"Cántame para dormir... estoy cansado y quiero irme a la cama..."
El equipo de Shūtoku era reconocido como uno de los mejores equipos de baloncesto, y eso era porque ellos si jugaban como un equipo, y aunque algunas veces tenían ciertos roces entre ellos las cosas terminaban por arreglarse. Una personas que siempre mantenían al equipo animado era Takao, siempre era muy alegre y enérgico, y lograba contagiar al equipo con su entusiasmo, aunque muchas veces también llegaba a ser molesto, pero siempre recibía un "pequeño " castigo por parte de Miyaji.
Takao siempre se esforzaba por ser uno de los mejores, y que los demás no lo dejaran atrás, y aunque algunos del equipo se lo dijeran reconocían que avanzaba bastante rápido, pero luego de un tiempo dejó de hacerlo, y nadie sabía el por qué...
Comenzó bajando sus calificaciones, su rendimiento en el equipo, y muchas veces faltaba a la escuela, y ahora su característica sonrisa que siempre adornaba su rostro había desaparecido, y era muy raro el volver a verla, parecía perdido, siempre estaba "en las nubes", cosa que hizo preocupar a todos ya que nunca lo habían visto en aquel estado, pero él siempre contestaba con un "solo estoy cansado, ya pasará", algunos prefirieron no insistir con el tema, pero fue Miyaji quien no se rindió y siguió preguntándole hasta que finalmente logró sacarle la verdad, aunque Takao lo había hecho prometer que no le diría a nadie, el rubio no tuvo alternativa y terminó por aceptarlo, pero desde que supo lo que le pasaba comenzó a pasar más tiempo con el pelinegro para poder ayudarlo.
Luego de unas semanas gracias a la ayuda de Miyaji había logrado volver a ser el "Takao de antes", lo que él no sabía era que no solo su Senpai había estado ayudando, aunque no lo admitiera Midorima también se preocupaba por él y a través del rubio había estado ayudando con lo que podía, las cosas parecían que habían mejorado bastante, y todo volvía a ser como antes, o al menos así parecía ser.
-Shin-chan... ¿Puedo pedirte un favor? -preguntó Takao mientras iban de regreso a casa en el Rickshaw.
-Mmh... ¿Qué quieres Bakao? -respondió el peliverde fingiendo que no le prestaba mucha atención, pero desde lo que había ocurrido anteriormente trataba de prestarle más atención sin que el otro se diera cuenta.
-¿Puedes venir a casa mañana después del entrenamiento? -dijo de manera directa sin voltear a verlo, Takao siempre era directo diciendo las cosas, por eso no le sorprendió a Midorima, lo que le sorprendió fue aquella invitación, rara vez había ido a la casa del pelinegro, y siempre era para ayudarle a estudiar, pero esta vez no habían exámenes para los cuales estudiar.
-Como quieras... -aquello fue lo último que dijo en todo el camino ya el que el contrario permaneció en silencio, parecía estar pensando en algo, cosa que hizo que la preocupación de Midorima regresara, ¿Qué ocurría ahora?
"Cántame para dormir... y luego déjame solo...
No trates de levantarme en la mañana, porque ya me habré ido..."
El día siguiente Takao parecía estar más animado de lo normal, prácticamente no dejó de sonreír en todo el día, y de nuevo aquel entusiasmo contagió a los del equipo, y de nuevo volvió a recibir un pequeño castigo por parte de Miyaji por ser tan molesto.
El entrenamiento fue bastante bien, Takao terminó por sorprender a todos, nunca antes había jugado tan bien, y eso los alegro, parecía que todo lo malo que le había ocurrido al pelinegro finalmente había acabado, ya hora daba lo mejor de sí, y una vez que el entrenamiento Kazunari se encargó de darle las gracias a cada uno de sus compañeros de equipo y al entrenador, cosa que sorprendió a todos, ya que él nunca lo había hecho, pero ese agradecimiento los hizo sentir de una forma extraña, como si fuera una despedida...
Midorima no se quedó a practicar aquella tarde como siempre lo hacía, sino que fue junto a Takao a su casa, el peliverde se sentía algo inquieto, pero no sabía bien el por qué, cosa que hacía que se inquietara más, el pelinegro ni siquiera había esperado a que jugaran como siempre al "piedra, papel o tijera" para saber quien llevaría el Rickshaw, ya que se había ofrecido voluntariamente, y aquello solamente lo había hecho una vez...
-¿Por qué me invitaste? -preguntó Midorima una vez que casi llegaban a la casa, ya que en todo el camino Takao no había dicho nada.
-¿Mm? Ah... bueno, mis padres no están, así que pensé que sería divertido pasar algo de tiempo contigo Shin-chan... -respondió el pelinegro saliendo de sus pensamientos al haber escuchado aquella pregunta mostrándole una de sus mejores sonrisas.
"No te sientas mal por mi... quiero que sepas...
En lo más profundo de mi corazón me voy a sentir muy feliz por irme..."
Aquella tarde habían pedido algo de comer y pasaron viendo varias películas, aunque para Midorima era algo molesto el tener a Takao preguntando a cada minuto sobre lo que pasaba ya que no le prestaba mucha atención, pero por más que le molestaba respondía tratando tener paciencia, sabía que algo pasaba y no quería ser duro con él, o llegar a decirle algo que lo lastimara.
Cuando la noche llegó Takao tomó la mano de Midorima y sin decirle nada lo llevó hasta su habitación donde se acostó en la cama.
-Shin-chan... cántame... -pidió en un susurro como si fuera un niño pequeño mientras se cubría con su sábana.
-¡Bakao! -aquella petición lo tomó por sorpresa, el pelinegro más que nadie sabía lo que él odiaba cantar - Sabes que yo...
-Si, si Shin-chan, lo sé... no te gusta cantar, pero lo haces muy bien... -le sonrió para luego quedarse un momento en silencio - Será... la única vez que te lo pido, por favor... sólo esta vez...
Las últimas palabras habían sonado sin mucha fuerza, como si no quisiera obligarlo aunque quisiera escucharlo, nunca antes lo había escuchado hablar de aquella manera, le extrañaba que no empezara a insistir y molestarlo para que aceptara, aquello era muy raro por lo que sin dejarlo seguir hablando comenzó a cantarle en voz baja viendo como Takao comenzaba a cerrar poco a poco sus ojos.
-Shin-chan... cantas muy bien... -susurró una vez que el peliverde terminó de cantar mientras estiraba un poco su brazo para poder acariciar con suavidad su mejilla - Shin-chan... me gustas... en verdad me gustas mucho... -susurraba cada vez más bajo.
-Bakao... -murmuró desviando un poco su mirada no solo por sus palabras sino por aquellas delicadas caricias haciendo que un leve sonrojo apareciera en su rostro - También me gustas Takao... -una vez dichas esas palabras el peliverde se acercó al contrario besando sus labios con dulzura el cuál Takao no dudo en corresponder de la misma manera dejando escapar pequeñas lágrimas, y no fue hasta que la falta de aire se hizo presente que se separaron lentamente.
-Debí habértelo dicho antes... -susurró aún con lágrimas en los ojos.
- Lo has dicho justo a tiempo... -contestó el peliverde mientras con delicadeza secaba las lágrimas del otro.
-Gracias por todo Shin-chan... -sus ojos cada vez comenzaban a cerrarse más - Te amo Shin-chan... buenas noches... -fue lo último que susurró con un pequeño sonrojo en su rostro, y la más grande y cálida sonrisa que pudo regalarle al peliverde antes de cerrar del todo sus ojos.
-Buenas noches Takao... -susurró igualmente besando su frente mientras lo arropaba bien.
"Ya no quiero levantarme por mi cuenta nunca más...
No te sientas mal por mi... quiero que sepas...
En lo más profundo de mi corazón realmente me quiero ir..."
Cuando Takao se había quedado dormido Midorima había salido de la habitación y una vez que recogió todo lo que habían dejado frente al televisor donde habían estado viendo películas regresó a su casa.
Por la mañana esperó un rato fuera de su casa esperando a que Takao pasara a recogerlo en el Rickshaw, pero no llegó, por lo que pensó que nuevamente se había quedado dormido, así que se fue al instituto por su cuenta, con su Lucky Item, el cual era una flor de color blanco...
Al llegar al instituto todo estaban actuando de manera algo extraña, pero no les prestó mucha atención, y no fue hasta que vio a todo el equipo de baloncesto junto que se acercó a preguntar que era lo que pasaba, todos parecían tristes, y algunos conteniendo sus lágrimas, y fue Miyaji quien se acercó a él limpiando como pudo sus lagrimas diciendo un "Takao se fue..." aquellas simples palabras habían hecho que el corazón de Midorima se detuviera... no... aquello no podía ser cierto...
Se dio la vuelta y comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia el hogar de Takao, aquello no podía ser verdad, no, no era verdad... pero al llegar a esa casa pudo comprarlo... Takao ya no estaba, se había ido.
La noche anterior Takao había tomado una especie de veneno que lo había hecho parecer estar dormido, pero que en realidad estaba muriendo, la razón por la cual lo hizo fue la misma por la cual había estado actuando raro anteriormente, una razón que solamente se la había contado a Miyaji, sus padre habían estado teniendo problemas, y aquellos problemas llegaron hasta él, poco a poco había caído en depresión, y aunque sus padres lo notaron nunca hicieron nada por ayudarlo, al contrario, su padre cada vez llegaba más molesto a casa por razones que ni el mismo pelinegro sabía, pero cada vez que llegaba de aquella manera y Takao hacía algo mal comenzaba a golpearlo, era por eso que cada vez que se iban a cambiar para practicar él era el último en hacerlo para que los demás no vieran aquellas marcas en su cuerpo, y poco a poco aquello se fue saliendo de control haciendo que llegar a tomar aquella decisión...
Midorima trató de contener lo más que pudo sus lágrimas pero lo era imposible, sus palabras tampoco salían, no quería aceptar aquello... solamente se acercó a donde se encontraba una fotografía de Takao y dejó junto a ella la pequeña flor blanca que llevaba en sus manos.