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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, como lo prometi por aqui regreso, espero les guste el capitulo y nos vemos el viernes, saludos y ya corro a responder los mensajes. Por favor no dejen de escribirme sus comentarios me encanta saber si les va gustando la historia.

 

Gracias por leer...

3-Cuando se tiene poder

 

—Deja de dar vueltas Hiroki, me tienes mareado.

 

El aludido se sentó suspirando, su mano fue tomada por otra más cálida y reconfortante.

 

—Todo ha salido bien hasta ahora, este es tu primer día de triunfos. —Ryu trató de infundirle ánimos a su amigo, pero este no podía dejar de estar angustiado.

 

—Misaki está en el puerto, Ryu. Él…

 

—Está completamente preparado para lo que va a hacer ¿Es que acaso no conoces a tu hermano? —Ryu palmeó el hombro de Hiroki confortándolo y caminó hacia el bar para servirle una copa, aquella iba a ser una noche larga.

 

Mientras tanto en medio de la oscuridad de un aparentemente apacible muelle, voces resonaban apagadas.

 

—El barco acaba de arribar Misaki sama.

 

Misaki asintió ante la información de su guardia.

 

—Que todos estén listos, atacaremos a mi orden.

 

Un montón de sombras se colaron entre los rincones. Misaki preparó su arma. Una Desert Eagle Mark XIX, regalo de Makoto. Misaki sonrió admirando la mortal obra de arte que tenía en sus manos.

 

—Tenías buen gusto, viejo.

 

Comenzaron a moverse las personas del barco que acaba de atracar. Misaki observó con sus binoculares de visión nocturna como unos camiones comenzaron a llegar.

 

—Esos son los hombres de los Usami. —dijo a través de su comunicador. —rodéenlos, voy para alla.

 

Todo sucedió tan rápido que los que se encargarían del transporte de la carga apenas tuvieron tiempo de reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos estaban rodeados por lo que parecía un contingente de guardias muy bien armados.

 

Cuando Misaki arribó al lugar, sus hombres tenían a todos de rodillas y desarmados.

 

— ¿Quién es el jefe? —preguntó a los hombres arrodillados en el suelo.

 

Ninguno hizo algún ademan de responder y Misaki suspiró con un teatral gesto.

 

— ¿Nadie quiere responder? Que lastima. —caminó hacia uno de sus hombres y ordenó con una helada calma. —Mátenlos y lleven la mercancía hasta el lugar que acordamos, allí la encontrará la policía.

 

— ¡Yo soy el jefe! —gritó de pronto un hombre.

 

Misaki sonrió complacido y se dio la vuelta para mirarle.

 

—¿Y tu nombre es?

 

—No creo que le interese mi nombre. —le escupió el hombre con desafío.

 

Misaki se acercó calmadamente hasta él y antes de que este lo esperara lo golpeó con fuerza con la cacha de su muy pesada arma.

 

—Pregunté tu maldito nombre. — dijo con aquella helada calma que congelaba la sangre.

 

—Ha…Haruhiko…Usami Haruhiko . —respondió finalmente el hombre escupiendo la sangre de su boca partida.

 

—No era tan difícil ¿verdad? —Misaki tenía una siniestra sonrisa en el rostro.

 

Misaki se volvió a sus hombres.

 

—Llévense a los demás y hagan lo acordado, nuestro contacto en la policía ya sabe qué hacer. —Luego dirigió su mirada de nuevo a Haruhiko. —Mientras tanto Haruhiko sama y yo, sostendremos una conversación muy larga.

 

Hiroki estaba de pie en el balcón del salón principal, no había podido pegar un ojo. La madrugada ya estaba avanzada y Ryu, que se había negado a dejarlo solo, dormía en un sofá. Cuando sintió que la puerta se abría salió del balcón y corrió a recibir a quien esperaba con ansias.

 

Lo abrazó efusivamente y Misaki sonrió con un gesto de resignación.

 

—Sano y salvo. —Le dijo a su hermano con ironía y Hiroki lo empujó suavemente sonriéndole con alivio.

 

—Cuéntame.

 

—Si… a mí también. Me duele el cuello de dormir en este sofá, por lo menos que haya valido la pena. —Se quejó Ryu despertando cuando los hermanos se sentaban junto a él.

 

—Pues tenemos a un Usami en nuestro poder y me dio mucha información interesante.

 

Misaki pasó la siguiente hora contando lo que había ocurrido aquella noche. Hiroki y Ryu estaban encantados. Todo estaba saliendo como ellos querían.

 

—Por el momento la familia Usami no sabe nada. Obligué a Haruhiko a informar que todo había salido bien.  Mañana se llevarán la sorpresa cuando salga en todos los periódicos el hallazgo del alijo de drogas y la detención de todos sus hombres y Haruhiko será entregado en la casa Usami una vez que la noticia ya esté difundida.

 

Misaki se recostó del mueble sonriendo con malicia.

 

—Los tenemos en nuestras manos.

 

Hiroki se puso de pie y caminó con la mano puesta en el corazón. Estaba emocionado, satisfecho, pero sobre todo estaba esperanzado.

 

—Haruhiko les dirá que los tenemos en nuestro poder, un paso en falso e irán a parar todos en la cárcel. —murmuró con un nudo en la garganta.

 

Misaki caminó hasta él y lo abrazó por la espalda, recostando su cabeza contra la de su hermano.

 

—Los dejaremos sufrir unos días, sin saber quién puede estar detrás de todas sus desgracias y cuando más desesperados estén, les haremos una visita. —le susurró al oído. —Les harás saber quién eres, les harás entender cómo puedes aplastarlos con solo mover tu pequeño dedo y entonces…

 

—Me la devolverán. — concluyó Hiroki con sus ojos llenos de lágrimas. Acarició con sus manos temblorosas los brazos de Misaki que lo rodeaban. —La tendré por fin… conmigo.

 

Misaki rio con una alegre carcajada que contagió a Hiroki, espantando sus lágrimas. Este se dio la vuelta y abrazó a su hermano con fuerza.

 

—Será nuestra princesa adorada. —murmuró Hiroki conmovido y feliz.

 

Misaki podía sentirlo temblar entre sus brazos y eso solo logró que su odio fuera más grande y más profundo. Quería arrasar con aquella familia que tanto daño le había hecho a su hermano. Un ser noble, puro y hermoso que había tenido que vivir aquel infierno.

 

—Será nuestra reina. —murmuró besando su cabello y prometiéndose que no se detendría hasta reducir a los Usami a cenizas.

 

Ryu miraba todo conmovido. Aquellos dos seres habían sufrido tanto. Pero a diferencia de Hiroki que era todo corazón y se le hacía tormentoso odiar. Misaki estaba hecho de ira y de odio. Quizás porque Hiroki siempre se había encargado de llevar él las cargas, de pasar hambre para que su hermano comiera, de dormir en el suelo para que Misaki tuviera la cama, de pasar frio con ropas andrajosas solo para que Misaki no sufriera la impiedad del invierno vestido con las ropas abrigadas que él conseguía.

 

Hiroki se había prostituido en aquel burdel donde lo encontró Makoto, con el único motivo de sacar a Misaki de las calles. Pasaban noches soñando con que algún día tendrían dinero y serian poderosos. Soñaban con destruir a aquella gente que les había hecho tanto daño.

 

Pero Misaki, que muchas veces tuvo que bañar a su maltratado hermano y curar las heridas de las múltiples violaciones de las que fue objeto. Fue el que se llenó de más odio. Su deuda con Hiroki era muy grande y no porque este se la cobrara, para Hiroki jamás fue una obligación. Pero para Misaki sí que lo era, era una obligación de amor, era un deber fraternal. Él necesitaba devolverle a su hermano tanto sacrificio, él quería verlo sonreír feliz, como hace mucho no lo hacía.

 

Ryu miró esa noche en los ojos fríos de Misaki, la determinación de destruir y sintió lastima por el que se interpusiera en su camino. Pues aquella era una venganza de honor, de amor y esas eran las más peligrosas.

 

Cuando despuntó la mañana, Misaki compartió el desayuno con Ryu.

 

— ¿Hiroki no va a desayunar? —preguntó extrañado de no ver a su madrugador amigo.

 

Misaki untaba mantequilla en su tostada, su expresión no se alteró ni un segundo al responderle a Ryu.

 

—Puse una droga en su té. Va dormir hasta entrada la tarde.

 

Ryu se quedó con la boca abierta de la impresión. Aunque no debía sorprenderle nada de Misaki. Aquel chico que a simple vista parecía dulce e indefenso era realmente una persona muy fría y calculadora.

 

—Sabes que se va a molestar…

 

—Necesita descansar. —proclamó Misaki cortante, eliminando así cualquier indicio de protesta en Ryu. Volvió su atención a la tostada que untaba —Se pasó la mayor parte de la noche angustiado y la madrugada se la pasó llorando. Está demasiado ansioso y eso no es bueno. Por eso le di el sedante, tiene que estar fuerte para cuando nos toque enfrentar a esas basuras.

 

Misaki mordió su tostada mirando al vacío y dando por terminado el tema.

 

Ryu no pudo más que desayunar y dejar pasar su incomodidad. Discutir con Misaki era como darse con una roca enorme y maciza.

 

— ¿Vamos a ir a la importadora hoy? —preguntó distraído, sabiendo de antemano la respuesta.

 

Misaki sonrió, lo conocía muy bien.

 

—Sabes que sí. Tú tienes que ver en qué estado está la empresa y lo que se pueda salvar de ella. Hiroki no quiere que ninguno de los empleados quede sin trabajo. Así que vamos a enfocarnos en rescatar la empresa.

 

Misaki se tomó su jugo y miró a Ryu con una brillante sonrisa.

 

—Además, imagino que Usami Akihiko no se va a dar por vencido tan fácilmente. Tengo la impresión de que lo vamos a encontrar hoy en la empresa.

 

Ryu puso los cubiertos en la mesa mirando a Misaki con suspicacia.

 

— ¿Que está pasando por esa cabecita perversa?

 

La pregunta causó que Misaki riera a carcajadas

 

—Pues… no sería malo divertirse un poco con la presa antes de devorarla ¿no crees, Ryu?

 

Ryu negó con la cabeza y siguió comiendo sonriente.

 

—Es… una muy guapa presa. —Dijo por fin, ligeramente sonrojado.

 

Misaki lo miró con una expresión de fingido asombro.

 

—Que lo oiga su prometido Isaka sama. —Le reprochó con una sonrisa. Luego su rostro se volvió sombrío, bebió de un trago el resto del jugo y colocó con violencia el vaso sobre la mesa. —Puede ser muy guapo pero por sus venas solo corre veneno. No estará mal dejarlo tocar el cielo y después enseñarle lo doloroso que puede ser el infierno.

 

Ryu pensó que ese era otro tema que debía dejar a un lado en ese momento. Así que hizo un mohín de disgusto antes de declarar con impaciencia.

 

—Kaoru Asahina, no es mi prometido.

 

Misaki volvió a su expresión relajada y rio alegremente.

 

—Eso tendrás que decírselo a tus padres, a sus padres y a él mismo. Aunque no dudo que antes de que eso pase, él ya te habrá raptado para casarse en una romántica isla, así tenga él que dar el sí por ti y tenga que amarrarte durante toda la luna de miel.

 

Misaki sonrió y se puso de pie antes de agregar.

 

—Todo eso por supuesto con nuestra bendición. —Se acercó a su amigo y puso una mano en su hombro mirándolo con cariño, lo que sorprendió a Ryu pues aquellas expresiones de afecto era poco frecuentes y solo dedicadas a Hiroki. —No dejes escapar la felicidad por orgullo o capricho, Ryu. Kaoru san es un buen hombre y te ama genuinamente, eso no se consigue tan fácilmente.

 

—Voy a alistarme nos vemos en media hora en la limosina.

 

Ryu suspiró y se quedó pensativo cuando Misaki salió del comedor, las palabras de Misaki eran muy certeras, pero él aun no pensaba en casarse y lo horrorizaba la idea de tener hijos. De ellos tres que compartían la misma condición, el único que no se atormentaba con eso era Hiroki. Misaki no quería ni hablar del tema y él, pues simplemente no se sentía preparado para eso y con Kaoru iba a ser difícil negarse pues él era un hombre de familia.

 

Ryu se quedó en el comedor rumiando sus incomodidades con la vida marital. Misaki mientras se cambió rápidamente en su habitación y fue al cuarto de su hermano. Se recostó a su lado y lo miró dormir pacíficamente con el rostro relajado aunque algo demacrado por el llanto de la noche anterior.

 

Acarició el dulce rostro y besó la pálida mejilla con amor. Hiroki se removió y despertó a duras penas.

 

—¿Que…me…pusiste en el té? —Le preguntó con una media sonrisa.

 

Misaki apartó los mechones de su rostro y le sonrió en respuesta. Los ojos de Hiroki se cerraban sin que él pudiera evitarlo.

 

—Duérmete tranquilo, yo me encargaré de todo hoy. Tu solo tienes que descansar.

 

Hiroki se dejó llevar por la dulce voz y se acurrucó en la tibia mano que acariciaba su rostro.

 

— Cuando despierte… te voy a…

 

Hiroki se durmió sin terminar la frase y Misaki sonrió besando con ternura su frente.

 

—Descansa hermanito. Ahora me toca a mí cuidar de ti. Te amo.

 

Misaki y Ryu llegaron a la empresa a media mañana. Cuando caminaban por el estacionamiento hasta la entrada principal, el grupo de guardaespaldas que los acompañaban conformaron una barrera cuando vieron a un hombre acercarse.

 

—Ah, pero si es Usami sama. —Dijo Misaki risueño cuando se asomó entre sus hombres para ver quien los importunaba. —A ver chicos muestren un poco de cortesía. Usami sama no está armado ni nada por el estilo ¿o sí?

 

Misaki le dirigió una encantadora sonrisa a Akihiko, que aligeró el ánimo de todo el mundo.

 

Incluso Akihiko que había madrugado aquel día para hablar con aquellas personas que le estaban quitando su empresa. Tuvo que bajar la guardia ante aquel dulce gesto.

 

—No estoy armado ni es mi intención hacerle daño. Solo he venido para hablar.

 

“Oh, pero yo si te voy a hacer mucho daño. Tanto que me vas a suplicar que acabe con tu vida, cuando termine contigo”

 

Misaki agradecía que Akihiko no pudiera leerle el pensamiento, pues sus planes si irían al traste si el hombre supiera lo que planeaba hacerle.

 

—Encárgate de lo que te pedí mientras yo hablo con Usami sama. —Le ordenó Misaki a Ryu y le señaló la entrada a Akihiko con una suave y sensual sonrisa. —Vamos a mi oficina, me encantará escuchar lo que tiene que decirme.

 

Para Akihiko fue extraño e incómodo estar en la que fue su oficina, ahora como un invitado. Su asistente lo miró con disculpa cuando les llevó el café que Misaki le había pedido. Misaki degustó la bebida sentado en la cómoda silla y mirando a Akihiko con complacencia pero sin verse muy arrogante o satisfecho porque eso podría arruinar sus planes.

 

—Bien, lo escucho, Usami sama.

 

—Akihiko.

 

Misaki sonrió ante la aclaratoria.

 

—Lo escucho Akihiko san. —le dijo con una dulce e ingenua mirada que hizo que Akihiko se sintiera confiado.

 

—Quería entregarle los estados financieros de la empresa. —Le dijo entregando una carpeta. Misaki la tomó y Akihiko siguió, suspirando con una serena expresión. —La empresa está pasando por un momento de recesión, pero yo estaba trabajando en varias opciones para recuperarla y salir de las deudas.

 

Akihiko miró a Misaki doblegando su orgullo.

 

—Quisiera pedirle que no hagan despidos de personal. Todos los que trabajan en esta empresa tienen años prestando sus servicios aquí. Por otro lado yo puedo conseguir un préstamo y quisiera comprarle las acciones de la empresa si usted está dispuesto y a un precio razonable. Solo necesito un poco de tiempo.

 

Misaki lo escuchaba y se preguntaba qué tan desesperados podían estar para enviar aquel hombre que se veía tan orgulloso a tratar de convencerlo de vender las acciones. A esas horas ya la noticia debería estar esparciéndose. Haruhiko seria llevado a la mansión Usami pisando el medio día cuando ya fuera del conocimiento de todo el país el hallazgo del alijo de drogas.

 

Misaki pensó que aquel hombre no se veía para nada preocupado de otra cosa que no fuera la empresa. Eso le pareció sospechoso y apunto estaba de llamar a su contacto en la prensa cuando Akihiko llamó su atención.

 

—Disculpe pero ha escuchado algo de lo que le he dicho.

 

Misaki le sonrió y dejo suavemente el celular sobre el escritorio. Ya tendría tiempo de llamar, ahora era momento de divertirse con su presa.

 

—Creo que no me he presentado como es debido. Mi nombre es Misaki Shinojara y claro que he escuchado todo lo que me ha dicho. El problema Akihiko san es que mi hermano no va a estar de acuerdo en venderle de nuevo las acciones…

 

—Pero puedo llegar a un acuerdo con su hermano, si me permite hablar con él. —le dijo Akihiko con vehemencia.

 

— ¡No! —pronuncio Misaki con molestia, dándose cuenta de su error sonrió dulcemente. —Mi hermano es una persona muy ocupada por eso me encargaré yo de las cosas de esta empresa.

 

Akihiko suspiró frustrado.

 

— ¿Qué puedo hacer para convencerlo de que me venda de nuevo las acciones? —le preguntó impaciente —Esta empresa era de la familia de mi madre. Comprenda que no la quiero perder.

 

Misaki se puso de pie y se sentó en la otra silla de visitantes muy cerca de Akihiko.

 

—Comprendo su decepción Akihiko san. —Le dijo con un muy bien fingido interés. —Pero comprenda que esta fuera de mi alcance ayudarle.

 

De pronto su rostro se iluminó con una sonrisa.

 

—Pero… podría ofrecerle algo.

 

Akihiko lo miró con interés. Misaki con un gesto inocentemente sensual continúo.

 

—Aún conserva un porcentaje de acciones. Podría trabajar en la empresa ocupando algún cargo menor.

 

Aquello era humillante y Misaki se estaba disfrutando la cara de perplejidad de Akihiko, pero sabía que si estaba tan desesperado aceptaría.

 

Akihiko apretó la mandíbula con indignación, aun así no tenía defensas ante la amabilidad de aquel joven que solo parecía querer ayudarlo. Además estando dentro quizás sería más fácil conversar con el hermano de aquel joven y exponerle sus motivos para que le vendiera de nuevo las acciones.

 

“Nunca te vas a acercar a mi hermano, infeliz. Tendrás que pasar sobre mi cadáver”

 

Pensó Misaki que adivinaba lo que pasaba por la mente de Akihiko en aquel momento. Siempre había sido bueno leyendo las expresiones faciales de la gente. Aun así su rostro no había cambiado ni un segundo su expresión dulce y serena.

 

—El departamento de proyectos podría ser bueno para mí. —pronunció Akihiko con resignación.

 

 

Misaki sonrió y por dentro se sentía exultante, ya lo tenía donde quería.

 

—Excelente, entonces hablaré con Recursos Humanos para que preparen su ingreso.

 

Misaki extendió su mano para que Akihiko la tomara y el apretón fue un poco más que formal.

 

Misaki sabía que no le era indiferente al hombre frente a él, solo era cuestión de tiempo lograr seducirlo.

 

—Estaré encantado de escuchar sus ideas Akihiko san, siempre que quiera estaré aquí para conversar.

 

Misaki puso todo su histrionismo para parecer inocente y dispuesto.

 

Akihiko no fue inmune a aquel ingenuo coqueteo. Si no fuera por la situación en la que se encontraba quizás se habría tomado con más empeño conocer a aquel joven.

 

—Gracias Misaki san. —Le dijo mirándolo con sinceridad y pensando que ahora que volvía a estar dentro de la empresa no tenía nada de malo intentar cortejarlo. Quien quita y terminaba recuperando su empresa a través de una alianza sentimental.

 

Miró a Misaki con interés, pensando que para él no sería ningún sacrificio enamorarse de aquel joven hermoso.

 

—Lo veré mañana. —Se despidió Misaki.

 

Cuando Akihiko salió de la oficina, Misaki tuvo que reprimir una carcajada pues había intuido cada pensamiento de Akihiko.

 

— Caíste en mi telaraña lindo insecto. — murmuró mirando la silueta del hombre que se alejaba. —Y te voy a devorar lenta y dolorosamente.

 

Ciertamente como un insecto que cae inocentemente en la trampa de una araña. Akihiko no estaba ni remotamente enterado de lo que iba a pasarle.

 

 


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