Capítulo único.
—No me gustaría verte con nadie más.
Cuando Namjoon se lo dijo de esa forma inexpresiva pero a la vez con una extraña calidez en la pequeña sonrisa que formó después de lo dicho, supo a qué se refería.
Tal y como lo sabe ahora. Tal y como lo siente ahora.
No debería de estar engañando a Namjoon.
Pero Jackson, su compañero de trabajo no se la deja tan fácil, mientras masajea directamente su miembro y le dice al oído mil y un palabrerías que ha escuchado antes; es capaz de recibir todas las sensaciones que Jackson le hace sentir, es capaz de gemir ante cada uno de sus toques porque son tan certeros, porque sabe dónde tocar, dónde estimular, y en qué área sus besos serán casi de fuego que arden y queman la piel a pesar de que no quedarán rastros de ellos.
Es tan magnífico y tan sublime, que estar a la orilla de la borda no causa pánico, sino atrevimiento de hacerlo y caer completamente en las garras del lobo para ser una o posiblemente tres veces devorado por éste.
No hay culpabilidad, no la siente.
Namjoon jamás se enterará de esto.
Porque Namjoon es inocente, porque Namjoon lo ama y confía en él ciegamente, porque Namjoon no es posesivo ni celoso.
Pero BamBam no conoce el poder de las palabras… y tampoco conoce a Namjoon.
Cuando se vieron por primera vez pudieron notar que no había una pizca de empatía entre el uno y el otro, y conforme pasaron los días entre malentendidos, conflictos y rumores (principalmente que entre ellos había una gran tensión sexual) se dieron cuenta que el luchar mirándose a los ojos retadoramente no era lo suyo; y un día casual como cualquier otro quedaron atrapados en uno de los salones cortesía de Yugyeom, el amigo del menor.
Ahí ambos se conocieron de verdad, no eran lo que los demás decían, no estaban en la posición de la que los demás hablaban, simplemente eran dos adolescentes normales, con indecisiones normales y problemas que se debatían entre ser o no ser.
Desde ese día, los rumores cambiaron, aún no se sabe si para bien o para mal, pero cuando cara a cara decidieron enfrentarlos, Namjoon lo tomó de la nuca y lo obligó a que se pusiera de puntitas para poder besarlo con mayor facilidad. Y BamBam lo hizo sin rechistar.
Porque los rumores eran ciertos.
Sin embargo, desde ese entonces no decidieron hablar más del asunto olvidando que existía el otro y forzando a su mente detener los pensamientos donde ambos eran protagonistas de un bello romance que podría jamás florecer.
Un día no pudieron más y los encuentros fueron más habituales que antes, donde los labios clamaban por besos ausentes en el pasado y las manos recorrían sin descanso con ternura y amabilidad sin intenciones de algo más.
Hasta que algo hizo clic en la cabeza de ambos.
Se querían. Lo sabían. Y eran afortunados por haberse dado cuenta de ello temprano.
—No quisiera verte con alguien más—lo dijo entre serio y divertido, BamBam lo captaría tarde o temprano.
—No me gustaría estar con alguien más que contigo.
¿Qué caso recordarlo ahora? Entre caricias y gemidos roncos.
Y Namjoon está frente a la puerta esperando con reloj en mano y una desesperación notable, sabe que es muy tarde para BamBam llegar diez minutos después de la hora acordada. No sería posible que después de cuatro años de relación algo lograra arruinarla ahora.
—Lo siento, sé que es muy…—no le deja terminar la oración cuando lo besa instintivamente y lo lleva a rastras a su habitación, dejándole la nula posibilidad al menor de recuperarse de la fatiga por correr más de cuatro cuadras.
Nunca había sido así, no de esa manera, tan posesivo y rudo con él. BamBam conoce muy poco de Namjoon.
—¿Por qué me engañaste? —se detienen para respirar, aunque con esa pregunta sea casi imposible hacerlo.
—¿De qué hablas? —el menor se levanta un poco con su novio recostado en su pecho aspirando su olor.
—Sabes a otros labios; hueles a otra piel.
BamBam conoce absolutamente nada de Namjoon.
—No lo niegues.
No conoce sus pesadillas.
—Sé quién es.
No conoce sus desvelos.
—Sé por cuánto tiempo lo has hecho.
No conoce sus miedos.
—Yo…
Tic tac. Él ya no sabe más qué decir. Se agotaron las palabras y su garganta pronto se siente seca.
—Yo me sentía tan afortunado de tener algo tan perfecto como tú en mi vida.
¿Por qué llora Namjoon?
Porque lo has lastimado, idiota.
¿Pero por qué sonríe a la vez?
Porque BamBam no sabe lo afortunado que Namjoon es.
El mayor siempre ha sido delicado en cuanto al tailandés se refiere. La clave es hacerlo sin prisa y con amor, con ternura y pasión a la vez, con miedo a la desdicha pero cariño a lo desconocido.
—112, ¿cuál es su emergencia?
—Hay dos cadáveres en mi apartamento; y uno de ellos soy yo.
Tic tac.
BamBam se lo buscó.