa persona en la que se había convertido Hiroki.

 

Hiroki suspiró y apartó el arma de la cabeza de Nowaki.

 

—Veo que ahora comienza a pensar correctamente, Fuyuhiko. —espetó Hiroki con una sonrisa, mientras se sentaba de nuevo en el sillón.

 

—No voy a dejar a mi hija ir con un…

 

Hiroki miró a Miyagi con fastidio y Nowaki nuevamente fue silenciado con un severo golpe.

 

—Hijo por favor, déjame manejar esto a mí. —suplicó Fuyuhiko aterrado, consciente de que Hiroki no estaba jugando. Sabía que el joven mataría a Nowaki sin temblarle el pulso. Tenía que comprarle tiempo a su hijo, no podría soportar verlo morir ante sus ojos.

 

Nowaki apretó los puños con impotencia. Todo lo que había temido estaba pasando, pero el que menos pensaba que aparecería estaba allí ante él. Su vida de pronto, había tomado el cariz de una horrorosa pesadilla. Había estado frente a su tumba hacia poco, lo había creído muerto por años, pero no estaba muerto y había regresado poderoso y lleno de rencor.

 

¿Acaso no tenía razones para estar lleno de odio?

 

— ¿S-solo quieres a la niña? —preguntó Fuyuhiko tratando de mantener su orgullo.

 

Hiroki sonrió y se acomodó relajadamente en el sillón donde estaba sentado.

 

—Veo que la vejez ha afectado tu sentido común Fuyuhiko. —le dijo con desgano y evidente burla. — ¿Crees de verdad, que eso es lo único que quiero?

 

El anciano le sostuvo la mirada, pero lejos del orgullo y la prepotencia que siempre había en aquel severo rostro, esta vez lucia cansado, asustado y más viejo de lo que en realidad estaba.

 

— ¿Entonces que más quieres?

 

—A toda tu maldita familia tras las rejas. —le respondió Hiroki con arrogancia.

 

—Nowaki no sabía nada de esto, él no sabía de los negocios ilícitos. —Por un momento a Fuyuhiko le pareció inculpar a Akihiko, pero pensó que debía tener a este libre también para que con el dinero que había heredado de su madre lo ayudara a sacar a Nowaki del país. —Yo y solo yo estoy detrás de todo lo ilícito de lo que se nos inculpa.

 

Hiroki no cambió su postura relajada. Miró a Fuyuhiko consciente de que el viejo mentía, pero eso no le importaba. Salir de aquella casa con su hija era su único propósito y mientras menos traumático fuera para la niña, mejor seria. Si para eso tendría que servirse de Nowaki, lo haría.

 

— ¿Escuchaste eso Nowaki? Tu padre te dejó libre de culpas, que heroico ¿verdad? —Hiroki se puso de pie y caminó hasta Nowaki, haciéndole una seña a Miyagi para que lo pusiera de pie. — ¿Tienes idea de lo que le hacen a personas como él en prisión? Cuando sepan que traficaba mujeres y jovencitos, cuando sepan que el mismo los violaba para probar la mercancía. Cuando sus contactos sepan que perdió la valiosa droga que transportaba y que sus hombres cantaron como dulces pajaritos ¿Te imaginas lo que va a pasarle en la cárcel?

 

Nowaki hubiese querido golpear aquel hermoso rostro que ahora parecía tan frio y tan duro como el mármol que había mandado a poner en su tumba.

 

—¿Qué quieres? —gruñó derrotado, consciente de que Hiroki ahora era quien tenía el poder en sus manos.

 

Hiroki estaba asqueado de tener a aquel hombre que tanto odiaba frente a él y solo deseaba buscar a su hija y llevársela lo más rápido posible de aquel lugar.

 

—Vas a subir y vas a hablar con Allegra, le vas a decir que debe irse conmigo por...

 

—Ni sueñes que le voy a decir que eres su… —Nowaki sintió el cañón de un arma justo en su corazón, pero esta vez no era Miyagi el que lo apuntaba, ni siquiera Hiroki. Era el otro hombre que los acompañaba, este lo miró con una furia tal que contenía una silenciosa advertencia. Una advertencia que congeló la sangre en las venas de Nowaki. Aun así se atrevió a seguir hablando, pero esta vez con suplica. —Hanari cree que su madre está muerta, ha vivido toda su vida pensando eso. Si le digo todo lo que pasó le haré daño, ella es muy sensible. No quiero hacerla sufrir.

 

Hiroki lo pensó por unos segundos, él también sentía que debía hacer las cosas con calma para no perjudicar su hija.

 

—Dile que soy un pariente de su madre, que he venido porque quería conocerla y que tú la dejaras pasar un tiempo conmigo, porque te iras de viaje con tu padre y yo me ofrecí a cuidarla.

 

Nowaki asintió casi imperceptiblemente. Miyagi lo soltó y Shinoda se retiró pero sin dejar de apuntarlo.

 

— ¿Qué pasará con mi padre? —preguntó Nowaki, tambaleándose un poco por el dolor infringido por los golpes que recibió.

 

Hiroki miró al anciano con una sonrisa de complacencia.

 

—Será puesto a las órdenes de la policía y juzgado por todos los cargos de los que se la acusa, pero se hará todo en silencio. Si cumples con lo que se te pedirá, nadie va a saber nada y tu padre cumplirá su condena por el resto de su días con la tranquilidad de que nadie intentará hacerle daño.

 

Nowaki se quedó con una sola frase de todo aquello.

 

“si cumples con lo que se te pedirá”

 

¿Qué más iba a pedirle?

 

Hiroki intuyó la pregunta y se la respondió rápidamente.

 

—Vas a arreglar todo aquí para que yo tenga la custodia de Allegra, renunciaras a todos tus derechos sobre ella. Una vez que hayas hecho todo eso pediré una excepción para que te dejen salir un día de la cárcel y puedas verla y contarle porque ya no vivirá contigo nunca más.

 

Hiroki lo miró complacido, encogiéndose de hombros le habló con una amarga suavidad.

—Quien sabe, si te portas bien, puede que tenga más misericordia de la que ustedes tuvieron conmigo y si Allegra desea visitarte en la cárcel después de saber por tu propia boca la clase de alimaña que eres, yo mismo la llevaré cada vez que ella así lo quiera.

 

Hiroki vio como todo el cuerpo de Nowaki se tensaba y su rostro se volvía lívido.

 

—¿La cárcel? —pronunció este con temor, con dolor. Pero no temía por él, temía por lo que aquello podría causarle a su hija.

 

Hiroki, sintió un atisbo de compasión, pero duró muy poco. De pronto se recordó encerrado entre cuatro mugrientas paredes, con la única compañía de una pequeña ventana que no podía alcanzar, pero que le daba por lo menos el alivio de saber si era de día o de noche. Recordó también el terror que vivió cada día de su encierro, recordó el día en el que su hija vino al mundo, aquel dolor tanto físico como moral, el maltrato del que fue objeto. Recordó la orden de aquel odioso hombre que lo había atormentado por meses y su dolor al saber que moriría sin haber siquiera visto a su pequeño bebé.

 

Nowaki no merecía misericordia alguna y aunque su padre se empeñaba en librarlo de toda culpa. Hiroki conseguiría la forma de demostrar la verdad y entonces Nowaki se pudriría en la cárcel junto a toda su familia.

 

— ¿Pensaste que con las palabras de tu padre exculpándote de todo, sería suficiente para librarte de ir a prisión?— Hiroki sonrió mirándolo con lastima. — Irás a la cárcel Nowaki, por todo lo que esos papeles que están allí dicen y agradece que no sacaré a la luz todo lo que me hiciste a mí. De todas formas me complace saber que no saldrás jamás de prisión.

 

—P-podrías venir a buscarla mañana…yo…yo quisiera tener tiempo de hablar con ella.

 

Hiroki tembló de rabia, Nowaki aún se atrevía a pedirle tiempo.

 

—Me voy a llevar a mi hija hoy. —le espetó con furia. —Ya he esperado diez años, no voy a esperar un segundo más. Me la llevaré, así tenga que matarlos a todos en esta maldita casa.

 

Hiroki sintió el calor de Shinoda en su espalda, el hombre había rodeado su cintura con su brazo, brindándole apoyo, conminándolo a que no se desmoronara.

 

Cuando Nowaki asintió e hizo el ademan de salir en busca de la niña, otra voz se oyó en la estancia.

 

—¿Nowaki que pasa? Toda la calle está rodeada de…

 

Misaki había pasado sonriente toda la parodia de matrimonio con Akihiko. Yashiro se había portado a la altura y en ese momento de camino a la casa Usami, su flamante esposo estaba convencido de que eran esposos por todas las de la ley.

 

Si algo lamentaba Misaki de aquel día, era no haber podido estar con Hiroki al momento de enfrentar a sus enemigos, pero estaba tranquilo, pues Miyagi y Shinoda estaban con él. Así como todo un ejército de hombres bien entrenados y dispuestos a matar o morir por el Kumicho del Clan Shinojara.

 

Ahora solo tenía que seguir el plan que habían trazado y terminar de tejer la telaraña en torno a Akihiko, para que este fuera su mejor aliado en contra de los Usami.

 

— ¿Qué te tiene tan pensativo? —le preguntó Akihiko, tomando su mano y aprovechando un semáforo para besarla amorosamente.

 

—Es todo esto de ir a tu casa. — respondió Misaki después de un sentido suspiro. — Tu familia me odia, Akihiko, no sé porque tenemos que ir para allá.

 

Akihiko le sonrió con ternura.

 

—Mi familia no te odia.

 

—Tu hermano sospecha de mí, lo sabes. Ese día te llamó para advertirte de mí. —replico Misaki con su rostro compungido y sus ojos cristalinos de lágrimas no derramadas.

 

Akihiko suspiró. Misaki en cierta forma tenía razón, pero debía hablar con su familia y más ahora que estaban enfrentando tantos problemas con la ley. Además tenían que saber que se había casado con Misaki. Quería que comprendieran que la familia Shinojara no eran sus enemigos.

 

Si Akihiko hubiese sabido lo que lo esperaba en la casa no habría sido tan optimista.

 

—Todo va a salir bien mi amor. —Le dijo mientras emprendía el último tramo para llegar a su hogar. —Quiero que conozcas a mi sobrina, es encantadora y muy hermosa. Además quiero decirles a mi padre y a mi hermano que nos casamos. Lo hago por nosotros y para que tú y nuestro bebé estén tranquilos.

 

Misaki no dijo nada más, sonrió para sus adentros. Pues los días oscuros de Akihiko comenzaban a partir de ese momento.

 

Cuando arribaron a la larga avenida, Akihiko frunció el ceño al ver un montón de camionetas negras estacionadas y lo que parecía un ejército de guardias de seguridad desplegados por doquier.

 

Entró extrañado a la casa, seguido de un Misaki que por fuera se veía tenso, pero por dentro estaba dichoso.

 

Encontró a toda su familia reunida en salón, pero no puedo obtener una respuesta a su pregunta, pues fue Misaki el que habló antes de que él pudiera terminar de formularla.

 

—Hiroki, hermano ¿Qué haces aquí?

 

Akihiko dirigió su mirada al hombre que solo había visto una vez y del que poco recordaba. Luego increpó a su recién estrenado esposo. Se acaban de casar y el mundo ahora les caía encima.

 

— ¿Misaki, ese es tu hermano?

 

Cuando Misaki asintió con el rostro pálido y asustado, Akihiko pensó en la historia que le había contado Misaki.

 

Hace años mi hermano fue traicionado por quien más amaba. Esa persona le arrebató todo, su orgullo, su dignidad, su libertad y también a su hijo y no conforme con eso ordenó que lo mataran la misma noche que nació su bebé”

 

No podía creer que aquello fuera real, entonces recordó lo que Misaki le había contado lleno de felicidad la noche anterior.

 

“Mi hermano me llamó hace un rato. Aun no lo creo, encontró a su hijo, Akihiko. Descubrió el paradero del infeliz que tanto daño le hizo y mañana ira a su casa para recuperar a su hijo”

 

Akihiko sintió que la tierra se lo tragaba.

 

Un monstruo como ese, que fue capaz de hacer tanto mal, no merece piedad”

 

Él le había dicho esas palabras a Misaki, pero entonces no sabía que el monstruo que había hecho tanto daño, era su propio hermano.

 

— ¿Misaki, tu qué haces aquí? —preguntó Hiroki, riéndose por dentro por la soberbia actuación de su hermano.

 

Misaki puso una mano en su corazón y miró a Akihiko con dolor, con desprecio.

 

—Yo…acabo de casarme. —dijo con su ojos llenos de lágrimas, mirando a Akihiko. —Con el hermano del hombre que…

 

Misaki se desmayó y Akihiko logró atraparlo antes de que cayera al suelo. De inmediato, Miyagi se lo quitó de los brazos por órdenes de Hiroki.

 

—No toque a mi hermano con sus asquerosas manos, todos ustedes son unos criminales. —Dijo Hiroki iracundo. —Miyagi, lleva a Misaki al auto y espéranos allí. Nowaki ve por mi hija, quiero largarme de esta maldita casa de inmediato.

 

Shinoda abrió la puerta para que Miyagi saliera con Misaki en brazos, Nowaki tras ellos, subió la escalera con desgano.

 

Hiroki se asomó en la puerta diciéndole con advertencia.

 

—Toda la casa está rodeada, no intentes ninguna tontería, Nowaki.

 

El aludido ni siquiera volteó y subió mas rápido, tratando de desaparecer.

 

 Akihiko aún estaba en shock cuando Hiroki se le acercó mirándolo con odio.

 

—Cuando compré su empresa no sabía quiénes eran ustedes. Ahora me arrepiento, pues mi hermano lo conoció allí y se enamoró de usted. Tenga por seguro de que si me hermano no desea verlo más, hare todo lo posible por alejarlo de usted.

 

Akihiko no sabía que decir. Ni siquiera conocía toda la historia. Si su hermano había hecho las cosas espantosas de las que le acusaban, estaba seguro que Misaki lo odiaría siempre.

 

¿Cómo había sido capaz Nowaki de hacer todo aquello?

 

—Le juro que amo a su hermano con todo mi corazón y también le juro que no sabía… no sabía nada de lo que mi hermano hizo.

 

Hiroki sonrió para sí. Misaki lo había logrado, había envuelto tanto a aquel hombre en su red que lo tenía a sus pies. Ahora tenían un aliado entre los Usami, un arma que muy pronto usarían.

 

—Espero que esté diciendo la verdad. —le dijo Hiroki mirándolo con recelo. —lo espero por el bien de mi hermano y del hijo que espera.

 

******

 

Nowaki solo detuvo sus pasos cuando se supo lejos de la vista de aquellos que habían irrumpido en su hogar. Se sentía asfixiado y dolorido, pero sobre todo estaba aterrado. En pocos momentos iba a perder todo lo que amaba en la vida.

 

Caminó con pasos inciertos hacia una ventana y aparto la cortina lentamente. Comprobó así, que lo que Hiroki había dicho era cierto, había muchos guardias rodeando la mansión.

 

Ahora tenía que hacer aquello que destruía todo su ser. Despedirse de Hanari, quizás para siempre.

 

Nowaki se arrodilló en el suelo duro y frio, sus ojos en un segundo se llenaron de lágrimas.

 

¿Cómo iba a tener el valor para hacerlo?

 

Mirar a su pequeña princesa a los ojos, mentirle. Despedirse de ella. Recordó la primera vez que la vio, tan hermosa, pequeña e indefensa. Una pequeña bebé que solo lo tuvo a él, siempre a él.

 

—Maldito seas Hiroki Kamijou…Maldito seas. —murmuró entre sollozos apagados, aporreando su puños contra el frio suelo.

 

Luego de unos segundos, respiró profundo y se limpió con violencia las lágrimas.

 

—La última palabra aún no está dicha. —murmuró resueltamente. —Tal vez ganaste esta batalla, pero la guerra aún está por verse.

 

Lleno de una renovada fuerza se encaminó a la habitación de su hija, planeando en su mente una estrategia a seguir, el aún no estaba muerto y mientras tuviera fuerzas lucharía por lo único que le importaba en su vida.

 

—Princesa. —susurró con amor, al abrir la puerta de la habitación.

 

Hanari le sonrió y corrió a abrazarlo.

 

—Papi ¿Qué haces aquí? y Makoto kun ¿ya se fue?

 

Nowaki la besó con dulzura y despidió a Shinobu con un gesto de su mano. Cuando estuvieron a solas, este se sentó con su princesa en su regazo.

 

—H-Hiroki san, está abajo aun. —le dijo con mucha dificultad. Fingiendo una sonrisa continuó. —De hecho te tengo una sorpresa, resulta que él ha estado un buen tiempo intentando localizarnos.

 

— ¿Y eso porque papi? ¿Acaso lo conocías ya?

 

“Ojala nunca lo hubiese conocido.”

 

—Si cariño, Hiroki es…es medio hermano de tu mamá, él es tu tío. No sé muy bien la historia pero ellos se alejaron y el no conoció de tu existencia sino hasta hace poco.

 

Hana, esbozó una brillante sonrisa y abrazó a su papi con emoción.

 

—Tengo un tío, un tío por parte de mi mamá. Es increíble papi, increíble. Estoy tan feliz.

 

Pero Nowaki se estaba muriendo y aquella felicidad de su hija no hacía más que enterrarlo más profundo en su dolor. La abrazó con fuerza y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no echarse a llorar.

 

— ¿Qué que pasa papi? ¿Estas triste?

 

—No cariño. —le dijo Nowaki sonriéndole con esfuerzo. —Estoy muy feliz por ti y además te tengo otra sorpresa, pasaras un tiempo con tu tío Hiroki, pues yo tengo que irme de viaje con el abuelo.

 

Hanari frunció el ceño.

 

—Pero papi, no me habías dicho nada de ese viaje y después de lo que pasó, me asusta mucho que vuelvas a ir al aeropuerto.

 

Nowaki besó su naricita con ternura.

 

—Eso fue un mal entendido ya te lo dije. Ahora tengo que ir con tu abuelo a Londres para arreglar cosas de negocios y fue una verdadera…sorpresa que tu tío apareciera ahora. Podrán compartir y conocerse.

 

—Él me hablará de mi mami cuando era joven y así podré conocerla a través de él. — dijo la niña con una expresión soñadora. —Te voy a extrañar mucho papi, pero también estoy contenta de pasar unos días con mi nuevo tio. Mak…Hiroki kun es una persona maravillosa, quien iba a decir que aquel ser increíble que me rescató en la playa terminaría siendo mi familia.

 

La niña rio alegremente y abrazó a su padre con emoción.

 

—Estoy segura que voy a pasar unos días geniales con él y cuando tu regreses podríamos salir los tres juntos, así tú también recuerdas a mi mami junto a Hiroki kun.

 

Nowaki asintió y sonrió levemente. Tratando de convencerse de que esa no sería la última que vez que vería a su hermosa princesa.

 

Hiroki esperaba en la estancia a los pies de la escalera. Finalmente bajó Nowaki con su pequeña de la mano. Esta se soltó rápidamente y corrió a abrazar a Hiroki.

 

—Ya mi papi me lo contó todo Hiroki kun, que eres medio hermano de mi mamá y que no sabías de nosotros, estoy muy feliz de poder pasar unos días contigo, así podrás contarme todo acerca de mi mami y vamos a divertirnos mucho conociéndonos.

 

Hiroki la abrazó con fervor. Nowaki pudo ver que su cuerpo temblaba ligeramente. Sus ojos antes fríos y furiosos, ahora estaban brillantes y miraban a Hanari con un inmenso amor.

 

—Yo también estoy feliz de tenerte finalmente conmigo, mi querida princesa.

 

Le dijo besando su cabello dulcemente.

 

—Shinoda ¿Por qué no llevas a Alle…Hanari al auto. Yo iré en un segundo.

 

Shinoda abrió los ojos con sorpresa, no tenía la menor intención de dejar a Hiroki, solo con esa gente.

 

—Ve, yo iré en un momento. — le pidió con decisión. Giró entonces su rostro hacia Nowaki y sonrió con una expresión sombría. — Voy a despedirme de Nowaki y de su padre.

 

Shinoda contra todo el sentido común y muy en contra de su voluntad, salió con la niña que antes de irse corrió hasta su papi y le dio un enorme abrazo.

 

—Te veré pronto papi. Te amo.

 

Nowaki la abrazó y cerró los ojos con impotencia.

 

—Yo también te amo mi amor. Recuérdalo siempre, papá te ama.

 

Cuando Shinoda salió con la niña. Hiroki se quedó mirando a Nowaki con desprecio.

 

En el salón solo quedaban, Nowaki, Fuyuhiko y un muy conmocionado Akihiko.

 

— ¿Verdad que duele? —le preguntó Hiroki con una voz grave y desgarradora. —Sientes que te están quitando un parte de tu alma, como si te desgarraran la piel a girones.

 

Hiroki sacó de su espalda el arma que había ocultado por el bien de la niña. Caminó hasta ponerse frente a Nowaki y lo apuntó justo en el corazón.

 

—Yo lloré y supliqué. Acababa de dar a luz en condiciones infrahumanas y nadie me escuchó. No me dejaron verla y se la llevaron. Y todo eso lo hicieron por orden tuya.

 

—Yo…

 

—Cállate infeliz de mierda. —Gruñó Hiroki, apretando el cañón del arma en el pecho de Nowaki, lastimándolo en el proceso. —Hoy yo te estoy haciendo algo parecido, pero ni siquiera se acerca a lo que todos ustedes me hicieron a mí. Así que prepárate Nowaki, porque el infierno acaba de abrirse para ti y yo soy el demonio que te va a atormentar hasta el último día de tu vida.

 

Nowaki no pudo ni reaccionar cuando Hiroki levantó el arma y la estrelló contra su rostro, enviándolo directo al suelo.

 

Fuyuhiko dio unos pasos hacia su hijo, Hiroki lo volteó a mirar con una ira tal que lo hizo retroceder.

 

Finalmente, Hiroki caminó con paso lento hasta la salida, confiando en que jamás volvería a aquel maldito lugar.

 

Esa tarde, mientras Hanari iba entretenida hablando de mil cosas con Hiroki dentro de la enorme limosina que los transportaba. Una veintena de patrullas subió por la larga avenida y minutos después, Fuyuhiko, Nowaki y Akihiko fueron sacados esposados de la mansión Usami.

 

Nowaki miró el pasar de la calles dentro de la lúgubre patrulla, recordando una y otra vez las palabras de Hiroki.

 

Estaba en el infierno y ahora sabía claramente por qué.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).