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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Como lo prometido es deduda les dejo el segundo capitulo, nos vemos el lunes, besos y graias por leer.

—Buenos días, Kumicho.

 

Hiroki despertó más temprano que el sol. Con su cuerpo descansado y las esperanzas renovadas se dispuso a trazar planes.

 

Sonrió alegremente al escuchar aquel saludo y miró al que llegaba con un falso enojo.

 

—Idiota. —Le dijo a su visitante acercándose a él y dándole un ligero puñetazo en el brazo. — ¿Vienes preparado? Tengo mucho trabajo para ti.

 

El aludido sonrió y puso un montón de carpetas sobre el escritorio donde ya un montón de papeles estaban esparcidos.

 

—Claro que vengo preparado, tonto. Pero veo que tú no has perdido tiempo.

 

—Ya perdí diez años Ryu… diez años, no perderé ni un minuto más.

 

Hiroki se sentó frente a su amigo y comenzó a explicarle lo que quería hacer.

 

Ryu era hijo de uno de los socios del Clan. Cuando Makoto lo había llevado a vivir con él, Ryu había sido uno de sus primeros amigos y aliado. Makoto le había encargado al chico enseñarle etiqueta y protocolo tanto a Hiroki como a Misaki, pero este había ido mucho más allá, entregándoles a los dos desamparados chicos su amistad incondicional.

 

—Misaki está en el puerto buscando pistas sobre los contactos que manejan para hacer su contrabando.

 

Ryu se quitó los lentes y masajeó el puente de su nariz, ya tenían horas revisando papeles.

 

—Tenemos mucho por donde hacerlos caer. Llevan años haciendo negocios fraudulentos y los pagos que le han hecho a la policía corrupta están tan obvios que no sé cómo no los han descubierto antes.

 

Hiroki se puso de pie y caminó a un telefonillo, pidió bebidas y algo para comer, cuando regresó con Ryu se sentó pesadamente.

 

—Misaki dice que Makoto ya los había descubierto desde hace mucho, pero no me dijo nada porque no estaba preparado.

 

Ryu lo miró pensativamente.

 

— ¿Sabes? Ayer le pregunte a mi padre así como quien no quiere, si conocía a esa familia y puso un gesto de desdén que ni te cuento. Solo dijo que ninguna familia del Clan Shinojara haría jamás negocios con los Usami y ¿adivina de quien fue la orden?

 

—Makoto…

 

—Exacto. —Dijo Ryu asintiendo. No dijeron más porque en ese momento entró un sirviente con las bebidas, pero cuando este se marchó, Hiroki se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación.

 

—Pero ¿Por qué Makoto me ocultaría algo así? Él sabía que yo estaba buscándolos.

 

 

—Hey… hey... —Le dijo Ryu caminando hacia él y llevándolo a sentarse a su lado nuevamente. —No te molestes con el viejo. Recuerda como llegaste aquí. Estabas más muerto que vivo y tu estabilidad emocional no era la mejor. Yo pienso que él te dio tiempo para recuperarte y tiempo para que disfrutaras lo que él te daba. Yo concuerdo con Misaki, el preparó el terreno y lo dejó listo para cuando llegara el momento.

 

El rostro de Hiroki se entristeció.

 

—Quisiera que estuviera aquí conmigo. A veces todo esto me sobrepasa.

 

—Shinohara sama no te hubiese dejado todo el poder en tus manos de no haber estado seguro de que podrías manejarlo. Además todas las familias del Clan te apoyan ¿tienes idea de lo difícil que es lograr eso? Siempre hay disputas por poder y tú tienes a todo el Clan en tus pequeñas y finas manos.

 

Hiroki sonrió, Ryu siempre sabia como subirle el ánimo.

 

—Manos que han tocado la más profunda de las miserias. —murmuró Hiroki mirando sus manos con añoranza.

 

—Manos que ahora destrozaran al enemigo sin piedad. —Agregó Ryu sonriéndole con complicidad.

 

Misaki llegó un rato después, cuando ya Hiroki y Ryu tenían un plan de acción.

 

—Tengo los nombres de los contactos y mejor aún, tengo las pruebas de los sobornos que han hecho los últimos seis meses a empleados portuarios y policías. —Dijo el chico satisfecho mientras ponía un fajo de papeles sobre el ya atestado escritorio.

 

Hiroki sonrió y Ryu que en ese momento hablaba por teléfono, lo saludó con la mano para seguir concentrado en lo que le decían.

 

— ¿Con quién habla? —preguntó Misaki apurándose un vaso de frio jugo.

 

— Con un corredor de bolsa. — respondió Hiroki, poniéndole un plato lleno de bocadillos en las piernas a su hermano. —Parece que la empresa de los Usami tiene acciones en venta. Ryu contactó a este tipo para ver cómo hacernos con la mayoría de las acciones.

 

Misaki asintió con la boca llena de comida y luego se apuró a revisar unos papeles de los que había traído.

 

—Usami...A…Aki…hiko. —murmuró con la boca llena, entregándole un papel a Hiroki. Cuando hubo tragado todo, dijo finalmente. —Es el presidente de la empresa, no es Nowaki.

 

Hiroki revisó los papeles con extrañeza, no recordaba aquel nombre. Ni siquiera se lo había escuchado a Nowaki en el tiempo que estuvieron juntos.

 

—Hermanastro. —Le dijo Misaki, entendiendo la duda de su hermano. —El viejo Fuyuhiko se volvió a casar con una mujer que ya tenía un hijo un poco mayor que Nowaki, de ella viene el apellido Usami que adoptaron. Vivieron en Londres muchos años, por eso no sabíamos nada de ellos. Volvieron hace apenas unos años cuando la mujer murió y como estaban casi en banca rota, comenzaron los negocios sucios.

 

Misaki sacó otros papeles y se los entregó a su hermano.

 

—Era de la familia de ella, la empresa. Por eso es que ese Akihiko es el presidente, sacaron adelante la empresa y la usan de tapadera.

 

—Pero no están muy bien que digamos. —Dijo Ryu sentándose con ellos. —Mi informante me dijo que tienen casi el cincuenta por ciento de las acciones en la calle y también me dijo que hay socios fáciles de sobornar.

 

—¿Cuánto tiempo para hacernos con la empresa? —preguntó Hiroki animado.

 

— ¿A este paso? Menos de quince días.

 

La respuesta de Ryu hizo que todos sonrieran.

 

—Yo tengo información de un cargamento de droga que arribara en dos semanas. Prepararé a mi gente para interceptarlo. Les daremos dos golpes casi al mismo tiempo.

 

Misaki rio complacido contando sus planes, pero Hiroki no lo escuchaba. Estaba pensando en su hija, en el momento de recuperarla y también en Nowaki. No veía la hora de acabar con él.

 

—Está fuera del país. —Le dijo Misaki siguiendo el hilo de sus pensamientos. —Según tengo entendido está vendiendo las propiedades que tiene en Londres.

 

— ¿Y… ella?

 

—Tranquilo, no se la llevaron. —Misaki tranquilizó con aquella noticia a su hermano. —La tengo vigilada, sigue asistiendo a la escuela cada día. Pronto, Hiroki, pronto la tendremos con nosotros.

 

Hiroki suspiró asintiendo, eso era lo que más deseaba.

 

Quince días pasaron rápidamente, aunque para Hiroki fueron largos y lentos. Ahora tenía en su poder fotos de su preciosa hija. Era una niña hermosa y vivaz, pasó días con las fotos extendidas sobre la cama, llorando, sonriendo, soñando con poder abrazarla, lamentando el tiempo perdido.

 

En esos días su corazón se llenó de más odio, de más rencor. Contra aquella familia maldita que le había arrebatado tanto y sobre todo contra Nowaki, él era el peor, él era quien más lo había hecho sufrir. Nowaki Kusama era para Hiroki, peor que el mismísimo demonio y no veía la hora de acabar con él.

 

Esa mañana amaneció resplandeciente. Hiroki que siempre madrugaba atribuyó el hermoso amanecer al comienzo de su inminente venganza.

 

—Hoy comienza la justicia, Makoto. —murmuró mientras miraba el sol emerger a través de una fulgurante línea que nacía en el horizonte. —Espero, que donde quiera que estés me acompañes en este día tan esperado por mí.

 

Se dio un largo baño, se vistió con esmero y antes de salir de su habitación besó la foto de su hija que había mandado a enmarcar.

 

—Pronto, Allegra, pronto estarás conmigo y será para siempre mi hermosa princesa.

 

Misaki se unió con él en el comedor.

 

—Hoy es el gran día. —dijo sonriendo ampliamente, mientras el mayordomo les servía del desayuno.

 

—Ryu convocó una junta directiva en la empresa. A estas horas todos los socios deben estar preguntándose qué ocurre.

 

Hiroki hablaba sonriente, mientras degustaba una taza de café.

 

—Ya quiero ver la cara del cretino de Usami cuando le digan que le arrebataron su empresa. —Misaki exudaba entusiasmo y la adrenalina parecía correr por su cuerpo más rápido aquel día. —Y en la noche le daremos el golpe final.

 

El rostro de Hiroki se ensombreció con aquella última oración.

 

—Iré contigo, yo…

 

— ¡No! —la negativa de Misaki fue tajante. —Mis hombres y yo estamos suficientemente capacitados para hacer esto. No te voy a exponer a que quedes en medio de un tiroteo.

 

— ¡Misaki yo soy tu hermano mayor! —protestó Hiroki exaltado.

 

—Y eres el líder del Clan Shinohara, que no se te olvide. — Misaki se puso de pie y tiró la servilleta sobre la mesa dando por terminada la discusión.

 

—Misaki por favor…

 

—Deja de tratarme como un niño, Hiroki. —le espetó Misaki con molestia cuando este trató de detenerlo para que no se marchara molesto.

 

—Sé de sobra que hace mucho que no eres un niño. —Hiroki le habló esta vez en un tono de sentida disculpa. —Es sólo miedo, Misaki. Tú eres todo lo que me queda. No quiero perderte.

 

Misaki suspiró y apretó la mano de su hermano cariñosamente.

 

—No me subestimes, Hiroki. Estoy muy bien entrenado y llevo muchos años esperando esto. No voy a fallar, te lo prometo.

 

— ¿Qué hacen allí parados haciéndose arrumacos? Tenemos un enemigo que destruir ¿recuerdan?

 

Tanto Misaki como Hiroki rieron ante la entrada intempestiva de Ryu.

 

Cuando ya iban en la limosina, Hiroki miraba pensativo por la ventana mientras Misaki y Ryu hablaban ruidosamente. Sus manos estaban cerradas en puños. Estaba tan cerca y aquello apenas comenzaba.

 

Mientras tanto, en la importadora Usami, había todo un revuelo.

 

— ¡No sé quién convocó la maldita reunión!…Si no quieres que te grite no me preguntes algo que no sé… Papá te llamaré en lo que sepa de qué se trata todo esto.

 

Akihiko se cuidó de no tirarle el teléfono a su padre, pero todo lo que quería aquella infernal mañana era que este lo dejara en paz.

 

—Shiyuki, ¿has averiguado algo?

 

La asistente de Akihiko estaba muy nerviosa. Cuando empezaron a llegar los accionistas y su jefe le preguntó que ocurría, ella se encontró sin respuestas que darle. Nadie parecía saber lo que pasaba.

 

—No Usami sama, nadie sabe nada. Solo que recibieron una notificación por correo, convocando una reunión hoy a las diez de la mañana.

 

Akihiko suspiró y se pasó con nerviosismo la mano por el cabello.

 

—Bien, falta media hora, ya descubriremos quien es el autor de esta estupidez y se lo voy a hacer pagar caro. — Se sentó en su escritorio y trató de concentrar sus ideas. —Reúne a todos en la sala de conferencia y avísame cuando llegue nuestro personaje desconocido.

 

No tuvo que esperar mucho. Hiroki, Misaki y Ryu llegaron rodeados de guardaespaldas. Ni siquiera se anunciaron, entrando directamente a la sala de juntas y causando un gran revuelo entre el personal de la empresa.

 

Akihiko fue informado por su asistente que se veía bastante alterada.

 

—Usami sama…Usami sama, ya llegaron. Son tres y vienen con muchos guardaespaldas.

 

Akihiko caminó rápidamente a la sala de juntas pero uno de los hombres que estaba apostado en la puerta le impido el paso.

 

—Identifíquese. —Le dijo el hombre, deteniéndole con brusquedad.

 

—Yo soy el dueño de esta empresa y le aconsejo que me quite las manos de encima antes de que…

 

—Déjalo pasar Honyo.

 

Akihiko miró por la puerta entreabierta al dueño de aquella suave voz. El chico abrió y le hizo señas para que pasara.

 

—No dejes entrar a nadie más. —Le ordenó al guardaespaldas y entonces la suave voz se había convertido en un hilo duro y cortante.

 

No tuvo tiempo de admirar Akihiko al joven, pues escuchó la conversación que se mantenía en la sala.

 

—Revisen todo el material que mi abogado les está proporcionando, cuidadosamente y al final responderé todas sus interrogantes.

 

Akihiko se acercó hasta la enorme mesa, viendo al joven sentado en la cabecera de está, ocupando el que debía ser su puesto.

 

Cuando este notó su presencia le dijo con una sonrisa que no tenía nada de amable.

 

— ¡Oh! Usami Sama, que bueno que decidió acompañaros, por favor tome asiento. —El joven miró alrededor de la mesa y al comprobar que no había sillas disponibles, sonrió con agrado. —Creo que no hay un asiento para usted en esta junta, pero no importa puede quedarse allí de pie, de todas formas esto va a ser rápido.

 

Hiroki estaba disfrutando la cara de asombro y furia de Akihiko.

 

—Isaka sama. — dijo entonces para darle el golpe final. —puede darle a Usami sama una carpeta para que no esté allí parado sin entender que pasa.

 

Su amigo puso una carpeta en las manos de Akihiko que observó en silencio como aquellas personas estaban disfrutando de aquel show.

 

—Tiene cinco minutos para explicarme que hace en mi empresa, antes de que lo mande a sacar con seguridad. —ordenó Akihiko con una ira controlada mientras tiraba la carpeta sobre la mesa sin siquiera abrirla.

 

La carcajada de Hiroki lo dejó helado y por un momento quiso golpear aquel rostro que se le antojaba hermoso, pero también frio y calculador.

 

Misaki pareció leer su mente y se paró al lado de donde su hermano estaba sentado, haciéndoles un gesto a los guardaespaldas que estaban en la sala, para que estuvieran atentos. Casi estaba deseando que aquel hombre hiciera un movimiento para darle la paliza que merecía.

 

— ¿Escuchaste eso Misaki? —Le preguntó Hiroki a su hermano apenas contenido la risa. —Usami sama quiere llamar a seguridad, para que nos echen.

 

Misaki le sonrió siniestramente a Akihiko.

 

—Llámelos. —Le dijo en un tono dulce y suave que llevaba tras de sí una sutil amenaza. —Pero antes le aconsejo que revise la carpeta que le fue entregada.

 

Misaki señaló un rincón en la sala donde un pequeño banco servía para que la secretaria tomara nota de lo que se decía en las reuniones.

 

—Allí hay un sitio donde sentarse— dijo irónico. —Vaya, siéntese y lea.

 

—Escuchen. No sé quiénes son ustedes ni porque se creen con derecho a entrar en mi empresa…

 

—Mi empresa. —Dijo Hiroki con firmeza. —Ya que se niega a leer los documentos tendré que tomarme la molestia de explicarle. A partir de hoy, yo soy el dueño de esta empresa con el setenta y cinco por ciento de las acciones.

 

—Eso no es cierto. —protestó Akihiko, pero no estaba tan convencido. Estaban pasando por un mal momento y no dudaba que aquellas personas hubiesen aprovechado de comprar las acciones que estaban en el mercado, pero aun así él se había asegurado de tener la mayoría para la familia, a menos que…

 

—Socios, Usami sama. No se puede confiar en ellos ¿verdad? —Le dijo Hiroki entendiendo la razón de su desconcierto. —Ahora si me permite, tengo que hablar con mis nuevos socios, usted puede quedarse si quiere, pero espero que comprenda que con su porcentaje ya no tiene ni voz ni voto en mi empresa.

 

Akihiko con un gesto furioso tomo la carpeta y salió de la sala de juntas dando un sonoro portazo.

 

Hiroki, Misaki y Ryu sonrieron satisfechos, ya estaba dado el primer paso.

 

—Shiyuki averigua que socios no vinieron a la junta y llámalos por favor.

 

Akihiko escarbaba frenético entre los papeles que conformaban la carpeta que le quemaba las manos. Cuando levantó la mirada observó que la chica no se había movido y lo observaba con miedo y disculpa.

 

—¿Shiyuki?

 

—U…Usami sama…yo…lo siento. —La chica le extendió un papel que Akihiko reconoció como un memo.

 

En el instaban a todos los integrantes de la empresa a no acatar más ordenes provenientes de Akihiko o de cualquier otro Usami, so pena de perder su puesto en caso de que desobedecieran la orden.

 

La chica con la mano temblorosa le entregó otro papel a Akihiko y antes de retirarse le dijo con dolor.

 

—Lo siento Usami sama….pero…pero necesito mi trabajo.

 

Cuando ella se marchó, el leyó el papel que le había entregado. Era una orden de desalojo. En ella le daban una hora para desalojar la oficina y le advertían que sus pertenecías serian revisadas al salir de la empresa en el caso de que se le ocurriera llevarse algún papel importante.

 

Akihiko se dejó caer en su sillón y ocultó la cara entre sus manos, pensando que estaba en medio de una espantosa pesadilla.

 

Y aquello apenas comenzaba…


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