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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, es lunes de actu, espero disfruten el capitulo, nos vemos el viernes.

 

Gracias por leer y a los que se han tomado el tiempo de dejar mensajes gracias tambien, es muy estimulante para mi saber que disfruran la historia.

 

Saludos.

5-No es tan fácil

 

París estaba maravilloso en otoño. Misaki no perdió de vista ni un momento el estado de ánimo de su hermano. Parecía haber perdido mucho de su tensión. Lo que se suponía iba a ser un día de compras, se transformó en un fin de semana entero.

 

Incluso la presencia de Shinoda había dejado de incomodar a Hiroki, tal parecía que la magia del lugar había hecho que Hiroki olvidara un poco de su dolor.

 

Ojala pudieran quedarse así para siempre. Misaki quería que su hermano fuera feliz, pero sabía que aquella magia no iba a durar eternamente y parte de lo que tenía a Hiroki tan animado eran las muchas cosas que habían comprado para su hija. Tenían que volver a la realidad, por ella y para destruir a esas personas que les habían causado tanto dolor.

 

La última noche cenaron en un bonito restaurant, quizás porque estaba tan cerca el regreso, Hiroki había vuelto a adquirir un poco de tensión en su rostro. Misaki trato de animarlo con una amena conversación y por un rato lo logró.

 

—El vuelo saldrá a las seis así que vamos a dormir temprano. —Le dijo cuando llegaron al hotel.

 

Hiroki asintió y se dirigió a su habitación. La enorme suite que habían reservado constaba de dos habitaciones, un enorme salón de estar y un estudio, todo lujosamente decorado. Misaki llamo a Shinoda que estaba apostado en la entrada de la suite.

 

—Tengo que trabajar un poco. Ryu me envió unos informes al correo y hay otras cosas pendientes para mañana, no quiero tener nada atrasado. Por favor vigila a Hiroki no lo veo bien. Estaré en el estudio.

 

El hombre asintió a la orden y se apostó en la puerta de la habitación de Hiroki.

 

Mientras tanto y ajeno a todo aquello, Hiroki se daba un baño antes de irse a dormir. Cuando estuvo listo se acomodó en la cama y comenzó a pensar en lo que se avecinaba. Las cosas para su niña ya estaban en el avión y solo horas lo separaban del enfrentamiento final.

 

—Allegra. —Murmuró —Te compré cosas hermosas mi niña.

 

Se despertó mucho rato después, sudoroso en medio de una pesadilla. Prendió la luz y trató de recobrar el aliento. Había sido tan real.

 

—Tengo que calmarme.

 

Con ese propósito se puso un albornoz y salió de la habitación. No se sorprendió al encontrar a Shinoda en la puerta.

 

— ¿No duerme? —Le preguntó molesto, tratando de acomodar su cabello alborotado y húmedo por el sudor.

 

—No cuando estoy trabajando.

 

Hiroki se dirigió al pequeño bar sin mirar al hombre odioso que siempre parecía tener una respuesta cortante para todo.

 

Shinoda sonrió al verlo enfurruñado y caminó hacia él cuándo lo vio tomar la botella con las manos temblorosas.

 

Se la quitó de las manos con suavidad esperando una discusión, pero Hiroki ni siquiera lo miró y fue a sentarse en un mullido sofá haciéndose un ovillo en él.

 

Shinoda sirvió el licor en una fina copa y se la llevó poniéndola cuidadosamente entre sus manos. Hiroki apenas podía sostenerla así que este se arrodillo frente a él sosteniendo la copa y llevándola a sus labios.

 

—Beba despacio. —Le pidió Shinoda, cuando lo vio tratar de tomar todo el líquido a la vez.

 

Hiroki dócilmente obedeció y el calor del licor fue calmando sus nervios. Cuando las manos dejaron de temblar. Shinoda le quito la copa e hizo el ademan de levantarse.

 

—No…no se vaya. —le pidió Hiroki.

 

Sin sonreír para no ofender a su malcriado jefe, se sentó en el suelo con su espalda pegada al sofá, donde este descansaba con sus ojitos cerrados y con un poco de color en el antes pálido rostro.

 

— ¿Desde cuando conoce a Makoto? —preguntó Hiroki curioso, viendo entre sus ojos entre abiertos la mata de pelo rubio frente a él.

 

Shinoda rio antes de responder.

 

—Desde que yo era un adolescente y él un adulto que ya se había parado en la cima del mundo.

 

Hiroki imaginó a su esposo en aquella época y quiso saber más.

 

— ¿Cómo era, él?

 

—Terco, voluntarioso, arrogante, fuerte. —Shinoda sonreía recordando a su amigo y mentor. —Sus padres lo criaron para ser un líder y eso es lo que era. Nada lo doblegaba. Era casi invencible.

 

Shinoda se dio la vuelta y se encontró con la mirada hermosa de Hiroki.

 

—Y digo casi. —agregó sonriendo con dulzura. —porque solo había una cosa que podía poner a Makoto Shinojara de rodillas.

 

Hiroki se ruborizo ante la mirada intensa de Shinoda y ante la certeza de que esa única cosa que podía doblegar a su fuerte esposo, siempre había sido él.

 

—Nadie despertó en Makoto todo el amor, la protección y la ternura que tú despertabas en su corazón.

 

Los ojos de Hiroki se llenaron de lágrimas ante las palabras de Shinoda y este ante la amenaza de sucumbir ante el amor que él también le tenía, se giró de nuevo recostándose lánguidamente del sofá.

 

—Te voy a contar que no era tan perfecto como parecía. Una vez…

 

Hiroki estuvo mucho rato hipnotizado por la suave voz de Shinoda. Rio y se asombró ante la cara de su esposo que no conocía. Shinoda le relató un montón de historias de su juventud con Makoto cuidando de no revelar mucho de su estatus, pero si mostrándole lo humano que era el hombre que lo había rescatado.

 

Entrada la madrugada Misaki salió del estudio para ir a su habitación. Caminó hacia la de Hiroki extrañado de no ver a Shinoda en la puerta y cuando se dirigía hacia allí una voz llamó su atención.

 

—Estamos aquí.

 

Misaki se sorprendió al ver a Hiroki profundamente dormido cubierto por una sabana en el enorme sofá.

 

—Tuvo una pesadilla y salió de la habitación. Se quedó dormido hace como dos horas.

 

—Y tu estas allí en el piso ¿por?

 

Shinoda sonrió ante lo cuidadoso que era Misaki con su hermano.

 

—Le estaba contando cosas de la vida de Makoto, él no quería quedarse solo.

 

Misaki miró a Shinoda con suspicacia y este interpretó su molestia.

 

—Sé muy bien cuál es mi lugar.

 

Misaki entendió que Shinoda había malinterpretado su preocupación.

 

Sacudió la cabeza mirándolo serenamente.

 

—Mi única preocupación es que mi hermano no sufra más. No es tu estatus lo que me preocupa, es lo que tu corazón quiera con él.

 

Shinoda asintió y Misaki, se fue a su habitación, seguro de que su hermano no podía estar mejor protegido por aquel hombre que se veía a todas leguas cuanto lo amaba.

A la mañana siguiente todo el mundo parecía tener un plan de acción.

 

— ¿Por qué no está Haruhiko aquí? —preguntó Nowaki mirando a su padre con extrañeza.

 

—Está atendiendo otras cosas importantes. — fue la lacónica respuesta de su padre.

 

Estaban reunidos en el estudio, buscando la manera de recuperar la empresa.

 

—Akihiko que más has averiguado de esas personas.

 

El aludido suspiro con cansancio.

 

—Casi nada padre, la información parece estar blindada. Cada persona a la que le pregunto sobre ellos se niega a darme respuesta o responden con evasivas.

 

—No es posible que no pueda averiguarse nada sobre ellos. —Se quejó Nowaki.

 

Fuyuhiko resoplo molesto.

 

—Bueno mientras estés adentro trata de averiguar lo que puedas. —le ordeno a Akihiko. —Dices que el muchacho ese tiene la intención de ayudarte. Aprovéchate de eso para sacarle información.

 

—Se llama Misaki padre. —Se quejó Akihiko con un suspiro. Y no me voy a aprovechar de nada, sabes que no me gustan tus métodos y el solo ha demostrado buena voluntad para conmigo. También es nuestra culpa que estemos en esta situación, el mal manejo de la…

 

— ¿Mal manejo? —Interrumpió el viejo con un grito y un sonoro puñetazo en el escritorio.

 

—Discutiendo no vamos a lograr nada. —Intervino Nowaki, sabiendo que si no lo hacía aquello terminaría en pelea. Akihiko y su padre no compartían la misma visión de las cosas y su manera de actuar esa siempre muy distinta.

 

De pronto una intervención inesperada acabó con la disputa.

 

—Papiiiiii. —gritó una vocecita cantarina y muy pronto Nowaki tuvo en su regazo a su hermosa hija.

 

— Hola mi pequeña estrella. —Le susurró llenándola de besos.

 

—Dije que no quería interrupciones. —Gruñó Fuyuhiko molesto, increpando al niñero que había entrado tras la niña.

 

—Lo siento señor, ella… ella se escapó, quería ver a su papá…

 

Nowaki rio y se puso de pie con su niña en brazos.

 

—Tranquilo Shinobu, vete tranquilo—El chico se fue y Nowaki se dirigió entonces a su padre. —Papá continuaremos con esto más tarde. Llevo muchos días fuera y quiero estar con mi hija.

 

Fuyuhiko no pudo objetar nada. Nowaki no se doblegaba ante el jamás y siempre había sido muy voluntarioso. Claro eso también se debía a que él lo amaba, a que Nowaki era su hijo adorado.

 

—Está bien. — espetó con desdén. Aprovechó para ordenarle a Akihiko con molestia. —Tú también vete, ve a ver si puedes hacer algo útil para recuperar la empresa.

 

Cuando estaban en el pasillo, Hana se abrazó al cuello de su papá.

 

—Papi ¿Por qué abuelito siempre está de mal humor? Parece como si yo le molestara.

 

Nowaki sonrió ante la pregunta de su hija y besó su frente con cariño.

 

—Tú no le molestas mi estrella, es solo que abuelito está preocupado. Sube a tu habitación y espérame allí, iré en un momento para que juguemos un rato.

 

Ella asintió y cuando él la puso en el suelo, le dijo con una brillante sonrisa y un dulce beso.

 

—Te amo papi. —La niña se acercó a Akihiko que observaba todo sonreído y también abrazó su pierna sonriéndole con ternura. —A ti también te amo tío Usagui.

 

Akihiko le alboroto el cabello.

 

—Y yo a ti princesa.

 

Ella rio y salió corriendo escaleras arriba, feliz y risueña.

 

Nowaki suspiro y dirigió la mirada a su hermano.

 

—Trata de no discutir con él ahora. Las cosas están muy mal y sabes cómo se pone.

 

Akihiko asintió y puso la mano en el hombro de su hermano.

 

—Qué bueno que estás aquí, tu eres el único que él escucha.

 

.

 

—Vamos a salir de esto hermano, tranquilo. — lo calmó Nowaki con un sonrisa condescendiente

 

Nowaki subió al cuarto de su hija y jugo un largo rato con ella. La niña dio muestras de cansancio luego de unas horas y Nowaki la acostó para que durmiera una siesta. Ella se aferró a su papi con los ojitos cerrándose de cansancio.

 

—Papi ¿Cómo era mami?—Le preguntó de repente cuando este acariciaba con cariño su sedoso cabello.

 

Nowaki se tensó y la miro interrogante.

 

—¿Por…por qué preguntas eso?

 

—Es que mi maestra hizo una reunión con las mamis de todos. Tú estabas de viaje así que fue Shinobu kun. Todas las niñas estaban con sus mamás y algunas eran chicos y otras chicas. Tú nunca hablas de cómo era mamá ¿la querías mucho?

 

Hana busco la mirada de su padre con una infantil inocencia.

 

—A veces quisiera que no hubiese muerto, papi. Quisiera que mi mamá estuviese viva.

 

Nowaki besó la frente de su hija y se salió de la cama

 

—Duérmete mi estrella, papi tiene cosas que hacer.

 

Hana entendió que su papa no quería hablar de aquel tema y como era una niña muy inteligente y sensible dejo el tema en paz, pero estaba decidida a averiguar cómo era su mamá y como llevaba en los genes la terquedad, no iba a descansar hasta lograrlo.

 

Nowaki se encerró en su habitación y respiró profundo. Muy pronto su hija comenzaría a hacer más preguntas y mientras más grande más difícil le sería mentirle.

 

—Tengo que hacer algo rápido. —murmuró sentándose en la cama.

 

No sabía que muy pronto, la verdad iba a tocar su puerta.

 

……

 

Misaki estaba asombrado del cambio obrado en su hermano. Se veía vital sonriente. A veces le lanzaba miradas interrogantes a Shinoda que el hombre se encargaba de ignorar olímpicamente.

 

¿Qué habían estado haciendo esa noche en realidad?

 

Hiroki pasó el vuelo conversando animadamente y aunque llegaron a Japón a media tarde. Revolucionó toda la mansión movilizando a los sirvientes para que bajaran los muebles hasta la habitación que había escogido para su hija.

 

Y allí seguía, aunque eran ya las diez de la noche, sentado en la mullida alfombra, doblando ropitas y acomodando peluches. Apenas había probado la comida y se veía tan concentrado que Misaki no quería ni molestarlo.

 

Shinoda estaba en el jardín principal dando unas instrucciones para el día siguiente, cuando Misaki le llamó.

 

—Shinoda ¿Puedo hablar contigo?

 

El hombre asintió y despidió al resto de los guardias.

 

— ¿En qué puedo ayudarte? —Le preguntó cuándo se quedaron a solas.

 

—Quiero saber que pasó con mi hermano anoche.

 

Shinoda rio, ya se lo esperaba.

 

—Nada de lo que estás pensando ¿no crees que si así fuera el mismo te lo habría contado?

 

Misaki arrugó el ceño molesto, pero el hombre tenía razón.

 

—Entonces que le dijiste. Era un manojo de nervios cuando lo dejé y en una noche se convirtió en esa bola de energía que no ha parado de trabajar, de reír, de…¿Que le dijiste para decírselo yo todos los días?

 

Misaki lo miró esperanzado, como si deseara que la magia que había mantenido a Hiroki tan optimista pudiera volverse eterna.

 

—Hiroki tenía un vínculo muy fuerte con Makoto. Makoto lo mimaba, lo cuidaba, pero también lo reprendía y lo guiaba cuando era necesario.

 

Shinoda suspiró y miró hacia la ventana iluminada donde intuía a Hiroki esmerado en poner el cuarto de su hija hermoso.

 

—Makoto lo amaba con adoración y Hiroki lo veía como alguien mítico, como una especie de dios. Yo creo que Hiroki no alcanzó a ver la magnitud del amor que su esposo le profesaba. Yo solo le conté del lado humano de Makoto, le hable de nuestras experiencias juntos y sobre todo le hice ver lo mucho que él lo amaba, de como quería que su vida fuera perfecta y feliz.

 

Cuando Shinoda volvió su mirada hacia Misaki, esta resplandecía con un amor tan grande como el que había narrado.

 

—Le dije que Makoto le había dado una nueva vida y una oportunidad para ser feliz, que no la desperdiciara con lágrimas o temores, porque eso no era lo que Makoto quería. También le dije que iba a recuperar a su hija y que ella merecía verlo feliz.

 

Misaki suspiró y el agradecimiento brotaba por sus poros.

 

—No lo digas, Misaki. El merece ese amor, merecía que Makoto lo amara tanto, merece ser feliz y yo velaré por eso, pues esa fue mi promesa a un moribundo.

 

Shinoda se fue y Misaki se quedó con las ganas de darle las gracias, pensado en su cuñado y en todo lo bueno que había hecho por ellos, incluido aquel hombre que los cuidaba como un feroz ángel guardián.

 

Hiroki había terminado de arreglar la habitación y se asomó por la ventana para ver qué tan tarde era. Había perdido la noción del tiempo.

 

En el iluminado jardín vio la figura de Shinoda y también la de su hermano. Conversaban y Hiroki habría dado todo lo que tenía por saber de qué hablaban. No duró mucho la conversación y Shinoda se perdió por el jardín hacia el extenso patio interior de la casa.

 

— ¿a dónde vas solo Shinoda? —murmuró y sonriendo salió de la habitación. Era hora de desentrañar los secretos de aquel hombre.

 

Salió por la piscina aprovechando que no había nadie por allí. Se metió por el jardín trasero, ocultándose en las sombras que daban los árboles. Nunca había explorado esa parte de la casa. Sabía que el terreno que rodeaba la mansión era enorme, pero nunca lo había explorado más allá de los jardines que la circundaban.

 

Sentía una curiosidad casi infantil mientras se internaba entre la espesa vegetación, con la luz de la luna iluminándole el camino y las estrellas de compañía. Debió caminar casi media hora, cuando finalmente avistó una pequeña casa, escondida entre el follaje.

 

Estaba iluminada y Hiroki pudo admirar desde su escondite tras los árboles, lo hermosa que era. Parecía una cabaña encantada, con un precioso jardín lleno de rosas y un riachuelo que Hiroki imaginó atravesaba todo el terreno de la mansión.

 

Estuvo escondido largo rato esperando ver movimiento y solo se movió cuando las luces en la casa se apagaron.

 

Hiroki se sentía lleno de adrenalina, inmerso en aquella pequeña aventura. Moría por descubrir los secretos que encerraban aquella casa y su misterioso habitante.

 

Caminó tratando de no hacer ruido y se asomó por las ventanas oscuras. Estaba bellamente decorada y Hiroki pudo notar que Shinoda era muy ordenado. Cuando llegó a la parte trasera se encontró con un inconveniente. El riachuelo pasaba por gran parte del terreno y aparte de unas planas rocas era un poco difícil pasar para alcanzar las ventanas de lo que debía ser la habitación.

 

Hiroki suspiró frustrado.

 

—Tiene que haber una forma de pasar. —murmuró mirando las rocas y pensando cómo hacer equilibrio, para poder espiar aunque fuera solo un momento.

 

Finalmente brincó hasta la primera roca y trastabillando un poco logró equilibrarse. Repitió el movimiento dos veces más, hasta que logró alcanzar la ventana.

 

Cuidosamente se asomó, pero todo estaba oscuro, solo una pequeña luz se colaba por la orilla de una puerta que Hiroki intuyó era el baño.

 

—Ha de estar bañándose. —susurró y aprovechó para mirar a gusto el interior de la habitación.

 

Había una gran cama, un sillón, un escritorio y un montón de libros que llamaron mucho la atención de Hiroki.

 

Estaba concentrado tratando de leer los títulos de los libros en la oscuridad, que no notó que lo miraban, hasta que fue muy tarde.

 

— ¿Se le perdió algo en mi habitación, Hiroki sama?

 

Hiroki dio un grito y perdió el equilibrio que precariamente había mantenido. Shinoda, asustado de que se hiciera daño al caer, corrió a auxiliarle y antes de que lo notaran siquiera, estaban en medio del arroyo, empapados y tiritando de frio.

 

El primero en reaccionar fue Hiroki, que envuelto entre los brazos protectores de Shinoda soltó una sonora carcajada. Shinoda negó con la cabeza y se echó a reír también, no había más que hacer.

 

—Ya llamé a Misaki para decirle que estas aquí. —Le dijo Shinoda un rato después, poniendo una taza de té muy caliente en sus manos.

 

Estaban vestidos con gruesos albornoces y sentados en la mullida alfombra frente a una crepitante chimenea.

 

Hiroki se tomó su té despacio, mirando al hombre sentado frente a él.

 

 Shinoda observaba las chispas de fuego que bailaban entre los leños consumiéndose en la chimenea. Su cuerpo ardía en deseo, era una sensación placenteramente dolorosa. Lo tenía tan cerca y a su merced, pero estaba prohibido tocarlo, él mismo se lo había prohibido, pues sabía que si lo hacía suyo no tendría las fuerzas para dejarlo ir cuando irremediablemente llegara el final de aquella fantasía.

 

—Me gusta tu casa. — dijo Hiroki rompiendo el silencio.

 

Shinoda lo observó acurrucarse en la alfombra como un pequeño gatito desvalido.

 

—Es bonita y acogedora. Sencilla como una casita de cuento. —Murmuró cerrando los ojos nostálgicamente. —Como si pudieras encerrarte en ella y olvidarte de que afuera existe. Olvidarte de quien eres y ser otro, uno de esos personajes que viven felices por siempre.

 

Shinoda extendió su mano y acarició los mechones que bajo la luz del fuego brillaban como la miel.

 

 Hiroki suspiró ante el dulce gesto y con su mano vacilante acarició la piel tibia de la mano fuerte que lo mimaba.

 

—Cuando me miras, veo en tus ojos lo mismo que veía en los ojos de Makoto. — Le dijo Hiroki abriendo los ojos y mirándolo intensamente. — ¿Por qué le hiciste la promesa de cuidarme?

 

—Porque te amo.

 

— ¿Y él lo sabía?

 

—…Si.

 

Hiroki sonrió ante la turbación y el deseo que veía en el rostro de Shinoda y por primera vez sintió que su cuerpo cobraba vida, que se calentaba y vibraba como hacia mucho tiempo no lo hacía.

 

—Muéstrame. — susurró extendiendo su mano para atrapar la de Shinoda y atraerlo hacia él. —muéstrame cómo se siente ese amor.

 

Shinoda se supo perdido y entregó su alma complacido, pues aunque esta se quemara en el infierno y desapareciera para siempre, aquellas horas de maravillosa fantasía, habrían valido el sacrificio.

 

Continuará…


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