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Solo tú por Midori-Hikari1312

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Ryuga x Kyoya

Esta vez eras tú el que caminaba por las calles de BeyCity, Ryuga Kishatu. El día estaba por terminar, los colores mesclados del cielo se veían hermosos. Naranja, rojo, amarillo y azul, la combinación perfecta que forman una puesta de sol indescriptible.

Saliste muy sonriente de una de esas tiendas que te encantan, donde compraste esa gran cantidad de juguetes que siempre habías querido usar pero no tenias con quien…Pero ahora ya lo tienes. Usabas el mismo suéter que usaste para encontrarte con ese peli verde orgullo las últimas veces, hacía que pasaras desapercibido aun con la capucha puesta a esas horas ya que últimamente hacia algo de frio, y te ayudaba a que la gente no se diera cuenta de que estabas en la cuidad, mucho menos querías que eso llegara a oídos de ese molesto pelirrojo que todos el mundo conoce.

Es raro pensar que desde el primer momento que viste a Gingka Hagane te sentías atraído por ese pelo de antorcha, tan alegre y llamativo. No solo su apariencia, su forma de combatir era también de tu admiración, querías que todo eso fuera tuyo y que nadie más lo tuviera. Intentaste darla algunas indirectas que el muy inocente no lo notaba para nada, era desesperante.

-…~*Flash Back*~…-

Antes todo era diferente, hubo un tiempo en el que tu solías ser un chico normal que disfrutaba jugar al Beyblade sin ningún otro motivo más que divertirte, por eso disfrutabas de molestarlo incontables veces cuando vivías en la aldea Koma con él, ya que desde siempre fuiste y sigues siendo más fuerte que él y que muchos otros. Luego de un tiempo se te presento la oportunidad de ser aun más fuerte y no dudaste ni un segundo, y en ese momento Doji llego a tu vida. A pesar de ser una completa molestia y que al final terminó volviéndose loco, le agradeces en muchas cosas, después de todo el fue la única persona que tenías en el mundo.

Incluso luego de un tiempo de recuperación gracias a tu, en ese tiempo, actual Bey Lightning L-Drago, volviste a ver al pelirrojo de la misma manera, el saber que lo tenías tan cerca hizo que despertaras más rápido de lo esperado y estabas emocionado por tener una batalla con él y probar que tan fuerte eras en ese momento. Él era el único dignatario de probar tu nuevo poder recién regenerado.

Había algunas personas con Gingka, no le diste importancia alguna, solo querías dejarle en claro que eras más fuerte, destrozarlo por dentro, humillarlo frente a los que se hacían llamar sus amigos. Era algo realmente contradictorio ya que dices amar todo del pelirrojo, podría decirse que tu amor es más bien enfermizo.

Paseaste tu mirada por la mínima curiosidad de saber que clases de ingenuos eran ahora sus compañeros y los que han estado quitándote la atención de esos ojos dorados. Nada impresionante, solo personas que estorbaban en el encuentro con TU pelirrojo. El único que mínimamente llamo tu atención fue ese peli verde que se encontraba detrás de todos los demás. Sus rasgos te parecieron interesantes y la arrogancia de esa mirada de alguna manera te llamó la atención, pero lo ignoraste por completo y continuaste con tu “re-encuentro amistoso” con el pelo de antorcha.

Después de ese encuentro vinieron muchos más en donde tú siempre eras el vencedor, adorabas ver como la gente te temía y temblaba con solo verte pasar, incluso en algunos momentos viste ese brillo aterrado y frustrado en esos ojos color miel que sólo querías para ti, era hermoso fantasear que el usara esa misma mirada mientras lo hacías tuyo.

El que siempre demostró ser arrogante, orgulloso y hacerse el muy rudo ante tí y cualquier persona, fue ese peli verde de nombre Kyoya Tategami. Te miraba de la misma manera que tu a él, tenía una buena técnica de combate, estabas al corriente de eso, pero de alguna manera te llamaba cada vez más y más la atención.

Al igual que Gingka, el también era muy fuerte y daba todo en toda batalla, fueron pocas la veces que combatiste con él, pero siempre fueron inesperadas y entretenidas, obviamente siempre fuiste el ganador y también te gustaba ver su mirada de enojo cuando eso pasaba, era tan diferente a la de Gingka. Comenzaba a hacerse un vicio para ti el hecho de ver cada una de sus expresiones y acciones durante una batalla, o haciendo cualquier cosa en cualquier momento. Ustedes tenían y tienen casi la misma personalidad arrogante y pretenciosa, esa actitud de “Soy más bueno que el pan, y lo sé” que ambos tenían te parecía algo divertido.

De alguna manera dejaste de lado o rebajaste tu antigua rivalidad y enamoramiento con Gingka y comenzó una con Kyoya, hasta que te diste cuenta de que ahora era el tu nuevo objetivo en todos los sentidos.

Comenzaste a verlo por más el físico, forma de ser y todas esas cosas, lo comparabas con Gingka y de alguna forma terminabas prefiriendo a Kyoya, comenzaste a imaginar hacerlo tuyo de tantas formas diferente y las repetías una y otra vez en tu cabeza, hasta que Gingka desapareció para ti y él era el único que querías tener gimiendo entre tus manos. Sigue siendo el mismo amor retorcido y obsesivo.

Cuando te hiciste el desaparecido, no paso mucho el tiempo cuando llegaste a la cuidad sin que nadie lo supiera, fue solo el tiempo suficiente como para que las cosas se calmaran y todo volviera a la normalidad. No fue difícil encontrar a Kyoya, ya que la mayor parte del tiempo él se encontraba en las calles, vagando o combatiendo con cualquiera. Dormía en la misma bodega casi todo el tiempo e incluso pensaste que de verdad él no tenía a donde ir, hasta que un día lo viste entra a un departamento bastante humilde, de dos plantas, no tenía mucho que envidiar sin contra el hecho de tener al menos un techo donde dormir.

Así siguieron tus constantes persecuciones, Kyoya ni notaba el hecho de que estuviste unas dos semanas o menos siguiendo sus pasos, al parecer no era tan observador y audaz como él pensaba, sonaba algo acosador pero era lo más interesante que podías hacer por ahora. Él no tenía idea de que tanto sabias sobre su vida, cosas que seguramente te servirán más tarde.

No tenías planeado presentarte ante ese peli verde en un rato más, una semana cuando mucho, pero un día notaste que actuaba de una manera que te pareció muy favorable.

Estabas en tu ya programada rutina para hallar el paradero de Kyoya, sabías que lugares solía frecuentar normalmente por lo que no se te hizo difícil. En una de esas bodegas donde a él siempre le gustaba estar solo, escuchaste algunos sonidos que no te parecieron muy buenos, se escuchaban como quejidos o jadeos, por un momento pensaste que tu amado peli verde podría estar herido, pero descifraste casi de inmediato que se trataban de débiles gemidos tratando de ser reprimidos. Con agilidad te escabulliste detrás de unas vigas amontonadas simétricamente, te asomaste divisando una de las imágenes más hermosas que habías viste hasta el momento.

Tu ahora amadísimo Kyoya se encontraba recostado en esas mismas vigas masturbándose, una sonrisa apareció en tu rostro, de verdad no podías crees que él estuviera haciendo eso y que no se diera cuenta de tu presencia. Analizaste su cuerpo, no traía pantalones, sus ojos permanecían cerrados y su boca entre abierta dejando escapar una gran cantidad de gemidos que al parecer no tenía intención de acallar, o no mucha. Sus mejillas levemente coloradas, su mano derecha se movía con agilidad sobre su miembro erecto completamente, algo manchada de ese liquido casi trasparente que emanaba de la punta del mismo, y su mano izquierda se movía inquieta debajo de su pequeña camiseta verde. Nunca pensaste que de verdad Kyoya fuera de esos chicos que les gustaba “recibir”, su personalidad mostraba todo lo contrario. Pensabas que cuando te decidieras a tomarlo y hacerlo tuyo él actuaria más a la defensiva y sería muy difícil para ti lograr tú objetivo, pero después de tales acciones y la forma en que lo hacía pensaste lo contrario.

Comenzaste a alejarte de él lentamente para que no se diera cuenta de nada, llevabas una gran sonrisa en tu rostro, no podías esperar a poder escucharlo gemir mucho más, y que el hecho de que tú serias el causante de ellos te excitaba aun más, por lo que decidiste que al día siguiente fue tu primera aparición.

Conocías cada rincón de la cuidad, tenias una excelente memoria y sentido de la orientación por lo que sabías a qué clase de lugares podías llevarlo. Te sorprendía que en esos momentos el chico estuviera tan despistado que se te colocaba en bandeja de plata, es decir, lo seguiste por un rato notándolo algo distraído y sin mirar a donde iba, cuando se detuvo, el miraba a todos lados confundido, sabias que estaba perdido, al notar eso ya sabías a qué lugar llevarlo. El parecía realmente fastidiado con solo verte, durante la batalla que tuvieron la cual fuiste el ganador por obvias razones, casi todas las veces que abría su boca para hablar era un insulto para ti, era tan divertido verlo tan alterado, por lo que le diste un pequeño adelanto de lo que pensabas hacerle.

Aun recuerdas lo bien que se sintió probar sus labios, tan finos y suaves, se encajaban a la perfección con los tuyos, no pudiste evitar morderlos y degustar la cálida sangre que emanaba de ellos, y para tu sorpresa, seguir tus impulso hizo que Kyoya respondiera gratamente, y seguiste haciéndolo por un rato. Mientras más chupabas y mordías Kyoya soltaba suaves jadeos y gemidos que morían entre sus labios. Querías seguir probando esos exquisitos labios pero sabías que si no te detenías terminarías por cumplir tus fantasías, no sería nada malo, pero aun no era el momento, así que lo dejaste tirado en el suelo y te fuiste como si nada.

Pasaron día tras día, Kyoya entrenaba como loco, y tu sólo esperabas a que el viniera por si solo para tener su revancha. Se le notaba a simple vista que tu anterior visita estaba atormentándolo, solo tú ocupabas sus pensamientos, y eso era lo que querías. Que se volviera loco, que te buscara hasta encontrarte, sin darse cuenta que él mismo se estaba enredando en tu mundo del placer. Y una vez dentro no podrá salir.

A los tres días exactamente, Kyoya fue a buscarte, otra vez despistado como siempre sin saber nuevamente donde estaba, lo encontraste tomándose la cabeza desesperado y sus mejillas estaban teñidas de un leve color rojo, reíste sin ocultarlo y eso llamo su atención, esta vez lo provocaste más que la última vez viendo como los resultados daban frutos.

Mientras combatían tú estabas ansioso por terminar, querías ganar y divertirte de otra manera con el peli verde. Pero al parecer su entrenamiento si le funciono, sus movimientos era más ajiles que la ultima vez y sus ataques más fuertes, pero eso no te impidió hacerlo probar la amarga derrota nuevamente.

Un Kyoya completamente frustrado por perder una batalla bey ya lo habías visto muchas veces, ahora solo querías ver cada una de sus expresiones mientras violas tu espacio personal. Y como esperabas, fue increíble.

A pesar de que su boca decía que te detuvieras, su cuerpo no hacía nada para detenerte. Sus gemidos se volvían casi gritos de placer, su cuerpo temblaba ante solo uno de tus roces, gemía tu nombre con desesperación, sus brazos se aferraban a ti con fuerza. Era como un sueño. Kyoya era un completo Masoquista, y tú nunca fuiste un gentil pétalo de rosa. El que él disfrutara de todos tus tratos te parecía más que satisfactorio.

Cuando ya terminaron con todo, cuando ya decidiste que era suficiente solo por ese día, no pudiste evitar ponerte algo suave, besarlo con cariño en vez de casi comértelo a besos y no podías dejar de mirarlo, era como si él fuera un imán para tus ojos. Al parecer esto le incomodo un poco, incluso te reclamó por mirarle tanto, pero lo que él no sabía era que los días de lluvia y tú se llevaban fatal. Principalmente porque un día de lluvia, muy similar al que en ese momento ustedes presenciaban, era el día que perdiste a tus amados padres, la única familia que tenías desde ese día desapareció por completo, y lo peor de todo, tu presenciaste su muerte. Días como esos normalmente te entraba la melancolía y recordabas todas las lagrimas que derramaste en ese entonces, incluso tu volvías a sentir ese mismo maldito dolor en tu pecho y algunas veces, muy pocas a decir verdad, en cualquier lugar solitario bajo la lluvia dejabas que lentamente tus lagrimas se camuflaran con las gotas de agua, las personas que te conocen como “Ryuga Kishatu, El Emperador Dragón” nunca, ni siquiera en sus más extraños sueños, se imaginarían verte llorar, incluso para ti era difícil aceptar que eres tan débil. Por eso que lo mirabas tanto, pensabas que si dejabas de hacerlo las lágrimas saldrían como siempre, que en algún momento el desaparecería y todo eso no fue real, que después de ese día hace más de una década no puedes tener nada propio, ni siquiera el amor de otra persona.

Después de esa noche lluviosa que pasaron juntos, el día fue brillante, antes de que él despertara te fuiste del lugar, lo miraste dormir con tu chaqueta una puesta, su boca entreabierta y su ceño levemente fruncido.A pesar de que te morías del frío le ofreciste tu chaqueta, así tendrías una escusa para dormir pegado a él y que no viera tu rostro melancólico y tus ojos cristalinos. Besaste su frente antes de irte, querías quedarte más tiempo con él pero sabías que si despertaba y tu seguías ahí, él comenzara a bombardearte con pregustas, insultos y reproches de porque lo “violaste” el día anterior.                                                                                     

-…*~Fin Flash Back~*…-

Después de algún tiempo de caminar recordando todo lo sucedido llegaste a tu destino, ese apartamento de dos plantas color coral en el que viste entra a Kyoya un par de veces sin que él lo notara, su casa.

Ya sabías cual era su habitación, estaba en la segunda planta y tenía una ventana que la única vista que tenía era la pared de la casa de sus vecinos, ya que estaba entre un pequeño callejón y, para tu muy buena suerte, aquella ventaba estaba abierta. Ampliaste una sonrisa al ver entre las cortinas la delgada silueta de tu peli verde.

Con agilidad, después de verificar que la calle estuviera completamente deshabitada, comenzaste a treparte rápidamente hasta llegar a la ventana, te asomaste sin hacer ningún ruido viendo al peli verde tirado sobre la cama admiran el blanco techo, te pusiste de cuclillas en el marco de la pequeña ventana y abriste la delgada cortina rápidamente asustando a Kyoya, reíste bajo ante su sorpresiva reacción. El se te quedo viendo por unos segundos tratando de maquinar el porqué estabas en su habitación y luego te lo preguntó de forma seria, parece que aun no captaba la idea. Sin responderle realmente, le diste una pequeña idea de que hacías ahí relamiendo tus labios mirándolo de arriba a abajo, visto como su cuerpo se tenso y toda su cara  adquirió un color carmesí fuerte.

-Gusto en verte, Leoncito~-

 

 

Continuara... :D

Notas finales:

Les gusto?                                                         

Me enviaran Reviews? QWQ

Helado?

Pasta?

libros?

Nada? TuT

Ok uwu

Esta vez quise hacer un Two-Shot de esta pareja porque quiero que me digan si subo la otra parte o dejo de escribir y me tiro de un puente :'v

Si les gusta, háganmelo saber con sus reviews y lo actualizo, si no gusta, me va a dar algo D':

Depende de ustedes uwu

Besos >wo


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