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Un joven pelinegro de ojos chocolate subía las escaleras de la gran casa en donde estaba, sujetando con una mano su mochila que colgaba de su hombro derecho.
- ¡Nana-chan!, ¡Nana-chan! - Grito una vez estuvo en el segundo piso. - ¿Dónde estas? - Se apresuro a preguntar mirando el pasillo que tenia delante de él.
- Estoy aquí. - Se escucho la voz un tanto lenta de Nana-chan que al parecer estaba en la habitación para visitas. - Ven rapido Shiro-chan.
Ante la orden de la mujer, el pelinegro corrió hacia la habitación de visitas.
- ¡Nana-chan! - Cuando el pelinegro entro a la habitación, dio un salto lanzándose a los brazos de la anciana de nombre Hana, de 77 años, cabello blanco y personalidad amable, solo que él le decia Nana-chan, de cariño. La anciana tuvo que evitar caer, aun asi, correspondio el abrazo. - Hace mucho tiempo que no te veía, papá me envio un mensaje diciendome que estarías aqui, y ni bien terminaron las clases, me vine con uno de mis compañeros de equipo, ah, por cierto ¿donde esta papá?.
- Bueno, tu papá dijo que iría a visitar a tus abuelos, pero estoy segura que no tarda en llegar. - La mujer deshizo el abrazo para luego mirar al joven de 15 años que no habia visto desde que este tenia 10 años. Su no tan pequeño Toshiro, ya estaba grande.
- Oh, entonces Nana-chan, cuéntame una de tus historias fantásticas, por favor. - Haciendo uso de los ojos de cachorro regañado que copio de su abuelo, el pelinegro miro fijamente a la anciana mujer que solo suspiro.
- Si vas y te cambias el uniforme por algo mas cómodo, pones tu ropa sucia a la lavadora y ordenas tu habitacion, te contare una historia que te dejara muy emocionado, y de paso, te llevaré a visitar a tus abuelos esta tarde. - Hana vió como el joven asentia rápidamente y salia directo a su habitacion para cambiarse primero.
- Estoy en casa. - Hablo un hombre de no mas de 35 años, de cabellos castaños y ojos azul oscuro. Empezando a subir las escaleras.
- ¡Bienvenido papá! - Grito Toshiro desde su habitación.
- Bienvenido Yoichi. - La anciana salio de la que ahora sería su habitacion, para saludar al recién llegado.
- Gracias por a ver aceptado venir Hana-san, esta semana tengo mucho trabajo y de verdad necesito que alguien cuide de ese diabliyo mientras no este. - El padre del pelinegro hizo una reverencia ante la anciana que solo asintió sonriendo.
- No tienes que agradecerme, sabes que me gusta cuidar de Shiro-chan. - Hana camino unos cuantos pasos para llegar a las escaleras y volvió a hablar. - Prepararé el almuerzo, le dije a Shiro-chan que pusiera su ropa en la lavadora, y ordenara su habitación, asique estara ocupado.
- Si, gracias Hana-san. - Yoichi entro a su habitacion, dejo su celular en la orilla del escritorio que tenia allí y luego se dejo caer en su cama. Quedándose mirando el techo lleno de estrellas fosforescentes que Toshiro le habia pegado cuando tenia 7 años. Desvío la mirada del techo y puso toda su atencion a los 3 marcos de fotos que habían en su mesita de noche.
Se acerco y se quedo viendo uno de los marcos en donde sus padres eran jovenes.
Y sonrió. Recordando.
Yoichi aun recuerda ese día, cuando tenia 8 años, cuando vio entrar a ese castaño que a veces venia y distraia a los niños enseñandoles voley, acompañado de un pelinegro que tenía el seño fruncido.
Esos dos no se habian presentado para enseñarles voley, ellos se habian presentado para adoptar a uno de los niños que jugaban sin percatarse de que eran observados. Y por alguna estraña razón, que sabe perfectamente, el fue escogido por el castaño y el pelinegro.
Ah, le costo llevarse bien con su nuevo papá, Tooru, pues este lo apapachaba cada vez que tenia oportunidad. Aun que al final término super encariñado a el.
También le costo seguir las estrictas reglas de su nueva mamá, Hajime, aunque termino acostumbrándose y encariñandose tambien.
Se Acostumbró facilmente al echo de que sus padres fuesen hombres, es mas, le gustaba esa familia. La Queria mucho.
Ahora que tenia 35 años, se lamentaba no haberse dejado apapachar lo suficiente.
Se lamentaba no haber aprovechado lo suficiente esos 18 años que paso con sus padres. Puesto que ellos fallecieron cuando el tenia 26 años y Toshiro tenia 6.
Mientras Yoichi se perdia en sus recuerdos y Toshiro acomodaba su habitación, Hana estaba en la cocina esperando a que este el arroz.
- Ah, esta tarde sera agotadora a si que sera mejor preparar algo bueno para tener energías. - pensaba en voz alta la mujer mientras empezaba a poner los platos en la mesa.
Luego de haber almorzado, Yoichi se despidió de su hijo y de Hana para luego irse a su trabajo.
- Nana-chan, mi ropa ya esta tendida y lista para secar en el patio, ¿ya podemos irnos? - Toshiro miraba como Hana subía las escaleras.
- Nos iremos cuando tú te bañes, entrare a la habitación de tu padre para sacar el dinero que nos dejo en su escritorio, y si tu no estas en la ducha cuando yo salga, no habrá historia ni ida al cementerio.- La Nana sabia como mantener a raya a los niños, en especial a Toshiro.
Toshiro suspiro un tanto enojado, pero como asía calor, el enojo se le fué y fue a su habitacion por su ropa y una toalla, no estaria mal refrescarce un poco.
La anciana suspiró un momento y se entro a la habitación de Yoichi, caminado hacia el escritorio y tomando el dinero que allí estaba, pero cuando se disponía a salir para ver si Toshiro le hizo caso, le llamo la atención una mesita de noche, en donde estaban tres marcos con fotos muy bonitas a su parecer.
Se acercó y tomo entre sus manos uno de los marcos, sonriendo al ver lo felices que esos dos eran en ese momento en el que les tomaron esa foto.
- Pasan y pasan los siglos, y cada vez que aparecen estos dos, sufren. - acarició con la mirada aquella foto en la cual salia un castaño sonriendo mientras abrazaba con una mano la cintura del pelinegro al lado suyo, el cual sonreía feliz. El nombre de los dos enamorados era Oikawa Tooru y Iwaizumi Hajime los abuelos de Toshiro, el joven que en esos momentos estaba entrando al baño. - Intento y intento intervenir en sus crueles destinos, pero no lo consigo nunca. - La anciana volvió a suspirar, esta vez, de tristeza. - Al menos en esta vida, vivieron mucho, y hasta adoptaron a un niño y fueron abuelos. - sonrió levemente al ver otra foto, en donde estaban esos dos con Yoichi de pequeño.
Hana era una persona especial, pues ella portaba con los recuerdos de sus vidas pasadas.
Recuerdos que eran felices y dolorosos.
Como por ejemplo, ese en donde una de sus vidas pasadas era la Nana de un principe.
Tiene aquel recuerdo bién guardado en su memoria, pues en aquella vida, sucedió por primera vez aquella historia de amor y tristeza.
Aquella vez en donde el destino empezó a escribir "tragedia" en las vidas de aquellos dos.
Dejo el marco en su lugar al escuchar que era llamada por un Toshiro impaciente.
¿Cuanto tiempo se perdio en sus pensamientos?
- ¡Ya voy! - Hana salio de la habitación y bajo las escaleras para encontrar a un Toshiro impaciente. - ¿Estas listo? - Toshiro asintió. - Bueno, que te parece si, envés de tomar un taxi, vamos a pié al cementerio, se que es un poco lejos, pero así podre contarte una historia. - Han a tomo las llaves de la casa y salio seguida del pelinegro.
- Me gustan mucho tus historias Nana-chan, ¡asique caminemos! - Toshiro dio un salto emocionado mientras Hana pegaba la puerta principal de la casa y empezaban a caminar. - ¿Como se llama la que me contara?.
- Se llama "Renace junto a mi", tiene dos capítulos, el primer capitulo se llama "El principe y su mejor amigo".
Continuará...
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