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The Century Thief por Silver Knight

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Notas del capitulo:

Una nueva historia la cual tengo muchas ganas de acabar. Espero y sea de su agrado.

A Century Thief

 

Prologo I

Un equipo de Ladrones.

<<Meep. Meep. Meep,>>

  La alarma implacable del despertador no dejaba de sonar. Aun no tenía ganas de levantarme. ¿Quién se levanta los sábados temprano? Era una tortura propia el poner una alarma para levantarte.

<<Meep. Meep. Meep.>>

  —¡Ya voy!

  Me estiré ya sentado en la cama. Era un día tranquilo. De esos en los que sales a caminar, pasear a tu perro y oír a las aves cantar. Me levante de la cama luego de pensar un rato. Abrí las ventanas y deje que los rayos del sol me dieran directo al rostro. Era un día perfecto

<<Meep. Meep. Meep.>>

—¡Thomas, apaga ese maldito despertador antes que lo aviente por la ventana! —Grito Alexandra. Mi compañera de piso.

—Ya, ya. Ya lo apague, buenos días a ti también. —Reí. Era divertido vivir con ella.

  Baje a la cocina, era temprano todavía. Las ocho y treinta de la mañana. Si era la hora perfecta para hacer el desayuno. Agarre la sartén, le puse poco de aceite y la puse en la estufa a calentar. Abrí el refrigerador. No había nada, solo un par de huevos, dos tiras de tocino y una caja de jugo.

—Algún día aprenderé a hacer la despensa yo solo. —Era difícil confiar el Alexandra para hacer la despensa, porque, siempre se le olvidaba hacerla.

  Tome el par de huevos y el tocino y los puse a freír en la sartén. En un instante la casa ya olía a comida. Alexa bajaría dentro de poco.

  Termine de cocinar los huevos con tocino y los serví en un plato. Luego saque el jugo del refrigerador y lo serví en un pequeño vaso de cristal y lo coloque en la mesa junto al plato con los huevos. Los pasos de Alexa se empezaron a escuchar en las escaleras.

—Buenos días, Blue boy. —Decía aun con aire soñoliento.

—Buenos días, Alex. El desayuno ya está servido.

—No me digas Alex, me hace sentir muy hombre. Alexa está mejor.

—Lo siento Srita. Alexa.

—Chistosito. —Alexa se sentó en la mesa del comedor, frente al plato. — ¿Otra vez huevos? ¿Qué no sabes cocinar otra cosa?

—Sabría cocinar otra cosa si me trajeras otras cosas para cocinar.

—Pero si ya hice la despensa.

—Sí. Hace quince días.

—¿Hoy que estamos?

— 10 de septiembre.

—Pero si fui a finales de agosto. Hace uno, dos, tres… Oh.

—Sí, oh. Deberías dejarme dinero para que yo vaya.

—Oh no señorito. ¿Recuerdas lo que paso la última vez?

— ¡No es mi culpa que el chocolate estuviera en oferta! ¡Sabes que tengo debilidad por el chocolate!

—Thomas, gastaste 100 dólares en chocolates. Eso no es debilidad, eso es un desorden compulsivo.

—Desorden tu pieza, A-lex.

—Da gracias que estoy desayunando, o si no ya estuvieras llorando. —Ambos reímos. Esta relación amor-odio que tenía con ella era divertida, hacía los ratos más amenos.

  Me dirigí a la alacena y prepare el poco café que quedaba. El olor a café por la mañana era exquisito. Estaba al nivel de su sabor.

—Aun no entiendo cómo puedes tomar un café tan cargado. ¿Qué no t da pesadillas, insomnio o algo así?

—Es que tú no estás acostumbrada al café de verdad, solo tu cosa esa cara de Starbucks.

—Se llama Cherry Mocha. No creo que sea tan difícil de aprender.

—Si tú lo dices.

  El desayuno siguió su curso con charlas tribales. Alexa disfrutando de sus huevos con tocino y yo con mi café. Abrí la ventana para sentir la brisa de la calle. Ya se sentía ese extraño aire que solo el otoño tenía. Lo sentía como un aire tranquilo, en calma. Era muy lindo estar vivo en estas épocas del año. Un suspiro de Alexa me saco de mis pensamientos.

—Que delicioso comí. Por favor Tommy, nunca dejes de cocinarme.

—Siempre vivimos juntos, no creo que tenga de otra. —Reí.

—Por cierto, anoche me llego un mensaje al teléfono de mi hermanito.

—¿Siempre será esta noche?

—Así es. Al parecer Damian y Valerie encontraron un punto ciego en el palacio. Según mi hermanito es factible realizar una operación rápida esta noche.

—¿Pero no esta noche es el día del baile? La seguridad estará hasta el tope.

—Damian ya lo soluciono. Tiene la lista de los puntos de control de los guardias. No tengo idea de cómo los obtuvo, pero si me hago un idea cercana.

—Aun así, ¿Qué haríamos si nos descubrieran? Tendríamos que…

—Tranquilo Blue Boy, Mi hermanito ya encargo los Morfeos para cualquier situación. Solo es cuestión de saber cuándo usarlos. —Suspire. Él siempre tenía un plan para todo.

—Al parecer Axel lo sabe todo.

—Sí… no. No sabe una cosa ¿verdad?

—No empieces. —De repente el ánimo en mi empezaba a decaer un poco.

—¿Cuándo le dirás?

—Algún día

—Algún día, algún día. Ya hasta me recuerdas a R con eso ¿Cuándo será ese día?

—No lo sé. —Y tampoco lo quiero averiguar.

—Mmm… bueno, allá tú. —Suspiro, tanto ella como yo sabía que no llegaríamos a ningún lado con esta plática. —Y como es costumbre antes de una operación como esta, es día de shopping.

—Y como es costumbre, debo suponer que Damian ya busco el centro comercial perfecto ¿verdad?

—Centro comercial Neptune. Solo los chicos ricos van ahí porque todo es de, bueno, ricos.

—Me lo suponía. ¿Algún día comprenderá sus gustos caros?

—Lo dice el que gasto 100 dólares…

—¡Ya para con eso! —Alexa rio mientras subía velozmente a su habitación. Ella sabía cómo buscarme pleito. Como la quería por eso.

—¡Prepara el Mercedes! —Me grito desde su habitación. —Necesitamos llegar con estilo.

  Luego Damian es el de gustos caros. Me dirigí a mi habitación a buscar un cambio de ropa. Busque algo cómodo para ir. Un par de Jeans azules ligeramente desgastados del tipo skinny, una playera con cuello “V” de color blanco y unas zapatillas negras. Algo típico y nada extravagante, salvo mi cabello. El motivo por el cual Alexa me decía Blue Boy. Mi cabello estaba teñido de un color azul fuerte, era un azul oscuro, como una especie de mezcla de azul con negro. No era tan extravagante como para que todo el mundo me volteara a ver, pero tampoco era “normal”. Me gustaba, eso era lo importante. Ya lo tenía largo, pero no me importaba, nada que una cola de caballo no solucionara.

  Termine de arreglarme el cabello, agarre un sweater, lo amarre a mi cintura y baje a la sala para buscar las llaves del Mercedes. Salí al garaje para arrancarlo. No era un chico de autos. Simplemente no me gustaban. Solo me aprendía las marcas porque tampoco quería ser un inculto, pero no me importaba. Eran solo autos. Servían para llevarte del punto A al punto B sin esfuerzo, lo mismo que un transporte público. No entendía porque varios chicos se peleaban para ver que marca era mejor o cual era más veloz. No, eran cosas que no entendía en absoluto.

  Pasaron los minutos y Alexa aun no bajaba de su habitación, tuve que usar la bocina del auto para que se apurara. Salió por la puerta que daba al garaje a los pocos minutos.

—¡Qué apurado! —Me reclamo. —¿Tantas ganas tienes de ver a tu novio?

—No es mi novio. Es el líder del equipo…

—Bla, bla, bla. No es tu novio porque aun no te atreves a decirlo. Un momento. ¿Porqué tu estas conduciendo? ¡Eres menor de edad!

—Tengo 15, en algún lugar eso debe ser legal. Aparte tú tienes 16, ni que fuera tanta la diferencia de edad.

—A punto de cumplir 17 jovencito, aparte, yo tengo la licencia. Tu no. —Era hora de hacer que se mordiera la lengua. Saque mi cartera y le mostré la credencial “especial”.

—Pues según esto, tengo permiso para manejar.

—Sobornaste a Valerie. ¿Cómo?

—Ya tu sabrás.

—Tengo que tener una larga plática con esa mujer y sus sobornos a base de papas. —Reí. Se escuchaba ridículo lo que decía, pero era verdad. Valerie y su infinita adoración con las papas. Aun me preguntaba cómo es que mantenía la forma si siempre estaba comiendo.

—Ya vámonos. —Dijo Alexa terminándose de pintar los labios de un color rosado. — Vámonos o llegamos tarde.

—¿A qué horas nos íbamos a juntar? —Había hecho todo lo que me pedía sin darme cuenta si quiera de la hora que habían puesto.

— A las 11.

— Pero si van a dar apenas las 10.

—Mira, tú conduce y yo te digo a donde. ¿Está bien? O dame el volante.

—Está bien, ya entendí. —Abrí la puerta del garaje con el control remoto. —A veces siento que soy más tu mayordomo que otra cosa.

  Saque el auto del garaje y empezamos nuestro camino hacia el centro comercial.

—Por cierto, hay que pasar antes con Antonio. Ya tiene mi vestido listo.

—Me suponía que por algo tendríamos que salir tan temprano. —Me lanzo una de esas miradas antes de ponerse los lentes de sol. —Está bien, pon algo en la radio.

—¿Radio? ¿En qué siglo vives Thomas? —En un instante Alexa ya había conectado su iPod al sistema de audio.

I really, really, really, really, really, really like you. —Empezó a cantar.

—Dios, mátame.

—Calla, que igual te gusta, no te hagas. —Sonreí, era verdad. Sin darme cuenta ya había empezado a cantar junto a ella, así que solo subí un poco más el volumen y continuamos cantando mientras recorríamos nuestro camino hacia todos aquellos lugares que Alexa me arrastrara.

Notas finales:

Bueno, solo quiero agregar unas pequeñas notas finales:

  Habrá un total de 3 prologo antes de empezar la historia, ya que son varios personajes los que participan, por lo que los puntos de vistan cambiaran conforme al protagonista. (Seguiran el mismo orden que los prologos, salvo en casos especiales).

  Es un historia relativamente larga, así que las cosas puede que vayan un poco lento, pero espero que no desesperen por esto.

  Las actualizaciones serán semanales en su mayoria, avisaré en caso que se adelante o se atrase debido a algún problema. Cualquier duda, comentario, critica y demás, lo pueden dejar en los comentarios. Estaré al pendiente para responderlos lo más rápido que pueda. Sin más que decir, me despido (:3)

  Silver Knight, fuera.


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