Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The thirst por Thelovearesick

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

No se porque sigo insistiendo en esta página, mis fics no pegan aquí (?) terquedad supongo xD.

 

Ok, esto se debe a una idea medio absurda que tuvimos después de analizar por un largo tiempo los diferentes comportamientos de Eddie. En algún punto se llegó a la idea de que “Eddie tiene sed y no sabe cómo saciarla” y una cosa llevó a la otra…terminando en este extraño AU de Waylon como una ninfa y Eddie con una enorme necesidad de saciar su “sed” con él xD.

Es algo muy absurdo que hice únicamente para darle un sentido a esa conversación. Un agradecimiento a Pika, con quien me puedo expresar por largos ratos sobre mis diferentes puntos de vista de The Groom. Esté fic va dedicado a ti.

Notas del capitulo:

Esto se podría considerar como un AU de Mitología Griega, ya que las ninfas son serés mitologicos que vivían en la Antigua Grecia, pero en realidad no se que sea xD esta historia. 

No sabía a ciencia cierta desde hace cuánto había estado viajando. Quizás habían sido días, semanas o meses, poco importaba realmente. La necesidad que su cuerpo invadía, seguido de las altas temperaturas de aquel desierto, eran lo suficientemente rigurosas para provocarle un mal estar generalizado, haciendo que su cuerpo se sintiera débil y adolorido.

Su andar era lento y pausado, más intentaba no caer en la caliente arena bajo sus pies. Era peor si se detenía, pese al sudor que salpicaba a chorros su indumentaria, ya que si se permitía descansar por al menos cinco minutos se quedaría varado en ese punto para siempre. El desierto era un lugar engañoso y peligroso, Eddie sabía que debía andar con cuidado si no quería terminar por perderse para siempre y perecer horriblemente a causa del sofocante calor que le invadía.

Sus piernas se sentían cansadas y sus ojos se cerraban a ratos, pero el continuaba en línea recta. Había escuchado atentamente cada narración e historia proveniente de diversos viajeros y aventureros, escuchando atentamente cada detalle de aquel bello paisaje, siendo un oasis en sí mismo: verdes plantas, frutos jugosos y frescos, vegetación en abundancia, cascadas y ríos por doquier y claro, un sequito de bellos seres quienes danzaban y se bañaban en aquellas puras aguas, siendo todo un espectáculo ante la vista de los curiosos.

En ese rincón del mundo eran muy comunes las ninfas, quienes se la pasaban descansando y reposando a las orillas de los ríos y en las profundidades del bosque. Era muy común escuchar sus cantos y melodías creadas por instrumentos de madera y plantas, teniendo una vida despreocupada y tranquila, alejada de toda civilización. Eddie se sentía fascinado ante aquellas historias, ya que nunca había sido testigo nunca antes de semejante escenario frente a sus ojos, queriendo experimentar una aventura por sí mismo.

Todos conocían que la naturaleza de Eddie era sedentaria y tranquila, por no recalcar en aburrida y predecible, por lo que fue una sorpresa para todos el enterarse que durante la mañana siguiente decidiera partir por su cuenta, llevando únicamente lo esencial consigo para ese viaje. Algunos de sus conocidos le aconsejaron mil y un cosas, entre ellas que no confiara en nadie, que no aceptara ningún trato, que siempre cuidara a sus alrededores y, sobre todo, que tuviera mucho cuidado al llegar al desierto, ya que las visiones podrían tornarse horribles sí que descuidaba o flaqueara. Eddie acepto gustoso cada consejo, mostrando la más fingida de su sonrisa al tomar las pocas posesiones que llevaba consigo, saliendo por la ruta que divisiva directamente al bosque más cercano.

Eddie no era particularmente amigable con el resto de las personas, prefiriendo vivir una vida apartada del bullicio del centro de aquel pueblo, siendo conocido por sus actitudes reservadas y poco llamativas. Pocos, o mejor dicho nadie, conocían sus verdaderos intereses o naturaleza. Eddie era una persona realmente sedienta. Su sed no iba de algo más tangible como beber un par de cervezas o un buen vino en el bar local, no, sus pasiones eran mucho más desmedidas y carnales. Eddie necesitaba a alguien que pudiera quitarle esa sensación de pesadez que le atormentaba día y noche, siendo uno de sus más grandes y ocultos secretos, conociendo de ante mano que ningún hombre o mujer dentro del lugar era capaz de lograr calmar semejante sensación en su interior.

Era por esa razón que decidió apartarse de todos aquella semana. El escuchar las descripciones de los hombres sobre semejantes criaturas era lo suficientemente estimulante para decidirse a ir a buscarlas él mismo, sin querer volver a su pueblo sin haber aliviado aunque fuera un poco su picor. Eddie era una persona muy exigente en sus gustos. Necesitaba algo diferente y atractivo, algo nuevo y nunca antes visto, algo que se saliera de sus parámetros de aquel aburrido lugar, en donde las mujeres eran o muy anchas, o muy bajas y los hombres eran muy gruesos o muy burlos.

Nunca se había aclarado en su mente cuál era su predilección al momento de elegir una pareja, más no era algo que le importara realmente. Su vida estaba resulta desde hacía tiempo, su negocio era estable, no había competencia alguna en el pueblo y la compañía de los demás le era un estorbo en realidad.  No se sentía con la urgencia de comprometerse en algo a futuro, no al menos con alguna de esas horrorosas mujeres de pechos flácidos y caderas desproporcionadas.

Se detuvo sólo por un momento, a la mitad de su andar, intentando enfocar con la mirada algún punto cercano que no fuera únicamente arena. “Nada, aquí no hay nada. Sólo arena y nada más” pensó, mientras su semblante cambiaba ligeramente de cansancio a molesto, creyendo por un momento que quizás aquellos viajeros habían estado farfullando de sus aventuras con oasis y ninfas en algún punto muerto. Se sentía estúpido y engañado, como si fuera una mala jugara para hacerle pasar el peor rato de su vida ante aquella cruel broma, en donde había gastado tanto esfuerzo y energía para alguien de su edad.

Eddie se dio la vuelta, esperando encontrar el camino de regreso al extremo contrario del desierto, sintiendo como una ráfaga de aire caliente golpeada repentinamente su rostro, sin poder entender muy bien que es lo que estaba pasando. “Esto debe ser una broma…” se dijo internamente, dándose cuenta de que al poco tiempo aquella simple ráfaga se transformaba rápidamente en toda una tormenta, levantando la arena a su alrededor, impidiendo que su visión se enfocara en algún punto definido de su panorama.

El mayor hizo su máximo esfuerzo por mantenerse en pie, siendo sumamente difícil al sentir las corrientes de aire golpear su cuerpo, mientras intentaba inútilmente mantenerse firme y avanzar por sobre la arena. Recordó en ese momento lo mencionado con alguno de los hombres de la cantina, quienes hacían énfasis en lo engañoso y peligroso del desierto, quien parecía querer evitar que las personas volvieran al lugar de partida, siendo la única salida posible el atravesarlo por completo para llegar a una salida. “A buena hora te viniste a acordar, idiota…” se reprendió, chasqueando ligeramente la lengua mientras tomaba con fuerza la pequeña bolsa de tela donde yacían su mapa y un par de cosas más, sin tener mucho éxito en evitar que salieran volando por los aires.

La arena cubría totalmente su visión, por lo que sus ojos estaban firmemente cerrados de un momento a otro, sintiendo como su cuerpo terminaba por resbalar en definitiva por un  montículo de arena de un momento a otro, sin recordar haberlo visto con anterioridad, sintiendo como si cayera al vacío. “El desierto es un lugar peligroso y engañoso…y ahora morirás aquí, Eddie” fue el último pensamiento que tuvo antes de terminar por perder el conocimiento al poco tiempo, sintiendo su cuerpo caer entre una gran pila de arena cercana, dando un golpe seco.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando despertó nuevamente. De nueva cuenta pensó que podrían ser minutos, horas o días, más aun al sentir su cuerpo totalmente adolorido y cubierto de arena, de pies a cabeza. Su cabeza dolía al levantarse de entre las profundidades de un pequeño montículo de arena, notando como enseguida, a unos cuantos metros de distancia, algunas de sus cosas estaban esparcidas por el lugar. De mala gana se acercó para empezar a guardar todo, esperando que no se estropeada el mapa con las diferentes rutas de regreso, sintiendo cierta calma al darse cuenta de que no se había perdido aquella información. Fue sólo en ese momento cuando lo notó.

Sus ojos se abrieron de la impresión, despejando un poco el dolor y el cansancio que sentía en ese momento, quedando con la boca ligeramente abierta ante la impresión. Era el oasis sin duda alguna. Era increíble como desencajaba con el entorno, como si fuera una brecha frondosa que cortaba repentinamente en desierto, dando lugar a enormes árboles, verdes colinas, frondosos arbustos y el sonido de una cascada que se escuchaba a lo lejos, resonando entre la calma y monotonía de la arena y el sol.

Eddie no podía dar crédito a todos los detalles que miraban sus ojos. Había flores con colores tan vivos y frutos con apariencia tan fresca que nunca imaginó que algo así existiera en la tierra. Era demasiado hermoso, demasiado fértil y demasiado bello para ser creíble, sintiéndose por un momento impropio de recorrer dicho lugar. Su paso se volvió más firme pese a su inseguridad, sintiendo que la dureza del desierto se desvanecía en ese momento ante la suave sensación del pasto fresco bajo sus pies, como si hubiera sido roseado momentos antes por la brisa.

Escuchó en su andar algunos sonidos de aves y demás animales, quienes parecían cantar a coro al unísono, resultando particularmente agradable para sus oídos. Incluso el aire corría con más libertad y sus ropas se sentían ventilarse ante la magnitud del aire entre la hierba, dando una sensación de refrescar momentánea, escuchando cada vez más cercano el sonido de la cascada. Eddie sentía sed, pero esta vez era un sed genuina por agua pura y fresca, empezando a encaminarse hasta divisar a unos pocos metros un enorme río y una majestuosa cascada, sintiendo como su necesidad se incrementaba a medida que el agua caía a chorros.

Cruzó unos cuantos arbustos y ramas hasta llegar a la orilla, cayendo de rodillas en el piso mientras tomaba entre sus manos grandes cantidades de agua para llevarla directo a sus labios, sintiendo su garganta refrescarse a los pocos segundos. Escuchó repentinamente un chapoteo en el agua, levantando la vista automáticamente, sintiendo como el agua terminaba por ahogarlo al no pasarla bien. Era toda una visión frente a sus ojos.

La criatura era delgada y agradable a la vista, teniendo una belleza muy particular en su andar. Su traje era casi inexistente, siendo una toga que medio cubría su pecho y que llegaba a la altura de sus muslos desnudos, poseyendo un par de piernas estilizadas y largas, una cintura diminuta y un par de delgados brazos que sostenían un pequeño jarro. Su cabello era de un rubio cenizo, parecido a la arena, que yacía a la altura de su delgado cuello, casi rozando sus hombros. Había algunas cuantas joyas en su atuendo, no siendo lo suficientemente bellas para resaltar sobre ese par de ojos color ámbar, quienes parecían mirar con confusión y curiosidad en su dirección. Eddie no había visto algo tan bello o atractivo nunca antes en toda su vida, por lo que la sensación que su cuerpo experimentaba se intensifico con apenas esa pequeña visión.

— ¿Qué hace aquí? —preguntó la criatura con delicadeza, manteniendo aun su distancia de la orilla. Eddie no recordaba ni cómo se llamaba en ese instante, moviendo un poco la cabeza al poco tiempo para despejarse ante aquella ola de sensaciones y emociones.

—Oh, lo siento. He sido terriblemente descortés por beber de estas aguas así como así. Soy un viajero, he recorrido el tormentoso desierto con el único interés de ver ese oasis. Estoy…más que impresionado por la belleza de este lugar. He tenido…sed durante mucho tiempo atrás. —

La criatura parecía aún más confundida con aquella declaración, ladeando ligeramente la cabeza, empezando a caminar sobre el agua con lentitud. Eddie se quedó aún más impresionado ante esa habilidad, suponiendo en poco tiempo que esta era una ninfa de agua, recordando aquellas leyendas e historias en donde describían a las diferentes ninfas según algún elemento predominante.

—Hace tiempo que no tenemos visitantes pero supongo que es comprensible. El desierto es cada vez más hostil, como podrá darse cuenta. Tiene vida y mente propia, no permitiendo que cualquiera pase tan fácilmente. Puede servirse el agua que necesita y comer de los diferentes frutos, siempre y cuando no destruya o rompa la tranquilidad del lugar. —

Eddie sonrió encantado. La ninfa era mucho más atractiva de lo que hubiera imaginado. Ni las mejores leyendas, ni las descripciones más exactas o los comentarios de aquellos viajeros eran comparables con la verdadera belleza que presenciaba en ese momento. Pese a ser un joven, la belleza de la criatura era bastante significativa y andrógina, teniendo facciones delicadas y voz suave y gentil. No era de extrañarse que fueran motivo de canciones y poemas, siendo una inspiración de tan diversas y particulares pasiones.

Escuchó al poco tiempo algunos otros chapoteos por el agua, desviando la mirada, notando a un sequito de hermosas mujeres y atractivos jóvenes caminando, nadando, bañándose por los alrededores, por las orillas, entre las piedras y hasta incluso entre los arbustos, todos ellos con una apariencia deslumbrante, incluso erótica, entre sus atuendos diminutos y sus actitudes despreocupadas.

Eddie no perdía detalle de ello, más su atención estaba puesta en este ser en particular. Había algo un tanto diferente a decir verdad. Su semblante era ligeramente más serio y difícil de descifrar, como si estuviera alerta ante la más mínima provocación o circunstancia. Los ojos del viajero lo siguieron hasta que lo miró acercarse a la orilla, sentándose en una piedra cercana mientras dejaba su jarro al lado, enfocando su mirada nuevamente en su dirección. La sed se acrecentaba a cada instante.

—Perdone mi comentario pero nunca había visto una mirada así antes. El azul de sus ojos es comparable al del cielo mismo — comentó de forma muy baja y seria. A pesar de ser un comentario más que halagador, Eddie no pudo evitar pensar que sonaba un tanto osco al ser pronunciado de tal manera, sin poder evitar soltar una ligera sonrisa al momento.

—Lo mismo puedo decir sobre ti. Tu apariencia es fuera de este mundo, fuera de todo parámetro conocido por mí. No creo haber visto semejante color de ojos antes, ni tampoco una estructura ósea tan perfecta y armónica. Eres bastante atractivo ante mis ojos —Eddie sonrió, esperando una reacción positiva por parte de su interlocutor, sintiéndose decepcionado al no ver ninguna respuesta en su semblante.

El joven permaneció hecho piedra, con seriedad en su mirada y sin ninguna especie de gesto en su expresión. Era como si el comentario no causara absolutamente nada ante él. Aquello molesto ligeramente al viajero.

— ¿Qué acaso aquí no se agradece ante un alago? —

—Lo siento si esperabas alguna reacción o rubor en mi rostro. No suelo impresionarme ante palabras sin fundamento que únicamente buscan acrecentar el ego. —La reacción no era para nada como lo esperaba. Había escuchado que las ninfas eran coquetas por naturaleza, disfrutando de los halagos y de los regalos de los hombres, siendo capaz de cantar hermosas melodías ante ello. Recordó entonces que había gastado una parte de sus ahorros en comprar algo para impresionar y tener suerte, sonriendo nuevamente mientras buscaba un bello collar de oro con una gema esmeralda, algo un poco costoso, pero bien valía la pena si lograba saciar su cometido inicial.

—He venido de una tierra muy lejana para apreciar las danzas y los canticos de las bellas ninfas del oasis, es por eso que he traído este obsequio para poder demostrar mi gratitud ante ustedes. Es una esmeralda, una gema bastante valiosa y difícil de conseguir de donde provengo, he gastado buena parte de mi tiempo en ahorrar para conseguirla, espero sea de tu agrado, aunque claro, no se compara en nada con ese par de bellas gemas en tus ojos…—

Se acercó un par de pasos más, extendiendo el collar. El joven rubio parpadeo un par de veces, tomando entre sus manos la gema mientras examinaba con detenimiento cada detalle, sin mostrar nada más que seriedad y severidad en su semblante.

—Es bonita, lo admito, pero he visto por montones en muchos lugares. No creo que sea algo tan valioso o tan distintivo, pero agradezco su gesto, buen viajero. No tiene que traer regalos ni nada para disfrutar de las aguas y los frutos, más le pido amablemente que su visita no sea muy duradera. No queremos que los hombres terminen por destruir nuestro hogar. —

Las frías palabras del joven y su total desprecio por la joya fueron el detonante que necesitaba para que su humor se disparara nuevamente. Eddie tenía un carácter bastante fuerte, siendo conocido por su temperamento acelerado y errático, comparando en muchos casos al hombre con una especie de macho cabrío de las montañas. Se acercó con un par de zancadas hasta quedar frente a frente con el joven rubio, sintiendo sus puños apretarse con fuerza mientras su mirada se volvía severa, intimidante.

—Escúchame bien, maldita ninfa del agua…he recorrido un largo camino para llegar hasta aquí, he cruzado bosques, he pasado por diversos sembradíos y he cruzado la hostilidad del desierto para poder venir a saciarme a ese oasis. Escúchame bien….no me iré sin haberme librado de esta sed. —

El joven parecía algo impresionado, notando por primera vez un cambio en su gesto. El resto de las ninfas parecían algo atemorizadas, ya que el semblante y las palabras eran frías, bastante determinadas y amenazantes. Pese a eso, el rubio se quedó en su lugar, sin inmutarse o moverse, como si fuera una especie de guerra de poder en ese instante, sin perder la compostura o demostrar temor por la hosquedad del viajero.

—No entiendo el motivo de tu molestia. Desde que llegaste te deje en claro que eras bienvenido, que podrías tomar con libertad de las aguas, comer de los frutos, disfrutar de la variedad de plantas y de la belleza del lugar. Si tienes hambre, entonces come, si tienes sed, entonces bebé, pero deja de importunar la paz. —

El movimiento que ocurrió fue mucho más rápido y acelerado de lo que esperaba. De repente, el joven rubio se encontraba fuertemente sujetado por las caderas y la cintura, siendo levantado hasta quedar de pie, frente a frente con el extraño hombre, notando como la diferencia de alturas era mucho más marcada al estar tan cerca el uno del otro.

—No ese tipo de sed de la que hablo, mi joven ninfa. La sed que siento es algo mucho más carnal, algo que no se quita con un simple sorbo de agua. Yo necesito un cuerpo joven, necesito un espíritu enérgico, algo que me quite esta sensación  que llevo cargando desde hace años. Déjame beber entonces…—

Su rostro se acercaba lentamente al rostro contrario, mientras las manos del joven se posaban sobre su pecho, intentando mantener a distancia ambos cuerpos. Esto era totalmente inaceptable. De un momento a otro, Eddie reaccionó al sentir una corriente de agua fría derramarse entre sus brazos, abriendo los ojos para darse cuenta que era la ninfa quien se escurría por entre sus dedos, evitando así el tener más contacto con él al momento. Su semblante pasó del asombro a la ira en segundos, empezando a apretar con más fuerza los puños mientras levantaba la vista en dirección al lago.

— ¡Te atraparé, maldita ninfa de agua, así sea lo último que haga en esta vida! —

Notas finales:

No se que decir xD sólo que fue divertido redactar esto, ya tengo ganas de redactar el siguiente capítulo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).