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Mi percepción del tiempo, el reloj y una taza de café [Taoris] por Blume QR

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Notas del fanfic:

Es mi primer fic, espero sea de su agrado y espero lo disfrute aquello quienes lo lean. Puedo denotar que Tao es/era de mis miembros favoritos de EXO y al que le tengo bastante cariño. Quise hacerle una historia y bueno es esta. Parecerá un tanto burda al principio pero... Prometo mejorar.

Notas del capitulo:

Aquí comienza todo…
Espero sea de su agrado.

Aquella mañana de otoño, Tao amaneció como de costumbre recargado en su escritorio y con la laptop encendida al frente. En la pantalla se observaba un ensayo  que a duras penas había concluido a lo largo de la noche. Talló sus ojos estando aún somnoliento percatándose después de que su padre se encontraba parado a su lado. 

-Amo los Lunes ¿Sabes?- comentó aquel hombre cubierto con un edredón de la cabeza a los pies- Siempre te quedas dormido por tareas y no sales a correr, de ese modo yo no tengo que salir a recibirte al patio con este frío de muerte. 

Tao sonrió. Desde siempre había sido deportista y cuando no estaba en artes marciales corría por las mañanas antes de que el sol apareciera en el cielo, al regresar, su padre lo esperaba para cubrirlo con la manta que llevaba puesta en ese instante. Él argumentaba que quería evitarle una pulmonía y aquello siempre le sacaba una sonrisa al chico. "Mejor padre no pude haber tenido" pensaba y era verdad, siempre estaba procurandolo. 

Se estiró lo más que pudo para desperezarse escuchando como cada parte de su cuerpo volvía a la vida; algo tronaba aquí y allá, pero era normal tomando en cuenta la mala posición en la que había dormido. Antes de ponerse de pie guardó el documento y lo mandó por correo a su profesor de sociología. Tao estudiaba en línea por qué según él, nada el entraba en la cabeza si estaba en un salón de clases. Malas notas en el aula, pero las mejores si no ponía un pié dentro de ella. 

Suspiró. Su padre ya se había marchado probablemente para hacerle el desayuno mientras el tomaba una ducha y se cambiaba para ir al trabajo. Antes de bajar al comedor se contempló frente al espejo con aquel uniforme laboral que constaba en unos pantalones rectos negros al igual que una playera sin estampados del mismo color. Se apreciaba alto y guapo, quizá doblemente guapo. -Sí, bastante a decir verdad- susurro para sí mismo haciendo una foto con el teléfono  de su reflejo en el espejo. "Vanidoso" habría pensado cualquiera, pero conociéndole mejor le habrían dado la razón. Finalmente tomó una gruesa chaqueta y descendió por los escalones brincándolos de dos en dos. 

-Huele delicioso papá...-comentó Tao al ser recibido por un plato de huevos revueltos y pan tostado sobre la mesa.

-Lo sé. Ahora antes de que te sientes, págame el favor preparándome un café...- 

-Adicto.-
mencionó el chico sacando una bolsa de café molido de una alacena en la cocina.

-Mira. Hijo, si trabajas en una cafetería no crees que es buena idea explotar todo tu potencial- dicho esto ambos rieron.- No te pagan bien por nada- finalizó su padre. 

Era verdad, pero preparar café no era realmente la razón por la que su paga era mayor, Tao tenía la habilidad de hacer sentir a los clientes bienvenidos, cuando él los recibía con su bebida ya preparada diciendo "Buenos Días, me alegra que estés bien", los clientes se sentían especiales, se relajaban e incluso pedían algo extra pero... Había siempre una excepción. 

Carraspeo y su padre giro a verlo sosteniendo su taza entre las manos observándolo con curiosidad.

-Apuesto a que ahora pedirá un "Caramel Macchiato"- le dijo con decisión y un acento extraño para hacer el nombre más interesante.

-Demasiado dulce para alguien tan amargoooo... Yo voto por un "Espresso americano"...- mencionó sentándose a la mesa para al fin desayunar.

Todos los días su padre y Tao apostaban por el pedido de aquel muchacho alto de cabello oscuro que nunca se sentía bien. Por más que Tao intentaba hacer funcionar su magia, nada servía, ni siquiera le daba su nombre para apuntarlo en el vaso.  

-¿Para qué quieres saber?-
 
-Para llamarte cuando éste tú pedido...-
le decía en tono serio, aquel chico hacía que toda su solidaridad se fuera al carajo. 

-Mierda, no. Mira voy a estar sentado allá, cuando lo tengas llévalo y asunto arreglado. 
 

-De acuerdo... -agregaba cabizbajo con el deseó de apuntar >IDIOTA<  en sus variados pedidos porqué ¡siempre! Pedía algo diferente. 

-Es imposible complacerlo- siempre había algo que no le gustaba, muy dulce, muy caliente, muy frío, muy... muy... tibio. Dicho esto se llevo un poco de huevo a la boca dando por terminado su desayuno. Se puso de pie, se cubrió con la chaqueta y se despidió de su padre con un movimiento de mano al cruzar por la puerta. -Ya te diré el resultado más tardé. 

-¡Si gano me deberás comprar algo en la tienda!- le grito su padre antes de verlo desaparecer. 

Al salir, el frío abrazó el rostro de Tao despabilándolo por completo. Se sentía bien y lleno de energía observando aquella mañana gris en un bonito condado al norte de algún continente. Todos se conocía y todos se llevaban bien, bueno casi, pero ese no era el punto, encontrar amigos, amigos de verdad era muy sencillo, amigos como...

-¡Chen!- mencionó el rubio al ver a su amigo estacionar su auto al frente de la casa. 

-¡Tao!- agrego abriendo la puerta del copiloto con rapidez- Entra, por el amor de Dios, ¿No tienes frío? 

-El frío es para los débiles... 

-Y para los ricos que pueden costearse chaquetas gruesas y un auto con calefacción, como yo. -
al verlo entrar al auto Chen le sonrió a su amigo de aquella manera tan particular en la que sus ojos casi desaparecían.  

Chen pasaba por él antes de ir a la escuela, el trabajo de Tao quedaba de camino así que no le suponía ningún problema dejarlo allá, además les encantaba pasar tiempo juntos. Ambos tenían asuntos que atender por las mañanas y en las tardes quedaban de verse cuando no tenían tareas o las clases on line no se extendían demasiado. 

-Aún no entiendo esa manía que tienes llegar horas antes a trabajar.

-Es parte de la magia de hacer sentir bien al cliente, ¿Crees que el ser guapo hace todo el trabajo? ¡Vamos! También pongo de mi parte. 

-Sí ya lo sé...-
Chen conducía con calma en calle desolada, sosteniendo el volante con la punta de los dedos- Veamos... "Lemon Reftesher" 

-¿Qué? -cuestiono Tao volteándolo a ver. 

-"Lemon Refresher" eso es lo que pedirá el día de hoy.

-No creo... ¿Con este clima?

-No, No, No...-
Chen le interrumpió y frenó a un lado de la calle, Tao sabía que aquello significaba la explicación de una teoría, un chiste muy malo o ambas.- Un clima frío, un hombre frío con su Lemon... sólo considéralo, es como Rusia, frío y difícil de conquistar. 

'Ambas' pensó al oírlo decir aquello.

Chen Remató con una flamante carcajada y continuo manejando. Lo único que hizo Tao fue sonreír y realmente considerar aquella opción. Quizá, de alguna manera ridícula su amigo acertaba. Lo que siguió del viaje fueron pláticas respecto a proyectos escolares, chicas, grupos musicales y deportes. Reían de bromas hasta que el auto se detuvo frente a la cafetería. 

-¿Traes las llaves verdad?-

-Claro.-
dijo Tao mostrándoselas en cuando bajo del auto.

-Genial, entonces te veo después, cómprame un panecillo si no es mucha molestia. 

-Claro. Usaré mis propinas para pagarlo. 

-Ganas mucho, derrocharlo en tu mejor amigo no hará ninguna diferencia. 

Tao asintió y a continuación camino en dirección al establecimiento que permanecía cerrado. Escuchó a su espalda el auto arrancar y finalmente inserto la llave en la cerradura de la puerta trasera. Encendió las luces y aspiró con profundidad el aire encerrado en aquel lugar, café... era de los mejores olores que podía haber en el mundo. A diferencia de muchos que se hartaban de siempre olerlo, él lo disfrutaba. 

Del almacén  tomó algunas cosas y se dirigió  a la parte de enfrente del local, se quedó tras la barra, encendió todo y como era costumbre preparo las bebidas de los clientes que en un rato más comenzarían a llegar. Conforme las tenía listas las metía en bolsas de papel con los respectivos nombres anexando de vez en cuando alguna cara feliz o un buen deseo. Aunque daba la idea de que él hacía todo eso por trabajo la realidad era que le gustaba hacer sentir feliz a la gente, he allí la razón por la que le frustraba tanto la actitud de aquel cliente. 

Nunca podía prepararle nada por adelantado porque siempre erraba. No podía desearle un buen día porque le respondía poniendo los ojos en blanco o con alguna palabra ininteligible que sabía bien era una grosería, por lo que optaba por permanecer neutral y escuchar su pedido. Aún así, el cliente se enojaba. 

-No eres tan bueno conmigo como lo eres con ellos- le dijo en una ocasión. Tao sólo asintió. Era más fácil no tomar ninguna postura frente a él. ¿Que habría hecho para que aquella persona le tratase tan mal? No lo sabía y posiblemente no lo entendería nunca pero, encontraba más gente buena que mala así ¿Cuál era el verdadero problema? Además, pagaba y dejaba propina. 

45 minutos más tarde la puerta del almacén a la barra se abrió, por allí entró Sun-hee la dueña del lugar envuelta en una bufanda y varias sudaderas. Al verle le sonrió y se acercó a saludarlo. 

-Buenos días Tao...- susurró frotándose las mejillas para darse calor. -Vaya, veo que ya tienes las cosas listas para nuestros primeros clientes. 

-Y el suyo también, señora Hee-
anunció tendiéndole a su jefa una taza de té endulzado con miel. 

-Tao, muchas gracias... -
le dijo recibiendo la taza- no sabes lo feliz que me hace tenerte aquí. 

-Me hará sonrojar señora Hee- 

-Pues que mejor, así te ves más mono, puede que incluso más chicas se pasen por aquí.
-tomó un sorbo y salió de detrás de la barra- Si ya acabaste, es hora de abrir, levanta las persianas y yo prepararé las mesas. En un rato también vendrán los demás chicos. Esforcémonos hoy también. 

-Siempre-
aseguro Tao mostrando su pulgar en alto caminado en dirección a la puerta que abrió con habilidad. 

La luz que se coló por los cristales inundo todo el espacio mostrando un lugar amplió lleno de sillas y mesas de madera acomodadas de tal manera que al entrar te sintieras como en casa. En algunas esquinas se observaban enredaderas que comenzaban a expandirse por las paredes y sobre las mesas pegadas a los muros y ventanas reposaban pequeños jarros que la señora Hee había llenado con agua y delicadas flores púrpuras que hacían alusión al nombre del establecimiento: "Café de violeta" 

Todo estaba listo y como ellos esperaban, minutos después la gente comenzó a venir. 

-"Buen día y Bienvenido"- comentaron al mismo tiempo en cuanto la primera persona entró. Un hombre de traje con un portafolio que antes de ir a la oficina pasaba por allí. Tao le extendió su pedido incluso antes de que el hablase y pagó, depositando también en un frasco de cristal la propina con una sonrisa en la cara. 

Luego llegó una chica acompañada de una amiga cuyas clases empezaban más tarde. Tao les regalo una amplia sonrisa provocando que ambas chicas sonrojaran al verlo extenderles dos vaso de café moka con sus nombres escritos con plumón en los mismos. -Se ven lindas...- comentó al verlas tomar asiento en unas de las mesas frente a la ventana. Ellas murmuraron un poco y él les envió un beso al aire con el cual no pudieron reprimir un grito de emoción. 

Se divertía viendo aquellas reacciones. 

Transcurrió el tiempo y otros empleados al igual que más clientes comenzaron a llegar, los pedidos pre-preparados se acabaron y se tuvieron que pedir las ordenes nuevamente, pero no era tan complicado incluso le era fácil adivinar lo que la gente deseaba. Sin embargo el reloj sobre la puerta de entrada marcó la hora mortal, Tao hizo una mueca y meneo la cabeza al contemplar las manecillas detenidas en las 9:30 am. Miró a su alrededor y sus compañeros se habían dispersado, nadie quería atender al tan mencionado cliente, así que sólo quedaba él.

El reloj marcó 9:31 y la puerta se abrió mostrando a un chico con pinta de engreído que vestía de manera elegante. Cabello oscuro, corto y el bastante alto pasó de largo la fila posicionándose justo al frente. Tao sabía que no debía decirle nada al igual que los clientes que ya se habían acostumbrado a cederle su lugar, incluso la señora Hee había dejado todo como tal sabiendo únicamente que el muchacho era de dinero. Nadie quería problemas, nadie sabía su nombre.

Se plantó frente a la barra observando con desdén la lista de bebidas a las espaldas de Tao, pasaba la vista sobre uno y otro nombre hasta que al fin abrió la boca. La apuesta seguía en pie y si Chen o su padre acertaban no le importaba, quería que pidiera lo que sea para que al fin saliera por la puerta.

-No quiero nada…- espetó.

Tao se sintió frío de la nada, cosa que realmente no pasaba, su piel palideció rápidamente y no pudo articular palabra alguna. Estaba molesto. ¿Entonces que hacía él allí parado al frente? Cada día de cada mes el hacía la misma rutina esforzándose para darle un buen servicio y que le saliera con ello.

-¿Nada?- preguntó escéptico.

-Nada…- repitió el chico que le observaba como si se encontrara por encima de él sosteniendo una media sonrisa. Los clientes tras de él también observaban asombrados la escena sin saber si debían pedirle que saliera del camino o que simplemente…  

-Entonces ¿Qué haces aquí?-

-No te hagas el idiota –
comenzó a decir el chico mientras miraba a Tao de manera hostil- Sabes qué… -sin saber por qué pateo el estante frente a él y dejó salir un gruñido. Levantó los brazos en dirección a Tao con la mera intención de estrangularlo pero antes de llegar a su destino él ya los había apartado y la señora Hee acompañada de otros dos muchachos estaban a su lado.

-No me importa que influencias pueda tener usted en mi establecimiento, pero le pido que no agreda a mis empleados o clientes, de lo contrarío no podrá poner un pie aquí nunca más. – la mirada de aquella mujer era dura, su café era popular por el ambiente familiar que se apreciaba y porque ella era una especie de madre para todos, por eso mismo nadie quería hacerla enojar. –Hemos soportado sus actitudes mucho tiempo, pero si está dispuesto a cruzar la línea yo también…

Sin poderlo evitar Tao sonrío. Realmente quería ve que lo echara a patadas de allí pero su ferviente deseo no ocurrió. El moreno se relajo y finalmente esgrimió una sonrisa forzada. –Disculpe- susurró para girar en dirección a  Tao. –Perdona, yo… quiero un “Espresso americano”, por… por favor... a nombre de Kris.

-Enseguida se lo… ¿Qué?- preguntó Tao completamente impresionado de al fin escuchar un por favor del, remontando, ahora sabía su nombre. No sabía que pensar después de tantos meses de haberle llamado simplemente El chico de mal carácter, el amargado, el que nunca tiene un buen día. Ya no se referiría a él con adjetivos sino cómo Kris.

-No me hagas repetirlo…- pidió pasando una mano por su cabello. Parecía estar a punto de explotar y, nuevamente, nadie quería eso. Tao corrió con rapidez a preparar su bebida para después llevarlo a la mesa en la que se había sentado, apuntó con mano temblorosa su nombre en el vaso y lo dejó a su lado. Los hombros de Kris se convulsionaban, Tao podría jurar que el chico estaba a punto de echarse a llorar pero contenía las lágrimas tanto como le fuera posible.  Su cabeza se encontraba apoyada sobre sus manos y sus codos sobre la mesa.

No volteaba.

Parecía que ni siquiera había notado que Tao le había llevado su orden. Se preocupo un poco por él, su mano se dirigió a su brazo hasta que un golpe hizo que todos voltearan a la puerta.

-¡Kris!- gritó un hombre robusto abriendo la puerta con violencia. -¿Qué haces aquí? ¡Ven ahora! – lo buscó con la mirada, dio con él y con paso firme se movió en su dirección. Tao se hizo unos pasos atrás temiendo recibir un golpe o algo similar. Aquel hombre tenía pinta de ser de aquellos que no sabían reaccionar de otra manera que no fuese con brusquedades.

-No. Papá… espera… sólo dame 20 minutos. Sólo eso.-

-No tenemos 20 minutos. – acto seguido tomo al chico por la playera tirando de él hasta ponerlo de pie. Aún oponiendo  resistencia Kris fue arrastrado fuera del local. Todos observaron en silencio. Demasiadas sorpresas para un solo día, seguramente fue eso lo que los presentes pensaron.

Tao seguía bajo impacto aún sin digerir lo que había pasado, la señora Hee se acercó a él y le pidió que siguiera como si nada hubiese pasado. Que el punto del lugar era hacerlos sentir en casa y como en toda familia había problemas, pero tenían la oportunidad de arreglar las cosas, así que amablemente le indicó que siguiera tomando y preparando pedidos. El asintió.

Pero antes de continuar, tomó el vaso que había depositado en la mesa y se lo llevo.

El tiempo continuo avanzando hasta que dieron las 2:00 , Chen fue quien entro por la puerta en esta ocasión con una sonrisa en el rostro. Al contrario de Tao cuyo ánimo se había apagado. Al ver a su amigo supo que su turno terminó, fue con la señora Hee, se despidió de ella y del relevo en la barra no sin antes volver a toma el vaso del cliente de mal carácter. Lo llevó con él.

•  ◘ •

 

-Entonces… eso ocurrió.-

-Así es…

-No creí que el chico tuviera problemas, creo de allí viene su mal humor, se desquitaba contigo de alguna manera.


-No sólo eso, piénsalo bien, vi como observaba a su padre, le suplicaba que le concediera 20 minutos. Es… es… -

 -Es cómo si no tuviera control en su vida…
Chen se hizo a un lado en la calle y frenó.

-Exacto.

El resto del viaje lo hicieron en silencio, a pesar de que su amigo no vio la escena sabía que también le dejó cosas que pensar. Él ni siquiera tomaba la decisión de contarle a su padre que, por cierto, siempre le preguntaba por aquel chico, por Kris. Al llegar frente a la casa de Tao se despidieron sin quedar de verse más tarde, Chen no puso ningún “pero” entendiendo que a su amigo una de las cosas que más le gustaban era hacer sentir felices a las personas, reconocía una emoción a lo lejos y en aquella ocasión había fallado. Por más que intentara convencerle de contrario no lo lograría. Además, Tao no compró su panecilloPanecillo podía excusarse diciendo que estaba enojado.

Tao abrió la puerta de su casa, fue recibido por el sonido del televisor y los ronquidos de su padre sentado en el sillón. Despertó al ori la puerta cerrarse.

-¿Qué tal te fue?-

-No quiero hablar de ello…

-Bueno, entonces ¿Me trajiste mi premio?-

Tao negó. Pasó de largo y antes de subir las escaleras dejo el vaso con el Espresso americano sobre un buró al lado de sillón. Su padre lo miró atónito, el tampoco creía lo que veían sus ojos.

-Gané. –dijo Tao subiendo a su habitación usando un escalón a la vez.  

Notas finales:

Pueden decirlo sin problemas, Gracias por leer y hasta la próxima  ^U^)/


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