Gray se miró al espejo, un espejo que se encuentra dentro del baño de un cuarto prestado, un cuarto que se encuentra en el sótano y lo comparte con Rogue, sus camas son cuchetas pegadas a la pared y por ser el más bajo debe dormir en la de arriba si no la cama colapsaría. Suspira nuevamente comenzando a arreglarse, su piso de tierra y paredes sin pintar, donde la única luz es una bombilla amarrilla que combate con disipar, su única ventana era apenas una rendija que daba al jardín pero con la mala suerte que el arbusto de rosas del ama lo tapaba.
Gray se saca el polvo de su traje con cuidado de no caérsele la vela porque en el baño no había luz, solo había un espejo, sucio, roto en las esquinas, un inodoro más o menos estable para sus necesidades y una canaleta en la esquina del baño, tenía un mecanismo que al tirar de un cordón se abría dejando correr el agua para bañarse, era agua fría y no se quejaba, le ayudaba a despertarse todas las mañanas.
Ni él ni Rogue se quejaban de estas cosas, Gray había vivido desde que era un bebé en este lugar, fue criado por Sherry de pequeño a ser un sirviente leal y sumiso, en cambio Rogue, él fue encontrado en la calle traído como un berrinche por el amo Sting. Al principio fue difícil de interactuar pero al final se convirtieron en mejores amigos, casi hermanos, siempre cuidándose el uno del otro.
Vuelve a cerciorarse con la poca iluminación si se encuentra bien, Gray se sonríe pero pone al instante un rostro neutro, sale del baño y sube las escaleras del sótano, al instante que lo hace su mente vaga al recuerdo de la sonrisa de su nuevo amo, siente como sus mejillas arden levemente por eso. Gray se recrimina que deje de pensar en eso y va a la cocina calmándose.
-Al fin viniste, la cena estará lista en una hora y ¿dónde estabas? Seguro holgazaneando por ahí-le hablo Sherry despectivo, estaba cortando verduras al lado de una olla hirviendo.
-Cállate Sherry, Gray estuvo limpiando los malditos cincuenta cuartos. Merece aunque sea un descanso-le contesto con molestia el moreno. Había entrado justo con las bolsas de papas que saco del almacén
-Oh por favor, tú no hables puta-le replica la peli rosa.
Rogue frunce el ceño, dejo de forma brusca la bolsa y fue contra la chica que le miraba sin inmutarse pero Gray le detuvo agarrándole del brazo.
-Por favor Rogue, no sigas. Estoy bien puedo seguir trabajando-
-…Bien-contesta a secas Rogue, mira molesto una última vez a la chica para dirigirse a la bolsa de patatas, abrirla y comenzar a pelarlas.
-Así me gusta y tú-apuntado a Gray con el cuchillo- Arregla la mesa, lleva los platos, pon todos los cubiertos-le ordeno
-Si mi señorita Sherry-se inclinó Gray, fue al armario de cubiertos sacando está vez cuatro platos.
-Mmmm parece delicioso lo que prepararan-comento una voz conocida para los tres sirvientes.
-¡Amo Sting! ¿Qué hace aquí?-pregunto confusa la chica. Rogue farfullo por lo bajo creyendo saber que pasaría y Gray se quedó quieto con los platos en mano.
-Estaba buscando a Rogue…necesito su ayuda en “algo”-pronuncio de forma sensual lo último mientras miraba de reojo al pelinegro.
Sherry frunció el ceño ante eso pero no dijo nada, volvió a su trabajo ya le hablaría a su ama sobre esto.
- ¿Y bien Rogue? ¿Vendrás?-le pregunto de forma pícara para después encontrarse con la mirada a Gray-¡Oh! Hola Gray-hablo risueño- ¿Cómo te encuentras?-le pregunto de forma amable
-Bien amo Sting-le contesto de igual forma
-Mmm tal vez deberías ve…-
-Amo Sting si me disculpa, necesito ayuda en la cocina así que no se lleve a Gray por favor-hablo en tono suplicante la peli rosa
-Oh bueno, será otro día-suspiro resignado el rubio volviendo a su sonrisa-Vamos Rogue, nos vemos Gray-pronuncio su nombre de forma melosa.
Rubio y pelinegro se fueron de la cocina dejando atrás a una enfurecida peli rosa y un preocupado peli azul.
-Te encargaras del trabajo de Rogue, Gray-le indico Sherry con deje de odio en su voz. Gray tan solo asiente con la cabeza empezando a contar los minutos en lo que su amigo se tardaba y se acercarse la hora de despertar al amo Natsu.
-¿Te gusta lo que te hago…Rogue?-Le pregunto Sting al encadenado pelinegro pero este no le hablo y no lo haría, tener una mordaza en la boca se le dificultaba mucho el soltar algún sonido. Sting se deleita con la vista que tiene, Rogue cubierto de sudor, con el cuerpo temblando ante el placer, mientras su mano le masturbaba y la otra lo dilataba. Acerco su rostro al cuerpo del criado y empezó a esparcir besos en todo ese cuerpo trabajado, lampiño. Tenía algunas cicatrices productos de su antigua vida que le daba un aire exótico y enigmático, algo que en verdad le prendía al rubio. Siguió un rato más hasta notar como la entrada del pelinegro empezaba a oprimir cada vez con más impetu sus dedos, sonrío de forma sensual y dejo de hacer lo que hacía.
Rogue trataba de tranquilizar su respiración, mira molesto a Sting, estaba a punto de correrse y el muy estúpido había parado.
-No me mires así que ahora viene lo bueno-le recrimino sonriente, de la mesita de luz al lado de la cama saca un anillo grueso de color negro.
Los ojos del pelinegro se abrieron pasmado por el objeto, empezó a mover las muñecas queriendo soltarse, era suficiente o así lo sentía ¿Cuántas veces se sintió humillado por culpa de los juguetes de su amo? Lo odiaba, lo odiaba por eso sin embargo…
-Rogue no te mueves, te aras daño las muñecas además… tu sabes que te gusta-hablo tranquilo Sting rozando con sus dedos la entrada sonrosada hasta subir al miembro y apretar levemente la punta. Rogue lanza un leve gemido ante el tacto- ¿Lo ves? Lo necesitas…y debes complacer a tu amo…-se acercó a su rostro lamiendo con gusto la mejilla sudorosa del encadenado- y…tú siempre harás todo lo que te digo ¿verdad? Después de todo yo te saque de la calle Rogue, me lo debes…-le miro a los ojos.
Azul y rojo chocaron miradas, ambos mostraban sentimientos distintos, lo contrario al otro.
Superioridad, azul
Dependencia, rojo
Libertad, dorado
Esclavitud, negro
Finalmente Rogue bajo la mirada aceptando usar una vez más aquellos juguetes que detestaba, porque lo sabía.
-Te prometo que lo disfrutaras-le sonrío con ternura besándole la frente, empezó a ponerle el anillo divertido.
Sabía que lo que hacían no era nada más que sexo consentido, porque él lo permitió al principio como agradecimiento.
-Ya, voy a entrar- le aviso Sting aun teniendo la sonrisa. Lo tomo de las caderas y empujo su miembro lentamente en esa entrada ya no virgen.
Pero al final…se había enamorado
Sting ya adentro de su cuerpo comenzó a embestirlo con fuerza, sin piedad, su miembro comenzaba a dolerle por culpa del anillo e igualmente sentía placer. Soltaba uno que otro gemido que se escapaba de la mordaza junto con al rubio. Sus cuerpos sudados, calientes, sintiendo tan solo el roce del otro.
-Oh si…ah…Gray-pronunció el rubio con anhelo aumentando la velocidad.
Y no era correspondido y su corazón se rompía una y otra vez en todos esos encuentros.
-¡Gray!-
Sting al final se corrió dentro de la entrada de Rogue y este profirió gran gemido disminuido por la mordaza, el oji azul mientras recuperaba la respiración saco el anillo del miembro del pelinegro dejando que eyaculase tranquilo. Se acuesta a su lado desposando sus brazos que cayeron cual troncos sin vida
-Parece que fue demasiado para ti ¿eh Rogue?-le sonrío con sorna mientras pasaba sus manos secando las lágrimas que caían de sus ojos-Incluso estás llorando de placer, te dije que te gustaría- río divertido
Rogue no profirió ningún sonido, solo se concentró en recuperar la respiración, deseando muchas cosas pero por sobre todo…
-Bueno me iré a mi cuarto a esperar a la hora de la cena, te dejo descansar-le palmeo el hombro- el dinero está en la mesa de luz-le aviso mientras empezaba a cambiarse-¿limpiaras el cuarto ahora o después de la cena?-le pregunto con inocencia.
-Ahora- contesto secamente
-Okay, nos vemos Rogue-se despido Sting feliz sin percatarse de nada raro.
El oji rojo se pasó sus manos por su rostro, respiraba lentamente tratando, en vano, que las lágrimas dejasen de salir.
-Sobre todo deseo que me ames Sting…-murmuro con dolor el pelinegro.
Se levantó de la cama de una de las tantas habitaciones para invitados y con un gran cansancio, recogió con lentitud su ropa y los juguetes de su amo. Acomodo lo mejor que pudo y fue al baño, lo bueno de todo esto es que a veces podía bañarse con agua caliente pero ni eso arreglaba su roto corazón.