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~ [*] ~ A Media Luz ~ [*] ~ por Mashet_Engel

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Notas del capitulo:

Esta historia va dedicada con todo mi corazón a una dulce niña que conocí por ese medio tan impersonal como lo es el MSN.

Una promesa es una promesa, así como una alegría es una alegría aunque esta desaparezca entre la bruma del tiempo. Nunca podré agradecerte lo suficiente por la amistad y la confianza que me brindas.

§IÐH, espero que sea de tu agrado.

~ Englel
~
 ~ A Media Luz ~
~


Ahí, en el fondo, bañado por la media luz que ofrecía el tugurio, si la menor pizca de vergüenza, se encontraba la persona que le importaba más que nada en este mísero mundo, besándose descaradamente con un desconocido.

“Minos”

El solo pronunciar su nombre le provoco un ardor en el pecho, amarlo era su pecado, idolatrarlo su maldición. Pero al fin podía escapar al hechizo de ese demonio de plateados cabellos, como rayos de luna y centellantes ojos azules, como el hermoso cielo invernal.

A quien quería engañar? Nunca se libraría completamente de su hechizo. Aquel que hoy pesaba como nunca en su atribulado corazón.

Había subido al pueblo con la ilusión de ahogar las penas con unas cuantas copas de Whisky. Pero en el preciso momento de pisar el establecimiento y dirigir un rápido vistazo evaluativo al interior, se arrepintió de su decisión.

Sin embargo se recompuso y entro lo más erguido y digno que pudo. Nunca le mostraría al mundo y a el, lo mucho que le importaba su traición.

La aldabaría que inundaba el lugar no lograba inhibir la tristeza que anegaba su alma, todo lo contrario, la alegría de los presentes solo lo hacia sentirse mas miserable de lo que creyó capaz de sentirse algún día.

De un solo trago, apuro el licor de su vaso para deshacer el nudo que le apretaba la garganta y contener el mar de lágrimas que pugnaban por surgir de los rubíes que poseía por ojos.

- Mal de amores? –

No necesitó girar la cabeza para descubrir la identidad de aquel que lo miraba con una sonrisa burlona dibujada en su rostro.

- Radamanthys –

Satisfecho por haberlo pillado en un momento de bochornosa debilidad, Radamanthys se recargo en la silla que ocupaba.

- Que pasa, Aiacos? Es difícil aceptar una derrota? –

La rabia contenida lo cegó por unos momentos. Solo quería descargar su furia y ese sentimiento de impotencia contra alguien. Tuviera o no la culpa. Sin mas palabras de por medio, el pelinegro soltó un débil puñetazo contra aquel rubio que se divertía con sus desgracias.

Radamanthys había estado esperando el puñetazo que el pelinegro le lanzo. Sin mucho esfuerzo evito que ese furioso puño hiciera rudo contacto con su mandíbula. Su hermano era tan predecible.

Hábilmente se coloco detrás suyo, pasando sus brazos por debajo de sus axilas y así neutralizar cualquier intento de un segundo golpe contra el.

- Tranquilo. No querrás dar un espectáculo aquí. –

Aiacos se debatió entre los fuertes brazos de su medio hermano, tratando inútilmente de zafarse de su agarre.

- Suéltame -

- Lo haré cuando te calmes y te dignes a comportarte como lo que eres –

- Y según tu, que soy? –

Ahogando una risa en su garganta, el mayor lo apretó mas contra su pecho, susurrándole al oído.

- Un espectro de Hades. Un Juez del Inframundo. Uno de los grandes entre los grandes y no un simple borracho busca pleitos –

Completamente desarmado ante las palabras del rubio, el de ojos escarlatas bajo los brazos y relajo los músculos. Sin peleas lo habían derrotado.

- Así esta mejor. –

El espectro de Wyvern lo soltó del agarre al que lo había sometido. Acerco las dos sillas y tomo asiento en la que le correspondía, invitando al menor a imitarlo.

Derrotado, el pelinegro tomo asiento al lado del rubio.

- Tu impetuosidad te acarreara más de un problema. No actúes tan estúpidamente –

Conteniendo un nuevo brote de furia, el menor lo miro con ansias asesinas brillando en sus pupilas.

- Acaso me sugieres que me quede de brazos cruzados, mientras el…… –

- Solo opino que vale más una acción deliberada que cualquier arrebato de impulsividad –

Levanto una ceja ante las palabras dichas por el tercer Juez. Para el rubio no era difícil contenerse, el no era el agraviado, a el no le dolía.

Con su natural elegancia, el ingles sorbió un poco de licor de la copa que le había sido servida.

- El tiempo, querido hermano –

- No entiendo –

Solo sonrió enigmáticamente ante la mirada de incomprensión que le dedico el pelinegro.

- El tiempo lo hará caer es su propio juego – Completó, dirigiendo una mirada al rincón donde se encontraba el plateado.

Aiacos siguió la mirada del rubio, contemplando como Minos le susurraba algo a su acompañante para posteriormente salir los dos del bar, tomados de la mano.

Radamanthys solo le dedico una mirada maliciosa.

Mordiéndose el labio inferior con furia, volvió la vista al frente donde una botella del mejor Whisky se hallaba en espera de ser ingerida. La tomo entre sus manos para destaparla y llenar nuevamente su vaso.

Esa noche la dedicaría a emborracharse.

*****

Tarareaba contento el estribillo de una canción que le encantaba, mientras subía los escalones rumbo al templo principal. Había pasado una noche fabulosa en el bar, riendo y bebiendo los mejores vinos en buena compañía. Posteriormente, en sus propias habitaciones, la fiesta había tomado un mejor rumbo.

Después de tan buena noche, se había levantado tarde, sintiéndose descansado y fresco. Había tomado un suculento desayuno en compañía de su amante en turno, para después despedirse dulcemente de el, con promesas que no tenía intención de cumplir.

Se sabia hermoso y venerado, un sueño inalcanzable para todos. La idolatría con la que todo el mundo lo trataba era el elixir que impulsaba su vida.

Definitivamente la vida no podía pintarle mejor.

Con una hermosa sonrisa pintada en su rostro, alcanzo el último escalón, penetrando sin prisas la entrada del templo. Sin embargo, la visión que se desarrollaba unos metros mas adelante, lo detuvo por completo.

Dentro del templo una agitación casi irreal tenía lugar. Conmocionado permaneció en su lugar por unos momentos, no entendiendo a que se debía tan febril movimiento.

Con la mirada localizo a Radamanthys, quien daba instrucciones a un par de espectros de baja categoría que parecían no entender sus palabras.

El rubio alzo la vista, enfocándola en el. Con un ligero movimiento de cabeza le indico que se acercara, despachando a los espectros que rápidamente se incorporaron al trabajo.

- Llegas tarde –

No le presto atención al reproche en las palabras del rubio, su atención estaba puesta totalmente en el ir y venir de los espectros por todo el recinto.

Definitivamente algo importante debió de haber pasado para tenerlos tan activos.

- Me podrías explicar que rayos pasa? –

- Aiacos se marcha del Inframundo. Esta tarde entregara su armadura –

- Espera….. Creo que entendí mal. Por un momento creí escuchar que Aiacos se marchaba –

Soltó una risa nerviosa ante sus propias palabras. Risa que murió en el momento de que el rubio le dirigió una mirada grave que le helo la sangre en las venas.

- Es una broma, verdad? –

- Estoy riendo acaso? Sabes que detesto bromear con algo tan importante -

Un ligero malestar hizo presa de el, haciéndolo tambalearse. Wyvern coloco una de sus manos en su espalda, evitando que fuera a dar al suelo.

- Estas bien? Te has puesto pálido –

- Si, estoy bien –

Se alejo del rubio, encaminándose lentamente hacia los recintos interiores. Antes de alejarse completamente, escucho la voz de Radamanthys.

- La ceremonia empezara a las cuatro. No llegues tarde –

No dio indicios de haberlo escuchado, pero el rubio sabía que se presentaría sin falta. No le presto más atención, en esos momentos lo más importante era terminar con los preparativos.

*****

Durante el tiempo que duro la ceremonia se mantuvo impasible y hasta en cierto grado, alejado de lo que ocurría. Pero ahora no podía. Desde que termino la ceremonia y se hubo marchado su hermano menor, el se había escabullido del templo sin avisarle a nadie.

La renuncia de Aiacos a su puesto como juez, lo había trastornado más de lo que había creído. No entendía ni comprendía los motivos que llevaron al pelinegro a tomar tan drástica decisión.

El sabía que el mayor orgullo de Aiacos era su armadura, y el ser juez, el mayor placer de su vida.

Y tenia la ligera sospecha de que su abandono había tenido mucho que ver en todo ese asunto. Y eso le hacia experimentar un sentimiento que creyó olvidado en el pasado.

Remordimientos. Esa era la palabra que describía lo que sentía. Sabía que él tenia la culpa de que Aiacos se marchara.

Una voz lo extrajo de sus cavilaciones.

- Un penique por tus pensamientos -

Rápidamente se giro hacia el lugar de donde provenía esa voz, encontrando al ingles a unos pasos detrás suyo, recargado en una columna.

Minos le dedico una sonrisa sensual y despreocupada.

- Me asustaste –

Y con agrado noto que Radamanthys correspondió a su sonrisa.

- Ya lo note –

Con pasos premeditadamente lentos, el ingles se acercó, tomando asiento junto a el. Demasiado cerca, tanto que podía percibir su perfume aun sin esfuerzos.

- Que haces aquí? –

- Solo meditaba –

Radamanthys hecho la cabeza hacia atrás en una profunda carcajada.

- Solo los monjes buditas y los sabios meditan. Y tú, mi querido Minos, no eres ninguno de los dos –

Minos solo sonrió ligeramente ante el comentario del rubio. Su presencia nublaba sus sentidos.

- Tienes razón, no lo soy. Aun así, en ocasiones me gusta alejarme del bullicio y meditar un poco –

Se miraron unos instantes fijamente en silencio. Hasta que este fue roto por la suave voz de Minos.

- Sabes el motivo por el que se marcho? –

Radamanthys negó con la cabeza.

- Creo que el propio Aiacos desconoce el motivo real –

Dirigiendo la mirada al cielo, Minos suspiro apesadumbrado.

- Tanto te afecta el que se marchara? –

- No es eso –

- Entonces que es? –

El peliplateado tardo unos instantes en contestar. No encontraba las palabras para explicar el motivo de su estado de ánimo. Junto sus piernas a su pecho, rodeándolas con sus brazos.

- No lo se –

Y nuevamente guardaron silencio. Un silencio que incomodaba a Radamanthys.

- Sabes que te hará bien? –

El ojiazul lo miro de manera interrogante, no llegando a comprender lo que tramaba el rubio.

- Venir conmigo al bar del pueblo. Te prometo que con unas copas te relajaras y olvidaras este asunto –

Dicho y hecho, se levanto con un ligero salto, tendiéndole una mano a su compañero.

Minos dudo unos instantes mientras contemplaba la mano extendida del Kyoto, para después dedicarle una sonrisa y tomar su mano, dejando que le ayudara a levantarse.

- Ok –

El rubio pasó una mano por sus hombros, atrayéndolo más hacia si.

- Veras que nos divertiremos -

*****

Dos meses habían pasado desde su ida al bar. Dos meses en los que el recuerdo de Aiacos se había difuminado permanentemente de su memoria.

Los remordimientos se habían extinguido abruptamente después de la segunda copa, y todo gracias a un rubio ingles que en esos momentos se encontraba sentado a su derecha, solo separados por la deidad a la que le habían jurado lealtad.

A esa salida le habían precedido muchas mas, cada una mucho mas agradable que la anterior, en las que había tenido la oportunidad de conocer a Wyvern, mucho mejor de lo que lo conocía.

Sus gustos, sus manías, sus charlas, sus pasatiempos, se había esforzado por conocer todos y cada uno de los detalles que conformaban su vida, había memorizado sus ademanes y gestos.

Quería conocerlo mas, estar siempre cerca de el y no separarse nunca de su lado. Y en esos momentos aceptaba, con asombrosa claridad, que estaba perdidamente enamorado de Radamanthys.

Como había ocurrido? Eso no lo sabia, solo estaba conciente de que, con su trato agradable y detallista, el rubio se había abierto paso hacia su corazón.

No noto la disimulada mirada curiosa que le dedicaba Hades, quien solo sonrió para sus adentros, Minos le resultaba tan transparente, que le era muy fácil leer en su interior. Así como tampoco le eran desconocidos los sentimientos del rubio sentado a su derecha.

Ah! Los humanos, con sus complejos sentimientos y ambiciones de alcanzar la felicidad. Todos enredados en deseos y pasiones tan mundanas y desconocidas para el. Pero, aunque no los comprendiera totalmente, le era sumamente divertido ser un observador pasivo del desarrollo de las cosas. Aunque ya supiera de antemano, el resultado final de esa compleja ecuación que hábilmente desarrollaban sus espectros.

Dirigió su mirada nuevamente a Minos, quien suspiraba cual colegial enamorado sin prestar atención a las palabras del espectro de Barlog.

- Maestro Minos? –

Ante la mención de su nombre, el peliplateado salio abruptamente de sus divagaciones, notando que Barlog, Radamanthys y Hades lo observaban fijamente, este ultimo con una sonrisa en el rostro.

Se había adentrado tanto en sus pensamientos que no presto la mínima atención a lo que el espectro le había dicho anteriormente. Se ruborizo completamente avergonzado por su falta de concentración.

- Lo lamento. Me perdí unos instantes. Podrías repetirme lo ultimo? –

Barlog frunció el ceño contrariado, abrió la boca dispuesto a repetir su informe pero fue interrumpido por una sonora carcajada proveniente de su dios.

- Creo que nuestro pequeño Minos se encuentra muy distraído –

Bajo la vista, totalmente avergonzado de incurrir en una falta tan tonta delante de su señor.

- Lo lamento mucho, mi señor. No se que me pasa. -

Hades lo contemplo fijamente unos instantes, lo que lo hizo sentirse muy incomodo, para después dirigirse al espectro de Wyvern.

- Parece enamorado. Tu que opinas Radamanthys? –

El ingles lo observo fijamente por unos instantes, tomándose su tiempo para contestar.

- Estoy totalmente de acuerdo con usted –

Hades palmeo como un niño divertido ante la respuesta de Radamanthys. Sabía que no se había equivocado al empeñarse en tomar temporalmente el lugar del Juez que faltaba. Poniéndose serio se inclino hacia su izquierda, acercándose a Minos.

- La pregunta sería. Eres correspondido? –

“Esa es la pregunta de cuya respuesta temo” Se dijo.

Poso su mirada azulina en las amatistas de Hades por unos instantes, para posteriormente dirigir su mirada al rubio. Radamanthys portaba una sonrisa calida en su rostro y un brillo especial en su mirada que el supo interpretar. Su corazón se acelero, ahí tenia su respuesta.

- Eso espero, mi señor –

*****

Había sido un día largo y cansado. Juzgar almas y resolver los pequeños inconvenientes que surgían en el Inframundo siempre lo agotaban. Pero ahora que por fin podía contar con tiempo libre para poder relajarse, había salido a dar un pequeño paseo por las inmediaciones del Estigia. Y se sentía completamente feliz.

Mas su alegría no se debía al hecho de haber terminado con sus labores, las cuales aunque agotadoras disfrutaba plenamente, o al hermoso panorama que se extendía en el horizonte, el motivo de su felicidad radicaba en la compañía con la que contaba en ese improvisado paseo.

El ingles caminaba a su lado charlando animadamente sobre banalidades que realmente no le importaban. Su presencia era suficiente para llenar su corazón de dicha.

“La pregunta sería. Eres correspondido?”

Las palabras dichas por su dios llegaron a su cabeza. Cuanto daría por que fuera así. Es ahora cuando su pasado le pesaba como nunca, años de jugar con los sentimientos de las personas lo habían vuelto desconfiado.

Su reino por una respuesta afirmativa.

Pero no estaba completamente seguro de que seria aceptado por el Kyoto que en esos momentos caminaba junto a el.

- Te sucede algo? –

La voz de Radamanthys lo saco de sus cavilaciones. Tomo aire profundamente para darse valor.

- Yo….. No se –

El ingles detuvo su marcha, obligándolo a imitarlo.

- Si no sabes tu?..... Quien sabrá? –

Dudo unos instantes sobre que responder, mas sabia que ese asunto no tenia marcha atrás, solo necesitaba decirlo y esperar a que un milagro descendiera del cielo. Tomo aire profundamente y, encomendándose a todos los dioses, hablo.

- Te amo –

Radamanthys sonrió ante las palabras de Minos. Lentamente se acerco hasta quedar a unos centímetros alejado de el, tomándolo entre sus brazos lo beso.

La sorpresa lo petrifico unos instantes. Ante la falta de respuesta del peliplateado, Radamanthys se separo unos centímetros de el, para sonreírle dulcemente.

Esos centímetros bastaron para que Minos retomara el control de sus apabulladas neuronas. Frunció el ceño con molestia, no esperaba que, después de su declaración, se lanzara a sus brazos, pero también se le hacia imposible que aquel pudiera corresponderle.

- No juegues conmigo, Radamanthys….. Seria muy cruel de tu parte –

Radamanthys deslizó una de sus manos por su mejilla, en una suave caricia.

- Crees que jugaría contigo? –

Alzando la vista, noto la sinceridad brillando en las pupilas leonadas del Juez. No lo medito mas, paso los brazos alrededor de su cuello, sonriendo como nunca lo había hecho en su vida.

- No…. No lo creo –

*****

Apenas hubieron traspasado la puerta, la cual Radamanthys cerro de una patada, se lanzaron a besarse desesperadamente, como si su vida dependiera de ello.

Minos se sentía completamente dichoso de, al fin, poder estar entre los brazos de Radamanthys.

El rubio no perdió tiempo, sus manos se deslizaron por todo el cuerpo del ojiazul, tentando y excitando en su recorrido. Miles de escalofríos recorrían la pálida piel de Minos, erizándola.

Diestramente, el rubio lo despojo de su camisa, su cinturón y destrabo el único botón de su jeans. Con un suave empujón, lo tedio en la cama. Quedando el de pie, lo contemplo minuciosamente.

- Eres hermoso –

Se despojo el mismo de su ropa, quedando totalmente desnudo ante el peliplateado.

Minos debía reconocer que nunca en su vida había contemplado un espécimen masculino más hermoso que aquel que tenia delante suyo.

- No soy nada en comparación contigo -

Sonrió complacido al tiempo que subía a la cama y se instalaba encima del ojiazul, entre sus piernas. Ataco sus labios sin demora, mientras sus manos se dedicaban a memorizar cada recoveco de esa alba piel.

Con sus labios trazo un camino de besos hasta su cuello, el cual mordió y succiono a placer. Su cadera pronto inicio un lento vaivén que friccionaba sus miembros, excitándolos aun más.

- Rada…. manthys

Minos no pudo contener el gemido que broto de su garganta. Lo deseaba y lo deseaba ahora. Abrió mas las piernas, al tiempo que una de sus manos se hacia especio entre sus cuerpos para tomar la excitación de Radamanthys y colocarla en el lugar donde mas la anhelaba.

El rubio solo sonrió ante la desesperación de Minos.

- Tenemos prisa, eh? –

Minos le dedico una mirada deseosa.

- Por favor –

Decidió no hacerse más del rogar. Con un rápido movimiento de su cadera se introdujo en su interior. El ojiazul ahogo un grito.

No espero a que se acostumbrara a su invasión, deshaciéndose de su abrazo, se incorporo hasta quedar hincado, tomándolo por las caderas, se dedico a penetrarlo de manera rápida y furiosa.

El ritmo impuesto por el rubio le incomodaba. Pero ciertamente no le importaba mucho que le hiciera daño. A veces se hacen tonterías por amor.

Debido al ritmo que llevaba, no le fue posible aguantar mucho tiempo, emitiendo un gemido gutural, se derramo en el interior del peliplateado. Al sentir el calido líquido en su interior, Minos se dejo llevar por el orgasmo, terminando entre sus abdómenes.

Sin muchos cuidados, Radamanthys salio de su interior y se tendió a su lado.

Una vez que sus respiraciones se regularon, Minos se acurruco junto a Radamanthys con la intención de dormirse recargado en su pecho. Pero Radamanthys lo aparto suavemente y se levanto del lecho.

- Te vas? –

Del suelo, Radamanthys tomo sus ropas, vistiéndose sin prisas.

- Tengo unos encargos de nuestro señor –

- Pensé que te quedarías toda la noche -

Un tinte de tristeza empañó sus palabras. Ante esto, el rubio dejo lo que estaba haciendo para acercarse a el y depositarle un ligero beso en la frente.

- No te preocupes. Te veo en el bar? –

Ya mas tranquilo, Minos le dedico una sonrisa. Había temido que, lo ocurrido anteriormente, no hubiera significado nada para el rubio.

- Claro –

- A la misma hora. No llegues tarde, te tengo una sorpresa –

- Ahí estaré –

Lo vio alejarse rumbo a la puerta. Antes de que desapareciera detrás de ella, Minos lo llamo.

- Radamanthys –

- Si? –

- Te amo –

Ante esas palabras, Radamanthys sonrió complacido.

- Es una alegría saberlo -

*****

Y ahí estaba, nuevamente en el bar, como le había pedido.

Emocionado era una palabra que no lograba describir lo que en realidad sentía. Estaba totalmente excitado ante la sorpresa que Radamanthys le había prometido.

“Se mi pareja, Minos. Nada me haría mas feliz que tenerte a mi lado”

Y su pecho rebosaba de alegría al imaginarse a Radamanthys haciéndole esa proposición.

Y el aceptaría, claro que lo haría!!! Amaba al ingles como nunca había amado a alguien en toda su vida.

Definitivamente, la vida no podía pintarle mejor.

- Que puntual –

Con una hermosa sonrisa pintada en el rostro, Minos se giro para encarar al rubio que en esos momentos llegaba.

- Radamanthys –

El aludido lo saludo con un ligero movimiento de cabeza. En menos de lo que dura un parpadeo, el peliplateado ya estaba de pie y le pasaba los brazos alrededor del cuello con intenciones de besarlo.

Discretamente, Radamanthys se zafo de su agarre, tomo asiento frente a la silla que ocupaba Minos y llamo a un mesero.

Minos sintió el rechazo como una fría daga apuñalándolo en el corazón. Pero no quería preocuparse de mas, tal vez para el era muy natural el abrazarse y besarse con alguien en publico, pero el ingles era diferente a el o a cualquier otro amante que hubiera tenido. Consolándose con este pensamiento, tomo asiento nuevamente.

- Ya pediste algo? –

- Aun no. Te estaba esperando –

Centro sus azulinos ojos en los del rubio, mientras una de sus manos se deslizaba por la mesa con intención de alcanzar la mano de Radamanthys.

Pero, previendo sus intenciones, Radamanthys alejo sus manos.

Una oleada de pánico asalto a Minos. Había notado el gesto de desagrado en las facciones de Radamanthys y su consiguiente alejamiento y francamente no entendía el motivo de sus acciones.

- Que sucede? –

- Nada en especial –

- Entonces, a que se debe tu comportamiento? –

- Por que habría de comportarme como si fueras mi pareja? –

- Bueno… Yo creí que por lo que paso anoche… -

Radamanthys no reprimió la carcajada divertida que surgió de su garganta.

- Creíste que por un revolcón seriamos algo? –

- Radamanthys –

- Pues te has equivocado, Minos –

La desilusión se podía leer claramente en el rostro del ojiazul.

- Pero no te pongas así. Te dije que te tenía una sorpresa…… Y la sorpresa esta ansiosa por verte -

Dicho esto, se recargo en su asiento y dirigió su mirada a la barra del bar, sonriéndole a alguien.

Minos dirigió la mirada hacia el punto a donde Radamanthys posaba la suya. Alguien se acercaba a su mesa.

No lo reconoció hasta que lo tubo parado frente a el.

- Aiacos –

El moreno sonrió y le dedico una reverencia con toda la intención de burlarse de el.

- Un placer verte, Minos –

Ahora comprendía. Todo era un plan urdido por Aiacos para vengarse. Pero no estaba dispuesto a dejar que le arrebatara a Radamanthys tan fácilmente, no importaba que le hubiera dicho, conociéndolo seguramente habían sido mentiras y exageraciones.

- Así que todo este teatro fue idea tuya……

- Un honor el que me concedes. Pero debo reconocer que la idea fue de Radamanthys -

- No te creo. Eres un mentiroso –

- No necesito que me creas. Por que no se lo preguntas tu mismo? -

- No caeré en tu juego. Quieres que dude de el y después aprovecharte de eso -

El moreno solo rodó los ojos con fastidio. No había peor ciego que aquel que se negaba a ver la realidad.

- Ya se que eres un estupido. No necesito que me lo demuestres -

Cegado por la furia, el peliplateado se levanto de su asiento, dispuesto a hacer correr la sangre del moreno.

- Maldito mentiroso hijo de…. –

Más Radamanthys freno todo intento de agresión que le hubiera pasado por la cabeza.

- Cuida tus palabras, Minos. No estas en posición de insultar a nadie. Y te recomiendo que midas tus palabras con el –

- Por que te pones de su lado? –

- La razón es sencilla…… Lo amo –

Minos no podía haberse sentido mas confundido. La cabeza le daba vueltas y por un momento temió desmayarse.

- Pero… Y todo lo que me dijiste? –

Radamanthys sacudió la cabeza, negando con ella repetidamente. A sus espaldas el pelinegro rió divertido. Realmente no había nadie que igualara al ingles en crueldad.

- Pobre, pobre Minos… Desde el principio mi única motivación fue vengarme por lo que le hiciste – Colocándose detrás del pelinegro, Radamanthys lo estrecho entre sus brazos - Aunque debería estar agradecido. Gracias a ti, ahora Aiacos esta a mi lado. Si no le hubieras roto el corazón….. El nunca se hubiera fijado en mí -

A cada palabra pronunciada por el ingles, Minos sentía que su corazón se resquebrajaba aun más.

- Como pudiste creer que me fijaría en un ser tan despreciable y traicionero como tu? Yo tengo a alguien que ocupa completamente mi corazón. Aquel a quien amo más que a nada en este mundo –

Para reafirmar sus palabras, Radamanthys tomo a Aiacos de la cintura, plantándole un beso dulce, calido y apasionado.

Completamente derrotado, Minos le dirigió una mirada dolida a Radamanthys, quien solo le sonreía maliciosamente.

- Como pudiste? –

- Tómalo como un regalo de nuestra parte. Ahora sabes lo que se siente cuando juegan con tus sentimientos –

- Pero…. Radamanthys. Radamanthys!!!!!!! -

Pero Radamanthys ya no lo escucho. Siguiendo al moreno, se alejo de el.

Antes de cruzar la puerta, Radamanthys detuvo al pelinegro tomándolo del brazo.

- Listo para regresar al Inframundo? –

Aiacos le sonrió dulcemente, alargo una de sus manos para acariciar suavemente la de Wyvern.

- Yo siempre estoy listo -

Tomados de la mano, salieron del lugar sin mirar atrás.

Y ahí, en el fondo, bañado por la media luz que ofrecía el tugurio, sin la menor pizca de vergüenza, un peliplateado dejaba correr libremente sus lágrimas.
~ Fin ~



Tú siempre serás para mí: Mayonaka No Heiko


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